Contextos 2003-2004

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ARTÍCULOS

EN MEMORIA DE BONIFACIO RODRÍGUEZ DÍEZ EN MEMORIA DE JULIA MIRANDA PÉREZ-SEOANE BONIFACIO RODRÍGUEZ DÍEZ: Del latín al romance español: le evolución del género en los pronombres JULIA MIRANDA PÉREZ-SEOANE: Aquavergium > Uvierzo TSUTOMU AKAMATSU: A critique of the IPA chart (revised to 1996) MANUEL IGLESIAS BANGO: Construcciones independientes introducidas por como si en español SANTIAGO PÉREZ FERNÁNDEZ: Presente de indicativo con referencia significativa orientada hacia el pasado MILKA VILLAYANDRE LLAMAZARES: Internet como corpus: el caso de bibidí FRANCISCO JAVIER GRANDE ALIJA: Del orden del universo al orden de las lenguas: lenguas artificiales ‘a priori’, diccionarios y la clasifcación del léxico MARÍA CRISTINA EGIDO: Contacto de lenguas indígenas y español en América: aspectos diacrónicos y sincrónicos JANICK LE MEN: Algunas palabras características de la montaña oriental leonesa JOAQUÍN SERRANO SERRANO: Léxico agrícola de hace medio siglo entre La Cepada y el Órbigo JOSÉ CARLOS HERRERAS: De la oficialización de las lenguas de España en la Unión Europea JOSÉ MARÍA BALCELLS DOMÉNECH: León Felipe y las raíces del salmo

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NOTAS Y COMENTARIOS JOSÉ POLO: Louis Hjelmslev en el ámbito de la Lengua Española (con especial atención a una obra clásica de Emilio Alarcos Llorach) [9] JOSÉ POLO: La gramática académica (1994) de Emilio Alarcos: entorno, metodología, resultados [6] JOSÉ POLO: Hacia la configuración científico-editorial de la obra lingüística de Emilio Alarcos [4] MARIO TOMÉ: Le projet de recherche FLENET: Fançais Langue Étrangere et Internet

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RESEÑAS E INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA ÍNDICE DE LOS VOLÚMENES I-XXII/1983-2004 INFORMACIÓN PARA AUTORES

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A la memoria de Bonifacio Rodríguez Díez y de Julia Miranda Pérez-Seoane

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EN MEMORIA DE BONIFACIO RODRÍGUEZ DÍEZ Bonifacio Rodríguez Díez (1945-2003) se formó como lingüista en la Universidad de Oviedo, donde fue discípulo de E. Alarcos Llorach, quien le dirigió su tesis de doctorado leída en 1978. Doctor en Filología Románica (Sección de Español), su tesis se tituló El lenguaje sectorial del ciclismo en la prensa escrita y le llevó a convertirse en un especialista en el lenguaje deportivo y, más aún, en léxicos especializados y lenguas de especialidad, capítulo este al que posteriormente dedicó numerosas publicaciones y conferencias. Como docente comenzó su actividad en 1973 en el antiguo Colegio Universitario de León, entonces perteneciente al distrito de la Universidad de Oviedo, y, cuando en 1980 se creó la Universidad de León, fue con el resto de los profesores del antiguo Colegio- uno de los pilares sobre los que se asentó la nueva Facultad de Filosofía y Letras de la universidad leonesa. Eran tiempos, a comienzos del curso 1980-81, en los que hablar del Departamento de Lengua Española, era hablar exclusivamente de Bonifacio Rodríguez Díez, pues él era el único integrante del área en la Facultad. Con un pequeño paréntesis (1984-88) en el que ejerció en la Universidad de Córdoba, donde obtuvo la Cátedra de Lengua Española, su carrera docente se desarrolló en León. Además de la docencia regular impartida durante treinta años primero en el Colegio, luego en la Facultad, durante la década de los 90 se hizo cargo, como Director, de los Cursos de Español para Extranjeros organizados por la institución leonesa y a lo largo de muchos años ha sido también el responsable del área de Lengua Española en las pruebas de selectividad. Su implicación en el día a día de la institución le llevó con frecuencia a participar igualmente en la gestión universitaria desempeñando, entre otros, los cargos de Director de Departamento, Secretario y Vicedecano de la Facultad, Vocal de la Comisión de Doctorado... etc. Siempre estuvo dispuesto a aportar su experiencia y su saber hacer en la creación de nuevas vías desde las que dar a conocer las investigaciones más recientes: fue Director, desde su nacimiento en 1983, de esta revista, Contextos, en cuyas páginas se le rinde este homenaje; miembro de los consejos de redacción o comités de publicación de Estudios Humanísticos (León, 1982-83); Glosa (Córdoba, 1989) o Cauces (Valenciennes) desde su fundación en 1999. Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 9-11)

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En memoria de Bonifacio Rodríguez Díez

Fuera de la docencia regular en León, impartió cursos en otras universidades como la de Valenciennes (Francia) donde, como profesor invitado, dio varias asignaturas durante los cursos 1999-00 y 2000-01; igualmente participó en un curso de especialidad en la UNAM de México o dirigió un programa de doctorado en la ULBRA (RGS-Brasil). En esta línea, ha ofrecido también numerosas conferencias tanto en universidades españolas como extranjeras, entre otras, Varsovia, Amberes, Voronezh, o Aarhus. Un dato revelador de su actividad como investigador es su participación continuada en los congresos y reuniones de las sociedades científicas cuyos objetivos le quedaban más cercanos. Participó activamente junto a otros de presencia más esporádica en los congresos de la Sociedad Española de Lingüística, de la Sociedad Internacional de Lingüística y Filología Románica, de la Asociación de Historia de la Lengua Española o de la Sociedad Internacional de Lingüística Funcional. Precisamente en las reuniones de las dos últimas sociedades citadas (Madrid, septiembre de 2003 y Ceské Budejovice, República Checa, octubre de 2003) hizo sus últimas aportaciones. Si a estas intervenciones le añadimos una ponencia sobre morfología diacrónica presentada en León, también en octubre de 2003, en el marco del Congreso Internacional Orígenes de las Lenguas Romances en el Reino de León. Siglos IX-X11, podremos hacernos una idea de la incansable actividad desarrollada por nuestro recordado compañero justamente antes de dejarnos. El mejor recuerdo, en el plano académico, será la lectura de sus trabajos aparecidos de forma póstuma, entre los que cabe destacar además de las ponencias citadas el libro sobre la evolución del género en 1 español que, a su muerte, tenía prácticamente finalizado o el capítulo desgajado de ese libro que aparece en este mismo número de Contextos. Dichas publicaciones se unen a los varios libros y más de medio centenar de artículos que, fruto de su labor incansable estudiando todos los resquicios de la lengua, nos legó a lo largo de su vida académica. Se trata de investigaciones que abarcan un amplio abanico de temas, pero que, sobre todo, apuntan a campos como el léxico, las lenguas especiales, las nociones de lengua y dialecto, la fonología diacrónica, la evolución del paradigma verbal o, de modo muy señalado, diversos aspectos gramaticales (neutralización, sincretismo, elipsis), que él abordó siempre desde una sólida posición funcionalista, no por ello exenta del imprescindible espíritu crítico que todo investigador ha de tener. Todos esos trabajos en los que nos muestra los mecanismos lingüísticos que tanto se afanó por desvelarnos son 1

Bonifacio Rodríguez Díez, El género del latín al español. Los nuevos géneros del Romance, Universidad de León, de próxima aparición.

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En memoria de Bonifacio Rodríguez Díez

desde hace unos meses el testimonio académico de Bonifacio Rodríguez Diez, el colega cuyo magisterio siempre ponderado ahora añoramos, aunque no tanto como a Boni, el compañero entrañable al que la muerte, siempre con prisas, se empeñó en arrebatarnos demasiado pronto. José R. Morala Universidad de León

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EN MEMORIA DE JULIA MIRANDA PÉREZ-SEOANE

Julia Miranda Pérez-Seoane (1927-2004), catedrática de Lengua y Literatura de la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de Educación General Básica de León, es, sin duda, una figura docente de referencia de esa Escuela, convertida hoy en Facultad de Educación. La conocida otrora como Escuela Normal de León contó con sus servicios de forma inmediata a su brillante Licenciatura en Románicas, por la Universidad de Oviedo, hasta su jubilación como Profesora Emérita de la Universidad de León. Los constantes recuerdos, buenos recuerdos, que sus innumerables alumnos hacen de la calidad de sus enseñanzas y de la calidez de su persona, son muestra del capital docente y humano que atesoraba esta profesora. Su saber y su saber hacer, adornados por el rigor, el orden, la sistematización, la precisión a la par que la sencillez, hizo que sus discípulos gustaran de la lengua como nunca antes y, sobre todo, alimentó sus ansias por seguir aprendiendo, quizá el valor cumbre de cualquier docente. Fue pionera en realizar investigación en una Escuela Universitaria donde no había tradición investigadora y su tesis doctoral sobre toponimia menor de la cuenca alta del Esla obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado de la Universidad de Oviedo y el premio a trabajos de investigación en el área de las Ciencias del Espíritu, concedido por la Institución Fray Bernardino de Sahagún en el año 1982.

Mª Teresa Llamazares Prieto Universidad de León

Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (pág. 15)

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ARTĂ?CULOS

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© Bonifacio Rodríguez Díez

DEL LATÍN AL ROMANCE EN ESPAÑOL: LA EVOLUCIÓN DEL GÉNERO *

EN LOS PRONOMBRES

BONIFACIO RODRÍGUEZ DÍEZ Departamento de Filología Hispánica y Clásica Facultad de Filosofía y Letras Universidad de León Campus Universitario de Vegazana 24071 León En este trabajo, el autor se centra en un ámbito muy concreto de la evolución del género en el paso del latín al español: la evolución del género neutro en los pronombres. Los pronombres y los adjetivos, a diferencia de los sustantivos, conservan los tres géneros latinos (masculino, femenino y neutro). Puesto que en el sustantivo solo existen dos géneros, el autor parte de la premisa de que el neutro de los adjetivos y pronombres no puede ser reflejo de la concordancia con el sintagma nominal. El neutro romance puede convertirse así en objeto de estudio independiente del masculino y femenino. Después de exponer un listado de catorce formas neutras en español, estas se agrupan en cuatro situaciones diferentes de ‘neutro’ a partir de las cuales se analizan las diferentes sustancias conformadas bajo esta etiqueta: (a) Neutro de pronombres heredero de la situación general de los adjetivos latinos (tipo ILLE, ILLA, ILLUD> él, ella, ello, etc.); (b) Indefinidos existenciales (alguien, alguno, algo); (c) Ciertos tipos de leísmo (le, la, lo: “al niño le vi” / “el zapato lo compré”) que opone en el C.D. masc. los valores “no personal”/ “personal”; y (d) Un leísmo extendido en la zona leonesa centro-oriental, hablas cántabras y ámbitos rurales de las dos Castillas que conforma los valores “contable”/ “no contable” (neutro de materia). Palabras clave: Latín, Lenguas romances, género neutro, pronombres.

*

Este artículo, que se publica de forma póstuma, y que ha sido revisado y preparado para la imprenta por Mª C. Egido Fernández, profesora del Departamento de Filología Hispánica de la Universidad de León, era parte de un proyecto más amplio cuyo autor, el profesor D. Bonifacio Rodríguez Díez, muerto prematuramente a finales del año 2003, no pudo ver finalizado. El Secretariado de Publicaciones de la Universidad de León ha aceptado para la publicación un libro, con la parte principal de la investigación [B. Rodríguez Díez, El género: del latín al español. Los nuevos géneros del romance], en el que se consideró que no se debía incluir el capítulo correspondiente al pronombre, por no estar completamente terminado. No obstante, Contextos ha creído que este bloque forma una unidad que, aunque contenga lagunas, tiene suficiente entidad como para editarse y honrar así, de nuevo, la memoria de su autor. Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 19-117). ISSN: 0212.6192

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Bonifacio Rodríguez Díez

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In this study, the author focuses on a very specific area concerning the evolution of the gender in its transition from Latin to Spanish: the evolution of gender–neutral pronouns. Pronouns and adjectives contrary to nouns maintain the three Latin genders (masculine, feminine and neutral). Given that for nouns there only two genders are available, the author bases his hypothesis on the fact that the gender neutral of adjectives and pronouns can not be a reflection of the agreement with the nominal phrase. Thus, the gender - neutral in Romance languages can be the object of a study which is independent of the masculine and feminine genders. After presenting a list of fourteen neutral forms in Spanish, they are grouped into four different conditions of “neutral” according to the different essences that correspond to the label and are analysed. (a) Gender–neutral pronouns which are heir to the general situation of Latin adjectives (of the type ILLE, ILLA, ILLUD> él, ella, ello, etc.); (b) Indefinite existential pronouns (alguien, alguno, algo); (c) Some types of leísmo (le, la, lo: “al niño le vi” / “el zapato lo compré” which differentiates, in the masc. direct object, the personal / non personal values; and (d) An extended version of leísmo which is used in the central-eastern area of León, Cantabrian dialects and rural areas of both Castilla La Mancha and Castilla y León and which incorporates the countable/ uncountable values (neutral material) Key words: Latin, Romance Languages, Gender-neutral , Pronouns

1. Introducción Con el título “La evolución del género en los pronombres”, se pretende abordar otro ámbito de la evolución del género en el paso del latín a las lenguas romances y, en concreto, al español. Como se verá, el estudio de la evolución del género en los pronombres se va a reducir y concretar en la evolución del género neutro, entendido éste de forma general, es decir, como etiqueta gramatical que puede incluir —e incluye— variadas sustancias conformadas. Ciertamente, en la evolución del género de los sustantivos del latín a las lenguas romances se pasa de tres géneros —masculino, femenino y neutro— a dos —masculino y femenino—, con las implicaciones o peculiaridades que se advierten en el mantenimiento de los neutros plurales. Éstas, como se ha señalado, afectan a aspectos morfonológicos del significante y, en mayor medida y de variadas formas, a novedades en el significado, concretadas en la aparición en romance de nuevas sustancias conformadas por el género, además de la consabida de “sexo”. Sin embargo, en el ámbito de los adjetivos sí se conservan los tres géneros latinos y también en los, así llamados, pronombres1. Ahora bien, 1

La etiqueta de ‘pronombre’ se halla instalada en la tradición académica y ofrece al mismo tiempo una facilidad y libertad de uso, pero también una cierta ambigüedad. Bien es cierto que en la gramática tradicional (p. ej.: BELLO & CUERVO 1847/1964, RAE−1931, RAE−Esbozo, FERNÁNDEZ RAMÍREZ 1951) y también en autores más modernos (ROCA PONS 1960/70, ALCINA

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Del Latín al Romance español: la evolución del género en los pronombres

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habida cuenta de que en el sustantivo español sólo existen dos géneros, masculino y femenino, el neutro de los adjetivos y de los pronombres no puede ser reflejo de la concordancia con el núcleo del sintagma nominal, categorialmente sustantivo, que sólo posee masculino o femenino2. He aquí la segunda gran diferencia —la primera es el carácter fijo del género del sustantivo latino— entre el género romance y el género latino: en romance el neutro del adjetivo y —de los pronombres— no refleja el acuerdo sintagmático con el sustantivo. Se convierte así el neutro romance en objeto

FRANCH & BLECUA 1975, etc.) se estudia el pronombre, si no siempre como una clase funcional —de la que los lingüistas modernos se cuidan de precisar sus diferentes funciones—, sí en un capítulo en el que se engloban ‘personales’, ‘posesivos’, ‘demostrativos’, ‘relativos’ e ‘indefinidos’. Si bien nosotros consideramos que el pronombre es una clase no funcional y, por lo tanto, no ha lugar a hablar de ‘pronombres’ en una gramática funcional (salvo que nos refiramos sólo a los ‘personales’), pensamos, por otro lado, que es útil mantener y utilizar esta etiqueta en virtud de su designación extensional, unida a la tradición gramatical y académica de la misma. Ciertamente, el pronombre es una categoría semántica, si bien no todos los lingüistas lo concretan de la misma manera. En efecto, ciertos lingüistas han afirmado que el significado de los pronombres (personales, demostrativos, posesivos, etc.) —también llamados ‘sustitutos’ por algunos— es ‘ocasional’. Este planteamiento viene avalado por la tradición gramatical que consideraba al pronombre un ‘nomen vicarium’ (la άντωνυμία de los griegos). A la opinión del carácter ‘ocasional’ del significado de los pronombres se adhiere A. Mª. Barrenechea en la conclusión de su estudio sobre el pronombre, en el que revisa las distintas opiniones al respecto (BARRENECHEA 1962/69: 70), destacando la defendida en el dominio hispánico por A. Alonso y P. Henríquez Ureña (ALONSO & HENRÍQUEZ UREÑA 1938−39: I, 227). Sin embargo, L. Hjemlslev, que se plantea el problema en su artículo “La naturaleza del pronombre”, no llega a tal extremo, afirmando lo siguiente: “Una simple observación de los hechos muestra, en efecto, que el único contenido positivo que se puede encontrar en un pronombre es el que se encuentra de ordinario en los morfemas. El contenido positivo del pronombre es puramente morfemático” (HJEMLSLEV 1959/72: 255). 2 J.A. Martínez afirma lo siguiente: “El género no ofrece en castellano especiales dificultades. A no ser en lo que atañe al ‘neutro’ […] sobre todo porque acumula especiales características: el ‘neutro’ no es sólo morfema sino a la vez un transpositor (sustantivador o adverbializador): y, así, prácticamente sólo existe en el ámbito de la reproducción, en la concordancia heteronexual, es decir, en combinación con sustitutos” (MARTÍNEZ 1977/94: 185–186). Ciertamente, algunos pronombres pueden funcionar, aislados, como núcleos del sintagma nominal, en cuyo caso podrán llevar el artículo o términos adyacentes concordando. Los casos en que, por ejemplo, un adjetivo neutro concierta con un pronombre neutro son estadísticamente escasos. Se trataría de ejemplos como los siguientes: Eso rojo me gusta más. Para el verano prefiero algo cálido. En estos casos cabe discutir sobre el carácter de adyacentes nominales de rojo y cálido, si bien siempre queda el recurso a la aposición.

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de estudio en cierto modo independiente del masculino y del femenino, claramente definidos en el dominio de los sustantivos. Una primera labor, de alguna manera preteórica, es advertir qué formas podemos considerar neutras (la mayoría de las cuales son identificadas así en nuestras gramáticas al uso), para luego abordar, en su lugar, los concretos valores de sustancia que se esconden o conforman bajo la etiqueta de ‘neutro’3. He aquí un listado de formas neutras en español: 1) El artículo: el / la // lo. 2) El personal tónico de tercera persona: él / ella // ello. 3) El personal átono de tercera persona: [lo], lo, la, los, las (‘implemento’ o ‘complemento directo’) / [le], le, les (‘complemento’ o ‘complemento indirecto’) // lo (‘atributo’). 4) Adjetivos de tipo I —calificativos—, más ordinales y posesivos (sustantivados, sin marcas específicas propias): el bello / la bella // lo bello, el cuarto / la cuarta // lo cuarto, el mío / la mía // lo mío. 5) Adjetivos del tipo II —determinativos— con marcas específicas (demostrativos): este / esta // esto, ese / esa // eso, aquel / aquella // aquello. 6) Adjetivos del tipo II (indefinidos gradativos, intensivos y otros) sin marcas específicas (éstas pueden ir hechas explícitas por medio del artículo): más / lo más, mucho / lo mucho; otro (esto otro, lo otro), uno (lo uno y lo otro). 7) El identificativo mismo (explicitado por medio del artículo): lo mismo. 8) Relativos con artículo (sin marcas específicas): el que / la que // lo que, el cual / la cual // lo cual. 9) El relativo indefinido cuanto (en concordancia, en contexto de género neutro, sin marcas específicas y sin artículo). 10) El demostrativo indefinido tanto (en concordancia, sin artículo, salvo la lexía por lo tanto). 11) El indefinido todo (en concordancia: todo ello, todo lo bueno). 12) Ciertos indefinidos existenciales: alguien / alguno // algo (ant. al), nadie / ninguno // nada. 3

Vid. a este respecto nuestro trabajo, RODRÍGUEZ DÍEZ 1996: 638−646.

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Del Latín al Romance español: la evolución del género en los pronombres

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13) Algunos relativos e interrogativo−exclamativos: quien / que, quién / qué. 14) En ciertos tipos de leísmo: le / la // lo: al niño le vi / a la niña la vi − la casa la vi // el zapato lo compré. Dentro de este listado se pueden distinguir, de antemano, cuatro situaciones o casos diferentes de neutro: 1ª. La primera situación es la constituida por los once primeros casos. Se trata del neutro de adjetivos y pronombres claro heredero de la situación general de los adjetivos latinos (del tipo BONUS, −A, −UM > bueno, buena, bueno): adjetivos de tipo I (o calificativos), más posesivos, ordinales, etc., sin marcas específicas; y de buena parte de los pronombres (del tipo ILLE, ILLA, ILLUD > él, ella, ello): personal de 3ª persona y demostrativos, con marcas específicas4. El neutro español es en estos casos heredero del latino y en principio sólo hemos de señalar que en numerosos casos lo encontramos en sincretismo con el masculino singular. La causa de este sincretismo se halla en la confusión latino−vulgar del masculino y el neutro en el caso acusativo, étimo generalizado de las formas romances. 2ª. La segunda situación la representan los indefinidos existenciales (alguien / alguno // algo (ant. al), nadie / ninguno // nada). Estas unidades —denominadas pronombres indefinidos en las gramáticas al uso— incorporan características categoriales peculiares y diferencias de sustancia de contenido ‘neutro’ de diverso tipo: “abstracto” / “concreto” y “no personal” / “personal”, establecidas a través de una especie de supletivismo en la expresión. Un caso análogo a los indefinidos existenciales, pero limitado a la oposición de los valores de “animado” / “inanimado” (o “personal” /

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A los que hay que añadir la nueva categoría romance del artículo: el, la, lo (de ILLE, ILLA, salvo en las zonas en que procede de IPSE, IPSA, IPSUD). El artículo en español es — conforme a una descripción funcionalista—un morfema nominal que puede referir por efecto de la concordancia, pero con formantes específicos, la triple distinción genérica de adjetivos y pronombres (vid. infra, § 1.1.2.1). ILLUD,

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“no personal”), es el que establecen algunos interrogativo−exclamativos: quien / que, quién / qué.

relativos

e

3ª. La tercera situación está ligada a ciertos tipos del fenómeno que las gramáticas denominan leísmo (le / la // lo: al niño le vi / a la niña la vi − la casa la vi // el zapato lo compré) en que se establece en el referente pronominal del implemento (C.D.) masculino una oposición “no personal” / “personal”. Este fenómeno del leísmo puede aparecer de hecho junto al laísmo (motivación en el complemento (C.I.) de la oposición ‘masculino’ − “macho” / ‘femenino’ − “hembra”: al niño le di un libro / a la niña la di un libro) y también junto al loísmo tradicional (fenómeno que, en principio, supone una mera sustitución formal —no motivada— de le por lo, o les por los en el complemento (C.I.): al[os] señor[es] lo / los gusta el vino). Pero además, en ciertas zonas castellanas de leísmo generalizado puede aparecer un nuevo loísmo (diferente del no motivado tradicional), éste sí motivado, con los valores generales del neutro español, “abstracto” / “concreto”: a eso no lo doy importancia / a ese informe no le doy importancia. 4ª. Finalmente en zonas del leonés central y oriental, en las hablas cántabras y en buena parte de ámbitos rurales de las dos Castillas se advierte la aparición de un leísmo de “contable” / “no contable”, es decir, donde se conforma el, así llamado, neutro de materia, como se verá más adelante5.

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Vid. infra¸ § 1.2.3.2.3. El, así llamado, ‘neutro de materia’ opone lo “no−contable” a lo “contable” (o lo “continuo” a lo “discontinuo”), que en el dominio lingüístico iberorrománico más cercano —en ciertas zonas del leonés central— no se halla relegado a los referentes pronominales sino que está presente en los adjetivos de tipo I (calificativos), p. ej.: buenu (mozu...) / buena (moza...) / bueno (xente…, maíz…) // buenus [−os] (mozus [−os]…) / buenas (mozas…).

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2. Del neutro latino al neutro romance Como resumen —y a falta de datos más concretos— podemos afirmar, en lo que se refiere al neutro latino —desmotivado en el ámbito de los sustantivos—, que seguiría motivado en el ámbito de los pronombres. Ahora bien, desde el último indoeuropeo y a lo largo del latín el valor o sustancia conformada por el neutro de los pronombres se iría desplazando desde la designación de lo “inanimado” hacia la designación de lo “abstracto”, tal como ya se constata en la mayoría de los romances, en concreto, en español. En este sentido han de interpretarse las siguientes afirmaciones de G.H. Grandgent: “En los pronombres, las formas neutras se conservaron para expresar una idea indefinida: hoc, id, ipsum, illud o illum, quid, quod. Las formas neutras de los adjetivos tuvieron un uso parecido: en las primeras fases de las lenguas romances hallamos frases indicadoras de construcciones del latín vulgar tales como *mihi est grave quod ille non veniat, etc.”6. Estas afirmaciones de G.H. Grandgent nos vienen a confirmar que, si no en el latín vulgar, sí en el protorromance, la vieja sustancia conformada por el neutro indoeuropeo, la de “inanimado”, se había desplazado en buena parte de la Romania hacia la designación de lo “abstracto”7. Esta constatación y el hecho de que el neutro conservado en romance esté ligado al dominio de los pronombres (junto al artículo y a adjetivos sustantivados) nos llevan a cambiar el orden expositivo habitual en el tratamiento de la evolución del género, en general, y de los diversos géneros, en particular. Es decir, a plantear como primera cuestión la relativa a la sustancia (o sustancias, en su caso) de contenido referidas por las formas neutras en romance, en concreto, en español. 2.1. Sustancia conformada por el neutro en el romance español La tradición gramatical ha asimilado a todos los efectos el neutro romance, en concreto del español, con el neutro latino y griego, e incluso con el neutro de otras lenguas no románicas de nuestro entorno, por

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GRANDGENT 1907/70: § 350. Ya hemos señalado que en algunas zonas de la Península Ibérica pasó a designar lo “no contable” o “continuo”.

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ejemplo, el alemán o el inglés. Sin embargo, las diferencias de sustancia son claras. El esquema sublógico general del género en indoeuropeo era en todo aplicable al género de los sustantivos en latín, salvo que ya en latín clásico el género neutro era inmotivado en los sustantivos8. Pues bien, si ahora se pasa a considerar el esquema del género del español se puede ver que el esquema sublógico general es coincidente con el descrito para el indoeuropeo y las otras lenguas mencionadas, con la particularidad de que en español, obviamente, este modelo o esquema está limitado −−con formantes explícitos−− al artículo y a ciertos pronombres: ‘NEUTRO’ [marcado] ‘artículo’ ‘pers. tónico de 3ª pers.’ ‘demostrativo’ ‘adjetivo calificativo’ ‘pers. átono de 3ª pers.’

lo ello esto, etc. blanco lo / le (C.D. / C.I.)

‘NO NEUTRO’ ‘masculino’ ‘femenino’ [marcado] el(os) la(s) él(los) ella(s) este(os), etc. esta(s), etc. blanco(s) [sincretismo] blanca(s) lo(s) / le(s) [sincretismo] la(s) / le(s)

Este esquema sublógico es coincidente con el que se propone para el indoeuropeo y otras lenguas. Véase, por ejemplo, el caso del inglés9:

8 9

Vid. RODRÍGUEZ DÍEZ (En prensa-b): § 2.2. Y de forma análoga para el alemán: ‘NEUTRO’ “inanimado” es was etwas nichts jedes

[marcado]

− ‘NO NEUTRO’ − “animado” ‘femenino’ [marcado] − “hembra” sie wer (relativo-interrogativo) jemand niemand jede (fem.), jeder (masc.) etc.

‘masculino’− “macho” er

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Del Latín al Romance español: la evolución del género en los pronombres

‘NEUTRO’ [marcado] − “inanimado”

it what wich something anything nothing everything

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‘NO NEUTRO’ − “animado” ‘femenino’ [marcado] − ‘masculino’ − “macho” “hembra” she he who (relativo) who (interrogativo) somebody, someone anybody, anyone nobody, no one everybody, every one etc.

Sin embargo, hay diferencias fundamentales. En inglés, lengua en la cual el género —la triple distinción genérica— queda reducido al ámbito de ciertos pronombres, la sustancia de contenido conformada por la oposición ‘neutro’ / ‘no neutro’ es la de “animado” / “inanimado” o, quizás mejor, de “personal” / “no personal”, con las lógicas excepciones o transiciones. Así lo plantea O. Jespersen cuando señala que “una distinción entre lo que está vivo y lo que carece de vida, o entre lo animado y lo inanimado, o a veces entre lo humano y lo no humano, lo personal y lo no personal (cosas que no siempre es fácil diferenciar) figura en las gramáticas de muchas lenguas, a veces en relación muy estrecha con el género y el sexo, otras veces independientemente de ellos”10, y propone como ejemplo más claro de esto el caso de los pronombres del inglés. Véanse algunos ejemplos: Where’s your brother? He’s in Paris My sister’s very strong; she can swim 5 miles Where’s your car? It’s in the garage What a sweet puppy! Is it a he or a she?

Sin embargo, la situación en el castellano, en los casos que se han mencionado es muy distinta. Obsérvese: (A) la / esta niña la vi ayer (A) el / este niño lo vi ayer La / esta silla la rompí ayer El / este sillón lo rompí ayer 10

JESPERSEN 1924–68/75: 279.

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En efecto, si bien la oposición ‘masculino’/‘femenino’ hace referencia al “sexo”, el ‘neutro’ no es coincidente en español con una oposición del tipo “animado”/“inanimado” o “personal”/“no personal”. ¿Cuál es la sustancia conformada por el neutro español? Si se repasa la bibliografía al uso se pueden encontrar las siguientes descripciones de la misma: El neutro pronominal nos sirve, en español, para designar objetos que no conocemos bien o nos interesa considerar de un modo poco preciso y también para reproducir un conjunto de objetos no personales, hechos expresados en oraciones y el predicado nominal11. Suele referirse a lo inespecificado o indeterminado, a un conjunto de cosas heterogéneas, situaciones o acciones que, por economía (lingüística o psíquica), o se renuncia a (re)formular, o por carencia de léxico no se sabe, o con fines elusivos (eufemismo, tabú) no se quieren conformar de otro modo lingüístico12. En género neutro se emplean en castellano el adjetivo y el pronombre, cuando significan lo genérico y lo abstracto13.

En la referencia más amplia al respecto, S. Fernández Ramírez señala que el neutro realiza una mención inconceptual. Mediante ella, el objeto de esta mención queda innominado, inclasificado, dentro del sistema de conceptos en que se organiza la realidad, o más bien señalado por un concepto general que es válido para todos los objetos posibles. Como en los otros casos ya examinados por nosotros, el neutro... se presenta como un instrumento cómodo, apto para una mención provisional o hipotética, o dirigida a una realidad compleja y de conceptuación difícil, o que no se conoce enteramente, etc.14.

11

ROCA PONS 1960/70: 212. MARTÍNEZ 1977/94: 191. 13 RAE−Esbozo: § 10 b. 14 FERNÁNDEZ RAMÍREZ 1951: § 188. 12

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S. Mariner, después de precisar y matizar la expresión de S. Fernández Ramírez, ‘mención inconceptual’, concreta que la oposición ‘neutro’ / ‘no neutro’ opone los siguientes valores semánticos: desindividualización (indeterminación, abstracción, colectivización, etc., matices distintos según los semantemas y según el contorno de cada decurso) / individualización (determinación, concreción, etc., de acuerdo con las mismas circunstancias de vocabulario y de realización sintáctica)15.

Este neutro, el del español, cuyos valores así se han descrito, según la bibliografía más explícita al respecto, es o coincide con el ‘neutro conceptual’ que denomina O. Jespersen y que describe así: “Podría decirse que se trata del neutro real, conceptual o universal frente al neutro concreto o especificado que se emplea en inglés cuando se dice it para hablar de una casa o de un gusano... y al neutro arbitrario que tenemos, cuando en alemán empleamos es para referirnos a una Haus o Mädchen”16. Una vez descrita la sustancia conformada por el neutro en español, se podría concretar más el esquema sublógico del género en español, que se proponía más arriba: ‘NEUTRO’ − “abstracto” lo ello esto, eso, aquello etc.

‘NO NEUTRO’ − “concreto” ´FEMENINO’ − “hembra”, etc. la(s) ella(s) esta(s), esa(s), aquella(s)

‘MASCULINO’ − “macho”, etc. el(os) él(los) este(os), ese(os), aquel(los)

La naturaleza de esta sustancia conformada por el neutro español justifica o explica alguno de los corolarios de tipo formal o sintagmático que lo caracterizan. El corolario más inmediato que se infiere de la naturaleza de la sustancia conformada por el neutro español es que no tiene plural, a diferencia, por 15

MARINER 1973: 34. JESPERSEN 1924–68/75: 287. Este neutro podemos considerarlo próximo al das grosse Neutrum der Natur (el gran neutro de la naturaleza), que cita SPITZER 1922, el propio de frases como ingl. it rains, al. es regnet, dan. det regner, fr. il pleut (cit. por JESPERSEN 1924–68/75: 287). 16

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ejemplo, del neutro del latín, del griego o del alemán. Obviamente, porque es un neutro distinto. De ahí que los ‘numerales’, que, como su propio nombre indica, expresan “número”, no tengan neutro. El carácter “abstracto” del neutro español impide la concreción que supone el número, a diferencia de lo que ocurre en las lenguas citadas17. Es indudable que existe una gran proximidad entre el ‘neutro de materia’ y el ‘neutro conceptual’ español18. En efecto, podemos considerar que el ámbito o dominio de lo ‘neutro’ forma un continuum en el que ambos valores, lo “abstracto” y lo “no contable” o “continuo”, son contiguos y gozan, al menos, de una característica formal o gramatical común, la ausencia de plural19. Esto se podría representar así: ‘no plural’ ← → ‘plural’ |__________////__________________///_____________________//___________________/_________| “abstracto” //// “concreto” “no cont.” /// “contable” “inanim.”// “animado” “no pers.” / “personal”

O bien, utilizando el modelo de esquema que venimos manejando, de la siguiente manera:

17

B.L. Velleman en su ‘Nota’ parte del siguiente estado de la cuestión a la hora de plantearse el estudio del neutro: “En general, los gramáticos han considerado el neutro eso, lo que como singulares y gramaticalmente lo son (eso es bueno; lo que me gusta). Sin embargo, semánticamente vale más considerar el ‘neutro’ como ‘neutro’, no en género, sino en número. La tesis que intentaremos demostrar en la discusión que sigue es ésta: los neutros lo que y eso corresponden semánticamente a una noción de masa, mientras que el (la) que y ése (ésa) seleccionan de entre entidades contables previamente identificadas en cuanto a sus características masa. La idea de identificación de masa del neutro ayuda a explicar 1) la falta de formas neutras en el plural, y 2) la imposibilidad de referencia personal de los neutros” (VELLEMAN 1979: 307). Señala también que saber selecciona no contables y conocer, contables. Ciertamente, los no contables no tienen plural; ahora bien, en el caso del neutro español es, a fortiori, su valor de “abstracto” lo que conlleva que el neutro conceptual español carezca de plural. 18 De ello es consciente F. Klein−Andreu cuando afirma que “[el neutro propuesto aquí] permite interpretar el ‘neutro de materia’ como una explotación adicional de un mismo significado básico —el de ‘deixis imprecisa’—existente ya en el neutro del castellano” (KLEIN−ANDREU 1981a: 293). 19 Este continuum podría completarse incluyendo otras nociones aparentemente ‘no neutras’: el número (“singular” / ”plural”) y la oposición genérica “masculino” / ”femenino”. Vid. HJELMSLEV 1956/72: 327.

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“ABSTRACTO” “No plural” “Plural”

“NO CONTABLE”

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“CONCRETO” “CONTABLE” “animado” “inanimado” “no “personal” personal”

Todas estas nociones serían concreciones de lo que se llama ‘neutro’ gramatical, que cada lengua segmenta a su manera. Obviamente, no todas se dan simultáneamente en la lengua, aunque todas están relacionadas. En concreto, quizás se pudiera precisar más señalando que, de la misma manera que lo “animado” y lo “personal” están muy próximos conceptualmente y en la práctica apenas se distinguen —como señalábamos arriba—, de forma parecida podría ocurrir con lo “abstracto” y lo “no contable”. En este sentido, quizás se pueda aventurar que el ‘neutro conceptual’ del español no es ajeno al ‘neutro de materia’, presente con mayor vitalidad en los dialectos asturianos y cántabros y relegado a referencias anafóricas en amplias zonas de la meseta castellana, como se acaba de ver. Precisamente, el neutro de materia, según los autores señalados, puede explicar muy bien el inicio de las transformaciones del sistema de los átonos que luego han dado lugar a los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo, que se verán más adelante20. 2.2. La presencia del neutro en adjetivos y pronombres Como se señalaba arriba la presencia formal del neutro en adjetivos y pronombres adopta dos formas fundamentales: 1ª) El neutro presenta formantes propios, que lo diferencian del masculino y del femenino. Así se presenta en las siguientes categorías: −Artículo: el / la // lo. − Personal tónico de tercera persona: él / ella // ello.

20

Vid. infra, § 1.2.3.

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− Demostrativos (que son una clase de adjetivos del tipo II, determinativos, según la gramática tradicional): este / esta // esto, ese / esa // eso, aquel / aquella // aquello. 2ª) El neutro se encuentra en sincretismo con ‘masculino’ + ‘singular’. Tal es el caso de las siguientes categorías: − Adjetivos de tipo I (calificativos), más ‘ordinales’ y ‘posesivos’ (sin marcas específicas propias, que pueden hacer totalmente explícita su condición de neutros por efecto del artículo): el bello / la bella // lo bello, el cuarto / la cuarta // lo cuarto, el mío / la mía // lo mío. − Algunos adjetivos de tipo II (determinativos), como los indefinidos (indefinidos ‘intensivos’, ‘gradativos’ y otros) sin marcas específicas (éstas pueden ir hechas explícitas por medio del artículo): mucho / lo mucho, más / lo más; otro (esto otro, lo otro); uno (lo uno y lo otro); el indefinido todo (en concordancia: todo ello, todo lo bueno); el relativo indefinido cuanto (en concordancia, en contexto de género neutro, sin marcas específicas y sin artículo), el demostrativo indefinido tanto (en concordancia, sin artículo, salvo la lexía por lo tanto). A continuación vamos a revisar varias situaciones sintagmáticas en que se encuentran los adjetivos neutros. 2.2.1. Lo + ‘adjetivo’ La combinación ‘Lo + adjetivo’ es o supone un episodio concreto de un fenómeno más general, ‘artículo’ + ‘adjetivo’, bien que con el añadido de la condición de neutro de la forma lo, que conlleva algunas particularidades, de las que la más relevante —en palabras de R. Lenz— es que la construcción de ‘Lo + adjetivo’ es “la función del neutro más peculiar y específico de la lengua castellana”21.

21

LENZ 1935: § 194.

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En primer lugar conviene que presentemos la entidad artículo en la sincronía actual del español. Previamente es preciso señalar que el artículo se presenta como una novedad en la evolución del latín a todas las lenguas romances. Se trata de una entidad gramatical que, curiosamente, no existía en la lengua madre. Veamos cuáles son los valores de esta nueva categoría que llamamos ‘artículo’. Siguiendo los planteamientos de L. Hjelmslev (en el “Ensayo de una teoría de los morfemas”) y de E. Alarcos Llorach (en Gramática estructural, “El artículo en español” y Gramática de la Lengua Española), el artículo pertenece a la categoría de los morfemas, en concreto, a los morfemas nominales (en tanto que ‘identificador’) y a la categoría de los funcionales (en tanto que ‘transpositor’)22. Es, pues, una entidad de dos caras. 22

Vid. Hjelmslev 1938/72: 200-217 y Alarcos Llorach 1951, 1967/70 y 1994. Así pues, el artículo español, en una clasificación de los monemas o signos mínimos ocuparía dos lugares: uno, en el grupo de los morfemas nominales, y otro, en el de los funcionales transpositores. He aquí un esquema de la clasificación de los monemas o signos mínimos desde un punto de vista funcional (equivalente a la tradicional clasificación de las ‘partes de la oración’ o ‘clases de palabras’): Gramaticales (Morfemas) MONEMAS

Funcionales

O SIGNOS MÍNIMOS

Lexicales (Lexemas)

Morfemas nominales: Género, Número y Artículo. Morfemas verbales: Modo, Perspectiva, Aspecto, Anterioridad. Indices funcionales, Transpositores y Conectores. Verbo Sustantivo Adjetivo Adverbio

La diferencia entre esta clasificación y la jerarquización que realiza A. Martinet no radica en los criterios empleados sino en el lugar de aplicación y en la redefinición del criterio de “gramaticalidad vs. lexicalidad” (MARTINET 1960: cap. IV). En efecto, el criterio de ‘gramaticalidad vs. lexicalidad’ no puede ser abordado bajo supuestos léxico–estadísticos. En este punto nosotros adoptamos las nociones de ‘característica (exponente)’ vs. ‘base (constituyente)’ que L. Hjelmslev utiliza para distinguir morfema de plerema (vid. ALARCOS LLORACH 1951: 46–47 y 56 ss.). A este respecto, somos conscientes de que las llamadas preposiciones y conjunciones —señaladamente las primeras— podrían asemejarse a elementos que no son base o constituyente de un sintagma; de ahí que explícitamente las hayamos diferenciado tanto de los monemas gramaticales como de los lexicales, pues participan, en cierto

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En lo que todos los lingüistas están de acuerdo es en el carácter de signo del artículo (el, la, lo; los, las), si bien discrepan en la identificación de la sustancia conformada por el mismo y en sus valores. Un primer punto de discrepancia tienen algunos lingüistas que oponen a este artículo, el llamado tradicionalmente ‘artículo determinado’, otro artículo (un, una, uno; unos, unas), el llamado ‘artículo indeterminado’. E. Alarcos Llorach en su trabajo, “‘Un’, el número y los indefinidos”, ha dejado sobradamente claro que el llamado artículo indeterminado o indefinido no es artículo sino un adjetivo cuantificador, añadiendo nuevos argumentos a los ya expuestos por A. Alonso en “Estilística y gramática del artículo en español”23. Este planteamiento de A. Alonso y E. Alarcos Llorach, que se opone a la tradición académica de la Real Academia Española y de A. Bello24, y a la opinión de muchos autores modernos (como, por ejemplo, B. Pottier y F. Lázaro Carreter25), es irreprochable desde el punto de vista funcional y nos permite situar en su lugar el estudio del artículo. El artículo (el, la, lo; los, las) se opone a la falta del mismo: I.− Aúllan los lobos. Entró en la casa. Eso es lo bueno. El libro de la misa.

II.− Aúllan lobos. Entró en casa. Eso es bueno. El libro de misa.

La comparación de las dos series anteriores nos permite observar lo siguiente:

modo, de ambos. Es lo que en la teoría hjelmsleviana puede denominarse ‘morfema convertido’. Creemos, pues, que se hace necesario aislar en una casilla propia aquellos elementos que, no siendo propiamente morfemas, no son tampoco funtivos, es decir, monemas lexicales. Igualmente, creemos que es mejor situarlos en el mismo nivel de los monemas lexicales y gramaticales, que intentar una subdivisión a partir de uno u otro de éstos últimos. Se trata de los que hemos denominado ‘funcionales’, donde entran las preposiciones y conjunciones tradicionales y, en el caso concreto que nos ocupa, el artículo en uno de sus valores o papeles, el de ‘transpositor’. Vid. RODRÍGUEZ DÍEZ 1991: 460, 1994a: 473–474, 1994b: 72 y 1995: 253. 23 Vid. ALARCOS LLORACH 1968/70, ALONSO 1951: 125–160. 24 Vid. RAE–1931 y RAE–Esbozo; BELLO 1847/1964. 25 Vid. POTTIER 1972: § 6.1.9, LÁZARO CARRETER 1975.

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(a) Que no hay diferencia de estructura oracional entre las series I y II, y que, si bien la estructura de tales sintagmas incrementados sí cambia, la estructura oracional no lo hace. Por ello es claro que el artículo no puede considerarse, según lo hace la tradición académica, como una ‘parte de la oración’, puesto que no desempeña ningún papel en la estructura oracional: los ejemplos citados son todos, con y sin artículo, estructuras de oración idénticas. Es decir, el artículo no soporta ninguna función, ni tampoco —en este caso— posibilita función: no es ni lexema ni — en los ejemplos señalados— funcional. (b) El artículo es un elemento átono. Por ello no es un signo autónomo, es decir, no es susceptible de llevar un contorno oracional. Secuencias como el, la, lo; los, las no se dan aisladas en español, ni ellas solas desempeñan papel alguno en el nivel de la oración. (c) La independencia gráfica del artículo (en español, pero no, por ejemplo, en danés o rumano) es ‘engañosa’ y no condiciona para nada su carácter de signo morfológico, equiparable funcionalmente a otros, como el género o el número26. En resumen, el artículo es un signo morfológico, un morfema, que determina en cierta manera a los signos léxicos con los que se asocia (G. Correas: “El artículo es un accidente del nombre”)27. 26

Se trata de una independencia gráfico−funcional, ya que se oponen la presencia y la ausencia del artículo, así como la presencia del artículo junto al sustantivo y la interpolación de otro elemento entre ambos: vienen los mozos / vienen mozos, vienen los mozos / vienen los buenos mozos. Por otra parte, esta independencia gráfico−funcional del artículo puede deberse o estar originada por su otro valor, el de ‘transpositor’. 27 Opinión radicalmente distinta a la de E. Alarcos Llorach, sobre todo en los aspectos que aquí señalamos primordialmente, los formales y funcionales, es la que manifiesta F. Lázaro Carreter. Este autor señala expresamente que el artículo (el, la, lo, los, las) no es un morfema (en el sentido hjelmsleviano), ya que se trata de un elemento muy diferente en cuanto a su estatuto gramatical del artículo definido sufijado de las lenguas escandinavas y del rumano; admite, por otra parte, interpolación entre él mismo y el nombre al que acompaña; y es equiparable a otros signos fronterizos, como los átonos posesivos (mi, tu, su) y adverbios (muy, tan). En consecuencia con esto y siguiendo a A. Bello (BELLO & CUERVO 1847/1964: § 277), F. Lázaro Carreter incluye el artículo (el...) y el personal (él...) en una misma subclase funcional; lo que le lleva a análisis enormemente arriesgados como, por ejemplo, a considerar que en el grupo

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Pero, además, el artículo en español es una entidad de dos caras, lo que puede explicar sus peculiaridades combinatorias: 1ª) Por una parte es un morfema nominal ‘identificador’. Tradicionalmente se decía que el artículo expresaba la “determinación” de lo consabido frente a la “indeterminación” del otro artículo, el ‘indefinido o indeterminado’ (un, uno, una; unos, unas). Ya hemos señalado que ambos signos pertenecen a diferentes categorías. Por lo tanto, el valor del artículo debe estudiarse en las diferencias sensibles entre la presencia y la ausencia de el, la, lo; los, las. Tampoco es necesario lingüísticamente señalar la diferencia entre la ‘determinación de lo consabido’ y la ‘indicación genérica’ (el hombre entró en casa frente a el hombre es mortal). Tal diferencia de sustancia semántica no reside en el artículo, sino que deriva del contexto. Para determinar el valor del artículo —frente a su ausencia— E. Alarcos Llorach observa que hay cierto tipo de nombres inmóviles —o mejor dicho, ‘indiferentes’— ante el artículo: los nombres propios28. En efecto, la mayoría de los nombres propios, salvo en normas vulgares, no llevan artículo, p. ej.: la mujer canta pero María canta. Otros, por razones históricas, lo llevan siempre, p. ej.: El Tajo, Los Pirineos, etc. Otros, en fin, lo llevan o no, indistintamente, p. ej.: Perú ~ El Perú, China ~ La China, sintagmático lo último el elemento nuclear es lo (vid. LÁZARO CARRETER 1975). Ya R. Lenz discrepa de la opinión de A. Bello al respecto: “Pero tampoco, según mi opinión, se puede aceptar lisa y llanamente el análisis de Bello de que en lo meramente necesario sea lo el substantivo modificado por el adjetivo necesario” (LENZ 1935: § 75). Sin embargo, R. Lenz no admite que exista en español un artículo neutro lo, a diferencia del griego y del alemán. Asimismo, en ningún caso admite que el artículo español sustantive al adjetivo, apoyándose en algunos contextos en que no es necesario el artículo para que un teórico adjetivo desempeñe funciones de sustantivo (vid. LENZ 1935: §§ 194−201). 28 Vid. ALARCOS LLORACH 1994: 68−69. En efecto, dentro de la tradición gramatical, ya desde la Sintaxis de Apolonio Díscolo, el comportamiento de los nombres propios con el artículo es el rasgo formal más relevante para su definición: “Los nombres propios [...], debido a la propiedad que les es inherente, no requieren el artículo de la misma manera que los que tienen un sentido común; así, virtualmente, mediante el añadido del artículo los nombres comunes restringen su extensión genérica” (APOLONIO DÍSCOLO, Sintaxis: I, 112). Asimismo, se recoge este rasgo en la Gramática de Port Royal: “Nous voyons par–là que l’article ne se devrait point mettre aux noms propres, parce que signifiant une chose singulière et déterminée, il n’ont pas besoin de la détermination de l’article” (ARNAULD & LANCELOT 1760–1846/1980: 70).

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etc., sin que el artículo añada ni quite nada al nombre propio29. En suma, el nombre propio es indiferente al artículo. Por otra parte, podemos observar que el nombre propio (con o sin artículo) equivale siempre al nombre común con artículo. Así, por ejemplo, dadas las oraciones siguientes: (a) Son juguetes de niño. (b) Son juguetes del niño.

Sólo en (b) podemos sustituir el niño por un nombre propio, p. ej.: Juanito. A su vez, el nombre propio Los Pirineos puede introducirse en veían los montes nevados, pero no en veían montes nevados. Así pues, si ‘nombre propio’ = ‘nombre común’ + ‘artículo’, ello quiere decir que el valor del artículo está incluido per se en el nombre propio; lo que explica que éste lo lleve siempre en algunos casos, no lo lleve nunca, o que, cuando puede llevarlo o no, el artículo o su ausencia no modifiquen su contenido. El nombre propio, por tanto, carece de la posibilidad de variación entre forma con artículo y forma sin artículo que posee el nombre común. ¿Qué es lo que caracteriza al nombre propio? Que indica algo inconfundible y único: algo identificado. El nombre propio es ‘identificador’: Francia, El Sil, etc. Por el contrario, el nombre común es ‘clasificador’: silla no señala un ser concreto y único, sino sólo una clase de objetos con determinadas características. Ahora bien, si incrementamos a un nombre común con el morfema ‘artículo’, p. ej.: la silla, entonces este sintagma señala no la clase de las “sillas”, sino una entre todas, única, identificada. Luego el valor del artículo es ser ‘identificador’ y su función específica trasponer al nombre ‘clasificador’ (común o apelativo) en ‘identificador’ (propio). Por ello es siempre posible sustituir el ‘nombre común’ + ‘artículo’ por el ‘nombre propio’. 2ª) Pero, además, el artículo desempeña un segundo papel: el de trasponer a la categoría de sustantivo segmentos (sintagmas o grupos sintagmáticos) que originariamente no pertenecen a esa categoría. Por ejemplo, los 29

Vid. nuestro trabajo “Nomenclaturas, nombres propios y topónimos”, RODRÍGUEZ DÍEZ 2002.

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sintagmas verde, bello, fea sólo pueden funcionar autónomamente como atributos (o términos de 2º rango en el grupo sintagmático nominal), pero incrementados con el artículo pueden desempeñar una función oracional como la de sujeto léxico, implemento, complemento, etc.; p. ej. : El verde escribe mejor (no *verde escribe mejor). Gustan de lo bello (no *gustan de bello). Eligió la fea (no *eligió fea). Trabaja con el de Cuenca El de María llegó primero El de ayer ha vuelto Tened cuidado con los de arriba Los que estudian, aprueban Pide a los que te puedan dar

Esta inclusión del artículo entre los transpositores quizás puede explicar su carácter de elemento exento —es una palabra— y la dificultad que encuentran los lingüistas para identificar su categoría, si bien las opiniones que se oponían a la condición de morfema del artículo no se basaban en su carácter de transpositor30. Por tanto, la aparición del artículo hizo posible la generalización de los adjetivos en el desempeño de funciones oracionales (además de la de atributo), que ya desempeñaban en latín, pero con ciertas restricciones (siempre suponiendo un elemento elíptico, el sustantivo). A este respecto señalan A. Ernout & F. Thomas: “Dans l’usage courant, l’adjectif substantivé n’est pas aussi répandu qu’en grec, par suite de l’absence d’article”31.

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También hay que señalar que la mayor parte de las veces el artículo resulta redundante en cuanto a las marcas de género y número que conlleva dentro del sintagma nominal. Tales marcas son simple repercusión del número y del género que exigen los sintagmas nominales a que se agregan. Pero otras veces el género y el número del artículo es pertinente: (a) Cuando el sintagma nominal carece de expresión formal diferenciada de género (p. ej.: artista, penitente, etc.) o de número (p. ej.: crisis, tesis, etc.). (b) Cuando se expresa el neutro, pues el sustantivo español no tiene neutro, p. ej.: lo moderno, lo breve. 31 ERNOUT & THOMAS 1951/53: § 190.

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En resumen, el artículo puede desempeñar ambos papeles, el de ‘identificador’ y el de ‘transpositor’, con la particularidad de que el primero siempre estará presente y el segundo solo en algunos casos. El hecho de que no existan sustantivos neutros en español hace que la combinación del artículo neutro, lo, con un adjetivo (de tipo I o ‘calificativo’, a los que se añaden los ‘ordinales’ y los ‘posesivos’32) dé necesariamente lugar a un sustantivo funcional que podrá desempeñar cualesquiera funciones oracionales; p. ej. : Lo verde este verano se lleva más Lo primero es deshacer las maletas Lo mío es mío y lo tuyo es nuestro Siempre trae puesto lo mismo

En todos estos casos el artículo (además de identificar, que necesariamente lo hace) traspone a los adjetivos a los que acompaña a sustantivos funcionales; de ahí que desempeñen, por ejemplo en estos casos, la función de sujeto. No serían posibles las secuencias siguientes: *Verde este verano se lleva más *Primero es deshacer las maletas33 *Mío es mío y *tuyo es nuestro Siempre trae puesto *mismo

Igualmente, el artículo puede trasponer a categoría de sustantivos sintagmas o grupos sintagmáticos de categoría adjetiva, añadiendo a través del neutro lo el valor de “abstracto” que tiene el género neutro del español; p. ej. : Trabaja con lo de Cuenca Lo de María llegó primero Lo de ayer ha vuelto Tened cuidado con lo de arriba Siempre confía en lo que le dicen Se aprueba lo que se estudia 32

A éstos hay que añadir el adjetivo identificativo mismo. Parece que la construcción *Primero es deshacer las maletas no es gramaticalmente correcta, aunque se pueda comprender, señaladamente porque primero sí puede aparecer aisladamente con un significado similar en otras construcciones, que veremos, p. ej.: Hay que deshacer las maletas primero. Pero se trata de construcciones sintácticas diferentes.

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En todos los ejemplos propuestos el artículo neutro, lo, además de trasponer a sustantivo al sintagma o grupo sintagmático al que precede, e identificarlo, aporta su significado propio de género neutro, motivado en español con el valor general de “abstracto”, que se puede concretar según el contexto en los valores, que hemos señalado, de “inespecificado”, “indeterminado”, “heterogéneo”, “elusivo”, etc., etc.34. Ahora bien, la construcción ‘Lo + adjetivo’ del español es, como decíamos arriba, un rasgo muy específico del español, casi único en las lenguas románicas. Así resume R. Lapesa la situación: De este modo nuestra lengua queda provista de un morfema específicamente neutro, lo, que se agrupa como elemento sustantivo con adjetivos y palabras, locuciones o suboraciones que desempeñan función adjetiva, o con adverbios. Es peculiaridad que entre las lenguas románicas sólo el catalán comparte, aunque gramáticos puristas catalanes la condenen creyéndola —equivocadamente— castellanismo35.

En efecto, el español tiene la posibilidad de distinguir el hermoso de lo hermoso, a diferencia, por ejemplo, del fr. le beau o del it. il bello que tanto significan en estas lenguas “el hermoso” como “lo hermoso”36. En este 34

Vid. supra, § 1.1.1. Este valor “abstracto” lo confirman los gramáticos: “Pero no es esta [p. ej.: el segundo (el piso segundo), la derecha (la mano derecha)] la única sustantivación posible de los adjetivos. Todos los anteriores ejemplos constituyen sustantivos concretos. Otras veces los adjetivos, al sustantivarse, originan sustantivos abstractos. En Alabó lo noble de su conducta, lo noble es un adjetivo empleado sustantivamente y cuyo carácter abstracto se advierte cotejándolo con la nobleza en la frase equivalente: Alabó la nobleza de su conducta” (SECO 1930/75: 37–38). “Podríamos, en vista de todo esto, aventurar el siguiente principio: en general se acude al uso de lo + adjetivo cuando no existen sustantivos abstractos equivalentes. Se emplean, en cambio, con preferencia los sustantivos abstractos a menos que especiales intenciones expresivas o fórmulas típicas determinen el uso del adjetivo con lo” (FERNÁNDEZ RAMÍREZ 1951: § 71). 35 LAPESA 1984/2000: 190. De la misma opinión que R. Lapesa es J. Neira (NEIRA 1983: 476−477). G. Rohlfs encuentra formas neutras del artículo en la Italia meridional, como no podía ser menos en este dominio dialectal tan complejo y diverso. Se trata de oposiciones del tipo lo mele / ru cane, etc., con distintas variantes fonéticas y combinatorias, en que se opone el artículo neutro ante sustantivos colectivos o continuos, que no tienen plural, frente al artículo masculino ante sustantivos concretos. Sin embargo, G. Rohlfs no entra en el tipo de construcciones de que hablamos aquí. (Vid. ROHLFS 1949/68: § 419). 36 Vid. MEYER−LÜBKE 1890−1906: III, §§ 7−8.

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punto el español se separa de la mayoría de las lenguas románicas y coincide con el gr. tó kalón y el al. das Schöne (con la particularidad de que en griego y en alemán existen sustantivos neutros, bien que sin motivación genérica). Así pues, el español por medio del artículo puede diferenciar, en palabras de R. Lenz, una “sustantivación absoluta concreta”, en el bueno, de la que sería una “sustantivación abstracta”, en lo bueno37. En este contexto conviene plantear un caso particular de sustantivación abstracta, la de ‘El + adjetivo’, análoga a la de ‘Lo + adjetivo’. Esta construcción es tratada en la tradición académica con formulaciones sugerentes y muy claras, p. ej.: “El adjetivo acompañado por el en lugar del neutro latino”38, “Sustantivación abstracta masculina”39, “‘El’ + adjetivo en sintagmas sustantivos generales o abstractos”40. Quizás el primero que trata este asunto es A. Bello, aunque lo hace en un breve apartado, aportando los ejemplos que se repetirán en lo sucesivo en las diferentes gramáticas: el sublime, el ridículo, el patético, el necesario, el superfluo, el sumo posible, junto con algunos ejemplos de contexto explícito41. R. Lapesa, que maneja una variada tipología de ejemplos a lo largo de la historia del español, aborda una explicación de este concreto fenómeno, que resume en las siguientes palabras: En resumen: creo que el elo procedente de illud (y, por lo tanto, neutro) tuvo el mismo doble resultado el, lo que el elo masculino procedente de illum. Ante sustantivos neutros latinos que pasaron a masculinos en castellano, el artículo el se hizo también masculino y lo desapareció muy pronto, en época preliteraria. Ante 37

En rigor, R. Lenz no habla de “sustantivación abstracta” para lo bueno, pues no considera a lo como artículo, ya que las sustantivaciones abstractas se hacen con el: “sustantivación abstracta masculina”, p. ej.: el sublime, el ridículo, el superfluo, etc. (LENZ 1935: § 76). Asimismo señala “que la substantivación de proposiciones enteras es un fenómeno muy corriente en castellano, y se hace con el artículo masculino el. Si hubiera en castellano un verdadero artículo neutro, sería de esperar que se usara en tales substantivaciones, y en los demás casos que hemos tratado en el § 80, como sucede en griego y en alemán” (LENZ 1935: § 198). 38 HANSSEN 1913: § 477. 39 LENZ 1935: § 76. 40 LAPESA 1984/2000: 173–178. 41 BELLO & CUERVO 1847/1964: § 58. R.J. Cuervo trata con mayor amplitud el asunto en la Nota 54 a la Gramática de A. Bello (BELLO & CUERVO 1847/1964: 436–441). R.J. Cuervo no sólo da ejemplos con preposición, como los que propone A. Bello, sino que incluye casos sin preposición y sin artículo, bien que obtenidos de textos poéticos.

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Bonifacio Rodríguez Díez adjetivos y participios neutros fue temprana la preferencia por el para la sustantivación léxicamente consolidada con referencia a realidades concretas (el llano, el yermo, el ganado, el poblado), mientras lo prevalecía como soporte neutro del adjetivo o participio, marcando la referencia conceptual, colectiva, delimitativa o abstracta de éste (lo incentitu, lo agudo, lo llano, lo ganado, lo poblado). Sin embargo, en tal referencia heredera del neutro, el fue tolerado junto a lo […] cuando era mínimo o nulo el riesgo de confusión con la referencia a persona o cosa concreta (el más y el menor, el máximo, el mínimo, el cóncavo, el profundo, el imposible […]). Cuando el riesgo existía, hubo muy pronta y tajante separación: el mío ≠ lo mío, el otro ≠ lo otro, el que ≠ lo que, el de Biuar ≠ lo de Biuar…42.

2.2.2. El neutro y la función de adverbio del adjetivo Dice A. Bello que “varios de los adverbios de cantidad no son otra cosa que sustantivos neutros adverbializados”, y señala como ejemplos los siguientes43: Agradecemos mucho las honras que se nos hacen. Harto le hemos aconsejado; pero él se cura poco de consejos. Es en sus determinaciones algo imprudente, y a veces nada cuerdo.

Pues bien, en lo que se refiere a mucho, harto y poco, que son indefinidos ‘gradativos’, lo que se está diciendo es que el fenómeno de la inmovilización de marcas de este tipo de indefinidos (junto con la de los ‘intensivos’ más y menos) supone o se identifica con el empleo del neutro, que en estos adjetivos se halla en sincretismo con el masculino y singular, y, solamente, tal como ocurre con los adjetivos del tipo I (calificativos), puede hacerse explícito cuando van acompañados por el artículo: mucho / lo mucho, más / lo más, blanco / lo blanco, etc. En efecto, como señalábamos en otro lugar, un rasgo peculiar de los indefinidos, en concreto ‘gradativos’ e ‘intensivos’, frente a otros adjetivos

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LAPESA 1984/2000: 190. S. Gili Gaya advierte los diferentes valores de la doble sustantivación del español: el carácter “abstracto y colectivo” de ‘Lo + adjetivo’ y la significación “concreta e individual” de ‘El + adjetivo’. Asimismo, señala que “el fenómeno es tan extenso y antiguo, aun en la lengua vulgar, que hay que considerarlo como autóctono, aunque en algún tecnicismo particular pueda hallarse influencia latina o francesa” (GILI GAYA 1943/73: § 169). En la misma línea se manifiesta RAE–Esbozo: § 3.9.2. 43 BELLO & CUERVO 1847/1964: § 376.

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del tipo II, es que desempeñan funciones de adverbio inmovilizando sus marcas44: Adjetivo: Tiene mucho tiempo libre /... más tiempo libre. Sustantivo: Convenció a muchos /... a más ~ . a los más. Adverbio: Trabaja mucho el bronce / ... más el bronce. Tolera temperaturas muy bajas /...más bajas. Gasta muy fácilmente / ... más fácilmente.

Asimismo, este fenómeno no es exclusivo de ciertos indefinidos, sino un hecho bastante generalizado entre adjetivos de tipo I (calificativos). A. Bello cita algunos: alto, bajo, recio, claro, quedo45. Obsérvense los siguientes y conocidos ejemplos: Los niños vinieron pronto. La cabeza de carrera descendía rápido. Los predicadores hablaban recio. Los campeones siempre pegan duro46.

Por otra parte, si no absolutamente, sí en la mayoría de los contextos, la aparición de un adjetivo neutro −−vaya con artículo o no−− supone su empleo como sustantivo. Mejor dicho: sólo un adjetivo neutro, sin transpositor, puede desempeñar funciones nucleares, lo que no se contradice con que, en pocos contextos estadísticamente hablando, puedan 44

Vid. RODRÍGUEZ DÍEZ 1992: 231−255. BELLO & CUERVO 1847/1964: § 377. 46 En todos estos ejemplos el contexto es suficientemente explícito para poder identificar pronto, rápido, recio y duro como segmentos en funciones de aditamento (complemento circunstancial), función desempeñada autónomamente por el adverbio. Sin embargo, si el contexto no fuera suficientemente explícito tendríamos situaciones de neutralización sintáctica, de dos tipos: −−− Neutralización de ‘adjetivo’ − ‘atributo’ / ‘adverbio’ − ‘aditamento’: El niño vino pronto. El corredor descendía rápido. −−− Neutralización de ‘sustantivo’ − ‘implemento’ / ‘adverbio’ − ‘aditamento’: El viajante come poco El atleta corre demasiado (Vid. RODRÍGUEZ DÍEZ 1997c: 94−101). 45

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existir adjetivos neutros en concordancia47. A. Bello lo da por supuesto en la cita que se hace al inicio de este apartado y lo confirma en esta otra: “Se ha visto asimismo (§ 376) que los sustantivos neutros algo, nada, poco, mucho, tanto, cuanto, etc., se emplean a menudo como adverbios”48. Pues bien, este planteamiento basado en A. Bello, que aquí apenas hemos esbozado, viene a unificar en su aplicación extensional o referencial la definición del adverbio como una subclase de sustantivos, tal como hace E. Alarcos Llorach49. En efecto esta definición del adverbio no sólo sería aplicable a los adverbios del tipo aquí, ahora, etc., sino a los que nosotros hemos etiquetado en otro lugar como una subclase de adjetivos50, que en rigor, por lo que vamos diciendo, no serían sino, también, una subclase de sustantivos, bien que en este caso procedentes de adjetivos neutros: mucho, más, rápido, claro, etc. en los ejemplos citados51. Se trataría de adjetivos que se sustantivan y se convierten a su vez en adverbios por efecto de la inmovilización de sus marcas en ‘masc.’ + ‘sing.’, sincretismo de masculino y neutro. Con lo que se confirma que tales adjetivos en función de adverbios son, por efecto de su inmovilización de marcas, sustantivos neutros, como señalaba la cita precedente de A. Bello. Más aún, a confirmar este planteamiento viene el hecho de que algunos de estos adverbios procedentes de adjetivos neutros pueden llevar preposición, siendo así que las preposiciones necesariamente acompañan a sustantivos52, bien como ‘índices funcionales’ en el marco del sintagma verbal, bien como ‘transpositores’ en el marco del sintagma nominal; p. ej: 47

Vid. supra, § 1., nota 2. BELLO & CUERVO 1847/1964: § 972. Esto mismo viene a decir J.A. Martínez cuando afirma: “el ‘neutro’ no es sólo morfema sino a la vez un transpositor (sustantivador o adverbializador)” (MARTÍNEZ 1977/94: 186), si bien no desarrolla este punto, al menos, en esta dirección. S. Mariner habla de los empleos ‘transcategorizadores’ del género pero referido a otros casos “esto es, el substantivador y el adjetivador: respectivamente, cf. ‘en lo profundo’ y ‘a lo bestia’” (MARINER 1973: 27). 49 ALARCOS LLORACH 1970: 340. 50 Vid. nuestros trabajos: RODRÍGUEZ DÍEZ 1993 y 1997a. 51 Queda hablar de los adverbios en −mente, pero éstos históricamente vienen precisamente de una lexía cuyo núcleo era un sustantivo, mente o guisa, que en el caso del triunfante, −mente, ha quedado reducido a una especie de derivativo, en este caso, heterogéneo, pues convierte a un adjetivo en adverbio. 52 Vid. nuestros trabajos: RODRÍGUEZ DÍEZ 1987−88, 1990 y 1993. 48

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Del Latín al Romance español: la evolución del género en los pronombres trabajaba de firme hecha por escrito estudia de duro vino de nuevo las revisaron por entero

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lo sabe de fijo trabaja en vano los trataron por igual envió la reclamación por duplicado, etc.53.

Por otra parte, a confirmar también este planteamiento que estamos haciendo: que determinados adverbios no son sino sustantivos neutros (bien que procedentes de adjetivos), vienen los indefinidos algo / nada, que han lexicalizado su condición de neutros (frente a alguien / nadie) y su condición de sustantivos (frente a alguno / ninguno) 54. Precisamente algo / nada participan simultáneamente de la condición de sustantivos y de adverbios. Esta segunda posibilidad, la de poder funcionar como adverbios está ligada a su condición de conformar una sustancia léxica de contenido neutro. Obsérvese que nada, que da lugar al sustantivo la nada, sin embargo realiza sus concordancias con adjetivos que han inmovilizado sus marcas en ‘masc.’ + ‘sing.’, es decir, con adjetivos neutros, p. ej. : nada está bueno / *nada está buena aquí no hay nada bueno / *aquí no hay nada buena

de forma análoga a p. ej.: esto está bueno lo mío es bueno

Por otra parte, algo y nada funcionan también plenamente como adverbios, tanto en el sintagma nominal como en el verbal, p. ej. :

53 A este respecto señalábamos en otro lugar: “Algunos de estos usos con preposición se hallan fijados o casi fosilizados, pero en la mayoría de los casos estamos ante un mecanismo de creación vivo en la lengua. Más aún, la constatación de esta construcción: PREP. + ADJETIVO (con inmovilización de marcas), permitiría analizar así algunas construcciones sin necesidad de acudir a fenómenos de elipsis, p. ej. : hoy viene de rojo, … de corto, viste de oscuro, ... de largo. No sería necesario, pues, acudir en estos casos a la elipsis, que habría de resolverse interpolando un sustantivo, como, por ejemplo: color (hoy viene de color rojo) o traje (viste de traje oscuro, viste de traje corto, viste de traje largo), etc.” (RODRÍGUEZ DÍEZ 1993: 651−652). 54 Vid. infra, § 1.2.2.

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no estudió nada las matemáticas prepararemos algo la reunión ponen una película que no está nada mal presentaron canciones algo exóticas

La confirmación de lo que venimos diciendo la tenemos en el propio latín. En latín encontramos construcciones del tipo MAGNUM CLAMARE (Plauto), DULCE RIDERE (Catulo, Horacio), en las que aparecen adjetivos neutros en función adverbial. Aunque este tipo de construcciones era escaso, en las lenguas románicas este esquema se extendió y ejemplos de adjetivos neutros con función adverbial encontramos en castellano desde los orígenes del idioma: fermoso sonrisaua (Cid, 873, 923), tan velido fabló (Cid, 1368)55. He aquí otros ejemplos del referido funcionamiento de los ‘adjetivos neutros’ (con inmovilización de marcas) en la época medieval56: Et apuestamente es dicha [la palabra] quando no se dice á grandes voces, nin otrosi muy baxo, nin mucho de priesa, nin muy de vagar (Partidas, apud Cuervo, I, 845). E si se defendiesen, parescería claro la rebelion que el conde con el rey hacia (Crónica Juan II, apud Cuervo, II, 164). Si nacido non fuesse, mucho mejor avría (Berceo, Milagros, 801d). Estava y el burro: fezieron dél joglar; como estava bien gordo, començó a retoçar, su atabor tañiendo bien alto a rebuznar (LBA, 984 a-b-c). Pues, vees aquí el primero mortal pecado cometydo, e mucho se podría dezir más prolixo, pero por non ser enojoso ceso de escrevir largo (Corbacho, p. 104). Mas provocaua a bueno e onesto la grauedad de su claro gesto que non por amores a ser requerida (Mena, Laberinto, 21f).

También aparecen usados con preposición: 55

Vid. MENÉNDEZ PIDAL 1944/76: I, § 122. Este empleo adverbial de algunos adjetivos se puede dar con adjetivos determinativos cuantificadores: saber mucho, hablar poco y de modo más frecuente con adjetivos calificativos adverbializados del tipo dezir aguisado (Alexandre), saber cierto (Corbacho), tratar copioso (Tratado sobre el amor), hablar alto, decir claro, pegar duro, actuar rápido, etc. 56

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Essora Martín Antolínez, reçibiól con el espada un cólpel dió de llano con lo agudo nol tomava (Cid, 3660-1). Por tres noches me lo uere i mas de uero lo sabre (Auto de los Reyes Magos, 28). nunca en tantos días lazró más nul christiano, en cabo su lazerio non li cayó en vano (Berceo, Milagros, 855 c-d). Que quier dezir assi en lenguage castellano: Eneas dio espada-e achaque de llano por que Dido coytada-se mato con su mano (Estoria de España, CEM, I, p. 228). Redintegrare por entero restaurar (A. de Palencia, Universal Vocabulario, p. 823).

Resumiendo: La situaciones en las que podemos tener un adjetivo neutro sin marcas específicas son las siguientes: − Sustantivado por el artículo lo: me gusta lo verde, compro lo caro¸ etc. − En concordancia, p. ej: eso rojo me gusta más, prefiero aquello lejano, etc. Se trata de una construcción estadísticamente poco frecuente ya que en español no hay sustantivos neutros; sólo puede darse en concordancia con pronombres neutros, con marcas específicas. − En función de atributo o atributivo (predicativo), cuando se refiere a elementos neutros formal o semánticamente, o bien a grupos sintagmáticos: esto es malo, lo trajeron oculto, venir tarde no es bueno, etc. − Inmovilizando sus marcas y desempeñando funciones de adverbio, tanto en el sintagma verbal (trabaja mucho el bronce, los niños vinieron pronto, etc.) como dentro del sintagma nominal, como es el caso de algunos indefinidos ‘gradativos’ e ‘intensivos’ (tolera temperaturas muy bajas, … más bajas, gasta muy fácilmente,. …más fácilmente, etc.).

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− Inmovilizando sus marcas tras preposición, desempeñando funciones de aditamento (C.C.): trabajaba de firme, envió la reclamación por duplicado, los trataron por igual, etc. 2.2.3. El lo atributo Una mención especial dentro de este apartado del neutro español ejemplificado en la lista del 1) al 11) (véase § 1), merece el lo atributo, homófono del masculino singular y del neutro en función de implemento. Es conocido el artículo de F. Carrasco al respecto, cuyo título es precisamente “El pronombre neutro lo como pro−forma del predicado nominal”57. Curiosamente en los referentes pronominales de tercera persona la oposición genérica tradicional o pronominal, que ya hemos comentado, no sólo sirve para distinguir los diferentes casos−funciones por medio de la peculiar combinación de las marcas de género y número, en concreto, las funciones de implemento (C.D.) y el complemento (C.I.), sino que el mismo procedimiento sirve para identificar la función de atributo, a través de la forma lo (sin género y sin número), bien que solamente en el caso de los verbos ser, estar y parecer58. Así pues, en los átonos del personal de tercera persona el mantenimiento y reajuste de distinciones de tipo casual se hace tomando como significantes la peculiar combinación de las marcas de ´género’ y ‘número’: ‘Género’ (+) - ‘Número’ (+) (lo, la, los, las): ‘Implemento’ (C.D.): Al niño lo vi ~ a la niña la vi ~ eso lo vieron todos A los niños los vi ~ a las niñas las vi. ‘Género’ (−) - ‘Número’ (+) (le, les): ‘Complemento’ (C.I.): Al niño le di el libro ~ a la niña le di el libro ~ a eso no le doy importancia A los niños les di el libro ~ a las niñas les di el libro. ‘Género’ (−) - ‘Número’ (−) (lo): ‘Atributo’59: El niño es (está ~ parece) bueno. Lo es (está ~ parece). La niña es (está ~ parece) buena. Lo es (está ~ parece). 57

CARRASCO 1972 Vid. nuestro trabajo, RODRÍGUEZ DÍEZ 1982. 59 Vid. MARTÍNEZ 1977/94: 186. 58

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Eso es (está ~ parece) bueno. Lo es (está ~ parece) Los niños son (están ~ parecen) buenos. Lo son (están ~ parecen). Las niñas son (están ~ parecen) buenas. Lo son (están ~ parecen).

Como señala J. A. Martínez, “una gramática que, como la de E. Alarcos Llorach, se basa en los sustitutos para determinar ciertas funciones sintácticas, tendrá parte de su fundamento en los morfemas de género y de número […]. Si estas tres funciones [‘implemento’, ‘complemento’ y ‘atributo’] permanecen distintas es porque están ‘marcadas’ por diferentes dosificaciones de estos morfemas en los sustitutos […]. Fenómeno inexistente en latín, en castellano las diferentes coexistencias de género y número se han convertido en ‘marcas’ de funciones sintácticas, por débiles que sean”60. El lo atributo es, pues, un lo neutro, pues carece de género y también de número. Así pues, en este caso lo que se produce no es, obviamente, una pérdida del neutro, pero ni siquiera una desmotivación del mismo, habida cuenta de que su sustancia de contenido la hemos etiquetado como “abstracto”. Es precisamente ésta que comentamos, la del lo atributo, una de sus funciones o papeles específicos del neutro conceptual español. F. Carrasco pretende deslindar la función de lo atributo de otras referencias de lo61. Así señala expresamente: “Nuestra hipótesis, que no niega las afirmaciones de los maestros citados, pretende introducir algunas precisiones de las mismas: la reproducción del predicado no debemos entenderla aisladamente, esto es, que lo no es correferente del sustantivo o adjetivo sino del predicado nominal en su totalidad, que está formado […] por la cópula más el adjetivo o sustantivo”62. Esta propuesta de F. Carrasco se advierte con más claridad en el caso de los así llamados, ‘sintagmas preposicionales concordados’, cuya diversa tipología hemos señalado en otro lugar, pero que todos son referidos por referentes neutros (p. ej.: eso,

60

MARTÍNEZ 1977/94: 186. Por ejemplo algunas de las que señala S. Gili Gaya: a) conjuntos de dos o más substantivos que no designen personas; b) los conceptos expresados por verbos u oraciones enteras; c) el atributo propiamente dicho; etc. (GILI GAYA 1943/73: § 178). 62 CARRASCO 1972: 3. 61

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ello, etc.) e incluso por lo, en el caso de que sea menester —o sea posible— catalizar el verbo auxiliar correspondiente63; p. ej.: Los alpinistas cayeron por incautos /… por eso /… por SERlo Los tachó de caros / …de eso / … de SERlo Le regalaron un libro por aplicado / … por eso / por SERlo Se acuerdan de él por rico / … por eso / por SERlo Tiene fama de hermosa / … de eso / de SERlo Aspira a concejal / … a eso / a SERlo

Este planteamiento que hemos hecho a propósito del lo ‘atributo’ nos permite ordenar más adecuadamente el paradigma del personal español, tanto en su variante o subsistema de formas tónicas como de formas átonas: 1. FORMAS

“1ª persona”

“2ª persona” ‘no estilo’ ‘estilo’ ‘c. ‘c. oblic.’ recto’

TÓNICAS

‘sing.’

‘plur.’

‘masc.’ ‘fem.’

‘c. recto’

‘c. oblic.’

yo

mí (conmigo)

‘neutr.’ ‘masc.’ ‘fem.’

2. FORMAS

nosotros nosotras

vosotros vosotras

“1ª pers.”

“2ª pers.”

me

te

nos

os

ÁTONAS

‘sing.’ ‘plur.’

‘masc.’ ‘fem.’ ‘neutr.’ ‘masc.’ ‘fem.’

ti (contigo)

usted

ustedes

‘no refl.’

él ella

“3ª persona” ‘refl.’

sí (consigo)

ello ellos ellas

“3ª persona” ‘no reflexivo’ ‘refl.’ ‘impl.’ ‘compl.’ ‘atri buto’ lo la le (se) lo lo se los les (se) las

63

Precisamente por eso la reproducción por medio del neutro es la prueba para identificar la función de atributo en determinados sintagmas preposicionales concordados, así como para postular la existencia de fenómenos de catálisis; véanse nuestros trabajos: “Sobre las lagunas del enunciado: elipsis y catálisis” (RODRÍGUEZ DÍEZ 1983) y “Sintagmas preposicionales concordados” (RODRÍGUEZ DÍEZ 1987−1988).

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En efecto, en ambos subsistemas, el tónico y el átono, se produce una especialización de formas para diferentes valores o usos ligados a determinadas combinaciones sintácticas. Es lo que en el subsistema de formas tónicas se expresa mediante ‘caso recto’ / ‘caso oblicuo’ (yo / mí ~ conmigo / tú / ti ~ contigo)64. Asimismo en el subsistema de formas átonas es lo que se indica con las funciones ‘implemento’ (C:D.), ‘complemento’ (C.I.) y ‘atributo’, ya que, efectivamente, como hemos señalado, es la peculiar combinación de las marcas de género y número lo que diferencia las diferentes funciones sintácticas de los referentes personales átonos de 3ª persona. No obstante, en el caso del atributo, la forma lo, sustituta, no lo es exclusivamente del sustantivo o adjetivo en función de ‘atributo’, que estadísticamente es muy escaso con valores de neutro, sino que el lo atributo (sin género ni número) adopta la forma del neutro lo para referir conjunto a todo el sintagma que funciona como predicado, como hemos señalado. Por tanto, hasta aquí el referente lo, neutro, se sitúa en dos extremos. 1º) El primer extremo viene dado por ser sustituto de un neutro, p. ej.: Aquello lo vimos muy negro desde el principio / A aquel lo vimos desde el principio Esto lo creerán a pies juntillas / A este lo engañan todos los días

Obviamente se trata de un lo neutro, también homófono del masculino del implemento (es decir, en sincretismo, como en el adjetivo, p. ej.: blanco, blanca, blanco). A este tipo de neutros, que reproducen en concordancia valores morfemáticos de neutro hay que añadir los que hacen referencia a elementos asimilables a sustancia de contenido neutro; p. ej.:

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El reflexivo no tiene ‘caso recto’. Conmigo, contigo, consigo son formas fijadas léxicamente por una peculiar evolución fonética y analogía ulterior.

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Quiero algo claro, no eso ~ no quiero nada blanco, ni eso

En el caso de algo y nada ya hemos señalado que se trata de sustantivos de sustancia de contenido “neutro”, que condiciona sus posibilidades combinatorias65. Asimismo, a estos neutros habría que añadir los empleos del ‘neutro’ castellano que en la concordancia en reproducción refieren grupos sintagmáticos del tipo de infinitivos, oraciones completivas y oraciones independientes66; p. ej.: Decidimos actuar. Era lo único que podíamos hacer. Dijo que vendría, pero eso no me lo creo. Hasta aquí hemos llegado. Eso dijo.

2º) Pues bien, el segundo extremo viene dado por los atributos o atributivos sustituidos por lo: Los niños lo son (buenos) Trabaja de eso (secretaria)

Así pues, este planteamiento del lo como referente de la función de atributo (bien que limitado a los verbos ‘auxiliares’ ser, estar y parecer, nos llevará a desarrollar el esquema de las formas átonas del personal de 3ª persona de la siguiente manera, donde se especifican también estos comportamientos funcionales67:

65

Vid. infra, § 1.2.2. Vid. BELLO (en BELLO & CUERVO 1847/1964: §§ 292 ss); en § 302 resume la situación así: “Son, pues, neutros los sustantivos esto, eso, aquello, ello o lo; mucho, poco, algo; y los infinitivos de los verbos como cantar de canto... Y damos el mismo valor a los conceptos precedentes expresados por verbos y proposiciones, y a los que se reproducen como predicados”. Véase también MARTÍNEZ (1977/94: 178 ss). 67 RAE−Esbozo: § 2.5.2 solamente habla para las formas átonas de tercera persona de ‘caso acusativo’ (el implemento) y ‘caso dativo’ (el complemento). 66

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FORMAS

“1ª pers.”

“2ª pers.”

“3ª

ÁTONAS

“sing.” “plur.”

“masc.” “fem.” “neutr.” “masc.” “fem.”

me

te

nos

os

‘impl.’ lo la lo los las

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persona”

“no reflexivo” ‘compl.’

“refl.” ‘atributo’

le (se) lo

se

les (se)

3. Conservación, remotivación y desmotivación del neutro primitivo: “animado”/“inanimado” o “personal”/“no personal” La historia del género en la evolución y constitución del español no se agota en lo expuesto hasta aquí. Precisamente, los fenómenos más significativos de conservación y, sobre todo, de evolución —remotivación y desmotivación— en el género del español no residen en la evolución del género de los sustantivos, que se caracteriza por la expansión de la oposición ligada al valor de “sexo” y la aparición de nuevas sustancias conformadas, la mayoría de ellas ligadas a la conservación de los neutros plurales68. Tampoco se agota en la evolución del neutro en los adjetivos (calificativos o de tipo I) y en buena parte de los pronombres, en los que la sustancia del neutro latino, conservada en adjetivos y pronombres, se desplaza hacia la designación de “abstracto” / “concreto”, como se ha señalado69. Hay otros ámbitos, ligados a algunos pronombres y también al género que denominamos ‘neutro’, en los que podemos advertir interesantes fenómenos de conservación, remotivación y desmotivación del género en la evolución del latín al español, y, ulteriormente, dentro del propio español.

68

Salvo la que establecen los pares del tipo planchador / planchadora, segador / segadora, etc., que oponen ‘masculino’ − “operario” / ‘femenino’ − “instrumento”, que no deja de ser la reproducción de la vieja oposición indoeuropea “animado” / “inanimado” (RODRÍGUEZ DÍEZ En prensa-b: § 3.2.5). 69 Vid. supra, § 1.1.

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3.1. Qué / quién ~ que / quien Relativo e interrogativo ya aparecen relacionados en latín por su origen y forma fónica, y de hecho sólo diferían en el nominativo singular: QUI – QUAE – QUOD, relativo, frente a QUIS − QUAE − QUID, interrogativo. De aquí que acabaran confundiéndose, de tal manera que QUIS es sustituido por los relativos QUI y QUAE, y, por su parte, el relativo QUOD es sustituido por el interrogativo QUID70. De todas las formas latinas relativo–interrogativas sólo se mantienen en castellano algunas, en concreto, las siguientes: QUI ‘nom. masc.’ > qui QUEM ‘acus. masc.’ > quien QUID ‘neut’ > que (el que, la

que, lo que; los que, las que)

Como señala R. Menéndez Pidal, “estas formas se emplearon lo mismo para el acusativo que para el nominativo, para el singular que para el plural, para el masculino que para el femenino, pues no se creyó necesario precisar el género y el número, que van o pueden ir determinados con claridad por el antecedente del relativo”71. Sin embargo, en lo que afecta a este trabajo, hemos de advertir que el castellano va a mantener la vieja oposición “animado” / “inanimado”, de alguna manera presente en QUIS / QUID, bajo la concreta oposición “no personal” / “personal”. En efecto, en los orígenes tanto qui como quien designaban personas (incluyendo ambos géneros: ‘masc.’ y ‘fem.’, y ambos números: ‘sing.’ y ‘plur.’), mientras que que, designaba tanto personas como cosas, siendo así el elemento no marcado de la oposición72. A finales de la Edad Media, a partir del siglo XIV, cae en desuso qui, sustituido por su equivalente, quien. A su vez, ya en el siglo XVI aparece el plural analógico quienes, si bien en la lengua hablada todavía aparece algún quien con valor de plural. 70

Vid. VÄÄNÄNEN 1967/75: § 285. MENÉNDEZ PIDAL 1904/68: § 101. 72 En efecto, tanto en latín y en griego como en las lenguas romances, quedan restos de la vieja oposición “animado” ~ “personal” / “inanimado” ~ “no personal”, en la que el término “animado” ~ “personal” sólo dispone de una forma para el masculino y el femenino. Se trata de ciertos temas evidentemente arcaicos; así, gr. τίς / τί lat. QUIS (esp. quien, fr. qui, it. chi) / QUID (esp. que, fr. quoi, it. che, etc.). 71

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Otro aspecto de interés —y que puede tener relación con el hecho de que quien haya adoptado en el español moderno el plural, quienes— reside en que el pronombre relativo−interrogativo quien es categorialmente sustantivo en la oración transpuesta73. 3.2. Reajuste del sistema de los indefinidos propiamente dichos: adaptación y remotivación Tanto en las gramáticas latinas como prácticamente en todas las modernas del español, dentro de la —así llamada— categoría de los pronombres se incluye un grupo, el de los ‘indefinidos’, que integra una serie de subgrupos que, si bien tienen unos rasgos comunes, sobre todo semánticos, presentan también diferencias funcionales y combinatorias muy variadas. Gran parte de ellos son fundamentalmente adjetivos determinativos (o de tipo II), que pueden ir nominalizados sin necesidad del artículo74. Pero algunos de los que se incluyen son sustantivos. Se dice en la 73

He aquí, en esquema, la pertenencia categorial de los relativos:

Que Quien Cual Cuyo Cuanto Donde Cuando Como

Relativos ‘Sustantivo’ + + + – + – – –

‘Adjetivo’ + – + + + – – –

‘Adverbio’ + – – – + + + +

74 Hemos descrito los indefinidos en la sincronía del español actual en nuestro trabajo, “Los cuantificadores en español” (RODRÍGUEZ DÍEZ 1982). Clasificábamos allí los indefinidos en los siguientes tres grupos (siguiendo para su nomenclatura a ALCINA FRANCH & BLECUA 1975: § 4.5): 1º) Indefinidos ‘gradativos’: mucho, poco, bastante, demasiado, etc. 2º) Indefinidos ‘intensivos’: más, menos y tanto. 3º) Indefinidos ‘existenciales’ (o de ‘de existencialidad’, FERNÁNDEZ RAMÍREZ 1951: § 187): alguien / nadie, alguno / ninguno, algo / nada. Se concluía, a propósito de ‘gradativos’ e ‘intensivos’ lo siguiente: “forman un grupo gramaticalmente homogéneo que podríamos definir en virtud de los siguientes rasgos: - Son adjetivos con variación de género (‘masc.’, ‘fem.’ y ‘neut.’) y número (‘sing.’ y ‘plur.’).

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terminología tradicional que son pronombres, pero realmente no sustituyen al nombre pues este no se puede restituir en lugar de aquel. Los indefinidos ‘existenciales’ se corresponden con los que para el latín M. Bassols de Climent denomina ‘indefinidos propiamente dichos’75. Este tipo de indefinidos conforman en latín los valores y rasgos siguientes: 1º) La noción que podríamos denominar “indefinición de existencialidad”76. 2º) Carácter positivo o negativo, constituyendo una especie de dos subsistemas definidos por el rasgo de “afirmación” / “negación”. 3º) Triple distinción de género: ‘masculino’, ‘femenino’ y ‘neutro’ y morfema de número: ‘singular’ / ‘plural’, ligados a la declinación. 4º) Desempeño de las funciones de ‘sustantivo’ o ‘adjetivo’. 5º) Otros valores o usos ligados a determinadas combinaciones sintácticas. En la evolución de estos indefinidos latinos se produce la pérdida de muchos de ellos: buena parte de los de la serie positiva, y prácticamente toda la serie negativa, apareciendo formas nuevas, inicialmente complejas o pluriverbales. Por otra parte, el sistema de estos indefinidos se reajusta - Son adjetivos del tipo II por su combinatoria en el grupo sintagmático nominal, en el que siempre preceden al otro adjetivo de tipo I. - Necesariamente preceden al núcleo nominal. - No necesitan del artículo para ir nominalizados. Pero, salvo tanto, no incorporan el valor de “identificador” que conforma el morfema artículo; de ahí que puedan llevar el artículo en algunos casos y que no excluyan la presencia del mismo en el grupo sintagmático nominal de que forman parte, p. ej.: los muchos años. - Inmovilizando sus marcas pueden desempeñar las funciones propias del adverbio, tanto en el marco del sintagma nominal (adyacente adjetival o adyacente adverbial) como del sintagma verbal (aditamento)” (RODRÍGUEZ DÍEZ 1982: 245). Los indefinidos ‘existenciales’, como veremos, poseen características bastante diferentes, si bien, son los que semánticamente cumplen mejor con la etiqueta de ‘indefinidos’. 75 BASSOLS DE CLIMENT 1956/81: 209. 76 “Como ellos [los interrogativos], presuponen los indefinidos un problematismo acerca de la existencia de un objeto o de una serie de objetos más o menos conocidos o consabidos, al mismo tiempo que están privados, frente a ellos, de la función apelativa. Por este dato específico que da coherencia al sistema de los indefinidos podrían recibir la denominación de pronombres de existencialidad” (FERNÁNDEZ RAMÍREZ 1951: § 187).

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funcional y semánticamente, como tendremos ocasión de ver. En esquema su evolución del latín al español es la siguiente: LATÍN

NEMO

“Significado” “que”, “cual”, “quien” “alguien”, “alguno”, “algo” “cierto” “alguno” “alguno” “nadie”

NIHIL NULLUS

“nada” “ninguno”

NEUTER

“ninguno de los dos”

QUIS ALIQUIS ∼ ALIQUIS UNUS QUIDAM QUISPIAM QUISQUAM

Español ∅ alguien, algo ∼ alguno ∅ / cierto (< CERTUS) ∅ / alguno ( < ALIQUIS UNUS) ∅ ∅ → [HOMINE] NATU > omne nado ~ ant. nadi ∼ mod. nadie (vulg. naide) ∅ → [RES] NATA > nada ant. nul (null) ∼ nullo − nulla / → NEC UNUS > ant. neguno ~ mod. ninguno ∅

La evolución del sistema o campo de los indefinidos existenciales supone un reajuste del mismo. De alguna manera se conservan en español los cuatro valores primeros que hemos señalado para los indefinidos existenciales en latín, ya que el quinto se refiere a ciertas peculiaridades meramente combinatorias, que, como tales, no pasan al romance. Por su parte, la concreta evolución de los distintos rasgos que definen el sistema de los indefinidos existenciales latinos se puede resumir en los siguientes puntos: a) Los dos rasgos primeros, noción de “indefinido de existencialidad” y de “positivo / negativo”, se mantienen, si bien las unidades romances que los soportan son, en buena medida de nueva creación, como veremos, sobre todo en lo que se refiere a las unidades negativas. b) Los valores que podríamos denominar de ‘género’: ‘masculino’, ‘femenino’ y ‘neutro’, que en latín iban ligados a la declinación (ALIQUIS − ALIQUA − ALIQUID ~ ALIQUOD, NULLUS, –A, –UM, etc.), se reajustan de dos maneras: 1ª) Por una parte el neutro latino se reajusta con el valor de “abstracto” (frente al ‘no neutro’ − “concreto”), tal como ocurre en el adjetivo y en otros pronombres, con una realización

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específica: ALIQUOD > algo / NIHIL (sustantivo ‘neutr.’ indeclinable) > ∅ → [RES] NATA > nada. Igualmente, sobre el ‘no neutro’ − “concreto” se instala la oposición “personal” // “no personal”: ALIQUEM > alguien / NEMO (sustantivo ‘masc.’) > ∅ → [HOMINE] NATU > omne nado ~ ant. nadi ∼ mod. nadie (vulg. naide) // ALIQUIS UNUS → ALIQUNUS > alguno / NULLUS (adjetivo ‘masc.’ − ‘fem.’ − ‘neutr.’) > ant. nul (null) ∼ nullo − nulla → NEC UNUS > ant. neguno ~ mod. ninguno. Precisamente, el esquema de la triple forma negativa: NIHIL / NEMO / NULLUS (cuyos étimos, curiosamente, se pierden) es el que está en la base de la triple distinción “abstracto” // “concreto”: “no personal” / “personal” (así como, en cierta medida, de sus rasgos gramaticales funcionales), que se va a conformar tanto para los indefinidos existenciales positivos como negativos. 2ª) La oposición “masculino” / “femenino” con sus valores romances en el sustantivo y en el adjetivo se actualiza en las formas de valor “no personal” (alguno ~ alguna / ninguno ~ ninguna) de forma regular, por efecto de la evolución normal de UNUS, −A, −UM. c) El morfema de número, ‘singular’ / ‘plural’, con sus valores romances en el sustantivo y en el adjetivo —“no variedad” / “variedad”— se actualiza, al igual que el género ‘masc.’ y ‘fem.’, en las formas de valor “no personal” (algunos ~ algunas / ningunos ~ ningunas) de forma regular, también por efecto de la evolución normal de UNUS, −A, −UM. d) Los valores más propiamente gramaticales, por sintácticos o combinatorios, se articulan de dos formas: 1ª) En las unidades de valor “abstracto” por medio de unidades categorialmente ‘sustantivo’: algo / nada; que, en este caso concreto, debido a su valor de “abstracto”, pueden desempeñar también funciones de adverbio77. Por su parte, las unidades de 77

De forma análoga a los adjetivos de tipo I o de tipo II que pueden también desempeñar las funciones de adverbio, en su caso, inmovilizando sus marcas (vid. supra, § 1.1.2.2).

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valor “personal” también se conforman por medio de unidades categorialmente ‘sustantivo’: alguien / nadie. 2ª) Las unidades de valor “no personal” se conforman por medio de adjetivos de tipo II (determinativos), en clara tradición desde el latín, que tanto pueden desempeñar funciones de adjetivo, como de sustantivo sin necesidad de artículo: alguno(s) ~ alguna(s) / ninguno(s) ~ ninguna(s). La evolución de los indefinidos existenciales del latín al español va a dar lugar en romance a un sistema mucho mejor ahormado que en latín y con las virtualidades morfemáticas, tanto en cuanto su significado como a sus formantes, características del sustantivo y adjetivo romances. En esquema, el sistema de los indefinidos existenciales en el español actual es el siguiente: ‘NEUTRO’ – “ABSTRACTO”

alg[o] nad[a] ‘SUSTANT.’ +‘ADVERBIO’

‘NO NEUTRO’ – “CONCRETO” “personal” “no personal” “femenino” “masculino” algu[ien] algu[n]a(s) algu[n]o(s) nad[ie] ningu[n]a(s) ningu[n]o(s) ‘SUSTANTIVO’ ‘ADJETIVO’

Sus valores y rasgos, de alguna forma paralelos a los latinos, son los siguientes78: 1º) El valor general de “indefinición de existencialidad”. 2º) Carácter positivo o negativo: “afirmación” / “negación”, ligada a diferencias lexemáticas: algo / nada, alguien / nadie, alguno / ninguno. 3º) Conformación de tres valores de género imbricados: (a) ‘Neutro’ – “abstracto”: alg[o], nad[a] / ‘no neutro’ – “concreto”: algu[ien], nad[ie]; algu[n]o, ningu[n]o, expresado por medio de derivativos o elementos sufijales (o por efecto de una ‘especie’ de supletivismo en la expresión). 78

Vid. RODRÍGUEZ DÍEZ 1992: 245–248.

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(b) ‘No neutro’ – “personal”: algu[ien], nad[ie] / ‘neutro’ – “no personal”: algu[n]o, ningu[n]o, también expresado por medio de derivativos o elementos sufijales (o por efecto de una ‘especie’ de supletivismo en la expresión). (c) “Masculino” / “femenino”: alguno / alguna, con formantes idénticos a sustantivos y adjetivos. 4º) Conformación del morfema de número, ‘singular’ / ‘plural’ en los existenciales de valor “concreto”·− “no personal”: alguno ~ alguna / algunos ~ algunas, con formantes regularizados al igual que sustantivos y adjetivos79. 5º) Distintas posibilidades sintácticas o combinatorias: (a) Los existenciales de valor “abstracto”, algo y nada, son sustantivos, pero dada su peculiar sustancia de “neutro” pueden también desempeñar las funciones de adverbio, tanto dentro del sintagma verbal (p. ej.: no estudió nada las matemáticas, prepararemos algo la reunión), como del sintagma nominal (p. ej.: presentaron canciones algo exóticas, ponen una película que no está nada mal). Lógicamente carecen de plural. (b) Los existenciales de valor “personal”, alguien y nadie, son sustantivos a todos los efectos, que carecen de plural (que sí llevan los adjetivos alguno / ninguno, elementos no marcados de la oposición). (c) Los existenciales “no personales”, alguno / ninguno (elementos no marcados de la oposición) son los verdaderos adjetivos indefinidos de tipo II (o determinativos), coincidiendo en sus características sintácticas y combinatorias con ‘gradativos’ e ‘intensivos’, salvo en los rasgos siguientes: 79 El uso de los plurales ningunos ~ ningunas es más amplio en español antiguo, pero en el español actual están prácticamente en desuso, salvo en ciertas combinaciones, tal como señala S. Fernández Ramírez: “Se emplean preferentemente como adjuntos expresivos con el predicado nominal: Gracias a dios no somos NINGUNOS animales […], con pluralia tantum o plurales expresivos: No tenía NINGUNAS ganas de entrar […] o cuando el número viene impuesto por el término de su referencia: NINGUNAS [novelas] más antiguas e interesantes que las de Bocaccio […], o coordinados con pocos (facilitándonos víveres y auxilios para nuestro campo, con POCOS o NINGUNOS derechos […]” (FERNÁNDEZ RAMÍREZ 1951: § 194).

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- la incompatibilidad absoluta con el artículo; - la ausencia de neutro; y - la no posibilidad de desempeñar funciones propias de adverbio. En lo que se refiere a la etimología concreta de las distintas unidades, la describimos a continuación, comenzando por las unidades negativas. NEMO. Se pierde. Sus valores semánticos y su casilla funcional va a ser ocupada por la construcción HOMINE NATU > omne nado > nadi (por analogía con qui) ~ nade > nadie (vulg. naide)80. Hay que tener en cuenta, por tanto, que la incorporación de nadi (y sus variantes) al sistema es relativamente tardía (omne nado lo encontramos en el Cid y en el Arcipreste); por otra parte, nadie penetra en Castilla en el siglo XV a costa de los usos sustantivados de ninguno. NIHIL. Se pierde. Sus valores semánticos y su casilla funcional va a ser ocupada por nada, procedente de la construcción [RES] NATA “cosa nacida”81. NULLUS. Se pierde82. Será sustituido por ninguno (cast. ant. neguno, y en los Fueros leoneses). 80 La etimología de NEMO fue explicada por Cicerón en Brutus: NE HOMO > NEMO. Quizás de la pérdida de NEMO, en el que aún se sentiría, de algún modo subyacente, HOMO, puede venir el empleo de este, omne, en fórmulas negativas, p. ej.: por. nome no “no hombre, no”. Como señalan M. Alvar & B. Pottier, “omne, acentuado, aparecía con el valor de ‘alguien, alguno’ y se documenta desde antes que alguno; el sintagma negativo ningún hombre es paralelo al de algún hombre” (ALVAR & POTTIER 1983: § 111.2). 81 Ya en Terencio se encuentra: “E RE NATA MELIUS FIERI HAUD POTUIT” (Ad., 295) (vid. ALVAR & POTTIER 1983: § 111.1. n.118). 82 Como señalan M. Alvar & B. Pottier, “en cast. ant. se conoció nul (Berceo, Fuero de Avilés, documentos montañeses de 1220, pero no en textos posteriores” (ALVAR & POTTIER 1983: §§ 111.1, n. 114). Lo encontramos en el Alexandre, Apolonio, Alfonso X. No supera el siglo XIII, en concreto la segunda mitad del XIII. Junto a la grafía nul encontramos null. Asimismo, encontramos “nullo (Cid, Fuero de Avilés, etc.) y el fem. nulla (Alex., Berceo), que son formas según J. Corominas “muy usuales en los ss. XII y XIII” (COROMINAS & PASCUAL 1980−91: s.v. no). Curiosamente todos los ejemplos que hemos consultado de nullo y nulla se corresponden con adjetivos. No se entiende lo que dice J. Corominas cuando habla de “forma sustantiva” para

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En lo que respecta a los indefinidos existenciales positivos tan sólo se conserva ALIQUIS, a través del masculino, ALIQUEM (> alguien), del neutro, ALIQUOD (> algo), y de la combinación ALIQUIS UNUS → ALIQUNUS (> alguno83), con lo que se asegura un completo paralelismo, en sus valores y en sus formas y posibilidades combinatorias, con el subsistema que hemos visto para los indefinidos negativos84. La procedencia de alguien (< ALIQUEM) es presentada por M. Alvar & B Pottier, siguiendo a Y. Malkiel, bajo la influencia de QUEM, pero como un lusismo, habida cuenta de que la localización geográfica de alguien es el centro y occidente peninsulares (es desconocido en catalán)85. Asimismo, advierten M. Alvar y B. Pottier que alguien es desconocido por Alfonso X, don Juan Manuel, Cifar y el Corbacho. Sin embargo, hay documentos notariales, ya en el siglo XIII, que utilizan alguien en los contextos al uso. De ahí que la interpretación de occidentalismo sea aceptable, pero la de lusismo sea arriesgada, a no ser que se interprete que la influencia lusa sirva para acentuar lo que ya existía en castellano, la misma forma alguien; y esto independientemente de los problemas o cambios en su acentuación alguién ~ alguien86.

nullo; parece que con forma sustantiva quiere decir con forma plena. Nulo procede por vía no patrimonial. 83 M. Alvar & B. Pottier, a propósito de que se encuentra el resultado de ALIQUNUS desde los orígenes del idioma, señalan que es “innovación de la Romania central que se documenta con mayor densidad a lo largo de las vías de comunicación del Imperio; falta −−sintomáticamente−− en rumano” (ALVAR & POTTIER 1983: §§ 109.2.1, n. 93). 84 A estos étimos y resultados hay que añadir el simple ALIUD, en su variante ALIID latino vulgar, que da lugar al cast. al “alguno”, arag. ali. 85 . ALVAR & POTTIER 1983: §§ 109.2.1. Vid. MALKIEL 1948. 86 Hay que suponer que la acentuación aguda está en la base etimológica, ya que, si no, no se podría explicar la diptongación; ello unido a una posible analogía con QUEM > quien. Ulteriormente se produciría el desplazamiento del acento. La acentuación antigua, aguda, se conserva en formas vulgares.

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3.3. La motivación del género en los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo87 Ya hemos señalado que la peculiar combinación de las marcas de género y número se constituyen en significantes de función (‘implemento’, ‘complemento’ y ‘atributo’) de los referentes átonos del personal de tercera persona. En efecto, tales elementos pronominales son unidades de difícil clasificación, de ahí que los denominemos descriptivamente ‘referentes pronominales átonos’88. Son elementos dependientes que sólo aparecen formando parte del sintagma verbal e indican si este se halla implementado (C.D.) o complementado (C.I.), así como señalan la referencia al sintagma atributo realizada por medio del neutro lo. Además de señalarnos el tipo de función que cumplen, conllevan valores de “persona”, “género” y “número” (y también de “reflexividad” en el caso de se, pero esta forma queda fuera del objeto que ahora nos incumbe). En el idioma español coexiste un abanico de normas en el uso de estos referentes pronominales átonos que van desde la máxima diferenciación de funciones hasta, inclusive, la confusión total, donde ya no hay la oposición ‘implemento’ (C.D.) / ‘complemento’ (C.I.). Pero, como veremos, en líneas generales puede afirmarse que a medida que se oscurece la diferenciación de funciones aumenta la complejidad de información de otro tipo, por ejemplo, la relativa a valores de género. Es decir, en el español como ‘lengua histórica’ coexisten múltiples sistemas de los átonos de tercera persona, que tradicionalmente han sido designados, asistemáticamente, como los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo. Y es que, efectivamente, hay pocos hechos en la lengua tan ejemplificadores de la noción de diasistema como la variedad de usos del pronombre átono de tercera persona. En el desarrollo de estos fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo vamos a encontrar un claro ejemplo de los procesos de motivación y desmotivación del género que magníficamente señala L. Hjelmslev89. 87 En este apartado seguimos en buena medida nuestro trabajo, “Un ejemplo de motivación del género: los fenómenos de ‘leísmo’, ‘laísmo’ y ‘loísmo’ del español” (RODRÍGUEZ DÍEZ 1997b); vid. también RODRÍGUEZ DÍEZ 1998. 88 Efectivamente, un problema de difícil solución es el relativo al estatuto paradigmático de los personales átonos. Obviamente los tónicos son claros sustantivos personales; pero, los átonos, ¿son morfemas o lexemas? El último Alarcos, deliberadamente o no, es ambiguo al respecto (ALARCOS LLORACH 1994: 199). 89 RODRÍGUEZ DÍEZ (En prensa-b): § 1.2.

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A continuación, sin olvidar que los varios ‘sistemas dialectales’ de los átonos de 3ª persona que se localizan en la realidad del español no se manifiestan de una manera rígida y uniforme, ya que a menudo se producen interferencias e hibridaciones, vamos a referirnos por separado a cada uno de ellos, comenzando por los que presentan las funciones claramente diferenciadas. 3.3.1. El sistema etimológico Gran parte del dominio lingüístico del español refleja en el sistema de los átonos la situación originaria latina, con los fenómenos de conservación y pérdida de casos característicos de la constitución en romance del pronombre de tercera persona ‘no reflexivo’, que no existía en latín y que se constituye a partir del demostrativo ILLE, ILLA, ILLUD90. Este sistema lo podemos representar así: I) Sistema etimológico

‘SING.’ ‘PL.’

‘IMPLEMENTO’ (C.D.) ‘NO NEUTRO’ “concreto” ‘masculino’ lo (< ILLUM) los (< ILLOS)

‘’femenino’ la (< ILLAM) las (< ILLAS)

‘NEUTRO’ “abstracto”

lo (< ILLUD)

‘COMPLEMENTO’ (C.I.) ‘NEUTRO’ ‘NO “abstracto” NEUTRO’ “concreto” ‘masculino’ ‘’femenino’ le (< ILLI) le (< ILLI) les (< ILLIS)

90

Los rasgos que conforman los referentes átonos de 3ª persona son los siguientes: (1º) “Noción de 3ª persona”. (2º) “Número”: “singular” / “plural”; p. ej.: lo, la, lo / los, las; le / les. (3º) “Género”: “masc.” / “fem” / “neut.”; p. ej.: lo / la / lo; le. (4º) “Reflexividad” / “no reflexividad”; p. ej.: se / lo, la, lo ~ los, las; le (se) ~ les (se). (5º) “Caso−función”: ‘implemento’ / ‘complemento’ / ‘atributo’; p. ej.: lo, la, lo ~ los, las / le ~ les / lo. Todos estos valores van referidos tanto en el lexema como en los morfemas. Podemos decir que la sustancia léxica del personal es la de “persona”, en concreto, la de “3ª persona”. Del resto podemos decir que son valores morfemáticos, en muchos casos con supletivismo en la expresión. El carácter tan abstracto de todos estos valores, incluido el más claramente léxico en este caso, el de “persona”, hace difícil separar o asignar algunos de estos valores al componente léxico o morfemático del sintagma personal, ello unido al hecho de que en algunos casos se ha producido una especie de amalgama de formantes. Hay una evolución en la doctrina de E. Alarcos Llorach a este respecto (vid. ALARCOS LLORACH 1994: § 86).

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Ejemplos: Al niño lo vi ayer. A la niña la vi ayer. El zapato lo compré ayer Eso lo vieron todos

Al niño le di el libro A la niña le di el libro

A los niños los vi ayer Los zapatos los compré ayer. A las niñas las vi ayer

A los niños les di el libro

A eso no le doy importancia

A las niñas les di el libro

Este sistema se diferencia de las restantes posibilidades (tradicionalmente denominadas ‘leísmo’, ‘laísmo’ y ‘loísmo’) en que los subsistemas de los referentes de implemento (C.D.) y complemento (C.I.) no poseen formas comunes. Los pronombres de implemento combinan las marcas de género y número del sintagma a que hacen referencia, en tanto que los de complemento combinan con sólo las de número91. En definitiva, los referentes de una y otra función permanecen claramente diferenciados. En esto consiste o así se define el uso etimológico92. 91

Esta es la descripción de la sincronía en el español actual del personal átono de 3ª persona, independientemente de que, en efecto, las formas del implemento (lo, la, lo / los, las) procedan del acusativo latino: ILLUM, ILLAM, ILLUD / ILLOS, ILLAS, y las del complemento (le / les), del dativo: ILLI, ILLIS. 92 El adjetivo etimológico de este grupo es producto de consideraciones diacrónicas, pero ahora nos desentendemos de su explicación porque estamos describiendo los hechos desde una perspectiva puramente sincrónica. Los ‘etimologistas’ serán los hablantes que utilizan este modelo, y también los que sostienen que debe implantarse como norma correcta. Los estudiosos parecen aceptar, implícita o explícitamente, que el uso etimológico debió ser el que triunfó en el protorromance castellano y en general en la Edad Media. A este respecto señala R. Lapesa: “Durante la Edad Media el empleo de los pronombres átonos de tercera persona había respondido en general a su valor etimológico” (LAPESA 1942/80: 405). Y en otra ocasión afirma: “Como no han prendido [leísmo, laísmo y loísmo] en Andalucía, Canarias ni Hispanoamérica, es preciso admitir que no habían logrado pleno desarrollo en tierras castellanas en el segundo tercio del siglo XIII, cuando Fernando III reconquistó y repobló Jaén, Córdoba y Sevilla, cuna del español atlántico. Sin embargo, desde el Cantar de Mio Cid y otros textos arcaicos se registran en cantidad no desdeñable muestras de le como dativo ampliado e incipientemente invasor” (LAPESA (1968/2000: 280). Los usos pronominales que vamos a ver a continuación, leísmo, laísmo y loísmo, se consideran anomalías o desviaciones posteriores y se definen tomando como punto de referencia el uso etimológico (y, a veces, también, la lengua latina). Sin embargo, como veremos, las situaciones pueden ser más complejas y estar más arraigadas en los orígenes del castellano. Por su parte, el término ‘loísta’ puede tomarse como equivalente o

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A la vista del esquema del ‘uso etimológico’, una primera cuestión que se puede advertir aquí es que existe coincidencia de significantes entre el masculino singular y el neutro (lo, la, lo) —es decir, sincretismo de masculino y neutro en ‘masc.’ + ‘sing.’—, cosa que no ocurre en los tónicos (él, ella, ello), ni el algunos otros casos, como son el del demostrativo (este, esta, esto, etc.) y el del artículo (el, la, lo). Esta coincidencia o sincretismo entre ‘masc.’ y ‘neutr.’ la encontramos en los adjetivos de tipo I (p. ej.: blanco ~ blanca ~ blanco) y en algunos adjetivos de tipo II (p. ej.: mucho ~ mucha ~ mucho)93. Por tanto, en los átonos de 3ª persona, en concreto en la función de implemento, nos hallamos ante una triple distinción genérica, bien que con sincretismo de masculino y neutro, tal como encontramos de forma generalizada en los adjetivos. El uso etimológico es el más extendido en el dominio del español. Predomina en Asturias, Aragón, Andalucía, Canarias e Hispanoamérica, salvo en partes de Ecuador, Argentina, Perú, en Paraguay, etc., en contacto con lenguas amerindias. Se recomienda para el uso culto y literario; es, pues, la norma de mayor prestigio, aunque se permite también el leísmo masculino de persona. En las zonas no etimologistas, como las dos Castillas y León, podrá aparecer, por estas razones, en las clases socio−culturales más elevadas así como en los estilos o situaciones que requieren un registro más cuidado, como, por ejemplo, en la manifestación escrita94. sinónimo de ‘etimologista’, aunque ha tenido siempre un sentido más restringido: ‘loísta’ es el que usa siempre lo para el implemento masculino singular, y el que sostiene que ésta debe ser la única forma en ese cometido. Así se define todavía en la 19ª edición del Diccionario de la R.A.E. (DRAE–1970: s.v. loísta), a los que utilizaban el sistema etimológico: “Aplícase al que usa siempre el lo para el acusativo masculino del pronombre él”. Sólo a partir de la 21ª edición (DRAE–1992), (la 20ª, DRAE–1984, es de transición y en ella se hacen coincidir las dos acepciones), se incorpora la acepción única que hace referencia al fenómeno del loísmo, que se define así: “Vicio consistente en emplear las formas lo y los del pronombre él en función de dativo”. 93 Vid. supra, § 1.1.2. 94 F. García González lo describe así: “Desde la óptica evolutiva lo podemos llamar ‘etimológico’, ya que es el resultado recto de la evolución. Desde otra perspectiva, es el empleo recomendado por Academias y gramáticos, el ‘normativo’, y en consecuencia directa, o recíproca, será el uso que alcanza mayor valoración social, el más ‘prestigioso’. También si lo medimos en cantidad, resulta ser el más extendido por el dominio del español. Predomina en las modalidades regionales de España, salvo en áreas del centro y norte de la Península, y en las modalidades americanas, menos en Paraguay y zonas de Ecuador, Argentina y Perú” (GARCÍA GONZÁLEZ 1996: 397)

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3.3.2. Leísmo Sin embargo, en el castellano —el español de las dos Castillas y de León— aparecen usos o normas, con mayor o menor pujanza, que se apartan del sistema etimológico que hemos señalado para los átonos de tercera persona, en los cuales la incorporación de distinciones de género se hace en detrimento de la indicación de función, llegando hasta la confusión total entre los referentes de las funciones de implemento (C.D.) y complemento (C.I.). Estos fenómenos, combinados e imbricados, se denominan ‘leísmo’, ‘laísmo’ y ‘loísmo’ y suponen procesos de motivación del género en los casos de leísmo —aunque no en todos— y de laísmo; no así en el loísmo tradicional, en cuyo caso sólo se da un mero cambio de significante, lo(s) por le(s)95. La motivación del género en el leísmo supone la introducción en el implemento masculino de una nueva distinción de género que, en principio, podemos etiquetar como una nueva implantación del neutro. Ahora bien, esta etiqueta gramatical general de ‘neutro’ se puede concretar semánticamente de diversas formas, por ejemplo, como “animado” / “inanimado”, “personal” / “no personal”, “contable” / “no contable”, etc. Por tanto, pueden existir muchos tipos de leísmo96. 3.3.2.1. Leísmo de singular o leísmo académico DRAE–1984 (s.v. leísmo) lo define así: “Empleo de la forma le del pronombre en el acusativo masculino singular”. Es este leísmo de singular el que se tolera, junto con el uso del sistema etimológico, como sistema de átonos en RAE–Esbozo, de 1973, última ocasión en que la Real Academia Española se ha pronunciado oficialmente: “La Academia Española, teniendo en cuenta el origen etimológico de estas formas y la práctica más autorizada entre los escritores modernos, recomienda para el uso culto y literario la siguiente norma general: lo, para el acusativo masculino; la, 95 Dejamos a un lado los casos que aparecen en autores o personas de zonas distinguidoras por razones de estilo y las situaciones fruto de adstrato con lenguas indígenas en el español de América. Vid. FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ 1994: 73–74. 96 El adjetivo correspondiente, ‘leísta’, se aplicará a los hablantes que utilizan cualquier tipo de leísmo, así como a los partidarios de imponer cualquiera de sus variedades en la norma culta o correcta. Los términos ‘leísmo’ y ‘leísta’ adquieren en los diccionarios un sentido más restringido, porque el leísmo masculino singular y, sobre todo, el de persona siempre fue más frecuente, y en consecuencia las observaciones y discusiones se polarizan en torno a este punto.

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acusativo femenino; le, dativo de ambos géneros, y además como acusativo masculino de persona, pero no de cosa; en plural, los para el acusativo masculino; las, para el acusativo femenino; les, para el dativo de ambos géneros. Así, pues, tratándose de un hombre podemos decir indistintamente No lo conozco o No le conozco; pero si se trata de una mujer, solo podemos decir No la conozco; hablando de un libro, Lo tengo en casa”97. El leísmo de masculino singular o leísmo académico lo podemos representar así: II) Leísmo de singular o leísmo académico

‘SING.’ ‘PL.’

‘IMPL.’ (C.D.) ‘NO NEUTRO’ “concreto” ‘masculino’ ‘NO ‘NEUTRO’ “no NEUTRO’ personal” “personal” le lo los

‘NEUTRO’ “abstracto” ‘femenino’

la las

‘COMPL.’ (C.I.) ‘NO NEUTRO’ “concreto”

‘NEUTRO’ “abstracto”

‘masc.’/‘fem.’ le les lo

le

A este tipo de leísmo obedecen ejemplos como los siguientes: RAE–Esbozo: § 3.10.5.c. Sin embargo, la edición 21ª del DRAE−1992 (s.v. leísmo) amplía la tolerancia del leísmo al plural les referido a personas: “Empleo de la forma le y, con menos frecuencia les, de él en el acusativo masculino singular o plural cuando el pronombre representa a personas”. Este sería un leísmo en cierto modo reconocido o tolerado. En una segunda acepción añade otras referencias a ‘leísmos’ no admitidos: “Vicio de emplear la forma le o les para el acusativo masculino singular o plural cuando el pronombre no se refiere a personas, o para el acusativo femenino singular o plural”. La edición 22ª, DRAE−2001 (s.v. leísmo), viene a coincidir con la anterior: “1. Empleo de la forma le y, con menos frecuencia les, de él en el acusativo masculino singular o plural cuando el pronombre representa a personas. 2. Incorrección consistente en emplear la forma le o les para el acusativo masculino singular o plural cuando el pronombre no se refiere a personas, o para el acusativo femenino singular o plural”. De cualquier modo, los diccionarios no van de acuerdo en sus definiciones. Así, por ejemplo, en el DDL. (s.v. leísmo) también se lee algo parecido: “empleo del pronombre de dativo /le/ como objeto directo en sustitución de /lo/” pero luego se admite que puede ser empleado exclusivamente para persona masculina, y se considera correcto, o bien puede referirse a un objeto singular o plural, aunque en este caso es mucho menos frecuente”. El DTF (s.v. leísmo) amplía el fenómeno al femenino, pero sólo en singular; dice así: “Empleo exclusivo del pronombre personal le, como complemento directo, en lugar de lo y la. Así, voy a verle, en vez de voy a verlo o voy a verla”. No dice nada del leísmo de plural. 97

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Al niño le vi ayer. A la niña la vi ayer. El zapato lo compré ayer Eso lo vieron todos

Al niño le di el libro A la niña le di el libro

A los niños los vi ayer Los zapatos los compré ayer. A las niñas las vi ayer

A los niños les di el libro

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A eso no le doy importancia

A las niñas les di el libro

¿Qué se ha producido en este leísmo de singular o qué supone el leísmo de singular desde el punto de vista del género? Obviamente, como se advierte en el esquema, se ha introducido en el masculino singular del implemento (C.D.) una distinción de género que conforma las sustancias de “personal” / “no personal” (o “animado” / “inanimado”, ya que las fronteras entre lo “animado” y lo “personal” son muy difusas y fácilmente se pasa de una a otra noción)98. Dicho en otros términos, esto supone la reintroducción de los valores de una distinción genérica, perdida en el paso del latín al español, o quizá ya en latín: la del viejo neutro del indoeuropeo. Este leísmo de singular o leísmo académico, así descrito y representado, plantea algunas cuestiones, tanto de tipo teórico o metodológico como práctico: a) ¿Es posible mantener dentro de una misma categoría, la de los referentes átonos de 3ª persona en función de implemento (C.D.), dos tipos de neutro: un neutro conceptual, que conforma la sustancia de “abstracto” / “concreto” (Eso lo vieron todos) y un neutro que conforma una sustancia de “no personal” / “personal” (o “no animado” / “animado”) a partir del masculino singular (El zapato lo compré / Al niño le vi)? b) ¿Por qué este leísmo, que conforma la sustancia de “personal” / “no personal” (o “animado” / “inanimado”), no tiene plural? 98 Así lo plantea O. Jespersen cuando señala que “una distinción entre lo que está vivo y lo que carece de vida, o entre lo animado y lo inanimado, o a veces entre lo humano y lo no humano, lo personal y lo no personal (cosas que no siempre es fácil diferenciar) figura en las gramáticas de muchas lenguas, a veces en relación muy estrecha con el género y el sexo, otras veces independientemente de ellos” (JESPERSEN 1924/68: 279), y propone como ejemplo más claro de esto el caso de los pronombres del inglés.

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Con relación a la primera cuestión, parece que teóricamente no existe dificultad, sobre todo si tenemos en cuenta, además, que el neutro español conforma la sustancia “abstracto”, no la vieja indoeuropea o latina de “inanimado”. Un fenómeno análogo describe A. Meillet para el eslavo general99 y L. Hjelmslev, por su parte, esquematiza para el sorabo una situación aún más compleja100. Precisamente en este punto A. Meillet señala que esto no es algo particular del eslavo, sino que se da en español: “On sait que, en espagnol par exemple, on ‘bâtit une maison’, mais ‘on aime à un homme’ (a un hombre)”101. Precisamente la mayor analogía en 99

“A l’interieur du masculin singulier, il a été constitué une distinction entre un sous-genre ‘animé’ et un sous-genre ‘inanimé’ qui se manifesta seulement quand le nom en question est à l’accusatif, c’est-à-dire là surtout où il joue le rôle de complément direct d’un verbe: quand un nom masculin singulier désigne un être inanimé, son accusatif est identique au nominatif, tout comme s’il s’agissait d’un neutre; au contraire quand un nom masculin de même forme désigne un être animé, son accusatif est identique au génitif, et par suite distinct du cas sujet, le nominatif” (MEILLET 1919/58a: 208). 100 Vid HJELMSLEV 1956/72: 312. Bajo nuestro modelo de esquema la representaríamos así: ‘NEUTRO’ − “inanimado”

‘NO NEUTRO’ − “animado” “FEMENINO” “MASCULINO” “inanimado”

“animado” “no personal” “personal”

Y a este respecto L. Hjelmslev señala: “La antigua distinción heredada entre lo ‘animado” y lo ‘inanimado’ se presenta en efecto, al espíritu liberado de las concepciones de antaño, como una distinción semánticamente opaca entre lo ‘no neutro’ y lo ‘neutro’ [...]. Por esta razón la nueva distinción que se introduce en el masculino o en el plural entre lo animado y lo inanimado no es, para los hablantes, la ‘misma’ que la existente entre lo masculino-femenino respecto al neutro, y el nuevo sistema no comporta nada ilógico. No menos cierto es que la nueva distinción repite en principio la de antaño” (HJELMSLEV 1956/72: 313). 101 MEILLET 1919/58a: 208. S. Fernández Ramírez apoya esta interpretación: “Acaso debamos pensar en cierto grado de solidaridad entre el acusativo le(s) y el complemento–objeto con a” (FERNÁNDEZ RAMÍREZ 1964: 281). L. Hjelmslev, por su parte, no considera análogo al proceso de motivación del género en el eslavo el caso del empleo o no de la ‘preposición’ a + ‘implemento’ (C.D.): “El hecho español consiste en que el complemento directo viene introducido por la preposición a cuando se trata de la designación de un humano, pero también en otros muchos casos diferentes (basta consultar cualquier gramática del español para darse cuenta de esto)” (HJELMSLEV 1956/72: 302). Aunque, efectivamente, en la actualidad, y sobre todo en el lenguaje coloquial, el empleo de la ‘preposición’ a + ‘implemento’ (C.D.) no esté ligado a estos contextos de “animado”, sino a

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este punto entre ambos, eslavo y español, no viene dada por el empleo de la ‘preposición’ a + ‘implemento’ (C.D.), sino por este tipo de leísmo que comentamos, ya que además de conformar la oposición “personal” / “no personal” (o “animado” / “inanimado”), esto se hace, también a semejanza del eslavo, utilizando los formantes de ‘caso’ (o ‘función’), que en español ya no tiene formantes propios, sino que son combinaciones de formantes de género y número, como hemos señalado. En efecto, las semejanzas entre el fenómeno del eslavo y el leísmo español que comentamos son más que notables y las podemos detallar en las siguientes: 1ª) Introducción de una nueva distinción de ‘neutro’, en concreto, “personal” / “no personal” (o “animado” / “inanimado”). 2ª) Tal distinción se hace sobre el masculino singular. 3ª) La distinción se efectúa cuando el sintagma desempeña la función de implemento (C.D.). 4ª) La introducción de esta distinción de género se hace a costa de diferencias de caso–función: en el eslavo echando mano del nominativo para el “inanimado” y del genitivo para el “animado”; en el español utilizando para el “animado” la forma del singular del complemento indirecto (C.I.), le. resolver la ambigüedad en la identificación del sujeto en cualquier supuesto (p. ej.: La economía condiciona a la política); sin embargo, la implantación histórica de la ‘preposición’ a + ‘implemento’ se hizo a partir de contextos con ‘nombres propios’, pasando a ‘nombres de personas’ y a ‘nombres de seres animados’ (vid. MEIER 1948, MARTÍN ZORRAQUINO 1976, MONEDERO CARRILLO DE ALBORNOZ 1983). Habitualmente las gramáticas señalan fórmulas o reglas como la siguiente: “Con la preposición a, referido a personas, animales o cosas personificadas” (PÉREZ RIOJA 1965: 280). En nuestra opinión, ambos procesos de motivación del género, el de a + ‘implemento’ (C.D.) y el del leísmo suponen una motivación del género con semejanzas y diferencias. Lo semejante es que la motivación del género se hace dentro de la función de implemento (C.D.) y consiste en la conformación de una sustancia del tipo “no personal” / “personal”, con la particularidad, muy interesante, de que en ambos casos el proceso de conformación del género neutro lleva aparejado otro que lleva a la desaparición de las marcas distinguidoras de función entre implemento (C.D.) y complemento (C.I.). La diferencia reside —además de que se trata de procedimientos diferentes: preposición, en un caso, y combinación de marcas de género y número en el otro—, en que la distinción de casos: ‘implemento’ / ‘sujeto’ en un caso, se mantiene, en tanto que en el otro la motivación del género propicia una progresiva indistinción de casos o funciones hasta llegar a la indistinción total; al final en el proceso evolutivo del leísmo se pierden tanto la distinción de caso como la de género.

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Por su parte, la segunda cuestión, aparentemente inocua, lleva a tratar varios asuntos de notable interés. En primer lugar, resulta chocante que un leísmo que conforma unos valores de neutro de sustancia “personal” / “no personal” (o “animado” / “inanimado”) no tenga plural. La explicación de este hecho, basada en que la aparición del leísmo —entre otras causas— se debe a un fenómeno de analogía del paradigma de estos átonos de 3ª persona con los tónicos correspondientes (él, ella, ello), con los demostrativos (este, esta, esto, etc.) o con el artículo (el, la, lo)102, no es verosímil, ya que estamos, como se ha señalado, ante un nuevo tipo de neutro, distinto y coexistente en el mismo paradigma con el neutro conceptual —que es precisamente el neutro que encontramos en el personal tónico, en el demostrativo y en el artículo— y cuyos valores de contenido (“personal” / “no personal” o “animado” / “inanimado”) sí son compatibles con el plural. Sería, por tanto, esperable un leísmo de plural. 3.3.2.2. Leísmo de singular y plural Y en efecto existe un ‘leísmo de singular y plural’, tal como se muestra en el siguiente esquema103: III) Leísmo de singular y plural

‘IMPL.’ (C.D.)

‘COMP.’ (C.I.)

‘NO NEUTRO’ “concreto” ‘masculino’

‘femenino’

la las

‘NO NEUTRO’ “concreto”

‘NEUTRO’ “abstracto”

‘masculino’ ‘femenino’ le les

‘NO NEUTRO’

‘SING.’ ‘PL.’

‘NEUTRO’ “no personal” “personal” le lo les los

‘NEUTRO’ “abstracto”

lo

le

A este tipo de leísmo obedecen ejemplos como los siguientes:

102

Vid. LAPESA 1968/2000: 299, FERNÁNDEZ RAMÍREZ 1951: § 106 y 1964: 278. “Desde los textos más viejos el leísmo es mucho menos intenso en plural que en singular” (LAPESA 1968/2000: 297). 103

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Del Latín al Romance español: la evolución del género en los pronombres Al niño le vi ayer. A la niña la vi ayer. El zapato lo compré ayer. Eso lo vieron todos.

Al niño le di el libro. A la niña le di el libro.

A los niños les vi ayer. Los zapatos los compré ayer. A las niñas las vi ayer.

A los niños les di el libro.

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A eso no le doy importancia.

A las niñas les di el libro.

Una explicación más plausible de la ausencia de plural en el leísmo de singular o leísmo académico viene dada por su condición —según muchos autores— de solución de compromiso entre las tendencias leístas, laístas y loístas, y las presiones del sistema etimológico, en una pugna ya desde los Siglos de Oro, que hará que el sistema etimológico vaya recibiendo apoyos de literatos y académicos hasta llegar a la situación que refleja RAE– Esbozo, y que señalábamos arriba104. Pues bien, la solución académica actual se la debemos fundamentalmente a V. Salvá, que propone esa solución de ‘compromiso’: “Pudiera conciliarse esta especie de contradicción, estableciendo por regla invariable, usar del le para el acusativo, si se refiere á los espíritus ú objetos incórporeos y á los individuos del género animal; y del lo, cuando se trata de cosas que carecen de sexo, y de las que pertenecen á los reinos mineral ó vegetal. Así diré examinarle, si se trata de un espíritu, un hombre ó un animal masculino, y examinarlo, si de un hecho”105. Esta opinión de V. Salvá fue luego aceptada con matices por los gramáticos, por ejemplo A. Bello106, R.J. Cuervo107 y por la Real Academia Española108. 104

Vid. supra, §1.2.3.2.1. SALVÁ 1830/39: 165–166. 106 “La que a mí me parece aproximarse algo al mejor uso es la de Don Vicente Salvá: le representa más bien las personas o los entes personificados; lo las cosas” (BELLO & CUERVO 1847/1964: § 928). Pero A. Bello no rechaza del todo el laísmo: dice que conviene el leísmo para las personas y los entes personificados, y el laísmo limitado “a los casos que convenga para la claridad de la sentencia” (BELLO & CUERVO 1847/1964: § 930). 107 “Lo que Salvá propone y que algunos gramáticos han vuelto regla (porque los tales andan siempre a caza de reglas, aunque sean ilusorias), es una pura conciliación y no tiene fundamento en el uso general; no obstante, parece haber ejercido alguna influencia en moderar el loísmo de algunos andaluces” (CUERVO 1847/1964: nota 121). O con otras palabras de CUERVO (1895: 230): “de estas dos fuentes, Salvá y Bello, se ha derivado la regla a muchas gramáticas en España como en América”. 105

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Sin embargo, si bien la aparición de leísmo de plural (compatible o no con laísmo) es un hecho, también es cierto que históricamente es anterior el leísmo de singular al de plural, pues este último es muy escaso hasta el siglo XV, y siempre estadísticamente de menor frecuencia109. Ya hemos señalado que el recurso a la analogía con el personal tónico, el demostrativo o el artículo, que presentaban R. Lapesa y S. Fernández Ramírez como explicación de este fenómeno, no parece una explicación convincente o suficiente. 3.3.2.3. Los sistemas de leísmo de “contable”/“no contable” Tradicionalmente las investigaciones sobre los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo —señaladamente desde un punto de vista diacrónico— estaban limitadas al español escrito y, más concretamente, a los testimonios de literatos y gramáticos. Así todo, tomando como base el registro literario se advertía la complejidad de usos y que el leísmo de singular o académico no era sino una fórmula de compromiso, que pretendía unificar o regularizar el empleo culto o correcto, en su caso. F. García González abordó inicialmente sus investigaciones sobre los átonos pronominales como uno de los rasgos importantes del haz de isoglosas que le permitió deslindar muy precisamente la frontera lingüística entre el bable oriental y las hablas cántabras. Posteriormente sus 108

A mediados del siglo XIX la Real Academia de la Lengua empieza a cambiar de ideas respecto del leísmo. Debido probablemente a la influencia que ejercen en su seno escritores y gramáticos sobresalientes de regiones etimologistas o distinguidoras, como el aragonés Alejandro Oliván y el gallego Nicomedes Pastor Díaz. Además, por estas fechas, el director era Martínez de la Rosa, quien no miraba del todo mal al /lo/, como buen andaluz (lo solía utilizar en sus escritos). Por fin, en 1854 aparece la nueva gramática en la que la Academia admite indistintamente /le/ y /lo/ como acusativo (reconociendo que el uso no es tan uniforme como sería de desear). En las ediciones posteriores se mantiene este criterio, aunque en algunas se observa que muchos de los escritores más correctos evitan el uso de /lo/ refiriéndose a personas. Finalmente, en el siglo XX, en la edición reformada de 1920 se recomienda que /le/ se utilice sólo para el dativo, aunque se permite en acusativo cuando se refiere exclusivamente a personas. Es la postura última oficial de la Real Academia Española mantenida en RAE–Esbozo ( vid. supra,§ 1.2.3.2.1). 109 FERNÁNDEZ RAMÍREZ (1964: 281) señala que “el acusativo le(s) de persona arroja un índice de frecuencia insignificante (60 casos de les frente a 558 de los en mis recuentos) si se compara con el índice de frecuencia de le personal (1.176 casos de le frente a 517 casos de lo)”. Los mismos datos había manejado en FERNÁNDEZ RAMÍREZ (1951: § 106). Curiosamente el fenómeno que apreciábamos en el eslavo afectaba precisamente al singular.

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investigaciones al sur de la Cordillera Cantábrica, hasta la frontera con el andaluz, le pusieron en contacto con los fenómenos castellanos de leísmo, laísmo y loísmo, advirtiendo la gran variedad de sistemas y la complejidad de los mismos, ligados éstos no sólo a diferencias diatópicas (las primariamente interesadas), sino diastráticas y diafásicas110. Si bien F. García González da un avance resumido de tales investigaciones en 1981, el grueso de las mismas quedó desgraciadamente sin publicar111. Los datos aportados por F. García González en 1994 apuntan en una doble dirección: 1ª) En el dominio geográfico de los fenómenos de leísmo (y también laísmo y loísmo), y en niveles no cultos y ámbitos no urbanos, los sistemas de los átonos de 3ª persona no sólo son muy variados, sino que son notablemente distintos de los conocidos ‘leísmo de singular’ y ‘leísmo de singular y plural’. 2ª) Los sistemas más generalizados en esas zonas incorporan un leísmo de “contable” / “no contable”, análogo a los sistemas de átonos del bable oriental y, sobre todo, de las hablas cántabras del occidente de Santander112. Estos fenómenos ya le habían hecho concluir a F. García González lo siguiente: “Finalmente, creo que el fenómeno aquí expuesto se halla íntimamente relacionado con otro bien conocido: el leísmo. La tendencia a distinguir lo contable de lo no contable, aún viva en el habla rural, es probable que sea otra de las razones que contribuyen a explicar el arraigo del leísmo en Castilla”113. 110

Vid. GARCÍA GONZÁLEZ 1977–78, 1978, 1980. Vid. GARCÍA GONZÁLEZ 1981. Un resumen de todas sus investigaciones al respecto lo constituye GARCÍA GONZÁLEZ 1994. Asimismo, aspectos concretos se presentan en GARCÍA GONZÁLEZ 1996. 112 Vid. GARCÍA GONZÁLEZ 1980 para el bable oriental y GARCÍA GONZÁLEZ 1977–78 y 1978 para las hablas cántabras del occidente de Santander. 113 GARCÍA GONZÁLEZ 1981: 352–353. J. Neira ya había advertido una semejanza entre el fenómeno del leísmo castellano y el sistema de átonos del bable que incluyen los valores de “contable” / “no contable”: “Por otra parte, en el castellano hablado de la zona norte, se advierte una tendencia a la especialización de /lo/ como neutro frente a /le/ como masculino, tanto de persona como de cosa. De este modo, el leísmo en su fase más avanzada significa un sistema exactamente igual (en la forma del contenido) al del bable […]. La novedad del bable es que /lo/ puede referirse también a lo continuo” (NEIRA 1978: 275–276). 111

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Simultáneamente F. Klein−Andreu114, y posteriormente I. 115 Fernández−Ordóñez , han venido a confirmar en cuanto a los datos, y parcialmente también en cuanto a las interpretaciones, los planteamientos iniciados por el prof. García González. F. García González presenta como sistemas —en rigor, subsistemas— más generalizados, en el dominio castellano y en ámbitos no cultos y rurales, los dos siguientes116: IV) Leísmo de “contable” / “no contable”: (a) ‘SING.’ ‘PL.’

IMPLEMENTO (C.D.) ‘NO NEUTRO’ “contable”

‘NEUTRO’ “no contable”

‘MASC.’ le les

lo

‘FEM.’ la las

COMPLEMENTO (C.I.) ‘NO NEUTRO’ “contable” ‘MASC.’ le les

‘FEM.’ la las

‘NEUTRO’ “no contable”

lo[le] / lo[la] / lo[le]

Ejemplos117: Le(s) encontramos muy animado(s)... y... le(s) dimos buenos consejos. Le(s) compré usado(s)... y... le(s) puse forro(s) nuevo(s). La(s) encontró muy excitada(s)... y... la(s) dio un calmante. La(s) compré en las rebajas... y... la(s) cambié los botones. Lo ponían en una marmita, la leche... y... luego lo[la] echaban cuajo. Primero había que segarlo, el trigo, y luego darlo[le] vuelta. Eso ya lo sé... y no lo[le] doy importancia.

114

Vid. KLEIN–ANDREU 1979, 1980, 1981a y 1981b. Vid. FERNÁNDEZ–ORDÓÑEZ 1993, 1994, 1999 y 2001. 116 GARCÍA GONZÁLEZ 1994. 117 Es una zona laísta (lo que hemos reflejado en el cuadro), por una parte, y además las referencias del complemento en los casos de nombres continuos alternan lo/le para el masculino, trigo; lo/la para el femenino, leche; y lo/le para el neutro, eso. 115

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IV) Leísmo de “contable” / “no contable” (b) ‘SING.’ ‘PL.’

IMPLEMENTO (C.D.) ‘NO NEUTRO’ ‘NEUTRO’ “contable” “no contable” ‘MASC.’ ‘FEM.’ le la lo los las

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COMPLEMENTO (C:I.) ‘NO NEUTRO’ ‘NEUTRO’ “contable” “no contable” ‘MASC.’ le los(les)

‘FEM.’ la las

lo[le] / lo[la] / lo[le]

Ejemplos118: Los encontramos muy animados... y... los (les) dimos buenos consejos. Los compré usado(s)... y... los (les) puse forros nuevos.

Con relación a la distribución geográfica, F. García González presenta estas dos zonas dentro del conjunto de seis sistemas que distingue en el diasistema del personal átono del español (junto con el ‘sistema etimológico’, el ‘leísmo de singular’ y los sistemas fruto de adstrato con el vasco, en la Península, y con lenguas amerindias, en Hispanoamérica), describiéndolas de la siguiente manera: En tierras de Burgos (salvo la franja oriental), Palencia y Valladolid, con ligeras prolongaciones hacia Cantabria, León y Segovia, el pronombre singular depende de que el sustantivo combine el rasgo de ‘contable’ o ‘no contable’. Se usa le para masculino y contable, la para contable y femenino, y lo para lo continuo. En plural sólo les, las, según el género del sustantivo. Algo muy parecido ocurre en Cantabria, al norte, y en el centro de la Península, en tierras de Ávila, Madrid, Toledo y Ciudad Real (salvo La Mancha), con prolongaciones hacia Guadalajara, Soria, Segovia y, del otro lado, Cáceres y 118

Es lo mismo que el anterior, con la única diferencia de que para el plural el resultado es los, aunque en algún caso alterna con les. I. Fernández−Ordóñez con relación a su sistema (b), casi en todo coincidente con éste, hace la siguiente reflexión: “Este sistema es probablemente el que intentó describir Correas en la Salamanca de principios del siglo XVII y debe estar muy extendido en toda la provincia de Ávila, según nos lo hacen suponer anotaciones diversas sobre el leísmo, laísmo y loísmo (normalmente plural) de escritores nacidos en esta provincia. La explicitación de este sistema permite explicar algunas observaciones que se venían haciendo tradicionalmente sobre el loísmo: El hecho de que fuera menos frecuente en singular que en plural y que en los Siglos de Oro apareciera entre autores nacidos en las cercanías de Madrid” (FERNÁNDEZ−ORDÓÑEZ 1994: 89–90).

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Bonifacio Rodríguez Díez Badajoz. La diferencia con el sistema anterior estriba únicamente en que aquí las formas de plural son los, las”119.

¿Cómo cabe interpretar estos dos sistemas de leísmo de “no contable” / “contable”? Lo que ocurre en estas zonas, probablemente por influencia del sustrato —un sustrato de mayor influencia en otras zonas, las asturianas y cántabras— es una adaptación o reorganización del neutro latino al motivarse distinciones del tipo “no contable” / “contable”, que no deja de ser también otra especie de ‘neutro’, el llamado ‘neutro de materia’120. Por otra parte, de la misma manera que F. García González distingue en el leísmo de Santander numerosas variantes del sistema de átonos vinculadas a la oposición de valores de “contable” / “no contable”, análogamente encuentra, según los datos de sus encuestas, una notable variedad de ellos en la meseta castellana121. Tales variedades están ligadas no sólo a diferencias diatópicas —las más directamente intentadas y

119

GARCÍA GONZÁLEZ 1996: 398. FERNÁNDEZ−ORDÓÑEZ (1994: 84–90) coincide básicamente en la identificación de estos dos sistemas más generalizados, que denomina (a) y (b). 120 Para el ‘neutro de materia’ vid.: MENÉNDEZ PIDAL [1897–1906] 1962, CANELLADA 1944, ALONSO 1958/62, BLAYLOCK 1965, HALL 1968, PENNY 1970, NEIRA 1978, GARCÍA GONZÁLEZ 1989, KLEIN–ANDREU 1981b. F. Klein–Andreu explica el proceso de instalación de las distintas formas pronominales así: “Para que la distinción de limitación/continuidad se consolidara, hacía falta que entes de tipo opuesto —entes limitados— se designaran con formas distintas a lo. Inicialmente, pues, la distinción encontraría apoyo formal en referencia a femeninos, distinguiéndose, por ejemplo, referencias a casa, puerta, etc. (hechas por la) de referencias a leche, madera, etc. (hechas por lo). Para que se extendiera a masculinos (que el sistema casual no distingue de los neutros) habría que echar mano del clítico restante, le, para los entes limitados, masculinos” (KLEIN–ANDREU 1981a: 293). 121 Vid. GARCÍA GONZÁLEZ 1978. En la meseta castellana, además de los subsistemas (a) y (b) que hemos señalado, F. García González identifica otras cinco variantes en zonas fronterizas al oeste del dominio referencial castellano, desde el centro-suroeste de Salamanca hasta el centrooeste de León (GARCÍA GONZÁLEZ 1994). Sin embargo, nuestro análisis puede realizarse atendiendo únicamente a los dos subsistemas más generales que hemos señalado. Asimismo, I. Fernández-Ordóñez —además de los sistemas generales (A) y (B)— señala dos sistemas de transición: el (D), en el centro-este de León —al que habría que añadir el (C), en la parte más oriental del subsistema (A), al que nos referiremos más adelante -vid. infra, §1.2.3.2.4, nota 141y el (E), en la frontera oriental del subsistema (B) (FERNÁNDEZ−ORDÓÑEZ 1994: 90–100). Analizaremos a continuación, por su especial interés, éste último, que en nuestra exposición señalamos como V) (Un) sistema de transición entre leísmo de “contable” / “no contable” y el sistema etimológico.

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buscadas por estos autores—, sino también, sobre todo en zonas urbanas y en niveles cultivados, a diferencias diafásico–diastráticas. Son precisamente estas últimas diferencias las que pueden explicar los procesos de instalación de ciertas normas o usos —más o menos avalados por los gramáticos o la Real Academia Española—, el más representativo de los cuales es el que hemos denominado ‘leísmo de singular o leísmo académico’. Curiosamente, I. Fernández–Ordóñez encuentra en una zona de transición entre el castellano y zonas etimologistas un sistema de átonos de 3ª persona que viene a coincidir con el leísmo de singular o leísmo académico (con matices que no aparecen en el cuadro) y que podemos representar así122:

V) (Un) sistema de transición entre leísmo de “contable” / “no contable” y el sist. etimológ. ‘SING.’ ‘PL.’

‘IMPLEMENTO’ (C.D.) ‘NO NEUTRO’ “concreto” ‘masc.’ ‘NO “personal” le los

‘NEUTRO’ “abstracto”

‘NO NEUTRO’ “concreto” ‘masc.’/‘fem.’

‘NEUTRO’ “abstracto”

lo

le les

le

‘fem.’ ‘NEUTRO’ “no personal” lo

NEUTRO’

‘COMPLEMENTO’ (C.I.)

la las

El que este sistema sea una variante diatópica marginal o sea una variante diafásico–diastrática —tal como se ha presentado el ‘leísmo académico’— no tiene por qué condicionar el análisis, pero sí puede ayudar a intuir mejor las líneas explicativas. En efecto, I. Fernández–Ordóñez comenta a propósito de la zona en que aparece este sistema de transición lo siguiente: “En los lugares más próximos al sistema ‘etimológico’, le alcanza su máxima frecuencia con referentes personales; en cambio, cuando nos acercamos al sistema referencial, le se generaliza con todo tipo de referentes contables masculinos al tiempo que lo se introduce 122

“La segunda zona de transición se sitúa al sureste y comprende al menos la esquina noroccidental de Ciudad Real, el oriente de Toledo y el occidente de Guadalajara” (FERNÁNDEZ−ORDÓÑEZ 1994: 97).

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progresivamente en la referencia a los continuos femeninos”123. Parece, por tanto, que lo que se produce, a medida que el sistema de “contable” / “no contable” se adentra en zonas etimologistas, es pura y simplemente una desmotivación del valor de “no contable” o “continuo”, lo que se advierte palmariamente en las concordancias anafóricas del referente personal con sustantivos femeninos. No otra cosa habrá que suponer para el leísmo de singular o académico. En efecto, en la zona castellana, bien por presiones de cultos etimologistas, bien por una mera desmotivación de los valores de “contable” / “no contable” en los hablantes no rurales o cultos (análoga, por ejemplo, a la pérdida de la motivación de “tamaño” para el género, p. ej.: mazo / maza), y dada la condición de ‘complejo dialectal’ que anima al castellano en su formación, se propiciaría la aparición del leísmo académico124. Es decir, desaparecería la motivación “continuo” / “discontinuo” y se instalaría la oposición “personal” / “no personal” (o “animado” / “inanimado”) en nada ajena a la función de implemento, pues, desde la Edad Media había ido constituyéndose para oponer a + ‘implemento’ (= “personal”) / no a + ‘implemento’ (= “no personal”), como hemos señalado125. Curiosamente hemos visto que en el eslavo se instalaba una oposición análoga, “personal” / “no personal” (o “animado” / “inanimado”), también sobre el acusativo (= implemento) y, además, en el masculino singular, lo que quizás pueda ayudar a explicar que esta oposición aparezca primero en el singular y, por ello, sea más abundante el leísmo de singular que el de plural. ¿Qué ha ocurrido? Parece que la instalación del leísmo es más compleja de lo que a primera vista puede parecer: la de una mera introducción de una distinción “personal” / “no personal” sobre el sistema etimológico. En efecto, la pérdida de motivación de la oposición “contable” / “no contable” en un marco propicio a la motivación, en las viejas áreas referenciales, llevó a reanalizar los sistemas de leísmo de “contable” / “no contable”, que hemos presentado arriba. Esto se lleva a cabo de la siguiente manera: 123

FERNÁNDEZ–ORDÓÑEZ 1994: 97. Vid. GARCÍA DE DIEGO 1951/70. 125 Sería interesante seguir en paralelo las vicisitudes de la conformación de los valores de la combinación ‘preposición’ a + ‘implemento’ (en la actualidad prácticamente limitada a los valores meramente formales y negativos de ‘no sujeto’, despojada, por tanto, de valores semánticos), por una parte, y de los del leísmo, por otra. Vid. supra, nota 102. 124

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1º) En lo que se refiere al implemento (C.D.): (a) Se pasa a interpretar el neutro como en el sistema etimológico, ‘neutro conceptual’: “abstracto”, que tan solo suponía una segmentación del continuum de los valores del neutro ligeramente diferente a la que supone el valor de “inanimado”, como se ha señalado arriba. (b) Esta interpretación del neutro como “abstracto” permite motivar o dar nuevo significado a las tres formas disponibles (le, la, lo) en la función de ‘implemento’ (C.D.) en los sistemas referenciales para los entes “concretos”, de la siguiente manera: le ‘masculino’ – “personal o animado”, lo ‘masculino’ – “no personal o inanimado” y la – ‘femenino’; un lo en sincretismo con el lo masculino no personal quedaba para los entes “abstractos”, de forma análoga a como encontramos en otras categorías, tal como se ha señalado. (c) Ulteriormente, instalados los valores de “personal” / “no personal” en el sistema de átonos en el singular, se hizo inevitable la extensión de tales valores al plural, para lo que existían formas paralelas, les / los, que en los sistemas de “contable” / “no contable” estaban en una especie de distribución complementaria, dando lugar a los subsistemas referenciales (a) y (b) que hemos señalado, pertenecientes a zonas geográficas distintas. 2º) En el complemento (C.I.), que en los sistemas referenciales era paralelo al implemento (C.D.) −−es decir, se trataba de subsistemas internos idénticos de complemento (C.I.) y de implemento (C.D.) −−, se haría necesario un análogo proceso remotivador ante la desmotivación y pérdida de los valores de “contable” / “no contable”. Pero los resultados prácticos en este caso fueron diferentes: (a) Con relación a los subsistemas referenciales, que, como hipótesis, suponemos que están en la base de los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo, la desmotivación del ‘neutro de materia’

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(pérdida de la oposición “contable” / “no contable”) en el complemento (C.I.) da lugar a los siguientes resultados: - Se mantiene la motivación de género ‘masculino’ / ‘femenino’, ligada al “sexo”, es decir, se mantiene el laísmo que ya existía en los sistemas referenciales, en todo coincidente con el denominado laísmo en la tradición académica. Esto explica, por otra parte, el hecho de que el laísmo siempre supone el leísmo. Más difícil es explicar por qué, de hecho, el laísmo está como inscrito en el leísmo, siendo de menor extensión tanto geográfica como social126. Ello puede deberse al carácter de sistema de ‘compromiso’ (ámbitos ‘cultos’ y urbanos) del leísmo de “personal” / “no personal” y a la propia presión del sistema etimológico. - Se pierde el ‘neutro de materia’, es decir desaparece el neutro que designaba los “no contables”, pero no se pierde el neutro absolutamente: queda un neutro que conforma una sustancia de “abstracto”, el neutro conceptual del español (coincidente en su sustancia con el neutro de los adjetivos, artículo y otros pronombres); este neutro será referido por lo en el implemento (C.D.) en sincretismo con el ‘masc.’ y ‘sing.’, y además −−lo que es menester resaltar−−, referido por le, en sincretismo también con el ‘sing.’ (+ ‘masc.’, en caso de la existencia también de laísmo) en la función de complemento (C.I.)127: Eso lo vieron todos A eso no le doy importancia

(b) ¿Por qué, de forma generalizada y sistemática, no se motiva el loísmo?

126

Ello unido al hecho de que en ciertos ámbitos socio–culturales el laísmo está sociológicamente desprestigiado. 127 Más adelante advertiremos que en el sistema de leísmo o norma castellana no aparece el neutro le en el complemento: a eso no le doy importancia, como hemos señalado en el leísmo de singular (y plural) y aparece claramente en el sistema etimológico, sino que el referente neutro del complemento (C.I.) es lo: a eso no lo doy importancia. Vid. infra, §1.2.3.2.4

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- En primer lugar, por la peculiar naturaleza semántica del complemento, que está ligado —con notablemente mayor frecuencia estadística, aunque no de manera exclusiva— a entes “personales” o “animados”. Y, en segundo lugar, porque, de hecho, la realización del ‘neutro’ – “no contable” en el complemento —como se advierte en los dos subsistemas referenciales, que hemos señalado, los más generalizados— no es única y se halla poco fijada, alternando lo[le] “trigo” / lo[la] “leche” / lo[le] “eso” en ambos subsistemas, (a) y (b). - En segundo lugar, un loísmo de plural, los (mera variante de les) se da generalizadamente en el sistema (b), además de les, forma más restringida. Este loísmo de plural del sistema referencial (b) no tiene nada que ver con el loísmo de singular en los sistemas referenciales, de “contable” / “no contable” tanto en el implemento como en el complemento, pues, como decimos, es una mera variante, desmotivada, de les, forma del plural masculino del complemento en el sistema referencial (a) y forma mucho menos generalizada en el sistema (b). La causa de que en plural el loísmo del subsistema (b), los, lo consideremos desmotivado se debe a que en los sistemas referenciales, de “contable” / “no contable” el neutro no tiene plural128. Queda así el loísmo de plural, los, cuando se da —sólo en el subsistema (b)—, como un fenómeno aislado, asistemático y, sobre todo, como un mero cambio de significante (en lugar de les), pero sin constituir casilla diferente que pudiera ser portadora de valores semánticos. Por otra parte, el loísmo de singular, lo, en ambos subsistemas, (a) y (b), queda desfigurado en sus valores no sólo por su escasa frecuencia estadística, que hemos señalado, sino porque suele alternar con las otras dos variantes, le y la. De 128

No obstante, como veremos más adelante, esta realización de loísmo de plural, los, puede emparentarse con realizaciones análogas, yos ~ los, para el complemento (C.I.) de hablas asturianas y cántabras. Tendremos ocasión de analizar el alcance de estas realizaciones que en su ámbito no son variantes de les, sino las verdaderas y únicas realizaciones del complemento (C.I.) en plural. Vid. infra,§ 1.2.3.4

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ahí que, en buena medida, sea también una mera variante del significante. A su vez, la mayor generalización, de hecho, en el sistema (b) de “contable” / “no contable” de la forma los en el plural —si la comparamos con la frecuencia de lo en singular, que en ambos subsistemas, (a) y (b), tiene que alternar con lo y la—, puede explicar que el loísmo, asistemático y no motivado, pueda aparecer más en plural. En resumen, el problema del loísmo es que, aparecido como una evolución interna de sistemas de “contable” / “no contable”, fuera de estos sistemas, en el marco del castellano estándar aparece desmotivado −−ya lo era en plural en el sistema referencial (b)−− y sólo supone un cambio de significante, lo, los por le por les. A diferencia del leísmo, que pudo apoyarse —mientras eso duró— en una oposición del tipo “animado” / “inanimado”, o del laísmo, fácilmente motivado por los valores “macho” / “hembra” del género de algunos sustantivos, el loísmo, nacido, según nuestra hipótesis, al amparo de los mismos orígenes, se presenta en el marco del castellano estándar como asistemático. Sin embargo, como veremos, en el caso del leísmo generalizado, el actual sistema o norma castellana, vuelve a motivarse un loísmo nuevo y distinto, lo en función de complemento (indirecto), pero motivado como el neutro conceptual español, que precisamente no tiene plural: a eso no lo doy importancia. Este análisis que hemos realizado, que pretende ser más ontogénico que filogénico, da entender que el leísmo puede interpretarse como una evolución interna del sistema de átonos de 3ª persona en zonas castellanas (así como el laísmo y el loísmo), precisamente a partir de sistemas que en su origen o primera instalación ofrecían valores de “contable” / “no contable”. I. Fernández−Ordóñez considera que esta evolución “es fruto de haber reanalizado el sistema ‘etimológico’ ante la presión en avance del sistema referencial”129. Sin embargo, esta opinión no es admisible ni cuadra con otros planteamientos de esta autora, que sugerirían casi lo contrario. Que de hecho puede haber habido presiones del sistema etimológico, tanto 129

FERNÁNDEZ−ORDÓÑEZ 1994: 99.

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por vía culta como en zonas de transición, es evidente. Ahora bien, éstas han de interpretarse no como presiones de sistema a sistema que supongan una especie de contagio, sino en la medida que esas presiones pudieron ser paralelas a la pérdida de la motivación de los valores de “no contable” o “continuo”; es decir, que tales sistemas de “contable” / “no contable” evolucionaron internamente hacia la desmotivación del neutro de materia, con o sin influencias diastráticas o diatópicas del sistema etimológico. A partir de ahí lo que ocurre es un reajuste interno de los sistemas referenciales castellanos, que acaban en el leísmo de “personal” / “no personal”. Una presión directa y pura del sistema etimológico hubiera supuesto, quizás, una cierta reintroducción de las desinencias casuales, cosa que no se produce. 3.3.2.4. Leísmo generalizado o norma castellana Sin embargo, la situación no queda anclada aquí. En la actualidad una encuesta informal por las ciudades castellanas da cuenta de que el leísmo de “personal” / “no personal” ha desaparecido y que lo que existe es un leísmo generalizado, que es la norma castellana que señala S. de los Mozos130: VI) Leísmo generalizado o norma castellana ‘SING.’ ‘PL.’

‘IMPLEMENTO’ ‘NO NEUTRO’ “concreto” ‘masc.’ ‘fem.’ le la les las

‘NEUTRO’ “abstracto” lo

‘COMPLEMENTO’ ‘NO NEUTRO’ ‘NEUTRO’ “concreto” “abstracto” ‘masculino’ ‘femenino’ le la lo les las

A este tipo de leísmo obedecen ejemplos como los siguientes: Al niño le vi ayer. 130

Al niño le di el libro.

Vid. MOZOS 1984b: 26, donde propone los siguientes ejemplos:

Sistema etimológico LO visité para darLE la noticia LA visité para darLE la noticia Eso no LO entiendo, pero no LE doy importancia LOS visité para darLES la noticia LAS visité para darLES la noticia

Sistema castellano LE visité para darLE la noticia LA visité para darLA la noticia Eso no LO entiendo, pero no LO doy importancia LES visité para darLES la noticia LAS visité para darLAS la noticia

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A la niña la vi ayer. El zapato le compré ayer. Eso lo vieron todos.

A la niña la di el libro.

A los niños les vi ayer. Los zapatos les compré ayer. A las niñas las vi ayer.

A los niños les di el libro.

A eso no lo doy importancia.

A las niñas las di el libro.

S. de los Mozos compara únicamente el sistema etimológico con esta norma o sistema castellano y presenta como explicación que el cambio se ha producido, desde el primero hasta el segundo (se da la impresión de que el proceso se ha dado desde el sistema etimológico hacia el leísmo generalizado), por efecto de la analogía con la 1ª y 2ª personas, en las que se da indistinción entre formas de implemento y complemento131:

‘Implemento’ y ‘Complemento’

‘sing.’

me

te

le

la

lo

‘plur.’

nos

os

les

las

Es decir, le para el masculino, la para el femenino y lo para el neutro. Asimismo, el plural se construye en estricto paralelismo con el singular: les, las, sin forma neutra, ya que el neutro español, como hemos señalado, no tiene plural. Curiosamente, en buena parte este sistema de leísmo generalizado o norma castellana viene a coincidir exactamente con el sistema o paradigma neológico que señala R. Lapesa para el leísmo en el supuesto de que los cuatro hechos concomitantes o manifestaciones de la tendencia neológica —que hemos mencionado al principio de esta exposición— se hubieran consumado132: “Si todos estos cambios —dice R. Lapesa— hubieran triunfado, habrían dado lugar a un sistema coherente sin oposición de caso, con le masculino, la femenino y lo neutro para el singular, y los masculino, las femenino para el plural”133.

131

MOZOS 1984b: 24–26. El planteamiento de S. de los Mozos es el tradicional desde CUERVO 1895, que posteriormente es recogido por el mismo R. J. Cuervo en las notas 106 y 121 de BELLO & CUERVO 1847/1964, FERNÁNDEZ RAMÍREZ 1951: §§ 105–108, LAPESA 1968/2000, etc. 132 Vid. infra, § 1.2.3.4. 133 LAPESA 1968/2000: 299.

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Pero quizás lo más significativo de este sistema o norma castellana radique en que se consuma la indistinción de casos–funciones entre implemento y complemento134. Lo que ha ocurrido es una generalización de la forma le, que implica la pérdida total de las distinciones de caso o de función y también de género (salvo lo que diremos a propósito del neutro), pues el leísmo de ‘personal’ / ‘no personal’ aún mantenía formalmente la oposición de caso para los “inanimados” o “no personales”, si bien de hecho —habida cuenta de la naturaleza semántica del complemento, generalmente referido a personas, animales o cosas personificadas— la pérdida de distinciones casuales o de función ya era efectiva. Así pues, se advierte que en español la pérdida de estas distinciones casuales o de función referidas por los átonos pronominales de 3ª persona no condiciona gravemente la comprensión del mensaje, de tal manera que tales distinciones habrán de quedar referidas por el contexto semántico del mensaje, generalmente redundante. En este sistema de leísmo generalizado o norma castellana aparece un loísmo de neutro, motivado, que cabe interpretar —en una primera instancia— como resultado de un mero paralelismo analógico entre el sistema de átonos de implemento (C.D.) y complemento (C.I.). Es decir, el leísmo generalizado lleva a igualar los átonos no neutros de implemento y complemento. Pero, de hecho, la analogía va más allá, a igualar el sistema completo, también en cuanto al neutro, estadísticamente muy escaso en el complemento: eso lo vieron todos / a eso no lo doy importancia). Ahora bien, creemos que este loísmo de neutro de la norma castellana queda fuera o apartado del loísmo tradicional, de que hablábamos arriba y el lo no es un mero sustituto del le del sistema etimológico o de los sistemas de leísmo de singular o plural. Este loísmo del neutro (le, la, lo como referentes también del complemento) hace explícitas las diferencias entre masculino y neutro que en el sistema etimológico estaban en sincretismo con el masculino (lo, la, lo) en el implemento, quizás, aquí sí, por efecto de la analogía con el demostrativo (este, esta, esto), el artículo 134

Decimos “se consuma” porque en el fondo estamos pensando en una evolución ‘sistema etimológico’ → ‘leísmo de singular o leísmo académico’ → ‘leísmo de singular y plural’ → ‘leísmo generalizado o norma castellana’. Pero quizás no siempre, o no en todos los lugares, se haya seguido este proceso. Tengamos en cuenta que en los subsistemas referenciales, (a) y (b) tampoco existen diferencias funcionales entre implemento y complemento.

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(el, la lo) y el personal tónico de 3ª persona (él, ella, ello), aunque, como veremos, hay que suponer implicaciones más profundas e internas en la aparición de este ‘loísmo’ motivado. S. de los Mozos —y la mayoría de los estudiosos— comparan esta norma o sistema castellanos con el sistema etimológico135. También se establecen comparaciones entre la norma o sistema castellanos y el leísmo de singular o leísmo académico, y el leísmo de singular y plural. Pero quizás se pueda entender mejor la norma actual castellana comparándola precisamente con los sistemas de leísmo de “contable” / “no contable” que algunos autores, como hemos visto, han identificado en amplias zonas de la meseta castellana. Si se comparan directamente estos subsistemas de leísmo de “contable” / “no contable” con el sistema de leísmo generalizado o ‘norma castellana’ se encuentran muy claras semejanzas —quizás habría que decir extraordinarias semejanzas— entre ambos: a) En ambos, sistema de “contable” / “no contable” y sistema castellano, se da completa indistinción entre implemento (C.D.) y complemento (C.I.). Se trata de subsistemas internos en todo paralelos, idénticos. b) En ambos hay laísmo. c) En ambos hay loísmo motivado, bien que en uno ligado a valores de “no contable” y en el otro, a valores de “abstracto”136. d) En ambos el neutro, “no contable”, en uno, y “abstracto”, en otro, no tiene plural, por las razones obvias que se han mencionado. A partir de aquí podemos señalar algunas conclusiones que permiten aclarar los tradicionales fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo: 1º) Los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo constituyen una evolución interna del sistema de átonos latino de 3ª persona en el ámbito geográfico de Castilla (las dos Castillas) y León, a partir, 135

MOZOS 1984b. Fuera queda el loísmo de plural, los, del subsistema (b), que es un loísmo no motivado si lo consideramos una variante del les del subsistema (a) o de variantes del (b). Pero si lo consideramos aisladamente equivale al loísmo yos del asturiano. 136

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muy probablemente, de una influencia sustratística, que llevó ya desde los orígenes a un leísmo de “contable” / “no contable”, con pérdida de los valores de caso o función, es decir, con indistinción total entre las funciones de implemento y complemento, tal como muestran los subsistemas referenciales (a) y (b). 2º) Posteriormente, en la aparición de los valores de “personal” / “no personal”, que encontramos en el leísmo académico o de singular (y también en el leísmo de singular y plural) —en zonas urbanas, sobre todo—, van a intervenir tanto la presión del sistema etimológico — sobre todo por vía diastrática y diafásica: niveles y estilos cultos— como la propia desmotivación de los valores de “contable” / “no contable” en zonas castellanas y leonesas. 3º) La evolución ulterior de los sistemas de leísmo tradicional va también a caballo de otro proceso desmotivador, el de los valores de “personal” / “no personal”, que advertimos en el leísmo generalizado o norma castellana, quizás en paralelo con lo que ocurre con la evolución de esos mismos valores en la combinación sintáctica de ‘preposición’ a + ‘implemento’. 4º) En la norma castellana que, como vemos, desmotiva la oposición “personal” / “no personal” (o “animado” / “inanimado”) en el implemento (C.D.), sin embargo se mantiene (o bien, se desarrolla, según se establezcan las comparaciones con el sistema precedente), por una parte, el laísmo (apoyado por el género de los sustantivos), ya que éste se reproduce en el complemento; pero, por otra parte, se motiva también el ‘loísmo’ (uso de lo, frente al masc. le y el fem. la) generando (si se compara este sistema con el etimológico) o, quizás mejor (si se compara este sistema con el referencial), desplazando los valores del neutro del complemento de expresar lo “continuo” en los sistemas referenciales a expresar lo “abstracto” en el leísmo generalizado de la norma castellana. Se consuma así la analogía o identidad de ambos subsistemas, el de implemento y el de complemento; lo que, por otra parte, se advertía claramente en los sistemas referenciales. En resumen, al comparar los subsistemas referenciales y la norma castellana, podríamos decir, de alguna manera, que la evolución ‘normal’

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de los sistemas referenciales, por efecto de la aludida desmotivación del neutro de “contable” / “no contable” (y su correspondiente remotivación en neutro “concreto” / “abstracto”), es el leísmo generalizado de la norma castellana, que mantiene las características fundamentales del sistema, que hemos concretado en las cuatro semejanzas señaladas. Por tanto, habrá que interpretar que el sistema de leísmo generalizado de la norma castellana es fruto de una adaptación directa del sistema referencial, tal cual, bien que perdida la motivación de “contable” / “no contable”, meramente sustituida por la de “abstracto” / “concreto”, el neutro conceptual del español. Si esto es así, cabe interpretar los sistemas de leísmo de singular o leísmo académico y leísmo de singular y plural como sistemas de transición o compromiso: compromiso oficial en el leísmo de singular y transición real en el leísmo de singular y plural137. Finalmente, ¿por qué tenemos el loísmo de neutro motivado en la norma castellana y no en los sistemas de leísmo de “personal” / “no personal”? Quizás porque la presencia de la oposición “personal” / “no personal” aún permitía diferenciar implemento (C.D.) y complemento (C.I.) en los “no personales” (si bien, ciertamente, los sustantivos en función de complemento indirecto son en su mayoría estadística “personales”): el(los) zapato(s) lo(s) compré / al(os) zapato(s) le(s) arreglé la suela eso no lo vi / a eso no le doy importancia

Es decir, cuando el leísmo es motivado, distingue “personal” / “no personal” en el implemento, siendo el “no personal” lo (en sincretismo con el implemento neutro de valor “abstracto”, también lo). En esta situación se haría difícil repetir la misma forma lo para el complemento indirecto neutro (en una especie de segundo sincretismo). Y esto por dos motivos: 1º) En primer lugar, porque se generarían tres lo en sincretismo, dos a dos:

137

Ciertamente, a estos sistemas de transición y compromiso que hemos señalado hay que añadir otros varios sistemas de átonos que, según hemos señalado, distinguen los investigadores en el ámbito geográfico que cubren los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo. Vid. supra, nota 113.

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- Implemento (C.D.) masc. sing. “no personal”: el zapato lo compré ~ los zapatos los compré; - Implemento (C.D.) neutro “abstracto”: eso lo vimos todos; y - Complemento (C.I.) neutro “abstracto”: a eso no lo doy importancia. Ciertamente, sería difícil mantener estos tres tipos de lo, a la vez sincretismo ‘masc. sing’ + ‘neutro’ y ‘implemento’ + ‘complemento’. De ahí que en el leísmo de singular y plural (que incluye laísmo) —como también en el leísmo de singular— el neutro del complemento (C.I.) no se distinga del masculino: a ese no le doy importancia / a esa no la doy importancia / a eso no le doy importancia. 2º) En segundo lugar, porque la función del complemento (C.I.) quedaría suficientemente referida por le, tanto para el masculino como para al neutro, en la medida de que estadísticamente los neutros en función de complemento son escasos y las posibilidades de confusión con los dos lo en función de implemento pocas. Por esto, ante la posibilidad de alguna confusión primaría la designación de la función, complemento, sobre la de género. Pero cuando el lo del implemento ya no designa el masculino singular “no personal”, sino sólo el implemento “neutro”, frente al masculino le, tanto “personal” como “no personal”, y ya se han deshecho las diferencias de caso−función entre implemento y complemento, se puede motivar en el complemento (C.I.), en analogía con el implemento (C.D.), el valor del neutro “abstracto”, lo, aunque sea estadísticamente escaso: a ese no le doy importancia / a esa no la doy importancia / a eso no lo doy importancia. Y al mismo tiempo se completa la analogía con el implemento (C.D.): a ese le vi ayer / a esa la vi ayer / eso lo vieron todos Sin embargo, con relación al asunto que nos ocupa, el loísmo, quedan por hacer algunas reflexiones. Advertimos que en los sistemas referenciales, a) y b), que propone F. García González no hay total paralelismo entre el neutro, “no contable”, del implemento (C.D.) y el del complemento (C.I.), aunque se trate de subsistemas internos paralelos. F. García González advierte una vacilación lo / le (“trigo”), lo / la (“leche”) y

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lo / le (“eso”) en los referentes del complemento (C.I.), lo que puede ser indicio de que se podría estar produciendo la desmotivación de la oposición “no contable” / “contable” a favor, en unos casos de le, por confusión con el masculino, y en otros casos a favor de la, por confusión con el femenino. Hay que tener en cuenta que la posibilidad de que aparezcan elementos “abstractos”, “no contables” e, incluso, “no personales” en la designación del complemento es estadísticamente escasa. Pero, por otra parte, el sistema referencial b) de F. García González incluye como referente del complemento masculino plural a los (y en algunas zonas de este sistema también alternando con les)138. El hecho de que en el sistema referencial castellano b) el masc. plur. “contable” vaya referido por los (alterne o no en algunas zonas con les) nos pone delante de un loísmo de plural idéntico al que veíamos en el dialecto leonés de Asturias. Obviamente este loísmo de plural, los, tanto en el leonés como también en ciertas zonas referenciales castellanas, que acabamos de señalar, no es una mera variante de les, como señala la doctrina gramatical al uso, sino que es la forma propia del complemento masc. plur. “contable”, surgida muy probablemente —no tanto por las explicaciones analógicas tradicionales, que hemos señalado— cuanto por una mera analogía ‘implemento’ – los (forma etimológica) → ‘complemento’ – los en el sistema b), ya que ambos subsistemas, de implemento (C.D.) y complemento (C.I.), tienden a un paralelismo completo. A su vez, la presencia de les como masc. plur. “contable” en el implemento, forma manifiestamente antietimológica, no es sino fruto de la analogía con les, masc. plur. “contable” del complemento, esta forma sí etimológica, por efecto igualmente de la analogía complemento → implemento del sistema a), que iguala completamente los subsistemas de implemento y complemento. Lo peculiar de algunas zonas asturianas no es precisamente 138

Con los sistemas a) y b) de F. García González vienen a coincidir los sistemas A) y B) de I. Fernández-Ordóñez. La ‘complejidad’ los (les) para el masc. plur. “contable” del subsistema b), según F. García González, la resuelve I. Fernández−Ordóñez proponiendo un tercer subsistema, C), para las zonas en que tanto en el implemento y el complemento alternan les ~ los para el masc. plur. “contable”: “No obstante, la generalización de les o de los debe haber sido relativamente moderna, ya que en algunas áreas del sistema referencial ambas conviven en estado de relativa igualdad para referir a posiciones sintácticas de objeto directo o indirecto (este y sur de Burgos, sur de Valladolid, norte y centro de Segovia, oeste de Soria)” (FERNÁNDEZ– ORDÓÑEZ 1999: 1362).

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la analogía gramatical de la terminación [−os], yos, que habría que explicarla de la misma forma que para los sistemas referenciales castellanos, sino la analogía fonética con el singular, la [y], i ~ ye / yos, por ejemplo. 3.3.2.5. El grado extremo de leísmo o ‘leísmo total’ Finalmente, lo que podríamos llamar ‘grado extremo del leísmo’ consiste en utilizar /le/-/les/ como únicas formas pronominales para la tercera persona, como se refleja en siguiente esquema: VII) Grado extremo de leísmo o‘leísmo total’

‘IMPLEMENTO’ ‘NO NEUTRO’ “concreto”

‘masc.’ ‘SING.’ ‘PL.’

‘NEUTRO’ “abstracto”

‘fem.’ le les

‘COMPLEMENTO’ ‘NO NEUTRO’ ‘NEUTRO’ “concreto” “abstracto ” ‘masc.’

le

‘fem.’ le les

le

Por ejemplo: A Juan le he visto. El abrigo le he comprado. Eso blanco hay que quitarle después; ya te le dije (“lo”). Hemos venido a visitarle a Tere.

Este fenómeno se localiza en el País Vasco y en sus inmediaciones (Navarra, noroeste de La Rioja, oriente de Santander) y en América, en zonas de adstrato amerindio, ocurre también, con variantes, en Ecuador y Paraguay. En el caso de la Península Ibérica se debe al influjo de la lengua vasca, que no distingue los géneros en el sistema de referentes. Tales anomalías llegan incluso hasta la manifestación escrita de los autores más sobresalientes: Mi madre se ponía donde yo no le viera139. A la hija de doña Violante... le han cogido con el novio, y ¿Por qué le riñen a Irene?140 139 140

M. de Unamuno en La tía Tula (citado en RAE–Esbozo: 206). P. Baroja en La busca (citado por MARCOS MARÍN 1978. 257).

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En la Edad Media aparecen algunos casos de este tipo en las obras de Berceo, como: Quisieron acorrelli (“al alma”)141.

Esto es, conforme a los ejemplos que venimos manejando: Al niño le vi ayer. A la niña le vi ayer. El zapato le compré ayer. Eso le vieron todos.

Al niño le di el libro. A la niña le di el libro.

A los niños les vi ayer. Los zapatos les compré ayer. A las niñas les vi ayer.

A los niños les di el libro.

A eso no le doy importancia.

A las niñas les di el libro.

Se trata de un leísmo que nada tiene que ver con el que venimos analizando, en sus diferentes variantes. En este caso el hablante de lengua materna vasca, cuando aprende castellano sólo es capaz de reproducir un sistema de átonos —para implemento como complemento, como para masculino, femenino y neutro— con variación singular / plural: le / les142. Sería un claro caso de sustrato o adstrato vasco. Con relación al islote de leísmo total del islote que aparece en América, en zonas de adstrato amerindio (parte de Ecuador y Paraguay, etc.) hay importantes autores que lo achacan al superestrato vasco, ya que los más destacados y prestigiosos entre los primeros colonizadores de aquellas tierras parecen haber sido castellanos viejos y vascos143. Sin embargo, en este segundo caso, hay que pensar que el sustrato o adstrato amerindio, guaraní y quechua, es el que verdaderamente está en el origen de ese leísmo americano y no, por interesante que parezca, un superestrato vasco.

141

En Milagros, 274. Pero si los hablantes de lengua materna vasca aún tienen un escaso dominio del castellano no utilizan referentes para el implemento. 143 Vid. GRANDA 1979. En relación con estos colonizadores se explica también la ausencia de yeísmo y las articulaciones asibiladas de /r/, así como la pronunciación especial del grupo /-tr-/, semejante a la que perdura aún en zonas riojanas, navarras y aragonesas. 142

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En la descripción interna del dialecto de estos lugares no debe hablarse de leísmo, pues ya no hay más que una sola función. Los referentes pronominales no distinguen la oposición ‘implemento’ / ‘complemento’ de otros lugares, son idénticos en ambos casos: /le/–/les/. Pero, desde el punto de vista global de las variedades del idioma español, constituyen la modalidad extrema del fenómeno que conocemos como ‘leísmo’144. En este tipo de leísmo —grado extremo de leísmo o ‘leísmo total’— nos sitúa ya fuera del objeto de nuestro trabajo: la motivación del género en los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo del castellano. Como vemos, este leísmo total no es efecto de la evolución interna del castellano, sino fruto del sustrato o adstrato de lenguas en contacto; precisamente de lenguas muy distintas al castellano y muy alejadas geográficamente y distintas entre sí. 3.3.3. Laísmo El ‘laísmo’ consiste en utilizar /la/ o /las/ o ambas formas en función de complemento (C.I.)145. Hay también diversas variedades de laísmo, como ya implica la definición: puede haber laísmo sólo en singular, o bien en singular y plural; a lo que hay que añadir la posible información sobre “personal” / “no personal” o “animado”/“inanimado”. Por ejemplo: A María la dije que viniera. A algunas señoras las gusta el vino.

El laísmo gozó siempre de menor prestigio que el leísmo. En la actualidad está desterrado de la norma culta y literaria (pero aún así pueden encontrarse muestras con cierta facilidad en boca o en obra escrita de autores castellanos). Se localiza en la misma zona geográfica que el leísmo, pero en un área más reducida. Así, pues, aunque hemos descrito independientemente uno y otro fenómeno, en la realidad no se manifiestan

144

Para este tipo de ‘leísmo total’, vid. FERNÁNDEZ–ORDÓÑEZ 1994: 107–114 y 1999: § 21.3. O dicho de otro modo: presencia de /la/ o /las/ o de ambas formas en el paradigma de los referentes del complemento (C.I.). La primera definición está más próxima al enfoque sintagmático, la segunda, al paradigmático. Lo mismo podíamos haber hecho con el leísmo: definirlo desde el punto de vista sintagmático o paradigmático. El DRAE–2001 (s.v. laísmo) señala: “Empleo irregular de las formas la y las del pronombre ella para el complemento indirecto”. 145

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por separado. El laísta será siempre leísta, lo cual no implica lo contrario146. Al parecer, el laísmo es más corriente en singular que en plural, y en la mención de persona que en la de cosa (aunque en este punto es difícil establecer diferencias, ya que los sintagmas en función de complemento, y por ende, los referentes pronominales correspondientes, designan en la mayoría de las ocasiones entes animados, sobre todo personas). En resumen, el laísmo si bien tiene un prestigio sociológico escaso, sin embargo está muy arraigado porque motiva la oposición “masc.” / “fem.” en el complemento (C:I.), acentuando el paralelismo con el implemento (C.D.). Si bien, en los últimos tiempos la presión cultista y etimologista lo tienen relegado a estándares socioculturales bajos su posibilidad de permanencia es alta, por su apoyatura en el género de los sustantivos. 3.3.4. El loísmo La tradición académica ponía en relación y trataba conjuntamente los tres fenómenos que caracterizan ciertos cambios en el sistema de los átonos de 3ª persona: los llamados ‘leísmo’, ‘laísmo’ y ‘loísmo’. Independientemente de la concreta naturaleza de estos fenómenos y de las discusiones sobre sus causas, el loísmo aparece siempre como un tertium quid, casi siempre meramente formal, al que no se presta especial atención. Sin embargo, el estudio del loísmo plantea curiosas y raras cuestiones, que convendría delimitar, deslindar y definir. Por otra parte, dentro de la propia terminología de estos fenómenos, la del loísmo era confundidora. En efecto, el adjetivo correspondiente a loísmo, ‘loísta’, hacía referencia, todavía en la 19ª edición del Diccionario de la RAE (DRAE–1970), a los que utilizaban el sistema etimológico: “Aplícase al que usa siempre el lo para el acusativo masculino del pronombre él”. Sólo a partir de la 21ª edición (DRAE–1992), (la 20ª, DRAE–1984, es de transición y en ella se hacen coincidir las dos acepciones), se incorpora la acepción única que hace referencia al

146

En Santander, por ejemplo, es corriente el leísmo, especialmente el que distingue “contable” / “no contable”, pero en las comarcas montañosas y en los núcleos rurales en general no ha prendido el laísmo.

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fenómeno del loísmo, que se define así: “Vicio consistente en emplear las formas lo y los del pronombre él en función de dativo”147. También aquí, en el caso del loísmo —como en el problema general en el que se inscribe, el de los fenómenos de leísmo, laísmo (y loísmo)—, la referencia a R. Lapesa nos sitúa en el centro del problema y ya nos va a dar las claves o los indicios del camino que hay que seguir. Las referencias al loísmo aparecen siempre al socaire del leísmo, pero, curiosamente, en el planteamiento general que hace R. Lapesa, no son pocas. Así, R. Lapesa interpreta la aparición del leísmo como efecto de la forma interior del español, que le lleva a motivar la noción de “personal” en los referentes átonos de la 3ª persona. Pero a ello añade otro factor: el de la analogía con la triple distinción de género en otras categorías, p. ej.: en el personal tónico de 3ª persona (él, ella, ello), en el demostrativo (este, esta, esto; etc.), etc. Esta tendencia neológica, que implica un proceso de eliminación de las distinciones de casos (mejor, de funciones), dará lugar —según el propio R. Lapesa— a otros fenómenos o hechos concomitantes y subsiguientes al leísmo originario: a) extensión del leísmo al acusativo de cosa; b) laísmo o extensión de la, las al dativo femenino; c) loísmo antietimológico en el plural, a costa del dativo masculino les; y d) empleo de lo para el dativo neutro148.

Advertimos, con una cierta sorpresa, que dos de estas cuatro consecuencias del paradigma neológico del leísmo se refieren a lo que denominamos loísmo; siendo así que el loísmo es sentido en la tradición gramatical como marginal y secundario. Veamos a continuación, completando los cuatro puntos anteriores, lo que señala R. Lapesa a propósito del loísmo: - En primer lugar, en el punto c), el loísmo es considerado antietimológico, en concreto, el loísmo de plural149. 147

En DRAE-2001 (s.v. loísmo) se matiza: “Error consistente en emplear las formas lo y los del pronombre él en función de dativo”. Por su parte DTF (s.v. loísmo) señala: “Uso del pronombre personal lo como complemento indirecto masculino, que se considera como extremadamente plebeyo: lo di una bofetada”. 148 LAPESA 1968/2000: 299.

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- En lo que se refiere al loísmo del singular a R. Lapesa no se le escapa lo siguiente: “[el empleo de lo para el dativo neutro] no ha pasado nunca de excepcional; y por si todo ello fuera poco, ha surgido también algún lo para el dativo masculino singular, contrariando juntamente a la etimología y a la distinción entre masculino y neutro”150. - Es decir, R. Lapesa advierte dos diferentes loísmos de singular: un loísmo de dativo neutro, que, según sus palabras, no ha pasado nunca de excepcional; y, por otra parte, un loísmo de dativo masculino singular. En el desarrollo y en la ejemplificación ulteriores, en los apartados en que vuelve a tratar del loísmo, encontramos las siguientes afirmaciones: El loísmo antietimológico, es decir, el uso de lo, los para el dativo masculino, aparece en plural antes y con más frecuencia que en singular. De todos modos nunca 151 abunda, aunque los testimonios no sean raros, en ninguna época . El singular lo por le es más raro, al menos en la lengua escrita. Se da en textos 152 leoneses de la Edad Media .

Es decir, el loísmo como sustituto en el complemento (C.I.) del masculino es, evidentemente, antietimológico. Y, por otra parte, es aparentemente raro: está más generalizado y es más antiguo en plural que en singular; si bien encontramos testimonios en todas las épocas, desde la plena Edad Media. Pero, en segundo lugar, en el punto d), R. Lapesa muestra que no se le escapa la presencia en la documentación de otro tipo de loísmo: el loísmo en la referencia del “dativo neutro”. Cuando más adelante se refiere en concreto al mismo no pasa de dedicarle unas pocas líneas, para considerarlo rarísimo y para citar dos ejemplos, que de alguna manera rechaza. Uno del Lazarillo: “comienza a comer como aquel que lo auía gana”, y otro de 149 En la medida de que en dativo plural latino solamente tenemos ILLIS; ahora bien, en el singular sólo tenemos ILLI; así pues, tan antietimológico sería el loísmo de plural como el de singular, como más adelante señala el propio R. Lapesa. 150 LAPESA 1968/2000: 299. 151 LAPESA 1968/2000: 305. 152 LAPESA 1968/2000: 306.

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Benavente, citado por S. Fernández Ramírez: “no lo he dado ninguna importancia”153. De los datos y afirmaciones de R. Lapesa se viene a deducir algo que, quizás, apenas fue advertido en la tradición académica, la existencia de dos tipos de loísmo: 1º) Un loísmo no motivado, en el que lo ~ los es mera variante formal del masculino le ~ les. Se trata de un loísmo —así llamado y a fortiori— antietimológico que, curiosamente —si lo comparamos con lo que ocurre con el leísmo—, es más antiguo y más abundante en plural, los por les, que en singular, lo por le. 2º) Otro loísmo, éste sí motivado, pues implica una diferencia o marca formal de neutro —pues se distingue del masculino—, por el que lo sustituye al neutro le en el complemento (C.I.). Este loísmo estaría motivado en tanto que permitiría distinguir el neutro del complemento (C.I.), lo, del masculino y del femenino, le (o le y la, si hay laísmo): al niño le di el libro / a la niña (le) la di el libro / a eso no lo doy importancia. Obviamente, como veremos, este loísmo de neutro, motivado, no tiene plural. El loísmo es presentado por lo general en la tradición gramatical como un fenómeno de mera sustitución de le por lo y les por los. Ni que decir tiene, que hasta aquí los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo se han definido teniendo como referencia, más o menos explícita, al sistema etimológico. Ejemplos típicos del loísmo son los siguientes: Al perro lo dio un cantazo / Al perro le dio un cantazo A los niños los regalé un libro / A los niños les regalé un libro

Apenas se menciona el caso, que R. Lapesa califica de rarísimo, de loísmo de neutro154; p. ej.: 153

Vid. LAPESA 1968/2000: 307. Otro ejemplo, que toma de R. J. Cuervo, lo considera fruto de las exigencias de la rima. 154 I. Fernández–Ordóñez sí menciona este loísmo de neutro en su definición general del loísmo y en la ejemplificación correspondiente, pero no lo discrimina suficientemente del loísmo de masculino singular y plural (FERNÁNDEZ–ORDÓÑEZ 1999: 1320).

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A eso no lo doy importancia / A eso no le doy importancia

Ciertamente, en la tradición académica —hasta hace muy pocos años— no se habían tratado los fenómenos que comentamos —–leísmo, laísmo y loísmo— sistemáticamente. Menos aún, el loísmo, que era, por definición, asistemático e inmotivado. En efecto, muchos de los análisis que consideran el loísmo asistemático o mero sustituto formal de le / les se hacen sin referencia alguna a los propios sistemas en que lo / los ocupan las casillas del complemento (C.I.), ya que se hacen siempre pensando ‘de reojo’ en el sistema etimológico o, en todo caso, en el sistema de leísmo de singular o norma académica. Obviamente, en el estudio de los fenómenos del leísmo, laísmo y loísmo la referencia inicial a R. Lapesa es obligada. Ahora bien, en el concreto caso que nos ocupa, el loísmo, dada la rareza del fenómeno: antietimológico, asistemático, escaso pero presente en todos los tiempos, más general en plural que en singular, inmotivado pero también motivado aunque rarísimamente, etc., conviene atender a su mención en contextos dialectales no castellanos, en concreto, en el dominio del leonés, ya referido por el propio R. Lapesa, cuando señala su presencia en textos leoneses medievales155. En efecto, como señala E. Alarcos, en su breve exposición, titulada “El supuesto ‘loísmo’ del asturiano central”, “en algunos trabajos de dialectología asturiana, al tratar de las formas del pronombre de tercera persona, se admite que existe ‘loísmo’”156. En efecto, ya R. Menéndez Pidal en El dialecto leonés dice lo siguiente: “La forma [de dativo] es ye yes juntamente con la loísta yos: […] ‘¿quién yos lo llevó?’ ¿quién se lo llevó?, ‘dioyos pan; dioyoslo’”157. E. Alarcos viene a negar en la referida 155

Vid. LAPESA 1968/2000: 306. ALARCOS LLORACH 1960: 103. 157 MENÉNDEZ PIDAL [1897–1906] 1962: 94. Quizás de estas afirmaciones de R. Menéndez Pidal procedan las de otros dialectólogos: “de suerte que los hablantes de esta comarca son loístas, lo mismo que los de casi toda el área del bable central” (RODRÍGUEZ CASTELLANO 1952: 128–129); “En el plural domina el loísmo en Lena de Abajo: díšoyos ‘díjoles’, violos ‘los vió’” (NEIRA 1955: 49). Por su parte, en otro lugar L. Rodríguez Castellano es más explícito: “En el bable central y en la mayor parte del oriental sólo se emplea una forma y ésta es yos ILLOS ‘les’, así que en toda esta extensa zona los hablantes son loístas o yoístas. He aquí los ejemplos: kiteyos las castañas, kien yos lo dio, ei ke soáyoslo (Felechosa y Casomera); echayos agua ‘echarles agua’, repartioyos el pan (Leorio, Gijón); echayos, mandáronyos unes patates ‘les 156

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exposición que en el asturiano exista un verdadero ‘loísmo’, es decir, un loísmo análogo al loísmo castellano: “En resumen —son sus palabras— no hay loísmo en asturiano. La forma yos no procede del acusativo ILLOS, sino que es resultado de dos procesos analógicos, primero la influencia del singular correspondiente, después la de los otros pronombres personales en plural”158. Lo cierto es que la aparición de yos tanto para el masculino como para el femenino del complemento indirecto en buena parte del leonés centro– oriental, nos pone delante de una especie de loísmo —independientemente de que la analogía fonética explique la [y] o de que la analogía gramatical explique la terminación [−os]—, que no es una mera variante formal del etimológico les, sino la verdadera forma del plural del complemento indirecto en determinados sistemas, por ejemplo, los referidos al dialecto leonés en Asturias. Ciertamente, parece que la opinión que niega el pretendido ‘loísmo’ asturiano se sustenta implícitamente en el hecho de que el loísmo asturiano no es, como el tradicional loísmo castellano, una mera variante formal, de significante, de les, sino que la forma yos (o los, en su caso) está motivada, pues es la única forma plural del complemento indirecto, correlato plural del singular procedente de ILLI. Precisamente, a la luz de los sistemas referenciales castellanos, el pretendido loísmo del asturiano puede adquirir una nueva perspectiva.

mandaron unas patatas’, pidiérenme ke yos diera… que les diera (Caso); achayos (Llanes, Amieva)” (RODRÍGUEZ CASTELLANO 1952a: 126). Y al final de la exposición L. Rodríguez Castellano dice: “Todas estas formas dialectales tienen aún bastante arraigo en los medios rústicos. […] En cambio el dativo yos ‘les’, se oye incluso a gentes instruidas de las ciudades de Oviedo, Avilés y Gijón” (RODRÍGUEZ CASTELLANO 1952a: 130). 158 ALARCOS LLORACH 1960: 105. Y en esta línea se sitúa la interpretación de otros dialectólogos asturianos, p. ej.: “La /y/ del singular se extendió analógicamente al plural : elis > yis, y por una segunda analogía con nos vos, pasó a yos” (NEIRA 1976: 198); “El supuesto ‘loísmo’ de ciertos bables (yos en vez de yes) no es más que una extensión analógica de otras formas del plural: nos, vos” (CANO GONZÁLEZ – CONDE SÁIZ – GARCÍA ARIAS & GARCÍA GONZÁLEZ 1976: 44).

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3.3.6. Historia de los usos en la literatura 3.3.6.1. El leísmo de singular El leísmo es un fenómeno muy antiguo, se manifiesta ya en los primeros documentos literarios del castellano. Pero no se presenta como un hecho plenamente logrado en los textos más antiguos, sino como un lento avance desde los orígenes y desde centros castellanos. Como señala R. Lapesa, en el Cantar de Mío Cid y en otros textos arcaicos se registran en cantidades no desdeñables muestras del fenómeno, pero “como no ha prendido en Andalucía, Canarias ni Hispanoamérica, es preciso admitir que no habían logrado pleno desarrollo en tierras castellanas en el segundo tercio del siglo XIII, cuando Fernando III reconquistó y repobló Jaén, Córdoba y Sevilla, cuna del español atlántico”159. Desde los primeros momentos, el leísmo más frecuente es el referido al ‘masculino singular’, y predomina en la mención de persona sobre la de cosa. Aumenta gradualmente en los siglos XII, XIII, XIV y XV. A finales del siglo XV se encuentra ya muy generalizado. Referido a cosa tiene menor desarrollo. Hay muestras sueltas en los siglos XII y XIV. Pero en el siglo XV aumenta considerablemente hasta igualarse al de persona. Resulta así que desde el siglo XV se impone exclusivamente en la literatura el ‘leísmo absoluto’ (de persona y de cosa). Esta tendencia culmina en los siglos XVI, XVII y XVIII, especialmente en escritores de Madrid y castellanos (Lope, Tirso, Calderón, Mariana, Cervantes, Santa Teresa, los Moratines, etc.). El leísmo adquiere prestigio en la lengua culta y literaria, y lo adoptan escritores de otras regiones distinguidoras (Boscán -catalán-, Saavedra -murciano-, Luzán -aragonés-, Campomanes -asturiano-, etc. Aunque entre éstos predomina sobre todo en la mención de persona y no de cosa). En los siglos XIX y XX el leísmo experimenta un retroceso considerable en los textos escritos, primero y más acusado en la referencia a la cosa, y luego incluso en la referencia a persona. En la actualidad, el leísmo de cosa ha desaparecido prácticamente, y el de persona es minoritario en el amplio panorama de nuestra literatura.

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LAPESA 1968/2000: 280.

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3.3.6.2. El leísmo de plural El leísmo de plural siempre ha sido menos intenso. Es muy escaso hasta el siglo XV. Algo más abundante en los siglos XVI, XVII y XVIII. Decae considerablemente, hasta desaparecer, en los siglos XIX y XX. Su referencia, en el lenguaje literario, ha sido casi exclusiva de persona. En el marco de estos fenómenos, la lengua clásica se diferencia de la medieval en el crecimiento del leísmo de plural, aunque no llega a ser mayoritario, y en el aumento del laísmo, que, salvo excepciones, tampoco es mayoritario. 3.3.6.3. El leísmo femenino El leísmo de femenino160 no es corriente, pero se han recogido muestras en todas las épocas (Berceo, Cervantes, Unamuno, Baroja, Gómez de la Serna, etc.). En estos casos predomina el singular sobre el plural, y la mención de persona sobre la de cosa. 3.3.6.4. El laísmo El laísmo ha tenido siempre menor extensión y frecuencia. Aparecen algunos ejemplos en la Edad Media, pero muy escasos y poco seguros. Se desarrolla progresivamente a lo largo del siglo XV, en autores de las dos Castillas, y continúa aumentando en el siglo XVI. En el siglo XVII es ya un fenómeno muy corriente. Se afianza en la corte, destaca en escritores 160

No lo hemos mencionado en la exposición precedente. Se corresponde con el siguiente esquema: IMPLEMENTO ‘NO NEUTRO’ ‘Leísmo de femenino’ ‘singular’ ‘plural’

‘masculino’ ‘NO NEUTRO’ ‘NEUTRO’ ‘personal’ ‘no personal’ le lo les los

‘NEUTRO’ ‘NO NEUTRO’ ‘personal’ le les

‘femenino’ ‘NEUTRO’ ‘no personal’ la las

lo

En efecto, si, como hemos dicho, el nuevo neutro que se incorpora sobre el masculino es un neutro concreto, no el neutro conceptual, es obvio que el leísmo ha de pasar al plural: el neutro concreto (el de las distinciones de “personal” / “no personal”, “animado” / “inanimado”) sí tiene plural. De ahí que en ciertos lugares y épocas, incluso en la lengua literaria (o quizá, mejor, fundamentalmente en la lengua literaria), la distinción de persona se haya introducido en el masculino plural, y también —aunque esto es menos general— en el femenino.

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castellano sobresalientes, como Tirso, Calderón y Quevedo, y se propaga a los de otras regiones con intensidad varia. En el siglo XVIII mantiene plena vigencia: cuaja en las gramáticas, en los escritos de la Real Academia; y surge un grupo de autores prestigiosos, con los Moratines a la cabeza, que pretenden imponer deliberadamente el esquema genérico /le, la, lo/ paralelo, según su razonamiento, a este, esta, esto. El siglo XVIII, en esta cuestión pronominal, según venimos viendo, es muy parecido al XVII. En los siglos XIX y XX, aunque no escasean ejemplos, puede afirmarse que el laísmo ha experimentado un retroceso espectacular. La Academia lo condena en la Gramática de 1796. Finalmente, señalemos que ha sido siempre más frecuente en singular que en plural, y con referencia a persona antes que a cosa. 3.3.6.5. El loísmo El loísmo fue siempre el fenómeno más raro, aunque no faltan testimonios en ninguna época. Frente a los anteriores, el loísmo es más antiguo y siempre más abundante en plural que en singular. Se explica que sea casi exclusivamente de persona, ya que el complemento indirecto es eminentemente personal. Escaso en la Edad Media, se han recogido muestras sueltas, y algunas discutibles, en el Cantar de Mío Cid, Apolonio, Fuero Juzgo, Alfonso Onceno, etc. Aumenta en los siglos XVI y XVII, pero se mantiene siempre con índices muy bajos. Hay ejemplos en Santa Teresa, Cervantes, Lope de Vega, etc., y quizá Quevedo con mayor frecuencia que en ningún otro. El siglo XVIII parece mantener la misma tónica; es relativamente abundante en el Fray Gerundio del P. Isla. Ha desaparecido prácticamente en los siglos XIX y XX, aunque siguen registrándose algunos casos (como en Núñez de Arce: Ese sol los sirve de corona, la misma espada los traspasa el pecho, en Gritos de combate, citados por Cuervo; o D. Cañabate: no los hace caso, Historia de una taberna, citado por Fernández Ramírez, etc., etc.). 3.3.7. Los gramáticos y la doctrina de la Real Academia 3.3.7.1. La Gramática de Nebrija y las sucesivas del siglo XVI y principios del XVII son muy deficientes y confusas con respecto a los pronombres átonos de tercera persona. En conjunto, pueden extraerse dos ideas de los trabajos del siglo XVI:

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a) la variedad de usos que recogen, y b) la indiferencia o neutralidad ante los hechos (describían con mejor o peor fortuna el funcionamiento de los pronombres, pero no dogmatizaban). Sin embargo, ya comienzan a apuntar en este siglo las disputas entre leístas (partidarios del /le/ acusativo) y loístas (partidarios del /lo/ acusativo). 3.3.7.2. En el siglo XVII ocurre lo contrario. Los gramáticos se preocupan de estos fenómenos y toman partido por una u otra postura; generalmente rechazan la distinción casual en beneficio de la genérica. Así, por ejemplo, Gonzalo Correas, catedrático en Salamanca, aprueba y sanciona los usos leístas y laístas extremos. Propone para el ‘acusativo’: /le/ masculino, /la/ femenino y /lo/ neutro; /los/ masculino plural y /las/ femenino plural; y para el ‘dativo’: /le/ masculino, /la/ femenino y /les-los/ para el plural masculino, y /las/ para el plural femenino161. La misma postura defendían otros gramáticos del siglo XVII. Era, pues, el uso de la Corte y, consecuentemente, el que recomendaban los profesores de español, tanto dentro del reino como en el extranjero. Claro que no faltaba algún gramático que defendiera la doctrina opuesta, como el P. Juan de Villar, jesuita, nacido en Arjonilla (Jaén), quien razona con claridad en pro del uso etimológico en su Arte de la lengua española, reducida a reglas y preceptos de rigurosa gramática, con notas y apuntamientos utilissimos para el perfecto conocimiento de esta y de la lengua latina 3.3.7.3. El siglo XVIII es especialmente importante en la historia de estos hechos porque en él nos topamos con la Real Academia Española (fundada en 1713). Es comprensible que en los primeros años adoptara el uso cortesano y madrileño, es decir, la preferencia en la distinción de géneros sobre la de casos. En la primera obra que publicó, Diccionario de Autoridades (1726; especialmente en el capítulo: “Historia de la Academia Española”) domina absolutamente el acusativo /le/ y abunda el dativo /la/, y 161

Puede leerse en Trilingüe de tres artes de las tres lenguas Castellana, Latina i Griega, Salamanca, 1627.

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se admite incluso el leísmo de plural. En las tres primeras ediciones de la Gramática (1771, 1772 y 1781) se observan los mismos hechos. Pero en la 4ª edición de su Gramática de la Lengua Castellana, de 1796, se intenta la primera fijación normativa de estos elementos acercándose mucho al uso etimológico. Por primera vez se condena oficialmente el laísmo, el loísmo y el leísmo de plural; pero en el singular se mostró decididamente leísta. El acusativo masculino singular debía ser únicamente /le/, tanto para persona como para cosa. 3.3.7.4. En el siglo XIX hubo encendidas polémicas en torno a estos hechos y opiniones afortunadas de excelentes gramáticos. En la primera mitad del siglo la Real Academia se mostró intransigente y mantuvo su postura con firmeza. Los gramáticos y literatos se enzarzaron en una larga e inútil polémica. De un lado los leístas, especialmente castellanos, que defendían la postura de la Academia; de otro los loístas que argumentaban a valor del uso etimológico. En realidad, las posturas de unos y otros no ejercían mucha influencia en la práctica. Los escritores seguían, en general, los usos que consideraban más apropiados. La anarquía a que se había llegado indujo a V. Salvá a examinar la práctica de los escritores modernos y a proponer una regla de compromiso que consistía en emplear /le/ para seres “animados” y /lo/ para “inanimados” (SALVÁ 1839: 165-166). Aparece en la primera edición de su Gramática de la lengua castellana, de 1830. Luego, a pesar de las críticas de algunos gramáticos, mantuvo su postura en las ediciones siguientes. Ya hemos dicho que A. Bello la aceptó como la regla que “se aproximaba algo al mejor uso” en su Gramática de la Lengua Castellana, aparecida en 1847. Pero A. Bello no rechaza del todo el laísmo: dice que conviene el leísmo para las personas y los entes personificados, y el laísmo limitado “a los casos que convenga para la claridad de la sentencia” (BELLO & CUERVO 1847/1964: § 960). Según opinión de CUERVO (1895: 230), “de estas dos fuentes, Salvá y Bello, se ha derivado la regla a muchas gramáticas en España como en América”. A mediados de siglo la Academia empieza a cambiar de ideas respecto del leísmo. Debido probablemente a la influencia que ejercen en su seno escritores y gramáticos sobresalientes de regiones etimologistas o distinguidoras, como el aragonés Alejandro Oliván y el gallego Nicomedes

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Pastor Díaz. Además, por estas fechas, el director era Martínez de la Rosa, quien no miraba del todo mal al /lo/, como buen andaluz (lo solía utilizar en sus escritos). Por fin, en 1854 aparece la nueva gramática en la que la Academia admite indistintamente /le/ y /lo/ como acusativo (reconociendo que el uso no es tan uniforme como sería de desear). En las ediciones posteriores se mantiene este criterio, aunque en algunas se observa que “muchos de los escritores más correctos evitan el uso de /lo/ refiriéndose a personas”. 3.3.7.5. Finalmente, en el siglo XX, en la edición reformada de 1920 se recomienda que /le/ se utilice sólo para el dativo, aunque se permite en acusativo cuando se refiere exclusivamente a personas. Es la postura que mantiene el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, de 1973. Concretamente dice: “La Academia Española, teniendo en cuenta el origen etimológico de estas formas y la práctica más autorizada entre los escritores modernos, recomienda para el uso culto y literario la siguiente norma general: /lo/ para el acusativo masculino; /la/ para el acusativo femenino; /le/, dativo de ambos géneros, y además como acusativo masculino de persona; pero no de cosa” (REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: 1973: 424)162. 3.3.8. Causas de la confusión Recordemos, finalmente, que las razones aducidas para explicar el origen de estos cambios han sido muy variadas. Las aportaciones fundamentales corresponden a CUERVO 1895, FERNÁNDEZ RAMÍREZ 1951 y 1964, y LAPESA 1968a163. Simplificando mucho, podríamos reducir el conjunto de las explicaciones a tres tipos: ‘causas morfológicas’, ‘causas semánticas’ y ‘causas sintácticas’. 162

Sin embargo, como ya hemos señalado, la última edición del Diccionario... de la REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (1992: s.v. leísmo) amplía la tolerancia del leísmo al plural les referido a personas: “Empleo de la forma le y, con menos frecuencia les, de él en el acusativo masculino singular o plural cuando el pronombre representa a personas”. Este sería un leísmo en cierto modo reconocido o tolerado. En una segunda acepción añade otras referencias a ‘leísmos’ no admitidos: “Vicio de emplear la forma le o les para el acusativo masculino singular o plural cuando el pronombre no se refiere a personas, o para el acusativo femenino singular o plural”. 163 Puede verse también MARCOS MARÍN 1978.

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3.3.8.1. Causas morfológicas El el primer grupo, causas morfológicas, se podría recordar la analogía con /me, te, se/ invariables genéricamente. R.J. Cuervo remonta este tipo de influencias a la Edad Media y lo pone el relación con la apócope de la vocal del pronombre: me >m’ > me te > t’ > te se > s’ > se lo > l’ > le le > l’ > le

Es decir, primero se igualaron al perder la vocal y, una vez confundidas, influyeron sobre las formas plenas y, al restablecerse la vocal, triunfaría la indistinción. Se trataría de un fenómeno análogo a los siguientes: CAPUT > cabo ∼ cab > cabe LUPU > Lobo ∼ Lob > Lope

Influiría también la tendencia del paradigma a restablecer el equilibrio genérico, ya que el masculino y el neutro habían confluido en un mismo resultado ILLUM = ILLUD > lo. “Es curioso observar que el deslizamiento de le no se realiza nunca hacia el territorio del lo neutro, lo que prueba una voluntad bien decidida del instinto lingüístico encaminada a conservar una forma diferenciada en esta función”164. También pudo influir en este capítulo de causas morfológicas la atracción analógica ejercida por otros paradigmas, como el de los pronombres tónicos: él / ella / ello, o el de los demostrativos: este / esta / esto. 3.3.8.2. Causas semánticas Las causas ‘semánticas’ (entre comillas) se resumen en la tendencia a distinguir la ‘persona’ de la ‘cosa’, que parece ser una constante del español, una de las dimensiones de su ‘forma interior’, según R. Lapesa. El uso de /le/ referido a persona aparece muy pronto, en tanto que /lo/ queda relegado a complementar la oposición aludiendo a las cosas. Sería, pues, la 164

FERNÁNDEZ RAMÍREZ 1951: § 106.

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misma tendencia que ha actuado sobre el sintagma sustantivo (implemento) anteponiéndole una /a/ cuando es nombre de persona o animado. Hay que pensar también en la proporción analógica que se establece una vez que el implemento o complemento directo de persona ha tomado la preposición /a/: ‘Compl. indirecto’: A Juan le gusta ‘Compl. directo’: A Juan lo/le vi frente a El lápiz lo compré (donde ya no encontramos la preposición /a/).

3.3.8.3. Causas sintácticas Mucho más complejas son las razones o causas sintácticas. Vamos a recordar únicamente las que señala R. Lapesa. Dice así: El punto de partida del leísmo parece haber sido el régimen de ciertos verbos que en latín eran intransitivos y se construían con dativo (servire, minari, oboedire...); sus descendientes españoles (servir, amenazar, obedecer...) funcionaron desde antiguo como transitivos, pero siguieron rigiendo le (< ILLI), solo o en alternancia con /lo, la/. Como este /le/ se refería generalmente a seres humanos, se formó así una ‘esfera personal’ para él, que invadió luego el acusativo de persona. Con esta tendencia se cruzó la morfológica que propendía a distinguir el género y no el caso. De ahí las vacilaciones entre el leísmo de persona y el leísmo absoluto (de persona y cosa). De todos modos, se sigue escribiendo sobre estas confusiones e intentando buscar nuevas razones que complementen las ya conocidas. Naturalmente, todos están de acuerdo en que el laísmo y el loísmo son consecuencia de la confusión previa que llamamos leísmo. Una vez que el sistema tiende a diferenciar los géneros en el paradigma de los referentes de implemento, por extensión ocurrirá lo mismo en el paradigma de complemento, y de ahí el laísmo (y el loísmo, aunque éste se desborda). Los testimonios de que disponemos parecen corroborar esta conclusión obvia. Primero aparece el leísmo, y cuando ya está fuertemente arraigado encontramos las primeras muestras laístas (el loísmo es asistemático, en su aparición y en su génesis).

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© Julia Miranda Pérez-Seoane

AQUAVERGIUM > UVIERZO* JULIA MIRANDA PÉREZ-SEOANE Departamerto de Filología Hispánica y Clásica Facultad de Filosofía y Letras Universidad de León Campus Universitario de Vegazana 24071 León En este trabajo se retoma un estudio que, en el año 1961, realizó J.L. Pensado sobre la palabra latina *Aquavergium. Este autor hizo especial hincapié en el territorio asturiano. A raíz de la publicación de la copiosa documentación del Archivo de la Catedral de León se demuestra ahora que esta fórmula del latín vulgar también se utilizó en territorio leonés, especialmente en la zona norte de la provincia de León, no solo como nombre de poblados situados en divisorias hidrográficas (bajo de la forma Uvierzo), sino también como apelativo (aguavierzo, ‘presa para el riego’). Palabras clave: documentación, toponimia, divisoria hidrográfica. This paper revisits a study, carried out in 1961 by J.L. Pensado concerning the Latin word *Aquavergium. The author focuses particularly on the Asturian region. As a result of the publication of abundant documentation from the Cathedral of León’s archives, it can now be shown that this Vulgar Latin formula was also used in the León area, especially in the northern part of the province of León. It was used not only to name settlement situated on hydrographic watersheds (under the term Uvierzo), but also as an appellative (aguavierzo, irrigation dam) Key words: documentation, toponymy, hydrographic watershed

1. En el año 1961, J.L. Pensado publicó en la revista Archivum1 el estudio “‘AGUAVERCI’ “vertiente de las aguas””, palabra asturiana desaparecida, de la que dice: “Es curiosa la historia de esta palabra, la vemos surgir de los tardíos veneros de la latinidad, contemplamos su pujanza y presenciamos su ocaso. Hoy ya nadie la conoce. Sin embargo, un

*Este trabajo póstumo de Julia Miranda Pérez-Seoane ha sido revisado para su publicación por José R. Morala. 1 J. L PENSADO: “Estudios de Lexicografía Asturiana (IIª serie). AGUAVERCI, “vertiente de las aguas”, en Archivum. Tomo XI, nº 1 y 2. Enero-Diciembre. Universidad de Oviedo. 1.961. Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 119-134). ISSN: 0212.6192

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día asomó cargada de sentido en la pluma de los escribas del medievo, dio origen a nombres de lugar y, finalmente, desapareció sin dejar restos”. El estudio que J.L. Pensado hace de esta voz asturiana es inmejorable, tratando con acierto todos los aspectos que presenta: aporta sobre ella una nutrida documentación medieval, realiza un estudio etimológico muy razonado y convincente, apoyándose en los que, antes del suyo, hicieron otros autores (Du Cange, Wartburg, Corominas...) y llega a la conclusión de que el origen de AGUAVERCI es la voz latina AQUIVERGIUM (de AQUA y VERGO, “inclinarse”), “balsa, laguna”, rehecha, según las tendencias latino-vulgares, en *AQUAVERGIUM. Finalmente estudia los dos significados, algo distintos del que tenía en latín, que adquirió en los romances peninsulares esta palabra: uno, orográfico, “aguas vertientes”, esto es, línea divisoria de cuencas hidrográficas, y otro, claramente traslaticio o metafórico, “la vertiente del tejado”. 2. Pues bien, desde la publicación del artículo de J.L. Pensado en 1961, hasta hoy han pasado más de 40 años. Ahora, al revisar detenidamente, con otros fines, la abundante documentación del Archivo de la Catedral de León, que ha sido publicado a lo largo de estos últimos años (1987-1995) en la Colección Fuentes y Estudios de Historia Leonesa, Tomos I al XII y en otros documentos, hemos encontrado sobre esta interesante fórmula medieval, delimitadora de términos y territorios, nuevos datos que nos han decidido a retomar su estudio con el propósito de completar el artículo de J. L. Pensado. Los documentos aportados por este autor se refieren todos (con solo dos excepciones2, que realmente es una sola porque uno de ellos es copia del otro) al territorio asturiano, mientras que los de la Catedral de León y de otras colecciones leonesas demuestran que esta expresión *AQUA VERGIUM también se utilizó en territorio leonés. Estos documentos leoneses, ordenados cronológicamente, son los siguientes:

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A. C. FLORIANO: Diplomática Española del Periodo Astur, II. Oviedo. 1951. (págs. 302 y 352).

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Doc, nº 20 del ACL (año 906)3. Alfonso III concede a la iglesia de Oviedo muchas posesiones en diversos territorios, entre las que figura una “uillam que uocatur Sancti Martini de Quadros”, para cuya delimitación, se dice: “usque ultra uallem et infra Uallem Septimanam, et per illam lumbam usque in aqua verzo.” (Este documento es falso y copia literal de otro, fechado el 20 de enero del año 905. Ambos son recogidos por J.L.Pensado y constituyen las dos excepciones citadas). Doc. nº 44 del ACL (año 918)4, Ordoño II dona al obispo Frunimio y a la iglesia de León, el monasterio de Santiago de Viñayo, situado entre los castillos de Luna y Gordón, con las villas de Torre, Grandela y Quirós y, al señalar los límites de la donación, dice así: ... “et per illa carrera que conforta ad illos pisones, in aqua uerso de Sande, impruno ata illo uadiello, et per illa carrera que descendit a Luna “. Doc. nº 406 del ACL (año 968)5, en el que un tal Villefredo y sus hermanos venden a Froila Vélaz y a su mujer Jimena la sexta porción de su heredad que poseen en la villa de “Maniores”, que se delimita diciendo : ”in uilla Maniores, de termino de Petrafita usque in termino de Nasalia, infra pisos terminos VIª porcione; de illa penna usque in aquauerco uobis uendimus...” Doc. nº 587 del ACL (año 999)6, que recoge una donación particular de un “villar” de Valverde de Curueño, a favor de los abades de las iglesias de Valdecésar, en la Valdorria, hecha en presencia del rey Vermudo. Para delimitar el villar donado, se dice : “Azur Sarraciniz et Giluira donamus ... uillarem nostrum propium quem abemus in locum 3

E. SÁEZ: Colección Documental del Archivo de la Catedral de León (775-1230). Tomo I. Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”. León.1987. 4 E. SÁEZ: Colección Documental de la Catedral de León (775-1230). Tomo I. Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”. León. 1987. 5 E. SÁEZ y C. SÁEZ : Colección Documental de la Catedral de León (775-1230). Tomo II. Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”. León. 1987. 6 J. M. RUIZ ASENCIO : Colección Documental del Archivo de la Catedral de León (7751230). Tomo III. Colección Fuentes y Estudios de Historia Leonesa. Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”. León. 1987.

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quem uocitant Ualle Uiride inuertentes aquas ad Curonio, de dermino de aquouerzo et per illo laco usque in illa foce de Ualle Uiride et de illa penna de illas murias usque in illa penna de Coba de Bella ...” Doc. nº 1.364 del ACL (año 1118)7, que es una carta “ingenuitatis” concedida por la reina Urraca a la casa-hospital de San Isidro del Puerto construida por los monjes de Pardomino en el nacimiento del río Porma, para atender a los peregrinos que atravesaban el puerto de San Isidro. Al deslindar las propiedades de esta casa-hospital, se dice “Insuper munio et canto hanc domum hospitalem per suos terminos, per terminum de illa torrente, et per terminum de aquauerzo, et per suos terminos antiquos...” Doc. nº 138 del ASIL (año 1131)8, en el que el rey Alfonso VII dona al monasterio de San Isidoro de León, la villa de Rioseco en el Torío, en cuya delimitación se dice: “… et reuertitur per eamdem carreram ad uallem de Bustello; deinde per illos aguauerzos Inter. Ual de Bustello et Ual de Cellerollo et reuertitur ad fundum de Ual de Cellerollo.” Doc. Nº 39 (año 1191) del Apéndice Documental de la obra Pueblos y Ríos Bercianos9 que es transcripción del manuscrito nº 4.357 de la Biblioteca Nacional (fol.192, escrit. 693). En él se recoge el deslinde de una serie de propiedades que el rey Alfonso IX dona a favor de Astorga en el año 1191 y se dice: “... y sale a la vista de entre San Pedro y Villoria y vuelve por agua vierzo y va Valdeveldedo...” 7

J. M. FERNÁNDEZ CATÓN: Colección Documental del Archivo de la Catedral de León (775-1230). Tomo V. Colección Fuentes y Estudios de Historia Leonesa. Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”. León. 1990. 8 J, PÉREZ-LLAMAZARES: Catálogo de Códices y Documentos de la Real Colegiata de San Isidoro de León. Imprenta Católica. León. 1923. Mª A. VALCARCE: El Dominio de la Real Colegiata de San Isidoro de León hasta 1189. Edit. Institución “Fray Bernardino de Sahagún”. Excma. Diputación Provincial de León. 1985. (doc, nº 18) Mª E. MARTÍN LÓPEZ: Patrimonio Cultural de San Isidoro de León. Edit. Universidad de León . 1995. (doc. N4º 24) 9 J. GARCÍA GARCÍA: Pueblos y Ríos Bercianos. Significado e historia de sus nombres. Peñalba Impresión. Ponferrada. 1994.

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El Becerro de Presentaciones. Códice 13 del ACL10 XVIII. Del Arciprestazgo de Burón (pág. 436) 4. En Vgerzon, Sant Christoual. “Del arcediano. Tercia del Obispo; e dos sueldos de procuración” XIX. Del Arcipreszgo de Arguello (pág. 440) 15. Sancte Steuan de Ugerzo. “Esta yerma. E es de Aruas. E da dos estopos en tercia al Obispo, e un estopo al arcediano; e diez e ocho dineros en carnero. Agora no da nada.” Archivo Histórico Diocesano de León. Fondo General. Códices y Manuscritos11. Nº 13, año 1527: ... “la hermita de Sante Estebano de Uguuerco“ Nº 13, año 1547: “... la hermita de Santisteban de Obierco“ Nº 28, año 1570-1571 (fol. 645): apeos de las heredades del Obispo en Ovierzo. Nº 32, año 1589 (fol. 144) : rentas del Obispo en Ovierzo. Ordenanzas de la Villa de Huergas y El Millar, en el Concejo de Gordón. Año 183112. Capítulo 8. Portillos para la Serna y Vega. “ ...Más debe haber y hay otro portillo para la parte de la Calzada en la tierra de herederos de Felipe Arias Argüello, y este ha de servir para las tierras del Nigerio de arriba, hasta el agua Avierzo del agua de la fuente de la Erilla ...” 10

J. A. FERNÁNDEZ FLÓREZ : “El Becerro de Presentaciones”. Códice 13 del Archivo de la Catedral de León. Un parroquial leonés de los siglos XII-XV. Colección Fuentes y Estudios de Historia Leonesa, nº 32. Edit. Centro de Estudios e Investigación San Isidoro (CSIC). León. 1984. 11 JMª FERNÁNDEZ CATÓN : Catálogo del Archivo Histórico Diocesano de León. Tomo II. Fuentes y Estudios de Historia Leonesa, nº 34. Edit. Centro de Estudios e Investigación San Isidoro (CSIC) . León. 1986. 12 L. RUBIO PÉREZ: Sistema político concejil en la provincia de León. Universidad de León, 1993.

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“ …. Más debe haber y hay otro portillo forero ---- Y este ha de servir para las tierras del Sabugo que están del agua vierzo de dicha fuente de la Erilla, hacia la parte de Huerga”. Capítulo 14. Cabeceros. “Item ordenamos y mandamos que los cabeceros que haya abiertos que siguen desde dicha cerradura hasta el de la fuente de la Erilla se tengan limpios ... y posteriormente puedan seguir el agua hasta otro agua vierzo bajo de la propia pena y so la cual ninguno se propase a pasarla antes de dichos ocho días”. Capítulo 15. Agua abierto. “Item ordenamos y mandamos que el agua de dicho agua vierzo de la fuente de la Erilla, deba de volver por la misma del prado de Dionisio García Cabero, vecino de esta villa, que deba de volver hasta el Sabugo según la costumbre antigua...” Capítulo 43. Agua vierzo . “Asimismo ordenamos y mandamos que el agua que baja del arroyo de Castrillos al riego, se le ha de dar corriente hacia la fuente del Espinadal, ni ninguno pueda atajar su corriente en tiempo que haga daño, tanto en el Camino Real como en algunas heredades, bajo la pena de veinte reales.” Pues bien, creemos que los documentos reunidos aquí ofrecen suficientes datos para poder establecer las siguientes afirmaciones. I. La fórmula del latín vulgar *AQUA VERGIUM, de la que, según J. L. Pensado, derivó la voz asturiana aguaverci, no sólo se empleó en Asturias para delimitar términos o territorios, con el significado de “aguas vertientes”, sino que saltó hacia el sur las cumbres de la Cordillera Cantábrica y se adentró en territorio leonés. Como se ve por la documentación anterior, los distintos *AQUA VERGIUM se concentran principalmente en la zona norte de la provincia de León, lo cual es lógico por ser zona montañosa, en donde las

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alineaciones de los montes siempre han constituido óptimas líneas divisorias de territorios. II Se puede afirmar que en la mayoría de los documentos citados, la fórmula *AQUA VERGIUM se utiliza como apelativo o nombre común con el significado de “aguas vertientes”, pero no para designar poblados, Así ocurre en los siguientes documentos: Documentos números 20 – 44 y 406 del ACL Documento número 138 del ASIL Documento número 39 del Apéndice Doc. de Pueblos y Ríos Bercianos. Ordenanzas de la Villa de Huergas y El Millar, en el Concejo de Gordón. Si se observa detenidamente la redacción de estos textos, está claro el uso de *AQUA VERGIUM como apelativo, con ese significado de divisoria hidrográfica, equivalente a la expresión “aguas vertientes”, que en la actualidad es empleada todavía por los campesinos leoneses para delimitar el término o territorio de su poblado. En efecto, los adverbios y preposiciones que preceden y siguen a dicha fórmula en estos documentos así lo acreditan y es tan expresiva la redacción empleada, que su lectura produce la sensación de ir ascendiendo por una carrera o una loma hasta (“usque”) llegar al (“in”) agua vierzo, es decir, a una línea de altitudes desde la que ya se divisaría el término o territorio del lugar colindante. Todavía está más claro el uso como apelativo de la fórmula agua vierzo en las Ordenanzas de la Villa de Huergas y El Millar en el Concejo de Gordón, del año 1.831. En ellas se empleaba esta expresión con un significado algo distinto, que parece ser algo así como “conducto de agua”, “cauce inclinado”, como se deduce de frases como estas: “Item ordenamos y mandamos que el agua de dicho agua vierzo de la fuente de la Erilla ...”. En efecto, desplazados a dicha villa e interrogados sus vecinos13, comprobamos que conocen y utilizan todavía esta expresión con el significado de “presa” para el riego. Hay en su término un Aguavierzo o Agua avierzo principal, que es el que baja por el arroyo de Castrillos con 13

Jesusa Fueyo Adeba y Amparo González Arias.

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gran inclinación y recoge el agua de la Fuente de la Erilla y se podría pensar, por ello, que se trata de un solo topónimo, es decir, que esta expresión está inmovilizada en toponimia. Pero está claro que no es así: el texto del Capítulo 14. Cabeceros, de dichas Ordenanzas no admite dudas. En él se habla de “otro agua vierzo”, con lo que queda claro que se trata de un apelativo. Y por si fuera poco, está el testimonio de los vecinos de este lugar que lo corrobora sin lugar a dudas. III. También podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la expresión *AQUA VERGIUM se empleó para nombrar poblados, es decir, se toponimizó, lo cual era de esperar dado su claro significado localizador u orográfico y que los pueblos que recibieron este nombre seguramente estarían situados en divisoria hidrográficas. Hay ocho documentos en que esto es evidente: en los documentos números 587 y 1.364 de ACL, porque en ellos se alude al “término”, es decir, al territorio de dos pueblos: “de dermino aquouerzo” (nº 587) y “per termino aquauerzo” (nº 1.364); en las dos citas del Becerro de Presentaciones, porque Ugerzo y Vgerzon son los nombres de dos parroquias tributarias de la iglesia de León y, finalmente, en los cuatro documentos posteriores (s. XVI) del Archivo Diocesano, porque se refieren los cuatro a la primera de estas dos parroquias del Becerro, Ugerzo, cuyo titular era San Esteban. Trataremos ahora, por separado, de localizar estos tres poblados, todos ellos desaparecidos. A. La ubicación del que se cita por primera vez en el doc. nº 587 del ACL del año 999, no ofrece ninguna duda. Tanto la abundante documentación que tenemos de él, como la toponimia actual, la tradición oral y la arqueología lo sitúan con toda exactitud en la divisoria hidrográfica entre las cuencas de los ríos Curueño y Torío, en su cabecera. Este aquouerzo, transformado luego en Ovierzo y ahora en Uvierzo, fue el nombre de un poblado desaparecido que estuvo situado en el corazón de Los Argüellos, comarca de la montaña central leonesa (Cordillera Cantábrica), cuyo término ocupaba la divisoria de aguas citada (de ahí su nombre), entre los lugares de Valverde de Curueño, al este, y Genicera, al oeste, divisoria que está constituida por la alta llanada conocida actualmente con el nombre de Collada del Coto o de Valdeteja, con una altura de unos 1.350 m. Los vecinos actuales de estos dos pueblos (Valverde y Genicera) conocieron, ya en ruinas, la iglesia de Uvierzo, que estaba consagrada a San Esteban; sus

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restos todavía se ven entre la maleza y su campana se conservó hasta hace poco en Genicera. Cuentan en estos lugares una leyenda que es indicio típico de la existencia de lugares desaparecidos: los vecinos de Uvierzo, dicen, murieron todos por haber bebido el agua envenenada de una fuente donde había una salamandra. Sólo sobrevivió una vieja, que se fue a vivir a Genicera, razón por la cual todo el término de Uvierzo pasó a pertenecer a Genicera, que amplió así su territorio hacia el Este, llegando a limitar con Valverde de Curueño. Estos datos proporcionados por la arqueología y la tradición oral, son corroborados por la toponimia actual, pues, en las proximidades del lugar donde estuvo la iglesia, hay dos parajes que se llaman Los Praos de Uvierzo y Valduvierzo. Pero es sobre todo la documentación medieval y moderna, que permite rastrear la existencia de este lugar a lo largo de seis siglos (999-1589), la que nos ofrece la posibilidad de localizarlo con toda exactitud. El documento más antiguo en que se cita es el nº 587 del ACL, fechado en el año 999. En él se hace la donación de un villar “in locum quem uocitant Ualle Uiride inuertentes aquas ad Curonio” y para delimitarlo, se dice: “de dermino de aquouerzo et per illo laco usque in illa foce de Ualle Uiride et de illa penna de illas murias usque in illa penna de Coba de Bella ...”. Pues bien, no cabe duda de que la expresión “de dermino de aquouerzo” se refiere al territorio del desaparecido lugar de Uvierzo, pues los otros topónimos de este documento se conservan en la actualidad (“illo laco”(falta la cedilla) es el Sierro Llazo actual; “illa foce de Ualle Uiride” es la Hoz de Valverde actualmente e “illa penna de Coba de Bella” es La Peña la Couviella de hoy en día) y constituyen los nombres de los principales mojones que ahora separan el término de Valverde de Curueño del de Genicera, lugar este que, como vimos, se anexionó el territorio del desaparecido Uvierzo, avanzando hacia el Este, hasta limitar con Valverde. La documentación medieval y la toponimia actual prueban con toda exactitud la localización de Uvierzo. El primer documento del año 999 basta por si solo para localizar con exactitud el desaparecido Uvierzo, pero hay otros posteriores que corroboran su localización. Así, en el Becerro de Presentaciones de la Catedral de León, parroquial leonés donde se recoge la organización eclesiástica de esta diócesis entre los siglos XIII y XV, se cita, dentro del Arciprestazgo de Argüello, la iglesia de Sancte Steuan de Ugerzo,

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inmediatamente después de la de Sancto Thomas de Guinizera (Genicera actual) y dos lugares después de la de Sant Mames de Valverde. De ella se dice que “está yerma” y que “Agora no da nada”, es decir, el lugar de Uvierzo ya había quedado despoblado por estos siglos, Y a pesar de su despoblamiento, a lo largo del siglo XVI, se sigue aludiendo a este poblado en varios documentos del Archivo Histórico Diocesano de León, con las formas Sante Estebano de Uguuerço, Santisteban de Obierzo y Ovierzo, y siempre entre otros lugares de esta zona. En ellos su iglesia aparece ya como ermita, indicio claro de su despoblamiento, pues parece ser una constante histórica que las iglesias parroquiales de lugares desaparecidos pasan a ser ermitas en los pueblos que se anexionaron sus territorios. En definitiva, la existencia y localización de este pueblo, llamado en su origen aquouerzo, luego Ovierzo y finalmente Uvierzo, la corroboran conjuntamente la documentación medieval y moderna, la toponimia documentada y la actual, la arqueología y la tradición. B. En el documento nº 1.364 del ACL, fechado en el año 1118, al deslindar las propiedades de la casa-hospital que hubo en San Isidro del Puerto, en el nacimiento del río Porma, se dice : “Insuper munio et canto hanc domum hospitalem per suos terminos, per terminum de illa torrente, et per terminum de aquauerzo, et per suos terminos antiquos...”. No cabe duda de que también se trata del término o territorio de otro poblado llamado aquauerzo, como en el caso anterior, que debió de estar situado en el actual Puerto de San Isidro, donde nace el río Porma. Pero en este caso no disponemos de pruebas que lo corroboren. No hemos encontrado otras formas documentales posteriores que nos permitieran seguir su pista, ni hemos hallado, en la toponimia actual de esa zona, ningún nombre que pudiera proceder del aquauerzo documentado en el año 1118, pues el Puerto de San Isidro está ahora prácticamente ocupado en su totalidad por las instalaciones de una importante estación de esquí y la mayoría de los pobladores de los lugares próximos (Isoba) se han ido a vivir a la capital de León o a otras localidades. Pero quede aquí recogido este dato a la espera de una posible confirmación futura.

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C. Añadimos finalmente el caso de otro poblado desaparecido, cuyo nombre también debió de formarse a partir de la fórmula *AQUA VERGIUM. Aparece citado, ya con la forma evolucionada Vgerzon, en el Becerro de Presentaciones de la Catedral de León, como una parroquia del Arciprestazgo de Burón, que abarcaba la cuenca alta del río Esla. Ocupa el 4º lugar entre la parroquias de este Arciprestazgo y su iglesia estaba consagrada a San Cristóbal. Las siete primeras parroquias eran estas, según dicho Becerro: 1. En Maranna, Sant Yuanes 2. Sant Christoual de la Unla 3. Santiago de esse mesmo lugar 4. En Vgerzon, Sant Christoual 5. Sant Pedro de Polvorera 6. Sant Illan de Lario 7. Sant Salvador de Burón De modo que el desaparecido Vgerzon estaba situado en las proximidades de los actuales Maraña, La Uña, Acevedo (cuyo titular es Santiago, como el de La Uña), Polvoredo, Lario y Burón. Todos ellos localizados en la cabecera del río Esla. Existe un resumen incompleto del Becerro de Presentaciones del ACL, hecho en el año 1481 y conservado en el Archivo General de Simancas14, en donde aparece la parroquia de El Bierso, que indudablemente se corresponde con la de Vgerzon del citado Becerro, pues está situada también entre la de San Xristobal de La Uña y la de San Pedro de Polvorera, No disponemos de formas documentadas anteriores al Becerro (S. XIII-XV) y, en la toponimia actual de esta zona del Esla, no hemos encontrado ningún topónimo que pudiera proceder de este Vgerzon y nos ayudara a localizarlo con precisión sobre el terreno, Sin embargo, creemos que hay que relacionarlo con la fórmula *AQUA VERGIUM, dada su analogía gráfica con el Ugerzo del Arciprestazgo de Argüello. 14 Libro Registro. Expedientes de Hacienda, legajo nº 6 (no foliado), copiado en León el 15 de octubre de 1481. No hemos podido consultar este documento. El dato lo tomamos de J. Mª Canal Sánchez-Pagín: El Concejo de Burón. Su historia gloriosa.

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Desde luego, la forma El Bierso de la copia del Becerro apunta hacia esta etimología. Lo que no nos explicamos es el artículo con que aparece, aunque lo intentaremos más adelante. 3. Para el estudio de la evolución fonética de la fórmula *AQUA VERGIUM, así como de su significado, es necesario considerar por separado el caso de que se trate de un apelativo o el de su uso como topónimo, puesto que la evolución de los nombres de una lengua es mucho más regular, mientras que los topónimos presentan transformaciones fonéticas más profundas y anómalas, debidas a que se han vaciado de significado, siendo verdaderos fósiles lingüísticos y, por ello, más fácilmente deformables. 3.1. *AQUA VERGIUM como apelativo se usa actualmente en la Villa de Huergas de Gordón, transformado en aguavierzo, en donde el primer elemento AQUAM dio agua, como en castellano, y el resultado del segundo VERGIUM > vierzo se ajusta también a las leyes fonéticas generales del español. Además ha conservado un significado muy próximo al original “aguas vertientes”, que, como vimos, es el de “presa para el riego”. La variación entre las formas gráficas de las Ordenanzas de esta villa Agua vierzo y Agua Avierzo no es más que el resultado de una segmentación incorrecta del conjunto aguabierzo. 3.2. *AQUA VERGIUM como topónimo. Más irregular y complicada es la evolución fonética que presentan los topónimos procedentes de esta fórmula latina, en los que el primer elemento AQUAM se redujo a [o], después cerrada en [u], al menos en uno de ellos. Del nombre del poblado desaparecido que estuvo situado en la cabecera de los ríos Curueño y Torío, tenemos registradas las siguientes formas: Aquouerzo ( doc.nº 587 del ACL año 999) Sancte Estevan de Ugerzo (Becerro de Presentaciones. Siglos XIII-XV) Sante Estebano de Uguuerco ( AHDL año 1.527 ) Santisteban de Obierco (AHDL año 1.547 ) Heredades del Obispo en Ovierzo (AHDL año 1.570 )

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Rentas del Obispo en Ovierzo (AHDL año 1.589 ) Además este topónimo se ha conservado hasta la actualidad en Los Praos de Uvierzo, Valduvierzo y La Calle de Uvierzo. A través de todas estas formas documentadas y de los actuales topónimos, se sigue perfectamente su evolución fonética, que sería esta: Aquouerzo > uguuerco > *[oubjerzo uubjerzo ] > Obierzo> Ubierzo No incluimos la forma del Becerro de Presentaciones (s. XIII-XV) Ugerzo, la cual parece indicar que, en esta época, se había llegado a una pronunciación uyerzo, en la que en grupo b+yod, procedente de la diptongación de la E tónica del latino VERGIUM, habría dado ya la palatal [y], que se representa en dicha época con la grafía “g”, según M. Pidal15: “El sistema ortográfico antiguo tiene como uno de sus fundamentos capitales la “g” con valor de [y] o de [j] ... como heredero que es del latín vulgar, donde la “g” ante “e,i” tenía este sonido [y]”. Pero luego se regresaría a la forma culta con conservación del grupo b+yod, pues, como también afirma M. Pidal16, al tratar de este grupo en toponimia, “se ve que varias formas ruyo, que existieron, fueron eliminadas de la toponimia por la forma culta. Hoy subsiste Royo dominante en la toponimia de Aragón, Rioja, Burgos y Soria; mientras en Santander, reino de León, Segovia, etc. domina Rubio”. De modo que, según esto, la forma documentada Ugerzo [uyérz›o] fue desplazada por Uvierzo, a partir del siglo XVI y hasta la actualidad. En cuanto a la evolución fonética del elemento inicial AQUA en este topónimo, no hay más remedio que admitir que se redujo a una [o], luego cerrada en [u]: Ovierzo y ahora Uvierzo. Somos conscientes de que este resultado es irregular en nuestra lengua, pero lo cierto es que hay que admitirlo, porque disponemos del punto de partida: aquouerzo, del punto de

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Orígenes del Español. Espasa Calpe. Madrid. 1968 (6ª edic.). Párrafo 3.1, pág. 48. Orígenes del Español. Espasa Calpe. Madrid 1968 (6ª edic.). Párrafo 48.1, pág. 264,

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llegada o resultado actual: uvierzo y de una forma cronológicamente intermedia; uguverço, que confirma esta evolución, Ante esta irrefutable prueba de que la vocal inicial [o > u] de este topónimo procede del latino AQUAM, pensamos que habría que replantearse la interpretación de algunos topónimos leoneses o de otras zonas que comienzan por estas vocales, como Oseja de Sajambre, Omaña, Oubona, Oencia. En el caso concreto de Oseja, por ejemplo, ya J. M. González, en los años sesenta propuso la etimología AQUA SAELIA, que fue entonces rechazada o al menos discutida, También en estos mismos años, Constantino Cabal17 sostuvo este origen para el topónimo asturiano Obona < AQUAM BONAM. Recientemente García Arias18 acepta plenamente este origen y así, al tratar de hidrónimos en los que agua ha permanecido como primer elemento (Aguasmestas, Aguaduz, Aguabirta...), dice textualmente : “Más evolucionado aparece AQUAM en algún topónimo como Oseya < AQUAM SALIAM, “agua del Seya”, y añade también el caso de Oubona (Tineo), del que dice que “admite una interpretación AQUAM BONAM, “agua buena”, por el prestigio que tiene esta agua, como debieron tener en la antigüedad a juzgar por el monasterio allí levantado quizá en un intento cristianizador de un posible y viejo culto a las aguas”. Llamazares Sanjuán19 afirma que tanto en Oseja como en Omaña el primer elemento o- viene de la raíz del antiguo indoeuropeo *AV, “fuente, corriente de agua”, que, cuando va seguida de una sonora, como la /m/ o la /s/, se transforma en au-. Pensamos que no es necesario remontarse a lenguas tan antiguas, cuando se puede explicar acudiendo al latino AQUAM: AQUAMSALIAM > Oseja y AQUAM MAGNAM. La interpretación del topónimo Vgerzon, nombre de una de las parroquias del Arciprestazgo de Burón, en la cabecera del río Esla, que recoge el Becerro de Presentaciones de la Catedral de León, resulta más difícil porque no contamos con ninguna otra forma documentada anterior a este Becerro y tan sólo disponemos de una algo posterior (año 1481), El Bierso, 17

“El agua buena de Obona”. BIDEA XVI. Oviedo. 1.952. Pueblos Asturianos. El porqué de sus nombres.Edic. Alborá Libros S.L. Gijón. 2000 (2ª ed. Corregida y aumentada) pag. 152. 19 Agua, flora y fauna en los montes de los pueblos de León, (microficha). Universidad de León, 1991. 18

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que no sólo no aclara el problema sino que lo complica aún más con la presencia del artículo. Además tampoco la toponimia actual, ni la arqueología, ni la tradición ofrecen pistas en que apoyarse. De todas formas, dada la semejanza gráfica entre este Vgerzon y el Ugerzo del Arciprestazgo de Argüello, en el alto Torío-Curueño, que también aparece en el citado Becerro, creemos que su origen debe de ser el mismo: *AQUAM VERGIUM. La grafía inicial “V” podría representar tanto la labial [b] como la vocal [u], dando lugar a dos lecturas distintas: [bjerz›ón], en el primer caso, y [uyerz›ón], en el segundo. La primera lectura [bjerz›ón ] parece avalada por la forma El Bierso, registrada en el resumen del Becerro citado. También parece confirmarla el hecho de que un mismo escriba20 utilice la grafía “U” para el Ugerzo del Arciprestazgo de Argüello, que dio Uvierzo, como acabamos de ver, y, en cambio, emplee la grafía “V” para este Vgerzon del alto Esla. El escriba parece querer indicar de este modo, tan escueto como exacto, que, con la diferencia de grafías, está expresando diferencia de pronunciación: Ugerzo [uyérz›o]/Vgerzon [bjerz›ón]. Sin embargo, no se puede descartar la lectura con vocal [uyerz›ón], puesto que, en dicho Becerro, se observan frecuentes vacilaciones en el uso de la grafía “V”, que, aunque la mayor parte de las veces representa la labial [b], se usa también para la vocal [u]. Así ocurre con el numeral uno: vn estopo, vn iugo, vna hermita, cada vna, vsar e guardar... e incluso son frecuentes los topónimos en los que la labial se representa tanto con “V” como con “U”: Valuerde, Villanoua. Pues bien, nos encontramos en una disyuntiva: Si la lectura correcta fuera [bjerz›ón], habría que pensar que el primer elemento AQUAM de su étimo *AQUA VERGIONE desapareció sin dejar rastro o que deriva simplemente de un *VERGIONE. Y si lo correcto fuera leer [uyerz›ón], estaríamos en el mismo caso que el Ugerzo del Arciprestazgo de Argüello, en donde el primer elemento AQUAM se redujo a la vocal [o], luego cerrada en [u]. Nosotros, desde luego, nos inclinamos por esta segunda lectura e interpretación, por las razones expuestas. El artículo que acompaña a este topónimo en la copia del Becerro que está en el Archivo de Simancas, El Bierso, tiene difícil explicación. Si el 20

Es casi indudable que se trata de un mismo escriba, pues los Arciprestazgos de Burón y de Argüello van seguidos en el Becerro. Con los números XVIII y XIX respectivamente.

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copista leía [bjeróz›n], se podría explicar pensando que conocía la comarca del occidente de León llamada El Bierzo y la asoció con el topónimo del Becerro. Si, por el contrario, el copista leía el topónimo del Becerro como [uyerz›ón], quizá interpretara la vocal inicial [u] como el artículo masculino singular propio del leonés occidental y del gallego y, en consecuencia, lo castellanizara en El Bierso, En este caso, habría que admitir además que regresase a la forma culta, con la conservación del diptongo [je], en lugar de la palatal [y], En fin, cualquiera de estas explicaciones es muy discutible y un tanto rebuscada, pero no tenemos otra. 4. En resumen, creemos que el hecho de haber retomado el estudio de la fórmula latina *AQUA VERGIUM ha sido fructífero, pues nos ha permitido establecer las siguientes conclusiones: 4.1. Queda probado que no sólo se utilizó en Asturias, sino que también penetró en la provincia de León, sobre todo en su mitad norte, y no sólo como nombre de poblados situados en divisorias hidrográficas, sino también como voz de uso común, esto es, como apelativo, pues nos hemos encontrado con que su resultado aguavierzo se utiliza todavía actualmente en la Villa de Huergas de Gordón con el significado de “presa para el riego”. Convendría indagar si esta voz se usa en otras zonas leonesas. 4.2. Comprobamos que cristalizó en la toponimia de León para designar poblados situados en divisorias hidrográficas, de acuerdo con su significado etimológico “aguas vertientes”. Todos estos pueblos han desaparecido desgraciadamente, pero de uno de ellos se conserva el nombre Uvierzo, restos arqueológicos y la tradición oral da testimonio fidedigno de él. Estuvo situado en la divisoria hidrográfica entre los ríos Torío y Curueño, en su cabecera. 4.3. Queda totalmente probado que en este topónimo, el primer elemento AQUA se redujo a una [o], luego cerrada en [u]. Y a la vista de esta transformación, sería conveniente replantearse el estudio de otros topónimos que comienzan por estas vocales, como Oseja, Omaña, Oencia, en los que probablemente se produciría la misma evolución.

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© Tsutomu Akamatsu

A CRITIQUE OF THE IPA CHART (REVISED TO 1996) TSUTOMU AKAMATSU Department of Linguistics and Phonetics. The University of Leeds Leeds LS2 9JT. England The 1996 update of the 1993 version of the IPA chart is examined, mainly in comparison with the 1993 version with a view to finding what the points of revision may be. The sole major changes consist in replacing the symbol ʚ in the 1993 version by the symbol ɞ for the rounded central open-mid vowel in the cardinal vowel system and adding the symbol a±. The remainning differences are of presentational nature. There can be said to be no significant change on the whole from the 1993 to the 1996 version. Key words: 1996 update, vowels, consonants (non-pulmonic), consonants (pulmonic), suprasegmentals, tones and word accents, level, contour, diacritics, affricate, synchronic articulation. Examinamos la actualización realizada en 1996 de la versión de 1993 del AFI, principalmente comparándola con esta última versión, con el fin de encontrar posibles puntos susceptibles de corrección. El único cambio relevante consiste en la sustitución del símbolo ʚ de la versión de 1993 por el símbolo ɞ para la vocal redondeada, central, semi-abierta del sistema cardinal y en el añadido del símbolo a±. Las diferencias restantes conciernen a la presentación. Se puede afirmar que en general no existen cambios significativos entre las versiones de 1993 y de 1996. Palabras clave: versión actualizada del AFI 1996, vocales, consonantes (no pulmónicas), consonantes (pulmónicas), suprasegmentos, acentos de tono y de palabra, contorno, diacríticos, africado, articulación sincrónica.

Akamatsu (1996), which was entitled “A Critique of the IPA Chart (Revised to 1993)” and was published in Contextos XIV/27-28 (1996), started with the following words. Some readers of Contextos may remember that in Akamatsu (1992), I submitted to a critical examination the IPA chart revised to 1951, 1979 and 1989, this last being the latest edition at the time of the publication of that paper. No sooner had Akamatsu (1992) appeared than the IPA brought out a yet new version of the IPA chart, this one revised to 1993, which was published as the centre-piece in JIPA Vol. 23 Number 1 (June). (op. cit., p. 9) Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 135-149). ISSN: 0212.6192

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It so turned out that the 1993 version was not the end of the long continual revision of the IPA (International Phonetic Alphabet) chart by members of the IPA (International Phonetic Association). There followed a 1996 update of the 1993 edition. It is the objective of my present paper to comment on the 1996 update in order not to lag behind the IPA’s on-going revision of the IPA chart. The reason why I do not say ‘the 1996 revised edition’ is simply that the IPA itself refers to this (so far) latest version as ‘the IPA (revised to 1993, updated 1996)’. I am aware that some writers speak of the 1996 edition, but this practice seems to be incorrect. For reason of easier and convenient reference in what follows in this paper, I will speak of the 1993 versions and the 1996 version (instead of the 1996 update), as well as the 1989 version, the 1979 version and the 1951 version. It would be appropriate to attempt a comparison in this paper between the 1993 and 1996 versions of the IPA chart in the main, with occasional backward references to a few previous versions where necessary. I shall reproduce at the end of this paper not only the 1996 and 1993 versions but also the 1989, 1979 and 1951 versions so that the reader can the more easily follow my discussion. 1. The general layout a) The 1996 version is longitudinally rectangular, as was the 1993 version. It may be recalled that the 1989 version, which preceded the 1993 version, was latitudinally rectangular. (b) The ‘CONSONANTS (PULMONIC)’ section of the chart in the 1996 version is placed at the top taking the whole breadth of the chart as it was in the 1993 version. However, the placement of the ‘CONSONANT (PULMONIC)’ section in the 1996 version is consistent with this section being horizontally enlarged and vertically reduced, compared with that in the 1993 version. (c) The ‘CONSONANTS (NON-PULMONIC)’ section, which is placed underneath, corresponding to the left half of the ‘CONSONANTS (PULMONIC)’ section, is identical in both the 1996 and the 1993 versions, except that in the 1996 version the classificatory captions ‘Clicks’, ‘Voiced

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implosives’ and ‘Ejectives’ appear in three respective grids, unlike in the 1993 version, and the examples of the three categories of the relevant consonants are separated from each other by vertical lines, unlike in the 1993 version in which no such vertical lines were provided. This is a presentational improvement in the 1996 version over the 1993 version. (d) The ‘VOWELS’ section is placed to the right of the ‘CONSONANTS (NON-PULMONIC)’ section, i.e. underneath and corresponding to the right half of the ‘CONSONANTS (PULMONIC)’ section. This placement actually represents somewhat, but only somewhat, a return to the placement of the ‘VOWELS’ section in the 1989 version to the extent that this section does not now appear below the ‘CONSONANTS (NON-PULMONIC)’ section as it did in the 1993 version. The difference is that the ‘vowels’ section appeared to the right of the ‘CONSONANTS (PULMONIC)’ section in 1989 version. (Note that the layout of the 1989 version is latitudinally rectangular.) It appears that the IPA has not arrived at a definitive placement of the ‘VOWELS’ section in relation to the ‘CONSONANT (PULMONIC)’ section. (e) The ‘OTHER SYMBOLS’ section is placed underneath the ‘CONSONANTS (NON-PULMONIC)’ section in the 1996 version, whereas in the 1993 version it was placed underneath the ‘VOWELS’ section, that is, in the bottom left corner of the chart. Again, we can say that the IPA is not definitive about the placement of the ‘OTHER SYMBOLS’ section. It is worth recalling that the ‘OTHER SYMBOLS’ section was placed in the 1989 version elsewhere. The change in the placement of the ‘OTHER SYMBOLS’ section in the 1996 version has resulted in a different positioning of k°p and t°s. (f) In the 1996 version, the ‘SUPRASEGMENTALS’ section consists of two sub-sections, i.e. the sub-section of symbols for suprasegmental features or suprasegmental-related features and the sub-section of symbols for tonal and accentual features. The first sub-section has, however, no identificatory label (any more than in the 1989 version and the 1993 version, a fact I unwittingly omitted to point out in Akamatsu 1992 and Akamatsu 1996), while the second sub-section has the identificatory label ‘TONES AND WORD ACCENTS’, this identificatory label having the two sub-identificatory labels, ‘LEVEL’ and ‘CONTOUR’. This represents a presentational weakness in the IPA chart, so far as the ‘SUPRASEGMENTALS’ section on the whole is concerned. For this reason I shall, in what follows, conveniently refer to the

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two sub-sections as the first sub-section and the second sub-section, respectively. In the 1996 version, the first sub-section is placed above the second sub-section, and both sub-sections as a whole are placed underneath the ‘VOWELS’ section. The two sub-sections thus occupy the bottom righhand small part of the chart. In the 1993 version, the two sub-sections were placed side by side, the first on the left and the second on the right, and both beneath the right half of the ‘CONSONANTS (PULMONIC)’ section but above the ‘DIACRITICS’ section. This side-by-side placement of the two sub-sections was already observed in the 1989 version. The vertical presentation of the two sub-sections in the 1996 is therefore a major new change, since such a placement was not seen in any previous versions. (g) Finally, the ‘DIACRITICS’ section is found in the 1996 version at the bottom left-hand large part of the chart, whereas it was in the bottom righthand large part of the chart in the 1993 version. The various aspects of the general layout such as mentioned above ((a) to (g)) in the course of my comparing the 1996 and 1993 versions (with occasional backward references to the 1989 version) give the 1996 chart quite a startling new look to those who are or were acquainted with any of the previous versions of the IPA chart. Be that as it may, it is clear that the IPA is clearly still not quite satisfied with each of the previous versions and intends to continue its attempts to improve on it. The objects of such attempts includes the general layout, whatever the motivation and the purpose may be. 2. Examination of changes in detail As already mentioned above, the 1996 version of the IPA chart represents the up-to-date latest version, described by the IPA itself as ‘revised to 1993, updated 1996’. In other words, the latest version is probably not meant to be a new version in its full sense but is to be considered as an updated 1993 version. This may be a question of nuance in the expression, but it is worth investigating what the reality is. At any rate, I continue to refer to the latest version as ‘the 1996 version’ for convenience sake. What are the changes that have been brought about in the 1996 version as compared with its precedessor, the 1993 version proper?

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(a) The contents of the ‘CONSONANTS (PULMONIC)’ section in the 1996 version is identical with those in the 1993 version. This immediately suggests that if any modifications have been brought into the 1996 version, they concern part or the whole of the rest of the 1996 version. (b) As for the contents of the ‘CONSONANTS (NON-PULMONIC)’ section, there again are no changes in the 1996 version, apart from the superficial but (in my view) ameliorative change in the presentation (see 1. (c) above) of this section. (c) The contents of the ‘VOWELS’ section in the 1996 version might at first sight seem identical with those in the 1993 version if the reader were less than extremely observant. In reality, however, there is one nonnegligible change in respect of one particular symbol. This concerns the symbol ɞ which appears in the 1996 version and stands for the rounded central open-mid (or half-open, as I prefer to call it) vowel in the cardinal vowel system, for which the 1993 version put the symbol ʚ. In this connection it is necessary to quote below as relevant what I already wrote in Akamatsu (1996, p. 14) as follows. […] The two other vowel symbols, i.e. ʚ and ɘ, are quite new to the IPA chart,

though, as Pullum et al. (1986: 51) say, the symbol ʚ was used by Kurath (1939: 125) but to stand for œ. I should add that the symbol ɞ which is subtly similar to but

different from ʚ (notice which side, on the right or left, the depressed part occurs in the two different symbols) was used by Abercrombie (1967: 161) and Catford (1977: 178) to stand for the same vowel as the new symbol ʚ in the 1993 version is made to.

What I have just referred to before the quotation as ‘one non-negligible change in respect of one particular symbol’ happens in reality to be a corrective action made in the 1996 version by the IPA, as the symbol ʚ was printed in the 1993 version in mistake for the symbol ɞ. The correction in question thus brings the IPA usage in this respect in line with the usage practised by Abercrombie (1967: 161) and Catford (1977: 178) (and no

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doubt other phoneticians), and everyone will now be happier. The symbol ʚ printed in the 1993 version thus turns out after all not to have been a ‘new’ symbol, as I put it (Akamatsu 1966: 13-14), mistakenly in retrospect, but was simply the wrong symbol which probably resulted from a slip at the stage of proof-reading. Still, it is regretted that this should have happened, since the 1993 version, as any other official printed IPA charts were and will be, carries a thoroughly official status. (d) The change in the placement of the ‘OTHER SYMBOLS’ section in the 1996 version (cf. supra 1.(e)) has resulted in a different positioning of k°p and t°s, these symbols being those that appeared in the 1993 version. In the 1993 version, k°p and t°s were placed below the explanatory sentence which read: “Affricates and double articulations can be represented by two symbols joined by a tie bar if necessary”. This was partly because there was no space to the right of the explanatory sentence to place k°p and t°s. In the 1996 version, however, there is now ample space to place k°p and t°s to the right of the same explanatory sentence. Let it be noted immediately that in the 1996 version the symbol t•s has replaced the symbol t°s used in the 1993, 1989, 1979 and 1951 versions, though it must be additionally noted that the 1951 version allows both t°s and t•s. It is not entirely clear to me why the symbol t•s is preferred in the 1996 version over the symbol t°s used in the 1993 version as well as in the 1979 and 1989 versions. There seems to be no typographic reason why a tie bar should be imperatively placed underneath ts (thus t•s) in the 1996 version instead of above it (thus t°s) as was consistently adhered to in the 1979 and 1989 versions or optionally above (thus t°s) or below (thus t•s) as it was done in the 1951 version. The symbol k°p remains the same in the 1993 and 1996 versions; k°p does not occur in the 1951 and 1979 versions. The reason why the tie bar is placed above kp (thus k°p) is not far to seek. The symbol k has an ascender and the symbol p has a descender, and it might be thought that a tie bar could be placed underneath as much as above the symbol p. Whether a tie bar should be placed above or underneath seems, at least so far as the 1996 version is concerned, to depend on whether the sound in question is an affricate, which t•s (with the tie bar underneath) is, or whether the sound is, like k°p (with the tie bar above), a sound that requires what the IPA calls a

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‘double articulation’ or alternatively what the 1951 version called ‘synchronic articulation’. (The term ‘double articulation’ as used by the IPA with the meaning as intended by them is debatable but will not be discussed in this paper.) This distinction, which seems to apply so far as the 1996 version is concerned, in the use of a tie bar would be useful if the IPA were consistent, which unfortunately is not the case. One only needs to take a look at the 1951 version which allows the use of a tie bar, placed either above or underneath a diagraph to indicate both an affricate or a sound requiring ‘synchronic articulation’, thus giving the example of t°s and t•s (an affricate which by definition does not require ‘synchronic articulation’) and also m°N (a sound which does require ‘synchronic articulation’). The 1951 version would have given the symbol m•N (with the tie bar underneath) as an alternative to m°N if it were not for the descender in the symbol N. Incidentally, the 1979 version happens to give examples like t°s, t°S and d°Z (all with the tie bars above the diagraphs), but neithe m°N nor k°p for that matter is given in the 1979 version. Evidently, in the 1996 version, t•s is an example of an affricate, and k°p an example of a sound requiring ‘synchronic articulation’. This is precisely why the 1996 version seems to recommend the two different (but not two alternative) placements of a tie bar. If so, this is a useful discriminatory placement – if this is at all intended by the IPA – of a tie bar. The only fault on the part of the IPA in its 1996 version would be its failure to be sufficiently explicit about this discriminatory placement of a tie bar. If the IPA recommends the discriminatory placement of a tie bar, for an affricate in one case and a sound requiring ‘synchronic articulation’ on the other, in a principled manner, it would be ideal. As a matter of fact, however, as I hope to indicate in a future paper on an IPA publication, that confusion prevails, since what I am describing as ‘a discriminatory placement of a tie bar’ happens not to be used by the IPA itself in a principled manner. (e) In the 1996 version, the sole change brought about in the sub-section consisting of symbols for suprasegmental features or suprasegmentalrelated features concerns the placement of an item which the IPA presents as follows: ‘. Syllable break ®i.œkt’. In the 1993 version, this was placed after ‘extra-short e*’ and before ‘ñ minor (foot) group’. In the 1996 version, this has been transferred downward to be placed after ‘] Major (intonation)

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group’ and before ‘ • Linking (absence of a break)’ which is the last item in the first sub-section. The only change in the second sub-section brought about in the 1996 version is the disappearance of the word ‘etc.’ after ‘Rising-falling’ which was found in the 1989 version and also in the 1993 version. The contents of the first sub-section is identical, except for the above-mentioned new placement of ‘. Syllable break’ ®i.œkt’, with those in the 1993 version, and so are the contents of the second sub-section identical, except for the above mentioned disappearance of the word ‘etc.’ after ‘Rising-falling’, with those in the 1993 version. It is quite fair to say then that there is in practice no change from the two previous versions to the 1996 version so far as the ‘SUPRASEGMENTALS’ section as a whole is concerned. (f) A few changes are found in the section ‘DIACRITICS’ in the 1996 version as compared with the 1993 version. They are as follows. (i) The change that first strikes a user of the 1996 version is that the ‘DIACRITICS’ section, which was placed in the bottom right-hand side in the 1993 version, is now placed in the bottom left-hand side. (ii) The number (i.e. thirty-one) and the identities of the diacritic symbols and the order in which these symbols are listed in the ‘DIACRITICS’ section are precisely the same in the 1996 version and the 1993 version (or for that matter the 1989 version as well, but not the 1979 version). Any remaining changes concern some other respects. (iii) The symbol for the consonant segment whereby to illustrate the use of the diacritic symbol ` (for ‘Syllabic’) has been changed from ® (in the 1993 version to n (in the 1996 version), so that we see n` in the 1996 version instead of ®` in the 1993 version. This change in the choice of the consonant segment in illustrating the diacritic symbol ` is obviously welcome. (iv) In illustrating the diacritic symbol & (for ‘Rhoticity’), the symbol was introduced on its own in the 1989 version, but only in combination with ə, but „ was used in all of the 1951, the 1979, the 1989 and the 1993 versions. The 1996 version has not only „ but also, newly, a±. The reason why the latter symbol has been added is not clear to me.

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(v) Related to the point mentioned immediately above, in (iv), I should further mention that there lacks a symmetry in the 1996 version (as well as in the 1993 and the 1989 versions) in that the ‘DIACRITICS’ section presents, on the one hand, illustrations in terms of pairs of example phonetic segments, ‘Dental t1 d1’, ‘Apical t¡ d¡’ and ‘Laminal t4 d4’, respectively, but on the other hand illustrations in terms of a single example phonetic segment for ‘Nasal release dn’, ‘Lateral release dl’ and ‘No audible release dñ’. I have no objection to illustrating in terms of pairs of phonetic segments. What puzzles me is why the IPA does not presents a pair of example phonetic segments to illustrate the use of the diacritic symbol for ‘Nasal release’, ‘Lateral release’ and ‘No audible release’ as well. If it did, we would see ‘Nasal release tn dn’, ‘Lateral ñ ñ release’ tl dl’ and ‘No audible release t d ’ instead. I should say, if only ñ to ward off in advance any possible objection from some quarters, that t is perfectly justifiable. I take it that the IPA’s expression ‘No audible release’ is equivalent in practice to ‘No release’, in which sense the diacritic symbol ñ has long been used in the phonetics literature. The IPA’s term ‘audible’ in the particular expression ‘No audible release’ seems redundant in the present case. In examining some changes in detail in (a) to (f) in 2, I remarked on all the similarities and differences between the 1993 version (and where appropriate, one or more previous versions) of the IPA chart and the 1996 version. I have made here and there my minimum observations concerning some of the changes brought about in the 1996 version. Successive revisions of the IPA chart by the IPA (International Phonetic Association) in relatively quick succession in recent years (the three latest versions dating 1989, 1993 and 1996) has given rise to some confusion as to which version should be reproduced by individual writers of books on linguistics (phonetics included), though the benefit of the doubt should be given to a certain extent to there being a time-gap between the time of the authors’ proof-reading and the actual publication of the works. Anyhow the fact remains that general readers frequently find one or another version of the IPA chart, even at relatively recent dates. Note that the Handbook of the International Phonetic Association, published in 1999, does carry the 1996

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version on page ix as the latest (as the handbook went to press) version of the IPA chart. There seems to be some calm prevailing for the moment in that, following the 1996 version, no new revision of the IPA chart has been published by the IPA, at least at the time of the publication of the present paper of mine. REFERENCES ABERCROMBIE, D. (1967). Elements of General Phonetics. Edinburgh University Press. Edinburgh. AKAMATSU, T. (1992). “A Critique of the IPA Chart (Revised to 1951, 1979 and 1989)”. Contextos, X/19-20, pp. 7-45. León. Centro de Estudios Metodológicos e Interdisciplinares. Universidad de León. AKAMATSU, T. (1996). “A Critique of the IPA Chart (Revised to 1993)”. Contextos, XIV/27-28, pp. 9-22. León. Centro de Estudios Metodológicos e Interdisciplinares. Universidad de León. CATFORD, J. C. (1977). Fundamental Problems in Phonetics. Edinburgh University Press. Edinburgh. Journal of the International Phonetic Association (JIPA), Vol. 23, No. 1 (1993). KURATH, H. (1939). Handbook of the Linguistic Geography of New England. Brown University. Providence, R. I. PULLUM, G. K. and LADUSAW, W. A. (1986). Phonetic Symbol Guide. The University of Chicago Press. Chicago and London. Handbook of the International Phonetic Association (1999). THE INTERNATIONAL PHONETIC ASSOCIATION. Cambridge University Press. Cambridge.

Erratum. In Akamatsu (1996) in which I discussed the 1993 version, I erroneously wrote that “…there is no change in the section [sic] called ‘diacritics’.” (p. 17). In fact, a change was introduced in the 1993 version in that the ‘DIACRITICS’ section which had been placed in the lower left part in the 1989 version was moved to the bottom right-hand part in the 1993 version and that the phrase ‘Diacritics may be placed above a symbol with a descender, e.g. N(’ was newly added in the 1993 version. This new presentation of the ‘DIACRITICS’ section is retained in the 1996 version.

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© Manuel Iglesias Bango

CONSTRUCCIONES INDEPENDIENTES INTRODUCIDAS *

POR COMO SI EN ESPAÑOL

MANUEL IGLESIAS BANGO Departamento de Filología Hispánica y Clásica Universidad de León Campus Universitario de Vegazana 24071 León manuel.iglesias@unileon.es

Existe un cierto grado de acuerdo en considerar la partícula como del español como una de las más complejas de su gramática. Entre los múltiples valores que puede adquirir destacan el relativo (No me gusta la manera como nos lo dijo, Hizo el problema como todos pensábamos que lo haría, No recordaba cómo lo había hecho), el completivo (¿Ves como no hay que tener miedo?), el comparativo (Lee tantas novelas como revistas), el conector (Le gusta componer tanto romances como sonetos), el preposicional (Su marido hace horas extras como albañil), o el adverbial (Lo hizo como con pena). Pero además puede asumir valores propios de los marcadores discursivos. En esta contribución se examina uno de estos últimos contextos (-Armando no hace más que quejarse de todos los problemas que tiene/-¡Como si fuera la única persona que tiene problemas en este mundo!), en el que se combina con si para formar una unidad gramatical e introducir secuencias independientes, diferenciándolo de otros (Lo trató como si fuera un niño de 9 años) en los que como y si no forman un bloque y se comportan como relativo y condicional respectivamente. Palabras clave: Partícula como, marcadores del discurso, contra-argumentación, sintaxis conversacional. There is a certain degree of agreement in considering that the Spanish particle como is one of the most complex in its Grammar. Of the multiple values that it may acquire the following are particularly outstanding: its relative value, (No me gusta la manera como nos lo dijo, Hizo el problema como todos pensábamos que lo haría, No recordaba cómo lo había hecho); its comparative value, (Lee tantas novelas como revistas); its value as a connector (Le gusta componer tanto romances como sonetos); its *

Este trabajo se inscribe en el marco del proyecto de investigación Sintaxis conversacional (BFF2002-03185), concedido por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Agradezco los múltiples comentarios e indicaciones de los miembros del grupo de investigación, especialmente los de Salvador Gutiérrez Ordóñez, investigador principal, y Carmen Lanero, que han permitido mejorar notablemente el texto inicial. Por supuesto, las imprecisiones que todavía subsistan son de la entera responsabilidad de su autor. Contextos XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 151-179). ISSN: 0212.6192

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prepositional value, (Su marido hace horas extras como albañil), or its adverbial value (Lo hizo como con pena). Moreover, it can acquire the values of the discourse markers. This study examines one of these latter contexts, (-Armando no hace más que quejarse de todos los problemas que tiene/-¡Como si fuera la única persona que tiene problemas en este mundo!) where the particle is combined with si to form a grammatical unit and to introduce independent sequences differentiating them from others (Lo trató como si fuera un niño de 9 años) where como and si do not form a block and behave as a relative and a conditional respectively. Key words: Particle como, discourse markers, counter-argument, conversational syntax.

1. Introducción 1.1. Desde hace ya algunos años, diversos autores vienen reconociendo la enorme dificultad que supone abordar el estudio de la partícula como en español. Así, por ejemplo, González García (1995: 315) indica que se trata de “una de las unidades de mayor rendimiento funcional del español” como lo demuestran “sus variadas facetas de adverbio relativo (…), de conjunción causal (…), condicional (…), comparativa… o meramente ilativa-continuativa”. En términos más rotundos, Cano Aguilar (1995: 11-12), que, utilizando una óptica diacrónica, acaba realizando un análisis muy riguroso de toda su problemática, señala cómo las cuestiones sintácticas planteadas por como son numerosas, y de muy diverso tipo. Es la partícula española que con mayor facilidad puede introducir segmentos oracionales y no oracionales; puede funcionar sola, o formando parte de varias correlaciones, o bien apoyándose en otros elementos de la oración en la que se integra. En consonancia con todo ello, los valores significativos de las construcciones que como constituye son también extraordinariamente diversos. Y, por último no son claras en muchos casos la naturaleza y función sintáctica ni de como ni de los elementos, oracionales o no, que introduce: las interpretaciones de los gramáticos no podían ser, pues, sino de lo más variado.

Acín Villa (2001: 9) hace hincapié también en su polivalencia, lo que explicaría, “por una parte, que en Gramáticas y estudios de carácter general aparezca tratado en apartados muy diversos, recibiendo sólo tratamientos parciales, y, a veces, hasta contradictorios. Y, por otra parte, sin duda a causa de la complejidad que como presenta, que no se le haya prestado mucha atención en estudios monográficos hasta hace unos pocos años”. Cifuentes Honrubia (2003: 176), a su vez, a propósito de ejemplos del tipo Como consecuencia de, Como respuesta a, Como señal de, se pregunta

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sobre el posible valor preposicional de como en esos contextos, para acabar contestándose “que como, en cuanto a su estatuto categorial, es una de las partículas más difíciles de precisar”. Por último, Jiménez Juliá (2003: 117 y 123) advierte que nos encontramos ante “una de las partículas más versátiles del español, pudiéndose encontrar con valores gramaticales de hasta cinco tipos bien diferenciados”, de manera que puede considerarse como “una de las más bifurcadas y variadas de entre las palabras estructurales del español, y en ese sentido supera probablemente a la igualmente diversificada que”. 1.2. Los ejemplos de (1) confirman que, en efecto, como es una forma que puede aparecer en construcciones de diferente índole: (1) a. No me gusta la manera como nos lo dijo Hizo el problema como todos pensábamos que lo haría No recordaba cómo lo había hecho b. ¿Ves como no hay que tener miedo? Como llueve, no irá a verte Como llueva, no irá a verte c. Lee tantas novelas como revistas Vive en un lugar tan extraño como éste d. Le gusta componer tanto romances como sonetos Le gusta trabajar así como divertirse e. Su marido hace horas extras como albañil Como profesor no era precisamente muy brillante f. Lo hizo como con pena Me sabe como a naranja

La mayoría de autores que se han ocupado de esta partícula intentan acomodar y amoldar los distintos valores que reflejarían esas construcciones a algunos de los patrones gramaticales más al uso: relativo, completivo, comparativo, conector, preposición, adverbio… Desde este punto de vista, cobran especial importancia las diferentes posibilidades de conmutación, porque reflejarían (véase Jiménez Juliá 2003: 123) la constitución de paradigmas o subsistemas diferenciados.

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El comportamiento de como se hace de esta manera más o menos predecible a partir de las características teóricas de cada caso. Así, en (1a) como funciona como relativo, en sus tres contextos: átono y con antecedente, átono y sin antecedente, y tónico, lo que le permite alternancias como No me gusta la manera como/en (la) que lo dijo, No recordada cómo/dónde/cuándo/quién/cuál lo dijo, o la inclusión de algún antecedente si este no estaba expreso: Hizo el problema así como todos pensábamos que lo haría. En (1b) como muestra sus valores completivos, que le hacen alternar o con el que enunciativo o con oraciones introducidas por un nexo causal o condicional: ¿Ves que no hay que tener miedo?, Porque llueve, no irá a verte, Si llueve, no irá a verte. En (1c) es comparativo, de manera que puede conmutar con más ... que o menos ... que: Lee más novelas que revistas, Vive en un lugar menos extraño que éste. En (1d) se une a tanto y así para funcionar como un conector complejo: Le gusta componer romances y sonetos, Le gusta trabajar y divertirse. Las posibilidades de conmutación por de probarían que en (1e) como es más bien una preposición: Su marido hace horas extras de albañil, De profesor no era precisamente muy brillante. Por último, las conmutaciones Lo hizo incluso con pena, Me sabe también a naranja que se dan en (1f) reflejarían en este contexto un funcionamiento próximo al de ciertos adverbios (que han recibido diversos nombres –adverbios de constituyente, adverbios atípicos, adverbios presuposicionales, adverbios adjuntos enfocantes–, y cuyo papel sintáctico fundamental es el de incidir más sobre constituyentes oracionales que sobre sintagmas concretos (vid. Iglesias Bango 1997: § 4, e Iglesias Bango, 2004a: §§ 3.2 y 3.3). 2. Como y los marcadores del discurso 2.1. Frente a los casos precedentes, que se ‘ajustan’ a análisis gramaticales más o menos ‘prototípicos’, también se mencionan otros ejemplos en los que como parece desviarse de ellos. Esto es lo que, por poner un caso significativo, lleva a González García (1995: 315-323) a proponer valores textuales y de organizador del discurso a esa unidad en contextos como los de (2):

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(2) Como suponíamos, Juan no contestó nuestras preguntas Hoy, como ves, no estamos de suerte Acepté el ofrecimiento, como cabía esperar No debo ser, como a veces mi conducta podría hacer pensar, un romántico impenitente

2.2. La idea de que las unidades de la gramática puedan ‘perder’, por razones de diferente tipo, su estatuto ‘originario’, o su significado ‘normal’ (es decir, su ‘valor gramatical’ propiamente dicho) para pasar a indicar contenidos como ‘continuidad’ o ‘enlace’, y, en definitiva, para funcionar como elementos externos a la oración y ser utilizados como estrategias en la planificación del discurso, está sugerido en nuestra tradición gramatical prácticamente desde Valdés y Covarrubias1. Este análisis ‘extraoracional’ o ‘discursivo’ de ciertas unidades gramaticales se encuentra ya plenamente activo en Bello (1847). En efecto, en los capítulos XXXVI y L de su Gramática de la Lengua Castellana destinada al uso de los americanos el autor venezolano observa cómo existen conjunciones, adverbios o frases adverbiales que, al lado de usos que encuentran una explicación ajustada al molde oracional, comparten otros, normalmente encabezando ‘proposiciones independientes’, que se escapan de los límites gramaticales prototípicos y oracionales, y para los que tiene que dar una respuesta distinta. Cuando describe este segundo valor es precisamente en el momento en que surgen reflexiones y observaciones que hoy se podrían catalogar como de tipo discursivo2 (para algún caso concreto, véase Iglesias Bango 2004a) 1

Varios estudios (por ejemplo, Casado Velarde 1991, Martín Zorraquino 1992 y 1998: especialmente 20-22, Pons Bordería 1994, 1995 y 1996-97, e Iglesias Bango 2004a) han demostrado que la utilización de términos como bordón, muletilla o expletivo en estos autores y otros posteriores, o la referencia a usos ‘expresivos’ o ‘enfatizadores’ de ciertos componentes que tienen un análisis gramatical determinado (como interjecciones, conjunciones y adverbios o frases adverbiales) responde, en realidad, a esta apreciación según la cual pueden aparecer en contextos en los que su funcionamiento está muy próximo a lo que hoy llamamos marcador del discurso. 2 De no ser esto así, no se podrían entender explicaciones como la que aparece en § 1286, donde, a propósito de los versos de Fray Luis de León “¿Y dejas Pastor santo,/Tu grey en este valle hondo, oscuro?”, se indica que y “pierde el oficio de conjunción y toma el de simple adverbio en

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2.3. Cabe, por lo tanto, preguntarse si los ejemplos de (2) pueden considerarse casos en los que como ha perdido totalmente su auténtico valor gramatical en alguna de las variedades que se veían al comienzo (relativo, completivo, conector, etc.). 2.3.1. Los contextos de (2) tienen una evidente relación sintáctica con los de (3), y estos últimos guardan un cierto parentesco con las estructuras de estilo directo, no solo por la reproducción literal de una secuencia previa y por la utilización de verbos ‘de lengua’, sino también por el paralelismo que se observa con (4), donde se utilizan casos de estilo directo: (3) “Ladran, luego cabalgamos”, como se indica en el Quijote “No debes preocuparte por la nota”, como decía el profesor “Tienes que hacer los problemas”, como te señalé ayer (4) En el Quijote se indica: “Ladran, luego cabalgamos” El profesor decía: “No debes preocuparte por la nota” Te expliqué ayer: “Tienes que hacer los problemas”

Esta simetría que hay entre (2), (3) y (4) es probablemente la responsable de que, al igual que sucede en el estilo directo (cfr. Gutiérrez Ordóñez interrogaciones y exclamaciones directas”. Existen más casos similares a estos, como ahora bien, analizado como frase adverbial (en su valor gramatical) pero también como conjunción continuativa (en su valor discursivo), antes, que es considerado adverbio de tiempo (valor gramatical) y conjunción correctiva (valor discursivo), etc. En el siguiente cuadro, se señalan algunos ejemplos más:

Ahora pues Así que Bien que Con que Luego Pues

VALOR GRAMATICAL Frase adverbial Frase adverbial relativa Frase adverbial relativa Complemento Adverbio de tiempo Adverbio relativo

VALOR ‘DISCURSIVO’ Conjunción continuativa Conjunción racionativa consecuencial Conjunción adversativa o correctiva Conjunción consecuencial Conjunción deductiva o consecuencial Conjunción consecuencial o conjunción continuativa

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1997b: 260-261), y tal y como se comprueba en (2) y (5) lo introducido por como no sólo se pueda anteponer al otro segmento, sino que además se pueda intercalar en él (vid. Gutiérrez Ordóñez 1997a: 209): (5) a. Como se indica en el Quijote, “ladran, luego cabalgamos” Como decía el profesor, “no debes preocuparte por la nota” Como te señalé ayer, “tienes que hacer los problemas”, b. “Ladran, luego –como se indica en el Quijote– cabalgamos” “No debes –como decía el profesor– preocuparte por la nota” “Tienes que hacer –como te señalé ayer– los problemas”

Aunque (2) y (3) guardan un parentesco funcional claro, no obstante, se diferencian en un aspecto: en el primer bloque de estos ejemplos aparecen, en la secuencia de como, verbos de ‘entendimiento’ o ‘sentido’, con lo que no hay implicada ninguna reproducción literal; en cambio, en el segundo bloque hacen acto de presencia verbos de ‘lengua’, lo que hace que la secuencia que le preceda sea interpretada como la reproducción literal de otra previa. 2.3.2. Según lo anterior, en mi opinión, (2) y (3) han de analizarse conjuntamente. Teniendo en cuenta este hecho, lo primero que hay que plantearse es si tanto en un caso como en otro como es relativo. Aunque puedan existir ciertas dudas3 en algún caso en particular, hay datos suficientes que parecen indicar que se puede tratar de un relativo.

3

Especialmente si se comparan (i), ejemplo claro de relativo, y (ii), donde incluyo uno de los casos de (3): (i) Tienes que hacer los problemas como te señalé ayer Æ Tienes que hacer los problemas así Æ Tienes que hacer los problemas como ayer Æ Tienes que hacer los problemas tal y como te señalé ayer Æ Tienes que hacer los problemas como [creo que] te señalé ayer (ii) “Tienes que hacer los problemas”, como te señalé ayer Æ *“Tienes que hacer los problemas”, así Æ *“Tienes que hacer los problemas”, como ayer Æ *“Tienes que hacer los problemas”, tal y como te señalé ayer Æ *“Tienes que hacer los problemas”, como [creo que] te señalé ayer

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En primer lugar, todos los ejemplos de (2) (ejemplifico con el primero de ellos) sí parecen reaccionar positivamente a algunas de las pruebas4 características de los relativos: (6) Como suponíamos, Juan no contestó nuestras preguntas Æ Tal y como suponíamos, Juan no contestó nuestras preguntas Æ Como [creo que] suponíamos, Juan no contestó nuestras preguntas

Además, (2) y (3) tienen bastante que ver con (7), donde, ahora sí, se incluyen relativos claros: (7) Tenía una nariz muy grande, lo que le impedía ser atractivo Tenía una nariz muy grande, lo cual le impedía ser atractivo

En tercer lugar, tal y como señalan tanto González García (1975: 318) como Gutiérrez Ordóñez (1997a: 208), como en estos casos parece tener un valor pronominal, típico de los relativos, puesto que o bien hace referencia fórica a la oración que le precede (o sigue, según el caso), idea que sostiene el primero; o bien tiene como antecedente a una recapitulación nominalizada de la misma, como cree el segundo. Y, por último, como desarrolla en (2) y (3) una función sintáctica, aunque es cierto que no está relacionada con la idea bastante generalizada de considerarlo un adverbio relativo y, en consecuencia, con ello, de asignarle el papel sintáctico de complemento circunstancial con sentido modal (para estas cuestiones, véase Iglesias Bango, 2004b). Su situación sintáctica es exactamente la misma que presentan el adverbio así o el relativo tónico cómo en los ejemplos de (8), en los que ninguno de los dos asume un contenido modal, ambos sustituyen a un segmento, entre paréntesis en (8), en reproducción literal, y se comportan

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De las pruebas que muestran que el segmento como funciona como un relativo (en este o en cualquier otro caso) me ocuparé más adelante: § 3.1.3.1.

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como sustantivos, más concretamente, como complementos directos5 (vid. González García 1995: 319-328 y Gutiérrez Ordóñez 1997a: 200-201): (8) El refrán dice así ( Æ “Haz bien y no mires a quién”) ¿Cómo se dice en el refrán? (Æ “Haz bien y no mires a quién”)

Por lo tanto, en (2) y (3) como sustituye a la oración a la que apunta referencialmente, o, mejor, de acuerdo con Gutiérrez Ordóñez, a una reformulación nominalizada de la misma (independientemente de que aparezca delante o detrás), y, en consecuencia, se comporta como un sustantivo, cuya función puede ser la de complemento directo (por ejemplo en Como suponíamos, Juan no contestó a las preguntas; Hoy, como ves, no estamos de suerte; Como decía el profesor,“no debes preocuparte por la nota”) o incluso la de sujeto (en “Ladran, luego cabalgamos”, como se indica en el Quijote; Acepté el ofrecimiento, como cabía esperar). 2.3.3. Como en toda construcción introducida por un relativo átono, en las de (2), que son las que se someten a examen respecto a su funcionamiento como elementos extraoracionales o discursivos, el como introduce una secuencia a la que transpone y que se encuentra en una determinada función. En relación con esto último, existen al menos dos opciones: la que propone González García (1995: 318-319), que consiste en considerar estos casos como ejemplos de modificadores clausales u oracionales; y la que enuncia Gutiérrez Ordóñez (1997a: 202-213), probablemente más ajustada (porque, entre otras cosas, salvaguarda las relaciones que estas secuencias tienen con otras del tipo Tenía una nariz muy grande, lo que/lo cual le impedía ser atractivo), que los toma como un tipo de aposiciones incidentales. Independientemente de la conveniencia de un análisis u otro, lo cierto es que parece confirmarse que en (2) como no ha perdido enteramente sus propiedades gramaticales: es en este caso un claro relativo que no sólo

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Prueba de que se encuentran en esa función sintáctica es la imposibilidad de co-aparición de un referente de implemento en los contextos señalados: *El refrán lo dice así (sólo posible si así tiene valor modal), *¿Cómo lo dice el refrán? (sólo posible si cómo tiene valor modal)

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introduce (y transpone) una oración que funciona como aposición o modificador, sino que también cumple una función determinada en ella. 2.4. Después de lo que se ha visto en § 2.3, en mi opinión, resulta un tanto contradictorio, como se defiende en González García (1995), indicar que en (2) como posee un comportamiento textual y, por lo tanto, funciona como un marcador del discurso y sostener, a la vez, que admite una explicación sintáctica que se acomoda a la de los relativos. A este respecto es conveniente recordar las palabras de Martín Zorraquino y Portolés (1999: 4058), quienes hacen notar que el tener contenido textual o procedimental no es condición suficiente (aunque sí necesaria) para analizar un segmento como marcador del discurso, tal y como se desprende de casos como Juan acarreaba recuerdos de su infancia y Juan atesoraba recuerdos de su infancia, donde el uso de acarrear o atesorar fuerza a concluir que los recuerdos eran desgraciados en un caso y felices en otro (es decir, tiene un cierto contenido procedimental en tanto que guían la interpretación en un sentido u otro) y, sin embargo, no pueden tomarse como marcadores porque no sólo poseen un cierto contenido conceptual sino que además juegan un papel sintáctico no marginal. 2.4.1. La incompatibilidad existente entre el funcionamiento como unidad discursiva o marcador del discurso y el desempeño de un oficio gramatical aparece explícita en algún otro lugar del trabajo de Martín Zorraquino y Portolés (1999: 4057, cursivas mías): los ‘marcadores del discurso’ son unidades lingüísticas invariables, [que] no ejercen una función sintáctica en el marco de la predicación oracional –son, pues, elementos marginales– y [que] poseen un contenido coincidente en el discurso: el de guiar, de acuerdo con sus distintos propiedades morfosintácticas, semánticas y pragmáticas, las inferencias que se realizan en la comunicación.

Del trabajo de estos dos autores (y, por supuesto, de otros que han abordado su estudio) se deducen las tres características básicas de los marcadores (que incluso se pueden extraer de la cita anterior): (a) se trata de unidades lingüísticas de la primera articulación del lenguaje de diferente origen (adverbial, conjuntivo …); (b) comparten una serie de características formales y funcionales (como la marginalidad sintáctica, la invariabilidad, la imposibilidad de negación o de focalización en estructuras ecuacionales, etc.); y (c) se caracterizan por tener unos valores semántico pragmáticos

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específicos, que se concretan en carecer de significado conceptual y asociarse a contenidos procedimentales o a valores argumentativos. Muchas de estas unidades que tiene valor discursivo, es decir, que funcionan como marcadores del discurso son signos o expresiones gramaticalizadas, en concreto, se trata de adverbios o segmentos circunstanciales en su origen, pero que han perdido todas sus características funcionales, tales como la autonomía, o la posibilidad de verse negados o de llevar sus propios complementos. 2.4.2. Al lado de casos como los anteriores, estudios recientes (por ejemplo, Almela 1985, Portolés 1989, Pons Bordería 1998, Porroche 1996, 1998a, 1998b y 2003, Montolío 1999a) han señalado cómo en ciertos contextos las tradicionales conjunciones no desarrollan el papel sintáctico que se les suele adjudicar en la mayor parte de las gramáticas. Son situaciones en las que las conjunciones, en lugar de ‘conectar’ elementos equifuncionales (si se trata de las llamadas conjunciones de coordinación) o de efectuar transposiciones ‘subordinando’ una oración a otra (en el supuesto de las conjunciones de subordinación), encabezan secuencias independientes poniéndolas en relación o enlazándolas en realidad con las distintas circunstancias comunicativas. En aquellos trabajos, además, parece extenderse el acuerdo de que en esos contextos las conjunciones en cuestión se comportan como marcadores del discurso. Sus características funcionales las acercan a estos últimos elementos, porque (i), cuando se trata de dos componentes, forman una combinación gramaticalizada; (ii) no ponen en relación la oración que introducen con un verbo externo; (iii) no cumplen ninguna función gramatical (no son transpositores) y por eso pueden suprimirse; (iv) según el caso, son compatibles con ciertos conectores (pero) y marcadores (pues); y (v) generan referencias al contexto o a las circunstancias de la enunciación. En el cuadro siguiente se ejemplifican conjunciones o combinaciones con conjunciones en su uso ‘prototípico’ (A) y en su uso como marcadores del discurso (B):

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A No sé si va a llegar tarde Te contestaré si me prestas atención ¿Cómo vas a solucionar el problema?

Me dijo que ya está apagado

Lo cierto es que lo dijo él

B – Tómate un café – Si me voy enseguida – He pasado ocho años estudiando la Biblia – ¿Cómo (que) ochos años, tía? – Apaga la luz – Ya está apagada – (Transcurrido un rato) Apaga la luz – Que ya está apagada – Quería usted algo – Es que soy Carmencita

CUADRO 1

En esta última situación que acabo de describir es en la que se encontrarían los ejemplos de (9), donde la combinación como si introduce verbos, tanto en indicativo como en subjuntivo, que no guardan relación con ningún verbo principal o con respecto a un antecedente, expreso o implícito (cfr. Borrego, Gómez Asencio y Prieto 1986: 66-69 y 75-77; Trujillo 1990: 260-266; y Montolío 1999b: 3680-3681): (9) a. ¡Como si fuera la única persona que tiene problemas en este mundo! b. ¡Trabajar! ¡Como si yo no tuviese otra cosa que hacer! (ejemplo tomado de Steel 1976: 103) c. ¡Como si yo tuviera siempre que saber dónde está toda tu ropa! (ejemplo tomado de Montolío 1999b: 3680) d. Por mí, como si no me habla e. Pues, ¡como si termina en un esquina pidiendo! f. Como si se muere

Esta independencia hace que cualquiera de los ejemplos de (9), insertados en un contexto adecuado, pueda ser la intervención de uno de los participantes en un intercambio conversacional:

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(10) a. – Armando no hace más que quejarse de todos los problemas que tiene – ¡Como si fuera la única persona que tiene problemas en este mundo! b. – Tendrás que trabajar – ¡Trabajar! ¡Como si yo no tuviese otra cosa que hacer! c. – ¿Sabes dónde está la corbata que me regaló tu madre? – ¡Como si yo tuviera siempre que saber dónde está toda tu ropa! d. – Me ha dicho Juan que no le gustó lo que le dijiste ayer – Por mí, como si no me habla e. – Me han dicho que Ernesto se ha arruinado – Pues, ¡como si termina en un esquina pidiendo! f. – ¿Cuánto hace que no ves a Armando? – Varios años – No te gustaría volver a verlo – En absoluto, como si se muere

Ahora bien, estos contextos contrastan con otros más frecuentes donde como si también puede aparecer y donde lo introducido por esa combinación sí parece estar subordinado a un verbo precedente: (11) a. Lo trató como si fuera un niño de 9 años b. Será como si le quitásemos un caramelo a un niño

Por lo tanto, parece necesario separar ambos contextos y determinar las diferencias sintácticas entre unos y otros. 3. Dos combinaciones con como si 3.1. Los ejemplos de (11) son bastante polémicos por varias razones: en primer lugar, porque se discute si como si forma una unidad sintáctica o no; en segundo lugar, porque los autores que se han encargado de su estudio no se ponen de acuerdo sobre el valor de como (¿relativo?, ¿comparativo?); y, por último, porque en algunos casos se niega la existencia de una estructura condicional a la que parece apuntar la presencia de si.

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3.1.1. A la hora de buscar respuestas adecuadas, hay un dato de partida evidente: en la mayor parte de los casos es posible la intercalación de un verbo entre como y si; en concreto, o bien el mismo que se presenta en la ‘oración principal’, o bien uno de tipo genérico o atributivo (hacer, suceder, ser, estar...), todos ellos, en cualquier caso, en las formas verbales adecuadas para su combinación con una condicional (Borrego, Gómez Asencio y Prieto 1986: 67; Porto Dapena 1997: 39; Montolío 1999b: § 57.3.4.3; Pavón Lucero 1999: 626; Santos Río 2003: 256-257): (12) a. Lo trató como [lo trataría] si fuera un niño de 9 años b. Será como [sería] si le quitásemos un caramelo a un niño

Esta posibilidad de recuperación del verbo, que señalo entre corchetes, ha sido reconocida prácticamente por todos los autores, lo que no ha impedido que una buena parte de ellos piensen que entre las dos partículas se ha producido una cierta unificación o gramaticalización y que, en consecuencia, forman un bloque más o menos indisociable, es decir, que constituyen un giro o conjunción compleja (por ejemplo, Polo 1971: 114; Moreno Ayora 1991: 49; Sanjuán 1997: 36). Este giro generaría estructuras que normalmente se incluyen como un subtipo dentro de las comparativas: es el caso de Alonso (125: 140), que las explica como comparativas hipotéticas; o el de Cano Aguilar (1995: 130-131), quien, después de reconocer que “como si ha ido configurándose como entidad con sentido progresivamente unificado”, le asigna un valor ‘modal-comparativo’; o el de Montolío (1999b: 3679), que habla de “recurso gramatical (…) [que] subsume la expresión de una comparación condicional hipotética que desempeña una función adverbial modal”; o, ya más recientemente, el de Jiménez Juliá (2003: 134-136), que es partidario de relacionar las unidades con como si a comparaciones con una situación irreal, si bien es verdad que parece considerar al como preposición y al si relator. En cualquiera de estos últimos análisis existe una idea más o menos común: aunque el como de este giro lo fuera en sus orígenes, ahora no podría ser tomado como un relativo. A lo que habría que añadir, a partir de Jiménez Juliá 2003, la convicción de que tampoco estaríamos ante una estructura condicional y, por lo tanto, ante un si de este tipo:

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(…) no se trata de una construcción condicional en absoluto, sino de una construcción con valor irreal que coincide en ese rasgo con la condicional, y que en ciertos casos podría hacerse equivaler referencialmente, aunque no constructivamente, a una condicional introducida por un como relativo (Jiménez Juliá 2003: 136).

3.1.2. Todas estas propuestas presentadas en § 3.1.1 tienen, a mi juicio, algunos inconvenientes, el primero de los cuales, como parece lógico, sería explicar las interpolaciones vistas en (12). Es verdad que no parecen muy frecuentes ni siquiera históricamente, pero lo cierto es que podríamos encontrarnos en un caso muy parecido a lo que sucede con las estructuras comparativas, con las que, como se acaba de ver, más de un autor las pone en relación. Gutiérrez Ordóñez (1994: 22-28) relata cómo la ley de economía posibilita la elipsis de sintagmas repetidos en el segundo segmento de las estructuras comparativas, y cómo además lo hace alcanzando el grado sumo de cumplimiento, de tal manera que si se incluye alguno de esos elementos que se repiten se cae en agramaticalidad manifiesta: compárese *Pedro regala más claveles que claveles Luis con Pedro regala más claveles que rosas Luis. De igual forma, cabría pensar que la supresión habitual del verbo entre corchetes en (12) podría deberse a causas parecidas relacionadas con la ley de economía, y también podría suceder que, de la misma manera que en el segundo segmento de las comparativas los segmentos afloran necesariamente cuando deja de haber coincidencias (Pedro regala hoy más claveles que Luis, Pedro regala hoy más claveles que rosas Luis, Pedro regala hoy más claveles que rosas regalaba Luis, Pedro regala hoy más claveles que rosas regalaba ayer Luis), exista algún contexto en el que el verbo suprimido en (11) necesariamente tenga que dejarse mostrar. Y, en efecto, lo hay: la combinación con las funciones periféricas (véase Iglesias Bango 2004d). Desde ya hace tiempo, se reconoce la existencia de sintagmas, especialmente adverbios, que se caracterizan por incidir no sobre el verbo o alguno de sus componentes, sino sobre la totalidad de la oración. Esta novedad en los análisis parte, en nuestro ámbito lingüístico, de los trabajos de Alarcos (de 1969: cito por la edición de 1984:307-341) donde formula su atributo oracional, de P. Domínguez Rodríguez-Pasqués

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(1970), con los adverbios modificadores de oración, y de O. Kovacci (1972 y 1980-81), con su distinción entre modificadores circunstanciales y modificadores de modalidad, y se consolida en nuestra tradición gramatical como un novedoso punto de vista que va a atraer a numerosos investigadores y va a producir teorías diversas que también se plasmarán en terminologías diferentes: comentario oracional periférico, modificadores oracionales, adverbios de modalidad, función incidental, complementos de verbo enunciativo, funciones periféricas etc. Pues bien, el hecho es que se puede introducir un segmento en esa función dependiente de la oración presidida por ese verbo elíptico, verbo que en este caso tiene que reflotarse necesariamente: (13) a. Lo trató como, probablemente, lo trataría si fuera un niño de 9 años b. Será como, en efecto, sería si le quitásemos un caramelo a un niño

3.1.3. Según lo que he defendido en el apartado anterior como si estaría formado por dos elementos independientes sintácticamente, cada uno de los cuales introduce un verbo diferente. Respecto a como, además existen múltiples datos que, a mi juicio, permiten considerarlo como un relativo. 3.1.3.1. Siguiendo a Martínez (1989: 161) (véanse también Alonso Megido 1991: 324 y Álvarez Menéndez 1993: 301 y nota 14), para entender adecuadamente el comportamiento sintáctico de como relativo es necesario acudir a la siguiente composición interna: (14) como = «‘modo’ + preposición + artículo + que relativo»

Este esquema daría cuenta de un hecho importante: como, cuando es relativo, posee unas características léxicas tales (esto es, el de ‘modo’) que provocan que la clase de elementos que pueden actuar como antecedentes esté seleccionada o restringida a la integrada por elementos que indiquen el mismo valor semántico (es decir, un número escaso de sustantivos — forma, manera o modo—, el adverbio así y algunos adjetivos que toman contenido modal en determinados contextos).

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Ese mismo esquema permite explicar por qué una oración introducida por como relativo es conmutable por el adverbio así, o por la paráfrasis preposición + la forma/el modo + preposición + artículo + que2 + verbo (en la forma en que + verbo, de la forma en que + verbo...). Además, en las oraciones de relativo introducidas por como cabe la posibilidad de anteponer los segmentos tal o tal y, o sustituir como por igual que, cual o tal cual. Por último, es posible la interpolación de cláusulas parentéticas con verbos como decir, creer, parecer, opinar, esperar, considerar etc. (para este tipo de cláusulas cfr. Gutiérrez Ordóñez 1997a: 506-519; Brucart 1999: § 7.3.4.1). Todas estas propiedades se pueden comprobar en (15b-i), partiendo de (15a), donde hay un como relativo claro: (14) a. Ocurrió como te lo han contado b. Ocurrió así c. Ocurrió así como te lo han contado d. Ocurrió en la forma en la que te lo han contado e. Ocurrió tal como te lo han contado f. Ocurrió tal y como te lo han contado g. Ocurrió igual que te lo han contado h. Ocurrió cual/tal cual te lo han contado i. Ocurrió como [creo que] te lo han contado

3.1.3.2. Desde el punto de vista de contenido, las secuencias introducidas por como si de (11) guardan bastante relación con las relativas introducidas por como. En efecto, el indudable valor modal que poseen es reconocido (normalmente unido al comparativo o a contenidos hipotéticos) por la mayoría de autores que se han ocupado de ellas. Es bastante ilustrativo el siguiente texto de Montolío (1999b: 3679): Esta construcción [como si] resulta muy rica en cuanto a las múltiples nociones que en ella aparecen superpuestas: a la condición, en este caso, siempre hipotética, que plantea si, se suma como valor de mayor alcance, dominante sobre la condición,

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Manuel Iglesias Bango el significado comparativo que introduce como. Finalmente, el significado global de la estructura en la que aparece como si es de tipo modal.

Es, sin duda, ese ‘significado global’ modal lo que propicia, como sucedía en las relativas introducidas con como (véase 15b-c), la sustitución de lo encabezado con como si por así, o la anteposición como antecedente de este mismo adverbio modal: (16) a. Lo trató como si fuera un niño de 9 años Æ Lo trató así Será como si le quitásemos un caramelo a un niño Æ Será así b. Lo trató así como si fuera un niño de 9 años Será así como si le quitásemos un caramelo a un niño

El valor relativo parece confirmarse si aplicamos el resto de pruebas que se veían en el apartado anterior: (i) acepta la anteposición de tal o tal y; (ii) es sustituble por igual que, tal cual o por la paráfrasis preposición + la forma/el modo + preposición + artículo + que2 + verbo (en la forma en que + verbo, de la forma en que + verbo...); y (iii) admite la intercalación de secuencias parentéticas. Esta última prueba y la paráfrasis anterior además confirman la existencia del verbo elidido: su aplicación hace que éste haga acto de presencia obligatoriamente: (17) a. Lo trató tal y como si fuera un niño de 9 años Lo trató igual que si fuera un niño de 9 años Lo trató cual/tal cual si fuera un niño de 9 años Lo trató en la forma en que [lo trataría] si fuera un niño de 9 años Lo trató como [pienso que] lo trataría si fuera un niño de 9 años b. Será tal y como si le quitásemos un caramelo a un niño Será igual que si le quitásemos un caramelo a un niño Será cual/tal cual si le quitásemos un caramelo a un niño Será del modo en que [sería] si le quitásemos un caramelo a un niño Será como [creo que] sería si le quitásemos un caramelo a un niño

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3.1.3.3. Existen todavía más paralelismos: de la misma forma que le sucede (por ejemplo, en 18) a como relativo (véase Iglesias Bango 2004c), las secuencias introducidas por como si (en los ejemplos 19) pueden aparecer aisladas entonativamente y ser interpretadas como estructuras relativas apositivas: (18) Te lo contaré así, como me lo han contado a mí Lo cocinó con canela, como su madre le había enseñado a prepararlo (ejemplo tomado de Brucart 1999) Lo encontró bastante tranquilo, como solía verlo por las mañanas (19) Julia se quedó quieta, como si estuviera hipnotizada Buscó a su madre y de repente se puso a llorar, como si no encontrarla fuera lo peor que le pudiera pasar

El carácter relativo de como en (18) no parece estar en cuestión, y creo que el de (19) tampoco, de acuerdo con las pruebas que señalé en el apartado anterior: (20) a. Julia se quedó quieta, así como si estuviera hipnotizada Julia se quedó quieta, tal y como si estuviera hipnotizada Julia se quedó quieta, igual que si estuviera hipnotizada Julia se quedó quieta, cual/tal cual si estuviera hipnotizada Julia se quedó quieta, de la forma en que [se quedaría] si estuviese hipnotizada Julia se quedó quieta, como [creo que] se quedaría si estuviera hipnotizada b. Buscó a su madre y de repente se puso a llorar, así como si no encontrarla fuera lo peor que le pudiera pasar Buscó a su madre y de repente se puso a llorar, tal y como si no encontrarla fuera lo peor que le pudiera pasar Buscó a su madre y de repente se puso a llorar, igual que si no encontrarla fuera lo peor que le pudiera pasar Buscó a su madre y de repente se puso a llorar, cual/tal cual si no encontrarla fuera lo peor que le pudiera pasar

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Manuel Iglesias Bango Buscó a su madre y de repente se puso a llorar, de la forma en que [sucedería] si no encontrarla fuera lo peor que le pudiera pasar Buscó a su madre y de repente se puso a llorar, como [pienso que] sucedería si no encontrarla fuera lo peor que le pudiera pasar

3.1.3.4. Por último, los ejemplos de (11) y (19) no son los únicos contextos en los que como se une a otro transpositor o subordinante sin verbo intermedio: (21) Lo trató como cuando era un niño de 9 años Se comporta como quien no tiene nada que perder Se quedó como el que permanece hipnotizado

¿Habría que defender también en estos casos una cierta unificación entre como y cuando, como y quien o como y el que, respectivamente? No parece probable. Mucho más explicativo, a mi juicio, es contemplar las secuencias de (11) y (21) bajo el mismo prisma que ejemplos como Está contento como su madre, Salió satisfecho como yo, en los que se produce la elisión del verbo del relativo debido, en realidad, a su ‘coincidencia’ con el ‘verbo principal6; la única diferencia estriba en que lo introducido por como (y dependiente del verbo omitido) en (11) y (21) es una oración transpuesta. Nótese que, a estos efectos, estos últimos ejemplos no serían muy distintos de los de (22), en los que las oraciones subordinadas transpuestas han sido sustituidas por segmentos nominales o adverbiales equifuncionales7:

6

La existencia gramatical de ese verbo parece evidente, toda vez que se recupera necesariamente cuando no hay coincidencia exacta, por ejemplo, en el tiempo verbal: Está contento como estaba su madre, Salió satisfecho como salgo yo. 7 Borrego, Gómez Asencio y Prieto (1986: 69) señalan cómo lo introducido por si puede hacerse equivalente, en ciertos casos, a una oración encabezada por cuando (Esto es como si una máquina te coge una mano = Esto es como cuando una máquina te coge una mano; Es como si viene un individuo y te dice … = Es como cuando viene un individuo y te dice …), lo que redundaría, por un lado, en la idea de que es independiente de como, y, por otro, en el análisis que lo iguala con lo introducido por cuando (de no ser así, ¿cómo explicar la conmutación?), en cuanto que componentes independientes de como y subordinados al verbo omitido.

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(22) Lo trató como en ese caso Será como en esas circunstancias Lo trató como entonces Se comporta como Daniel Se quedó como ella

3.1.4. Creo que en 3.1.3 he demostrado con bastante claridad que como en los ejemplos de (11) (y en los de (19) y (21)) es un relativo (para más argumentos, cfr. Trujillo 1990). Si eso es así, en primer lugar, ha de estar introduciendo necesariamente un verbo (o un infinitivo, cosa poco probable en estos contextos), por lo que la reposición manejada y explicada en 3.1.2 se hace, desde mi punto de vista, además una necesidad teórica; y, en segundo lugar, lo introducido por si ha de ser una oración condicional. 3.2. No parece que en los ejemplos de (10), que ahora vuelvo a reproducir en (23), pueda analizarse la combinación como si igual que se hizo en el apartado anterior. (23) a. – Armando no hace más que quejarse de todos los problemas que tiene – ¡Como si fuera la única persona que tiene problemas en este mundo! b. – Tendrás que trabajar – ¡Trabajar! ¡Como si yo no tuviese otra cosa que hacer! c. – ¿Sabes dónde está la corbata que me regaló tu madre? – ¡Como si yo tuviera siempre que saber dónde está toda tu ropa! d. – Me ha dicho Juan que no le gustó lo que le dijiste ayer – Por mí, como si no me habla e. – Me han dicho que Ernesto se ha arruinado – Pues, ¡como si termina en un esquina pidiendo! f. – ¿Cuánto hace que no ves a Armando? – Varios años – No te gustaría volver a verlo – En absoluto, como si se muere

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3.2.1. En efecto, ni hay posibilidad de incluir un antecedente, ni existe la opción de introducir el segmento tal o tal y, ni la conmutación por igual que, cual, tal cual o por una paráfrasis como la del esquema de (13); tampoco resulta viable la inclusión de un verbo del tipo que sea entre los dos componentes de la combinación. Todo ello, en mi opinión, conduce justo a la conclusión contraria a la vista en § 3.1: como no es en (23) un relativo, y junto con si constituye una unidad inseparable funcionalmente. 3.2.2. En el listado bastante completo de valores semánticos que ofrece Fernández Ramírez (1986 (1937)) para la combinación como si + subjuntivo, aparecen dos que tiene que ver con los ejemplos de (23): el ‘cualificante’ (Fernández Ramírez 1986 (1937): 525), con el que “se lleva a cabo una evaluación de resultados, de cualidades o de esfuerzos, y se afirma la validez o la invalidez de algo, arrostrando la contradicción aparente”: ¿De modo que no hay que contar con esa gente? —Como si no existieran; y el de ‘negación indignada’ (Fernández Ramírez 1986 (1937): 526-527), derivado del valor ‘anómalo’ o ‘paradójico’: “En estos ejemplos de ahora empieza a iniciarse una tendencia, más o menos franca, a negarle toda pretensión de vigencia [a la predicación comparativa de la fórmula], con lo cual se confiere a la expresión el sentido irónico, ponderativo o de censura que le es peculiar [y de donde] procede el uso exclamativo, con sentido de NEGACIÓN INDIGNADA”: Como si la señorita Ángela tuviese la culpa de que el señor Conrado esté loco de amor por ella. En ambos casos Fernández Ramírez reconoce el carácter independiente de la oración introducida por como si. Borrego, Gómez Asencio, y Prieto (1986: 66-69 y 75-77) también se ocupan de los valores y usos de la combinación como si + subjuntivo y a propósito de ellos mencionan contextos en los que como si aparece con entonación exclamativa y con el resto de la secuencia elíptica (es decir, tendrían carácter independiente), y en los que encuentran equivalencia con la fórmula ni que cuando introduce una réplica (ya sea del interlocutor o del

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propio hablante) a una intervención anterior: —Te doy cinco mil pesetas por la bici —¡Sí, hombre! ¡Como si yo fuera imbécil! Estos mismos autores hacen referencia (pág. 69) a situaciones en las que la combinación como si introduce indicativo en secuencias asimismo independientes y a las que consideran “preferentemente coloquiales” y vehículos para la expresión “de la indiferencia del hablante ante una cierta situación”: —Lucas se ha arruinado —Por mí, como si se muere de hambre en una esquina. Montolío (1999b: 3680-3681) separa (23a, b y c), ejemplos con subjuntivo, de (23d, e y f), ejemplos en indicativo. A los primeros, tal y como habían hecho Borrego, Gómez Asencio y Prieto (1986), los pone en relación con la combinación ni que + subjuntivo y les señala como valor básico el de expresar un desacuerdo enérgico o una falsedad enfática con carácter irónico. Con respecto a los segundos, también en la línea de Borrego, Gómez Asencio y Prieto, indica que en ellos la construcción como si expresa el valor de restar importancia a una determinada información (...), así como, maximizando la importancia restada, el de indicar indiferencia ante lo dicho por el interlocutor.

3.2.3. Pese a todo, en mi opinión, creo que todos los ejemplos de (23) pueden analizarse conjuntamente: aquí como no puede ser tomado como un relativo (por los argumentos ya expuestos en 3.2.1); ahora como y si constituyen una unidad gramaticalizada, una locución que introduce verbos, tanto en indicativo como en subjuntivo, que no guardan relación alguna con ningún ‘verbo principal’. Como reconoce ya Fernández Ramírez, se trata de secuencias independientes (aunque probablemente derivadas de ejemplos, como los de (11), en los que se ha producido una elipsis de la ‘oración principal’, tal y como dejan entrever Borrego, Gómez Asencio y Prieto (1986: 68)) que adquieren sentido sobre todo en intercambios conversacionales. Son casos en los que, de acuerdo con lo ya indicado en § 2.4.2., como si parece comportarse como un marcador del discurso, lo que explicaría (i) que sus dos componentes formen una combinación gramaticalizada; (ii) que no pongan en relación la oración que introducen con un verbo externo; (iii)

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que no cumplan ninguna función gramatical (es decir, que no sean transpositores); y (iv) que generen referencias al contexto o a las circunstancias de la enunciación. A continuación se completa el cuadro 1 añadiendo los casos de (22) y oponiéndolos a los de (10) en los que como y si son independientes y funcionan como transpositores: A No sé si va a llegar tarde Te contestaré si me prestas atención ¿Cómo vas a solucionar el problema?

Me dijo que ya está apagado

Lo cierto es que lo dijo él Se quedó como si estuviera hipnotizada

B – Tómate un café – Si me voy enseguida – He pasado ocho años estudiando la Biblia – ¿Cómo (que) ochos años, tía? – Apaga la luz – Ya está apagada – (Transcurrido un rato) Apaga la luz – Que ya está apagada – Quería usted algo – Es que soy Carmencita – A Armando no le gustó lo que le dijiste – ¡Como si no me habla!

CUADRO 2

Siguiendo a Briz y el grupo Val.Es.Co (véase, por ejemplo, Briz 2001), además, se podría concretar señalando que se trata de un marcador del discurso fundamentalmente dialogal y característico de los actos o intervenciones reactivas. 3.2.4. Ya se ha señalado que la propiedad semántica más destacada de los marcadores del discurso es que poseen significado procedimental (véanse Martín Zorraquino y Portolés 1999 y Portolés 2001: 14-26 y 75-86), es decir, que actúan como fórmulas léxicas que permiten extraer inferencias, o lo que es lo mismo, contenidos no expresados directamente en el mensaje. Son, pues, marcas o balizas que van guiando el proceso descodificador. En muchas ocasiones el significado procedimental de los marcadores del discurso está relacionado con las instrucciones argumentativas (Portolés 2001: 87-102). De acuerdo con ello se podría decir que cada enunciado

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favorece o dificulta los argumentos expresados por el precedente. En el primer caso, se habla de mensajes co-orientados y, en el segundo, de mensajes anti-orientados. De un primer examen de los ejemplos de (23) podría pensarse que la utilización de como si está directamente relacionada con la anti-orientación argumentativa del enunciado que introduce. En efecto, prácticamente todos los enunciados que se ven encabezados por como si parecen ir en la dirección argumentativa contraria del que les precede, puesto que, en la mayoría de casos, atenua o anula la conclusión o inferencia que se pudiera haber obtenido de este último. El carácter contra-argumentativo de como si parece claro cuando se combina con subjuntivo, y quedaría demostrado no sólo por las posibilidades de conmutación, apuntadas por Borrego, Gómez Asencio y Prieto (1986) y confirmadas por Montolío (1999b), de como si por ni que + subjuntivo, sino también por la equivalencia con otras fórmulas también contra-argumentativas como la combinación como que (para el valor contra-argumentativo de la fórmula como que, véase Iglesias Bango 2004a): (24) a. – Armando no hace más que quejarse de todos los problemas que tiene – ¡Como si fuera la única persona que tiene problemas en este mundo! – ¡Ni que fuera la única persona que tiene problemas en este mundo! – ¡Como que fuera la única persona que tiene problemas en este mundo! b. – Tendrás que trabajar – ¡Trabajar! ¡Como si yo no tuviese otra cosa que hacer! – ¡Trabajar! ¡Ni que yo no tuviese otra cosa que hacer! – ¡Trabajar! ¡Como que yo no tuviese otra cosa que hacer! c. – ¿Sabes dónde está la corbata que me regaló tu madre? – ¡Como si yo tuviera siempre que saber dónde está toda tu ropa! – ¡Ni que yo tuviera siempre que saber dónde está toda tu ropa! – ¡Como que yo tuviera siempre que saber dónde está toda tu ropa!

Cuando como si aparece con indicativo la anti-orientación que marca también queda reflejada, como se ve por ejemplo en —Me han dicho que

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Ernesto se ha arruinado/—Pues, ¡como si termina en una esquina pidiendo!, por la compatibilidad con pues, que, en ciertos casos, precisamente los que resultarían aquí, expresa, en palabras de Porroche (1996), “un cambio en la línea de argumentación del segmento anterior” (— Pedro robó a su amo, —Pues no lo tenía yo por ladrón; — Este cuadro cuesta poco dinero, — Pues es de Picasso). 4. Conclusión A lo largo de estas páginas he intentado (de)mostrar que existen al menos dos tipos de estructuras encabezadas por como si en español. En una de ellas (Lo trató como si fuera un niño de 9 años; Será como si le quitásemos un caramelo a un niño), como y si son dos unidades sintácticamente independientes. La primera tiene un claro valor relativo e introduce, en realidad, un verbo que ha sido elidido por el hablante (Lo trató como [lo trataría] si fuera un niño de 9 años; Será como [sería] si le quitásemos un caramelo a un niño). La segunda es de tipo condicional. En la otra estructura como y si forman una unidad que se comporta como un marcador discursivo contra-argumentativo de tipo dialogal (¡Como si fuera la única persona que tiene problemas en este mundo, ¡Como si no me habla!).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ACÍN VILLA, E. (2001): “Algo más sobre como”. Anuario de Estudios Filológicos, XXIV, págs. 9-24. ALARCOS, E. (1984): Estudios de Gramática funcional del español, Madrid: Gredos. ALMELA, R. (1985): “El si introductor de oraciones independientes en español”. LEA, VII, págs. 5-13. ALONSO, A. (1925): “Español como que y cómo que”. RFE, XII, págs. 133-156. ALONSO MEGIDO, G. (1991): “Los relativos en español: doble caracterización funcional”, Verba 18, págs. 323-351. ÁLVAREZ MENÉNDEZ, A. I. (1993): “Los que del español y la transposición verbal: hacia una sistematización de la oposición /que1/ y /que2/”, Verba 20, págs. 293309.

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PRESENTE DE INDICATIVO CON REFERENCIA SIGNIFICATIVA ORIENTADA HACIA EL PASADO

SANTIAGO PÉREZ FERNÁNDEZ Departamento de Filología Hispánica Facultad de Filosofía y Letras Universidad de León Campus Universitario de Vegazana 24071 León Al hablar del uso del presente con valor de pasado, se centra la atención en la equivalencia de la forma presente con un pretérito indefinido y se etiqueta como “presente histórico”. Pero el uso del presente para hacer referencia a hechos del pasado no se limita al conocido “presente histórico”: aparece en otros casos. Además, no solo el presente incorpora tal valor designativo: afecta a otras formas en correlación temporal. Por otro lado, tampoco el presente con referencia a hechos pasados es equivalente solo a un indefinido, forna esencial de la narración de hechos pasados o “históricos”, sino que puede expresar diferentes variantes significativas presentando, en alguna de ellas, imposibilidad de alternancia con el indefinido, y expresando acción no cumplida, tal y como se refleja en estructura condicionales no reales y en estructuras independientes contextualizadas por ciertos adverbios o expresiones adverbiales. Palabras clave: Presente histórico, acción no cumplida, condicionales no reales, ‘casi’, ‘por poco’

To talk about the use of the present with a past value focuses the attention on the equivalence of the present form with a simple past and is given the label historic present. However, the use of the present to refer to events in the past is not limited to the so called historic present: we find it in other cases. Moreover, not only does the present incorporate such a value: it also affects other forms in temporal correlation. On the other hand, the present with reference to past events is not only equivalent to a simple past, the main form used in the narration of past or “historic” events. It is also capable of expressing different significant variants presenting in some of them the impossibility of alternating with the simple past and expressing actions which never happened, as is seen in unreal conditional structures and in independent structures contextualised by certain adverbs or adverbial expressions. Key words: Historic present, unfulfilled action, unreal conditions, “casi”, “por poco”

0. Introducción El uso del presente de Indicativo con una referencia semántica orientada hacia el pasado lo recogen todos los autores, estudios y gramáticas, y señalan que sirve para expresar hechos realizados que han ocurrido en un Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 181-203). ISSN: 0212.6192

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momento anterior al acto de la enunciación. Coinciden también en señalar el efecto expresivo que tal sustitución produce en el relato de los acontecimientos, tanto en el campo histórico-literario como en el puramente conversacional; los hechos “se acercan al oyente o lector”, “se actualizan”, “se presentan como si estuvieran ocurriendo delante de nosotros y pudiéramos, por tanto, presenciarlos”, “se dota de mayor viveza a la narración”, que “adquiere un especial relieve o fuerza dramática”, “se confiere una mayor tensión en la narración del suceso” ya que ésta, “gracias a la metáfora temporal del presente histórico, pasa a participar de la tensión del mundo comentado”, como señala H. Weinrich (1968: 162). Independientemente de los efectos estilísticos o expresivos logrados con la utilización del presente para referirnos a acontecimientos cuya realización ya ha tenido lugar en el pasado, algunos autores han intentado explicar el fenómeno de sustitución de una forma por otra. E. Alarcos (1970: 69), hablando de las correlaciones que organizan la estructura del verbo español, señala que “estas correlaciones se suprimen en determinadas circunstancias. Igual que en el plano expresivo de la lengua (donde dos fonemas opuestos cesan de ser diferenciales en posiciones dadas), en el plano del contenido (gramatical) se observan sincretismos (neutralizaciones) bajo ciertas situaciones, en las cuales dos invariantes morfológicas cesan su oposición y suprimen sus caracteres distintivos”. Más adelante señala que “la correlación pasado-temporal puede también suprimirse bajo ciertas condiciones. Un caso muy conocido: lo que se ha llamado ´presente histórico`, donde el miembro no marcado se funde con el valor del miembro marcado de la correlación canto / cantaba-canté”. G. Rojo (1974: 96) considera que el uso del presente con valor de pasado no constituye un fenómeno similar a la sustitución del futuro por el presente, ya que, la sustitución de llegaré por llego, afecta también a llegaría por llegaba y a habré llegado por he llegado; por el contrario, el uso de llego en vez de llegué no arrastra el de llegaba por había llegado. Para él, el fenómeno no consiste en utilizar una forma de simultaneidad para expresar hechos anteriores (anterioridad), sino un desplazamiento del origen o punto de referencia en torno al cual el hablante construye el mensaje, hecho al que ya se había referido también Gili Gaya al señalar que

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en el uso del presente en sustitución del pasado el que habla se traslada mentalmente al pasado. A. Veiga (1987: 169-216) llega a la conclusión de que la etiqueta “histórico” no afecta al presente exclusivamente, sino que afecta a otras 1 formas del sistema cuando aparecen usadas en correlación temporal , 1

A esta conclusión llega A. Veiga, págs. 209-213, al hablar de la correlación de tiempos y parece contravenir, en parte, el planteamiento del estudio del presente histórico como hecho de sistema que ha realizado anteriormente. Basándonos en la correlación de tiempos, el presente histórico arrastra a otras formas con él relacionadas en correlación; por consiguiente, como el mismo A. Veiga ejemplifica, un enunciado como Ayer lo encontré y me dijo que había estado enfermo, pero que ya se sentía bien y que pronto volvería al trabajo, usando el presente por los indefinidos y manteniendo dicha correlación temporal, se convertirá en Ayer lo encuentro y me dice que ha estado enfermo, pero que ya se siente bien y que pronto volverá al trabajo. Pero debemos tener en cuenta que también es posible y correcto Ayer lo encuentro y me dice que había estado enfermo, pero que ya se sentía bien y que pronto volvería al trabajo, e , incluso, Ayer lo encuentro y me dice que había estado enfermo, pero que ya se siente bien y que pronto volverá al trabajo. En todos los casos la correferencialidad se mantiene, pero en cada caso el mensaje se estructura bajo enfoques diferentes. En el primero, el hablante sitúa los hechos de estar enfermo, sentirse bien y volver al trabajo medidos desde los pasados encontré y dijo, situados en el ayer. Ahora bien, el hablante puede cambiar la perspectiva ante tales hechos y considerar el de estar enfermo en relación con el hecho de informar sobre ello, respecto al cual lo considera anterior y lo expresa con un pluscuamperfecto, mientras que los de sentirse bien y volver al trabajo puede relacionarlos con el ahora del acto de comunicación, respecto del cual uno es coexistente y el otro pertenece al porvenir, más o menos inmediato, y, en consecuencia, utiliza el presente y el futuro, respectivamente. De la misma manera puede estructurar el mensaje en torno a encuentro y dice, formalmente presentes, pero con referencia a hechos pasados, afectando dicha referencia significativa a las demás formas verbales usadas en correlación: ha estado, siente y volverá. En el mismo sentido pueden interpretarse sus afirmaciones en nota 39, pág. 213, cuando dice que puede suponer un peligro “identificar hechos de lingüística textual con hechos de sistema”; “la diferencia se halla en los textos, pero no constituye prueba para suponer diferencia entre sistemas” antiguos y modernos como puede comprobarse por el uso peculiar que de las formas verbales se hace en el Romancero Viejo castellano, marcado por la “libertad combinatoria de enfoques temporales”, no porque “el sistema verbal empleado respondiese a una estructuración particular”. Apliquemos esto al tema que nos ocupa y obtendremos que la correlación de tiempos es un hecho de discurso, no de sistema, y que puede cumplirse o no, según el enfoque que el hablante dé a los acontecimientos. Tampoco debemos considerar refutación válida el hecho de que el imperfecto no arrastre al pluscuamperfecto –como señala G. Rojo y admite A. Veiga– ya que si se trata de un cambio de perspectiva, son las formas de “presente”, y no las de “pasado”, las que pueden sufrir, y sufren, dicho cambio y, por tanto, el imperfecto no arrastra al pluscuamperfecto como tampoco el condicional arrastra al

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circunstancia que ya había señalado A. Bello (1988: 456): “Si sustituimos, pues, la relación de coexistencia a la de anterioridad, expresaremos con más viveza los recuerdos, y daremos más animación y energía a las narraciones [...]. Entonces el pretérito y el co-pretérito se transpondrán al presente, el pos-pretérito al futuro, el ante-pretérito y el ante-co-pretérito al antepresente, y el ante-pos-pretérito al ante-futuro”. Él mismo señala que no siempre se cumple la correlación y en esos casos aparece “una especie de disonancia, por decirlo así, entre los dos verbos, subordinado y subordinante, pero autorizada por los escritores más elegantes, así castellanos como latinos”. Como puede observarse a partir de lo expuesto y de las opiniones del resto de autores no mencionados, al hablar del uso del presente con valor de pasado, se centra la atención en la equivalencia de la forma presente con un pretérito indefinido y se etiqueta como “presente histórico”. Nosotros estamos de acuerdo con A. Veiga y con A. Bello en que no es un fenómeno que afecte solo al presente, sino que, en textos narrativos, otras formas verbales, usadas en correlación de tiempos, sufren también transposición o traslación de su referencia significativa propia, precedidas o no de presente histórico, hacia referencias designativas situadas en un momento anterior. Con lo que no estamos de acuerdo es con la idea repetida de que el uso del presente para hacer referencia a hechos del pasado se limite al conocido “presente histórico”. Somos conscientes de que aparece en otros múltiples casos, y, por tanto, reducir el uso del presente con referencia a hechos pasados a la sustitución o equivalencia entre esta forma y el indefinido nos parece un planteamiento parcial ya que, por un lado, no solo el presente incorpora tal valor designativo, sino que es algo que afecta a otras formas en correlación temporal y, por otro, tampoco el presente con referencia a hechos pasados es equivalente solo a un condicional compuesto, por ser ya pertenecientes a la perspectiva de “pasado” y por tratarse, este fenómeno, de una actualización de los acontecimientos y no de una mayor retrospección de los mismos, lo que ocurriría en el caso de usar una forma de perspectiva de “pasado” en sustitución de otra de “pasado” + “anterioridad”. Esta afirmación, ¿no nos anunciará que, tanto Rojo como Veiga, parten de un pl,anteamiento, al menos dudoso –según nuestro punto de vista– al considerar el imperfecto como un presente en el pasado y atribuirle comportamientos similares –expresión de la simultaneidad- cuando, en realidad, es paralelo al indefinido, como afirma Alarcos, diferenciándose de él solo en matices aspectuales, y no temporales, y expresando una acción anterior, pero sin delimitar su término?

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indefinido, forma esencial de la narración de hechos pasados o “históricos”, sino que puede expresar diferentes variantes significativas presentando, en alguna de ellas, imposibilidad de alternancia con el indefinido, cuando expresa acción no cumplida, tal como se refleja en estructuras condicionales no reales y en estructuras independientes contextualizadas por ciertos adverbios o expresiones adverbiales, que pasamos a comentar. 1. Presente con referencia al pasado en estructuras condicionales no 2 reales Aludimos al uso del presente de Indicativo con referencia al pasado expresando hechos no reales, es decir, no realizados y que, por tanto, constituyen una irrealidad en el pasado en el que el hablante los sitúa. Se trata principalmente de su uso en estructuras condicionales, tanto implícitas como explícitas, que presentan valor de condición no real y, en consecuencia, implican ya el no cumplimiento del contenido del enunciado. Dicha interpretación depende de factores externos a la propia condicional, aparezca ésta expresada mediante los nexos propiamente condicionales o mediante otras expresiones que aportan dicho valor. Son los factores extraoracionales, tales como el contexto lingüístico, la situación comunicativa, los que aportan la interpretación del enunciado como condición irreal, frente a condición real que puede venir también expresada 3 en presente, tanto en la prótasis como en la apódosis. Es decir, el carácter prospectivo o retrospectivo –de negación indirecta o implícita “que las oraciones condicionales y las optativas toman a menudo en castellano” (A. Bello, 158-159)– y, por tanto, irreal, que puede conllevar un mismo enunciado como Si llega Juan, me marcho o Si lo cojo, lo mato, vendrá 2

Debemos señalar que se trata de usos frecuentes en el nivel coloquial de la lengua, pero no por eso carece de interés su consideración, su análisis y su valoración. 3 Hacemos nuestra también la aclaración que respecto al uso de estos términos hace la R.A.E. en su Esbozo..., en nota 5, página 554, al tratar de las oraciones condicionales: “En rigor prótasis es la primera parte del período, y apódosis la segunda, por lo que en casos como Vendrá mañana, si es que puede el nombre de prótasis convendría a la consecuencia y el de apódosis a la condición. Pero como lógicamente la condición es previa a la consecuencia, y como el orden más frecuente en el uso lingüístico coincide con esta prelación, empleamos siempre prótasis para la condición y apódosis para la consecuencia, cualquiera que sea su colocación respectiva en cada ejemplo concreto”.

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marcado por el contexto y la situación, y no depende, en absoluto, de la forma verbal utilizada; de ello se deriva su interpretación como condicional real (de posible cumplimiento) o como condicional irreal (de cumplimiento ya imposible por tratarse de un pasado en el que no se ha ejecutado tal acontecimiento). Ahora vamos a centrarnos en éstas últimas y en ellas encontramos el presente con valor de pasado dentro de las tres variantes posibles: en la prótasis, en la apódosis y en la prótasis y apódosis a la vez, presentando en cada caso la forma verbal presente de Indicativo equivalencias morfológicas diferentes. a) En la prótasis Se trata de estructuras condicionales introducidas por el nexo si cuyo núcleo oracional aparece en presente de Indicativo con referencia designativa hacia un pasado, dada la forma verbal usada en la apódosis correspondiente, (aunque en algunos casos puede estar omitida), así como la situación comunicativa en que se emite el mensaje y que aporta al 4 enunciado la referencia a un momento anterior a dicha emisión . 1. GERTRUDIS.- [...] que si con un solo brazo ha tenido en vilo a España entera, calcúlate tú lo que habría ocurrido si llega a tener los dos. A lo mejor nos meten en el Mercado Común. (A. Paso, 37). 2. MARIANA.- Si no llega a ser por ese hombre, yo no hubiera tenido ni qué ponerme. (A. Paso, 71). 3. SEÑÁ JUSTA.- Pa quitarle de revenderla. SEÑOR CELIPE.- Claro, como que es lo que yo pensaba hacer si no me la mutila. (C. Arniches, 58). 4. Porque si yo sé [...] que no me va a decir sino lo que Mar me dijo pues igual me hubiera quedado tan ricamente en el camping. (Dimas Mas, 231). 5. ¿Quiere decir que si en vez de decírselo por escrito se lo dicen de viva voz no se lo hubiera creído? (Dimas Mas, 299). 4

Es reseñable la frecuencia de la expresión Si (no) llega a + infinitivo en la prótasis de la condicional, Yo también me habría asustado si me llega a agarrar, en sustitución del lexema que aparece en infinitivo + los morfemas de presente, si me agarra (pero no me agarró), que también puede aparecer como puede observarse en algunos de los ejemplos reseñados.

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6. Si llega a usar los pies, Smitty dice que lo habría matado. (J. Steinbeck, 22). 7. Yo también me habría asustado si me llega a agarrar. (J. Steinbeck, 43). 8. Puede que usted crea que todos estábamos borrachos como cubas. Pero le digo que yo no lo estaba; lo que pasa es que no me tenía de cansancio, y si me despierto un segundo antes, le habría pescado in fraganti. (R. L. Stevenson, 156). 9. [...] Hasta aquí, muy bien; pero recordé al punto que una amarra tirante, cortada de pronto, es algo tan peligroso como la coz de un caballo. Si llego a cometer el disparate de separar así la Hispaniola de su ancla, lo más probable habría sido que el coraclo y yo hubiéramos salido del agua lanzados por los aires. (R. L. Stevenson, 176). 10. ¡Cuál no sería nuestra sorpresa al ver a la Hispaniola navegando sola! La última pleamar la había puesto a flote, y si llega a haber viento recio o una fuerte corriente de la marea, [...], no la hubiéramos visto más o la hubiéramos encontrado encallada sin remedio posible. (R. L. Stevenson, 260). 11. Empinó la botella de vino [...] - A poco te la liquidas, hijo mío. Dame. ¿Qué tal está? - Caliente. - Pues si llega a estar frío, no sé entonces [...] (S. Ferlosio, 32). 12. Si le llego a dejar y sube un poco [...] (Fdez. Santos, 152). 13. [...] En el pueblo este nadie le quería dar posada, y si no llega a ser por una mujer que le dio cama, no hubiera tenido donde pasar la noche (Fdez. Santos, 191). 14. Quizá entonces, si es tan resplandeciente como dicen, si es tan fascinante, hubiera olvidado mis objeciones [...] y me habría engolfado en su amor. (T. Ballester, 289).

Como podemos observar por los ejemplos anteriores, en la apódosis de estas estructuras aparece - bien el condicional compuesto :[...] que si con un solo brazo ha tenido en vilo a España entera, calcúlate tú lo que habría ocurrido si llega a tener los dos. (1); Si llega a usar los pies, Smitty dice que lo habría matado (6); Yo también me habría asustado si me llega a agarrar (7); [...] y si me despierto un segundo antes, le habría pescado in fraganti (8), - bien el pluscuamperfecto de Subjuntivo: Si no llega a ser por ese hombre, yo no hubiera tenido ni qué ponerme (2); Porque si yo sé [...] pues igual me hubiera quedado tan ricamente en el camping.(4);

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¿Quiere decir que si en vez de decírselo por escrito se lo dicen de viva voz no se lo hubiera creído? (5); Si llego a cometer el disparate de separar así a la Hispaniola de su ancla, [...] el coraclo y yo hubiéramos salido del agua lanzados por los aires (9); [...] si llega a haber viento recio o una fuerte corriente de la marea, [...], no la hubiéramos visto más o la hubiéramos encontrado encallada sin remedio posible (10); [...] y si no llega a ser por una mujer que le dio cama, no hubiera tenido donde pasar la noche (13), - o ambos en combinación: Quizá entonces si es tan resplandeciente como dicen, si es tan fascinante, hubiera olvidado mis objeciones [...] y me habría engolfado en su amor. (14). Por tanto el presente de la prótasis es equivalente al pluscuamperfecto de Subjuntivo correspondiente al verbo semánticamente pleno, tal como se establece en las relaciones morfológicas. Son el contexto y la situación comunicativa los factores que confieren el carácter de condiciones irreales a los enunciados debido a la referencia temporal de los mismos a un momento anterior. Un caso especial lo constituye el ejemplo 3: SEÑÁ JUSTA. - Pa quitarle de revenderla. SEÑOR CELIPE.- Claro, como que es lo que yo pensaba hacer si no me la mutila,

que presenta la forma de imperfecto de Indicativo en la apódosis. No obstante, este imperfecto no está marcado con su valor principal y propio, sino con un valor desviado característico de la lengua coloquial en sustitución de un condicional compuesto o pluscuamperfecto de Subjuntivo, y cuyo carácter de irrealidad lo marca el contexto anterior en que se sitúa y que transcribimos a continuación: SEÑÁ JUSTA.- Pues, ¿qué le hizo usté? SEÑOR CELIPE.- Náa, que la digo en un tono que era pa partir grava de dolorido, y

quitándome la gorra y todo: “Señorita, por la salú de sus hijos, déme usté pa un panecillo, que hace cuarenta y ocho horas que no lo pruebo”. Se hace la magoya y aprieta el paso. “Señorita, que tengo mucha necesidá. Si no se fía usté, allí hay una

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tahona. Cómpremelo usté misma” Y va y dice: “Bueno; venga usté conmigo”. Y vamos y me compra una libreta, salimos a la calle, y ¡pasmarse!..., me la parte por la metá antes de dármela. SEÑÁ LIBRADA.- ¡Qué pécora! SEÑÁ JUSTA.- Pa quitarle de revenderla. SEÑOR CELIPE.- Claro, como que es lo que yo pensaba hacer si no me la mutila.

Es el contexto, caracterizado por su referencia a un hecho ya ocurrido, marcado por la forma hizo y la presencia de presentes con valor narrativo o histórico, lo que confiere a la última intervención del Señor Celipe un carácter claramente irreal: pensaba revenderla (pero ya no puedo). Por tanto, el contenido del enunciado es equivalente a: Claro, como que es lo que habría/hubiera hecho si no me la hubiera mutilado; así pues, el presente mutila con referencia a un hecho pasado, sustituye al pluscuamperfecto de Subjuntivo correspondiente, en este enunciado y en todos los seleccionados anteriormente. Se trata de un uso dislocado ya que hay una ruptura de las correlaciones morfosintácticas entre el verbo subordinado en presente y el principal, en pasado y expresando, además, anterioridad. b) En la apódosis Lo mismo que en la variante anterior, aparece en estructuras condicionales cuya prótasis está introducida bien por el nexo si con el verbo en la forma gramatical correspondiente a la expresión de irrealidad, bien por fórmulas o expresiones léxicas, propias del uso conversacional de la lengua, que inducen también a la interpretación de condición irreal, tales como: de no + infinitivo, a no ser por + nombre/pronombre, yo que tú, yo en tu lugar, yo + nombre común o propio, etc.; este rasgo contextual, además de la referencia aportada por la situación comunicativa en que se realiza el acto de habla, es el que permite la presencia del presente en la apódosis a la vez que orienta y exige la interpretación de la referencia designativa del mismo. 1. Menos mal que me ha felicitado por los deberes, porque si encima los hubiera hecho mal es que me deja que no levanto cabeza. (Dimas Mas, 230).

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Santiago Pérez Fernández 2. - ¿Cómo te llamas? - Marisol. Oye, es bonita esta plaza, muy romántica. Esa chica que sale ahora es la que estaba sentada contigo ¿no? - Sí. Antes me ha dado calabazas. - Calabazas ¿de qué? - De bailar, ¿qué te parece a ti? - Pues muy bien, porque si no..., a lo mejor no te conozco. (M. Gaite, 71). 3. Ya puede estirarlas (las 30.000 pesetas), dígaselo. Yo estoy listo para rato. Me fío de usted. A no ser por usted, ella no ve ni un céntimo y se hubiera tenido que ir a pedir, con treinta mil pesetas en el banco. (Fdez. Santos, 203). 4. Yo, ahora, no me caso. 5. Yo, en tu lugar, no voy ni loco.

Varias posibilidades nos ofrece la escasa ejemplificación seleccionada, aunque ampliable mucho más a partir de los ejemplos de la vida cotidiana y del uso conversacional de la lengua, que, por otra parte, nada nuevo aportarían. En primer lugar, frente a lo que ocurre en los ejemplos recogidos en a), cuyo presente en la prótasis introducida por si y con referencia a un pasado solo presenta equivalencia a un pluscuamperfecto de Subjuntivo, en estos de b), el presente en la apódosis presenta equivalencias diversas, pudiendo aparecer cualquiera de las formas de Indicativo e incluso el pluscuamperfecto de Subjuntivo si se trata de un uso culto o literario de la lengua. Por tanto, el presente en la apódosis de estructuras condicionales referidas al pasado puede sustituir a cualquiera de las formas verbales pertenecientes a esta perspectiva; si bien las más propias son el condicional compuesto y el pluscuamperfecto de Subjuntivo, a ellas cabe añadir, en el uso coloquial, el imperfecto y pluscuamperfecto de Indicativo (equivalencia que en su momento estudiaremos), tal como reflejan los siguientes casos: - Si hubiera perdido el equipo, echan al entrenador = Si hubiera perdido el equipo habrían/hubieran echado al entrenador = Si hubiera perdido el equipo echaban/habían echado al entrenador. - Si los hubiera hecho mal, es que me deja que no levanto cabeza (1) = Si los hubiera hecho mal, es que me habría/hubiera dejado

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que no levanto cabeza =Si los hubiera hecho mal, es que me dejaba/había dejado que no levanto cabeza. A no ser por usted, ella no ve un céntimo (3) = A no ser por usted, ella no habría/hubiera visto ni un céntimo = A no ser por usted, ella no veía/había visto ni un céntimo, y se hubiera tenido que ir a 5 pedir, [...] .

Especial comentario merece la parte final del ejemplo 2: Pues muy bien, porque si no..., a lo mejor no te conozco, tomado de Carmen Martín Gaite. En primer lugar, el verbo de la prótasis aparece omitido, pero podemos reponerlo fácilmente a partir del contexto anterior y obtendríamos Si no hubiera sido así, ...; en segundo lugar, la apódosis aparece en presente de Indicativo con referencia a un hecho pasado, pero precedido de la expresión de probabilidad a lo mejor, que exige el verbo en Indicativo y excluye las del modo Condicionado (futuros y condicionales), así como las de Subjuntivo. Según esto, a pesar del carácter irreal del enunciado, la forma conozco no puede ser equivalente más que a un pluscuamperfecto de Indicativo (sustituible por un condicional compuesto, en correlación, o por un imperfecto, en el uso coloquial) y el enunciado puede ser reescrito como Pues muy bien, porque si no, a lo mejor no te había conocido.. Esas mismas correspondencias aparecen en el caso de condicionales implícitas, como Yo, ahora, no me caso (4), repetido de nuevo por la misma persona: Te digo que yo, ahora, no me casaba. Está dicho por una mujer casada y tal circunstancia o situación comunicativa impide que el enunciado sea interpretado con el valor propio del presente que lo conforma y le confiere el matiz irreal; además, conviene destacar la presencia, en la segunda intervención, del pretérito imperfecto coloquial y en sustitución, al igual que el presente, de un condicional compuesto, un pluscuamperfecto de Subjuntivo o de Indicativo. Lo mismo sucede en Yo, en tu lugar, no voy / iba, ni loco, con referencia a un momento anterior al

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La presencia del nexo de coordinación copulativa seguido de un pluscuamperfecto de Subjuntivo exigiría la presencia de tal variante en vez de ve; no obstante, cualquiera de las otras formas verbales es admisible y, al mismo tiempo, indicadora del nivel de uso de la lengua en que se mueve el hablante.

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acto de la enunciación y no con valor prospectivo que puede presentar en otros contextos o situaciones comunicativas. c) En la prótasis y en la apódosis Como ya hemos destacado, la estructura sintáctica puede presentar referencia al porvenir (valor prospectivo y de condicional real) o referencia de pasado (valor retrospectivo y de condicional irreal) al mismo tiempo fuera de situación o sin referencias temporales explícitas en el enunciado, por lo que tanto el contexto lingüístico como la situación serán imprescindibles para marcar el valor de condicional irreal –referencia al pasado que estamos estudiando y que ejemplificamos a continuación-: 1. Si llega a ser de noche, nos estrellamos todos. 2. Si llega a nevar un poco más, allí nos quedamos. 3. Si se llega a enterar su padre, no vuelve a pisar la calle. 4. SEÑOR CELIPE.- La otra tarde, que salí a pedir, me hizo a mí una señorita una acción, que si no hay gente, la pego. (C. Arniches, 57). 5. ISIDORO.- (Con las manos en el corazón.) ¡Ay, Segunda, si no llegamos a ser un matrimonio sin hijos, me matas del susto! (C. Arniches, 70). 6. ISIDORO.- ¿Qué dices, Segunda? BRÍGIDA.- Que eran diez o doce contra ella. NICANOR.- Si no los separo, la hacen migas (C. Arniches, 70). 7. SEÑOR SEVERINO.- [... ] pero la muy ladrona se me sumerge y ¡cataplum!... Un torpedo en la linia de flotación. Total: que si no me agarro al chaleco salvavidas, me ahogo. (C. Arniches, 81). 8. GUMERSINDO.- Por eso te digo que el asunto es complicao, pero, en fin, te voy a dar una lección que si me llaman a domicilio llevo cinco pesetas por ella. (C. Arniches, 98). 9. GUMERSINDO.- Hombre, la solenidá era pa ello. Resumen: que si ves el cuadro, la hincas. [...] (C. Arniches, 100). 10. “Me he tirado un viaje”, decía. “Todos viejos. Si sé, me vengo aquí contigo”. (M. Gaite, 29). 11. Si es otro, se la carga, pero él tenía salidas para todo. (M. Gaite, 42). 12. Por Dios, Goyi, cómo dices eso. Acuérdate de los primeros días. Que si no nos la metes en la pandilla, yo creo que te da algo. (M. Gaite, 115). 13. - Ah, ¿dónde echáis el martillo, quisiera yo saber! - Si es un perro te muerde –señaló a los estantes-. Míralo. (S. Ferlosio, 11).

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14. Si llegáis a tardar un poco más, asamos a Daniel –dijo Santos. (S. Ferlosio, 92). 15. [...] unos insultos, oye, que los guardias tiran de libreta, empeñados en tomarla el nombre, si ésta no llega a intervenir y los convence a pura diplomacia. (S. Ferlosio, 315). 16. Ya os puede estar agradecido; si llegáis a encontraros con los guardias, os cae una buena esta noche. (Fdez. Santos, 31). 17. Mató una borrega (el perro) la otra noche –se acercó mirándole como a un malhechor o un enfermo incurable-; si le llegamos a dejar, se la come. (Fdez. Santos, 188). 18. Si lo sé, no vengo. 19. PACO EL METRALLA.- [...] y agarro del brazo a Nieves, y tiro de ella, y va él entonces, arrima su cara a la mía y me estornuda a un milímetro cuadrao de mis narices [...], y [...] [...] PACO EL METRALLA.- Total: que si no me llevan, hay una desgracia. (C. Arniches, 97). 20. Si lo cojo, lo mato.

Dado el carácter coloquial que presentan estos usos del presente, su presencia en ambas partes de la oración compleja condicional es lo más frecuente y presenta las mismas equivalencias anteriormente comentadas. No obstante, no queremos dejar de insistir en la importancia que factores extralingüísticos, como la situación comunicativa, tienen en la interpretación de lo puramente lingüístico. Como clara manifestación de ello tenemos el ejemplo 3, que dentro de este apartado lo incluimos ya con referencia al pasado y, por tanto, de cumplimiento imposible en el presente del acto comunicativo con equivalencia a Si se hubiera enterado su padre, (pero no se enteró), no habría vuelto a pisar la calle. Ahora bien, el enunciado en sí nos permite otras posibilidades interpretativas, además de la indicada, tales como condición real, si la situación comunicativa aporta el valor prospectivo a los presentes dando lugar a un enunciado semánticamente equivalente a Si se entera (más tarde, después) su padre, no volverá a pisar la calle; igualmente podemos entenderlo como enunciado de cumplimiento probable o posible, pero poco, estableciendo equivalencia entre el presente de Indicativo y el pretérito imperfecto de Subjuntivo en la prótasis y un condicional simple en la apódosis: Si se llegara a enterar su padre, no volvería a pisar la calle. La misma

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correspondencia con un imperfecto de Subjuntivo en la prótasis y un condicional, simple o compuesto, o un pluscuamperfecto de Subjuntivo la encontramos en ejemplos como: ISIDORO.- (Con las manos en el corazón.) ¡Ay, Segunda, si no llegamos a ser (fuéramos) un matrimonio sin hijos, me matas (habrías/hubieras matado) del susto (5); - Ah, ¿dónde echáis el martillo, quisiera yo saber! - Si es (fuera) un perro, te muerde (mordería, habría/hubiera mordido). (13). Hemos hablado de acción no cumplida, es decir, irreal, en el pasado y, en consecuencia, imposible ya en el presente y de las estructuras condicionales con dicha referencia marcada por factores ajenos a la propia condicional, pero no queremos dejar sin reseñar, tal como hemos anticipado al señalar la posible lectura del enunciado anteriormente comentado, la equivalencia del presente de Indicativo con un imperfecto de Subjuntivo en la prótasis de condicionales; dicha forma pertenece también a la perspectiva de “pasado” y puede expresar, dentro de este tipo de estructuras, acción no cumplida y, en algunos casos, dependiendo de la significación del verbo o de todo el enunciado, imposible. Debemos tener en cuenta que, como todos los autores reconocen, las formas de Subjuntivo presentan referencia significativa de acciones no reales y su temporalidad y referencia designativa a momentos cronológicos pierde consistencia y, por tanto, predomina el valor modal sobre el temporal. Por ello, un presente de Indicativo sustituyendo a un imperfecto de Subjuntivo, forma gramatical de perspectiva de “pasado”, no tiene por qué referirse obligatoriamente a una acción anterior, sino que puede designar un hecho actual, pero irreal, imposible o muy poco probable, y perder la designación temporal para incorporar el rasgo modal de acción no real; normalmente, dentro del uso coloquial de la lengua, arrastra también la sustitución del condicional simple por un presente de Indicativo en la apódosis. Se trata de enunciados de negación implícita en los que los factores ajenos a la propia condicional, como la propia significación del verbo, unidades léxicas presentes en el enunciado, el enunciado completo y la situación comunicativa, indican que el contenido no se cumple. Así sucede en Si estuviera aquí tu padre (pero ya vemos que no está), no harías esas cosas = Si está aquí tu padre, no haces esas cosas; Si yo fuera su padre (pero ya se sabe que no lo soy), no lo dejaría venir tan tarde = Si yo soy su padre, no lo dejo venir tan tarde; Si fuera un perro (pero no lo es),

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te mordería, habría /hubiera mordido = Si es un perro, te muerde. (13); Si no fuéramos un matrimonio sin hijos, (pero lo somos), me matarías, habrías/hubieras matado del susto = Si no llegamos a ser un matrimonio sin hijos, me matas del susto. (5). Son, pues, como hemos venido repitiendo en varias ocasiones, la situación comunicativa, el contexto lingüístico y la propia significación del verbo y del enunciado completo los que aportan tal referencia designativa modal del presente de Indicativo ya que, en este mismo tipo de estructuras, contextualizadas oportunamente, el presente puede sustituir a un imperfecto de Subjuntivo expresando matiz de acción más o menos probable en su cumplimiento, tanto en el momento actual como en el porvenir: Si viniera Pedro (quizá venga, pero casi seguro que no), dale estos apuntes = Si viene Pedro, dale estos apuntes. Si estuviera tu padre (es posible que esté), dile que me llame = Si está tu padre, dile que me llame. Lo que determina la interpretación de este ejemplo frente al mismo repetido anteriormente es el deíctico aquí, en aquél, que implica la presencia de los interlocutores e impide la duda sobre lo presente o ausente, y del Imperativo, en éste, en la apódosis. En consecuencia, el carácter irreal del verbo contextualizado por aquí, se transforma en posible en el caso de su ausencia y de la presencia del imperativo como verbo principal. 2. Presente de acción no realizada, contextualizado por expresiones adverbiales o adverbios Además de los casos ya tratados sobre el presente con referencia designativa a un pasado expresando acción no realizada e irreal, queremos señalar también el uso del presente con valor de pasado indicando acción no cumplida que aparece cuando viene contextualizado por la expresión adverbial por poco o por el adverbio casi, en determinadas condiciones. Indica que la acción estuvo a punto de ocurrir, pero no ocurrió, o que comenzó a ocurrir, pero no llegó a acontecer totalmente: Tropecé y casi me caigo = empecé a caer, pero no llegué a caer totalmente. Dicho valor depende del presente y de las expresiones adverbiales que lo acompañan y que, unidas al aspecto no perfectivo de la forma verbal, confieren al enunciado el matiz de irrealidad o de acción no cumplida, dada la significación de poco menos de, aproximadamente, por poco, “apenas

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faltó nada para que sucediese una cosa” (DRAE), que tales expresiones presentan. 1. Tropecé y casi (por poco) me caigo (pero no caí). 2. A don Leoncio Maestre por poco lo mata un tranvía (C. J. Cela, 39) (pero no lo mató). 3. Por poco no cojo el tren (pero lo cogí). 4. Por poco lo echan del trabajo (pero no lo echaron). 5. Por poco no se casa (pero se casó). 6. Casi me convencen (pero no me convencieron). 7. Por poco le dan el timo (pero no se lo dieron). 8. Por poco no nos vemos (pero nos vimos). 9. Por poco no termino a tiempo (pero terminé). 10. Casi se muere (pero no se murió).

En primer lugar, debemos tener en cuenta el distinto matiz significativo que presentan por poco y casi. Por poco puede aportar una significación negativa, afectando al verbo e indicando que lo expresado en el predicado no es real, no ha tenido lugar, tal como sucede en los ejemplos anteriores, pero también puede conservar su propia significación, de valor positivo, expresando matices circunstanciales en torno a la realización del contenido expresado en el verbo y determinando dicha ejecución llevada a cabo con ciertas o muchas dificultades y por un escaso margen de factores que han permitido su consecución, es decir, se cumplió, pero faltó poco para que no se cumpliese. Este segundo valor significativo lo encontramos en ejemplos como los siguientes en los que aparece el indefinido: Lo conseguimos por poco/por poco lo conseguimos (lo conseguimos aunque faltó muy poco para no conseguirlo); Por poco no lo mató/no lo mató por poco (faltó muy poco para que lo matara, pero no llegó a matarlo); o en casos en los que el presente incorpora el valor narrativo o histórico:[...] Un día el dependiente cogió un hacha que tenía en la casa de préstamos para hacer astillas con que encender el brasero y abalanzándose sobre don Martín, empezó a golpes con él y por poco no le abre la cabeza. (P. Baroja, 92). Por el contrario, casi conlleva el valor de negación del contenido del enunciado por lo que siempre aporta el significado de acción no real

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independientemente de la forma verbal que aparezca en el enunciado: Casi lo veo (pero no lo veo).Casi lo veía (pero no lo veía). Casi lo vi (pero no lo vi). Casi lo verás (pero supongo que no). Casi lo verías (pero supongo que no). Estas matizaciones nos llevan a señalar que el presente con valor de pasado, contextualizado por la expresión adverbial por poco con sentido negativo y expresando acción no cumplida, ofrece un comportamiento diferente a los casos indicados anteriormente. Si en los ejemplos y usos antes analizados el presente sustituía a otras formas de perspectiva de pasado con las que establecía equivalencia y alternancia (Si lo sé, no vengo = Si lo hubiera sabido, no habría / hubiera venido; Si viene Juan, yo me voy = Si viniera Juan, yo me iría / iba; Entonces comprendí lo que es /era el egoísmo; Salí de casa y me encuentro / encontré con un tipo raro que me pidió dinero para desayunar), en estas estructuras que estamos estudiando se nos presenta una situación distinta en varios aspectos. El primero es el hecho de que la equivalencia designativa entre el presente y el indefinido se establece en relación inversa, es decir, presente en forma negativa equivale a indefinido en forma afirmativa: Por poco no llego a tiempo (pero llegué), Por poco no me dejan entrar (pero me dejaron), y viceversa: presente en forma afirmativa equivale a indefinido en forma negativa: Por poco me caigo (pero no me caí), Por poco lo termino (pero no lo terminé). - Martín parece un sonámbulo, un delirante. - ¡Por poco lo mato! (pero no lo maté) ¡Es un puerco! - ¿Quién? - ¡El del bar! (C. J. Cela, 78).

Un segundo aspecto especial es que la presencia del indefinido es inadmisible con la locución adverbial por poco con sentido negativo, siendo inaceptables mensajes como *Tropecé y por poco me caí (pero no caí), *Por poco no me dejaron entrar (pero me dejaron), *Por poco le dieron el timo (pero no se lo dieron), *Por poco no se casó (pero se casó), *Por poco se murió (pero no se murió). Por el contrario, sí es admisible en aquellos en que presenta matiz positivo aunque muy, muy reducido, indicando que la acción se realizó o

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no, a pesar del reducidísimo margen de diferencia entre el sí y el no: Por poco perdió el tren (lo perdió, aunque faltó poco para cogerlo), Por poco cogí el autobús (lo cogí, aunque faltó muy poco para no cogerlo), Por poco lo conseguí (lo conseguí, aunque faltó poco para no conseguirlo), Por poco no alcanzó la marca exigida (no la alcanzó, aunque estuvo a punto de conseguirla), Por poco pillé a los ladrones en casa (los pillé, pero estuve a punto de no cogerlos). ¿Qué ocurre si en este segundo caso sustituimos el indefinido por el presente? Como ya hemos señalado al caracterizar este presente como expresión de acción no realizada, esta forma verbal indica que el acontecimiento no llega a producirse y se presenta negado con antelación, como puede observarse en: Por poco pierde el tren (no lo perdió), Por poco coge el autobús (no lo cogió), Por poco lo consigue (no lo consiguió), Por poco pillo a los ladrones en casa (pero no los pillé), Por poco no alcanza la marca exigida (la alcanzó / no la alcanzó). No debemos dejar sin reseñar que a todo lo dicho se añade la colocación de la expresión por poco dentro del enunciado como factor indicador de matices diferenciadores en este sentido. La anteposición es obligatoria en enunciados en los que el presente expresa una acción no realizada y la postposición es inadmisible en tales situaciones: Por poco me caigo/*Me caigo por poco. Por poco lo termino/*Lo termino por poco; sin embargo, con el indefinido indicando el cumplimiento de lo expresado en el enunciado, tanto afirmativa como negativamente, y aportando por poco su valor semántico propio (escaso o reducidísimo margen), la anteposición y la posposición son posibles: Por poco perdió el tren=Perdió el tren por poco. Por poco no alcanzó la marca exigida=No alcanzó la marca exigida por poco. De igual manera, si sustituimos el indefinido por el presente, en aquellos enunciados en que es posible dada la correspondencia entre ambas formas al presentar valor narrativo o histórico el presente, la expresión por poco puede ir antepuesta o postpuesta, pero el orden puede ser determinante del valor de la forma verbal correspondiendo la anteposición con el valor de acción no realizada y la postposición, con el de acción realizada y, en este caso, el presente y el indefinido se presentan equivalentes.

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No obstante, frente a los casos con presente en forma afirmativa y por poco con sentido negativo que confieren al enunciado un valor de acción no cumplida, como hemos indicado al lado de cada ejemplo y como suele interpretarse conversacionalmente, en forma negativa no queda claro el matiz de por poco ni si se trata de acción cumplida o no cumplida, según indicamos en último ejemplo –Por poco no alcanza la marca exigida (la alcanzó/no la alcanzó)–, por lo que podemos considerar el presente con valor de acción no cumplida, con la primera interpretación, o narrativo e histórico, con la segunda. Esta ambigüedad quedará resuelta por la situación comunicativa y otros elementos contextuales que acompañen a enunciados similares. Ahora bien, dicha ambigüedad de valores no se produce con el adverbio casi que siempre conlleva valor negativo, como ya hemos indicado, por lo que casi + verbo en forma afirmativa equivale a acción no cumplida y casi + verbo en forma negativa es equivalente a acción cumplida: Casi me caigo (pero no me caí)/Casi no me caigo (pero me caí); Casi lo veo (pero no lo vi)/Casi no lo veo (pero lo vi). Teniendo en cuenta que casi también puede aparecer con las distintas formas verbales, manteniendo la designación temporal propia de cada una de ellas: Casi no lo veo (ahora), Casi no lo veía (antes), Casi no lo he visto (antes), etc., ¿cómo puede saberse si el presente del enunciado expresa coexistencia o referencia a un momento anterior respecto al momento de hablar? La respuesta la encontramos con la ayuda de la situación comunicativa y el contexto. Además, debemos tener en cuenta que, en algunos casos, tampoco el presente de acción no cumplida puede ser sustituido por el indefinido; esto ocurre en enunciados cuyo verbo tiene como rasgo definitorio semántico el aspecto perfectivo de la acción: Casi me caigo (pero no caí), frente a *Casi me caí; Casi se muere (pero no se murió), frente a *Casi se murió. En algunos enunciados del tipo Casi llego hasta el final, el adverbio casi puede afectar a la acción de llegar e indica acción no cumplida, (casi llego, pero no llegué) o al circunstancial que indica el término locativo espacial o temporal hasta el final, tras haber sufrido una alteración en el orden de los elementos en el enunciado, que afecta también a otras estructuras muy frecuentemente en el registro coloquial, pudiendo ser interpretado como Llegué casi hasta el final, indicando ejecución parcial del contenido del

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verbo (llegué), pero no total (no hasta el final marcado previamente); de ahí que el presente pueda ser interpretado como expresión de acción cumplida –presente narrativo o histórico– o de acción no cumplida (no llegué).

CORPUS Para la ejemplificación reseñada, hemos partido del siguiente Corpus, citado con el nombre del autor y la página correspondiente de la obra que se ha elegido. Los ejemplos que no llevan referencia, están tomados de la conversación directa. ARNICHES, Carlos: Del Madrid castizo. Sainetes, 3ª edición, Madrid 1981, edición de José Montero Padilla, Ediciones Cátedra, colección Letras Hispánicas, nº 80. BAROJA, Pío: El árbol de la ciencia, Madrid 1976, Alianza Editorial, 8ª edición en El libro de bolsillo, nº 50. CELA, Camilo J.: La colmena, Madrid-Barcelona 1971, Ediciones Alfaguara, 1ª edición de bolsillo. FERNÁNDEZ SANTOS, Jesús: Los bravos, Barcelona 1983, Ediciones Destino, 3ª edición en Destinolibro, nº 35. MARTÍN GAITE, Carmen: Entre visillos, Barcelona 1975, Ediciones Destino, 1ª edición en Destinolibro, nº 18. MAS, Dimas: El tesoro de Fermín Minar, Madrid 1994, 4ª edición, Grupo Anaya S. A. PASO, Alfonso: Estos chicos de ahora, Madrid 1968, Editorial Escélicer, colección Teatro, nº 581. SÁNCHEZ FERLOSIO, Rafael: El Jarama, Barcelona 1979, Ediciones Destino, 3ª edición en Destinolibro, nº 16. STEINBECK, John: De ratones y hombres, Barcelona 1994, Editorial Vicens Vives, colección Aula de Literatura, nº 17, traducción de F. Torres Oliver e introducción y notas de Juan José Coy. STEVENSON, Robert L.: La isla del tesoro, Barcelona 1992, 1ª reimpresión, Editorial Vicens Vives, colección Aula de Literatura, nº 6, traducción de JulioCésar Santoyo y José Torroba e introducción y notas de Julio-César Santoyo, Secundino Villoria y Juan José Lanero. TORRENTE BALLESTER, G.: Don Juan, Barcelona 1982, Ediciones Orbis, nº 18.

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Presente de indicativo con referencia significativa orientada al pasado

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ROJO, GUILLERMO: “La correlación temporal”, en Verba 3, Santiago de Compostela, 1976, págs. 65-89. ROJO, GUILLERMO: “Las primeras descripciones del verbo castellano”, en Estudios ofrecidos a E. Alarcos Llorach, vol. 3, Oviedo, 1978, Universidad de Oviedo, págs. 281-311. ROJO, GUILLERMO: “Relaciones entre temporalidad y aspecto en el verbo español”, en I. Bosque (edt.): Tiempo y aspecto en español, Madrid, 1990, Cátedra, págs. 17-43. ROJO, GUILLERMO y ALEXANDRE VEIGA: “El tiempo verbal. Los tiempos simples”, en Gramática descriptiva de la Lengua Española, 3 vols., dirigida por I. Bosque y Violeta Demonte, Madrid, 1999, Espasa Calpe, cap. 44, vol. 2, págs. 2867-2934. RUBIO, PALOMA: Verbos españoles conjugados, Madrid, 3ª edición, 1993, SGEL. SÁNCHEZ/MARTÍN/MATILLA, Gramática práctica de español para extranjeros, Madrid, 1981, SGEL. SECO, MANUEL: Gramática esencial del español, Madrid, 2ª edición, 1989, Espasa-Calpe. SECO, RAFAEL: Manual de Gramática Española, revisado y ampliado por Manuel Seco, Madrid, 9ª edición, 1969, Aguilar. TUSÓN, V. y LÁZARO, F., Lengua Española, 1º de B.U.P., Anaya, Madrid, 1975. VEIGA RODRÍGUEZ, ALEXANDRE: “El presente histórico como hecho de sistema”, en Verba 14, Santiago de Compostela, 1987, págs. 169-216. VV. AA.: Lengua Española C.O.U., Navarra, 1979, Cenlit. WEINRICH, HARALD: Estructura y función de los tiempos en el lenguaje, Madrid, 1968,

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INTERNET COMO CORPUS: EL CASO DE BIBIDÍ MILKA VILLAYANDRE LLAMAZARES Departamento de Filología Hispánica y Clásica Universidad de León Campus Universitario de Vegazana 24071 León milka.villayandre@unileon.es

Si bien los corpus lingüísticos, tal y como se conciben en la actualidad, aportan a los estudios sobre el lenguaje una serie de ventajas indudables, hoy en día no hay que desdeñar las posibilidades que Internet brinda a los investigadores. Mediante el presente artículo, pretendemos mostrar, a través del análisis de un caso concreto (“bibidí”), las ventajas e inconvenientes que ofrecen tanto los corpus como Internet. Palabras clave: corpus, Internet, bibliotecas digitales, buscadores web During the last decades, corpora have proved to be a very useful tool for studying language thanks to the careful design criteria considered to select the texts that form part of a corpus. Nevertheless, Internet appears as a powerful resource due to the huge amount of data that provides every day. This paper aims at examining the pros and cons of both corpora and Internet through a particular case study. Keywords: corpora, Internet, digital libraries, web search engines

0. Introducción Si un corpus se caracteriza por haber sido recopilado siguiendo unos criterios de diseño acordes con su finalidad prevista de explotación, no por ello existe la garantía de que el corpus nos vaya a proporcionar toda la información que necesitamos. Es aquí donde Internet entra en juego, al aportar a diario un número ingente de muestras de lengua de las que, por desgracia, no es posible tener el debido control (cualquier persona se puede convertir en autor gracias a la Red; los textos no siempre están documentados, por lo que a veces es difícil determinar su procedencia y autoría; su vida suele ser efímera, lo que implica que en ocasiones no es Contextos XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 205-231). ISSN: 0212.6192

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posible recuperar la fuente de la que hemos tomado los datos en un momento determinado, etc.). Sin embargo, con los debidos filtros y un poco de paciencia, Internet se convierte en una fuente de información muy útil para los estudios lingüísticos. En las páginas que siguen, contrastaremos los pros y los contras del uso de corpus y de Internet en la investigación lingüística a través del análisis de un caso concreto, el de la palabra bibidí. 1. El concepto de corpus En la actualidad el concepto de corpus ha cambiado mucho con respecto al que manejaban los primeros lingüistas que lo empleaban como recurso para sus investigaciones1. Hoy en día se considera que los corpus deben cumplir los siguientes requisitos (cf. McEnery y Wilson 2001:21 y ss.): 1) Textos en formato electrónico: un corpus, para ser una herramienta útil al lingüista, debe estar informatizado, es decir, los textos de que consta tienen que estar en formato electrónico (corpus informatizado o automatizado). El empleo del ordenador permite automatizar tareas tales como:

Búsqueda de información: un corpus informatizado permite localizar de forma rápida una palabra, una secuencia de palabras o incluso una categoría gramatical en décimas de segundo.

Recuperación de información: un corpus informatizado permite obtener todos los casos de una palabra, secuencia de palabras, etc. registrados en el corpus, normalmente con su contexto inmediato anterior y posterior (concordancia).

Cómputo de la frecuencia de aparición de una palabra, secuencia de palabras, etc.

Clasificación de los datos contenidos en el corpus según diferentes criterios: orden alfabético, frecuencia de aparición, autor, procedencia geográfica, tema, medio de publicación, etc.

Conjunto de textos, no necesariamente informatizado, que se consideraba imprescindible para la descripción de determinados aspectos lingüísticos (en especial, los fonético-fonológicos) en el contexto particular del estudio de lenguas amerindias por parte de los lingüistas estructurales americanos.

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2) Autenticidad de los datos: los textos recogidos en el corpus deben ser muestras reales de uso de la lengua objeto de estudio. A partir de ellas se construyen (o verifican) de forma empírica las teorías que tratan de explicar el funcionamiento de la lengua o las aplicaciones computacionales. 3) Criterios de selección: los textos que forman parte del corpus deben haber sido elegidos de acuerdo con unos determinados criterios –lingüísticos y/o extralingüísticos– para la finalidad concreta que persiga el corpus2. 4) Representatividad: la selección de los textos, además de a unos criterios adecuados, debe responder a parámetros estadísticos que garanticen que los textos “representan” la variedad de lengua objeto de estudio (muestra representativa). Esta variedad puede referirse a la obra de un autor determinado, a un período de tiempo, a un género, etc. Cuando lo que nos interesa es la lengua en su conjunto, la opción de reunir en un corpus todas las muestras de esta se hace impracticable, a diferencia, p. ej., de lo que ocurre si queremos recoger todas las obras de Lope de Vega, que son un universo cerrado. La única solución posible, entonces, es tomar una muestra más pequeña de esa lengua, que refleje, a pequeña escala, el funcionamiento del todo que es la lengua. Chomsky criticó con acierto que los corpus corren el riesgo de ser sesgados. Precisamente para subsanar este problema se recurre a la selección, según criterios estadísticos, de textos de diversos géneros, tipologías, temas, medios de publicación, etc. 5) Tamaño: por lo general, los corpus constan de un tamaño finito, que se suele medir en millones de palabras (o formas) y que se fija antes de empezar la recogida de los textos (p. ej. un millón de palabras); una vez alcanzado ese número, se da por terminada la recopilación del corpus, que no es más que el primer paso de todo el proceso3. Sin embargo, también existen corpus abiertos o monitor, como el del proyecto COBUILD, de especial interés para la lexicografía. En el pasado se pensaba que el tamaño era muy importante: mientras mayor fuera el corpus, más posibilidades Precisamente el uso de unos criterios previos y explícitos diferencia un corpus de otras recopilaciones de textos tales como archivos, colecciones o bibliotecas electrónicas. 3 Una vez seleccionados los textos, estos se codifican, anotan y explotan de múltiples formas, por lo que la recopilación en sí no es más que una primera fase necesaria en todo proyecto de corpus. 2

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tenía de reflejar el funcionamiento real de la lengua en todas sus variedades, pero en la actualidad priman los criterios de diseño, es decir, el tamaño solo es importante en la medida en que así lo exija la finalidad del corpus4. A continuación se recogen algunas definiciones de corpus que ilustran estas características5: A collection of texts assumed to be representative of a given language, dialect, or other subset of a language, to be used for linguistic analysis (Francis 1982:7 apud Francis 1992:17). A collection of pieces of language that are selected and ordered according to explicit linguistic criteria in order to be used as a sample of the language (Sinclair 1994:14). A finite-sized body of machine-readable texts sampled in order to be maximally representative of the language variety under consideration (McEnery y Wilson 1996:24). Un corpus és una mostra d'una llengua que habitualment s'ha construït a partir d'una selecció de textos realitzada segons uns determinats criteris i amb un determinat objectiu (Martí y Castellón 2000:151). The term corpus should properly only be applied to a well-organized collection of data, collected within the boundaries of a sampling frame designed to allow the exploration of a certain linguistic feature (or set of features) via the collected data (McEnery 2003:449).

Estos criterios y definiciones permiten discriminar los corpus, en el sentido que se maneja en la lingüística de corpus, de otras colecciones de textos electrónicos6 (cf. Sinclair 1996; Torruella y Llisterri 1999:51-52): Lógicamente, un corpus que pretenda ser representativo de una lengua en toda su variedad (español, inglés, francés…) no podrá conformarse con unos pocos millones de palabras, mientras que un corpus cuyo objetivo sea describir un sublenguaje (jurídico, informático…) puede permitirse un tamaño más reducido. Además, la disponibilidad de los textos es otro factor que puede influir en el tamaño. 5 Se han destacado tipográficamente las características relevantes. 6 En lingüística de corpus, el término texto se refiere tanto a una muestra de lengua escrita como a una de lengua oral (cf. SINCLAIR 1996). 4

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Archivo (o colección) informatizado: se trata de un simple conjunto de textos electrónicos sin estructurar. El único criterio que prevalece a la hora de conformarlo es la disponibilidad de los textos. Biblioteca digital: se trata de un conjunto de textos electrónicos recogidos sin seguir criterios lingüísticos, pero guardados en un formato estándar7. Algunos ejemplos de archivos y bibliotecas que reúnen textos en soporte electrónico, pero que no pueden calificarse como corpus en sentido estricto, son:

Proyecto Gutenberg8: proyecto pionero en lo que se refiere a la recopilación de libros o textos electrónicos. Data de 1971, momento en que fue fundado por Michael Hart y, desde entonces, recoge textos clásicos, textos de literatura ligera y obras de referencia anteriores a 1923. Búsqueda de libros de Google9, antes Google Print: proyecto para digitalizar y poner a disposición de los usuarios de Internet los fondos bibliográficos de las universidades de Stanford, Harvard, Princeton, Oxford, Michigan, Complutense de Madrid y de la Biblioteca Pública de Nueva York, entre otros centros que se suman al proyecto cada año.

A diferencia de archivos y bibliotecas, en los corpus informatizados los textos que los componen se han seleccionado según unos criterios lingüísticos y/o extralingüísticos y se han codificado de acuerdo con un estándar, con la finalidad de proporcionar una imagen real de la lengua a partir de la cual se pueden extraer generalizaciones para su estudio. 8 URL: http://www.gutenberg.org/wiki/Main_Page 9 URL: http://books.google.com/ 7

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Ilustración 1. Google libros.

The Universal Digital Library. Million Book Collection10, un proyecto de la Universidad de Carnegie Mellon que nace con el ambicioso objetivo de poner en Internet todos los libros publicados en la historia de la humanidad y que ha empezado por la digitalización de un millón de ellos. The Oxford Text Archive11: ubicado en la Universidad de Oxford, desde 1976 recoge textos en veinticinco lenguas de autores individuales, obras de referencia y corpus. Electronic Text Center12, Biblioteca de la Universidad de Virginia. Desde 1992 recoge textos en quince lenguas. Electronic Text Collections in Western European Literature13: reúne textos literarios en diferentes lenguas europeas distintas del inglés. Es mantenida por James Campbell, Western European Studies Section,

URL: http://www.ulib.org/ URL: http://ota.ahds.ac.uk/ 12 URL: http://lib.virginia.edu/digital/collections/finding_digital.html 13 URL: http://www.lib.virginia.edu/wess/etexts.html 10 11

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Association of College and Research Libraries, American Library Association. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes14: proyecto que nace en 1999 por iniciativa de la Universidad de Alicante y el Banco Santander con el objetivo de recopilar las principales obras de literatura en español, así como otros recursos relacionados con la historia de España e Hispanoamérica.

2. Internet como corpus: bibidí Por último, hay que hacer mención de Internet como un corpus, no en el sentido estricto del término que hemos expuesto (vid. supra), porque no sigue unos criterios de diseño y en muchos casos falta información sobre el número y procedencia de los textos. Sin embargo, hay que reconocer su utilidad, aunque sea con los debidos filtros, como fuente de información para los estudios lingüísticos15. La web ofrece la posibilidad de acceder a un conjunto de textos, en formato electrónico, que son muestras reales de uso de la lengua de todo tipo y materia; que constituyen un proyecto abierto en cambio continuo; y que pueden ser recuperados mediante las diferentes funciones de búsqueda de cualquier navegador. Sirva de ilustración de este uso de la web como corpus y su contraste con un corpus propiamente dicho, el siguiente caso, que planteamos como parte de una de las prácticas de la asignatura Lingüística Computacional, que tenía por objeto el uso de recursos electrónicos para obtener información lingüística16. El punto de partida fue la localización de una forma, bibidí, en las respuestas a una encuesta del proyecto VARILEX17:

URL: http://www.cervantesvirtual.com/ Vid. el caso que comenta MORALA (2002) para la palabra fuereño. 16 En el momento de la redacción del presente artículo, hemos completado y actualizado los datos con nuevas búsquedas. 17 URL: http://gamp.c.u-tokyo.ac.jp/~ueda/varilex/cues/cues2000.pdf. Para más información sobre el proyecto VARILEX, Variación léxica del español en el mundo, remitimos a la URL: http://gamp.c.u-tokyo.ac.jp/~ueda/varilex/index.html 14 15

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Ilustración 2. Localización de la forma “bibidí” en VARILEX.

Sin facilitar esta información a los estudiantes, se les pidió que realizaran una investigación, utilizando todos los recursos electrónicos a su alcance (en especial, diccionarios y corpus), para determinar: el significado de la palabra, su origen, su ámbito geográfico, sus variantes formales, etc. La experiencia resultó muy interesante y, gracias a ella, pudimos comprobar cómo en el DRAE18 esta palabra aparece recogida en su variante bivirí:

Ilustración 3. Localización de la forma “bivirí” en el DRAE.

Sin embargo, esta información fue la última a la que llegaron, pues, al buscar bibidí inicialmente en el DRAE19, este nos devuelve el mensaje de que la palabra no está en el Diccionario20. 18 Los resultados de las consultas al DRAE son válidos hasta la fecha de redacción de este artículo. 19 Por defecto, el DRAE selecciona la opción de “Búsqueda por aproximación”, es decir, no solo va a intentar recuperar la forma propuesta, sino otras que estén en el diccionario y tengan una

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Continuando las indagaciones, procedemos a realizar la misma consulta en los bancos de datos de la Real Academia, con la misma respuesta negativa tanto en el CREA21 como en el CORDE: “No existen casos para esta consulta”. Sin embargo, gracias al empleo de comodines (?i?idí) –que los bancos de datos académicos sí permiten–, obtenemos los primeros frutos de nuestra búsqueda en el CREA: 16 casos en 13 documentos.

Ilustración 4. Resultados de la búsqueda de la forma “?i?idí” en el CREA.

ortografía o pronunciación similar, por si hemos cometido una equivocación al teclear el término deseado. No es posible utilizar comodines en el diccionario académico. 20 Lo mismo ocurre en el resto de diccionarios electrónicos para el español. En ningún caso se ofrecen alternativas válidas (palabras con una forma parecida, bien por su pronunciación o por su grafía), ya que la variación fonético-ortográfica que refleja esta palabra no parece ajustarse a las normas del español, sino a la pronunciación del fonema /d/ como [|] en posición intervocálica en el inglés americano (cf. EDWARDS 2003:92), lo que nos da indicios de que su forma de entrar en el español es por vía oral y no escrita. 21 Los resultados de las consultas al CREA y el CORDE son válidos hasta la fecha de redacción de este artículo.

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Al recuperar las concordancias de estos 16 casos, descubrimos que, una vez excluidos los no pertinentes (dividí como forma del verbo dividir), en el CREA hay cuatro casos de la variante bividí (ya que ni bibidí, la forma que buscamos, ni bivirí, la entrada que después encontramos en el DRAE, aparecen documentadas):

Ilustración 5. Concordancias correspondientes a la búsqueda de “?i?idí” en el CREA.

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Los cuatro casos relevantes que mostraron las estadísticas aportan la siguiente información: documentan el uso del término en una época determinada, mediados de los noventa, pues pertenecen todos al año 199622; lo circunscriben a Perú (lo que concuerda con la marca geográfica de la entrada bivirí en el DRAE); y, por último, se refieren al ámbito de la ficción, pues todos ellos aparecen en la obra del autor peruano Jaime Bayly. Asimismo, nos proporcionan una aproximación a su significado: por el contexto (concordancias), esta forma parece referirse a una prenda de ropa, posiblemente de ropa interior:

“En bividí, calzoncillos y medias negras” “En calzoncillos y bividí” “Un bividí blanco” “Pantalón, medias y bividí”

22 Lo que parece dar cuenta de que la incorporación de esta palabra al caudal léxico del español ha debido de ser reciente. Sin embargo, queremos señalar la aportación realizada recientemente por Mercedes Sánchez Sánchez (Jefa de Estudios de la Escuela de Lexicografía Hispánica, Real Academia Española): utilizando el buscador de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (http://www.cervantesvirtual.com/), localiza el término bibidí en la obra Crónicas diabólicas del autor mexicano Jorge Ulica, pseudónimo de Julio G. Arce (1870-1926). Estas Crónicas, publicadas entre 1916 y 1926, adelantan en unos setenta años la fecha de introducción del término en español; en concreto, a 1924, fecha en que aparece la crónica “¿Do you speak pocho?...” en El Tucsonense, Tucson, 18 octubre 1924, p. 5, col. 1-4, lo que reflejaría que los hispanos que habían emigrado a California ya usaban el término en el primer cuarto del siglo XX.

Ilustración 6. Concordancia de “bibidí” en las “Crónicas diabólicas”. Por otra parte, esta aportación pone de relieve la necesidad de compaginar y complementar el empleo de corpus con otros recursos, electrónicos o no, para evitar caer en la parcialidad.

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Con esta información inicial sobre sus variantes formales y su ámbito de uso, extendimos a Google23 la búsqueda de las dos variantes localizadas, bividí y bibidí, ya que el significado no se deducía con claridad de los ejemplos del CREA. Hubo que descartar mucho “ruido”, en especial con la forma bibidí debido a la existencia de un personaje homónimo del anime japonés Dragon Ball Z. Pero los datos extraídos del buscador nos permitieron dar con el origen de la palabra, obtener una definición clara del término, constatar su empleo en otros países diferentes de Perú y encontrar nuevas variantes formales. Por lo que respecta al origen del término, se trata de una palabra formada a partir de una marca registrada, que pertenece a una firma de ropa interior masculina creada en 1876 en Estados Unidos por Bradley, Voorhees y Day, de cuyas iniciales proviene el nombre (BVD):

24

Ilustración 7. Captura de pantalla de la página web de la marca BVD .

23 Que nos ofrece, además, la posibilidad de buscar imágenes, lo cual en este caso es particularmente interesante. Los resultados de las búsquedas en Google son válidos hasta la fecha de redacción de este artículo. 24 URL: http://www.bvd.com/

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Este nombre, BVD, es propio del inglés americano, de lo que da fe su inclusión en diversos diccionarios de esta lengua. Véanse dos ejemplos bien conocidos:

Ilustración 8. “BVD” en el American Heritage Dictionary of the English Language25.

Ilustración 9. “BVD” en el Webster’s Dictionary26.

25 26

URL: http://www.thefreedictionary.com/BVD URL: http://www.yourdictionary.com/bvds

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Como dato curioso, pero al mismo tiempo representativo de su importancia, llama la atención el hecho de que esta palabra está recogida en WordNet, la conocida base de datos léxica del inglés:

27

Ilustración 10. “BVD” en WordNet .

El empleo del término en español documenta este origen, como el siguiente ejemplo, extraído de una página web28 que recoge bvd como una variante de bibidí: Al Sr. Enrique \“No paro de meter cizana\” Martinez: seguramente Frank deberia encontrar una foto del recuerdo tuya de los anos 1988-1989 para comprobar que tus prendas favoritas eran: andar en bvd (o mejor conocidas bajo bibidi) y en jeans como los que turqueaba Vanilla Ice.

Cuando buscamos en Google definiciones en español de alguno de estos términos, las dos primeras apariciones son de WordReference, un conocido sitio de referencia para diccionarios de traducción: en concreto, el término bividí aparece en el diccionario español-inglés (que incluye la marca de uso Perú antes de proporcionar las traducciones al inglés, ¡de un término

27

URL: http://wordnet.princeton.edu/. Acceso a la consulta en línea a través de la URL: http://wordnetweb.princeton.edu/perl/webwn. 28 Datos aportados por la estudiante Nuria Martínez. En la actualidad, la mayoría de estos textos no se pueden recuperar, debido a que estaban extraídos de blogs o páginas personales cuyos enlaces han caducado, uno de los inconvenientes que presenta el uso de Internet como banco de datos: la vida efímera de muchas de las páginas, sobre todo las de índole personal, aunque sean las que más proliferan en la actualidad.

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inglés!) y en un comentario de su foro, donde un hablante pregunta por el significado de la palabra inglesa BVD29.

Ilustración 11. “BVD” en WordReference30.

Los datos obtenidos a través de Google también nos ofrecieron muestras de uso del término que sugieren una ampliación de su definición respecto a la que ofrece el DRAE, ya que se emplea no solo como prenda interior, y la utilizan tanto hombres como mujeres. Como botón de muestra, véase el resultado de buscar “bividí” en “Imágenes” de Google. Muchas de las imágenes pertenecen a firmas de venta de ropa que describen las características de sus productos (camisetas interiores, camisetas deportivas, camisetas de vestir…):

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Los resultados son los mismos tanto si introducimos en el buscador bividí como bibidí. URL: http://www.wordreference.com.

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Ilustración 12. Algunos resultados de la búsqueda de “bividí” en Google Imágenes31.

Por otra parte, ya en su propio empleo en la variedad de inglés americano las siglas se han generalizado como un nombre común32, empleo que se ha transferido al español, en concreto, al español hablado en Perú: En el español del Perú muchas marcas extranjeras ya registradas en el mercado internacional han llegado a hacerse nombre comunes: […] bividí (B.V.D.), cuya URL: http://images.google.es De acuerdo con la respuesta que proporciona el Daily Mail (Londres) a una consulta de un lector a propósito del origen de este término que ha oído en algunas películas ambientadas en el Oeste (QUESTION In some westerns, an old man is seen capering in a suit of long underwear that he calls his 'BVDs' or 'bivvy dees'. Where does this name come from?), a principios del siglo XX la marca BVD dominaba de tal manera el mercado que el término pasó de designar un producto específico de ropa interior a ser el genérico para cualquier prenda de este tipo. Incluso, ya se había perdido entonces la conciencia de su origen en unas siglas (cf. URL: http://www.thefreedictionary.com/BVD, sección References in periodicals archive).

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variante popular es bivirí atribuida a pronunciación de japoneses, frecuentemente empleados o dueños de lavanderías… (Hildebrandt 1994:155-158, apud Universidad de Piura PLANCAD 2001).

J. Calvo Pérez también comenta esta tendencia del español hablado en Perú a la generalización de marcas comerciales, citando la misma fuente: “En el español del Perú, existen diversas marcas ya registradas en el mercado internacional, que se han convertido en nombres comunes. Hildebrandt (1994, s.v. cuáquer), anota las siguientes”, y recoge una enumeración de diferentes grupos (id.): “las perfectamente integradas”, “las muy difundidas”, “las usuales”, “las anticuadas”, “las modernas” y “las no totalmente integradas”. Bividí está integrada en el grupo de las usuales y lleva, además, una nota aclaratoria sobre su inexistencia en España. Más adelante (ibid.:42), J. Calvo vuelve a incluir el término objeto de análisis en una lista de entradas “en que la marca se ha tomado como generalizador del producto, perdiendo su especificidad y ganando en universalidad”. Se indica adicionalmente que es un peruanismo33. A continuación, incluimos un fragmento del testimonio –que ya no se encuentra en la web– de un hablante de Lima en el que compara la palabra estudiada con la variante que se encuentra en otra zona del español (Santa Cruz de la Sierra, Bolivia), con plena conciencia de las diferencias léxicas entre su variedad del español y la de este lugar de Bolivia, por otra parte, país limítrofe con Perú: Hay otros nombres también de cosas diferentes, de las que me acuerdo como achujcha es caigua, churikis es molleja, no se dice gaseosa sino soda, polera es polo, bibidi es camiseta, casaca es campera. Despues voy a apuntar más nombres.

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Es interesante la entrada porque recoge todas las variantes que hemos localizado del término: bividí, bibidí, bivirí, bibirí y BVD. BIVIRÍ (bividí) ¶ (m.c.: BVD) [pr.] (camiseta {interior}), bibirí (bibidí).

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Resulta curiosa la evolución de la lengua, que utiliza las iniciales de un nombre propio para formar las siglas de una marca comercial que, con el tiempo, se convierten en nombre común, tanto que puede llegar a ser el “apodo-apellido” de alguien y, así, volver a la esfera del nombre propio, como en la historia sobre Pedro Vivirí34 que encontramos en el diario oficial del departamento de Cajamarca, en el norte de Perú: Pedro era un hombre de cierta edad, esa que se vuelve indefinida después que uno pasa los 40. Él vivía en Hualgayoc, un pueblo no muy lejos de aquí, Hualgayoc es un pueblo que amanecía frío y anochecía igual. Sus calles sin luz, apenas eran iluminadas por las luces tenues de lámparas de camiseta, llamadas Petromax, porque esa era su marca registrada y nadie decía una lámpara a kerosene, simplemente se decía Petromax. La marca se había convertido en un nombre, como sucede a veces con algunos apodos. Pedro tenía una cantina y vendía aguardiente en las mañanas frías, en las tardes heladas y en las noches gélidas, sin embargo él tenía una rara afición, usaba esas (sospecho que solo era una) camisetas llamadas bivirí. Pedro usaba esas camisetas que alguna vez aparecieron en Norteamérica y se registraron bajo la marca BVD (bividi, según su pronunciación), marca registrada, como el frío lo era a Hualgayoc el nombre de ese tipo de camisetas se peruanizó en bivirí. Camiseta interior masculina (como la denomina la Real Academia de la Lengua Española y le antepone Perú) se convirtió en la prenda favorita de Pedro. Cuando por las noches los parroquianos bebían sendas copas del licor en su cantina, Pedro atendía como si fuese un cantinero del oeste, sin piano, claro; sin chicas con faldas de encajes; sin pistoleros, pero sí con una pléyade de mineros que gastaban su semana y Pedro los atendía en bivirí. Era una rareza, un hombre atendiendo en ese frío casi infinito llevando puesto una camiseta sin mangas, sin temblar siquiera. Los hualgayoquinos, dados a poner sobrenombres no tardaron en llamarlo “Pedro bivirí” y todos olvidaron su apellido, él mismo empezó a olvidarlo y muchas veces decía “Soy Pedro bivirí” como quien dice soy “Juan casaca” o “Luis Pantalón”. Otros olvidaron hasta su nombre y simplemente lo llamaban “El bivirí”. Entonces, el pueblo asumió a bivirí como un nuevo apellido y su esposa era la señora de bivirí y sus hijos eran los bivirís y la calle era del bivirí y el pueblo era el pueblo del bivirí. Pero la edad no pasa en vano y Pedro empezó a sufrir de achaques primero, ya no podía ponerse su bivirí de antaño y se metía bajo un poncho inmenso que lo abrigaba. La edad no perdona. Nadie sabe por qué cierto día empezó a perder la vista y se quedó ciego totalmente, ya no era ni la sombra de aquel cantinero rudo que atendía en la madrugada puesto el bivirí americano.

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URL: http://balconinterior.blogspot.com/

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Las viejas del pueblo entonces empezaron a especular, decían que el frío intenso producía ceguera, otras decían que era el bivirí, otras creían que vender cañazo causaba la atroz ceguera. Pedro Bivirí murió una tarde cuando otra generación había tomado el pueblo, cuando casi nadie ya lo conocía porque él no podía ver a nadie y los demás no lo veían porque no querían ver a un viejo ciego del que nada sabían. Y hoy que es abril y han pasado años de tu muerte me acuerdo de ti, Pedrito, de tu camiseta con marca registrada y sin mangas, de tu última y vacía mirada, literalmente vacía como esta soledad que hoy me ha hecho recordarte. Tomado de “Hualgayoc, historia y Tragedia de un pueblo minero” (JAP)

Por lo tanto, parece que hay pruebas suficientes de que el término objeto de estudio, procedente del inglés (BVD), se introdujo en español por vía oral a través de Perú (peruanismo), mediante un proceso de adaptación de la pronunciación inglesa (bividí-bibidí) a la local (bien por “peruanización” de aquella o por deformación popular atribuida a los japoneses, de ahí bivirí). En este sentido, es interesante el siguiente comentario de un usuario que mantiene un blog sobre jerga peruana35, puesto que, además de redundar en el origen de la palabra, registra la variante formal bivirí, que, por otra parte, sabemos que es la recogida en el DRAE-01: bivirí. s. prenda de ropa interior masculina consistente en una camiseta escotada, sin mangas y sin cuello. Esta palabra viene de BVD, siglas de una marca registrada estadounidense de ropa interior para hombres, que se generalizó en el Perú en la década del cincuenta. En inglés estas éstas se leen /bividí/, lo que se ha adaptado como /bibirí/ en la pronunciación local.

Sin entrar a discutir las razones por las que se ha producido esta adaptación fónica, algunos de los textos encontrados dan muestras de una conciencia del hablante sobre el carácter normativo de la forma bivirí, pese a no ser la más frecuente en el uso, como comentaremos a continuación: Toquemos la cuestion fashion, agg que palabra más rosquetona. Dime que no has sufrid@ como cojud@ para bajar de peso y te entre esa blusita o puedas tú compadre, andar hecho un imbécil con tu bivirí (de BVD, así se escribe. no quiero responder a bestias que me corrigen sin saber) por la calle, ridículo de mierda36. 35 URL: http://cultureando.blogspot.com/. El término se encuentra también en otros sitios web que lo mencionan entre los peruanismos y americanismos del DRAE. 36 Tomado del blog personal Memorias del Olvidado, de un peruano. URL: blog: http://mysticplace.blogspot.com/

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Milka Villayandre Llamazares

RESPONDERLE A ESTOS TRICICLEROS, ES ENSUCIARSE LA BOCA. FELIZMENTE QUE SON DEMASIADO BESTIAS PARA GANAR, YA LES DIJE QUE LES DEN GRACIAS A SUS AMOS ESPAÑOLES QUE LOS DEJARON BAILANDO YUNSA Y COMIENDO QUESO CON LLAMA, JAJAJAJA, PORQUE DE HABER SIDO ALEMANES O MIS ANTEPASADOS GALESES LA MAYORIA NO EXISTIRIA. PERO LO QUE MAS ME CALIENTA ES QUE SE EXPRESAN COMO SABELOTODOS RIDICULOS HIJOS DE PUTA (“ERUROPA”, “PAGINA WED”, “NGNORANTE”, “ALOGADO” “OFENZA”ANTISIPACION”, SEGURO QUE TAMBIEN DICEN “BIBIDI” JAJAJAJA TREMENDOS INDIASOS COQUEROS)37.

Por lo que se puede observar, parece que hay hablantes para los que bivirí es la variante escrita que se debe usar, porque esa es la normativa, lo cual no quiere decir que sea la más usada. Además, como se colige del segundo texto, parece ser que para algunos hablantes bibidí es usada por personas occidentalizas o cholos y que, por lo tanto, dicho término no debe emplearse. Sin embargo, los datos de uso de nuevo contradicen esta censura, ya que la forma bibidí aparece ampliamente documentada. Si indagamos un poco más con Google, pronto encontramos muestras procedentes de otras geografías (España, Argentina, Estados Unidos…), con un papel destacado para Ecuador, expansión que parece lógica dada la proximidad de este último país a Perú. De hecho, la entrada de la Wikipedia38 inglesa para BVD alude a su uso en ambos lugares: “In Ecuadorian and Peruvian Spanish, the term bividi, pronounced like the English initials, is an eponym for a man’s sleeveless underwear T-shirt”. En el momento de realizar la búsqueda39, se encontraron ejemplos no dudosos en Ecuador y Argentina, y en otros lugares (México, Chile) donde resultaba más difícil la adscripción geográfica. En cualquier caso, parece claro que el territorio en que se emplea el término se ha ampliado. Sin Del Centro de Medios independientes Perú. URL: http://peru.indymedia.org/ URL: http://en.wikipedia.org/wiki/BVD 39 El origen se determinó bien a partir de la extensión de las páginas web (.pe), bien a partir de información explícita sobre el país que aparecía en los sitios de Internet, aunque lógicamente no tenemos certeza de la procedencia del autor del texto. 37 38

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Internet como corpus: el caso de bibidí

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embargo, es cierto que Perú es el país que arroja más casos, lo que parece volver a confirmar este como país de entrada del término en español. Además, en Perú conviven bibidí, bivirí, bividí e, incluso, bvd. En una rápida comparación de los resultados obtenidos por región en Google40, destaca el empleo del término en Perú, Estados Unidos y

40 Utilizando la “Búsqueda avanzada”, opción “Región”, que busca solo páginas ubicadas en la región especificada. A continuación resumimos los datos:

Argentina

Bolivia

Chile

Colombia

Costa Rica

bibidí

434 (ruido)

2 (ruido)

268 (ruido)

56

2 (ruido)

bividí

336

1

5

1

0

Cuba

Ecuador

El Salvador

España

EE.UU.

0

452

3 (ruido)

1730 (ruido)

20400 (ruido)

bibidí bividí

0

148

0

1300

3600

Honduras

México

Nicaragua

Panamá

Paraguay 6 (ruido)

bibidí

1 (ruido)

208 (ruido)

1 (ruido)

85 (ruido)

bividí

0

9

0

4

2

Perú

Puerto Rico

R. Dominic.

Uruguay

Venezuela

bibidí

457

2 (ruido)

5 (ruido)

132 (ruido)

115 (ruido)

bividí

6030

0

0

0

4

Tabla 1. Datos para la búsqueda de “bibidí” y “bividí”.

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Milka Villayandre Llamazares

España, por orden de casos, lugares donde además se registran las diferentes variantes formales, como se observa en el gráfico que sigue:

Ilustración 13. Resultados de la búsqueda por región en Google de “bibidí”, “bividí”, “bibirí” y “bivirí”.

En segundo lugar, hay que comentar que, aunque inicialmente las variantes bibidí y bibirí arrojaban un número más elevado de casos –sobre

bibirí bivirí bibirí bivirí

Argentina

Bolivia

Chile

Colombia

Costa Rica

80 (ruido)

0

3 (ruido)

4 (ruido)

0

151

0

1

0

0

Cuba

Ecuador

El Salvador

España

EE.UU.

1 (ruido)

0

0

118 (ruido)

5050 (ruido)

1

0

0

118

1860

Honduras

México

Nicaragua

Panamá

Paraguay

bibirí

0

614 (ruido)

0

6 (ruido)

1 (ruido)

bivirí

0

7

0

2 (ruido)

0

Perú

Puerto Rico

R. Dominic.

Uruguay

Venezuela

bibirí

114

1 (ruido)

0

0

1 (ruido)

bivirí

4220

0

0

2

4

Tabla 2. Datos para la búsqueda de “bibirí” y “bivirí”.

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Internet como corpus: el caso de bibidí

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todo la primera forma– que bividí y bivirí, hubo que descartar mucho ruido. En un análisis más profundo de dichos resultados, se detectó que los primeros (los de bibidí y bibirí) no se correspondían con el empleo del término para designar una camiseta –con las excepciones notables de Perú (457 casos), Ecuador (452 casos) y Colombia (56 casos)–. De estos tres países, en Ecuador (452-148 casos) y Colombia (56-1 casos) la variante bibidí, de hecho, supera a bividí41.

Ilustración 14. Comparación de los resultados de “bibidí” y “bividí”.

Por lo tanto, la forma bividí, la que más se ajusta a la pronunciación original inglesa (de BVD), es la que cuenta con más casos, pese a no ser la forma normativa recogida en el DRAE42. Perú (6030 casos) encabeza la

El tamaño reducido de la escala del gráfico impide apreciar claramente el caso de Colombia. Recordemos que es bivirí. Este hecho resulta doblemente llamativo: por un lado, no es la forma más empleada, tal y como se desprende de los datos aportados –y ni siquiera la documentada en los bancos de datos académicos (que es precisamente bividí)–; por otro lado, contradice la doctrina académica a propósito de términos que siguen un patrón muy similar, como DVD o CD. Si bien para estas siglas, a partir de las cuales se han creado también nombres comunes, la forma de entrada en español parece ser la lengua escrita, en ambas se documentan pronunciaciones “a la inglesa” ([dividí], [sidí]) en América, que la RAE, a través del

41 42

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Milka Villayandre Llamazares

lista de registros, seguida de Estados Unidos (3600 casos), España (1300 casos), Argentina (336 casos) y Ecuador (148 casos). La propagación del término parece obedecer a una doble tendencia: por una parte, hacia el norte, de la zona andina al Caribe continental (de Perú a Ecuador y Colombia) –en estos dos países con predominio, además, de la variante bibidí frente a la forma más extendida en el resto de lugares, bividí–; y, por otra, hacia lugares tan distantes como Estados Unidos, España y Argentina, en los que la proximidad geográfica no puede ser el criterio, sino la emigración u otros factores relacionados con las nuevas tecnologías (como la ubicación de servidores). La forma normativa bivirí sigue el mismo patrón de distribución de los datos que bividí, aunque con un recuento menor de muestras en todos los países: en primer lugar, destaca de nuevo Perú (4220 casos), seguido de Estados Unidos (1860 casos), Argentina (151 casos) y España (118 casos). Además, Perú es el único país donde alterna con bibirí (114 casos), aunque a una distancia considerable de la otra variable. En el resto de países ha habido que descartar las apariciones de bibirí por no ser pertinentes para la búsqueda.

Diccionario panhispánico de dudas, desaconseja, igual que las grafías que se corresponden con sus lecturas inglesas (dividí y cidí respectivamente): DVD. […] En español debe leerse [deubedé] o [debedé], dependiendo del nombre con que se denomine la letra v (→ v, 1); se desaconseja la pronunciación [dividí], propia del inglés, a pesar de su extensión en algunas zonas de América. […] A partir de la lectura española de la sigla, se han creado los sustantivos devedé (pl. devedés), en América, y deuvedé (pl. deuvedés), en España: «En los devedés, memorables representaciones operísticas» (Glantz Rastro [Méx. 2002]); «Yo podría haber vivido con Eduardo comprando deuvedés» (Gopegui Lado [Esp. 2004] 133); se desaconseja la forma dividí, por corresponder a la lectura inglesa de la sigla. CD. […] En español debe leerse [sedé, zedé]; se desaconseja la pronunciación [sidí], propia del inglés, a pesar de su extensión en algunas zonas de América. […] A partir de la lectura española de la sigla se ha creado el sustantivo cedé (pl. cedés): «En las tiendas ya se vendían cedés con canciones sobre el tema» (PzReverte Reina [Esp. 2002]). Se desaconseja la forma cidí, por corresponder a la lectura inglesa de la sigla. En cualquier caso, se recomienda usar con preferencia el equivalente español (disco) compacto.

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Internet como corpus: el caso de bibidí

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Ilustración 15. Comparación de los resultados de “bibirí” y “bivirí”.

Por lo tanto, de forma global, se observa que las dos variantes más frecuentes, bividí y bivirí, se encuentran concentradas en los mismos lugares –excepto en Ecuador, donde no hay casos de la segunda– con una marcada supremacía de la primera.

Ilustración 16. Comparación de los resultados de “bividí” y “bivirí”.

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3. Conclusiones En resumen, con este pequeño ejemplo, hemos querido demostrar que las posibilidades que ofrecen para la investigación los corpus son apasionantes. Los inconvenientes de utilizar la web como corpus se pueden resumir en los siguientes puntos: 1) Vida efímera de los textos en la web: muchas páginas desaparecen en un lapso relativamente breve de tiempo, por lo que ni siquiera pueden ser citadas. 2) Caducidad de los enlaces, sobre todo los de las páginas de índole personal (blogs), que son las que más proliferación tienen en la actualidad. 3) Falta de información sobre los textos: autores anónimos, ausencia de datación, etc., factores todos ellos que no permiten identificar con certeza la procedencia de las páginas. 4) No aval institucional, lo que puede disminuir la relevancia de los datos obtenidos y arrojar dudas sobre su fiabilidad, al no estar respaldados por ningún tipo de autoridad. 5) Ausencia de planificación y control sobre la selección de los textos (páginas), que no obedecen a unos criterios lingüísticos previamente establecidos, por lo que no existe garantía de que sean representativos de la lengua objeto de estudio. 6) Imposibilidad de determinar la frecuencia relativa de una forma dado que el número total de formas que integran Internet es desconocido, con las consecuencias que esto tiene para validar ciertos resultados. Sin embargo, no todo son obstáculos; el uso de la web como corpus implica ventajas, en especial en lo que se refiere al número ingente de muestras reales de lengua que proporciona y a las diferentes posibilidades para realizar búsquedas que ofrece: por región, mediante imágenes, por dominio (término site:pe, por ejemplo), en noticias, en vídeos, en libros, en definiciones (define: término), con comodines, etc.

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Internet como corpus: el caso de bibidí

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS EDWARDS, H. T. (2003): Applied Phonetics: The sounds of American English, NT: Delmar Thomson Learning, 3ª ed. FRANCIS, W. N. (1992): “Language Corpora B.C.”, en J. SVARTVIK (ed.), Directions in Linguistics: Proceedings of Nobel Symposium 82 (Stockholm, 4-8 August 1991), Berlin/New York: Mouton de Gruyter, 17-32. MARTÍ ANTONÍN, Mª. A. y CASTELLÓN MASALLES, I. (2000): Lingüística computacional, Barcelona: Universitat de Barcelona. MCENERY, T. (2003): “Corpus Linguistics”, en R. MITKOV (ed.), The Oxford Handbook of Computational Linguistics, Oxford: Oxford University Press, 448-463. MCENERY, T. y WILSON, A. (1996): Corpus Linguistics, Edinburgh: Edinburgh University Press. Suplemento web: http://www.lancs.ac.uk/fss/courses/ling/corpus/ MCENERY, T. y WILSON, A. (2001): Corpus Linguistics, Edinburgh: Edinburgh University Press, 2ª ed. MORALA, J. R. (2002): “Nuevas tecnologías y recursos lexicográficos: fuereño”, en G. CLAVERÍA (coord.), Filología en Internet, Bellaterra, Barcelona: Servei de Publicacions, Universitat Autònoma de Barcelona, 45-53. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2001): Diccionario de la lengua española, Madrid: Espasa, 22ª edición. URL: http://www.rae.es REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2005): Diccionario panhispánico de dudas, Madrid: Santillana. URL: http://www.rae.es SINCLAIR, J. (1994): EAGLES, Document EAG-CWG-IR-2. SINCLAIR, J. (1996): EAGLES Preliminary recommendations on Corpus Typology. Documento electrónico disponible en URL: http://www.ilc.cnr.it/EAGLES96/corpustyp/corpustyp.html TORRUELLA, J. y LLISTERRI, J. (1999): “Diseño de corpus textuales y orales”, en J. M. Blecua et al. (eds.), Filología e informática. Nuevas tecnologías en los estudios filológicos, Barcelona: Milenio y Universidad Autónoma de Barcelona, Dpto. de Filología Española, 45-77. Disponible electrónicamente en .pdf: http://liceu.uab.es/~joaquim/publicacions/Torruella_Llisterri_99.pdf Universidad de Piura PLANCAD, Facultad de Ciencias de la Educación (2001): Fascículo autoinstructivo. Abordar la realidad lingüística, Lima: Ministerio de Educación/DINFOCAD/UCAD/PLANCAD. Disponible versión electrónica en URL: http://ciberdocencia.gob.pe/archivos/fasciculo_Comunicacion_abordar_la_reali dad.doc

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© Francisco Javier Grande Alija

DEL ORDEN DEL UNIVERSO AL ORDEN DE LAS LENGUAS: LENGUAS ARTIFICIALES ‘A PRIORI’, DICCIONARIOS Y LA CLASIFICACIÓN DEL LÉXICO

FRANCISCO JAVIER GRANDE ALIJA Departamento de Filología Hispánica y Clásica. Universidad de León Campus Universitario de Vegazana 24071 León fjgraa@unileon.es En primer lugar, nos ocupamos de las características principales de las lenguas artificiales filosóficas y nos centramos en un ejemplo paradigmático de esa clase de lenguas: el Essay Towards a Real Character and a Philosophical Language (1668) de J. Wilkins. A continuación, nos interesamos por la lexicografía onomasiológica, en especial por los diccionarios ideológicos. Por último, entramos a considerar las relaciones entre ambas tradiciones, destacando sobre todo la importancia que en ellas tiene la clasificación del conocimiento de acuerdo con un modelo jerárquico de naturaleza aristotélica. Palabras clave: Lengua artificial filosófica, John Wilkins, clasificación del conocimiento, lexicografía onomasiológica, diccionarios ideológicos First, we analyze the main characteristics of artificial philosophical languages focusing on J. Wilkins’ Essay towards a Real Character and a Philosophical Language, a paradigmatic example of these languages. Then, we deal with onomasiological lexicography, with special reference to thesauri. Finally, we consider the links between these two intellectual traditions in order to emphasize that the classification of knowledge, in accordance with a hierarchical Aristotelian model, is of importance for both. Keywords: Artificial philosophical language, John Wilkins, classification of knowledge, onomasiological lexicography, thesauri

1. Introducción En este trabajo pretendemos, en primer lugar, ofrecer una aproximación sumaria a lo que representan las lenguas artificiales, en particular las llamadas “lenguas filosóficas a priori”, presentaremos a continuación uno de los proyectos más importantes de este tipo de lengua, poniendo especial énfasis en el modo en que en él se configura y organiza el vocabulario, y, por último, llamaremos la atención sobre el hecho de cómo esa necesidad Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 233-277). ISSN: 0212.6192

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Francisco Javier Grande Alija

de reflejar la organización del mundo que hay en esta clase de proyectos ha repercutido de modos diversos en clasificaciones posteriores del léxico basadas en el significado y que nada ya tienen que ver con el ideal racionalista y utópico que alimenta a las lenguas a priori prototípicas. 2. Lenguas artificiales. Lenguas artificiales a priori Desde antiguo, el sueño de la lengua perfecta ha perseguido a un hombre preocupado por superar las pretendidas limitaciones e imperfecciones de las lenguas naturales. Detrás de ese sueño están los intentos de recuperar la lengua adánica original, anterior a la maldición de Babel, pero igualmente los de crear una nueva lengua, tanto si es para disponer de un instrumento de la razón que refleje con exactitud y fiabilidad la realidad y el pensamiento (lenguas artificiales a priori), como si es para conseguir un instrumento de comunicación universal -sencillo, neutro y racional- que facilite el contacto entre personas y pueblos de lenguas y culturas distintas (lenguas artificiales a posteriori)1. En todos los casos las lenguas se perciben como un problema que hay que resolver, como una barrera que hay que derribar y franquear, bien entre nosotros y el mundo (las lenguas son ambiguas, vagas, imprecisas, y nos devuelven una imagen distorsionada y velada de la realidad), bien entre nosotros y aquellos que no son como nosotros, es decir, otros pueblos, otras sociedades, con las que nos resulta difícil comunicarnos y entendernos. A la toma de conciencia del problema le sigue el impulso para resolverlo y llegar a una situación ideal en la que ya no se dé. Surge así el sueño del filósofo, del hombre sabio que aspira a construir una herramienta perfecta para la expresión del pensamiento (es el caso de las lenguas a priori), o bien el sueño del hombre fraterno que busca, con la ayuda de una lengua nueva, y en pos de la concordia universal, borrar las barreras que la incomunicación y los egoísmos nacionales han levantado en el seno de la

1

Para una aproximación, en español, al interés histórico por las lenguas artificiales, a sus características más importantes y a los tipos que se suelen distinguir pueden consultarse, entre otros, los trabajos de U. Eco (1994), S. Dodd (1990), Mª. L. Calero Vaquera (1999) y Grande Alija (2001).

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humanidad (este es el anhelo de buena parte de los creadores de lenguas a posteriori)2. 2.1. Características de las lenguas filosóficas a priori La denominación “a priori” que reciben estas lenguas artificiales se debe a que, a diferencia de las llamadas “a posteriori”, son lenguas que de forma consciente buscan, otra cosa es que realmente lo consigan, distanciarse del modelo de organización de las lenguas naturales, al que consideran imperfecto y poco preciso. Esto se refiere especialmente a la construcción del vocabulario, que ya no se intenta que se asemeje al de otras lenguas conocidas de amplia difusión internacional, porque la gramática tiende más bien a ser una versión simplificada y totalmente regularizada de los modelos de las lenguas naturales. Dentro de las lenguas artificiales a priori están las denominadas “filosóficas”, es decir, aquellas que, para construir el vocabulario, se apoyan en una organización lógica de la realidad. Su edad de oro fue el siglo XVII3 y surgen del intento de contar con un instrumento de la razón y el conocimiento que permita reflejar con exactitud un pensamiento firmemente apoyado en la realidad. Como características básicas de esta clase de constructos lingüísticofilosóficos podemos señalar las siguientes:

2

En realidad, ambos objetivos suelen estar presentes, en mayor o menor medida, en los diversos tipos de lenguas artificiales. Lo verdaderamente significativo es el énfasis que se ponga en uno o en otro. 3 En este contexto cabe destacar la aportación de los proyectistas británicos de lenguas y escrituras universales (pasigrafías), entre los cuales sobresalen los nombres de: Francis Lodwick (A Common Writing, 1647, y The Groundwork or Foundation Laid (or so Intended) for the Framing of a New Perfect Language and a Universal or Common Writing, 1652), Cave Beck (The Universal Character, by which the Notions of the World May Understand One Another´s Conceptions, Reading out of some Common Writing their own Mother Tongues, 1657), Nathaniel Chamberlain (Tractatus de literis et lingua philosophica, 1679), y especialmente el escocés George Dalgarno (Ars signorum, vulgo character universalis et lingua philosophica, 1661) y el obispo, del que hablaremos más adelante, John Wilkins (An Eassy Towards a Real Character and a Philosophical Language, 1668). Fuera de Gran Bretaña destacan las figures del moravo Janos Amos Comenius (Via Lucis, 1668) y Gottfried Wilhelm Leibniz.

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2.1.1. Motivaciones: Son lenguas filosóficas y científicas con pretensiones de rigor y objetividad. Su finalidad principal, y en ello se aprecia la influencia ejercida sobre esta clase de autores por el filósofo Francis Bacon, quien mostró una profunda desconfianza hacia las lenguas naturales, es llevar a cabo una especie de terapia del lenguaje. Esto significa que son esfuerzos encaminados a eliminar las ambigüedades, confusiones, imperfecciones e inexactitudes de las lenguas comunes que hacen de ellas un instrumento poco adecuado para el conocimiento y el quehacer científico4. En este sentido, son hijas de su tiempo, pues nacen en un contexto cultural dominado por la filosofía experimental y el método científico. No en vano, el pensador francés René Descartes, en su carta al padre Mersenne (1629), insiste en que la invención de una lengua de esta clase depende necesariamente de la construcción de una verdadera filosofía que logre delimitar las “ideas simples” de que está formado el pensamiento. Sólo de este modo se podría esperar vne langue universelle fort asisée à aprendre, à prononcer & à écrire, & ce qui est le principal, qui aideroit au iugement, luy representant si distinctement toutes choses, qu’il luy seroit presque impossible de se tromper; au lieu que tout au rebours, les mots que nous auons n’ont quasi que des significations confuses, ausquelles l’esprit des hommes s’estant accoutumé de longue main, cela est cause qu’il n’etend presque rien parfaitement (Descartes, 1974, 81).

Sin embargo, no faltan otras motivaciones más prácticas como las de superar los inconvenientes derivados de la maldición de Babel o facilitar el comercio entre las naciones (véase Wilkins, 1668, en la dedicatoria inicial), a las que habría que añadir otras imbuidas de un espíritu piadoso y pacifista. Por ejemplo, el propio John Wilkins destaca que su proyecto de lengua puede contribuir a la difusión y conocimiento de la religión y a resolver, desenmascarando los errores que se esconden tras las palabras, las 4

La destrucción de los idola es una de las preocupaciones esenciales del pensador inglés Francis Bacon (Novum organum, libro I, aforismo LIX). El lenguaje, a través de las palabras, nos impone una imagen del mundo que nada tiene que ver con la verdadera naturaleza de las cosas. El lenguaje ordinario y la naturaleza no mantienen una relación de isomorfismo. Nuestro pensamiento se encuentra gobernado por las palabras y resulta muy difícil, incluso para las mentes más despiertas, quedar al margen de su influencia negativa. El lenguaje está bajo sospecha (véase Singer, 1995, 64-67).

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diferencias que existen con relación a ella. También el pedagogo y humanista moravo Comenius defendió, en Via lucis (1668), la necesidad de una lengua universal, la panglosia, que no sólo contribuiría al rigor terminológico, sino también a la reconciliación de la humanidad y a su total redención (Rossi, 2000, 154 y ss.). El impulso místico, irenista y utópico está, pues, bien representado. 2.1.2. Son lenguas que utilizan caracteres reales. Estos signos son las células que se combinan para configurar el cuerpo de la lengua universal. El uso de los caracteres reales hay que enmarcarlo dentro del interés del siglo XVII por los signos y en particular en el interés renovado por los jeroglíficos egipcios y la atención que se presta a los caracteres chinos como fuente de inspiración para una posible escritura universal (Singer, 1995). Por otra parte, se tienen que situar igualmente dentro del debate sobre las imperfecciones de las lenguas y de nuevo aquí las ideas programáticas de Francis Bacon van a ejercer una enorme influencia. En efecto, si bien se constata que nuestro pensamiento está gobernado por unas palabras engañosas que no siguen las líneas de división de la realidad, también es cierto que a lo largo del siglo XVII se va a entrever la posibilidad de crear una nueva lengua que utilice signos que ya no representan palabras, sino nociones, cosas. Tales signos, los caracteres reales, no son representaciones fonológicas ni, por tanto, alfabéticas, de las palabras de la lengua hablada. Son, en cambio, signos semánticos, ideogramas, con que se quiere apuntar directamente a las cosas y representar así de un modo más fiable la realidad. Que se tiene en mente el modelo de los caracteres chinos está fuera de toda duda y, una vez más, las palabras de Francis Bacon se pueden leer como una auténtica declaración de principios que va a ejercer una enorme influencia: it is the use of China, and the kingdoms of the High Levant, to write in characters real, which express neither letters nor words in gross, but things and notions; insomuch as countries and provinces, which understand not one another’s language, can nevertheless read one another´s writings…; and therefore they have a vast multitude of characters, as many, I suppose, as radical words (The Advancement of Learning, libro II. Cap. XVI, párrafo 2, página 62 de la edición en la colección “Great Books of the Western World”, Encyclopaedia Britannica and The University of Chicago, 1990, 2ª edición).

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Las palabras de Bacon tienen un eco directo en John Wilkins (1668, 13), quien, tras hacer un repaso de los diversos modos que se han utilizado para representar a lo largo de la historia las lenguas, señala que “there have been some other proposals and attempts about a Real universal Charater, that should not signifie words, but things and notions, and consequently might be legible by any Nation in their own Tongue”. Aunque los caracteres reales se conciben en principio como signos gráficos que posibilitan una escritura universal (pasigrafía), pueden sin embargo acabar recibiendo un valor fonético (hacerse efables) y dar lugar ya a una verdadera lengua universal (pasilalia)5. Lo importante de todo esto es que, tanto si se conciben como signos gráficos puros (sin referencia a ninguna lengua hablada) como si se trata de signos audiovisuales (efables), en todos los casos estamos ante signos arbitrarios, convencionales, que aspiran a reflejar fielmente el orden de las cosas y a ser el vehículo para una lengua isomórfica con la realidad. Tras esta visión subyace la idea de que, como los seres humanos coincidimos en la forma de aprehender la realidad (compartimos las nociones internas o imágenes mentales que tenemos de las cosas), cabría la posibilidad de que nos pusiéramos también de acuerdo en utilizar una expresión o carácter común para cada noción o cosa de la realidad en lugar de toda la variedad de expresiones arbitrarias de las diferentes lenguas (Wilkins, 1668, 20). El camino para una lengua universal está abierto. 2.1.3. En otro orden de cosas, son lenguas basadas en el análisis de los pensamientos y en el uso de un criterio de composición mediante rasgos primitivos. Se parte de la hipótesis atomista de que los pensamientos humanos se pueden resolver en un pequeño conjunto de primitivos o nociones básicas (Nef, 2000, 66), que se presentan a la mente de forma espontánea y no problemática. Se trata de mostrar cómo a partir de los más simples, por combinación, se obtienen los más complejos (Nef, 2000, 64). Dentro del espíritu científico y de ser fiel a la realidad de las cosas, se aspira a establecer una perfecta congruencia, un isomorfismo absoluto, entre el mundo, el pensamiento y el lenguaje, de tal modo que uno sea 5

Precisamente el capítulo III de la obra de Wilkins se titula del siguiente modo: “How this Real Character may be made efable in a distinct Language, and what kind of Letters or Syllables may be conveniently assigned to each Character”.

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imagen del otro. No se trata de una conexión esencialista al estilo del neoplatonismo (un lenguaje primigenio en comunión directa con la naturaleza), sino de estructura y forma. Para representar la realidad y los pensamientos, utilizamos signos convencionales (los caracteres reales)6 cuya composición, sin embargo, refleja la estructura de la realidad (Singer, 1995, 69). Como resultado de esta interrelación entre palabras, pensamiento y realidad, hay una perfecta sintonía entre el análisis de las ideas complejas en ideas simples, de las palabras en marcas elementales y de las cosas en rasgos primitivos (Nef, 2000, 100). La consecuencia de esto es que se produce, dentro del marco de la lengua, un paralelismo absoluto entre el plano del contenido y el plano de la expresión, de modo que uno es espejo del otro y cualquier variación en uno de ellos se refleja de manera automática en el otro. Por tanto, la composición de la palabra muestra la composición de su significado y los signos son siempre unívocos. Para alcanzar este ideal de simetría y correlación perfecta entre planos se actúa del siguiente modo: 1) se establece una lista de nociones simples que sea universal (es decir, válida para todos los hombres) y limitada. 2) Tales nociones se organizan según un orden jerárquico en géneros y especies. 3) A cada noción básica se le asigna un significante, un símbolo. 4) Las palabras surgen por combinación de los símbolos que corresponden a las nociones simples en que se analiza el concepto denotado. Por ejemplo, en el Ars signorum (1661) del escocés George Dalgarno, la palabra correspondiente al concepto de “admiración” es pom, donde la “p” representa el concepto “sensitivo” (género fundamental de la clasificación), la “o” significa “pasiones principales” (género intermedio) y la “m” es la marca de especie (Eco, 1994, 196). El resultado de todo esto es una especie de matemática del pensamiento, de la que ya hablara Descartes7, en la que supuestamente no haría falta 6

Wilkins (1668, 385-386), a la hora de plantear el carácter real para su proyecto, ante las dificultades de acudir a un simbolismo natural, esto es, motivado, sólo ve viable la alternativa de acudir a una representación convencional “by institution”. 7 Sería necesario establecer “vn ordre entre toutes les pensées qui peuuent entrer en l’esprit humain, de mesme qu’il y en a vn naturelement étably entre les nombres; et comme on peut apprendre en vn iour à nommer tous les nombres iusques à l’infiny, & à les écrire en vne langue inconnuë, qui sont toutesfois vne infinité de mots differents, qu’on pust faire le mesme de tous les autres mots necessaires pour exprimer toutes les autres choses qui tombent en l’esprit des hommes ” (Descartes, 1974, 80-81).

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aprender por separado el significado de cada palabra, sino que sería perfectamente deducible a partir de la combinación de las nociones simples que la componen (funcionaría como lo hace la numeración8). De este modo, la palabra incorpora en sí misma una definición del concepto denotado y explica la naturaleza de la cosa a la vez que nos dice el lugar que ocupa en el mundo. La posibilidad de una lengua universal de este tipo descansa en el convencimiento de que las ideas simples son universales. La universalidad del lenguaje se basa en la universalidad del pensamiento. No hay, pues, lugar para el relativismo lingüístico ni se considera la posibilidad de que existan otras visiones de la realidad, del mundo. 2.1.4. Por último, uno de los pilares sobre el que descansa el armazón de estas lenguas y que garantiza que reflejen con exactitud, rigor y no ambigüedad la realidad, es la enumeración ordenada y la clasificación de todos los conceptos y cosas (Rossi, 2000, 159-160). La tarea enciclopédica precede, pues, a la creación de la lengua y se convierte, por tanto, en condición previa necesaria de ella. También es, quizá, la más compleja por un doble motivo. De un lado, por su magnitud -se trata de organizar todo el conocimiento, todo lo que se puede denotar y referir con la lengua, se aspira a elaborar la enciclopedia total-, y, del otro, porque ninguna propuesta puede considerarse definitiva. En este aspecto, como en ningún otro, se puede decir que la lengua filosófica es el resultado del descubrimiento científico, puesto que la definición exacta, que toda palabra construida por composición encierra en sí misma, exige una organización rigurosa que debe mucho a las clasificaciones de las ciencias naturales (Rossi, 2000, 169). En realidad, existe una larga tradición de clasificaciones sistemáticas, metódicas, alfabetos de nociones, etc., que aparecen a lo largo de la Edad Media y el Renacimiento y que, en última instancia, se retrotraen a Aristóteles y su interés por la biología. Se pueden citar nombres como Ramón Llull, Ramus, Johan Henrich Alsted (maestro de Comenius), Johan Henrich Bistefeld, etc.

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Siempre que, evidentemente, fuera factible poder definir todos los conceptos a partir de unos pocos primitivos semánticos.

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Estas clasificaciones organizan no palabras, sino nociones; en concreto, las nociones más simples -los átomos que configuran los pensamientos que expresamos. Se ordenan de acuerdo con una taxonomía de tipo aristotélico estructurada en géneros, diferencias y especies que aspira a reflejar la organización subyacente del mundo. He aquí otra característica esencial de tales clasificaciones: se considera que el orden del mundo se ve reflejado en las tablas, la enciclopedia, y esta en la lengua que le sirve de expresión. La lengua y la clasificación subyacente actúan como espejo del universo y, en consecuencia, las relaciones terminológicas reproducen las relaciones del mundo (Rossi, 2000, 166). Se busca alcanzar así el ideal de un lenguaje transparente que muestre fielmente la organización de lo real. Obviamente, este es un objetivo que no cumplen ni pueden cumplir porque todas las clasificaciones son arbitrarias y lo único que reflejan es una visión del mundo que se ve superada a medida que nuestro conocimiento va mejorando. No hay ningún principio inmutable que las sostenga y, en consecuencia, no pueden verse como una especie de radiografía de la realidad, sino, a lo sumo, como una forma más o menos útil de organizar nuestro conocimiento enciclopédico. De hecho, muy pronto (finales del siglo XVII) los nuevos aires en la ciencia y la filosofía llevaron a una concepción distinta de la clasificación, que de verse como un trasunto de las relaciones taxonómicas de la realidad se pasa más bien a ver como una especie de guía que ayuda a orientarse en el laberinto del conocimiento. De una clasificación de naturaleza ontológica se pasa a otra de carácter práctico y convencional. En resumidas cuentas, como destacó Jorge Luis Borges (1985, 112), hablando precisamente del lenguaje analítico de John Wilkins, “La imposibilidad de penetrar en el esquema divino del universo no puede, sin embargo, disuadirnos de planear esquemas humanos, aunque nos conste que éstos son provisorios”. Todas las clasificaciones son imperfectas, pero no podemos renunciar a ellas. 2.2. John Wilkins y su An Essay Towards a Real Character and a Philosophical Language (1668) Nos corresponde ahora referirnos al que se puede considerar el proyecto de lengua filosófica más completo del siglo XVII y que va a influir decisivamente en otros posteriores. Se trata de la lengua universal del

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obispo inglés John Wilkins publicada en 16689. Su interés reside no sólo en que es un modelo paradigmático de lengua filosófica, sino igualmente en que la magna labor de clasificación del conocimiento que hay detrás de ella va a tener importantes repercusiones en el desarrollo de ciertos trabajos lexicográficos posteriores de orientación onomasiológica. No en vano, como destaca X. Laborda (1980, 356), se le puede considerar un precursor del enciclopedismo del siglo XVIII, aunque no hay que olvidar que en él culmina una larga tradición medieval y renacentista. El proyecto de John Wilkins, hombre de una profunda curiosidad intelectual y de una gran preparación humanística y científica, nos sitúa de nuevo en un primer plano el problema de la relación entre las palabras, los pensamientos y las cosas. En efecto, como pone de relieve el autor inglés en la primera parte de su ensayo, las múltiples imperfecciones de las lenguas naturales hacen de ellas un instrumento poco adecuado para la representación de la realidad y el conocimiento. La lengua más que un medio es un estorbo. La única alternativa viable para poner en perfecta correspondencia palabras y mundo es una nueva lengua, alejada del modelo de las lenguas naturales, en concreto, una lengua que utilice caracteres reales que permitan la expresión distinta de todas las cosas y nociones (Wilkins, 1668, dedicatoria inicial). Tal carácter real nos instruirá, gracias al criterio de composición, en la naturaleza de las cosas representadas (cf. id., 21). Y esto de manera rigurosa, de tal modo que se tendrá una palabra para cada noción o cosa y, viceversa, una cosa o noción para cada palabra. Una vez que ha mostrado las debilidades de las lenguas naturales y ha sugerido la necesidad de crear un nuevo tipo de lengua más ajustada a la verdad del conocimiento, Wilkins desarrolla la parte central y más extensa (ocupa casi 300 páginas) de su trabajo: una magna recopilación del conocimiento de su época destinada a delimitar y organizar las supuestas nociones básicas comunes al ser humano10. Estos contenidos se ordenan en 9

Para todo lo relacionado con la obra de Wilkins, recomendamos la lectura de la obra de Laborda (1980), en donde se puede encontrar un análisis minucioso y certero de los principales aspectos de su proyecto, así como una reflexión sobre el modo en que tal obra encaja en el contexto intelectual de su época y, en especial, dentro de las corrientes del pensamiento conocidas como empirismo y racionalismo. 10 En la elaboración de las tablas intervinieron destacados científicos especializados en los diferentes campos del saber, por lo que ha de verse como resultado de un trabajo de equipo

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un conjunto de tablas que se organizan jerárquicamente conforme a un modelo aristotélico11 en el que, como en el árbol de Porfirio, a partir del tronco de las nociones más generales se van desplegando, en sucesivas subdivisiones, las especies particulares. Hay que insistir en que clasifican nociones, cosas, no significados ligados a los signos concretos de una determinada lengua. Se intenta un modelo de clasificación conceptual de validez universal y asentada en la naturaleza de las cosas, no en la apariencia que de la realidad nos da una lengua. Se organiza en 40 géneros mayores, 251 diferencias y 2030 especies.

(véase la “Epístola al lector”). Esto le causó no pocos problemas a Wilkins porque a menudo chocaba su afán de mantener un esquema clasificatorio fijo (con un número determinado de diferencias y especies) con la evidencia de que la organización de la realidad era mucho más compleja. 11 Se ha señalado la discordancia, el choque que se produce en la tarea clasificatoria llevada a cabo por Wilkins entre el hecho de que asume sin crítica las categorías de la metafísica aristotélica y el hecho de que se apoya en el conocimiento científico de la época. Como destaca Laborda (1980, 139), “El espíritu empírico que anima este trabajo se resiente de la insuficiencia de los instrumentos de clasificación” (que siguen los esquemas aristotélicos).

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Fig. 1: esquema general de clasificaci贸n de J. Wilkins (1668, p谩gina 23)

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La clasificación es la horma sobre la que se configura la estructura conceptual de la lengua y, por tanto, los radicales o términos primitivos de la misma. Estos, mediante la combinación de marcas, indican el recorrido que hay que seguir en la clasificación para situar la noción representada, pues cada término señala de forma inequívoca el género, la diferencia y la especie a los que pertenece lo que se expresa12. Finalmente, a estos rasgos conceptuales se suman luego las marcas gramaticales que hacen posible la construcción sintagmática13. Debe quedar claro que aunque se trata de una clasificación hecha conforme a una gramática conceptual de tipo aristotélico, sin embargo en ella pesan considerablemente los procedimientos mnemotécnicos del arte de la memoria (véase Rossi 2000), es decir, una serie de artificios que alivian el trabajo de esta facultad. Sólo así se entiende que, por ejemplo, el número de diferencias (salvo en el caso de las plantas y ciertos animales) sean seis o que los signos para las especies se reduzcan a nueve, lo que en algunos casos le obliga a distinguir un número mayor porque, como indica U. Eco (1994, 210), el número de especies no está definitivamente limitado. También “para el mejor auxilio de la memoria” (Wilkins, 1668, 22) las especies se agrupan en pares (por oposición o algún tipo de afinidad). Es evidente que tal forma de proceder choca con el intento de llevar a cabo una clasificación que sea reflejo exacto de la organización de la realidad14 y pone de manifiesto que el ideal de perfección y rigor se sacrifica, a

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Más adelante se incluirá algún ejemplo concreto de cómo se construye así el vocabulario de la lengua. 13 Se debe aclarar que a los signos básicos, que representan los conceptos primarios, se les puede añadir otros símbolos que representan las llamadas por Wilkins “partículas transcendentales”. La función de estás partículas no es sintáctica sino semántica: sirven para modificar el significado primario y originar, de este modo, otras acepciones que guardan algún tipo de relación con el contenido básico. Así, por ejemplo, a partir de “raíz” se obtiene “original”, de “luz” “evidente” (gracias a la partícula responsable del sentido metafórico). La variedad de matices semánticos que introducen estas partículas es muy grande (véanse los capítulos VI y VII de la parte III) e implican una gran economía lingüística porque contribuyen a que no haya que multiplicar el número de radicales distintos. 14 Así lo destaca U. Eco (1994, 218): “Pero una división según usos prácticos sigue criterios que no pueden ser los de llevar a la búsqueda de un sistema de primitivos metafísicamente fundamentado”.

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menudo, en beneficio de un criterio pragmático de facilidad y manejabilidad, tal vez inevitable15. Como destaca X. Laborda (1985), una vez que se ha establecido, gracias a la clasificación, la paradigmática conceptual, el siguiente paso consiste en fijar la sintagmática o combinatoria de los signos primitivos. Para ello, en la parte III, Wilkins lleva a cabo “an enquiry after such kind of necessary helps, whereby as by instruments we must be assisted in the forming these more simple notions into complex Propositions and Discourses” (1668, 297). Plantea para ello una gramática filosófica en la que se fijan las reglas de combinación de los signos. Con esta “gramática natural” intenta apartarse de las numerosas “reglas innecesarias” que pertenecen a las “lenguas instituidas” (véase la epístola al lector) para centrarse en cambio en los fundamentos y reglas generales del lenguaje, aquellos que le pertenecen de forma natural y necesaria (1668, 297). De esta gramática sólo destacaremos aquí el carácter nuclear y proteico que en ella posee la categoría nominal (dividida en nombre sustantivo y nombre adjetivo), pues de esta última derivan las categorías del adverbio y el llamado verbo adjetivo (cópula + adjetivo). Por otra parte, en un plano semántico, hay que tener en cuenta que cada palabra radical clasificada por las tablas se corresponde con un nombre sustantivo (1668, 299) y que el resto de palabras con contenido conceptual se construyen, mediante diversas marcas, a partir de esas palabras radicales. Por tanto, los sustantivos pueden verse como la fuente del significado léxico de toda la gramática y constituyen el fundamento sobre el que se apoya la arquitectura de la lengua16. La obra culmina con la propuesta de una lengua filosófica que utilice caracteres reales para representar las palabras radicales de la lengua 15

X. Laborda (1980, 167) también llama la atención sobre lo mismo: “Esta uniformidad clasificatoria es fundamental para la factibilidad del lenguaje filosófico. De la regularidad formal nada puede objetarse, pero sí de la regularidad material. Reflejar regularmente las cosas exige al proyectista violentar esa realidad. La realidad no forma un conjunto muy ordenado”. 16 Ciertamente, si a John Wilkins se le recuerda no es por su aportación a la gramática filosófica, sino por su organización conceptual y el modo en que se concreta en una nueva lengua que ha de servir de fuente de conocimiento. Sin embargo, hay que reconocer que la reflexión gramatical de Wilkins, aunque eclipsada por otros aspectos de su obra, posee un valor intrínseco y logra importantes hallazgos (véase Laborda, 1980, 259-262).

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siguiendo la organización jerárquica de la clasificación anterior. El carácter nos indica de forma inequívoca el lugar que ocupa la palabra en cuestión dentro de ella, así como el recorrido que hay que seguir para ir sumando los rasgos de contenido que configuran el significado del término radical. En realidad se preven dos formas de representación gráfica que nos permiten hablar de dos lenguas organizadas sobre el mismo esquema conceptual. En la primera (de naturaleza exclusivamente gráfica), los signos son el resultado de la combinación de una serie de marcas gráficas que señalan el género (parte central del carácter constituida por una línea horizontal con un trazo distintivo en el medio), la diferencia (trazo en el extremo izquierdo) y la especie (en el extremo derecho). A ellas se añaden otras marcas que indican los accidentes gramaticales u otras modificaciones semánticas del radical. La otra lengua, destinada a ser escrita y pronunciada, sustituye los rasgos gráficos anteriores por sílabas (en el caso de los géneros), consonantes (para las diferencias) y vocales y diptongos (para las especies).

Fig. 2: representación de la lengua mediante caracteres reales (Wilkins, 1668, pág. 387)

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Fig. 3: representación de la lengua mediante letras (Wilkins, 1668, pág. 415)

Por ejemplo, si “De” significa “elemento” (género), “Deb” se refiere a la primera diferencia (“fuego”) y, finalmente, “Deba” a la primera especie (“llama”) (Wilkins, 1668, 415). Su representación gráfica queda del siguiente modo:

Finalmente, el proyecto de Wilkins incorpora como apéndice un diccionario17 de palabras inglesas ordenadas alfabéticamente. 17 Este diccionario, como manifiesta el propio Wilkins en la “Epístola al lector”, fue obra de su colaborador William Lloyd. Wilkins se muestra muy orgulloso de los resultados y lo califica como “el más perfecto que se haya hecho jamás para la lengua inglesa”.

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Como se indica en la advertencia inicial, “The Design of the Philosophical Tables is enumerate and describe all kinds of Things and Notions: And the Design of this Dictionary, is to reckon up and explain all kinds of words, or names of things”. Las tablas configuraban un mapa conceptual con el que, una vez establecidas las convenciones gráficas de representación, se podía asignar un significante inequívoco al contenido que se quería representar. Aquí el recorrido es inverso: partiendo de la forma inglesa, se detallan las diversas acepciones que se amparan bajo ella y se indica la posición de cada una de ellas en las tablas. En efecto, mediante diversas claves se indica en qué lugar de la clasificación taxonómica de la segunda parte hay que situar la palabra inglesa en cuestión (y de modo indirecto cuál es su representación gráfica y su pronunciación). Por ejemplo, como se recoge en la introducción del diccionario, la palabra sheep nos remite a la clave Be. II. 2, que indica que la cosa denotada por dicha palabra pertenece al género de las bestias, segunda diferencia, segunda especie. Esto recuerda a la forma de proceder que encontramos en la parte alfabética de algunos diccionarios ideológicos. En otros casos, se procede de modo más indirecto mediante el recurso a un término sinónimo. Puestos a valorar la aportación de John Wilkins, es evidente que el autor inglés fracasó en su intento de desarrollar una lengua analítica universal que fuera instrumento para el conocimiento y la ciencia. En primer lugar, como en otros muchos casos, su proyección social fue mínima, reducida a mera curiosidad de eruditos con inquietudes. Por otra parte, tampoco logró el objetivo principal de su diseño, es decir, que la composición de la palabra reflejara la composición de la cosa. Como destaca U. Eco (1994, 215), los géneros, diferencias y especies taxonomizan, pero no definen propiedades. Nos indican el lugar que en la clasificación ocupa la entidad representada, pero si queremos saber algo más necesitamos informaciones suplementarias que debemos rescatar de nuestro conocimiento enciclopédico18. Sin embargo, hay un mérito incuestionable que se le debe reconocer a su magno esfuerzo: pese a las inconsecuencias de la 18

En todo caso, se debe reconocer que John Wilkins demostró al menos la viabilidad teórica de una lengua más precisa y unívoca que las “lenguas instituidas”. En este sentido, como ejercicio intelectual posee un indudable valor. Otra cosa muy diferente es que pueda tener algún tipo de viabilidad práctica.

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clasificación, contradicciones, soluciones “ad hoc”, informaciones heterogéneas, falta de un criterio composicional riguroso, etc. (véase U. Eco, 1994, 210 y ss.), la tarea de organización del conocimiento fue enorme y representó un intento de sistematizar y clasificar conforme a los criterios científicos de su época todo ese caudal de información. Bien podemos hacer nuestras las palabras de S. Clauss (1994, 44): Wilkins sí tuvo éxito en “its primary objective of inspiring other attempts to improve the theory and practice of methods of obtaining, recording, and communicating knowledge”. No es de extrañar, por tanto, que su influencia se haya manifestado no tanto en el ámbito de la gramática como en el de la ciencia y el pensamiento, y a este respecto se pueden citar, entre otros, nombres como I. Newton, J. Locke, G. Leibniz (Laborda, 1980, 281). Por otra parte, si de lo que se trata es de organizar el conocimiento, estructurar jerárquicamente la realidad, es normal que su influencia se haya hecho notar en los intentos de clasificar onomasiológicamente el caudal general del léxico de la lengua. Asimismo, salvando todas las distancias que sean necesarias, la estela del proyectista inglés enlaza también con los desarrollos computacionales en los que se trata de formalizar, organizar y transmitir informaciones y conocimientos del mundo, ya sean tesauros, ontologías, bases de conocimiento, etc. 3. La organización onomasiológica del léxico: los diccionarios ideológicos En los apartados anteriores hemos intentado llevar a cabo una aproximación a los aspectos básicos de las lenguas filosóficas a priori y, en particular, del proyecto del obispo John Wilkins. Ello nos ha servido para poner de relieve cómo en la reflexión lingüística que hay detrás de esta clase de obras pesan mucho los problemas asociados a la significación y la referencia: se habla de las dificultades de las lenguas a la hora de establecer lazos designativos con el mundo, de la imprecisión de los conceptos manejados por las lenguas; se procede, por muy embrionario que sea, a un análisis componencial del significado; igualmente, se explican las diversas categorías a partir del núcleo conceptual que es el sustantivo, lo que pone de relieve no sólo la relación formal sino semántica entre las palabras; se destaca asimismo cómo a partir de un significado básico se pueden derivar otros; se insiste en la necesidad de organizar y jerarquizar de forma

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rigurosa el vocabulario de la lengua conforme a un patrón que surge directamente de la realidad… Ahora nos toca ocuparnos de un tipo de obra que, al tener que enfrentarse a la compleja tarea de clasificar, organizar y definir el léxico de una cierta lengua, se ve también abocada, ya sea de una forma abierta o de un modo más implícito, a elaborar una reflexión sobre la organización semántica de la lengua. Situados en esta nueva perspectiva, vamos a establecer, en primer lugar, las características principales de las obras lexicográficas que siguen un criterio onomasiológico de clasificación (en especial, de los llamados diccionarios ideológicos), para lo cual nos referiremos a algunos ejemplos paradigmáticos de esta clase de obras. Se trata de crear un marco de referencia que, en la discusión posterior, nos permita llamar la atención sobre las conexiones y, por supuesto, las diferencias que se pueden percibir entre estos diccionarios y los diversos intentos de crear una lengua filosófica sobre la base de una clasificación, que se supone universal, de las cosas y nociones. 3.1. ¿Qué es un diccionario ideológico? El rasgo definitorio de estos diccionarios es que utilizan un criterio de clasificación semántico. Es decir, en lugar de acudir a una ordenación formal y arbitraria como la alfabética, las palabras se agrupan por afinidad, por cercanía semántica, dicho de otro modo, por pertenecer a un mismo campo nocional. Es lo que se llama ordenación onomasiológica o analógica. Julio Casares (1999, XIII) la define en estos términos: “sistematización del vocabulario, reuniendo en grupos conceptualmente homogéneos cuantas palabras guardan relación con una idea determinada”. Por tanto, cada entrada en el diccionario agrupa las palabras que expresan distintos matices de un mismo concepto general. El criterio de agrupación puede ser más o menos riguroso, pero en todo caso debe evitarse, si se quiere que el diccionario sea realmente operativo, que la libre asociación de ideas nos lleve por derroteros insospechados que sólo mantienen una ligazón tenue y subjetiva con el punto de partida: “Un grupo analógico bien construido se ha de poder seguir desde el principio al fin sin que en ningún momento se pierda de vista el concepto fundamental, la idea rectora a la

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que sirven de expresión en algún modo todas las voces agrupadas” (Casares, 1999, XVIII)19. El aspecto más genuino de los diccionarios ideológicos es que, a diferencia de los diccionarios semasiológicos, que tienen su razón de ser en la búsqueda de un significado a partir de una forma dada, aquellos posibilitan la búsqueda contraria, es decir, la que va del significado o idea a la palabra que la designa. En concreto, el usuario de un diccionario de este tipo intenta encontrar la palabra que mejor se ajusta a la idea o concepto que quiere expresar. Es, por tanto, un diccionario codificador. De ahí que entre sus utilidades prácticas se encuentre la de servir de herramienta para la redacción de textos ayudando a buscar términos alternativos, palabras que expresen con mayor exactitud lo que se quiere decir, pero también a abrir la puerta a nuevas asociaciones e ideas relacionadas con las ya expresadas. Sin embargo, como se verá más adelante, razones de tipo práctico y de manejabilidad han obligado a los diccionarios ideológicos a tener que establecer también sistemas de búsqueda a partir de una forma conocida. Al atender a la organización semántica interna del vocabulario, es un diccionario, como apunta Casares (1941, 118), “orgánico, viviente, sugeridor de imágenes y asociaciones”. En cierta medida, se podría decir que intenta reflejar el modo jerárquico y relacional en que el léxico se organiza dentro de nuestra mente. Sin embargo, a pesar de esta organización más integrada y motivada, los diccionarios ideológicos suelen resultar, paradójicamente, difíciles de utilizar para la mayoría de los usuarios medios. A decir verdad, ello no es tan extraño si se considera la amplitud del universo conceptual que intentan ordenar y la complejidad de las relaciones que se establecen en él. Los diccionarios ideológicos organizan su macroestructura en varias partes, aunque no siempre aparecen todas ni de la misma manera. En primer lugar, incorporan una parte sinóptica que de alguna forma muestra, en expresión de Casares, el “andamiaje general” de la obra. Está constituida por una serie de tablas en las que se organizan jerárquicamente diversos 19

El mismo Casares destaca que más que prescindir de estas salidas laterales del camino principal conviene indicarlas claramente y mostrar que no forman parte propiamente de la serie analógica.

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campos del conocimiento y de la realidad. Se aspira a ofrecer una visión ordenada del universo que ayude al usuario a situar el concepto para el que desea buscar un significante. Le sigue la parte analógica en la que cada entrada es un grupo de palabras semánticamente afines. Las entradas se organizan bien alfabéticamente, como en el caso del Casares, bien conforme el orden de las clases conceptuales establecidas previamente en la parte sinóptica, como en el Diccionario ideológico de la lengua española de Vox. A la parte analógica le suele seguir un índice alfabético de los términos que aparecen clasificados en aquella sección. Este índice incluye algún tipo de clave (por ejemplo, numérica) que nos remite a la parte analógica y, en concreto, al grupo semántico en el que se puede hallar el término en cuestión. Se posibilita así una nueva forma de búsqueda a partir de una palabra ya conocida que mantiene algún tipo de relación semántica con el término que se desea encontrar. Como señala Alvar Ezquerra (1993a, 293), en este caso, el diccionario ideológico se parece a un diccionario de sinónimos. Se consigue de este modo una búsqueda, por lo general, más rápida y fácil que si hubiera que partir de la clasificación sinóptica, que a veces desorienta más que orienta, y se mitiga de este modo una de las dificultades típicas del usuario de los diccionarios ideológicos.

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Fig. 4: ejemplos de cuadros sinópticos del Diccionario ideológico de la lengua española

Hay diccionarios ideológicos como, por ejemplo, el famoso Thesaurus de P.M. Roget, que no incluyen ningún tipo de definición, se limitan a clasificar las palabras por afinidad semántica: “The purpose of this work (…), is not to explain the signification of words, but simple to classify and arrange them according to the sense in which they are now used, and which I presume to be already known to the reader” (Roget, 1982, introducción de la edición de 1852, pág. XXVII). Para facilitar la búsqueda, introducen un listado alfabético con remisión a la parte analógica. Otros diccionarios, como el Diccionario ideológico de la lengua española de Vox, contienen ese índice alfabético, pero añaden un diccionario de la lengua (ordenado alfabéticamente) en el que aparecen definidas las voces de la parte analógica. Otros, como en el caso del Casares, índice alfabético y diccionario de la lengua aparecen integrados en una misma unidad. Finalmente, también los hay que incorporan definiciones en la parte analógica. La presencia de definiciones no es más que otra herramienta que facilita el trabajo al usuario, puesto que los criterios de clasificación ayudan a encontrar el grupo analógico establecido por afinidad semántica, pero

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nada nos dicen del matiz semántico o las particularidades de uso de cada palabra concreta (Alvar Ezquerra, 1993a, 293). En cualquier caso, todo esto pone de manifiesto, que “la clasificación semántica es subsidiaria, por su ejecución y su utilización, de la alfabética” (id., 293-294).

Fig. 5: Parte analógica del Diccionario ideológico de la lengua española de Julio Casares

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En cuanto a la microestructura de la parte analógica, dentro de cada lema pueden aparecer nuevos subgrupos de voces que muestran una mayor afinidad. En cualquier caso, no se trata necesariamente de términos sinónimos, sino de palabras que se relacionan semánticamente entre sí de alguna manera. Por ejemplo, el Thesaurus de P.M. Roget mantuvo hasta su edición de 1962 una disposición en dos columnas que se utilizaba para enfrentar los términos contrarios y correlativos. Aparte de la afinidad semántica, también se establecen subgrupos en función de la categoría gramatical de la palabra (sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, etc.), que a su vez pueden dar lugar a otras subdivisiones conceptuales basadas en la afinidad. Por ejemplo, el Diccionario ideológico de la lengua española de Julio Casares ordena los sustantivos de la siguiente manera (1999, XVII): “Si se trata de una cosa concreta, vendrá en primer término la sinonimia, si la hay; después, los aumentativos y los diminutivos; luego, los despectivos y colectivos. A continuación figuran los nombres que designan partes de la cosa; más adelante, pasados los verbos, los nombres que denotan la acción y efecto de éstos; y todavía, si el léxico da ocasión para ello, aparecerán nuevos substantivos: nombres del agente, del lugar en que actúa (taller, tienda, etc.) y de los instrumentos que utiliza”. En otro orden de cosas, para señalar las relaciones de un grupo analógico con otro de la clasificación analógica se utilizan diversos sistemas de envío. Según el número de lenguas consideradas, los diccionarios ideológicos pueden ser monolingües o multilingües. Como apunta P.M. Roget en el prefacio de la edición de 1852, estos últimos se apoyan en la posibilidad de utilizar una misma parte sinóptica, una misma organización del mundo, para clasificar los vocablos de las lenguas que se tienen en cuenta. Por otra parte, según el vocabulario considerado los hay que se ocupan del vocabulario general de la lengua y los hay también centrados en algún sector especializado del mismo, lo que hace que sean de estructura más sencilla. Los diccionarios ideológicos son tal vez el diccionario conceptual por antonomasia, el más complejo y versátil. Existen otros diccionarios relacionados con los ideológicos que, sin embargo, hay que distinguir de ellos. Hay un criterio básico para diferenciarlos: separar las clasificaciones basadas en el significado lingüístico de aquellas que clasifican referentes, elementos de la realidad, designata (véase, Alvar Ezquerra, 1994). La parte

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analógica de los diccionarios ideológicos y los diccionarios de sinónimos son ejemplos claros de las primeras: su organización se apoya en las relaciones semánticas que, dentro del sistema de la lengua, se establecen entre diversos términos. Clasificaciones de designata son los diccionarios enciclopédicos y las taxonomías típicas de las ciencias. A medio camino se encuentran la parte sinóptica de los diccionarios ideológicos, pero también las nomenclaturas (diccionarios destinados al aprendizaje de una lengua en los que el vocabulario se clasifica temáticamente), los diccionarios por imágenes y los llamados diccionarios temáticos. En ellos se clasifican palabras, pero conforme a un criterio extralingüístico que se supone de validez universal o, en todo caso, de utilidad práctica. 4. Proyectos de lenguas universales a priori y diccionarios ideológicos: interrelaciones y diferencias Esbozados en los apartados anteriores los aspectos fundamentales de los focos de interés configurados por la lexicografía de orientación onomasiológica y el afán utópico por desarrollar una lengua perfecta con que aprehender la verdadera naturaleza de las cosas, nos corresponde ahora poner de relieve los puntos de encuentro, de confluencia, las relaciones y paralelismos entre ambas corrientes, sin desatender, claro está, a lo que tengan de peculiar y diferenciador, que no es poco. No se trata de descender al detalle y al caso particular, sino más bien de centrar la atención en los aspectos y tendencias más generales. Con independencia de los rasgos específicos y de los objetivos particulares de cada tipo de obra, es evidente que no es fruto del azar el que entre ellas existan -por muy débiles y sutiles que puedan parecer- puntos de conexión. Ambas enfocan su interés en el significado de las palabras y en las relaciones que estas mantienen con la realidad20. Cierto que cada una en su esfera y con la vista puesta en un objetivo concreto. Un diccionario es muchas cosas a la vez, pero ante todo encierra un análisis del significado de las palabras, lo cual lo convierte “en un auténtico ejercicio de semántica 20

Evidentemente, la perspectiva de los proyectos de lenguas filosóficas es mucho más amplia, puesto que tienen que enfrentarse a todos los niveles del lenguaje, pero es indiscutible que los problemas del significado y de la representación de la realidad ocupan en ellos un lugar más que destacado.

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descriptiva” (Lara, 2005, 438). Es verdad que la lexicografía se adscribe al ámbito de la lingüística aplicada, caracterizada por estar orientada a resolver problemas concretos; en cambio, el esfuerzo de los proyectistas de lenguas artificiales se inserta en una perspectiva más teórica: la de la “gramática filosófica” o “gramática natural” y la búsqueda de universales del lenguaje. Los problemas del significado se abordan aquí más bien desde los planteamientos de una semántica general. Sin embargo, como se verá en el punto 4.2., la frontera entre el sentido utilitario de unos y el teóricoespeculativo de los otros tiende a diluirse. 4.1. Relaciones históricas Nadie puede poner en duda que el intento de confeccionar una obra lexicográfica conforme a criterios onomasiológicos y el de crear una nueva lengua son netamente distintos por sus motivaciones, objetivos y tradiciones científicas. Sin embargo, del mismo modo hay que reconocer que existen también puntos de encuentro y de enriquecimiento mutuo así como ciertos paralelismos entre ambas orientaciones. De hecho, en algún momento han confluido esas dos preocupaciones en un mismo autor. La clave para entender tales relaciones y parentescos está en la necesidad de disponer de una organización conceptual del pensamiento, lo cual inexorablemente nos conduce a la tradición aristotélica de taxonomías organizadas mediante subdivisiones en géneros y especies. 4.1.1. Dentro de la tradición de la lexicografía onomasiológica, cabe destacar las llamadas nomenclaturas21, obras de intencionalidad didáctica ideadas como medio auxiliar para aprender una lengua extranjera en las que 21

Para una historia de las nomenclaturas que entre las lenguas consideradas cuentan con el español, pueden consultarse los trabajos de Manuel Alvar Ezquerra (1993b) y M.C. Ayala Castro (1998). Muchas de las nomenclaturas aparecen integradas como suplementos o capítulos dentro de gramáticas u obras didácticas destinadas a la enseñanza de una lengua extranjera. Tal es el caso de la que podemos encontrar en El arte de hablar bien francés de P.N. Chantreau, Madrid, 1781 (Libro Primero. Recopilación de las voces más usuales para empezar á hablar en francés) o en el Curso de temas franceses para uso de los españoles de B. Sotos Ochando. Estas gramáticas han sido estudiadas, respectivamente, por M. Rueda Rueda y F.J. Grande Alija (2004) y M. Rueda Rueda y F.J. Grande Alija (2002). El caso de Sotos Ochando es especialmente llamativo porque fue también autor de un interesante proyecto de lengua a priori cuya organización se apoya en una clasificación lógica del mundo. Esta lengua ha sido analizada por M.L. Calero Vaquera (1999).

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el vocabulario se organiza conforme a un criterio temático y pragmático, “a través de la cosa designada” (Alvar Ezquerra, 1993b, 278). Se ciñen a parcelas más restringidas del vocabulario y este queda agrupado no tanto por afinidad semántica como por proximidad contextual o designativa en torno a una serie de centros de interés que pueden ser útiles para el aprendiz. No hay que descartar, sin embargo, que se recurra a una clasificación según un orden lógico más relacionado con las clasificaciones tradicionales del saber enciclopédico, pero sin perder nunca la finalidad práctica y didáctica. Las nomenclaturas suelen ser plurilingües. Como ejemplo de este tipo de obra podemos citar el Nomenclator (1567) de Hadrianus Junius, obra dividida en 85 secciones22 que toma como lengua de referencia el latín e incluye las traducciones a siete lenguas europeas (Marello, 1990). Confluyen aquí varios aspectos interesantes: una organización onomasiológica del vocabulario (por muy elemental que sea), la consideración de varias lenguas y el establecimiento de equivalencias semánticas entre los términos de las lenguas que se tienen en cuenta, todo lo cual nos acerca a un ámbito que es ya un antecedente claro del interés por crear una lengua perfecta: nos referimos a las pasigrafías o escrituras universales que cualquiera puede interpretar en su propia lengua y para las que, en principio, no está prevista una realización fónica. Las pasigrafías pueden utilizar signos ideográficos o numéricos con los que se indica el lugar que la palabra en cuestión ocupa en la clasificación conceptual que se maneja23. Luego, mediante diversas tablas o diccionarios, se establece el equivalente en las lenguas consideradas. El proceso puede ir en sentido inverso (de una lengua concreta a la notación pasigráfica). Evidentemente, una pasigrafía es algo más que una serie de diccionarios codificadores y descodificadores, debe incluir algún tipo de notación para los accidentes gramaticales y las relaciones sintácticas, y se enfrenta al problema de lo 22 Clasificadas según un orden lógico. Al final de la primera edición, no así en las posteriores, se incluyó un índice alfabético de las voces clasificadas (véase Alvar Ezquerra 1993b, 280). 23 No todas las pasigrafías se apoyan en una clasificación conceptual. Por ejemplo, en la Polygraphia nova et universales ex combinatoria arte detecta (1663) del padre Athanasius Kircher la notación numérica es sólo una forma de encontrar la palabra en cuestión en alguna de las 32 tablas que se manejan, tablas que no implican una división en clases lógicas (véase Eco, 1994, 167-171).

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inviable que resulta una traducción palabra por palabra o que se intente reducir la gramática de una lengua a la de otra que se considera modelo o referencia (caso del latín). Como ejemplo de pasigrafía se puede mencionar el Arithmeticus nomenclator (1653) del español Pedro Bermudo, quien se basa en una organización de 44 clases conceptuales arbitrarias e incongruentes que ponen de relieve, una vez más, que el punto débil de este tipo de obras se encuentra precisamente en la clasificación conceptual24 que se supone independiente de las lenguas concretas. En esta obra la clase general se indica mediante un número romano, la especie mediante uno arábigo. Por ejemplo, XVI.2 representa la palabra cocodrilo (clase de reptiles y peces + especie (cocodrilo)) (Eco, 1994, 175). 4.1.2. Desde un punto de vista histórico, la necesidad de disponer de una clasificación conceptual ha hecho que la lexicografía onomasiológica haya estado muy influida por las enciclopedias de la Antigüedad y de la Edad Media. No obstante, y esto es lo que nos interesa destacar ahora precisamente, no se puede negar tampoco el peso decisivo que ha tenido la tradición filosófica y retórica. Como se ha encargado de poner de relieve Paolo Rossi (2000), las clasificaciones metódicas de los pensamientos, alfabetos, tablas, teatros del mundo, el arte de la memoria, la creación de lenguas universales, la combinatoria de los pensamientos, la búsqueda de los primitivos semánticos, etc., son temas íntimamente imbricados. En este cruce de influencias destaca la figura del pensador y pedagogo J. Amos Comenius, quien fue autor de dos obras destinadas a la enseñanza de lenguas extranjeras, Iana linguarum reserata (1631) y Orbis sensualium pictus (1658). Las dos se organizan temáticamente en torno a una serie de capítulos (100 en la primera, 150 en el caso de la última). En cada apartado se presenta cierto léxico y la información enciclopédica asociada a ella. Partiendo del Dios creador se recorre la totalidad del universo en una trayectoria que va desde los elementos básicos y diversos fenómenos de la naturaleza, pasando por el reino vegetal, el reino animal y terminando en todo lo relacionado con el hombre. Junto a los grandes temas de la naturaleza, la religión, la moral, la política, la ciencia y la cultura se presta una gran atención a los oficios artesanales y a los asuntos de la vida 24

El listado de las 42 clases conceptuales se encuentra recogido en Eco (1994, 175-176).

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cotidiana. Esta presentación sistemática y enciclopédica del conocimiento, así como la clasificación temática del vocabulario que implicaba, parece ajustarse al siguiente esquema basado en la creación25:

La originalidad y particularidad de Orbis sensualium pictus fue incorporar grabados para ofrecer una visión completa del mundo más inteligible y accesible. Todo ello la convierte de hecho en el primer diccionario por imágenes. Pues bien, y así reencontramos la senda de la lengua perfecta, este es el mismo autor que desde los planteamientos de la pansofía (la búsqueda, por debajo de la aparente diversidad, de un conocimiento armónico y unitario que refleje el orden subyacente del mundo y la perfección de su creador) postula en Vía lucis (1668) la necesidad de crear una nueva lengua que permita la expresión clara y precisa del pensamiento, pero que igualmente ayude al entendimiento y la unión entre los distintos pueblos.

25

Esquema incluido en Mištinová (2000, 72), quien a su vez lo toma de J. Červenka (ed.), Johannis A. Comenii Janua linguarum reserata, Praha, SPN, 1999, pág. XIV.

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La peluquería Tonstrina The Barbers Shop

El peluquero1 en la peluquería2 recorta el cabello y la barba con tijeras3

1 Tonsor1 in tonstrinâ2 1 The Barber1 in the Barbers tondet crines et shop2 cutteth off the Hair and the Beard with a pair of barbam forpice3 Sizzars3

o rasura con la navaja, que toma de un estuche4,

2 vel radit novaculâ, 2 or shaveth with a Razor, quam è thecâ which he taketh out of his depromit,4 Case;4

y lava sobre un lavabo5 con lejía, que sale de un frasco [gotero]6, así como con jabón7

3 et lavat super pelvim5 lixivio, quod defluit è gutturnio6, ut et sapone7

y enjuga con la toalla,8 peina con el peine9 y riza con la mediacaña [tubos].10

4 et tergit linteo8, 4 and wipeth him with a Towel,8 combeth him with a pectit pectine,9 crispat calamistro.10 Comb9 and curleth him with a Crisping-Iron.10 Fig. 6 : lamina LXXV del Orbis sensualium

3 and he washeth one over a Basen5 with Suds running out of a Laver,6 and also with Sope;7

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La estela del Orbis sensualium pictus de Comenius ha sido seguida por los numerosos diccionarios visuales que se han publicado desde entonces. Pese a todo, no se debe perder de vista, como hemos destacado en otro lugar, que el Orbis es mucho más que un diccionario y que hay aspectos en los que sus herederos son realmente menos versátiles y útiles26. Los diccionarios por imágenes son obras lexicográficas que organizan temáticamente el vocabulario a partir de la configuración extralingüística de la realidad. Las imágenes imponen la secuencia de términos que aparece en cada agrupación, por lo que para dar cuenta del vocabulario recogido necesitan adjuntar un listado alfabético en el que mediante alguna clave se remite a la imagen en la que se recoge el término (Alvar Ezquerra, 1993a, 301). La presentación del vocabulario se hace conforme un orden enciclopédico que, pese a todos los cambios y transformaciones del mundo y de la forma de concebirlo, se parece mucho al presentado por Comenius en el Orbis. Por ejemplo, la segunda edición español del Duden27 se organiza en torno a quince capítulos temáticos (con múltiples subtemas): 1. Átomo, universo, tierra, 2. Hombre y hogar, 3. Horticultura, agricultura y selvicultura, 4. Caza y Pesca, 5. Artes y oficios, 6. Industria, 7. Industrias gráficas, 8. Transportes y comunicaciones, 9. Oficina, banco, bolsa, 10. Estado y ciudad, 11. Viaje y recreación, 12. Deportes, 13. Diversiones y música, 14. Ciencias, religión, artes, 15. Animales y plantas. En una obra multilingüe (español, inglés, francés, alemán e italiano) más reciente, el Diccionario Visual de J-C. Corbeil y A. Archambault28, se aprecia aún más claramente el orden enciclopédico comeniano: 1. Astronomía, 2. Tierra, 3. Reino vegetal, 4. Reino animal, 5. Ser humano, 6. Productos alimenticios y de la cocina, 7. Casa, 8. Bricolaje y jardinería, 9. Vestido, 10. Accesorios y 26 Aparte de poder utilizarse como un diccionario por imágenes, es un manual que aspira a integrar el estudio de la lengua con el conocimiento del mundo. De este modo, concede una gran importancia al significado y se apoya en el uso de oraciones completas de temática coherente que, además de aclarar el contenido de cada capítulo, aportan al vocabulario presentado un contexto verbal que ayuda a entender su uso y relación con otros términos. 27

DUDEN ESPAÑOL: Diccionario por la imagen, Barcelona, Editorial Juventud, 1963 (2ª edición). 28 J.C. Corbeil y A. Archambault, Diccionario Visual (Español/Inglés/Francés/Alemán/Italiano), Barcelona, Spes Editorial, 2004.

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artículos personales, 11. Arte y arquitectura, 12. Comunicaciones y ofimática, 13. Transportes y vehículos, 14. Energía, 15. Ciencia, 16. Sociedad, 17. Deportes y juegos. 4.1.3. La influencia del humanista Comenius también se hace patente en el grupo inglés de proyectistas de lenguas artificiales, entre los que se encuentra John Wilkins, cuya obra principal ya ha sido comentada en el apartado 2.229. A su vez, el proyecto del obispo inglés ha influido, sobre todo en lo que tiene de intento de organizar de forma rigurosa la realidad, en la obra que se puede considerar el modelo de los diccionarios ideológicos modernos, esto es, al famoso Thesaurus of English Words and Phrases (1852) del doctor Peter Mark Roget30. Este diccionario se organiza siguiendo una clasificación lógica de la realidad estructurada en seis clases generales: 1. Abstract relations, 2. Space, 3. Matter, 4. Intellect: the exercise of mind (Formation of ideas, Communication of ideas), 5. Volition: the exercise of will (Individual division, Social division), 6. Emotion, religion and morality. Cada clase se divide en una serie de secciones y estas en un conjunto de apartados, numerados correlativamente según una progresión lógica, que configuran la unidad básica del diccionario. Se trata de una clasificación jerarquizada de estructura arbórea que sigue de cerca, como señala el propio Roget, el modelo de las utilizadas en botánica y zoología. Se plantea además como independiente de la organización semántica de una lengua concreta, en este caso el inglés, y por ello puede ser aplicable a cualquier otra: “Nor would its utility be confined to a single language; for the principles of its construction are universally aplicable to all languages, whether living or dead” (prefacio de 1852, pág. XXX). El carácter autónomo y versatilidad de esta clasificación jerárquica 29 Recordemos que el Essay de Wilkins es, entre otras muchas cosas, también un trabajo de lexicografía al incorporar como apéndice un diccionario del que el obispo se muestra muy orgulloso y cuyo título es más que elocuente: “An alphabetical dictionary wherein all English words according to their various significations, are either referred to their Places in the Philosophical Tables, or explained by such Words as are in those Tables”. 30 Pese a que P.M. Roget habla del proyecto de John Wilkins en términos no muy elogiosos: “It professed to be founded on a ‘scheme of analysis of the things and notions to which names were to be assigned’; but notwithstanding the immense labour and ingenuity expended in the construction of this system, it was soon found to be far too abstruse and recondite for practical application” (prefacio de 1852, páginas XXX-XXXI, nota 2 de la edición que manejamos: 1982).

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se aprecian no sólo en que poco tiempo después varios autores siguieran la sugerencia de Roget, sino también en que, pese a los cambios y transformaciones que el Thesaurus ha sufrido a lo largo de las sucesivas ediciones, dicha clasificación se ha mantenido prácticamente invariable y ha sido capaz de integrar nuevos conceptos y nuevo vocabulario. Es también significativo que P. M. Roget considere que la clasificación puede ser de utilidad a los esfuerzos de la especulación metafísica, así como el punto de partida para la construcción de una lengua filosófica universal. Respecto a esta última, por muy lejana y utópica que pueda parecer, nada contribuiría como ella a la eliminación de la barrera que la diversidad de lenguas representa para el intercambio de ideas y para el entendimiento entre los hombres (Prefacio de 1852, págs. XXX-XXXI). El lexicógrafo, hombre de sentido práctico y utilitario, no arrincona por completo al optimista que confía en la capacidad de mejora del ser humano. 4.2. Motivaciones Las primeras páginas de este trabajo nos han permitido poner de relieve que los proyectistas de lenguas a priori se hallan, en primera instancia, movidos por el impulso idealista y utópico de crear un instrumento de comunicación preciso y riguroso que permita, en primer lugar, expresar con claridad y exactitud el pensamiento y, en segundo lugar, que facilite la unión, el entendimiento y la concordia entre los seres humanos. Por el contrario, a los autores de los diccionarios ideológicos les guía más bien un sentido utilitario y práctico: ofrecer al lector una herramienta que, entre otras cosas, le ayude a localizar el vocablo que mejor se ajusta a la idea que tiene en mente. Sin embargo, tan pronto como se supera esta primera impresión se diluyen, hasta cierto punto, las fronteras entre el sentido idealista y utópico de los unos y el pragmático y utilitarista de los otros. En efecto, no faltan las motivaciones prácticas en los autores de lenguas filosóficas (véase el prefacio de John Wilkins). Además, no hay que olvidar que estos autores no se quedaron en la mera especulación lingüísticofilosófica. Su objetivo final era construir algo concreto, útil, sencillo y manejable: una lengua perfecta que diera respuesta a lo que se consideraba un auténtico problema del lenguaje (los defectos que restan fiabilidad y precisión a las lenguas instituidas). En contrapartida, los lexicógrafos onomasiológicos han tenido también motivaciones más cercanas a la

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especulación filosófica que a la utilidad pragmática, hasta el punto de que a veces se han olvidado de las necesidades de sus lectores y se han dejado seducir por la idea de poner el mundo y las palabras en orden o de revelar el orden profundo de la naturaleza (Marello, 1990, 1084). El caso del doctor P. M. Roget es bien significativo de la importancia que el componente filosófico, surgido de la necesidad de disponer de una jerarquía de conceptos sobre la que instituir una estructura clara y comprensiva, tiene en esta clase de obras. De hecho, se reconoce que el éxito de su Thesaurus se debe a la combinación armónica de los aspectos filosófico y práctico (S.M. Lloyd, prefacio de la edición de 1982, pág. VII). Muestra de ello es que tras insistir en la utilidad de su diccionario, se refiere también a cuestiones que preocupaban a los creadores de lenguas universales como, por ejemplo, la relación entre lenguaje y pensamiento y la conveniencia de controlarlo a fin de que exprese de un modo preciso y claro los conceptos porque, de lo contrario, puede convertirse en un vehículo para el error, la falsa lógica y la retórica hueca (Prefacio de 1852, págs. XXII y ss.). De algún modo, suenan los ecos de la urgencia de promover una terapia del lenguaje que tanto obsesionó a los proyectistas de lenguas filosóficas. Finalmente, en esta línea más especulativa y teórica, y dejando al margen el interés mostrado por el desarrollo de una lengua filosófica universal, también ha de situarse la sugerencia de Roget de que su plan de clasificación, que funcionaría entonces a modo de estándar autorizado, podría ser útil para limitar y regular las fluctuaciones a las que la lengua se halla sometida (Prefacio de 1852, pág. XXX). Precisamente, y llevando esta tendencia al extremo, la desconfianza frente a la diversidad y el cambio de las lenguas hizo que dos siglos antes intelectuales como John Wilkins defendieran una concepción estática de lo lingüístico (Laborda, 1980, 276-277). 4.3. El nombre de las cosas como problema En los dos grandes tipos de obras que estamos considerando nos encontramos, eso sí, desde ángulos distintos, con un mismo problema: el de dar nombre a las cosas, a la realidad, a los conceptos, a las ideas. El lexicógrafo onomasiológico, manteniéndose dentro de los límites de una lengua que ya le viene dada, ofrece una serie de ayudas y pautas de búsqueda para que toda persona que lo necesite encuentre la palabra que

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mejor expresa la idea que tiene en la cabeza (el diccionario ideológico es, ante todo, un diccionario codificador). Por su parte, el proyectista, tras rechazar por imperfectas las lenguas naturales, se enfrenta a la tarea de crear una nueva, lo que le exige, entre otras muchas cosas, desarrollar un nuevo sistema de denominación, un nuevo vocabulario, que represente con rigor y exactitud la realidad y su composición. En ambos casos, al asumir una orientación que va de los conceptos a las palabras, resulta imprescindible una organización conceptual previa que guíe los pasos tanto del simple usuario de la lengua como de quien se encuentra inmerso en el arduo empeño de renovar el lenguaje. El uno para que no se pierda en el laberinto de las palabras, el otro para poder llevar con rigor su labor de dar nombre exacto a las cosas e ideas previamente deslindadas en el aparente caos de la realidad. 4.4. La necesidad de una clasificación del conocimiento La clave de todo en ambas obras está, como queda dicho, en la clasificación conceptual. Si comparamos, por ejemplo, la segunda parte de la obra de Wilkins y las tablas de la parte sinóptica de los diccionarios ideológicos son evidentes los paralelismos entre ambas. De igual modo, es palpable la relación que guardan con las taxonomías de las ciencias naturales. No es de extrañar puesto que derivan del mismo modelo de clasificación aristotélico basado en la determinación de los géneros, especies y diferencias de las cosas particulares y conocido en la tradición medieval como “árbol de Porfirio”. En todos los casos se trata de organizar, clasificar, en un movimiento que va de lo general a lo particular, el mundo a base de subdivisiones hechas en función de algún tipo de diferencia específica.

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Fig. 7: Árbol de Porfirio (J. Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, primer tomo, pág. 197)

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Fig. 8: plan general del Diccionario ideológico de la lengua española de J. Casares

Cambian, ciertamente, las motivaciones y los objetivos subyacentes. Para los proyectistas, interesados como estaban en crear una lengua isomórfica con la realidad, esta clasificación es la condición previa necesaria, dado que sólo un análisis riguroso de aquella va a permitir desarrollar una lengua que la refleje con precisión. Recuérdese que la clasificación es la llave para la construcción, mediante un criterio de composición de rasgos primitivos, del vocabulario de la nueva lengua. Se pretende con ello que cada palabra incorpore en sí misma una definición de la noción representada y que, al mismo tiempo, indique el lugar que ocupa dentro de la clasificación. Bien se puede decir aquí que el mapa conceptual de la lengua, su organización semántica, calca punto por punto el territorio de lo real. Sin embargo, insistimos, pese al empeño de estos autores de ofrecer una clasificación de

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validez universal y definitiva, es evidente que toda clasificación encierra en sí cierta arbitrariedad y que sólo puede ser provisional y transitoria31, hecha en función del estado cambiante de nuestros conocimientos, quizá limitados, con lo cual sólo se puede hablar de un pretendido isomorfismo entre lengua y realidad. Mientras que los autores de lenguas artificiales abandonan la organización conceptual espontánea de las lenguas para ir a buscar un supuesto orden universal, los diccionarios ideológicos parten de aquella y se mantienen en ella. Y, aunque pueden apoyarse en un esquema lógico de clasificación, este se utiliza con un sentido práctico antes que con la idea de ofrecer una imagen monolítica y rigurosa de la realidad. Como destaca U. Eco (1990, 106), resulta “imprudente tomar una taxonomía de las ciencias naturales como un modelo para un inventario del contenido de una lengua natural”. Los lexicógrafos lo han tenido claro: “…la clasificación del vocabulario ha de aspirar no tanto a parecer ser científica, filosófica o natural, como de servir de base práctica para lograr la finalidad puramente lexicográfica que perseguimos”, en palabras de J. Casares (1941, 111). Incluso P. M. Roget, quien manifiesta que para desarrollar su plan de clasificación ha seguido las pautas de las clasificaciones de la Botánica y la Zoología (prefacio de 1852, pág. XXX, nota 2), admite que el objetivo principal de su sistema de clasificación ha sido conseguir la mayor utilidad práctica dejándose guiar por su propia experiencia (Id., pág. XXIII). Se reconoce así también su valor relativo y subjetivo, y ello explica que sea fácil que el lector se pierda en la cascada de subdivisiones y que vaya a buscar la palabra a un lugar distinto del previsto por el autor. No hay que olvidar que la clasificación de las tablas sinópticas ofrece el andamiaje general de la obra, el criterio básico de clasificación de las palabras, pero también actúa como motor de búsqueda que permite al usuario localizar la tabla en la que posiblemente esté clasificado el término léxico que desea encontrar. Sin embargo, desde el momento que se incluye un índice 31 A este respecto, son elocuentes los comentarios en los que J. Casares (1941, 105 y siguientes) pone de relieve que toda clasificación, por el propio modo en que se desarrolla el conocimiento científico, sólo puede ser provisional y mudable, e insiste en que una clasificación natural (es decir, aquella en que los elementos de la realidad se disponen según sus propiedades intrínsecas y teniendo en cuenta sus afinidades y relaciones) de las palabras es imposible.

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alfabético que hace posible la búsqueda a partir de una palabra ya conocida, el lector puede olvidarse de esa parte sinóptica, que sólo tiene interés entonces en el momento de afrontarse la concepción general del diccionario por parte de su autor32. Debe quedar claro que las tablas clasificatorias de los diccionarios ideológicos organizan la realidad, ofrecen una imagen del mundo, que se aprovecha, eso sí, para clasificar las palabras de una lengua conforme un criterio semántico. Pero las tablas en sí mismas no ordenan significados, no reflejan las relaciones semánticas entre las palabras, sino entre elementos de la realidad. De ahí que un mismo esquema clasificatorio puede utilizarse para más de una lengua, tal como ocurre en los diccionarios ideológicos bilingües y multilingües. Esto también es el origen de muchos problemas y distorsiones: no siempre es fácil someter el léxico de la lengua al esquema piramidal clasificatorio mediante un sistema de inclusión recíproca de hipónimos e hiperónimos33. El lexicógrafo no maneja elementos de la realidad que, en función de sus características, se colocan en uno u otro lugar de la clasificación. Trabaja con palabras, muchas de las cuales encierran bajo una misma forma matices de uso distintos o, incluso, sentidos diferentes. Ello obliga a que una misma palabra aparezca clasificada en puntos distintos, lo que explica las dificultades de la búsqueda semántica y que resulte imprescindible un sistema de envíos entre las entradas léxicas que guardan algún tipo de relación semántica. Se va, como destaca Alvar Ezquerra (1994, 12), a un sistema de “pirámides multidimensional de extrema complejidad”. Se pasa así de un diccionario rigurosamente jerarquizado en hiperónimos e hipónimos a una estructura enciclopédica más difusa y abierta en la que se reúnen los conocimientos que se tienen del mundo. Tal enciclopedia es indefinida, puede incluir elementos contradictorios y está en constante transformación (Eco, 1990, 32

Resulta llamativo que P. M. Roget, que tenía una gran fe puesta en su clasificación, recomendara, a la hora de utilizar su diccionario, primero acudir a las tablas sinópicas para buscar el término más adecuado y, sólo en caso de dificultades, utilizar después el índice alfabético (Prefacio de 1852, pág. XXIV). Pero está claro que la vía más cómoda y fácil para cualquier usuario medio será siempre el buscar un término desconocido a partir de otro ya conocido siguiendo la ordenación alfabética. 33 Con el resultado de que “a cada par (o triplete o n-tuplo) de hipónimos corresponde un solo hiperónimo, y que cada n-tuplo de hiperónimos constituye a su vez el nivel hiponímico de un solo hiperónimo” (Eco, 1990, 104).

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133). Y aunque en sectores restringidos bien delimitados puede aprovechar la organización de árbol jerarquizado según las propiedades de las cosas, a esa enciclopedia le cuadran mejor otras imágenes. U. Eco, en la obra que estamos citando últimamente, acude a la metáfora del rizoma: todo punto del rizoma puede ser conectado, y debe serlo, con cualquier otro punto, y de hecho en el rizoma no hay puntos o posiciones sino sólo líneas de conexión; un rizoma puede ser roto en cualquier parte y luego continuar siguiendo su línea; el rizoma es desarmable, reversible (…); el rizoma carece de centro. La idea de una enciclopedia en forma de rizoma se deriva directamente de la inconsistencia del árbol de Porfirio (Eco, 1990, 136).

Pero en un mundo como el nuestro (la fecha de la publicación original de la obra de Eco es 1984) dominado por una red de alcance universal, tal vez la imagen que mejor cuadra a un diccionario ideológico no es la de un árbol jerarquizado o la de una pirámide o la de un rizoma, sino la de una malla, una red compleja y abierta, en la que el sistema de lemas o entradas (unidos por todo tipo de conexiones y relaciones) configuran los nudos de la misma. Es evidente que el formato electrónico permite llevar a su máxima expresión este tipo de organización en malla y que los desarrollos futuros de las clasificaciones onomasiológicas van por ahí. 5. Conclusiones Esta es una historia complicada, de luces y sombras. Del empeño del hombre por darse un mundo estable, bien organizado, que le sirva de tabla de salvación, de refugio y bálsamo existencial. Cada cosa y ser debe estar en su sitio y ajustarse al haz de propiedades y rasgos que les hemos asignado en nuestro afán organizador: las rocas son duras, los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren, los humanos son seres racionales, hablan, piensan, tienen emociones… En esta necesidad de domesticar y troquelar la realidad, el hombre ha encontrado un inestimable aliado y una poderosa herramienta: su infinita capacidad para crear, utilizar, intercambiar y modificar todo tipo de signos, en especial las palabras, habladas y escritas. Al final siempre están las palabras y la fascinación que sentimos por ellas. Se las quiere o se las denosta, pero no las podemos

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evitar porque, en buena medida, son la llave para representar la realidad y acceder a ella. De hecho, para el hombre todo aquello que no ha merecido su atención o interés ha quedado arrumbado al limbo de las palabras no nacidas o difuminado entre los contornos borrosos de un término genérico (¿cómo se llama esa brizna verde que pisamos despreocupadamente cada vez que paseamos por el campo y que tanto se parece a otras muchas similares?). Aquí nos hemos ocupado de dos formas distintas, aunque interrelacionadas, de mirar las cosas y las palabras. De una parte, la del filósofo. Este desconfía de la imagen engañosa que nos transmiten las palabras y, por ello, cree necesaria y urgente una terapia del lenguaje. Su atención se vuelve entonces hacia la realidad, el mundo, con el propósito de hallar el orden exacto que se esconde tras la primera apariencia. A partir de aquí, sobre unos fundamentos ya bien asentados, torna su mirada hacia las palabras a fin de instituir un nuevo lenguaje transparente, riguroso, preciso… Sólo así el orden conceptual de las palabras sigue, punto por punto, el orden del universo, de las cosas. De otra parte, tenemos la del lexicógrafo, que no puede desconfiar de las palabras, pues trabaja con ellas y ellas son su razón de ser. Pero necesita de un orden que le ayude a desentrañar las relaciones y nexos que se establecen entre ellas. La clasificación se presenta aquí no tanto como una horma que establece el nuevo orden del lenguaje sino como una herramienta, más o menos eficaz y arbitraria, que nos ayuda a organizar metalingüísticamente las palabras y a identificar los parentescos semánticos entre las más próximas. En el fondo de todo esto, y volvemos así al tema que apuntábamos al comienzo de esta conclusión, se encuentra el problema de la compleja relación entre las palabras y el mundo. ¿Qué es la realidad?, esa realidad nuestra, es decir, ese conjunto de estímulos y percepciones que ordenamos conforme a pautas conceptuales y representaciones mentales previas, ¿merece algún tipo de crédito? ¿Es posible establecer unas líneas de división claras que nos ayuden a ordenar el caos del mundo o estamos condenados a interponer pantallas que sólo nos hacen llegar una imagen difuminada y borrosa de lo que está detrás? ¿Y las palabras? ¿son un obstáculo o, por el contrario, son la única tabla de salvación que nos libra

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del naufragio definitivo?, ¿siguen líneas previas de división de lo real?, ¿apuntan a representaciones mentales más básicas compartidas por todos los hombres? Y estas, de existir, ¿cómo podemos establecer qué son sin recurrir a las palabras o a cualquier otro tipo de signo? Resulta difícil, si no imposible, salir de esta espiral semiótica que nos lleva de un signo a otro, y así hasta el infinito. El estructuralismo y el relativismo lingüístico nos han enseñando que la lengua no es una mera nomenclatura ideada para poner etiquetas verbales a una realidad preexistente. Cada lengua, según su particular genio, puede configurar un mismo campo nocional de modos diversos, a veces contradictorios. Esto, que es un hecho, tiene, sin embargo, un colofón mucho más importante: ¿en qué medida esas diferencias determinadas por la lengua condicionan nuestro modo de ver las cosas, de conceptualizar la realidad? Precisamente uno de los problemas del relativismo lingüístico ha sido la circularidad de su argumentación: diferentes visiones del mundo explican las diferencias lingüísticas y a su vez las mismas diferencias lingüísticas son la prueba de que existen diferentes visiones del mundo (veáse, Bruzos, 2001-2002, 154). Tal vez el relativismo puso demasiado el énfasis en las diferencias, que son indiscutibles, pero también es cierto que, partiendo de la premisa de la posibilidad de la traducción interlingüística, es mucho lo que compartimos: deben existir unas fracturas ontológicas básicas que guían los procesos de lexicalización, los seres humanos tenemos unos condicionamientos perceptivos, motores, fisiológicos, unas necesidades sociales y espirituales similares que hacen que coincidamos mucho en nuestros centros de interés y en lo que consideramos lingüísticamente relevante. Ciertamente, las lenguas nos imponen unas pautas, unas rutinas y convenciones en el procesamiento de la información y en la representación del mundo que nos pasan desapercibidas salvo cuando nos asomamos, por la razón que sea, a otro código lingüístico, pero esto no significa en modo alguno que la lengua nos imponga una ceguera cognitiva a todo aquello que ha quedado fuera de su centro de interés. En todo esto, y con ello damos fin a estas reflexiones, se vislumbran aquí dos tendencias que, de modos diversos, han estado a lo largo de la historia del pensamiento. De un lado, una tendencia universalista y racionalista que defiende que el hombre organiza el mundo conforme a pautas conceptuales

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de carácter universal compartidas por todos los hombres (y de ahí que sea lícito hablar de conceptos básicos, primitivos del pensamiento, pero también de lenguas universales). De otro, la de aquellos que, al incidir en las diferencias lingüísticas, ponen el énfasis en el orden particular que la lengua impone al mundo (otra cuestión es cómo esto condiciona nuestra forma de ver la realidad).

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© María Cristina Egido

CONTACTO DE LENGUAS INDÍGENAS Y ESPAÑOL EN AMÉRICA: ASPECTOS DIACRÓNICOS Y SINCRÓNICOS1

MARÍA CRISTINA EGIDO Departamento de Filología Hispánica y Clásica Facultad de Filosofía y Letras Universidad de León Campus Universitario de Vegazana 24071 León mcegif@unileon.es La finalidad de este trabajo es presentar una recapitulación de las diferentes opiniones vertidas por los especialistas sobre uno de los aspectos más debatidos respecto a la evolución y conformación final del español americano: la importancia del contacto con las lenguas indígenas. Se incluye, primeramente, un resumen de las teorías más significativas sobre la influencia de las lenguas indígenas en la formación de las variedades del español americano. Después se reúnen y comparan los principales rasgos gramaticales que -según diversos autores- son fruto de ese contacto secular, español- lengua indígena, en las zonas tradicionales de transferencia: quechua, maya y guaraní. Asimismo, como material original, se muestra la carta de un indígena bilingüe (S. XVIII), ejemplo del contacto histórico del español con lenguas amerindias en zonas no estudiadas: antiguas misiones jesuíticas de Moxos, en el nordeste boliviano. Incluimos, además, dos fragmentos de conversación pertenecientes a hablantes bilingües de Guatemala y Perú, en los que se observan con claridad las variadas interferencias consecuencia de ese contacto lingüístico. Palabras clave: Contacto de lenguas, Español de América, interferencia de lenguas amerindias. The aim of the study is to provide a recapitulation of the various opinions proffered by specialists regarding one of the most controversial aspects of the evolution and the final shaping of Latin American Spanish: the importance of its contact with indigenous languages. Firstly, the study gives a summary of the most significant theories regarding the influence of the indigenous languages in the development of the varieties of Latin American Spanish. Then, the principal grammatical characteristics which according to various authors are the fruit of the secular contact between Spanish and the indigenous language in the traditional transfer areas: Maya and Quechua and Guaraní are collected and compared. Furthermore, as an example of original material the study includes a letter by a bilingual native (18th century) which illustrates the historical contact of Spanish with Amerindian languages in areas which have not been studied: ancient Jesuit missions of Moxo in the Northeast of Bolivia. The study also contains two fragments of conversation taken from bilingual speakers from Guatemala and Peru, in which the various interferences which are a consequence of this linguistic contact are evident. Key words: Contact of Languages, Latin American Spanish, the interference of Amerindian languages 1

Este trabajo se ha realizado en el marco del Proyecto Historia del español en zonas de América no investigadas: transcripción y estudio lingüístico de documentación inédita procedente del oriente boliviano (S. XVII-XVIII), financiado por la Junta de Castilla y León (LE 36/04).

Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 279-313) ISSN: 0212.6192

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1. En el marco de las teorías sobre el origen y formación de las variedades de español americano, la que se ha llamado “Teoría indigenista” gozó, en un principio de gran aceptación y fue también el centro de una fuerte polémica entre hispanistas americanos y españoles. Como señala J.P. Sánchez (2003), cuando surge esta teoría, a fines del S. XIX, es todavía mucho lo que se desconoce de la dialectología española y americana en general. Por otro lado, es el momento en el que, en el ámbito de la Filología Románica europea, están en pleno auge las teorías sustratísticas aplicadas a la expansión y posterior fragmentación del latín Aplicar la explicación sustratística al caso americano era muy sencillo puesto que, en América, las lenguas prehispánicas estaban bien documentadas y estudiadas, de hecho se han mantenido hasta la actualidad. El primer estudio sobre influencia de sustrato en el español de América se debe al hispanista alemán Rodolfo Lenz (1893) que llega a afirmar que el español vulgar de Chile es “español con sonidos araucanos”. Y, en efecto, señala al menos diez rasgos por los que, según él, el español de Chile se distingue del resto de dialectos americanos: asibilación de /ř/ y /tř/; velarización de /d/ en el grupo /dr/ (padre> pagre> paire; diptongación de hiatos /-aí-/> /ei/ (traído> treido), etc. Como se ha dicho anteriormente, se conocía muy poco aún de la dialectología española y menos de la americana, y, como luego se demostró la mayoría de los rasgos que Lenz atribuyó como característicos del español de Chile se encontraban también en zonas de España (como la Rioja) y América (como Bolivia, México, Argentina, etc.). La “teoría indigenista” no es abandonada totalmente. En los años veinte, P. Henríquez Ureña (1921), basándose en aspectos léxicos distingue cinco grandes zonas dialectales en América según la distribución de las lenguas indígenas habladas en ellas; aunque el mismo Ureña señaló esta conclusión como provisional: 1.- México con el náhuatl 2. - Región caribe con el maya 3.- Región andina con el quechua

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4.- Chile con el araucano 5.- Región rioplatense con el guaraní El venezolano Á. Rosenblat, discípulo de Ureña, volverá a la cuestión del sustrato en diversos artículos publicados entre 1964 y 1967. En los mismos, además de dar más importancia a la posible influencia sobre la fonética, parte de que tuvo que darse un mestizaje y una situación de bilingüismo para que fueran entrando elementos de sustrato en el español de cada región. La influencia se ejercería desde los primeros tiempos y debió incorporar al español una serie de elementos de entonación, rasgos articulatorios, sufijos, etc. Sin embargo, el mismo Rosenblat era consciente de un problema: si esta influencia fue tal como él planteaba ¿por qué la indigenización es apenas perceptible en la mayor parte del continente americano? Para explicar esto recurre a una diferenciación de la influencia de sustrato según las condiciones distintas de las tierras americanas: a) Las tierras bajas o costeras estaban pobladas por pueblos indígenas con grado de desarrollo bajo; fueron también las primeramente pobladas y donde el peso de la población indígena fue menor al desaparecer gran parte de la población o huir a las montañas y selvas. El español de estas zonas (con tendencia al debilitamiento consonántico y articulación clara de las vocales) es más acorde con la tendencia hispánica general (andaluzada). b) Las tierras altas (interiores) fueron la cuna de grandes civilizaciones indígenas; aquí la población aborigen tuvo un gran peso demográfico, el mestizaje sería intenso. El fonetismo del español hablado allí es propenso a mantener fuertes las consonantes y al debilitamiento de las vocales, esto se aparta de la tendencia hispánica general, por lo cual debe atribuirse al sustrato indígena. En una primera etapa de la conquista, tanto a las tierras altas como las bajas llegaría un mismo tipo de español producto de la nivelación dialectal que se habría dado en la etapa antillana, con fuerte influjo meridional. En la

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segunda etapa, ese español se fue diferenciando. a medida que progresaba el mestizaje y la incorporación de voces indígenas, el español de las tierras altas fue cada vez más permeable a la influencia indígena, mientras que en las tierras bajas esto no ocurrió porque el elemento indígena había desaparecido y el contacto con los puertos andaluces era más intenso. El habla de las tierras bajas se convierte, en la mayoría de los casos, en el modelo estándar y ejerce su acción niveladora sobre la de las tierras altas. Por esto la indigenización es apenas perceptible. 2. Paralelos a estos estudios que tratan de demostrar el influjo sustratístico en la diferenciación de las distintas variedades americanas, surgen otros que se centran en resaltar la escasa incidencia de la influencia indígena en la conformación dialectal americana. Uno de los más tempranos se lo debemos a Amado Alonso (1939), quien, utilizando una amplia documentación, analizó los rasgos que Lenz atribuía al sustrato araucano en Chile y llegó a la conclusión de que casi todos ellos son rasgos hispánicos y están documentados en otras regiones americanas. Sólo se podrá sospechar una influencia de sustrato cuando se trate de hechos que no son explicables en el marco diacrónico de la dialectología hispánica. Igualmente B. Malmberg (1959) reduce al mínimo la influencia de sustrato y señala que ninguno de los principales rasgos del español americano puede ser explicado por este camino salvo el caso de Paraguay, con marcado influjo guaraní dado su prolongado bilingüismo. Pudieron darse, según este autor, otros fenómenos de sustrato en regiones como las andinas, pero no tuvieron fuerza para influir en la norma lingüística de cada país. Más recientemente Lope Blanch (1986) se ha unido también a esta corriente de rechazo de la influencia indígena en la norma de la mayor parte de las regiones americanas, lo que demuestra con el caso concreto de México. 3. A la luz de los trabajos que niegan la influencia indígena, parecería injustificable acudir al sustrato para explicar las peculiaridades de las variedades americanas. Sin embargo, tal como señala J. Sánchez (2003, 201-ss), esto no deja de ser sorprendente si tenemos en cuenta que, en su expansión por el Nuevo Mundo, el español entró en contacto con multitud

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de lenguas; y reducir a nada, o a casi nada, su influencia sobre el mismo es simplificar en exceso esta rica y compleja interacción entre lenguas. Posiblemente, como indica Zimmermann (1995, 12), el rechazo a esta influencia se deba a un trasfondo más ideológico que lingüístico que considera las culturas amerindias inferiores e indignas de conservación. J. Sánchez incide -y desde nuestro punto de vista, con acierto- en que lo que está equivocado no son las teorías, sino la pregunta de la que se parte. Si planteamos si hay influencia de las lenguas indígenas en las variedades del español, habrá que señalar a qué español nos estamos refiriendo, porque si es al estándar, al normativo de cada zona, no se puede hablar de dicha influencia salvo en muy contadas excepciones. Sólo en las últimas décadas ha comenzado a estudiarse, desde parámetros distintos a como se venía haciendo, la red histórica de contactos entre español y lenguas indígenas: Hay un amplio conjunto de relaciones en las que aparecen las más diversas situaciones de lenguas en contacto que se puedan imaginar...En muchos casos se encuentra en los sociolectos populares, en hablas subestándares o en situaciones de bilingüismo transitorio.Una cosa es el español estándar de cada república americana y otra es el español manejado por grupos indígenas de distintas regiones en las que se ve claramente ese influjo, pero cuyos modos de habla pertenecen a niveles subestándares y de escaso prestigio, a una variedad de lengua considerada socialmente baja; quizá por esto siempre se ha hablado de un grado de influencia menor e irrelevante. Lo importante no es estudiar los reflejos estables en las variedades estándares del español sino en las situaciones de bilingüismo pasadas y modernas partiendo de la situación sociolingüística en la que el contacto se ha dado.

4. G. de Granda (1999) ha sugerido una serie de directrices metodológicas para integrar desde una perspectiva sociohistórica la contribución de las lenguas autóctonas en la génesis de las variantes diatópicas del español de América. 4.1. Este autor excluye, en primer lugar cuatro zonas en las que, por diversas causas, deben descartarse los fenómenos de transferencia lingüística desde las lenguas indígenas al español salvo en el léxico y la toponimia:

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a) Antillas Mayores, Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo: se produjo la extinción temprana de la población aborigen. Se puede decir que a mediados del XVI había desaparecido casi en totalidad. Fueron las culturas que recibieron el primer choque de la conquista. b) Zonas costeras de Centroamérica y Sudamérica, desde México hasta Chile: por razón demográfica semejante a la anterior. La reducción poblacional no fue total pero sí alcanzó una intensidad de proporciones dramáticas (entre un 50% y un 75%). Los escasos habitantes que quedaron en ellas no debieron estar en condiciones para ejercer ningún influjo lingüístico sobre el español local. c) Regiones en las que grupos indígenas numerosos rehusaron la integración en la sociedad mayor hispánica y mantuvieron frente a ella una actitud de oposición armada que impidió cualquier tipo de intercambio social y menos de transferencia lingüística (Chile meridional, territorio de la pampa al sur del río de la Plata, frontera norte del Virreinato de México, el Chaco...). En muchos casos hasta principios del S. XX permanecieron incomunicadas con los núcleos hispanos vecinos. d) Territorios en los que por un proceso intenso de aculturación, las etnias aborígenes abandonaron pronto sus propias lenguas para adaptarse a la de la sociedad dominante hispana. Entre estas zonas que experimentaron un proceso radical de sustitución lingüística. estarían la costa peruana (donde desapareció la variedad de quechua costeño), centro y norte de Chile, centro y nordeste de Nueva Granada, centro y norte de México y Centroamérica. 4.2. En los restantes territorios todavía se mantienen vivas lenguas indígenas y, por tanto son susceptibles de producirse, además de las léxicas, interferencias fónicas, morfosintácticas y semánticas de origen autóctono sobre el español. Sin embargo, según señala Granda, los contactos lingüísticos dependieron de dos variables sociales: a) La primera es el tipo de sociedad indígena afectada por la colonización. Habría que distinguir entre las sociedades de mínima complejidad, extensión territorial y densidad poblacional, cuya economía se basaba en la caza y la recolección; las de mayor complejidad (cacicazgos)

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dedicadas a la agricultura; y finalmente las civilizaciones o altas culturas dotadas de un gran desarrollo cultural y complejidad social y productoras de excedentes económicos. b) La segunda se refiere al nivel de consolidación de la sociedad hispánica en cada área: según esto tendríamos áreas de consolidación mayor-media (o centrales) y áreas de consolidación mínima (o marginales). Las primeras (parte central de México, ciudades de Guatemala, Bogotá, área peruana desde Quito, por el norte, hasta Arequipa por el sur, Santiago de Chile), enriquecidas por la explotación de metales preciosos, generaron una sociedad urbana hispánica densa, fuertemente estratificada, lujosa, refinada y de alto nivel cultural. Allí se encontraban los principales centros administrativos y educativos. Las periféricas o marginales, de las que serían ejemplos hasta el S. XVIII, Cuba, Venezuela, Río de la Plata, y casi hasta nuestros días, zonas de Centroamérica, Paraguay, Yucatán, etc., con una consolidación mínima. Se aprecia en ellas la constitución de sociedades hispánicas muy reducidas numéricamente, deprimidas desde el punto de vista económico, débilmente estratificadas y de nivel cultural muy bajo. 4.3. La interacción de estas dos variables sociológicas (estructuración comunitaria indígena e hispánica durante la época colonial) dio lugar a cuatro situaciones de intersección entre las mismas y a los cuatro tipos de contacto lingüístico que se muestran en el siguiente mapa:

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a) En las zonas pobladas por pequeñas agrupaciones sociales indígenas dedicadas a la caza y recolección, la presencia española o criolla fue mínima hasta mucho después de la independencia de esos países. El contacto entre grupos humanos indígena e hispánico se redujo a la actuación de las misiones. Esta situación no pudo producir intercambio lingüístico mínimamente relevante salvo algunos préstamos léxicos en el español local (lo que se ha llamado intertrópico oriental: vertiente oriental de la cordillera andina, entre los llanos de Mojos al sur y el centro-oriente de Venezuela al norte, así como algunos territorios circuncaribes).

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b) En las ciudades de las zonas centrales citadas antes se observan resultados lingüísticos semejantes a los anteriores. En ellas coexistían los moradores españoles o criollos junto a los indígenas de los barrios y arrabales periféricos y las comarcas rurales cercanas. La distancia social entre ambos grupos, la alta valoración de la norma lingüística cortesana como signo de status provocó en los grupos urbanos aborígenes una situación de diglosia entre el español como lengua de status y las lenguas indígenas minusvaloradas. El resultado fue la progresiva y rápida sustitución de sus lenguas por el español y la utilización de la variedad de español coincidente con la de los hablantes criollos. La sustitución fue tan rápida que las transferencias hacia el español fueron mínimas: algún caso de préstamo léxico y algún caso de retención por contacto. c) Las dos situaciones sociolingüísticas restantes, aunque no coinciden en cuanto al tipo de territorio en que se dieron, sí coinciden en cuanto al tipo de procesos lingüísticos y en la relevancia de las transferencias gramaticales que se dieron hacia el español desde la lengua indígena (aunque la relación entre ambas fuera diglósica): c.1.) Una de ellas es menos amplia geográficamente pero más radical en la modificación del español local. Se produjo en zonas que podemos considerar marginales respecto a la presencia de núcleos de población hispánicos; en ellas, los grupos sociales indígenas eran numerosos y homogéneos desde el punto de vista lingüístico, con cierto grado de complejidad social y cultural. La coexistencia de un grupo hispánico muy reducido con escaso desarrollo económico, bajo nivel cultural y poca estratificación interna con este tipo de sociedades indígenas determinó, en primer lugar, un proceso rápido de sustitución lingüística de la lengua indígena por el español en el grupo aborigen. En este proceso, sin embargo, al no existir una amplia accesibilidad al español, la que aprendan va a ser una modalidad de español fuertemente permeada de rasgos estructurales de su lengua originaria. En segundo lugar, debido al reducido número de miembros en la sociedad hispánica y a la escasa distancia social entre este grupo y el indígena, más cohesionado lingüística y socialmente, esta variante permeada de español (que antes sólo hablaban los segundos) va entrando en la sociedad hispánica local y considerándose como la normal.

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Este resultado se observa en Paraguay y, en menor grado, en Yucatán donde se ha dado la generalización de modalidades de español repletas de rasgos transferidos desde las lenguas indígenas (guaraní y maya respectivamente), que son manejadas tanto por los hablantes monolingües, de español como por los bilingües español - lengua indígena. c.2.) La otra situación generadora de notables interferencias de las lenguas amerindias en el español regional es quizá la más relevante por la extensión territorial en la que aún está vigente. Se trata de la situación sociolingüística que se ha dado hasta hoy en las áreas rurales y semiurbanas de las tierras altas andinas, desde el noroeste de Argentina hasta Ecuador (no sus ciudades, en las que ya vimos que no se habrían dado fenómenos de transferencia). Estos territorios serían, durante un periodo prolongado después de la conquista, monolingües en una de las lenguas generales (quizá quechua) o, como mucho, bilingües en lengua general y lengua menor local. El español quedaría restringido a una ínfima minoría de la población, la de los curacas, que tenía acceso a colegios creados para ellos en las ciudades. Sin embargo, a causa de los contactos cada vez más intensos de tipo comercial e institucional entre esas comunidades indígenas y las haciendas o las ciudades, se fue dando –a lo largo del S. XVII– en esas comunidades rurales un minoritario y lento proceso de hispanización cultural y lingüística. Debido también a la escasa accesibilidad del español estándar, se da un proceso lento de sustitución lingüística hacia un español deficientemente aprendido. Algunos grupos indígenas comenzaron a manejar una modalidad de español repleto de transferencias gramaticales de su lengua originaria (quechua o aymara). 5. Son abundantes los testimonios históricos de este último tipo de contacto lingüístico y del carácter del español que pudo ser utilizado en los primeros estadios del mismo. J. L. Rivarola (2000) ha recogido numerosos ejemplos de documentos de bilingües del área peruana que revelan grados distintos de competencia idiomática en español: desde el nivel más alto de los individuos asimilados lingüística y culturalmente al segmento social dominante (curacas), hasta los que representan un grado bajo de solvencia idiomática, un tipo de competencia incipiente y precaria, en la cual se producen fenómenos que afectan profundamente a los sistemas fonético,

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morfológico y sintáctico del español. Veamos una pequeña muestra (Rivarola, 2000, 65): 1662 Carta del fiscal Agustín Capcha al visitador general de idolatrías, Ambar, 26 de julio de 1662. AAL - Causas de hechicerías e idolatrías, legajo IV:2, f. 11. Causas criminales contra unas indias de la doctrina de Ambar (Cajatambo). Mi señor visitador: Estemaré mucho que este papel halli a vuestra merced con mue entera saludo, para que simpre mi haga mersede y honras. Yo, mi señor, quedo con ella para cervirle a vuestra merced como tengo oblegasión. Digo, mi señor, yo lligé a este pueblo para la fista del señor San Pedro y que loego no faltó persona que mi vino a darmi parte cómo Francisco Renre, alcalde que es al presente, avía cojido unas endias hechiseras y que él solo aví[ a] hicho su justisia cen dar parte a mi cura Bemabé Lopes de Burgos ne a su companiro don Pablo, solo por quidarse él solo con el cuicho que diron las dichas endias, qui fuiron una pisa de ropa de mujer y tres pesus en reales. Y savido todo esto comoniqué con el dicho mi cura y con don Pablo para hacer las delegensias, como lo hise más loego, y puse presas a quatro endias, con que ellas mismas declararon todo sus maldades cin darles tormento ne hacerles vijasión alguna; y que preguntando a ellas que se Francisco Renre avía hallado sus hechisus en su poder, nos respondiron que era berdad, que no pudían negar. y a esto le bolbimos a pregontar quí era lo que hallú: nos dijo una dilla que fueron lo que hallú una cabesa de pájaro y unas plumas y un gusano dorado y cabellu de persona y lanas de todas colores y um puco de tirra naranjada y sebos [...]

Este texto, a pesar de manifestar cierta solvencia expresiva, muestra claramente las características del español de Capcha en contacto con su quechua materno. Rivarola (2000, 19-21) señala: confusiones vocálicas: estemaré (2), oblegasión (3), lligé (4), endias (5), etc. originadas en que el sistema vocálico del quechua y el aymara no distingue fonológicamente /i/ de /e/ ni /o/ de /u/; dificultad para distinguir los diptongos: simpre (2), fista ( 4); constituye también una interferencia de su lengua indígena ya que en éstas se excluyen las combinaciones vocálicas en la misma sílaba;

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quizá por esta misma razón aparezcan hiatos en loego (4; 10), etc.; la sintaxis presenta algunas construcciones anómalas como discordancias de género y número: “ellas mismas declararon todo sus maldades cin darles tormento...” (10-11); “nos dijo una dilla que fueron lo que hallú...” (13) (quechua y aymara no gramaticalizan el género y no es necesario señalar el número en todos los elementos de la oración); anomalías en el uso de los clíticos: le invariable por les “y a esto le bolbimos a pregontar quí era lo que hallú” (13-14), etc. Existe una gran coincidencia entre la mayoría de los rasgos que se encuentran en el español empleado actualmente por determinados grupos sociales de la zona andina y estos que hemos visto en la documentación antigua. Parece, pues, que hay una clara continuidad entre los mismos y que básicamente se han mantenido hasta hoy, a pesar de los intensos procesos integradores del campesinado en la cultura y la lengua nacional que se han producido en Perú, Bolivia o Ecuador durante el S. XX. La aceptación de este tipo de español en los diferentes países varía mucho: desde el valor negativo y discriminatorio que ha tenido históricamente en Perú (aunque muchos de estos rasgos formen parte de la norma lingüística regional de zonas como Ayacucho o Puno) (Granda, 1999, 48), hasta la generalización de muchos de ellos en la norma estándar de la región andina de Bolivia, incluida la Paz (Mendoza, 1992). Pero fijémonos, para acabar este pequeño recorrido por los primeros contactos entre español y lenguas indígenas, en el siguiente texto: 1770 Carta de los indios jueces de San Martín al Gobierno. Archivo de la Universidad Autónoma G. R. Moreno. Carpeta 1. Legajo 2. Documento 8. Fol. 23 al 25. Santa Cruz de la Sierra. Bolivia

// Jesus.= Senor Governador Don Antonio / Aymerich.=

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Todas las Gentes de / este Pueblo de San Martin nos quejamos â / Usia por ése papel que embiamos con Balta- / zár Enaicovo, para que â usia dé razon de todo / por que save castellano.= Señor: aquí vengo á poner- / me á los pies Usia para que nos favoresca y nos / oiga en Justicia. Señor toda la Gente yá se há / huido al monte, por que él Padre Medina los há / ámendentrado [sic] por una muger que el tiene lla- / mada Paula, por quien áhora está actualmente / loco, por que se huyó la muger, y no se / save si se há ido al monte ú á la Estazada / con su marido, y el ésta perdido andando to- / das las noches y dias con camijeta en busca / de ella; cogiendo á todas las Gentes, y queriendo / pegár con cuchillo para que le ávisen donde // destá [sic] la Paula; y yá que no la pudo hallár / cogió a su Padre de la muger y le pegó docientos / azotes; y le goteó con una vela desde él cogote / hasta las nalgas, mas quiso cortarle todas las / nalgas con una navaja queriendolo hacér com- / fesar que donde éstá su hija, y visto ésto se / há juido toda la Gente; las mugeres / andan por los montes con sus hijos, y / sus maridos sin tenér que comér, y solo / á media noche viene á sus casas á llevar- / se que comér: yá no hái quien óya / Misa; por todas las mugeres, y le tiene mie- / do, por que de la Yglecia se lleva a su / casa, y por éstá miedo quasi no ván á Misa / ni á Rosario solo que las viejas ván, ni las / muchachitas no quieren hír por que cogio una / mugercita de ócho años y la perdio de Doncella, / y la muchachita está ahóra yá para morír yendose / en sangre: á vista de todo él Pueblo hiso ésto por / que la cogio de la plaza; y los Domingos no- / mas dice Misa y éso levantandose de havér / dormido con mugér tanvien coje á las mucha- / chitas y les mete su dedo á sus partes, y por ésto // á un dias [sic] se há ido á los montes con su / madre; y mas fué una muger a confesarse con / él, ella y su marido y la metio á su Quarto / y quando la mugér se hincó para confesár, / la ábrasó y la forzó; á esto dentro su mari- / do y la quitó; y luego aviso á todos lo que / le sucedió con el Padre Medina, y por éso / no quiere la Gente confesarse yá con él, / por que quando se énoja nos de- / clara todo lo que nosotros confesamos; con el / ótro dia llamo una mugér y la forni- / có dentro de la Yglecia forzada; y quando la muger le / dijo que éra casa de Dios y que tenia miedo á / Dios; le respondîó el Padre Medina y le dijo que és- / tava en él cielo, y lo mesmo nos predicó en me- / dio de la Plaza diciendo Chiqui chiqui no éra / pecado, y que los Teatinos mentian que esto / no éra pecado, y que el confesarse éra óciocidad, / y que éra bastante a la óra de la muerte decir / micericordia misericordia para salvarse, y / á él ótro dia llamo una muger á su casa / para dormir con élla; y su marido fué á decir / que él se la bocase á á [sic] su mugér a su casa // para dormir con élla; y su marido fué el Puer- / ta de Padre diciendo dá mí Padre á mi muger / y no quiero darselo, con que fué el Padre / Medina ápeco una Pistola y para dos veses / se disparó y no dio fuego, y le dijimos que / corriese, y del tiempo que corrió le disparó / ótra buelta y prendió, y por permision de Dios / no le dio paque [sic] las postas se desparramaron; / y mas que una noche fué á la casa de Xavier / el Governador y le dijo que que harian de dicha / Paula; y por que le respondió Xavier dijo / que no savia donde se havía ydo le / dijo que le diese ótra muger, y Xavier / dijo que no havía, le respondió que le die- / se á su muger y por que Xavier le dijo / que nó, le dijo el Padre que si no le da- / va lo mataria á puñaladas, y por éste /

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María Cristina Egido miedo á un Xavier se há ído al monte te- / miendo que lo mate él Padre; yá la Gente / anda ésparcida la mas en él monte, y áho- / ra están todos por que és mucho lo que en éste / [Pue]blo padecemos; y pedimos á la justicia de / Usia que nos c[onceda] [...] un Pad[re] [par]a // nuestro álivio que és el Padre Miguel Berasaín, / por que conocemos y éstamos viendo lo bueno / que és; por que jamás hemos óydo de él nada, / todos los dias dice Misa, cuida mucho á las / Gentes y toda la Gente lo queremos, y pedi- / mos â Usía nos dé para que vivamos sose- / gados, y travajémos todos con empeño en to- / do lo que nos mandare el Padre Miguel; / y por éso firmamos todos los Aramas de / éste Pueblo de San Martin, Enero / mil setecientos setenta años.= sus hijos / de Usia Xavier Valdivieso Governador= Los / Aramas Simon Lane.= Eugenio Ucara.= Diego / Vuapaya.= Tomas Trapui.= Es copia á la letra / del original que con fecha de veinte y siete de / Febrero remito al señor Presidente de la Real / Audiencia de la Plata. Loreto veinte y sinco / de Febrero de mil setecientos setenta = Don Anto- / nio Aymerich y Villajuana.=

Pertenece a lo que se conocía como la “Misión de Moxos”, en el actual departamento de Beni, nordeste de Bolivia. Se trata de una carta de denuncia que envían al Gobernador los “aramas” de S. Martín sobre los abusos a los que son sometidos por parte del religioso encargado de la parroquia. El interés lingüístico de este documento radica en que, posiblemente, estemos ante una muestra de español hablado por un indígena bilingüe del oriente boliviano. En la misma carta se hace referencia a que la mandan a través del mensajero Baltasar Enaicovo “por que save castellano”. Se sitúa, pues, en el intertrópico oriental; la zona en la que G. de Granda (1999) señala que la presencia española o criolla fue mínima y el contacto entre grupos humanos indígena e hispánico no pudo producir intercambio lingüístico mínimamente relevante. Coincido, en líneas generales, con la opinión de Granda. El aislamiento de las misiones, la escasa población indígena y la falta de cohesión lingüística entre sus más de diez etnias, probablemente no podía dar otro resultado. Pero también es cierto que, mientras que el influjo del quechua y

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aymara sobre el español de la zona andina ha sido objeto de numerosos estudios, no se ha prestado ninguna atención a las posibles interferencias de las lenguas vernáculas en el español de los hablantes indígenas bilingües de otras áreas bolivianas, como ésta que ahora mostramos. Este texto nos deja ver que, aunque no se extendiera el intercambio lingüístico, también los indígenas de esta zona necesitaron aprender español, y que lo aprenderían con distintos niveles de competencia y, en la mayoría de los casos, con interferencias de su lengua materna (como ignaciano o baure, en este caso). Por ejemplo, llama la atención en el texto: a) Que no se producen apenas alteraciones vocálicas. Frente a la situación que presenta el texto anterior, de la zona andina. Las lenguas autóctonas mojeñas tienen un sistema vocálico más completo que el quechua; b) Gentes aparece en plural en varias ocasiones: Todas las Gentes de este Pueblo... nos quejamos...”[3]; “...cogiendo á todas las Gentes...”[16], “...cuida mucho á las Gentes y...” [90]. Podrían deberse a interferencia con el baure, donde siempre se usa en plural (cfr. ápo--to čintineb hénokoneb--ápo to čintineb mehéwokononeb “(lit.) o--las gentes buenas--o las gentes malas”); c) El puerta (“...y su marido fué el Puerta de Padre” [64] ) es el único caso de cambio de género. El ignaciano no posee esta categoría y la partícula que funciona como artículo para los inanimados es invariable (to); d) Construcciones con doble posesivo “cogió a su Padre de la muger...” [19]; “...sus hijos de Usia”[97]. La estructura elemento poseído+ posesor es la misma en ignaciano; e) Omisión de referentes pronominales para las terceras personas singular y plural: “le dijo el Padre que si no(?) le dava lo mataria á puñaladas”[79] “el Padre Miguel Berasaín, por que (?) conocemos”[87], “y pedimos â Usía nos (?) dé para que vivamos...”[91], “cogiendo á todas las Gentes y queriendo pegár (?) con cuchillo”[16], “...de la Yglecia se (?) lleva a su casa” [28-29]. En ignaciano no es necesario el referente en las terceras personas;

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f) Doble negación: “ni las muchachitas no quieren hír”[30-31]. Retención de este rasgo reforzada quizá por el hecho de que el ignaciano, utiliza también signos dobles de negación (la partícula vai “no” + el sufijo prohibitivo ku: vai pikuyana “(lit.) no usted no ir”; vai pikuicha “(lit.) no usted no hacer”. 6. Descripción sincrónica de fenómenos de interferencia Nos centraremos ahora en la descripción sincrónica de fenómenos morfológicos y sintácticos que son fruto del contacto de códigos lengua indígena / español en las tres zonas que resultan más representativas: Guatemala2, Zona andina y Paraguay. Como ya decíamos al principio, en los últimos años se ha producido un gran giro en la interpretación de los datos; en el análisis de las interferencias se destaca la importancia y la fuerza de un fenómeno que no se había tenido en cuenta hasta ahora: la causación múltiple. Por un lado, es necesario tener presente que fenómenos con un mismo resultado pueden tener su origen en matrices causales muy diversas y, por otro, que muchos de ellos son casos de retención de estructuras que tuvieron su lugar en la prosa del español antiguo y que, al entrar en contacto con una lengua aborigen que poseyera la misma estructura o similar, se han reforzado y mantenido en el castellano de la zona bilingüe. 6.1. Uso de los clíticos 6.1.1. No aparición del clítico de complemento directo cuando el OD está desplazado a la izquierda (complemento directo nulo): Zona andina: Las elecciones nunca (?) entendí. Al maestro (?) saludé en la plaza. (también ausencia de objetos directos explícitos, tanto nominales como pronominales: En el mercado (? ) hemos comprado). Paraguay: Tomé los platos y puse en la cocina; Mi mamá buscó a los muchachos y llevó a Asunción.

2

En líneas generales, los rasgos que citemos para Guatemala se encuentran también en el español de Yucatán.

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Guatemala: Le van a pedir su ropero, pero no son roperos extravagantes, aquí en el área rural (?) hay baratos. En nuestros tiempos de represión, el alcohol se volvió costumbre en tomar.

Estaríamos ante un caso de lo que Germán de Granda (1999a, 94) llama convergencia lingüística. Esta misma estructura existía en el español medieval y clásico (A mi señora doña María tampoco puedo escribir [Granda, 1999a, 89]), la cual evolucionó en los siglos siguientes hacia la focalización del objeto mediante un clítico, en posición preverbal. La no redundancia por medio de clíticos competía en el español de los siglos XVI y XVII con la presencia de los mismos. Pero además, la ausencia de clítico preverbal en el área andina puede estar relacionada con dos rasgos del quechua: a) el hecho de que en esta lengua sea posible omitir el sufijo de objeto -ta cuando el objeto está inmediatamente antes del verbo (papa(ta) alla- “papas sacar”) - en realidad, el clítico en español es la “marca” del objeto anterior- y b) la inexistencia en quechua de formas pronominales de objeto específicas para la 3ª pers. (se emplea la forma sujeto pay-ta “a él, a ella”) (Weber, 1996, 76 y 249). En el español paraguayo, la elisión del referente suele darse con objetos que tienen la marca [- animado]; en guaraní no hay posibilidad de pronominalizar objetos [- animados] (Palacios, 2000, 138). Por su parte, las lenguas mayas poseen un sistema de pronombres que se incorporan al verbo para la 1ª y 2ª personas, pero no para la tercera (G. Tesoro, 2002, 47). Se trata, pues, de que se ha mantenido una pauta gramatical románica que constituye actualmente un arcaísmo lingüístico como resultado de dos matrices causales: una interna (la preservación de una estructura sintáctica española) y externa (la retención de la misma se intensifica por el contacto del español con lenguas aborígenes de similares pautas gramaticales). Estamos ante un proceso de causación múltiple que consiste, en el reforzamiento y ampliación distribucional, por transferencia de las lenguas indígenas, de una de las dos estructuras sintácticas que competían aún en los siglos XVI y XVII en la expresión preverbal del objeto.

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6.1.2. Neutralización de clíticos pronominales en una sola forma (en general lo): Zona andina: Ahí lo ponen la coca. Paraguay: El que puede se ha comprado una vaca en su época y lo va criando. Vivían en chabolitah que lo hasían ello mihmo3. Guatemala: Esta figura lo encontró por primera vez en una vasija en la región del Mississipi.

Los tres casos son identificables como derivados de transferencia al español de cada zona de condicionamientos gramaticales presentes en las lenguas indígenas quechua, guaraní y maya. En quechua no existe un sistema de clíticos pronominales semejante al del castellano, por tanto, los hablantes bilingües simplifican el del castellano cuando lo hablan. En esta lengua las funciones de OD y OI de los pronombres se expresan con la forma del sujeto más la marca -ta de objeto (Pay noga-ta maqa-ma-ra-n (lit. “él/ella yo-obj. golpear-1-pas.-3”) “él/ella me golpeó”); tampoco hay diferencia formal masc./fem. en el pronombre de 3ª persona (pay “él/ ella”). Además - según indica T.Y. Lee (1997, 82-83)- los complementos de 3ª persona presentan ambigüedad en cuanto al morfema de número: los sufijos -chi y -sapa pluralizan tanto al complemento como al sujeto, por lo que, a veces, no se sabe a qué persona se refiere el sufijo plural. Por su parte, la invariabilidad pronominal del guaraní, donde no existen variaciones de género, número o función (OD- OI = p. tónico + preposición) activa la posiblidad que el español tiene de neutralizar los rasgos de género, número y función (Che sy o- hecha- kuri ichu- pe (lit. “mi madre 3s.- ver- pasado él- a”) “Mi madre lo vio (a él)”; Che sy o- me´ë jopo´i ichu- pe (lit. “mi madre 3s.- dar regalo él- a”) “Mi madre le dio un regalo”. Asimismo, G. Tesoro (2002, 52-53) explica la fuerte tendencia a la neutralización del sistema pronominal guatemalteco por la convergencia con las lenguas mayas que, además de no poseer un sistema de pronombres 3

La mayoría de estudios sobre español paraguayo describen el “leísmo” que lo caracteriza en estos contextos; sin embargo existen también casos de neutralización con lo en sectores de población de nivel sociocultural bajo y ámbito rural (A. Palacios, 2000, 129-133).

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similar al del español, no gramaticalizan la concordancia de género y número. 6.1.3. “Falsa pronominalización”, o presencia en las modalidades andinas del pronombre lo arreferencial (funcionando como mero índice aspectual terminativo) en construcciones donde el español estándar no lo presenta: Lo murió

Ya lo entró

Ya lo llegó

En este caso, la partícula andina -pu es traducida como un clítico invariable, sustituto del resto de los clíticos oblicuos de tercera persona en español. Se nos ofrece un lo anquilosado como partícula invariable, que ya no remite anafórica o catafóricamente a un sustantivo sino que tiene valores aspectuales con significado de “para siempre”(J. Calvo, 2000, 105). 6.2. Posesión 6.2.1. Doble marcación de la posesión en las zonas andinas que se manifiesta de distintas maneras: a ) Puede ir asociado a un cambio en el orden de los elementos: De la señora su sobrina; De Pedro su mujer; De mi papá su casa. b) Reiteración de marcas de posesión cuando el poseedor es la primera o segunda persona: Esta es tu hija tuya, Mi santo de mí lo han celebrado. c) Combinación del adjetivo posesivo más un sustantivo y un sintagma “genitivo” con de con sentido de posesión, en el que el poseedor se refiere a la ' tercera persona: Su casa de usted. El origen de estas estructuras es divergente según los casos. En los dos primeros casos, la inexistencia en español de la estructura del tipo poseedor- poseído, o la reiteración de marcas de posesión obliga a considerarlos como transferencia al español andino de la doble marca de la relación posesiva que se da en quechua (el sufijo genitivo -pa tras el

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posesor y un sufijo posesivo personal tras lo poseído4: Nuna-p traki-n (lit. “gente-de pie-s. pos. 3ªp.” > de (la) gente su pie > su pie de la gente); naqa-p chuku-u (lit. “yo- de sombrero- s.pos.1ªp.” > de mí mi sombrero > Mi sombrero de mí); gam-pa ancha uchuk chuku-yki (lit. “tú- de pequeño demasiado sombrero- s.pos.2ªp.” > de tí tu sombrero demasiado pequeño> tu sombrero de tí demasiado pequeño). Diferente, en cambio, es el origen de Su casa de usted. Esta estructura existía en el español del siglo XVI, por lo de que se trataría de un fenómeno de causación múltiple (hispano- quechua); un producto conjunto tanto de la retención de modalidades sintácticas del español clásico, como de transferencia al castellano local de condicionamientos gramaticales coincidentes con aquellas presentes en las lenguas amerindias de contacto de la zona andina. 6.2.2. Estructuras a) demostrativo + posesivo +nombre: zonas andinas: Esos mis hijos, Esta mi chacra. / Paraguay: Ese mi amigo ya no vive aquí

Esta construcción existía ya en el español de los siglos XVI-XVII (Keniston, 1937,124); pero además, en la FN quechua se suceden obligatoriamente los constituyentes en este orden: demostrativo+ cuantificador+ numeral+ negador+ preadjetivo+ adjetivo+ núcleo. Es decir, el demostrativo siempre al principio, seguido de todos los demás: Wik llapa trunka mana ancha mawka wasikuna- kaq “Aquellas todas diez no demasiado viejas casas las” (T.Y. Lee, 1997, 71). Por su parte, en guaraní, los demostrativos y posesivos solamente pueden ir precediendo al nombre en el S.N.: upe che iru ndoikovei ápe “ese mi amigo...”/ petei che ra´y oiko Areguápe “un mi hijo...”) (Granda, 1994a, 335).

4

T.Y. Lee (1997), 52-53; Weber, D.J. (1996), 54 y 342.

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b) artículo indefinido + posesivo + nombre: Paraguay: Un mi hijo vive en Areguá. Guatemala: Prepara su recado [...] una su libra de tomate, unos sus tres chiles, unas sus cuatro hojas de miltomate.

Igualmente, esta construcción existía en el español del S. XVI- XVII (Maldonado, 2002, 126-128); y parece que en lenguas mayas existe una estructura paralela a la que se da en español guatemalteco: Jun in- tohn “Uno posesivo-collar” (“Mi collar”) (G. Tesoro, 2002, 41). Estamos de nuevo ante retención de modalidades sintácticas del español clásico propiciadas por estructuras gramaticales presentes en las lenguas 5 amerindias de contacto. c) En español paraguayo, además, encontramos otra construcción, para expresar posesión: posesor + adjetivo posesivo + cosa poseída: María su casa está en el monte (= La casa de María está en el monte), cuyo resultado puede ser considerado como no gramatical en el español general. Se trata de una reproducción de la estructura existente en guaraní en la que el lexema posesor precede al de la cosa poseída y éste además va precedido de un marcador de posesión cuando es tercera persona. (María róga oi ka´aguýpe “María su casa...”) (Granda, 1994a, 323).

6.3. Morfemas del nombre (género, número, artículo...) 6.3.1. Uno de los fenómenos más notables del español de estas tres zonas que estamos analizando es la falta de concordancia de género y número entre los elementos de la oración: Zona andina: Han seguido todo la huella. 5

En el caso del español guatemalteco, G. Tesoro (2002,44) señala que esta estructura se ha reinterpretado con un significado diferente al que poseía en el español medieval y clásico; tiene un significado partitivo y de posesión inalienable para bienes materiales. Vid. también P. Maldonado, 2002, 150.

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María Cristina Egido Antes mataban treinta o cuarenta vicuñas y dejaban tirado ahí (Granda, 2002, 6768). Guatemala: Sus construcciones distan mucho...de casa coloniales. Es muy notoria el cambio que está sucediendo en la sociedad (G.Tesoro, 2002, 34). Paraguay: Camisa blanco, Ríos profundo (Granda, 1994, 305). “Y despuéh está la escuelita donde estudian los niño que no puede ir a la escuela 6 (Proyecto EGREHA, m/26/b ).

Estos fenómenos morfológicos se relacionan inevitablemente con que: a) El quechua carezca de morfema de género y que la concordancia de número no sea obligatoria. b) Igualmente las lenguas mayas carezcan de marcas morfológicas de concordancia de género y número. La concordancia de número no es obligatoria, basta con que un elemento de la oración indique pluralidad (Óox -- péel -- waah “lit. Tres-- clasificador-- tortilla). La distinción de género es una función que cumplen clasificadores y sólo aparece con seres humanos o entes humanizados ( Tiiij-- Maariy “lit. clas. fem.-María > “María (señorita)”). c) El guaraní tampoco posea morfema de género y la concordancia de número, como en las otras dos lenguas, no es obligatoria.7 6.3.2. Tanto en la zonas andinas como en el español de Guatemala es muy común la ausencia del artículo en contextos en los que su presencia es categórica según la norma del español. En Paraguay la tendencia es la sustitución del artículo por demostrativos o posesivos: Zona andina: - Nuestra casa de nosotros era como la escuela...bien grande...era blanqueada, todos se confundían que era (?) escuela (Proyecto EGREHA, Perú/m/20/b). - ¿Conocés (?) cuero de piojo? (Granda, 2002, 67).

6 7

M = mujer; 26 = años; b = nivel cultural bajo Vid. Granda (2002), 68; G. Tesoro (2002), 36; Raga (1995), 22; Palacios (1999), 53.

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Guatemala: Sin embargo aquí, hasta ni podemos tomar (?) camioneta, nosotros solemos ir a pie (G. Tesoro, 2002, 37). Paraguay: - Esas naranjas paraguayas son siempre muy dulces. Me cepillo mis dientes (Granda, 1994, 306)

También estas construcciones están relacionadas con la interferencia con las lenguas indígenas ya que en ninguna de ellas existe la categoría de artículo. Sin embargo, recordemos también que en español estándar aún es posible encontrar ciertos contextos, aunque muy restringidos, en los que no usamos artículo (Olas de quince metros arrasaron la playa). Por la convergencia con las estructuras indígenas, se han eliminado en el español de estas zonas las restricciones para suprimir el artículo. Se ha reforzado un rasgo que existe, aunque con menos relevancia, en el español general. 6.4. Verbo 6.4.1. En el español de las tres zonas aquí analizadas se da frecuentemente la sustitución de formas de subjuntivo por formas de indicativo en oraciones subordinadas. Zona andina: - Es necesario que nosotros tenemos que saber el idioma moderno (Mendoza, 1992,461). - Lo único que hacen es traer hijos al mundo para que se quedan sin padre (EGREHA, Bolivia/m/35/m). Guatemala: -Esa siembra hay que limpiale, hay que echale abono para que así cosechamos algo (EGREHA h/55/b). Paraguay: - No quiero que viene. -Siento que viene. -No creo que hace bien su prueba (Granda, 1994, 327).

Se debe en todos los casos a la inexistencia en las lenguas indígenas de contacto de elementos de modalidad verbal homólogos al subjuntivo castellano. Pero, además, en Paraguay el subjuntivo se sustituye por la construcción para + infinitivo en las oraciones dependientes de verbos de voluntad, deseo, mandato...:

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-Tu madre dijo para venir temprano “Tu madre dijo que vinieras temprano” - Me dijo para que me calle “Me dijo que me callara”

Se trata, según señala Granda (1994, 324), de un calco del modelo de las oraciones finales del guaraní construidas con la partícula haguã. 6.4.2. Tanto en la zona andina como en la guaranítica se dan, con mayor densidad que en otras áreas americanas, construcciones causativas con hacer + infinitivo. Estas construcciones presentan determinadas discordancias en la expresión de la causatividad con las correspondientas en español general. Son expresiones como: Zona andina: - Él hace decir = El dice. - Mi mamá hace dormir a mi hermanito = Mi mamá duerme a mi hermanito (Granda, 2002,70). - Hacen hervir papa con arroz, después le condimentan con cebolla, comino, ají...= Hierven... (EGREHA, Tarija (Bolivia)m/35/b). En una burra lo hacen sentar (la figura de Jesús) = Lo sientan (EGREHA, Cuzco h/ 50/a). Paraguay: - Hizo calentar agua para tomar mate (= Calentó agua para tomar mate).

Son calcos respectivamente de construcciones guaraníes y quechuas en las que se marca al sujeto como inductor de la acción que afecta al complemento directo de la misma: en guaraní se trata del morfema prefijado mbo- (transitivizador) y el sufijado -uka factitivo (Palacios, 1999, 77-78 y Granda, 1994, 331). En quechua (Granda, 1999, 198), del elemento sufijado -či (transitivizador y causativo). En ambas zonas las respectivas lenguas aborígenes han transferido al español local -por contacto- su alto índice de uso de estructuras morfosintácticas causativas. 6.4.3. Igualmente son abundantes en la zona andina las formas perifrásticas de gerundio que reemplazan a las formas verbales simples correspondientes: - Estamos viniendo a las 8 horas= Venimos a las 8. - Ahí viene llegando= Ahí llega.

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- Sucedió que compró este bingo porque se estaba sorteando un auto...(EGREHA, La Paz (Bolivia) /h/35/m) = Se sorteaba. - Estoy viniendo a hacerle una entrevista para un trabajo que nos han dado (EGREHA, Larecaja (Bolivia) m/35/b).

La expresión en español del aspecto durativo mediante perífrasis con gerundio, fue más abundante en el español medieval y clásico que en el moderno (Granda, 1999, 168). Por otro lado, el quechua es una lengua que expresa el aspecto verbal durativo mediante distintos sufijos derivativos según sus variedades geográficas. Podemos considerar la ampliación del uso de las construcciones perifrásticas de gerundio en el español andino como un caso de retención gramatical de un rasgo antiguo del español favorecido por el contacto quechua -español (causación múltiple). 6.5. Adverbio 6.5.1. Otro rasgo que se extiende tanto en la zona andina como en la guaranítica es la persistencia de la marca negativa preverbal no cuando está presente a la izquierda otro elemento con valor de negación (nadie, nunca, nada, ningún): Zona andina: - Nadie no vino ayer. - A todos a ellos les han puesto al colegio...menos a las mujeres, ninguna no hemos estudiao (EGREHA, Cajamarca (Perú) m/20/b). - De chiquita ningún día no he ido al colegio (EGREHA, Cajamarca (Perú) m/20/b). Paraguay: - Nunca no comí esa comida. - Nada no trae tu amigo (Granda, 1994, 334).

Antes de que en el Siglo de Oro se modificara la estructura de la oración negativa en español, se manejaban secuencias con doble negación en las que la presencia de no era compatible con la presencia a su izquierda de ningún, nadie, etc. Igualmente, quechua y guaraní presentan estructuras homólogas. En guaraní, la marcación de la negatividad verbal expresada por el circunfijo nda-/ ndo-/ nde- etc. es perfectamente compatible con la anteposición al verbo de los elementos de contenido negativo araka´eve (´nunca´), avave

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(´nadie´), mba´eve (´nada´), etc. : araka´eve nda´ui upe tembi´u “nunca no comí esa comida” (Granda, 1994, 334 y Palacios, 1999, 68) Por su parte, en quechua, es obligatoria la doble marcación de la negación, bien con los marcadores mana-----chu en oraciones enunciativas, o bien ama----chu en las imperativas (Weber, 1996, 55). La doble marcación del contenido oracional negativo existente en las dos lenguas indígenas ha reforzado en ambas zonas la estructura castellana homóloga existente aún en el español del S.XVI. Se trata, pues, de un caso más de convergencia lingüística debida a una retención por contacto (causación múltiple) (Granda,1999, 77). 6.5.2. Además encontramos en el español andino otro sintagma arcaizante de negación también no: Yo también no voy a la escuela, que es producto igualmente de la retención de una estructura existente en el español del S. XVI por su convergencia con la estructura quechua N -pis/-pas + mana----chu “también---no” (Granda, 2002, 71 y T.Y. Lee, 1997, 132-33). 6.6. Elementos validadores 6.6.1. El español andino cuenta con diversos recursos (elementos validadores) que indican la fuente informativa que ha facilitado al hablante el conocimiento de los datos que éste transmite en su mensaje, es decir, el grado de compromiso del hablante con un acontecimiento no presenciado por él, cuya información procede de fuentes indirectas). a) Formas del verbo decir (dice, dizque...) en los relatos de acontecimientos no experimentados por el hablante: - Extrañaba a sus hijas, dice. Igual decía en mi pueblo, mis familias, dice que tenía mi abuelo, dizque tenía la llama harto (Aleza- Enguita, 2002, 147). Peliaban por eso...por eso dice que hay que mochale al gato las orejas y la cola (EGREHA, Tarija (Bolivia) m/35/b). - Ahora diz que hacen hacer en el colegio (EGREHA, Tarija (Bolivia) m/35/b).

b) Uso del pluscuamperfecto de indicativo para introducir el conocimiento indirecto, no personal de la acción o circunstancia

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transmitida, es decir, la falta de responsabilidad del hablante sobre la acción, por desconocimiento personal: - Y en nada habían encontrado (me dijeron que no encontraron) trabajo (AlezaEnguita, 2002,147). - Lo habiá dejado el libro en la escuela (Mendoza, 1992, 491). - Me lo habiá hecho caer a la guagua (Ibid.).

En esta zona, pues, el pretérito perfecto o el simple denota el contenido de pasado no narrativo, es decir, el conocimiento directo de la acción por parte del hablante. Estas construcciones y usos de tiempos verbales son procedimientos debidos a la transferencia de los mecanismos validadores existentes, tanto en quechua como en aymara. Así diferencian semánticamente entre dos tiempos verbales de pasado [uno narrativo o delegatorio (para cosas conocidas sin control personal por el emisor (sueños, tradición oral, etc.)] (-ñaq) y otro no narrativo (-rqa). Además poseen marcas morfológicas oracionales (-mi, -ši, -ĉi, en quechua) que indican lo mismo que estas formas verbales y el valor de verdad que se le puede dar al contenido del mensaje del emisor (Weber, 1996, 169-171 y Mendoza, 1992). 6.6.2. El español paraguayo, por su parte, posee igualmente una serie de elementos validadores que ha tomado de su contacto secular con el guaraní, pero, a diferencia de lo que hemos visto para la zona andina, no los reproduce a través de su estructura verbal: el pasado simple y el pluscuamperfecto no indican en ningún momento la diferencia narrativono narrativo de antes. Lo que ha ocurrido es que han sido transferidas al español paraguayo la totalidad de las marcas validadoras oracionales del guaraní incluyendo en el sistema morfosintáctico del español local los elementos morfológicos del guaraní (Granda, 1999, 187-189): Voi. Función asertiva. Expresa la certeza de la información con implicación del hablante en la valoración del mensaje: Y así e la vida, compañero, cuando la cosa te sale mal, te sale mal voí, no hay nada que hacerle.8

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Todos los ejemplos tomados de Granda, 1999, 187-188.

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María Cristina Egido Luego. Calco funcional de voi. Portador del contenido del mismo: Se nota luego que é culta porque sabe todo eso y lee todo eso revita y da guto hablar luego con ella porque sabe hablar. co/ nico/ nió, catu. Función constatativa. Expresa la certeza objetiva de la información sin implicación del hablante en la valoración del mensaje: Yeso co quiere decir que vo no ma te serví lo que queré, depué pagá en una caja y te sentá donde queré. Porque la flore nicó, Julieta, tiene pué su significado. No é nió un favor, é lo que é mio no má. Yo quiero que uté sepa entonce, que ella catú lo que abandonó la casa. Ndaje (ndaye). Función reportativa. Indica la verosimilitud de la información y su procedencia de información indirecta: Y eso, según me cuenta mi hijo Manolo, que etudia ciencia contaule, se llama ndaye “Sociedá de consumo”. Gua´u. Función fictiva. Expresa la falsedad del contenido transmitido: Y sí, a alguien co se le había ocurrido y quiso quedar bien gua´u y empezó con el asunto.

6.7. Otros rasgos que se dan de forma aislada en alguna de estas zonas: 6.7.1. Paraguay: a) La construcción para + sustantivo como resultado del calco del marcador de futuro guaraní -rã aplicado a los sustantivos (Granda, 1994, 322): María compra para su vestido (= María compra el que se será su vestido).

b) Sintagma y eso -con la significación de “y los demás”-, como calco del guaraní ha umía (p. demostrativo de ausencia “personas no presentes”): Vinieron mi mamá y eso (= Vinieron mi mamá, mi papá y mis hermanos).

c) Valores especiales de todo (calco de la partícula de postposición verbal -pa) y ya (esta última, calco de una partícula reforzadora o intensificadora ma), independientes o combinadas: - Ne memby okakuaapama “Tu hijo creció todo ya” (= Tu hijo terminó de crecer definitivamente). -Rehechepama ichupe “¿Ya le viste todo?” (= ¿Terminaste ya de mirarlo?).

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6.7.2. Zona andina: a) Valor perfectivo de las perífrasis verbales de gerundio en el noroeste argentino: Lo dejo escribiendo (“lo dejó escrito”) (Granda, 1999, 59).

Quechuismo morfosintáctico debido a la existencia de partículas en verbos subordinados que pueden indicar una acción previa respecto a la acción del verbo principal, ha influido en la adopción de un aspecto no durativo por parte de las perífrasis con gerundio. b) Dentro de los muchos usos de nomás, se atribuye a la interferencia con el quechua el uso de esta partícula para suavizar la frase: ¿ Qué nomás dijo el padre? ¿Qué nomás has traído?

T.Y. Lee (1997, 141) ve en este uso un calco del sufijo quechua -lla/ -ya que expresa limitación o se usa para suavizar la acción del verbo (Vid. también Calvo, 2000, 100-102). c) Expresiones con siempre: Te vas a la madrugada ¿siempre? (Argentina). ¿Estás siempre decidido a casarte? (Bolivia).

Quizá calco del sufijo -puni que, añadido a un elemento de la oración, indica que dicho elemento participa en el evento de forma definitiva, puntual, infalible. Se puede traducir como “todavía, después de todo, decididamente, de todas maneras, etc.” (T.Y. Lee, 1997, 151-52 y Calvo, 2000, 77-80)9.

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Por razones de extensión, incluimos sólo estas dos muestras de usos de partículas en el español andino. Un estudio más exhaustivo y esclarecedor de los valores de estos elementos es el de J. Calvo (2000).

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7. Finalizamos este artículo mostrando dos ejemplos de conversación transcrita pertenecientes a sendos hablantes originarios de Guatemala y de la zona andina peruana. Los fenómenos descritos anteriormente son una constante, como se puede observar en las expresiones marcadas en negrita10.

J. Payolá Gómez (GUATEMALA) - Yo soy agricultor... sí - .... - Y trabaja típicos también...vive en San Antonio Aguascalientes, departamento Zacatepeques...sí - ... - Pues la vida ahorita está muy duro porque por lo menos el típico no se vende ahorita, no sé por qué...y cuestión de verduras tampoco no se vende. Está rebarata. Yo siempre papa, zanahoria, repollo, coliflor...pero de una vez botada el negocio, no sé por qué. Y nosotros compramos abono, el quintal de abono cuesta ciento veinticinco y el producto que estamos sacando no se vende...y esa es la pena que estamos ahorita... pero no sé por qué. La papa no se vende, apenas paga a ochenta el quintal pero papas grandes...si pequeñas nada te ofrecen, ni cincuenta, ni cuarenta el quintal. El maíz está rebarato, el frijol también está rebarato, pero no sé por qué el tiempo está duro ahora...sí. - ...allí. - Pues la vida sinceramente, el campesino está de una vez botada en la vida ahora porque todo está barato...sí - Yo me levanto a las cinco de la mañana al campo, y regresa a las cinco de la tarde, todos los días...sí - Todo el día, sí - Trabajamos, por lo menos ahorita tenemos siembra, esa siembra hay que limpiarlo, hay que echarle abono para que así cosechamos algo, sí...eso estamos ahorita. - Por lo menos ahorita estamos trabajando de cosas típicos, hacemos muñecos para este tiempo del cuaresma, pero también no se vende los muñecos, no sé. Y el típico están de una vez botada el típico ahora, no se vende y los gringos están 10 Las grabaciones forman parte del corpus oral del proyecto EGREHA (Estudio gramatical del español hablado en América) dirigido por el Dr. D. César Hernández Alonso. La transcripción es nuestra.

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muy escasos. Más es el vendedor que el comprador, así estamos, no sé por la huella que está en Irak y en Estados Unidos, tal vez por eso no vienen la gente. Y nosotros estamos detenido con los turismos, porque los turismos como ayudan en Guatemala y ahora está muy escaso los turistos, no sé por qué...sí eso estamos ahorita, sí. - La Semana Santa sí claro que hay actividad, hay procesiones, pero nosotros a veces logramos, hace como siete años sí se vendió todo el típico pero ahorita está de una vez botada, ya ve que ahorita no hemos vendido pero ni un centavo, pero ni para el almuerzo, no hay, y esa es la pena que estamos ahorita. De suerte tenemos maíz, frijol, leña, ese es lo que nos ayuda bastante ahorita, sí, ese estamos. - Sí hablamos así en dialecto cakchiquel, por lo menos usted [...], por lo menos bueno señor [...], es lo que hablamos, por lo menos nosotros levantamos [...] dice la mujer...hablamos así en dialecto cakchiquel sí, así como su persona, usted es [mos]. Ya se trata como gente ladino, nosotros decimos “mos”; ya gente así como su persona ladino, sí. Así como yo soy un campesino me dicen [...], me dicen [...] “señor”, señor es [...]. - Eso es lo que hablamos más que todo, también ya los patojos ahorita ya no habla así en dialecto cakchiquel, ya es español; sí ya no habla así como la idioma que hablamos nosotros...los niños ya no hablan así como hablamos nosotros, ya sólo español, sí, eso estamos. - Costumbre pues de la gente más se dedica a típicos y tejan y ese es más que todo, y los hombres se van al campo y las mujeres tejen, hacen sus cocinas, ese es lo que hacemos en la casa, sí. - .... - Todos casi somos indígenos... - ... - Allá se celebra fiesta San Antonio, tenemos allá S. Antonio de Padua, celebramos el 13 de junio, sí. Hay gigantes, hay cofradías, hay..., hay cosas así. Se sale las procesiones, van en los gigantes, alegre para 13 de junio, sí. - ese día. - La gente se vestíen, se van en la cofradía, queman sus inciensos, sus in[cen]sarios, esos hacen la gente...sí y candela grande llevamos. - ... - Allá la gente se hacen sólo comer pepián, pepián con pollo, y tayuyos, sí eso es lo que costumbre allá en San Antonio. - El pepián primero...chile [huac?], que decimos. Se pone un comal en el fuego, se tostean...

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PERÚ (CAJAMARCA) - El primero de enero voy a cumplir veinte. - De Cajamarca - De la provincia, esté así un día de camino no más así al...al pueblo. Ahí vamos nosotros a pasear. - No así en...en bestias no más...en caballo. - [Y me sucede?] montar muy bien, por eso quiero ir yo esté ahí en “Fantástico”...tá muy bonito. - A sí, ya digo, pues, pero me dicen que no puedo ganar nada porque quizás me caigo en ese... - Me vine porque mi hermano se fue allá a Cajamarca y entonces como yo estaba aburrida allá, que había bastante animal. Entonces mi mamá no me dejaba ya, y como era yo la última, entonces me decía “¡ándate temprano a los animales, ya pues!”, ya no me dejaba vida ya. Entonces amanecer y anochecer no salía de casa a los animales no más...Y vuelta había peones que estaban [ reservando?] maíz y todo; para asestir, cada día había hasta cuarenta, cincuenta peones y eso para asestir y aparte animales, ya no se podía. Entonces yo estaba aburrida allá. Como yo era la única que estaba con ellos, entonces. Todavía este mi sobrinita de once años, ella estaba estudiando y ya no podía hacer nada. Entonces como mi hermano se fue allá, entonces dije, me voy a Lima, lo voy a pasar más bien. Pero, entonces cuando yo estaba aquí, ya no sé cuando entré a trabajar en otro trabajo, no me acostumbraba, lloraba cuando no sabía las cosas hacer. Entonces me mandaron este... hacer las cosas, no sabía yo qué hacer porque no sabía cómo es las cosas de aquí de Lima, nada. En cambio de allá de la Sierra, sí yo todas las cosas lo sé hacer...pero de aquí no sabía nada. Y qué tenía que hacer yo; no veníen casi a recogerme. Mi familia cuando mientras yo estaba un mes todavía venían a recogerme del trabajo; pero ya pasó dos, tres meses, ya no pasaban a recogerme ya. Entonces me di cuenta que no sabía tomar el carro, no sabía donde llegar, no sabía donde ellos viven. Entonces qué tenía que hacer; y todavía pensé que estaba bien para que yo estudiara, porque sin saber leer no puedo llegar a niada. Entonces me puse, este a... así a estudiar y ya pues, ahora ya, poquito ya sé leier, ya sé escribir, entonces ya sé a donde me voy, (a)donde viven; pero no sé, hoy mis hermanos me han dicho que no quieren que yo estudie. Entonces por las porfías de ellos esti año no sé si voy a seguir estudiando, entonces. Pero la señora Paulina me dice “¿por qué tú tienes que dejar de estudiar?” me dice, “tienes que seguir estudiando; ¿para quién va a ser el bien, va a ser para ellos o va a ser para tí? Eso es para mí todo el tiempo, nadie me va a quitar, pero no sé, yo digo:

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“y si yo no les hago caso quizá ellos se revuelven de mí; y eso no sé yo cómo hacer. - sola. - Sí, pues tengo miedo; no, digo, quizás se revuelven ellos de mí, no van a querer. - ... - Bueno, eso no sé porque...pero porque si ellos todos los varones saben leer. A todos a ellos les han puesto en colegios, menos a las mujeres, ninguna no hemos estudiado; pero mi hermana vino la otra vez de allá de Cajamarca de dieciséis años; pero aquí terminó de estudiar y ahora está este estudiando otra cosa. Entonces yo así quiero hacer igual que ella, no quiero hacerles caso. Pero ella también me dice, como ella aprovechó, ella me dice “Tienes que hacer caso, qué quieres que hacer”, me dice. Pero y como ella no hizo caso, como un año, dos años, no allegaban ninguno...se revolvieron de ella. - Ahora ya, pues ya no les hizo caso todo el tiempo...

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© Janick Le Men

ALGUNAS PALABRAS CARACTERÍSTICAS DE LA MONTAÑA ORIENTAL LEONESA JANICK LE MEN Departamento de Filología Hispánica y Clásica Facultad de Filosofía y Letras Universidad de León Campus Universitario de Vegazana 24071 León j.lemen@unileon.es Las palabras dialectales evocan un mundo a punto de desaparecer. Antes de que esto ocurra, es de justicia recogerlas. En este trabajo, se documentan algunos vocablos que, algún día, estuvieron vivos en el rincón nororiental de la provincia de León, zona montañosa que vio nacer a Bonifacio Rodríguez y que fue objeto de estudio de Julia Miranda. Palabras claves: léxico dialectal, trashumancia, pastores, ganado, topónimo. Dialectal words evoke a nearly disappearing world. Before that happens, we should recopilate them all. In the present work, several lexical items are collected that were still alived, some time ago, in North-East León, a mountainous area that contemplated the birth of Bonifacio Rodríguez and was the object of study of Julia Miranda. Key words: dialectal lexicon, transhumance , sheperds, catttle , toponym.

El mundo de las palabras es fascinante por su hermosura, su poder, su riqueza. El de los términos dialectales lo es aún más por varias razones; entre otras, porque describen con precisión lo que es o fue propio de cada zona, de cada valle, de cada rincón perdido en la montaña o en la llanura. Las voces dialectales son hermosas también porque son nostálgicas. Evocan un mundo desaparecido o a punto de desaparecer, igual que, a veces, desaparecen los pueblos debajo de las aguas de un embalse. La vida moderna ha relegado muchas realidades y objetos y, como consecuencia, numerosos vocablos, sepultado muchos de ellos. Recordemos aquí cómo define Covarrubias la voz “dialecto” en su Teroro: Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 315-336). ISSN: 0212.6192

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Janick Le Men Lo que es particular en cada lengua y propio suyo, por donde distinguimos, el castellano nuevo y viejo, el andaluz y los demás, que aunque hablan un mesmo lenguaje castellano, tienen alguna manera de pronunciación y formación de vocablos, en que nos distinguimos unos de otros; como entre los griegos, los áticos, jónicos, dóricos, aeólicos y el lenguaje común y vulgar. Y todas las demás naciones tienen estas mesmas diferencias, por las cuales se distinguen los que son de una provincia o de otra.

Antes de que desaparezcan del todo las pregancias del hogar, antes de que los filandones o las hilas sean solo un recuerdo en la memoria de los más ancianos, tenemos que intentar recogerlas como flores silvestres, como recogen las mujeres de la montaña las grillándanas o gritsándanas que invaden los prados de la braña al retirarse las nieves. A no ser que compartamos el optimismo de Horacio, quien, en su Arte poética, decía: “Multa renascentur quae iam cecidere, cadentque quae nunc sunt in honore vocabula”. Me voy a centrar precisamente en voces que algún día estuvieron vivas en la Montaña de León, concretamente en el rincón nororiental de la provincia de León, y casi en el límite con las de Asturias, Santander y Palencia. Desde el punto de vista lingüístico, esta zona pertenece al área del 1 dialecto leonés oriental, según la clasificación de R. Menéndez Pidal , zona en la que se cruzan importantes isoglosas. Desde el punto de vista administrativo, forma parte del Partido Judicial de Riaño. Por razones distintas, esta tierra fue amada por Julia Miranda y Bonifacio Rodríguez, ambos queridos compañeros ya fallecidos. Julia Miranda se interesó por esta zona por razones lingüísticas, ya que realizó su tesis doctoral sobre la toponimia menor de la Cuenca Alta del Esla, antes de que muchos de estos pueblos desaparecieran bajo las aguas de un embalse. Bonifacio Rodríguez nació en Vegacerneja, pueblo situado a la cola del actual pantano de Riaño y que, por lo tanto, escapó por poco a la muerte. Como homenaje a los dos y en agradecimiento a su generosidad hacia mí, voy a comentar algunas palabras de su tierra. Toda la montaña leonesa tiene una economía típicamente ganadera. El pastoreo y la ganadería son o han sido el modo de vida dominante, tanto el 1

Menéndez Pidal, 1962, 30 y 34.

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Algunas palabras características de la montaña oriental leonesa

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ganado vacuno como el lanar. Este último se explota en las dos modalidades de estante y trashumante. La tradicional trashumancia de las merinas se efectúa entre los llamados puertos cantábricos de la comarca de Riaño y los llanos de Extremadura y Ciudad Real, donde pasan el invierno. Este sistema está ahora en regresión por la escasez de pastores. Como recuerdo de este mundo pastoril en vía de desaparición he aquí unas cuantas voces que evocan dicho mundo, muchas de las cuales no figuran en el DRAE. El chozo chozo: La voz designa el lugar donde se recogen los pastores, su albergue para pernoctar en las majadas durante el verano, cuando el ganado no baja a dormir al pueblo. Tiene una base circular y forma cónica. Está hecho con piedra en su base y su armazón es de madera, encima del cual se entreteje el techo con codejos y escobas y, en los vértices, tiene tapines para impedir la entrada del agua y también para no dejar pasar el frío. La voz figura en el DRAE con la acepción de ‘choza pequeña’. Está muy viva en la zona, donde es base de numerosos topónimos: La Fuente el Chozo, La Majada el Chozo, Sierra la Choza, en Huelde; El Chozo de Tendeña, El Chozo de Borín, El Chozo de Loma Pedrosa, en Riaño; La Loma del Chozo, en Llánaves de la Reina; Loma del Chozo, en Barniedo de la Reina; Los Chozos, en Pío, etc. chozuelo: La voz chozuelo (también chocillo y chozuela) designa un chozo pequeño, donde duerme el hatajero (o pastor que guarda un rebaño de los que se forman a partir de la paridera) en Extremadura y La Mancha. Como es movible, se le coloca al lado del hatajo. La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León [Prioro]; un poco más abajo, en las Sierras del Alba, Oncala y Medero en la provincia de Soria y también en el centro-sur y oeste de la parte occidental de la provincia de Ciudad Real y en las provincias de Cáceres y Badajoz. arrudo: El arrudo designa un tronco delgado de haya, roble o encina, con varios ganchos que, clavado o sujeto en el suelo, delante del chozo o, si son

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pequeños, en el interior del mismo, sirve para colgar carnes, utensilios diversos como el caldero y, a veces, se utiliza como escalera para arreglar las chozas. La parte bajera no tiene ganchos para que los perros o alimañas no puedan comer la carne. Se trata de una voz, no recogida en el DRAE, muy viva en el léxico de la trashumancia. Se documenta en el noreste de León [Sajambre, Tejerina, Tierra de la Reina, Prioro]; un poco más abajo, en las Sierras del Alba, Oncala y Medero en la provincia de Soria y también en el centro-sur y oeste de la parte occidental de la provincia de Ciudad Real y en las provincias de Cáceres y Badajoz. Se conoce asimismo en el centro y oriente de Asturias (bajo las formas arrudu, arudu, arrude, rudu, ruda, arrú), con los significados de ‘colgador rústico hecho de una vara tosca con ramas recortadas de veinte o treinta cm. de longitud que se espeta en el suelo de las cocinas para colgar utensilios de cocina, jarros, pucheros, ollas, etc., o la ropa que se traía mojada del campo’, ‘el mismo utensilio que se utilizaba en el mercado para colgar las monteras puestas a la venta’, ‘palo que se clava en el suelo delante de la cabaña del pastor para colgar el odre con la 2 leche’ . Por otra parte, es base de topónimos en Tierra de la Reina: El Pico . Arrudo . arrudillo: La voz designa el pequeño arrudo que hace a veces la función del arrudo y está colocado en el interior del chozo. La voz, no recogida en el DRAE, se documenta en Prioro, donde es de poco uso. cabijo: El cabijo designa la escarpia o percha del pastor en el interior del chozo, alrededor de la terruca o base del chozo, fabricado con cal y canto. La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en las cabañas del noreste de León y, como otras de las voces anteriores, en Soria, Ciudad Real y Extremadura.

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Neira, 1989, s.v. percha; Zamora Vicente, 1953, p. 130.

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calderil: El calderil designa una pieza de madera tallada con muescas a distinta altura, que pende de una cuerda sujeta a la cumbre del chozo y de la que se cuelga el caldero para cocinar. Hace el oficio de los llares. A pesar de que el DRAE-2001 localiza la voz solo en Salamanca, está también muy viva en la zona de Prioro y en Soria, Ciudad Real y Extremadura. cona: La cona designa el remate superior del chozo y del horreo, así llamado porque suele tener forma cónica. Evita las humedades. La voz no figura en el DRAE y parece usarse solo en la zona de Prioro. Los pastores: Jerarquía mayoral: En la trashumancia, es la máxima categoría entre los pastores. Es el responsable y administrador de una cabaña. Antiguamente se reunía una vez al año con todos los rabadanes para colocar a los nuevos zagales y hacer las cuentas. La voz figura en el DRAE y es de uso general en español. rabadán: El rabadán (en el noreste de León y en Palencia, rebadán) dirige y administra el rebaño y está bajo el mando del mayoral. Por lo tanto, en la jerarquía de pastores, ocupa el segundo puesto. En los caminos se encarga de los víveres de los pastores, dormidas, etc., en la majada está con la cabeza del rebaño y en Extremadura y La Mancha se encarga de las cosas generales del rebaño y de ahijar en la paridera. Entre otros derechos, le pertenece la perta, o sea la carne y el pellejo de toda oveja muerta. La voz figura en el DRAE y es de uso general en español. Ser mozo todavía y estar ya a dos dedos de ser rabadán, era estar en las mejores condiciones del mundo para casarse (Antonio de Valbuena)3. ... no quiere la mujer del rabadán oveja que venga de otro rebaño (Jovellanos)4. 3 4

Apud Rollán Méndez, J.M. y E. Sastre Zarzuela, 2001ª, p. 437. Ibid.

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compañero: El compañero es el puesto del pastor que sigue al rabadán en la jerarquía del rebaño. En los caminos dirige los mansos, marchando al frente del rebaño para cantener (esto es, detener) los corderos [Vete delante de los corderos y canténlos], marcando un paso que sea lento, y para llamar a los mansos. En los puertos está con el retazo y en Extremadura y La Mancha es hatajero. Con esta acepción concreta, no recogida en el DRAE, la voz se documenta en el noreste de León [Tejerina, Tierra de la Reina, Prioro], donde está muy viva, y en Palencia [Fuente Carrionas]. ayudador: En la trashumancia, es el pastor encargado del hatajillo (o hatajo intermedio tras la paridera) y de conducir las yeguas en los viajes. Jerárquicamente está entre el compañero y el persona. La voz, documentada en el DRAE, está particularmente viva en el noreste de León [Prioro, Tierra de la Reina] y, con la misma acepción, en Soria, Ciudad Real, Cuenca, Extremadura y Palencia. ... y siguiendo la carrera con aprovechamiento y aplicación, ascendió a los tres años a sobrado, después a persona, más tarde a ayudador; y por uno de esos golpes de suerte, que no suelen darse muy a menudo, llegó a compañero a los veinticuatro años (Antonio de Valbuena)5.

persona: El persona designa un rango en la jerarquía de pastores de un rebaño trashumante, entre el ayudador y el sobrado. Es el encargado de arrear en el camino, situándose en la parte lateral del ganado. También cuida la chicada, esto es, el hatajo formado por las últimas ovejas paridas. La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León [Tierra de la Reina, Tejerina, Prioro] y en Palencia, donde está muy viva. sobrado: El sobrado o sobrao designa un rango en la jerarquía de pastores de un rebaño trashumante entre el persona y el zagal. En los 5

Apud Rollán Méndez, J.M. y E. Sastre Zarzuela, 2001ª, p. 409.

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caminos es arreador y en Extremadura y La Mancha suele ocuparse de las yeguas y las cabras en el caso de que hubiera. También debía migar el pan para hacer las sopas con sebo, que terminaba de hacer el zagal. No figura esta acepción en el DRAE, viva en el noreste de León [Tejerina, Prioro, Tierra de la Reina] y en Palencia. zagal: El zagal es el último puesto de pastor en la jerarquía del rebaño. En los caminos es arreador, en el puerto está con la cabeza del rebaño y en Extremadura y en La Mancha, se suele ocupar de guardar las machorras (o hembras estériles) y se encarga también de tareas menores como atropar leña, traer el agua, hacer las sopas y las migas, etc. ¿Tengo con mi mayoral de ponerme ten con ten, siendo un humilde zagal que apenas se sabe quién? (Lope de Vega)6.

motril: El motril (o motil) designa, en la trashumancia, el muchacho de siete a trece años que durante el verano permanecía en los puertos para ayudar a los pastores. Esta acepción, no recogida en el DRAE, está viva en el noreste de León [Prioro, Tejerina, Tierra de la Reina] y en otras comarcas leonesas y asturianas. Otras voces relacionadas con la vida pastoril contenta: La voz designa la gratificación en metálico del rabadán al guarda, para que deje pastar los ganados sin echarles multa. Se trata de una acepción secundaria de la general: ‘agasajo o regalo con que se satisfacen los deseos de alguien’ (DRAE-2001, s.v. contenta, 1ª acep.). Se documenta en el norte de León, Valladolid y en Salamanca (aquí bajo la variante contento), en Soria, Ciudad Real, Cuenca y Extremadura. 6

Apud Rollán Méndez, J.M. y E. Sastre Zarzuela, 2001ª, p. 448.

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escal: En la trahumancia, la voz designa la cuerda que va sujeta a la parte de arriba de la red para evitar que se caiga. La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en la montaña leonesa, Soria, Ciudad Real, Cuenca y Extremadura. achicar: La voz designa la acción de sacar de madrugada la oveja y el cordero recién parido de la red. Esta acepción, no recogida en el DRAE, es característica del mundo de la trashumancia y se documenta en la montaña leonesa, Soria, Ciudad Real, Cuenca y Extremadura. cucharal: La voz designa la bolsa de piel de cabrito en que los pastores guardan las cucharas. Si bien figura en el DRAE, su uso parece restringido al mundo pastoril, pues se documenta solo en la montaña leonesa y, como otras voces anteriores, en Soria, Ciudad Real, Extremadura y Palencia. cundido: La voz designa los condimentos necesarios (aceite, vinagre, sal, pimentón, sebo, etc.) para preparar la comida de los trashumantes y que aporta el amo. La voz, que figura en el DRAE, está muy usada en la zona de Prioro y en Soria, Ciudad Real y Extremadura. hortera: La voz designa la fuente que sirve para la verdura; en ella sirven los nabos, patatas, berza. Designa también la cazuela de madera o de hierro que usan los pastores trashumantes para migar las sopas, mezclar alimentos, dorar la carne y para comer en ella. Estas acepciones concretas, no documentadas en el DRAE, están muy vivas en el noreste de León [Tierra de la Reina, Prioro], Palencia, Soria, La Mancha y Extremadura.

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pimentonero: La voz designa el pellejo donde los pastores trashumantes llevaban el pimentón para guisar. Esta acepción, que no figura en el DRAE, está viva en Prioro y en Palencia. hogueril: La voz hogueril (o fogueril) designa el fogón. En el chozo se compone de cuatro piedras en forma de arqueta para hacer el fuego, donde se guisan las comidas. Del techo colgado con una tomiza se encuentra el calderil, donde se cuelga el caldero para cocinar las sopas. La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León, Soria, Ciudad Real y Extremadura y en Asturias. fargayo: El fargayo (o jargayo) designa la merienda que llevaban los pastores a la majada o en las bajadas al sur, a Extremadura, o también la que llevaban los hombres de la montaña cuando iban a buscar vino a Tierra de Campos, donde vendían las madreñas. Esta merienda consiste en carne cocida, cecina, trozos grandes de chorizo y jamón, queso, etc. Cuando iban a Campos con los carros, metían el fargayo en el cillero, esto es, la caja que se ponía, cuando se iba de viaje, en la bifurcación de las piernas del carro. Evocan así estos viajes: En el cillero teníamos que poner un buen candao, pues podían robarnos el fargayo, como le pasó a Gerardo en La Vega de Almanza cuando bajaba pa Campos. La voz, que no figura en el DRAE, está muy viva en todo el noreste de León [Tejerina, Prioro, Tierra de la Reina, Valle de Sajambre] y en Palencia. Alterna, en algunos sitios, con macuco, ya en desuso, o carracas, palabra esta utilizada en un ámbito más amplio, pues se recoge también en el noroccidente de León [Valle Gordo, Lomba, Babia, Laciana] y con un matiz más amplio, pues designa las provisiones que llevan las personas cuando se ausentan temporalmente de su domicilio, no solo los pastores, sino también los estudiantes que están de posada en la ciudad o en otro pueblo.

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frite: Entre los pastores trashumantes, frite designa un tipo de comida a base de carne de cordero, cabrito u oveja frita y que luego se guisa. Suele guisarla el compañero. La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León [Tierra de la Reina, Prioro], Palencia, Soria, La Mancha y Extremadura. perta: En la trashumancia, es la carne y el pellejo de toda oveja muerta; es un derecho del rabadán. También designa a una oveja que se pierde. Esta acepción, que no figura en el DRAE, se documenta en las cabañas del norte de León, Soria, Ciudad Real y Extremadura. átona: La voz átona (o atonada) designa a la oveja que se ata para que críe un cordero de otra madre. Hay que atarle dos patas (una de adelante y otra de atrás) para que no se marche y facilitar que el nuevo cordero, al que también se ata una pata, pueda mamarla. Para que acepte antes y mejor al nuevo cordero se le pone a este un trozo de piel del cordero muerto atado al rabo. A veces se le cubre con la piel entera. Se trata de un vocablo característico del ámbito de la trashumancia, documentado en el norte de León, Palencia, Soria, La Mancha y Extremadura. Figura en el DRAE con la acepción de ‘oveja que cría un cordero de otra madre’. cabeza: En la trashumancia, la cabeza designa la parte mayor en que se divide el rebaño en los puertos de montaña; va a los puertos más grandes. Esta acepción, que no figura en el DRAE, se documenta en las cabañas del norte de León, Soria, Ciudad Real y Extremadura. retazo: Es la otra parte del rebaño, la parte menor en que se divide el rebaño en los puertos de montaña; va a los puertos más pequeños. Esta acepción, que no figura en el DRAE, se documenta en las cabañas del norte de León, Soria, Ciudad Real y Extremadura.

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empellejar: La voz empellejar (o empellicar) designa la acción de tapar a un cordero con la piel de otro para que la madre del muerto le dé de mamar y adopte creyendo, por el olor, que es su hijo. Esta acepción, no recogida en el DRAE, está viva en la montaña leonesa [Prioro] y en Soria, Ciudad Real y Extremadura. La variante empellicar se recoge asimismo en Andalucía con el mismo significado. jaldeto: Es un término despectivo que designa a los hombres que no van a Extremadura como pastores trashumantes y se quedan en el pueblo. La voz, no recogida en el DRAE, está viva en el noreste de León [Prioro, Tejerina]. Voces relacionadas con el ganado vacuno En cuanto al ganado vacuno, este es la principal riqueza de la montaña leonesa. Predomina el pastoreo, que, a principios de primavera, tiene lugar en los pastos cercanos al pueblo y en el verano en los altos puertos, mientras se deja crecer la hierba de los prados para segarlos en junio o julio y recoger el heno en los pajares o heniles para alimento del invierno, durante el cual las vacas permanecen en el pueblo estabuladas. El pastoreo en los pastos de montaña, tanto el ganado vacuno como del lanar, se realiza en régimen de vecera. El pastoreo y el contacto continuo con un colectivo de reses han originado gran cantidad de léxico. Lo que más llama la atención es la cantidad de variantes que se dan para el mismo referente. buería: La buería (o boyería, bueyería, boiría, boría) designa la zona de pastos en la que solían echar la vecera de los bueyes, cuando la había en los pueblos. La variante boira aparece en la documentación antigua leonesa, en un documento de Sahagún [4, 869]: in uila que dititur Artinaba subtus domum meam ubi dititur ad ila boira bacarica adpretiata ipsa terra per 7 suos terminos in ces semodios . La voz, no recogida en el DRAE, parece usarse solo en la montaña oriental leonesa, donde es base de topónimos: La Boería, en Llánaves de la 7

Álvarez Maurín, 1994, p. 208.

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Reina; La Boría, en Espejos de la Reina; La Buería, en Pedrosa del Rey; La Boría, en Huelde; La Boiría el Campo y La Boiría el Codijal, en Prioro. Aparece la palabra en un romance popular de la zona de Prioro: Cuando no están trabajando echamos a la vecera y pacen en la boiría del Raso y la Jugadera8.

Tuvo que ser viva un poco más al occidente, pues encontramos el topónimo Las Buerías en Redipuertas. Desde que ya no hay bueyes, son zonas de buenos pastos a donde con frecuencia va la vecera de vacas. En el occidente de la provincia se usan otros derivados de buey, tales como bobia, buiriza, guariza, etc., bases, a su vez, de numerosos topónimos. ballico: El ballico designa el recipiente, hecho antes de la piel de un cordero, ahora de metal cilíndrico, donde se mazaba la leche para hacer mantequilla. Tiene una forma alargada y dos orificios: uno grande por el que se echa la nata y se saca la manteca y otro pequeño por el que se saca el suero de la leche. La ballica es un ballico pequeño. El ballico sirve también para bajar la leche al pueblo desde la majada. Según parece, cada pastor tiene, al menos, dos ballicos: el ballico natero es el que se deja colgado en el arrudo, durante la noche, para que la leche nate, o el que se introduce en la fuente durante el día, en un cuadro formado con piedras, y colgado de un arrudo de un solo gajo que se llama estaquera. La voz ballico, no recogida en el DRAE, se documenta en el noreste de León [Sajambre, Tejerina, Tierra de la Reina, Lario], en Asturias y en Palencia. Se dice que una persona se pone como un ballico cuando bebe mucho. Hay un cantar que dice:

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Gutiérrez Álvarez (en prensa).

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La chica que yo cortexie me tiene que regalar una vaca con un xiatu y un ballicu pa mazar9.

En el occidente de la provincia leonesa se usan bachecu o batsecu con la misma acepción. friera: La friera es la cantidad de leche desnatada por el frío de la noche o de la fuente en que se coloca el ballico, el líquido que queda después de haber separado la nata para hacer la mantequilla. Se hace en el cascollo (o vasija de barro o madera, con un agujero en un lado). Sale por un agujero después de quitar la espita (o pequeño tapón). Esta acepción, no recogida en el DRAE, se documenta en el noreste de León [Tierra de la Reina, Sajambre, Tejerina, Prioro], Asturias y Palencia [Montaña], formando así un área compacta. arno: El arno designa el molde para el queso hecho de corteza de árbol. Suele ser de salguero. La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León, oriente de Asturias y Palencia. Con la acepción de ‘encella para el queso’, se emplea aro en otras provincias [Zamora, Salamanca, Santander, Andalucía, Canarias, Navarra y Aragón]. arrelanzar: La voz arrelanzar (o relanzar) designa la acción de atrasarse una vaca al cumplir el tiempo de parir. La palabra, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León [Tierra de la Reina] y en Santander [Liébana] con la misma acepción. allance: Es el tiempo que arrelanzan las vacas, esto es, tiempo que se atrasan las vacas al cumplir el tiempo de parir. 9

Fernández González, A.R., 1959, p. 172.

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La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León. Voces relacionadas con el ganado beroja: La beroja es un cobertizo, sin puertas, donde se guarda el carro, las herramientas, la leña, el ganado, etc. Protege, a veces, el boquero de la tenada y así la lluvia no moja la hierba que hay en el carro. Dicen, por ejemplo, en Prioro: La jata está ya en la beroja; abre la puerta de la cuadra y átala. En un romance popular aparecen estos versos: En el umbral de la cuadra está la beroja abierta con una puerta, un boquero y tres paredes de piedra. (...) La beroja es el lugar donde las vacas esperan, donde se matan los gochos por diciembre en la cazuela, donde espadan las mujeres el lino en la espadadera, donde en el tintón los niños al viento se balancean, donde serios madreñeros entarugan las madreñas, donde en la penumbra buscan su intimidad las parejas10.

Se trata de una voz no documentada en el DRAE, muy viva en el noreste de León [en particular en Tejerina, Prioro, Tierra de la Reina] y en la montaña palentina.

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Gutiérrez Álvarez (en prensa).

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vestecha: La vestecha (o bestecha, bistecha) designa el soportal, cobertizo o sencillo techado que sirve para guardar de la intemperie el ganado, el carro u otros aperos de labranza. La voz figura en el DRAE desde la edición de 1925, localizada en León. Se documenta en toda la montaña oriental leonesa donde está muy viva y en Palencia con la misma acepción. conteo: El conteo (o cuento) designa el palo de apoyo aplicado a un árbol para que no se incline, a una rama para que no se rompa por el peso de la fruta o también la piedra o leño que se pone por detrás de la rueda de un carro o vehículo para que no recule. El DRAE no recoge conteo sino cuento con la acepción general de ‘pie derecho o puntal que se pone para sostener algo’. La variante conteo se documenta en el noreste de León y en Asturias. En el mismo romance anterior figura también conteo: En un rincón silencioso duerme el carro de madera, que apoya en el cabijal el peso de su cabeza y tiene puesto un conteo de piedras contra sus ruedas.

contear: El verbo contear designa la acción de sostener, apoyar un árbol o un carro. La voz, que no figura en el DRAE, se recoge en el noreste de León [Tejerina, Tierra de la Reina, Sajambre, Prioro]: Se contean los árboles cuando están cargados de fruta. El llobachu iba conteando pur adentru [refiriéndose al carro]. Se usa asimismo en Asturias con la misma acepción: Contia la muria con esi palu. El palu contia la muria. Contiamos l’horru. La viga nueva de fierra contia bien el teyáu.

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Plantas, arbustos, frutos o flores de la montaña leonesa argumón: El argumón (o argomeno, argumeno, argamón) designa el serbal silvestre, serbal del cazador, Sorbus aucuparia L. Es un árbol de corteza lisa y grisácea; flores blancas y muy olorosas agrupadas en corimbos terminales; el fruto, la serba, es globular de color escarlata. Florece en mayo y se cría en laderas frescas y zonas montañosas mezclado con otras especies. Con la fermentación de sus frutos se obtienen licores. Sus mermeladas y jarabes son antiescorbúticos y se han empleado contra 11 diarrea y hemorroides . La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León: Prioro (argumón); Tierra de la Reina (argumón, argamón); Oseja de Sajambre, Salio (argomeno o argumeno); Huelde, Carande y Riaño (argumeno). Es base de varios topónimos: Salgomenar, en Salio; El Argumón, en Llánaves de la Reina; Alto de los Argamonales y Loma de los Argamonales, en Valverde de la Reina; El Argumeno, en Oseja de Sajambre. Se documenta asimismo en el oriente de Asturias bajo la forma argomenu: ‘serbal del cazador, se cultiva como adorno y en los montes de Campo de Caso crece espontáneamente, es de bastante corpulencia, tiene 12 hojas aovadas y produce racimos de bayas de color encarnado’ . En otras comarcas leonesas, especialmente en el occidente de León, este árbol se denomina capudo, capudrio, capudo o capudre. barrosal: El barrosal (o barrosinal) designa un arbusto silvestre que produce un fruto de color rojo, del tamaño de la majuela, pero sin hueso. La voz, que no figura en el DRAE, se documenta solo en el noreste de León [Tejerina, Huelde, Horcadas]. Es base de topónimos en Huelde: El Barrosal y Las Barrusiellas; El Barrosinal del Soto Abajo, en Riaño. barrosa: La barrosa (o barroso) es el fruto del barrosal.

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Esgueva, 2001, 269-270. Neira, 1989, s.v. árgoma.

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La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León, donde es base de topónimos: Los Praos de la Barrosa, en Pedrosa del Rey, y en Palencia. barrosindo: Es un fruto parecido al arándano, más gordo, de aspecto piloso y de color. La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en Tierra de la Reina y en Palencia. barrosindal: Designa un terreno poblado de barrosindos. La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en Tierra de la Reina. celingreña: Designa un pequeño tubérculo en forma de cebolla que, en primavera, abunda en campos y prados. Estos frutos gustan mucho a los 13 jabalíes. Recuerdan los Hermanos Casquero que “cuando cantaba el cuco, se solía decir (...): Ya se pueden comer celingreñas. Si iban los mayores al monte con alguna vecera del ganado, nos traían a lo niños un montón de ellas, haciendo unas roscas que tejían como las rastras de los ajos”. La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León [Prioro, Tejerina]. celombral: Designa un campo de celombros. La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León [Tierra de la Reina], donde es base de un topónimo: Los Celombrales [Portilla de la Reina]. celombro: El celombro (o celondra) designa al arbusto silvestre parecido al grosellero, y al fruto. Se trata de una baya de color rojo y de sabor agridulce. La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León [Tierra de la Reina] y en Palencia.

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Casquero, 2001, 71.

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garamital/garamito: El garamital o garamito es el escaramujo, rosal silvestre o arbusto sarmentoso, de la familia de las Rosáceas, con espinas fuertes y curvadas; hojas aovadas o elípticas y aserradas en los bordes. Flores blancas, rosadas y encarnadas; el fruto cuando madura es una baya roja, carnosa y dura. Florece en mayo y se cría en setos, terraplenes y espesuras. Es una planta muy variable; son comestibles y astringentes y 14 sirve para cortar la diarrea, Rosa Canina, L. . El garamital designa solo el arbusto, mientras que el garamito (o garamita) puede designar tanto el arbusto como el fruto. Sus frutos y brotes son manjar para las cabras. El efecto astringente de este arbusto está en el origen de varias coplas: Los garamitos de mi garamital / pican en el culo y no dejan cagar El que come garamitos, de garamital, le pica el culo al cagar.

La voz garamital, no recogida en el DRAE, se documenta en el noreste de León [Prioro, Tierra de la Reina, Sajambre]; garamito se usa en la misma área y también en Asturias y Palencia. En otras comarcas leonesas llaman al escaramujo agavanza, gavanza, garbanzal, garbancera, rosal bravo, zarza, zarza de garabita, zarza revilva, espinu garbanceiru, pinchaculos, etc.; al fruto, picaculos, tapaculos, garbanzo, agavanza, etc. gedionda/cerezuela: Designan un arbusto de flor blanca y olor fuerte cuyas ramas flexibles se usan en la montaña para hacer porrachas, cachavas. La voz, no recogida en el DRAE, puede estar relacionada con feder. Se documenta en el noreste de León [Tierra de la Reina] y en Palencia.

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Esgueva, 2001, p. 121.

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despachapastores: La voz despachapastores (o espachapastores) designa una planta herbácea de la familia de las liliáceas, perenne con hojas lineares, planas y glabras. Sus flores pequeñas solitarias o geminadas, de color rosado-purpúreo, aparecen en el otoño antes que las hojas. Florecen en prados, zonas de pasto y eras después de la trilla. Es la Merendera 15 pyrenaica . La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León [Tejerina, Tierra de la Reina, Montaña de Riaño], en Palencia y en la Rioja. Para designar esta planta se recogen también las voces quitameriendas, alzameriendas, espantapastores, merendina, merendera, encurtiasmerendas en otras zonas de León. Otras voces de uso corriente en la Montaña arreonder: La voz arreonder (o arrejonder, arregonder, arrender) designa la acción de rendir mucho una cosa, cundir. Se usa en frases del tipo: Me arrejonde mucho el camino, ‘se me hace muy largo el camino’; los días arregonden mucho a partir de abril. La voz, no recogida en el DRAE, se usa en el noreste de León [Prioro, Sajambre, Tierra de la Reina] y, un poco más abajo en la cuenca media del Esla: “Se dice que los días arregonden mucho, cuando por los meses de marzo y abril, al disminuir las horas de noche, hay más tiempo para todo”16. avencias: Son trozos de carne de cerdo o hebras que se encuentran en la parte delantera del cerdo y se sirven fritas, el día de la matanza, concretamente por la noche cuando había pasado el tiempo suficiente a que se enfriara. La voz, que no figura en el DRAE, está muy viva en el noreste de León [Tejerina, Prioro, Tierra de la Reina] y en el pueblo palentino de Estalaya. Aparece en un romance popular de Prioro:

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Esgueva, 2001, p. 247. Urdiales, 1966, p. 226.

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Janick Le Men ¡Qué barbada, qué tocinos, qué coritos y qué avencias, qué jamones se adivinan en las sus patas traseras! ¡Ay gocho, gocho muy gocho no sabes lo que espera!17

gargolear: Este verbo designa la acción de vocear, cantar desafinadamente. La voz, no recogida en el DRAE, procede de la raíz onomatopéyica garg-, que imita el ruido del gargajeo y otros que se hacen con la garganta. Se recoge en el noreste de León [Prioro, Tierra de la Reina] y en la montaña palentina. celingar: La voz celingar designa la acción de mover un animal el rabo, zarandear a una persona y, especialmente, la de sacudir, menear un árbol, generalmente frutal, para que caigan sus frutos: Celinga, celinga, no debe quedar, ninguna manzana en el manzanal.

La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León [Prioro, Tierra de la Reina, Tejerina]. muelda: La voz muelda designa un bloque de nieve, que se desliza pendiente abajo, no como el alud que rueda y va aumentando, y también un gran desprendimiento de tierra. La voz, que no figura en el DRAE, se recoge en el noreste de León [Tierra de la Reina, Lillo, Tejerina, Prioro, Las Salas]. Presenta un rasgo fonético 18 característico del leonés . 17

Apud Gutiérrez Álvarez (en prensa).

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regañina: La voz regañina (o regañita, regallina) designa un juego infantil consistente en balancearse sobre un tronco puesto en equilibrio sobre una piedra o entre el cabezón y la trasera del carro. Se suele decir: Regañina, ponte en quina, canta el gallo y la gallina. No juguéis a la regañina en el carro pues vais a romper las raberas.

La voz, que no figura en el DRAE, se documenta en el noreste de León [Sajambre, Prioro, Tierra de la Reina], donde está muy viva. En la misma área existe el verbo arregañarse, que designa la acción de balancearse sobre un tronco o madero puesto en equilibrio.

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Janick Le Men

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LÉXICO AGRÍCOLA LEONÉS DE HACE MEDIO SIGLO ENTRE LA CEPEDA Y EL ÓRBIGO JOAQUÍN SERRANO SERRANO Departamento de Filología Hispánica y Clásica Facultad de Filosofía y Letras Universidad de León Campus Universitario de Vegazana 24071 León

Este trabajo intenta ser una breve muestra del léxico agrícola leonés utilizado en una comarca de la provincia de León, entre La Cepeda y la Ribera del Órbigo. Tiene dos partes muy diferentes y complementarias. En la primera se ha ficcionalizado una narración ad hoc, en la que se van insertando —en su contexto de uso— los vocablos de las hablas leonesas que se quieren resaltar y explicar. Esta ficción narrativa sigue un orden cronológico, que se inicia no con el año oficial sino con el ciclo de las cosechas. En esta parte narrativa se van explicando en nota las ciento setenta palabras o expresiones que puedan necesitar aclaración. La segunda parte es un índice alfabético de los términos con algún matiz dialectal incluidos en la narración y/o explicados en las notas. Palabras clave: Hablas leonesas, léxico rural, léxico agrícola, dialectos leoneses, Ribera del Órbigo The aim of this study is to present a brief sample of agricultural Leonese lexis used in the region of the province of León between La Cepeda and Ribera del Órbigo. The study comprises two distinct complementary parts. In the first an ad hoc narrative has been fictionalised, into which, within their context of use, the words of Leonese speech have been inserted in order to highlight and explain them. This fictional narrative follows a chronological order which begins not with the official start of the year but rather with the cycles of harvesting. In this narrative section the one hundred and seventy words or expressions which may require clarification are explained in the notes. The second section of the paper comprises an alphabetical index of the terms with dialectal nuance which are included in the narrative text and / or explained in the notes. Keywords: Leonese regional speech variations, rural lexicon, agricultural lexicon, Leonese dialects. Ribera del Óribigo

0. Introducción En este artículo recojo parte de la tesina de licenciatura, presentada en Oviedo, dirigida por Álvaro Galmés de Fuentes, bajo el título de “Aportaciones lingüísticas al conocimiento del habla de la Ribera del Contextos XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 337-365). ISSN: 0212.6192

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Órbigo”. En aquel trabajo, además de una primera parte de estudio fonético (del vocalismo y consonantismo), y una segunda de estudio morfosintáctico, se hacía después un apartado en el que recogía el léxico de la zona estudiada, organizado en determinados campos. El campo más cuantioso era el relacionado con las labores agrícolas. Retomo ahora parte de aquel viejo estudio, con algunos retoques y algo de reorganización, para dar a conocer lo que me parece más llamativo de ese léxico agrícola, entre La Cepeda y el Órbigo, de hace medio siglo, recogido a través de varias encuestas en varios pueblos de la Ribera del Órbigo, y basado muy especialmente en el conocimiento personal del habla de la zona. Estructuro el estudio de la manera que considero más accesible al lector, haciendo una especie de narración, numerada por párrafos, que sirva de explicación de las labores agrícolas que se están describiendo; exposición en la que voy engarzando el léxico pertinente. Ese léxico lo voy marcando en cursiva. A cada una de las palabras que puede necesitar una mayor aclaración, le pongo una nota a pie de página. Para poder localizar después las palabras explicadas ―en la narración o en nota―, elaboro un segundo apartado con un listado alfabético de los vocablos y expresiones a los que se hace referencia, indicando la nota en la que se explica y el párrafo de la narración en el que sale. La narración ni pretende ser ni es un ejemplo del habla leonesa de la zona hace medio siglo. Es simplemente un pretexto para enmarcar y entender mejor los vocablos que se analizan. Lo que intento es fijar la atención en los términos marcados en cursiva; e incluso estos, no se trata de reproducirlos fonéticamente de modo total. Todo observador que afine el oído es consciente de la enorme variabilidad vocálica, sobre todo en pretónicas y postónicas; tenemos, además, el casi generalizado cierre de -o final; lo mismo que cierta tendencia a la -e paragógica; además, está la relajación de la consonante intervocálica -d-, principalmente en la terminación -ado; fenómenos todos ellos que no recojo ni reproduzco. Este trabajo no tiene la más mínima intención exhaustiva. Es simplemente una muestra ―una de tantas ya― del léxico relacionado con algunas labores del campo, para dejar otro testimonio de que en una zona de León, hace medio siglo, se usaban unos vocablos, que testimonian determinados fenómenos lingüísticos. Por ello mismo, ahorro al lector toda referencia bibliográfica y todo intento de análisis, aspectos ambos que se

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pueden encontrar en las muchas decenas de estudios sobre nuestras variedades lingüísticas en la provincia de León. En este tema, lo que no se puede dejar de citar a estas alturas es el exhaustivo, ambicioso y magistral Léxico del leonés actual que está publicando la profesora de nuestra universidad Janick Le Men. 1. El ‘temprano’ y el ‘seruendo’: los vocablos en su contexto [I] A diferencia del seruendo1, que se siembra o planta en primavera y por ello es de ciclo corto, el pan2 y los otros cereales se siembran en octubre, poco después de la vendimia, y son de ciclo mucho más largo. El centeno irá en los quiñones y tierras de cendal3, y el trigo va en tarreno4 más barrial5 y en trigales6 más cercanos al pueblo o a los valles. Antes de seruendo: conjunto de productos que se siembran o plantan en primavera: la remolacha, patatas, berzas y la mayoría de los cultivos de huerta: Ya mejoran los días, habrá que empezar con el seruendo. En este caso funciona como sustantivo. También se usa como adjetivo y significa atrasado, tardío: Esas patatas van muy seruendas; esos tomates van muy seruendos, no van a madurar. El seruendo se opone al ‘temprano’: el temprano se siembra en otoño y el seruendo en primavera. En general, el temprano es de secano y el seruendo, de regadío. 2 pan: se llama “el pan” al centeno en general. Qué, ¿ya habéis sembrado el pan?; Este año el pan granó mucho. También se usa en plural: los panes: Cuando menos te descuidas, las ovejas se van a los panes (entran a pacer en fincas sembradas de centeno). También se usa en la acepción más general: Mamá, dame otro cacho de pan. 3 cendal: tierras de cendal son fincas de tierra suelta y fácil de trabajar, aptas para sembrar centeno. Cendal se opone a ‘barrial’ (nota 5). Se puede usar como adjetivo: terreno cendal; y se usa también como sustantivo: El cendal se trabaja mejor que el barrial. 4 tarreno: terreno. También se puede oír ‘terreno’. En muchas palabras es constante la variabilidad de las vocales pretónicas y postónicas. Por ello, no reflejaré habitualmente este fenómeno en este trabajo, a no ser en casos más llamativos. 5 barrial: es un terreno menos suelto que el cendal, más barroso y fuerte, y por ello más apto para sembrar productos como la remolacha, berzas, trigo. Se usa como adjetivo (tarreno barrial) y como sustantivo: Al barrial hay que ararlo más tarde. 6 trigal/es: se llama trigal a la finca, de terreno barrial, que puede y suele dar trigo, pero no hace falta que esté en ese momento sembrada de trigo. Hay trigales de secano y de regadío. Los trigales de secano sí van preferentemente de trigo, pero en regadío se siembra de todo: remolacha, cebada, patatas, maíz o cualquier otro producto: Tengo cuatro trigales, uno lo eché de trigo, otro de cebada, otro de garbanzos y el de regadío irá de patatas. Nunca se llama trigal al trigo sino a la finca: Ese trigal tiene buen trigo; Ese trigal da buena remolacha; El trigo de ese trigal grana mucho; Ese trigal está de fuelga. 1

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trabajarlo, el tarreno suele estar de restrojo7, de la cosecha anterior (desde que se da la restrojera, a mediados de agosto, ya entran las ovejas a comer las espigas y a pacer). Un año se siembra el bago8 de arriba y al siguiente, el bago de abajo. Algunas tierras llevarán varios años de adil9, si las habían dejado de fuelga10. Los que no se podrán sembrar son los arrotos11, a no ser que se hayan cortado todas las trampas12 y carbayas13 y arrancándoles bien todas las réices14. Tampoco se siembra en las cabuercas15 ni en las

restrojo: rastrojo. La restrojera es el conjunto de los rastrojos. Dar la restrojera es dar el coto, dejarlo libre, es decir, permitir a los animales entrar en los rastrojos para comer las espigas que quedaron después de la siega y el acarreo. 8 bago, ‘los bagos de arriba y de abajo’: parte del terreno de un pueblo. En este caso se utiliza para indicar la parte que se siembra cada año, ya que se hacen las siembras alternantes, un año se siembra un bago, y al siguiente descansa y se siembra el otro. 9 adil: finca baldía, no trabajada ni sembrada durante varios años y por ello ya con bastante maleza. Pero se llama adil a la finca delimitada y con dueño, no al monte comunal. Adil parece exigir que en algún momento haya sido trabajado, aunque ahora lleve tiempo sin arar ni sembrar. Se usa en singular (un adil, el adil), en plural (los adiles, unos adiles) y en construcciones como ‘dejar de adil’, ‘tener de adil’: Lo tiene de adil desde hace cinco años. 10 fuelga: una finca está de fuelga si está sin arar ni sembrar, una vez que pasa el tiempo de ararla y sembrarla. Es un significado cercano a ‘adil’: la finca de adil está de fuelga, aunque no todas las fincas de fuelga son adiles. Un adil parece exigir más tiempo sin trabajar y tener hierbajos o monte bajo; también suele llevar unida la idea de finca de secano y algo lejana a la población: Tengo de fuelga el trigal del Engido; la tierra de Valdeveigas lleva tres cosechas sin sembrar, ya parece un adil. 11 arroto: son fincas que están o estuvieron de monte, a veces monte bajo, trampas, matas, y también monte alto, robles. Si se han roturado y labrado, se les siembran cereales: Los arrotos de las Fondonadas dan buen centeno. Si están aún de monte, se les puede cortar la madera y leña para uso de la casa o para vender: Tengo que traer cuatro carros de trampas del arroto de Valdeferruelo, para arrojar el horno. En la zona estudiada, este uso de arroto como finca con matas y carbayas y monte bajo es más habitual que el de finca roturada y labrada. 12 trampa: cada una de las plantas de roble cuando están a medio crecer. Si son muy grandes, son ya carbayas. Si son muy pequeñas, aun no son trampas. 13 carbaya: roble, cuando tiene tamaño grande. Según van creciendo las matas de roble, van pasando a trampas y si no se las corta se harán carbayas. Si es muy grande, se le puede llamar carbayona. 14 réices: raíces. Es significativo el cambio de acento y la variación vocálica. En singular se dice ‘la rey’, ‘una rey’ y en plural ‘las reices’, ‘dos reices’, ‘siete reices’: Fui al arroto a cavar reices y saqué una rey tan grande que me sirve de pie para picar la leña. 7

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cembas16 porque ni se puede arar ni iba a enjancar17 bien el trigo o el centeno; y menos aún se intenta sembrar en los llamargos18 e hiyuelos19, porque se atollaría la pareja. [II] La primera labor en la primavera es ir preparando los quiñones, tierras y trigales. En abril o mayo se ralva20 con la vertedera y en junio se bima21 con la tiva22. A veces, hasta se tercia23 alguna finca. Si acaba de llover mucho, el terreno puede estar muy enjatado24; pero si dejas pasar unos días, queda de mejor tempero. Cada día que se va a arar se da la yera25. Algunos tienen bueyes, pero la mayoría tienen vacas pardas, moras cabuercas: barrancos o regueros muy hondos, en lugares pendientes, formados, acaso, por efecto de la erosión y el agua de tormentas. Pueden tener algo de vegetación, pero es más habitual que sus socavones estén desnudos de plantas. 16 cemba: franja de terreno sin labrar y con hierba y otra maleza, que separa dos fincas, generalmente a distinto nivel, o entre un terreno y un camino. La cemba está cubierta de hierba. Puede haber cembas grandes, de dos o más metros de anchas (una cembada), y cembas más estrechas, poco más que un sendero. A lo largo, la cemba puede tener la extensión que sea: El termenero estaba en la mitad de la cemba; El padre y el hijo se sentaron en la cemba a charlar un rato. 17 enjancar: echar raíces una planta: Esos tomates han enjancado bien ahí. 18 llamargo: zona muy húmeda, de pequeñas fuentes y continuos remanos. 19 hiyuelo: pequeño trozo de pradera o barro donde permanentemente está húmedo porque hay algún pequeño manantial de agua. Un hiyuelo persistente o varios juntos suelen formar un llamargo (nota 18). 20 ralvar: primera arada que se da a una finca. 21 bimar: segunda arada que se da a la finca, que antes se ha ralvado. 22 tiva: el arado. 23 terciar: en este caso es la tercera arada que se da a una finca, que antes se ha ralvado y bimado. Pero terciar también tiene otros usos. Por ejemplo, al comprar una vaca, comprador y vendedor no acaban de llegar a un precio; viene un tercero que parte por medio la diferencia y les ayuda a llegar al acuerdo final. Ese tercero ha terciado en el trato. 24 enjatado: del terreno se dice que está enjatado cuando está muy húmedo y pegajoso, que se pega a los instrumentos y no queda suelto ni aireado. Se puede usar también en otros contextos. 25 yera: la voz ‘yera’ se usa en dos expresiones: ‘dar la yera’ y ‘andar a yeras’. Dar la yera es hacer el trabajo del día. Se usa sobre todo ―pero no solo― en la arada, cuando se va a ralvar o bimar. Ha dado la yera el que ya aró el quiñón o tierra/s que tuviera previsto para ese día: ¿Qué, ya diste la yera? Sí, por hoy ya lo dejo. No tiene un límite de horas ni de labor, sino por 15

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o silgas26. El vecino que solo tiene una vaca tiene que juntarse con otro en semejantes circunstancias, para formar pareja y así andan a yeras27, un día va a arar uno y al siguiente el otro. Se uñen28 con el jugo29 y los acornales30. Las arrean con la ijada31, bien larga, teniendo cuidado de no romperles el cuero con el ijón. [III] La siembra de los cereales se hace a mano, a voleo32, por embelgas33 y se va cubriendo con la tiva. No hay por qué arar muy hondo, mejor arar valero34, para que la reja no pille tantas piedras o llegue al barro. Tienes

aproximación. Por eso, se puede dar poca yera o mucha yera y también preguntar ¿Qué tal se te dio la yera? Por extensión, dar la yera significa trabajar, en general. 26 silga se aplica a los animales de dos colores, medio blancos medio negros, es decir, con cuero blanco con muchas manchas negras, o al revés, con predominio negro y muchas manchas blancas, generalmente con formas redondeadas. Puede funcionar de adjetivo (la vaca silga) y de sustantivo: Las silgas dan mucha leche. 27 andar a yeras: está explicado en el texto. Dos vecinos andan a yeras cuando, para formar pareja de animales, ponen un animal cada uno y trabajan en días alternos, un día uno y al siguiente el otro (Ver también nota 25). 28 uñir: uncir, ponerles el yugo a dos animales, para que funcionen como pareja para trabajar. Se usa también el antónimo ‘desuñir’, aunque es más habitual decir ‘soltar’. 29 jugo: yugo. 30 acornales: son correas fuertes y planas de cuero, de tres o cuatro centímetros de ancho y extensión variable, acaso tres o cuatro metros, que sirven para sujetar el yugo a la cabeza y cuernos de las vacas. 31 ijada e ijón: la ijada es la aguijada o palo largo y delgado, pero firme, para arrear (picar) a las vacas. Al final suele llevar una punta de hierro para aguijonear a los animales, el ijón; o puede ir afilada, con el mismo fin: A esa ijada se le perdió el ijón. 32 a voleo: es la forma de sembrar los cereales o de esparcir el abono mineral. Se hace llenando la mano de la semilla y soltándola regularmente y en semicírculo, delante de nosotros, a dos o tres metros de distancia, en el movimiento de derecha a izquierda que hace el brazo de forma rítmica y regular, a la vez que la persona va andando. 33 embelga: división del terreno en franjas para facilitar la siembra o el riego. El final de la embelga viene marcado por un cantero (nota 36) o surco que queda más elevado. 34 valero: poco profundo. Arar valero consiste en intentar que la reja del arado no entre muy honda. Sale también en el irónico refrán, sobre arar: Ralo y valero, que es pa el zapatero.

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que hacer los sucos rectos, agarrando bien la manjera35 de la tiva y al acabar la embelga tienes que echar el cantero36. Hay que cuidar que queden todos los granos enturados37 porque si no, los van a comer los pardales. Al final se echan unos sucos de celas38 para no pisar al vecino. En algún caso, en fincas por donde pasa un sandero o una rodera o con peligro de ser pisoteadas, se amundilla39 algo para que se sepa que está sembrada y la respeten, pues ya se sabe que “el que finca arrinca40”. Si fuera en regadío, en vez de la mundilla, a veces se le pone un espantajo, como si fuera un guirrio41. manjera: extremo del arado por donde se agarra con la mano, para dirigir la arada y lograr que la reja profundice más o menos y que el surco salga más o menos recto. En algún caso puede oírse ‘mancera’. 36 cantero: aquí ‘cantero’ es el surco que sobresale algo sobre los demás. Su finalidad principal ―pero no única― es separar las embelgas. En el regadío es importante porque impide que el agua pase de una embelga a otra. En el secano favorece la siembra o el abonado. Pero el cantero puede tener otras finalidades: A la orilla de la cemba hice un cantero y puse allí los ajos. Propiamente, ‘cantero’ es la parte alta del surco. Todo surco tiene parte baja, honda, el surco propiamente dicho; y parte alta o lomo, el cantero. Hay frutos que se siembran o plantan en el surco, abajo; y frutos que se siembran o plantan arriba, en el cantero. Los ajos los sueles poner arriba, en el cantero, porque son más de secano, requieren tierra más seca; y las berzas las sueles poner, al menos al principio, abajo, en el surco, porque permiten más humedad. 37 enturado: tapado, oculto, generalmente con tierra, pero no solo: Entura esa muñica con algo de broza, que al menos no se vea. 38 celas: como sustantivo, las celas son los surcos cruzados que se echan en el extremo de una finca con la finalidad de trabajar ese trozo final a donde no se llegaría arando en el sentido longitudinal, porque hay un reguero o camino, o porque habría que pisar la finca del vecino: Echa por lo menos seis sucos de celas, no le pises las habas al ti Juan. Como verbo, celar es dar la vuelta: ¡Qué mal celan estas vacas! 39 amundillar es poner una o varias mundillas. Mundilla es un pequeño atije de paja larga de centeno majado, es decir, de cuelmo, doblada y bien atada. Suele ponérsele un palo más corto o más largo según los usos. El uso principal de la mundilla puede ser barrer algo o quitar el polvo de algún rincón algo alejado. En el texto, la mundilla, puesta vertical sobre un palo clavado en tierra, dentro de una finca, indica que está sembrada. 40 el que finca arrinca: viejo refrán que indica que el que siembra tiene derecho a recoger lo sembrado. En el verbo arrincar, la ‘i’ es principalmente exigencia de la rima, aunque tampoco es ajeno al oído de la zona el verbo ‘arrincar’; pero es más habitual ‘arrancar’. 41 guirrio: persona disfrazada en carnaval, generalmente de ropas viejas. Por extensión, persona mal vestida: Con esa chaqueta tan rota pareces un guirrio. 35

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[IV] Una vez sembrado, se despreocupa uno de ello hasta la primavera, en que empieza a crecer. La cebada, por ejemplo, suele nacer y tener crecimiento más rápido que el centeno. Por ello, se ponen a hablar así: ―¡Ay cebada, cebadina42, no te han sembrado y ya estás nacida! ―Calla tú, centenón, que estás nueve meses entre el tarrón. Cuando ya va crecido, de alguna esquina de la tierra se siegan unos feijes o fejes43 de verde. Se echan encima de las andarillas44 de la burra y se llevan para el ganado. Si no es muy tarde, rucha45 otra vez el redruyo46, y llega a espigar, pero ya no suele granar, irá más seruendo y quedará arredruyado. [V] En algunos trigales al trigo le nace mucha yerba, buéligo y jenifos, y hay que jajarlo47. El jajo se lleva para casa y se le da a los animales. Si el trigal es muy bueno, el trigo aguanta48 mucho a crecer y se adelanta y va camino de encamarse y granar poco. Para evitarlo, hay que afoyarlo49 un

cebadina, centenón: diminutivo en -in y aumentativo en -on, tan propios del leonés. fejes o feijes: haces. Se usan ambas formas. Es palabra de mucho uso. 44 andarillas: angarillas. Principalmente, designa al artefacto de palos de madera, unidos con cordeles o cadenas, que, sobre el lomo de las caballerías, cuelga a ambos lados y sirve para transportar muchos tipos de objetos. 45 ruchar: brotar: Mira, este árbol ya está empezando a ruchar. Se usa también como sustantivo, ruchos: Vamos a cavar ruchos; Esa rama del peral no echó rucho ninguno, se secó. 46 redruyo: es la segunda caña y espiga que echan los cereales, en los casos en los que para aprovechar el fruto verde para alimento del ganado, se ha segado en primavera algún trozo de una finca. En esos casos, el centeno vuelve a crecer otra vez, pero se queda más pequeño y ruin y ya no llega a granar: es el redruyo. Si alguna finca tiene el centeno muy ruin también se dice que parece arredruyado. 47 jajar: quitar la hierba. Como sustantivo, es el jajo, conjunto o montón de hierbas que se han jajado. 48 aguantar: ir muy rápido. Es un verbo que se usa mucho y solo en esa acepción: Venga, aguanta, que si no, no llegamos. 49 afoyar: cortar la parte superior de la caña y naciente espiga del trigo, cuando en primavera y en fincas buenas algún trozo se adelanta mucho y peligra que no se sostenga de pie sino que se eche al suelo, y consecuencia de ello no grane bien. Para retrasar algo el proceso y permitir su desarrollo normal, se le corta algo la parte superior, la hoja: se le afoya: Esa poza del trigal se te va a encamar y luego no grana; tienes que afoyarla algo. 42 43

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poco. Sin embargo, las fincas más ruines hay que acebadarlas50 para que den buen trigo al año siguiente. En algún testero más calizo el trigo se aporraina51. Las tierras que daban mejor forraje estaban en la zona de los Forrainales52. [VI] En julio, tras la recogida de la yerba, empieza la siega del pan, el centeno. Después se sigue con el trigo y por fin la cebada. En la temporada de siega, hay que madrugar y salir aprisa para los quiñones. Los hombres van más bien en el caballo o la mula y siempre a la espernancuela53; y las mujeres van en las burras, a la sentayeta. Se trabaja cerca de una hora y después se almuerza54. A media mañana, se echan las diez, de paso que se descansa un poco. La comida será ya después del mediodía, buen cocido y la ración55, chorizo cocido, el sabadiego56, tocino. A media tarde, se toman las cinco, la merienda, con chorizo curado, queso, escabeche con cebolla. El caso es que al levantarte para volver a segar, la cebolla y escabeche te hacen echar dos rutidos57, pero se te pasa la vergüenza al ver que también 50

acebadar: sembrar de cebada un año una finca algo ruin, para que en la cosecha siguiente dé mejor trigo. 51 aporrainar: el trigo se aporraina en trozos ruines o calizos; se queda escaso, pequeño, apenas crece y grana muy poco: queda aporrainado: ―Ese testero se te aporrainó. ―Sí, aré la cemba y casi no entraba la reja de la tiva; solo se aporrainó ese trozo. 52 Es topónimo. 53 a la espernancuela y a la sentayeta: son las dos formas de ir montado en una caballería. A la espernancuela es llevar una pierna a cada lado del lomo del animal, y es el modo de ir los hombres. A la sentayeta es llevar las dos piernas para el mismo lado; era la forma habitual de ir las mujeres. 54 almorzar: primera comida del día. Se hace al levantarse o poco después, como indica el texto. Las otras comidas son: tomar las diez (a media mañana), la comida, tomar las cinco o la merienda, la cena. Se usa también como sustantivo, el almuerzo. 55 la ración: en el cocido, además de los garbanzos y otros condimentos que se comen con cuchara, se echa el chorizo, tocino y en su caso otras partes de carne del cerdo o de vaca. Ese chorizo, tocino y carne ya no la comen todos juntos con la cuchara, del barriñón, sino cada uno su parte: la ración. En conjunto, se llama ‘la ración’ también a todos esos añadidos: Los garbanzos déjalos en el barriñón, y la ración, échala en el plato. 56 sabadiego: sabadeño. Solo se usa con el sustantivo ‘chorizo’. 57 rutidos: eruptos. También se usa como verbo: rutiar, ir rutiando (que aparece después en el texto). También se puede oír irutar, irutos.

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van rutiando los demás. ―Anda, que sois unos queisos58, dice la madre; pero ellos siguen tan fanchos59. [VII] Al oscurecer, los segadores van volviendo para casa contentos. Alguno se pone a falar60 de lo muy granado que estaba su quiñón o de la cantidad de cuartales61 que segó hoy. Si en la pandilla viene algún fedegoso62, le contestará que para esa fachenda63 no se necesitan tantas alabancias; pero el otro es muy turrión64 y le presta65 mucho falar de sus cosas; por si fuera poco, es zarabeto66 y trae a todos riéndose medio camino. [VIII] Trigo y centeno se siegan a gadaña, marallo67 tras marallo; y la cebada, depende: si está buena, también se siega lo mismo, porque se aguanta más; pero si está ruin, se tiene que segar a hoz, para atroparla queiso: persona estúpida o bobalicona, que dice o hace bobadas. fancho: contento, orgulloso. 60 falar: tiene sentido diferente a hablar. Falar es hablar alabándose a sí mismo, en sentido jactancioso: No paraba de falar; que si su viña la mejor, sus terneros los mejores. 61 cuartal: en este caso alude a extensión de terreno. En secano, un cuartal tiene poco menos de mil metros cuadrados; en regadío poco más de quinientos. Otra acepción de cuartal es como recipiente para medir el grano: un cuartal pesa en torno a los 11 kilos de centeno; el trigo pesa más, y la cebada pesa menos. 62 fedegoso: el que, sin hacer mucho ruido o escándalo, se queja continuamente y molesta a los demás, anda rezongando, da la lata y no se está quieto. Se usa también como verbo, feder (No calla, está ahí todo el día fediendo) y como sustantivo, fedegas (No le hagas caso, que es un fedegas). 63 fachenda: hecho, dicho o apariencia algo vanidoso o que indica jactancia propia: No sé dónde va con esa fachenda. 64 turrión: porfiado, cabezota, terco. Palabra de mucho uso. 65 prestar: gustar: Me prestó mucho mucho ver a todos los nietos juntos. 66 zarabeto: que pronuncia con dificultad algunas palabras. 67 marallo: tiene, al menos, dos acepciones. Se llama marallo al rastro de cereales o de hierba que, ya algo junto y enfilado, queda al ir segando a guadaña: La cebada buena hace mucho marallo, pero la ruin casi no hace marallo. También se llama marallo al trozo que cada segador va segando con la guadaña: Pepón lleva cinco surcos de marallo, pero Manolín solo lleva cuatro. 58 59

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mejor. Al segar a hoz, cada segador lleva una estaya68 de tres o cuatro sucos. A gadaña, los mejores segadores de la contorna puede que lleven hasta seis sucos, y siempre llevarán el cachapo69 con la piedra, colgado del cinto. A fuerza de segar mucho, la gadaña corta peor y hay que picarla70. con cuidado de no cartiarla71. [IX] El marallo que va saliendo hay que engavillarlo. De cada dos gavillas hacemos un menojo. Detrás viene el atador. El trigo y centeno, generalmente se atan a garañuela72, o a llave. La cebada, al ser tan corta, se la suele atar con un vilorto73, poniendo las dos gavillas en sentido contrario, espiga con touza74 y touza con espiga. Al poco rato la burra vio comer al caballo y se pone a roñar; le tienes que llevar una menoya75. Una vez atados los menojos, cada quince o veinte se van amorenando . Y quedan ya en morenas hasta que llega el momento de acarriar.

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estaya: el trozo que corresponde a cada trabajador. Si se está segando a hoz, la estaya son los tres o cuatro surcos que cada uno lleva. Si se ha repartido el trabajo, la estaya es lo que a cada uno corresponde: ¿Qué, ya acabaste tu estaya? 69 cachapo: trozo de cuerno, preparado para contener la piedra de afilar la guadaña. 70 picar la guadaña: con el martillo y sobre un yunque, ir golpeando la parte cortante de la guadaña para afilarla y que corte mejor. 71 cartiar la gadaña: hacer abolladuras o grietas en el corte de la guadaña al picarla. 72 garañuela: pequeña manada de mies que se usa para atar los manojos de esa misma mies. Al atar los manojos de centeno, por ejemplo, se toman quince o veinte cañas de ese manojo, puestas en la misma dirección, con la espiga para un lado y la touza (nota 74) para el otro, y se usan como atije del manojo. Ese atije es la garañuela. 73 vilorto: vilorta. El vilorto suele estar hecho de paja de centeno majada, es decir, sin grano; pero también sería vilorto aunque tuviera grano. Se forma uniendo dos pequeñas manadas por el lado de la espiga, haciendo una lazada con la parte final, cerca de la espiga. De esa forma queda un atadijo de alrededor de dos metros de largo. Sirve para atar los cuelmos, los bálagos, haces de leña, o cualquier otro objeto. 74 touza: en la caña de los cereales, la touza es la parte contraria a la espiga, el lado por el que se ha segado. Se usa sobre todo cuando está hecho el cuelmo o los manojos: poniendo todas las cañas en la misma dirección, para un lado tienen la espiga y para el otro está la touza. 75 menoya: una gavilla o parte de un manojo. Diríamos que al juntar las mieses, si juntas varias cañas tienes un puñado; si son ya varios puñados, tienes una menoya; varias menoyas pueden ser una gavilla; y dos o tres gavillas forman el menojo.

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[X] Si vas a acarriar a La Chana76, a La Veiga o El Fueyo, ahí cerca, no necesitas madrugar mucho; pero si vas a Las Fondonadas, a Matapalumbera, a Valdeferruelo, a los Llampazos, a Conforcos o El Foyacal, a sitios así tan lejos, habrá que espertar a las cuatro para llegar a los quiñones al salir el sol. Para cargar el carro, desde abajo uno va dando los menojos con la forca; y otro está arriba en el carro colocándolos. Se puede llegar a poner cinco o seis en pico77. Pero luego hay que apretar mucho las sogas, para que no se esbarriguen o algún menojo venga esculingando medio camino. Al final llegas a la era78. Hay varias eras en la lengüera79, mezcladas con las del otro pueblo; precisamente, pasa por ahí la muria80. [XI] Una vez en la era, se ameda, en medas de centeno por un lado, y medas de trigo por otro, y de cebada en su caso. Hasta la altura de dos metros aproximadamente va el pie, y después la cerraya81. El centeno se termina majando y el trigo y cebada, trillando. La maja se hace a porro, con

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La Chana y los otros vocablos en mayúscula son topónimos de la zona. en pico: al cargar el carro de manojos, cuando se llega a la altura de la última tabla horizontal de las pernillas, empiezan los picos de esas pernillas. El último manojo de cada fila no irá dentro de las pernillas, sino metido en el pico de esa pernilla. Llevar cuatro, cinco, seis en pico, es llevar esas filas de manojos, sobre la última tabla horizontal. Llevar más en pico significa llevar más cargado el carro: Traía siete en pico y se le esbarrigaron todos. 78 era: la era es el lugar de trillar, majar y hacer todas las labores con las mieses. Cada uno tiene su era, aunque no son terreno propio sino común. 79 lengüera: la lengüera es una porción de terreno sobre la que tienen algunos derechos de pastos, sembradura u otros aprovechamientos dos pueblos. La lengüera puede tener zonas de propiedad privada y zonas comunales. En las comunales, el derecho de los dos pueblos se ejerce en el reparto de quiñones, en el pasto conjunto, en el disfrute a poner la era... En las zonas de dominio privado, el derecho común se ejerce en el aprovechamiento de hierbas o pastos, después de la recogida de los frutos. 80 muria: dos acepciones. En principio, la muria es el mojón o montón de piedras que señala el límite entre pueblos: La muria está en el recodo de ese camino. Pero también se llama muria al límite longitudinal: La muria pasa por el medio del trigal del ti Ambrosio. 81 cerraya: parte de la meda que sirve de ‘tejado’. Para ello, lleva la espiga hacia fuera, para que si llueve, el agua resbale, como en un tejado, y no penetre en la meda. Toda meda tiene pie (con la touza para fuera y la espiga para dentro) y cerraya. 77

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la manueca82. Se coge por el mangual y se le va dando al centeno con el porro para que vaya soltando el grano. Porro y mangual van unidos por los apetrechos. Se puede majar al son o a la cachapeta83. Una vez majado, hay que escolmarlo84 y hacer gavillas. De dos gavillas se hace un cuelmo; se atan, se remesan y se amedan en el colmero. Algunos cuelmos se llevarán para casa, para chamuscar el gocho allá por la matanza, en torno a las navidades. Alguna paja se habrá hecho bálago85y se puede usar para abonar la cuadra, o también se la puede trillar. El grano que ha salido de la maja se amontona en el muelo. [XII] En el caso del trigo o la cebada, se trillan. Echados los menojos en la era, se deshacen con las forcas y se empieza a trillar. Vueltas y más vueltas con el trillo, tirado por la pareja de vacas, o por la mula o el caballo. Encima del trillo irán los rapaces o el abuelo, que al no poder trabajar de otra manera, hacen así buena labor. Aunque con el polvo y el calor, andan 82

manueca: utensilio de madera para majar. Está compuesta de dos palos relativamente gordos unidos entre sí por unas correas, llamadas apetrechos. De los dos palos, uno es más pequeño (algo menos de un metro) y alisado, el mangual, para agarrar con las manos; y el otro es mayor, más largo (algo más de un metro) y pesado, el porro, para golpear las mieses, con el fin de que suelten el grano. 83 al son y a la cachapeta: cuando se majaba a mano, eran dos formas de majar. Se suele majar en grupo de cuatro, seis, ocho personas, para ir golpeando sistemáticamente toda la mies bien extendida de forma regular. Si se ponen tres o cuatro personas hacia un lado y tres o cuatro en sentido contrario, pueden golpear de dos maneras: de forma rítmica, todos los de un lado a la vez, después los del otro y así sucesivamente; eso es majar ‘al son’. Sin embargo, si cada uno va dando el golpe cuando quiere o puede, eso es ‘a la cachapeta’. 84 escolmar: al acabar de majar (golpear) la tienda de centeno, queda toda la mies tendida sobre la era. La labor siguiente es ir cogiendo partes o gavillas de esa mies, ponerlas en vertical y sacudirlas un poco para que caiga el grano que se soltó al majar, y hacer los haces o cuelmos. Ese ir haciendo las gavillas y sacudirles el grano es escolmar. 85 bálago: la paja larga de los cereales muy machacada, doblada y revuelta, y muchas cañas sin espiga, de manera que ya no vale para hacer cuelmo, porque no quedan todas las cañas iguales y porque no van todas las espigas para un lado y la touza para el otro. En ese caso, al no poder hacer cuelmo, queda para bálago, y ya no vale para vender. A veces se trilla, y otras se ata y se lleva para mullir la cuadra o chamuscar el gocho. También se llama bálago a eso mismo una vez atado en haces. Se usa también como verbo, esbalagar, y como adjetivo, esbalagado, donde parece predominar la idea de algo revuelto, desordenado: Lleva dos bálagos a la cuadra del gocho y esbalágalos un poco por allí.

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todo el día medio apolmonados86 y cada poco irán a echar un trago de agua, bebiendo de la barrila, los niños casi siempre a morro, pero el abuelo bebe a gargallete87. Cuando ya la trilla va algo domada o a medio trillar, allá hacia las doce, se hace la corona, para que la pareja y el caballo vayan dando bien la vuelta. Las vacas se dan cuenta pronto de dónde hay más grano y se ponen a fozar y focicar ansiosas en los lambederos88, o como si aquello fuera un peselbe89 lleno de comida; el caso es que al final quedan bien fartucas90. Algunos les ponen la embozadera, pero con el ansia de comer dan unos jamuciones91 del diañe. De tanto dar vueltas y no parar, acaban llasiando92; encima, la camboneta93 rozó tanto la pata de la silga que ya tiene la rodilla ajagada94. La Gallarda se nota que hoy anda a bueyes y tira peor; la otra es machorra y no da problemas.

apolmonado: con mucha sed, que bebe o necesita mucha agua. Se aplica no solo a personas y animales, sino también a cosas: Ese testero de cebada lo tienes apolmonado; La remolacha se calamustría; está apolmonada. 87 a gargallete, a morro: al beber agua de una barrila (botijo) se puede beber pegando los labios a alguna de sus bocas; eso es beber a morro. Pero también se puede poner la barrila en alto y dejar caer el agua por la salida pequeña hasta nuestra boca: esto es beber a gargallete. 88 lambedero: lugares donde las vacas en la trilla han visto que hay mucho grano y, cada vez que pasan por ahí, al ir dando vueltas, se ponen a comer, a lamber, dejando trozos sin paja. Se usa mucho también como verbo, lamber. El gerundio se usa mucho en el refrán: El que no se harta comiendo, no se harta lambiendo. 89 peselbe: pesebre. Tiene también el derivado, las peselberas. Las peselberas van sobre el peselbe, en la pared, y son un entarimado de palos, a los que alcanzan los animales, donde se les echa la hierba para comer. Al estar en lugar alto, no la pisan y la pueden aprovechar toda. 90 fartucas: hartas. 91 jamuciones: golpes violentos que las vacas u otros animales dan con la cabeza, mostrando enfado o espantando las moscas. Se usa también como verbo: no paraba de jamuciar y mover el rabo. 92 llasiando: respirando fuerte, como fatigadas. Del verbo llasiar. 93 camboneta y cambón. Son palos bastante gordos, pero de uso diferente. El cambón sirve para acambonar (arrastrar) la trilla hacia la parva. La camboneta es la pieza de madera que une el trillo con el yugo y sirve para que la pareja de vacas arrastre el trillo. 94 ajagada: llagada. 86

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[XIII] Solo se para un momento para comer, a la sombra de las medas, en corro, alredor del barriñón. En la era no hay escañil ni está la piedra llar95 para sentarse, pero sitio es lo que sobra, cada uno puede reblagarse bien, sobre un cuelmo, siempre que llegue a comer con la cuchar. Acabado el cocido, la madre encieta96 la huguaza cuidando de que no se esmigaye; da a cada uno su cacho de pan, que se va comiendo con la ración, el chorizo y tocino. Algunos trozos de corteza están algo quemados, ya que en esta hornada se arrojó mucho el horno y se quemaron algunas huguazas; a otras les cayeron algunas faluscas o falispas97, quizás al surrascar la lumbre con el forganero98; así que al comerlo te enfoceras99 algo. No suele haber cosas fritas, porque a diario apenas se usa el sartén. Así, no quedas tan enfastriado100. [XIV] Al acabar de comer, pronto alguien tiene que volver a trillar para aprovechar el rato de más calor. En agosto se sistia en la era, ya que ‘el que duerme la siesta en agosto mosca en enero’. La madre igual va a casa un momento, a ver si la gallina guarona101 ya tiene pullines y a traer otra barrila de agua. Se tropezó con la ti102 Gregoria y, como su ciruyal ya va 95 piedra llar: piedra o zona sobre la que, en las cocinas antiguas sin chapa, se hace la lumbre y se ponen las potas sobre las estrébedes para cocer la comida, o se cuelga el pote o alguna caldera de las pregancias. 96 encetar: empezar o hacer un primer corte. También, producir un pequeño roce. Como primer corte, encetar se usa sobre todo para la hogaza (como en el texto) u otros objetos de comer. Como roce, se usa para referirse a partes del cuerpo humano: Ese zapato me queda tan apretado que me encetó el calcañal. 97 faluscas y falispas: pequeñas brozas y chispas en torno a la lumbre. 98 forganero: palo largo y grueso. Se usa para hacer cosas a cierta distancia como atizar la lumbre dentro del horno de amasar el pan; si se le pone una mundilla en el extremo, se puede barrer el polvo a cierta distancia. 99 enfocerarse: mancharse todo alrededor de la boca. Se usa también como sustantivo, foceras: Coge el trapo y quítate las foceras. 100 enfastriado: demasiado harto o lleno de tanto comer. Del verbo enfastriar. 101 guarona: gallina clueca, que empolla los huevos para lograr sacar pollos. Se usa también el verbo guarar: Eché a guarar una ucena de huevos, a ver si me saca por lo menos diez pollos. 102 la ti (Gregoria): es el tratamiento que se da a personas mayores, cuando no son de la familia. Si esa señora es mi tía carnal, diré: ‘tía Gregoria me dijo que’; si no es de la familia, diré: ‘la ti Gregoria me dijo que...’. La unión de artículo + posesivo es habitual en la zona: La mi casa es mejor que la tuya.

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madurando, le dio una ucena103 de ciruelas, algunas aún algo royas104. Mientras llegaba, a los rapaces les dio la sé y fueron a la fuente de al lado; uno bebió a bruces y el otro dos mostadas105 de agua. [XV] En la era, al acabar de comer, los mayores almejor106 echan una cabezadina, allí repantiguados107, a la sombra, sobre un menojo. A los rapaces, para que no se pongan a feder, se les deja enredar y hacer lo que quieran; se ponen a jugar a pica y se cepan108, o juegan a emburriarse, a sacarse las cosquias hasta escagarrizarse de risa, o a correr hasta que resbalen en el voldre109 de la moldera110, o se dan una jostrapada111 y vuelven con el pantalón o la camisa esfarrapados. El pequeño se enfurruñó112 y le dio un pisotón en las dedas113 a su hermano; le encetó algo la dedona. La madre tuvo que darle un ñalguetazo114, pero el niño no hacía caso, es muy turrión. Y al mayor, para que no se le juntara sangre, le metió el pie en agua fría y al sacarlo lo tenía reco115. Después le encañó116

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ucena: docena. royo/a: lo contrario de maduro, en la fruta; duro, verde. 105 mostadas: al poner las palmas de las manos juntas y algo combadas se logra un pequeño recipiente para coger agua u otros objetos. Lo que se coge de cada vez es una mostada: Dos mostadas de lentejas, una mostada de agua. 106 almejor: a lo mejor. 107 repantiguado: repanchigado. 108 cepar: en el juego de correr unos tras otros a pillarse, cepar es tocar, coger a uno para inmovilizarlo: A Manolín ya lo cepé; voy a cepar ahora a Pepito. 109 voldre: fango o barro, más bien húmedo, unido a otros desechos ya muy triturados, que se acumula en los regueros o charcos. 110 moldera: reguero grande. 111 jostrapada: caída de una persona al suelo, de forma violenta y hacia delante o de cara. Si fuera de espalda se diría más bien ‘una pancuada’. 112 enfurruñarse: enfadarse. Aplicado al cielo, por ejemplo, es encapotarse, cubrirse, nublarse; y lo mismo, aplicado al día, a la tarde: Quedó la tarde muy enfurruñada, no sé si no lloverá. 113 dedas: son los dedos de los pies. También se habla en concreto de la dedona y la dedina. 114 ñalguetazo: golpe en las nalgas. Se usa también el sustantivo ñalgas: Llevas el pantalón esgarrao y vas enseñando las ñalgas. 115 reco: rígido y sin movimiento: Pasé la noche regando las habas y con el frío del amanecer me quedaba reco. 104

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las dedas para que la zapatilla no se las ajagara más, o la puisa117 no se las infestara; después, para que no perdiera la zapatilla, le ató los cordones, uno a nudo y el otro a cervilla118. El hermano pequeño, al poder con el mayor, que era algo bobela119, quedó más fancho que otro poco, y terminó sacándose unas ñacras120 de las narices, mientras iba a tirarles piedras a los pájaros de las paleras y de los salgueros con los arramales121. Mientras tanto, el mayor se puso a coger cornizuelos de las espigas y a jisculiar122 en las eras de los vecinos. [XVI] Y si ha venido a comer el pastor del rebaño, al acabar, coge otra vez la cacha y la cerrona, llama y afalaga123 al perro, comprueba que tiene bien las carrancas, y vuelve en seguida, engarriando124 por la cuesta arriba, a guardar las ovejas, para sacarlas de siesta y que no estén media tarde, entre la fuyarasca y los abuyacos125, amarrizadas126 junto a la sombra de 116

encañar: vendar la herida de un miembro. Se usa también como sustantivo, encaño: Le puso un encaño en un dedo. Es un significado diferente al que se ve en nota 162. 117 puisa: polvo y paja muy menuda que, con el viento, se va esparciendo por todas partes en la era o en el pajar. 118 cervilla: lazada que se hace al atar con una cuerda o cordón. Si atas a nudo, es difícil de soltar, pero si atas a cervilla, tiras de un lado del cordón y la cervilla se suelta ella sola: Al atarle los zapatos a Pepín no le hagas nudo, hazle una cervilla para que lo suelte él. 119 bobela: bobalicón. Se usa acabado en -a lo mismo para el masculino que para el femenino: Eres un bobela. 120 ñacras: mocos ya secos. 121 arramales: la honda de lanzar piedras. Tiene dos cuerdas y la cazoleta. 122 jisculiar: mirar, buscar, merodear, olisquear. A menudo, va unido a actividad poco correcta. Si pillo a uno buscando entre mis papeles, le diré: ¿Qué andas jisculiando por ahí? Pero no siempre. Si llegan al pueblo cuatro forasteros y se ponen a ver una y otra vez calles y rincones, huertas y callejas, al final dirá ‘la ti Cristina’: No sé a qué vinieron; llevan por ahí toda la tarde jisculiando. 123 afalagar: pasar la mano suavemente, en general, sobre una persona o animal, pero no se excluyen otros objetos: Mientras hablaba no paró de afalagar el mango la pala. 124 engarriar: subir hacia arriba algo pendiente: Pepín engarrió por el chopo arriba. 125 abuyaco: excrecencia del roble, redonda, de color oscuro y tamaño algo mayor que las nueces; su cáscara es lisa y fuerte; pero la masa interior es poco consistente. 126 amarrizar: se dice de las ovejas, cuando en horas de mucho calor se juntan mucho y meten las cabezas unas bajo otras y forman un grupo compacto.

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alguna carbaya, o se vaya el marón a hacer daño a alguna viña y deje preadas127 varias cepas, que después habría que aprovainar128. Como haga algún daño, si lo ve el guarda, no se libra de la prinda129. Seguramente, el pastor también tendrá que cambiar las cancillas para amajadar otra tierra. Las cagayas de las ovejas son el mejor abono. Y tendrá que llevar algo de comida para el perro, que es muy lambrión130 y no pasa sin cenar. [XVII] Cuando la trilla ya está bien hecha, allá a media tarde, se acambona y se va haciendo la parva131. El cambón va juntando la trilla y al final se echa la ralloneta132 para rallar bien toda la paja. Aunque siempre habrá que terminar barriendo, baliada tras baliada, para apañar bien todo. Algún niño va aliviando133 con el rastro para poder barrer mejor. De tanto arrastrar, al pequeño le salió una burra134 en la mano derecha y no daba a prear: estropear. aprovainar: volver a poner una cepa donde se ha secado otra. Suele hacerse dejando crecer mucho un sarmiento a la cepa de al lado. Se mete parte del sarmiento bajo tierra, donde queramos que vaya la nueva cepa y allí vuelve a enraizar. Unas veces se oye aprovainar y otras, provainar. 129 prindar: poner una pequeña multa a un vecino, porque él o alguno de sus animales haya hecho daño en el fruto de otro vecino o no haya respetado lugares acotados: El guarda me prindó las dos vacas porque, mientras enredaba con Pepín, se fueron a los maíces. También se usa el sustantivo: la prinda, una prinda. 130 lambrión: goloso, que come mucho. Se usa también como verbo, lambriar. Aplicado a los animales, a menudo con el matiz de irse a comer a las fincas o posesiones de los otros: La mi burra es una lambriona; siempre se va a la cebada del vecino. 131 parva: es la mies trillada formando montón en la era, antes de separar el grano de la paja. Después de limpiar la parva, para un lado va el grano, formando un montón (el muelo) y para otro la paja ya sola, formando el parvón (nota 28). Si la parva fuera muy grande se diría que es una parvona, pero no un parvón. 132 ralloneta: echar la ralloneta es la última vez que se pasa el cambón por el lugar de la trilla, para arrastrar el máximo posible de paja y grano hacia la parva. 133 aliviar: al ir barriendo, se junta mucha broza; si es al barrer la trilla, se junta mucha paja con grano y polvo de la era, y el barredero no puede con todo. Por eso, se pasa antes con el rastro, arrastrando la mayor parte de toda esa materia. Eso es aliviar, quitar la mayor parte de la materia que sea, para que el barredero puede ya barrer. 134 burra: ampolla o pequeña hinchazón que sale en las manos, al manejar las herramientas. Suelen terminar reventando y curando pronto: Me reventó la burra de la mano derecha y hoy no puedo coger la azada. También se usa la otra acepción, como femenino de burro, el animal. 127 128

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bondo135a aliviar; los demás ya tienen buenos callos en los dedos y manos. Con las bieldas se emparva y queda ya hecha la parva hasta el momento de limpiar. [XVIII] Antes se limpiaba a bieldo, aprovechando la bufina136 del norte, de la mañana o de la tarde, hacia el sol puesto137, mientras oscurece. Después se hizo a máquina. La paja va para el parvón138, que también hay que ir emparvonando según se va desembozando la paja de la máquina. El grano va quedando limpio al pasar por las cerandas139, y va cayendo ya acerandado y formando el muelo. A un lado van las grancias140. Si caen con mucho grano se las puede acribar con el cribo para ver si se saca algo en limpio. Y después ya se les pueden echar a la burra o al caballo. Con la pala de madera o con el cuartal bien acogolmado, se va echando el grano del muelo para las quilmas, que se llevarán para casa y se subirán para la panera. De tanto pujar quilmas ese día queda uno derranado141.

dar a bondo: dar abasto. Se usa más con negación: Nos salieron tantas lechugas este año que no damos a bondo a comerlas. 136 bufina: viento poco intenso: Se limpia muy bien; viene una bufina de arriba... Suele venir unida a fresco o frío: Ponte el jersey, que se levantó bufina del norte. 137 el sol puesto y otras horas del día: en la economía agraria el desarrollo del día se marcaba más bien por el sol que por el reloj, que apenas se usaba. Los momentos principales del día eran: al amanecer, al salir el sol, a media mañana, a las doce, a la siesta, a media tarde, al sol puesto, al oscurecer, de noche, a media noche. 138 parvón: no es parva grande (que sería parvona, nota 131), sino el montón de paja, sin grano. Aunque un parvón suele ser grande, también puede ser pequeño. 139 ceranda: zaranda. Las hay de diferentes tamaños y formas. Para acerandar a mano, son redondas; pero en las máquinas limpiadoras, las cerandas son cuadradas. Su red es también de diferente espesor: hay cerandas más ralas y más espesas. Su función principal es separar el grano de la paja y de otras impurezas. Además de la ceranda está el cribo. También la red del cribo suele tener distintos tamaños, según sea un cribo de cereales, de garbanzos. La función del cribo es eliminar impurezas más pequeñas que el grano correspondiente. Al acribar, van cayendo granos pequeños, brozas, piedrecitas y queda el grano bueno en el cribo. 140 grancias: granzas. Al limpiar la parva, el grano va al muelo y la paja va al parvón. Pero siempre sale algo intermedio, mas pesado que la paja, y que por eso no la lleva el viento hacia el parvón; y menos pesado que el grano bueno, y por eso no se va al muelo. Es una mezcla de granos ruines, trozos de espigas, zonas nudosas y partes más duras de la caña del cereal. 141 derranado: derrengado. 135

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[XIX] A una orilla de la era, está el muñiquero, a donde se van llevando las muñicas de las vacas; no se pueden dejar en la trilla, porque formarían cada batudo..., sobre todo si alguna de ellas tiene cagalera. También se llevan las caballinas de la mula o caballo, que suelen tener mucho grano, del que han comido en los continuos lambederos. Allí se van echando también algunas cosas que se van preando, desperdicios y verduras calamustriadas142; hasta algunas cagayas de las ovejas que pasaron por allí esa mañana. Lo que no suele tener es cagarriadas de las gallinas, porque no se las deja ir a la era. En la vida de labranza se aprovecha todo, no se prea nada. Así que se le ponen al carro los cañizos143 y los cebatos144 y se lleva de una carrada todo el muñiquero para abonar las berzas, tomates y patatas de alguna huerta, o del huerto145 al lao de casa. [XX] Acabada la maja del centeno y la trilla de trigo y cebada, llevado el grano a casa, a la panera, solo queda meter la paja, allá a principios de setiembre. Seguramente, habrá que volver a mangar146 las bieldas, flojas de todo el invierno. Después habrá que armar el carro; porque solo con los taronjos147 y con los cañizos no sirve, lleva poca paja. Así que, lo coges por 142 calamustriado: mustio. A veces será por falta de riego: La remolacha tiene la hoja calamustriada, a ver cuándo te toca regar. Pero también puede ser porque se ahogó el fruto: Esas habas se ahogaron, tienen toda la hoja calamustriada. 143 cañizos: armazón, generalmente de varas entrelazadas, que se pone a ambos lados del carro, sobre el tablado. Suelen tener algo menos de un metro de altura; y de largo, lo mismo que el tablado del carro. 144 cebatos: armazón, generalmente de tablas de madera, que se pone al carro, sobre el tablado, por delante y por detrás, completando, con los cañizos, el recipiente que va a servir para transportar todo tipo de cargas. Suelen tener la altura de los cañizos, y el ancho equivalente al tablado del carro. Se usa también el derivado ‘cebatada’, como carga del carro así armado, con los cañizos y cebatos: Llevo una cebatada de abono para la huerta del palomar. 145 huerta y huerto: la diferencia no está muy clara, pero puede deberse principalmente al tamaño. Parece entenderse por ‘huerto’ algo más bien pequeño, cerrado y cercano a las casas. La ‘huerta’ puede estar abierta, y puede estar más lejos de la casa, y sobre todo, suele ser algo mayor. 146 mangar: en la economía agraria, mangar es poner un mango a un instrumento de labranza: mangar la pala, mangar la bielda, mangar el azadón. 147 taronjos: son los cuatro fuertes palos verticales que van a ambos lados del tablado del carro, unidos por tablas y sostenidos en el armazón del carro. El carro habitual tiene, pues, ocho

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la pezonera148 y lo pones en lugar libre. Sacas las costanas149 de entre todos los tarabancos150 y aperios de labranza, les quitas las telarañas y polvo de todo el año, compruebas que no están caranjosas, e incluso las riegas y barres con la escoba de piornos para quitarles todo el caronjo. Se les ponen al carro los burbiones151, las pernillas152 y luego ya las costanas, bien atadas con cordeles y vilortos. [XXI] Al cargar el carro de paja, unos están abajo, bildiando del parvón, y alguno de los rapaces subirá al carro a pisar y encalcar bien la paja. Si va bien acogolmado, llevará para casa buenas cebatadas de paja. Algún rapaz habrá para entrar en la llastra153, para ir desembozando y echar la paja hacia atrás y pisarla, para que quede bien encalcada, al principio con cuidado de no romper las llatas154 del suelo y, cuando ya va muy lleno el pajar, cuidando no dar turriadas155 contra las vigas. En el carro, bien metido en el antojano para que quede al lado del boquirón, estará el más forzudo que, bieldada a bieldada, irá bildiando toda la paja hacia arriba. Si hay viento, taronjos. Su función principal, junto a las tablas que los unen, es convertir el carro en un recipiente o pequeño remolque para transportar materiales, objetos; pero los taronjos también sirven para que esa carga no se vaya a las ruedas, que sobresalen del tablado por ambos lados. 148 pezonera: parte delantera del carro, que hace cruz con la caña, y a la que se ata el yugo con el sobeo. 149 costanas: armazón hecho de varas, de gran tamaño, más de dos metros de altura, para poner sobre el tablado del carro, a los cuatro lados, con lo que se forma un gran recipiente, para acarrear la paja trillada desde la era hasta casa. 150 tarabancos: los más variados objetos, mal colocados en cualquier rincón, que estorban el paso. 151 burbiones: maderos algo planos, anchos y fuertes o pequeñas viguetas de madera, con agujero en los extremos, que se colocan atravesados, sobre el tablado del carro, en la parte de adelante y en la parte de atrás, para poder introducir y colocar sobre ellos, las pernillas (nota 152). 152 pernillas: armazón de madera, que soportadas por los burbiones, van a ambos lados del carro para acarrear los manojos de cereales. Tienen una altura en torno a los dos metros, y de longitud la misma que el tablado del carro. 153 llastra: es un lugar que está sobre una cuadra o sobre otra estancia de la casa. Su piso es muy irregular, formado por troncos y palos de madera, trampas, llatas (nota 154), haces de leña y a veces con cañizos. Y no tiene techo, sino que por arriba está protegido solo por el tejado. 154 llatas: palos de madera o grandes varales, generalmente poco pulidos. 155 turriadas: golpes con la cabeza.

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llevará alguna puisa alredor y algo irá también a los aguyos156 de la pared; precisamente, de un aguyo salió un pardal; tenía el nial157 allí con cuatro pajarines en carnetas. Al final, los de dentro, todos llenos de puisa y polvo, se ponen un poco sobrizados158 en la tabla del boquirón, acichando a la calle a ver si viene algo de bufina; y los del carro están baldados de tanto bildiar paja, llenando el pajar hasta el cumbre159. En la era queda el colmero, a la espera de poder vender los cuelmos. Hay quien es baratiego y los vende en seguida, pero otros son más cariegos y tardan en venderlos o allí les quedan para el año siguiente. Y hacia mediados de setiembre, ‘metida la paja, y tapados los boquirones, afuera zampones’160. [XXII] Pero no son estas las únicas labores de la labranza. Aparte de los cereales, el labrador tiene que atender también el seruendo: remolacha, patatas, habas, todo el regadío de los trigales y huertas. El trabajo del seruendo empieza cuando los días ya van algo crecidos, a finales de febrero y en marzo. Se ara varias veces. Algunos cachos del trigal estarán más enjatados y salen muchos tarrones. Primero hay que estarronarlos con la cueta161 de la azada, y luego hay que acañizar toda la finca. Si tiene poco tempero queda gafo o aspro; si tiene buen tempero, queda más amoroso. Si hay algún llamargo, o hiyuelo, hay que hacerle un encaño162 para sanear aquel tollacial163. aguyo: agujero pequeño en una pared. Estos aguyos suelen ser los huecos que dejaron los palos que sirvieron de soporte al armazón que se usa para tapiar al hacer las paredes. 157 nial: nido. Sale, con derivación, en el refrán: “Enero y febrero buscadero; marzo nialarzo; abril buvil; mayo pajarayo. Por San Juan pajaricos a volar”. Se usa mucho en plural: Los rapaces por la tarde van a niales; Conozco dos niales de perdiz. 158 sobrizados: apoyados. Se usa también como verbo, sobrizar: No te sobrices en la chapa, que te vas a quemar. 159 el cumbre: hay algunos sustantivos que (a diferencia del castellano) se usan en masculino: el cumbre, el sangre, el sal... 160 Este refrán alude a los criados que una casa podía tener. Una vez acabados los trabajos principales, se les dejaba ya ir, ya no se les necesitaba. 161 cueta: en la azada, la macheta y otros instrumentos, la parte opuesta al corte. A veces es una pequeña cabeza, algo redondeada; otras veces tiene formas más alargadas o en pico. 162 encaño: en el caso de haber humedad en una finca, se abre un reguero hondo que conduzca hacia algún desagüe exterior, se le echan piedras grandes y pequeñas, y después se tapa todo otra 156

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[XXIII] Para sembrar las patatas, se abre el suco, se echan los cachos de patatas con el guijo164 para arriba y luego se acubre, de manera que la simiente queda en medio de un doble suco. Las habas sin embargo quedan acanteradas. La remolacha, al poco de nacer hay que abayunarla165, ya se la entresacará después, y se la mullirá; todo ello con la azada, que esa temporada no se pondrá ferruñosa166. En el seruendo es muy importante la riega. Alrededor de la finca habrá que tener limpios las rigueros y las molderas y dentro, si es remolacha, cada cuatro o cinco sucos hay hacer un cantero mayor, para regar por embelgas; así el agua irá a manta y queda todo bien naguado167. Si va a venir mucha agua de algún canal, al lado del termenero168 tienes que hacer un buen cervigal169 para que no salte a la finca del vecino. Ese cervigal te servirá después para andar por él y no mojarte o hundirte en los sucos.

vez con tierra. Por esas piedras va el agua del remano hacia el desagüe, y la parte superior queda seca y disponible para trabajar, como el resto de la finca. Esa conducción subterránea de agua es el encaño: ―¿Este año ya no tienes ahí el hiyuelo de otros años? ―No, le hice un encaño y el agua sale allá abajo, en la moldera. Es acepción distinta a la vista en nota 116. 163 tollacial: lugar muy húmedo, donde se pueden atollar los animales, el carro... Lodazal, barrizal. 164 guijo: brote de la patata. Se usa también como verbo: Ahora con el calor, ya se empiezan a guijar las patatas. 165 abayunar: es la primera labor que se hace a la remolacha cuando nace. Consiste en hacer un pequeño regato entre los dos surcos de la planta recién nacida. 166 ferruñosa: oxidada. Se usa también como sustantivo, ferruño: Ralla un poco esa pala y quítale el ferruño. 167 naguado: cubierto de agua. Se usa también como verbo: naguar, y se puede naguar poco o naguar mucho: Hazle un poco de suco para que corra bien y no quede tan naguado. 168 termenero: dos acepciones. Es termenero el mojón o conjunto de piedras que señala el límite de la finca. En general, una finca tendrá cuatro termeneros, uno en cada esquina: Pon ahí una piedra más grande, que se vea bien el termenero. También es termenero el límite longitudinal de la finca: Vete andando por el termenero hasta el lado de allá; El termenero va justo por embajo de la cemba. 169 cervigal: es un listón de terreno alargado y generalmente algo más alto que el resto, que sirve de límite a algo, sea en una cemba, en el lindero con el vecino, o incluso en un cantero que separa una embelga: Ven por el cervigal, no pises el fruto; Hazle un buen cervigal, para que se entere por donde va el termenero.

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[XXIV] Los frutos de las huertas y de regadío se van recogiendo en distintos momentos: las habas en setiembre, las patatas en setiembre y octubre, lo mismo que tomates y pimientos. El ciclo acaba con la remolacha, que se empieza a arrancar en octubre o noviembre, pero a veces no se acaba hasta mediados del invierno. También las berzas resisten las heladas de diciembre y enero. Ya sabes, unos años se coge mucho más que otros: a veces, tienes trigo o patatas a esgaya170 y otras veces ni para la sembradura te dan. 2. Índice alfabético de palabras Tras cada palabra o expresión hay un número árabe y/o un número romano, y a veces más. El número árabe indica la nota en que está explicada la palabra, y el número romano indica el párrafo en el que sale usada. Las palabras que solo llevan número romano no tienen más explicación en nota, sea porque se entienden perfectamente en el texto, sea porque su variación respecto al castellano es pequeña y no precisa mayores aclaraciones. También hay algunas palabras a las que solo se alude en las explicaciones de alguna nota.

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a esgaya: en abundancia: Este año hay uvas a esgaya.

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a cervilla: 118, XV a esgaya: 170, XXIV a gargallete: 87, XII a la cachapeta: 83, XI a la espernancuela: 53, VI a la sentayeta : 53, VI a morro: 87, XII a voleo: 32, III abayunar: 165, XXIII abuyacos (los): 125, XVI acambonar: XVII acañizar: XXII acarriar: IX acebadar: 50, V acichar: XXI acogolmado/a: XVIII, XXI acornales (los): 30, II adil (de, el): 9, I afalagar: 123, XVI afoyar: 49, V aguantar: 48, V, VIII aguyo (el): 156, XXI ajagada/o, ajagar: 94, XII; XV al son: 83, XI alabancias, alabancioso/a: VII aliviar: 133, XVII almejor: 106, XV almorzar, almuerzo: 54, VI alredor: XIII

amajadar: XVI amarrizadas/os: 126, XVI amorenar, morenas: IX amundillar, mundilla: 39, III andar a bueyes: XII andarillas (las): 44, IV antojano (el): XXI aperios (los): XX apetrechos (los): 82, XI apolmonados/as: 86, XII aporrainar: 51, V aprovainar, provainar: 128, XVI arramales (los): 121, XV arrojar (el horno): XIII arrotos (los): 11, I bago (el): 8, I bálago (el), esbalagar: 85, XI baldados/as: XXI baliada (una): XVII baratiego/a: XXI barrial: 5 y 3, I barriñón (el): XIII batudo (el): XIX bieldadas, bieldas: XVII, XXI bildiando (de bildiar): XXI bimar: 21, II bobela: 119, XV buéligo (el): V bufina (la): 136; XVIII, XXI

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burbiones (los): 151, XX burra (la): 134, XVII caballinas (las): XIX cabuercas (las): 15, I cachapo (el): 69, VIII cagarriadas (las): XIX cagayas (las): XVI, XIX calamustriadas/os: 142 XIX callos (los): XVII cambón (el): 93, XVII camboneta (la): 93, XII cancillas (las): XVI cantero (el), acanterar: 36, III; XXIII cañizos (los): 143, XIX caranjosas, caronjo (el): XX carbaya (la): 13, I, XVI cariego/a: XXI carrancas (las): XVI cartiar (la gadaña): 71, VIII cebatada (una): 144, XXI (der. de cebato) cebatos: 144, XIX celas (las), celar: 38, III cemba (la), cembada: 16, I cendal: 3, I cepar: 108, XV cerandas (las), acerandar: 139, XVIII

cerraya (la): 81, XI cerrona (la): XVI cervigal: 169, XXIII cervilla: 118, XV Chana (La): 76, X ciruyal (el): XIV colmero (el): XI Conforcos: X contorna (la): VIII cornizuelos (los): XV cosquias (las): XV costanas (las): 149, XX cribo, acribar: 139 cuartales (los): 61,VII cuchar (la): XIII cuelmo (el): XI; XIII cueta (la): 161, XXII cumbre (el): 159, XXI dar a bondo: 135, XVII dedas (las), dedona, dedina: 113, XV derranado/a: 141, XVIII. desembozar: XVIII, XXI diañe: XII echar las diez: VI el que finca arrinca: 40, III el sol puesto: 137, XVIII embelgas (las), embelgar: 33, III, XXIII

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embozadera (la): XII emburriar: XV emparvonando/a: XVIII en carnetas: XXI en pico: 77, X encalcar: XXI encañar: 116, XV encaño (el): 162, XXII encetar: 96, XIII, XV enfastriado/a, enfastriar: 100, XIII. enfocerarse: 99, XIII enfurruñarse: 112, XV engarriar: 124, XVI engavillar: IX enjancar: 17, I enjatado/a: 24, II; XXII enturados/as: 37, III era (la): 78, X esbarrigar: X escagarrizarse: XV escañil (el): XIII escolmar: 84, XI esculingar: X esfarrapados/as: XV esmigayar: XIII espertar: X estaya (la, a): 68, VIII estrébedes: 95 fachenda: 63, VII

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falar: 60, VII faluscas (las), falispas (las): 97, XIII fancho/a: 59, VI; XV fartucas/os: 90, XII fedegoso/a, feder, fedegas: 62,VII; XV feijes o fejes (los): 43, IV ferruñosa, ferruño: 166, XXIII foceras: 99, XIII focicar: XII Fondonadas (Las): X forca (la): XII forganero (el): 98, XIII Forrainales (Los): 52, V. Foyacal (El) : X fozar: XII fuelga (de): 10, I Fueyo (El): X fuyarasca (la): XVI gadaña (la): VIII gafo: XXII garañuela (la, a): 72, IX grancias (las): 140, XVIII guarona (la gallina), guarar: 101, XIV guijo, guijar: 164, XXIII guirrio (el): 41, III hiyuelos (los): 19, I; XXII

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hornada (la): XIII huerta (la), huerto (el): 145, XIX huguaza (la): XIII ijada (la), ijón (el): 31, II infestar: XV jajar, jajo (el): 47, V jamuciones, jamuciar: 91, XII jenifos (los): V jisculiar: 122, XV jostrapada (la): 111, XV jugo (el) : 29, II la mi (casa): 102 la ti (Gregoria): 102, XIV lambederos (los), lamber: 88, XII; XIX lambrión/a, lambriar: 130, XVI lengüera (la): 79, X limpiar: XVII llamargo (el): 18, I; XXII Llampazos (Los): X llar (la piedra): 95, XIII llasiando, llasiar: 92, XII llastra (la): 153, XXI llatas (las): 154, 153, XXI machorra: XII mangar: 146, XX mangual (el): 82, XI manjera (la): 35, III manueca (la): 82, XI

marallo (el): 67, VIII marón (el): XVI Matapalumbera: X medas (las), amedar: XI menojo (el): IX, XII menoya (la): 75, IX moldera (la): 110, XV; XXIII mostada/s (una, a): 105, XIV muelo (el): 131, 140, XI; XVIII muñiquero (el), muñicas: XIX muria (la): 80, X naguado, naguar: 167, XXIII nial/es (el/los): 157, XXI ñacras (las): 120, XV ñalguetazo (un), ñalgas: 114, XV pan/es (el, los): 2, I; VI pancuada: 111 parva (la): 131, XVII parvón (el): 131, 138, 140, XVIII, XXI pernillas (las): 152, XX peselve (el), peselveras: 89, XII pezonera (la): 148, XX picar (la gadaña): 70, VIII porro (el): 82, XI preadas/os, prear: 127, XVI; XIX pregancias: 95 prestar: 65, VII prinda (la), prindar: 129, XVI

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puisa (la): 117, XV; XXI queisos: 58, VI ración (la): 55, VI; XIII ralloneta (la), rallar: 132, XVII ralvar: 20, II rapaces (los): XII; XV reblagarse: XIII reco/a: 115, XV redruyo (el), arredruyado: 46, IV. réices (las), la réy: 14, I repantiguado: 107, XV restrojo (el), restrojera (la): 7, I rodera (la): III roñar: IX royo: 104, XIV. ruchar, ruchos: 45, IV rutidos (los), rutiar, ir rutiando: 57, VI sabadiego: 56, VI sandero (el): III sartén (el): XIII sé (sed): XIV. seruendo (el): 1, I; IV; XXII silga: 26, II; XII sistiar: XIV sobrizado/a, sobrizar: 158, XXI surrascar: XIII tarabancos (los): 150, XX taronjo (el): 147, XX

tarreno (el): 4,I tarrón/es (el, los), estarronar: IV, XXII tempero (el): XXII terciar: 23, II termenero (el): 168, XXIII tiva (la): 22, II; III tollacial (el): 163, XXII. tomar las cinco: VI touza (la): 74, IX trampas (las): 12, I trigal/es (el/los): 6, I; V; XXII turriadas (las): 155, XXI turrión/ona: 64, VII; XV ucena (una): 103, XIV uñir: 28, II Valdeferruelo: X valero: 34, III Veiga (La): X vilorto (el): 73, IX, XX voldre (el): 109, XV yera (dar la): 25, II yeras (andar a): 27, II zarabeto/a: 66,

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© José Carlos Herreras

DE LA OFICIALIZACIÓN DE LAS LENGUAS DE ESPAÑA EN LA UNIÓN EUROPEA JOSÉ CARLOS HERRERAS UFR d’Etudes Interculturelles des Langues Appliquées-Case 7002 Université Paris Diderot-Paris 7 75205 Paris Cedex 13 FRANCE

http://www.eila.univ-paris-diderot.fr/~jch/

Según los «estatutos de autonomía», cuatro lenguas regionales tienen reconocido un estatus de cooficialidad con el español en seis Comunidades Autónomas. El Gobierno español, presidido por Rodríguez Zapatero, ha considerado útil pedirle a la Unión Europea, en 2004, la oficialización de dichas lenguas. En este trabajo, vamos a analizar cuáles son las repercusiones de esta demanda tanto a nivel europeo como dentro de España. Palabras clave: política lingüística, lengua regional, España, Unión Europea. D’après les «statuts d’autonomie», quatre langues régionales sont reconnues, avec l’espagnol, comme langues co-officielles dans six Communautés autonomes. Le Gouvernement espagnol, présidé par Rodríguez Zapatero, a jugé utile en 2004 de demander l’officialisation de ces langues auprès de l’Union européenne. Dans le présent travail, nous nous attacherons à analyser les répercussions de cette demande aussi bien sur le plan européen qu’à l’intérieur de l’Espagne. Mots clés: politique linguistique, langue régionale, Espagne, Union européenne.

El castellano es, según la Constitución de 1978, la única lengua española oficial del Estado en el conjunto del territorio español. Sin embargo, en algunas Comunidades Autónomas, hay también otra lengua española con carácter oficial, o más bien cooficial con el castellano. Según los «estatutos de autonomía», cuatro lenguas tienen reconocido un estatus de cooficialidad: el euskera, en la Comunidad Autónoma del País

Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 367-385). ISSN: 0212.6192

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Vasco y en la zona vascófona de la Comunidad Foral de Navarra1; el catalán, en Cataluña y en la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares; el valenciano, en la Comunidad Valenciana; y el gallego, en Galicia. Estas lenguas son consideradas, además, según la legislación autonómica y de forma exclusiva, excepto la de la Comunidad de Navarra2, como lenguas propias de las Comunidades respectivas. Últimamente, se ha dado un nuevo paso en el reconocimiento de esas lenguas. En efecto, si es cierto que algunos parlamentos autonómicos habían aprobado ya mociones, en particular el de las Islas Baleares (1987) y el de Cataluña (1988), con el objetivo de hacer presión sobre el Gobierno español y el Parlamento Europeo para que el catalán fuese lengua oficial de las instituciones europeas3, ningún gobierno, hasta el presidido por Rodríguez Zapatero en 2004, había considerado útil solicitar a la Unión Europea la oficialización de las lenguas autonómicas. Esta petición, en realidad, corresponde a la promesa hecha por el candidato socialista a la Presidencia del Gobierno español durante la «Sesión de investidura» en el Parlamento español el 15 de abril de 20044 y se produce en un contexto político particular. Efectivamente, después de los trágicos atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) gana las elecciones legislativas, pero no obtiene la mayoría absoluta. Zapatero nombrado Presidente del Gobierno español debe, pues, negociar con los nacionalistas, en particular con ERC (Esquerra Republicana de Catalunya), partido en el que se había apoyado principalmente el PSC (Partit dels Socialistes de Catalunya) para formar 1 En la Comunidad Foral de Navarra figura bajo la denominación de «vascuence» (véase art. 9, «Ley orgánica de reintegración y amejoramiento del Régimen Foral de Navarra», J. Tornos, Legislación sobre Comunidades autónomas, vol. 2, Madrid, Ed. Tecnos, 1984). Advertencia: las citas en español de libros o artículos cuyo título figura en una lengua diferente han sido traducidas por el autor. 2 En esta Comunidad, según la «Ley Foral 18/1986, de 15 de Diciembre, del Vascuence», tanto el castellano como el vascuence son lenguas propias de Navarra (Ley de la lengua vasca, Gobierno de Navarra, Pamplona, 1986). 3 Generalitat de Catalunya, Le catalan reconnu par le Parlement européen, Departement de la Presidència, Barcelona, 1991, págs. 41-43. 4 Véase EFE, «El Gobierno ha pedido a la UE que reconozca en la Constitución las lenguas oficiales en España», elmundo.es, 10/5/2004; y «La Xunta instará al Gobierno de Zapatero a pedir que la UE reconozca al gallego como lengua oficial», elmundo.es, 10/5/2004.

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De la oficialización de las lenguas de España en la Unión Europea

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un gobierno de coalición en Cataluña, después de las elecciones autonómicas de noviembre de 2003. Se va a efectuar una primera demanda de oficialización de las lenguas autonómicas en el primer semestre de 2004, durante la Presidencia irlandesa de la Unión, en el marco de la campaña electoral al Parlamento Europeo y de las negociaciones previas a la aprobación del texto de la Constitución Europea por los jefes de Estado de los 25 países de la Unión5. La petición no es acogida favorablemente por algunos países de la Unión y se recomienda a España que entable negociaciones con dichos países antes de presentar una nueva demanda6. Finalmente, la propuesta realizada por la Presidencia irlandesa para favorecer el conocimiento de las lenguas cooficiales, a petición de España, es la de autorizar la traducción de la futura Constitución Europea en las lenguas no oficiales de la Unión, pero que tienen un estatus de oficialidad en algunos Estados miembros7. Será, precisamente, el 13 de septiembre de 2004 cuando el Ministro de Asuntos Exteriores español anuncie a la Unión Europea —en cartas dirigidas a Romano Prodi, Presidente de la Comisión, y a la Presidencia irlandesa de la Unión— el deseo del Gobierno español de que se realice una reforma del régimen lingüístico de la Unión, a fin de permitir el reconocimiento pleno del catalán, del valenciano, del euskera y del gallego como lenguas oficiales de la Unión Europea8. Anuncia igualmente que el Gobierno español hará una serie de propuestas ulteriormente para alcanzar dicho objetivo. El 13 de diciembre, durante la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de los 25 en Bruselas, se constata, sin embargo, cierta moderación en las reivindicaciones españolas. En efecto, en el «memorándum» presentado al 5

Texto aprobado el 18 de junio de 2004, en Roma. Véase Agencias, «Según Moratinos España no consigue apoyos para que se puedan utilizar las lenguas autonómicas ante la Unión Europea», elmundo.es, 15/6/2004. 7 Véase EFE, «Moratinos dice que ‘es un primer paso’. España cree que la propuesta irlandesa en la UE sobre lenguas cooficiales se queda corta», elmundo.es, 17/5/2004. 8 Véase Europa Press, «España pide que el catalán, el gallego, el vasco y el valenciano sean lenguas oficiales en la UE», elmundo.es, 13/9/2004; Agencias, «España propone que euskera, catalán, gallego y valenciano sean oficiales en la UE», diariodenoticias.com, 14/9/2004; y Levante-EMV/Europa Press, «El Gobierno propone que el valenciano y el catalán sean lenguas oficiales en la UE», levante-emv.es, 14/9/2004. 6

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Consejo Europeo no figura el pleno reconocimiento de las lenguas regionales españolas, sin duda como consecuencia de las negociaciones llevadas a cabo con los diferentes países de la Unión entre esas dos fechas. En su lugar, podemos constatar una demanda menos utópica, con más posibilidades de ser aceptada, en particular, la posibilidad para los ciudadanos de utilizar esas lenguas «en sus comunicaciones escritas con las instituciones (Parlamento Europeo, Consejo, Comisión, Tribunal de Justicia, salvo para las comunicaciones relacionadas con el ejercicio de la función jurisdicional, y Tribunal de Cuentas) y órganos consultivos de la Unión (Comité de las Regiones y Comité Económico y Social), así como con el Defensor del Pueblo»; la posibilidad de utilizarlas también, teniendo en cuenta ciertas condiciones, «en las intervenciones orales (interpretación pasiva) en las sesiones plenarias del Parlamento Europeo y del Comité de las Regiones y, en su caso, en las sesiones ministeriales formales del Consejo»; y, finalmente, «la publicación oficial en tales lenguas de los textos legales finales adoptados por procedimiento de codecisión entre el Parlamento Europeo y el Consejo». Dicho «memorándum» puntualiza, además, que el Gobierno español «asumirá el coste presupuestario que se derive de la ejecución en la práctica de las modificaciones del régimen lingüístico que se solicitan». El Gobierno español considera, además, que esas lenguas «deben incorporarse plenamente al Programa Lingua de la Unión, en pie de igualdad con las otras lenguas europeas cuyo uso y enseñanza promueve actualmente el Programa»9. El «Proyecto de acta» de la sesión n° 2.630 del Consejo de la Unión Europea (Asuntos Generales y Relaciones Exteriores), celebrado en Bruselas el 13 de diciembre de 2004, comporta, efectivamente, la presentación del «memorándum», como corrobora el punto n° 6 del orden del día (Lenguas oficiales de la Unión Europea). Sobre este punto, la respuesta adoptada será la siguiente: «El Consejo toma nota de la presentación de solicitudes por parte de las Delegaciones española e 9

«Memorándum del Gobierno Español. Solicitud de reconocimiento en la Unión Europea de todas las lenguas oficiales en España», pág. 2 . Véase además «España correrá con todos los gastos que generen las lenguas cooficiales en la UE», libertaddigital.com, 13/12/2004; EFE, «Traducción leyes UE lenguas cooficiales costará 1,5 millones año», es-ue.org; y F. Bracero, «Morantinos pide hoy la oficialidad del catalán, euskera y gallego en la UE», La Vanguardia, 13/12/2004.

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irlandesa10 relativas al estatuto de sus lenguas dentro de la Unión y pide al Comité de Representantes Permanentes que estudie dichas solicitudes»11. Seis meses tardará la Unión Europea en estudiar este asunto y en tomar la decisión de aprobar, el 13 de junio de 2005, el uso de las lenguas regionales de España —aunque no exclusivamente, ya que no se cita ninguna lengua12— en el seno de las instituciones de la Unión Europea, según una serie de condiciones13. En lo relativo a la posibilidad para los ciudadanos de usar esas lenguas en las comunicaciones escritas con las instituciones europeas, el procedimiento será el siguiente: «Los Estados miembros podrán adoptar un acto jurídico en el que se establezca que, cuando un ciudadano desee dirigir una comunicación a una institución u órgano de la Unión en una de las lenguas indicadas en el punto 1 [lenguas diferentes de las indicadas en el reglamento n° 1/1958 del Consejo], remitirá esa comunicación a un órgano designado por el Gobierno de ese Estado miembro. Este órgano remitirá a la Institución u órgano de que se trate el texto de la comunicación con una traducción de la misma en la lengua del Estado miembro indicada en el Reglamento n° 1/1958 del Consejo. El mismo procedimiento se aplicará, mutatis mutandis, a la respuesta que dé la institución u órgano de que se trate». Por lo que respecta a las intervenciones orales en una sesión del Consejo o de otros órganos de la Unión, el Estado miembro deberá formular una demanda. En lo que referente al Consejo, «en principio se dará curso a dicha solicitud, siempre que se haya formulado con una antelación razonable con respecto a la 10

La demanda irlandesa no está en relación con la solicitud presentada por España. Se trata de una demanda del Gobierno irlandés pidiendo el reconocimiento del irlandés —primera lengua oficial de Irlanda—, como lengua oficial con plenos derechos en la Unión Europea. 11 Consejo de la Unión Europea, Bruselas, 11 de febrero de 2005 (16273/04, pág. 4). 12 Esta nueva normativa concierne a «las lenguas, distintas de las lenguas indicadas en el Reglamento n° 1/1958 del Consejo, que cuentan con un estatuto reconocido por la Constitución de un Estado miembro en todo o en parte de su territorio y cuyo uso como lengua nacional está autorizado por ley» (Diario Oficial de la Unión Europea, 18.6.2005, C 148/1-2). 13 Véase R. M. de Rituerto, «Aprobado el uso del catalán en la UE», El País, 14/6/2005; «La Generalitat considera un ‘paso histórico’ el acuerdo que reconoce el catalán en la UE», El País, 14/6/2005; S. Bruxaderas, «El català no serà oficial a Europa però se’n podrà fer un ús limitat», Avui, 14/6/2005; J. C. González, «La UE admite un ‘uso sin valor jurídico’ de las lenguas cooficiales», El Mundo, 14/6/2005; y F. García/B. Navarro, «La UE acepta el uso del catalán sin darle carta de lengua oficial», La Vanguardia, 14/6/2005.

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sesión y que se cuente con los medios necesarios, por lo que se refiere a personal y equipo». Finalmente, en lo relativo a la publicación de textos legales definitivos adoptados en codecisión por el Parlamento Europeo y el Consejo, el procedimiento que habrá que seguir será el siguiente: «El Gobierno de un Estado miembro podrá enviar al Parlamento Europeo y al Consejo una traducción certificada de los actos adoptados mediante codecisión en una de las lenguas indicadas en el punto 1. El Consejo conservará esta traducción en sus archivos y emitirá copia de ella a petición de un interesado. El Consejo se encargará de la publicación de estas traducciones en su sitio Internet. En ambos casos, se señalará que esas traducciones carecen de valor jurídico». Finalmente, estas decisiones sólo conciernen al Consejo, que «invita a las demás instituciones a que celebren acuerdos administrativos sobre esta base»14. El reconocimiento de las lenguas regionales o minoritarias en el seno de la Unión —que como hemos visto sólo tiene validez, por el momento, en el Consejo— no ha dejado de tener, como cabía esperar, sus repercusiones tanto a nivel interno, en España, como a nivel externo, en particular en Europa. En el plano interior, probablemente uno de los problemas más importantes, generados por esta demanda de oficialización, haya sido la reactivación del conflicto sobre la unidad del catalán. Efectivamente, en un primer momento, las cartas del ministro español de Asuntos Exteriores al Presidente de la Comisión y a la Presidencia holandesa de la Unión (13 de septiembre de 2004) anunciando que el Gobierno español pediría el reconocimiento del catalán, del valenciano, del euskera y del gallego como lenguas oficiales de la Unión Europea y el hecho de diferenciar el catalán del valenciano y, sobre todo, de nombrar este último, desató una primera ofensiva sobre la unidad del catalán entre políticos e intelectuales, particularmente en Cataluña, aunque la polémica también se extendió hasta las Islas Baleares15. 14

Diario Oficial de la Unión Europea, 18.6.2005, op. cit. (véase texto íntegro en anexo). Véase Agencias, «Reivindicación ante la Presidencia europea. Los nacionalistas catalanes critican al Gobierno por pedir que el valenciano sea lengua oficial en la UE», elmundo.es, 13/9/2004; «Solicita la comparecencia de Moratinos. ERC lleva al Congreso la polémica del valenciano y pide al Gobierno que respete la ‘unidad del catalán’», elmundo.es, 16/9/2004; J. M. Aguiló, «Los partidos nacionalistas de las Islas defienden la unidad del catalán», ABC, 15

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Unos meses más tarde, el conflicto vuelve a surgir con motivo de la traducción de la Constitución Europea en las diferentes lenguas autonómicas16. En efecto, tras la negativa de la Generalidad Valenciana de proponer un texto común (valenciano/catalán) de la Constitución Europea con la Generalidad de Cataluña, el Gobierno catalán decide, de acuerdo con el Gobierno central y con el objetivo de aportar una prueba evidente de la unidad del catalán, asumir como propia la traducción de la Generalidad Valenciana, sin que esta última lo sepa, para presentar en Bruselas una sola versión en valenciano/catalán de la lengua hablada en Cataluña, en Baleares y en la Comunidad Valenciana17. En cuanto el Gobierno Valenciano se entera de la noticia, sintiéndose engañado, manifiesta su total desacuerdo con dicha iniciativa18. Por esa razón, seguramente, el Gobierno español no presenta una sola versión en Bruselas el 4 de noviembre de 2004, sino dos versiones idénticas de la traducción realizada por la Generalidad Valenciana, con la única diferencia de la indicación de la Comunidad de procedencia, Cataluña o Comunidad Valenciana. Ello satisface a los valencianos, pero descontenta enormemente a los catalanes19. 16/9/2004; LL. Lorenzo, «El delegat del Govern traslladarà a Moratinos la unitat del català», Diari de Balears, 16/9/2004 ; «Bargalló, abierto a la doble denominación del catalán y el valenciano», El País, 17/9/2004 ; R. M. Piñol, «Los filólogos reafirman la unidad de la lengua», La Vanguardia, 19/9/2004; R.A.F., «Las universidades se oponen a diferenciar catalán y valenciano», Información, 22/9/2004; y E. Moltó, «El Institut d’Estudis Catalans velará con los rectores por la unidad del catalán», El País, 16/10/2004. 16 Que corresponde, como hemos visto anteriormente, a una concesión hecha por la Unión Europea a raíz de la primera demanda de oficialización de las lenguas autonómicas durante la Presidencia irlandesa (primer semestre de 2004) y anunciada al final de la misma. 17 Véase «El govern pacta con Zapatero equiparar valenciano y catalán», El Periódico, 30/10/2004. 18 Véase «El Ejecutivo valenciano tilda de ‘pillería’ la decisión del tripartito», El Periódico, 30/10/2004. 19 Véase F. Valls, «Maragall tacha de ‘despropósito’ presentar dos versiones en catalán de la Constitución europea», El País, 5/11/2004; J. Ferrandis, «El Consel valenciano expresa su ‘satisfacción’ y el tripartito cierra filas en torno al presidente catalán», El País, 5/11/2004; Agencias, «Maragall rectifica y anuncia ‘mediaciones’ por la traducción al valenciano de la Carta europea. Zapatero le había instado a la ‘reflexión’ ante el anuncio de recurrir a los tribunales, elpaís.es, 5/11/2004; P. Egurbide/F. Valls, «Maragall rectifica sobre el catalán en la UE para rebajar la tensión con Zapatero», El País, 6/11/2004; J. Ferrandis, «Camps acusa al jefe del Ejecutivo de Cataluña de injerencia política», El País, 6/11/2004 ; y F. V., «Los socios del tripartito se desmarcan del presidente de la Generalitat», El País, 6/11/2004.

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Como prueba de ese descontento, unos días más tarde, el líder de ERC, Carod Rovira, en un encuentro con el Presidente Rodríguez Zapatero en la Moncloa, le exige al Gobierno —al que habría amenazado con no votar los Presupuestos Generales del Estado en el Senado— «una declaración formal que deje claro que en España hay tres lenguas cooficiales». Al final de la reunión los responsables de ERC habrían indicado que en un plazo de unos diez días esperaban una declaración formal, tal y como habían exigido, con validez tanto en el plano interior como en el europeo20. Efectivamente, unos días después, el 18 de noviembre de 2004, el Consejo de la Unión Europea comunica a los 25 Estados miembros la recepción de las «‘tres versiones lingüísticas’ de la Constitución Europea realizadas en las lenguas cooficiales reconocidas en España […]. Las ‘tres’ versiones corresponden a la traducción ‘en vasco’, ‘en gallego’ y en la lengua llamada ‘valenciano’ en la Comunidad Autónoma de Valencia y ‘catalán’ en la Comunidad Autónoma de Cataluña». En lo referente a la traducción en catalán, Javier Solana21, Secretario General del Consejo de la UE, señala que «el certificado que acompaña las traducciones indica que el texto de la traducción que figura en los diferentes volúmenes transmitidos por la Comunidad de Valencia (sigla VA) es idéntico al texto que figura en los volúmenes transmitidos por la Comunidad de Cataluña (identificados por la sigla CAT)»22. El Presidente del Gobierno catalán está plenamente satisfecho con esta iniciativa ya que, además de la carta de Solana, habrá una declaración del Gobierno español por medio de su portavoz y primer Vicepresidente del mismo, María Teresa Fernández de la Vega, indicando que «los cuatro textos con las traducciones de la Constitución Europea que el Gobierno Español transmitió a la UE ‘corresponden a tres lenguas: el euskera, el gallego, la lengua conocida como valenciano en la Comunidad Valenciana,

20

Agencias, «Encuentro con el presidente. ERC exige a Zapatero en la Moncloa que reconozca formalmente que en España hay tres lenguas cooficiales», elmundo.es, 10/11/2004. 21 Cabe señalar —lo cual no nos parece en absoluto anodino—, que Javier Solana fue ministro en varios gobiernos del PSOE, presididos por Felipe González, entre 1982 y 1996. 22 EFE, «Informa de ‘tres versiones’ de la Constitución. La UE iguala el catalán y el valenciano como una misma lengua», elmundo.es, 18/11/2004.

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y como tal figura en su Estatuto de Autonomía, y que se conoce con la denominación de catalán en la comunidad científica y universitaria’»23. La Generalidad Valenciana, en cambio, está lejos de apreciar dichas declaraciones y su respuesta no se hace esperar. El 19 de noviembre su Presidente, Francisco Camps, después de haber acusado al Gobierno de «ponerse de rodillas delante de un líder radical» —haciendo alusión al Presidente de ERC—, anuncia que su gobierno va a preguntar a la Unión Europea «cuál era la cualificación de Javier Solana —secretario general del Consejo de la UE— para decidir sobre cuestiones lingüísticas». Según él, el párrafo del Ministro de Asuntos Exteriores español introducido en la carta de Solana a los 25 no tiene otro objetivo sino el de contentar antes del 22 de noviembre al Gobierno español, que necesita el apoyo de ERC para poder votar los Presupuestos Generales del Estado24. Además de la reacción del Gobierno valenciano, habrá en Valencia una manifestación masiva, el 27 de noviembre, en defensa de la lengua valenciana25. Esta manifestación nos recuerda otras, organizadas ya por motivos idénticos en junio de 1997. En aquellos momentos el conflicto se produjo a raíz de la moción presentada por el PSOE, IU-IC (Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya) y el PI (Partit per la Independencia) y votada también por CiU (Convergència i Unió), en la que se instaba al Gobierno a que la publicación de las disposiciones estatales se hiciera en catalán, en euskera y en gallego, y no en valenciano, por considerar que el valenciano y el catalán eran una misma lengua26. 23

A. Grau, «La Moncloa reconeix que ‘català’ és l’únic nom científic de la llengua», Avui, 20/11/2004; «Maragall dóna per tancada i guanyada la batalla per la unitat lingüística», Avui, 20/11/2004. 24 EFE, «Polémica catalán-valenciano. Francisco Camps acusa al Gobierno de arrodillarse ante Carod-Rovira», elmundo.es, 19/11/2004. 25 Véase I. Muñoz, «El PP trata de monopolizar la defensa del valenciano», El Periódico, 27/11/2004; M. Olivares, «Miles de personas se manifiestan en Valencia contra la unidad del catalán», El País, 28/11/2004; y A. Rubio, «Decenas de miles de manifestantes en defensa del valenciano», El Mundo, 28/11/2004. 26 En efecto, la aprobación, por parte de la Comisión de Educación y Cultura del Congreso de los Diputados, de la propuesta sobre la unidad lingüística del catalán provocó una primera manifestación de protesta en Madrid, el mismo día de la aprobación (20 de mayo de 1997), en la que miles de personas, en gran mayoría procedentes de Valencia, se congregaron ante el monumento a la Constitución, donde se «leyó un manifiesto en defensa

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Por otro lado, después de tener conocimiento, el 30 de noviembre, de la intención del Gobierno español de repetir en el «memorándum» que iba a transmitir a la UE, solicitando la reforma del régimen lingüístico de la Unión, la misma fórmula que en la presentación de las traducciones de la Constitución Europea, la Generalidad Valenciana anuncia que va a emprender (1/12/2004) «acciones jurídicas para que el memorando lingüístico del Gobierno no llegue a Bruselas y advertirá al resto de países de que el texto ‘no respeta’ a esta autonomía»27. Cabe señalar, sin embargo, que la tardía admisión, por parte del Tribunal Supremo (junio de 2005), del recurso presentado por el Gobierno valenciano contra el «memorándum», no ha contribuído a alcanzar el objetivo que perseguía la Generalidad Valenciana, es decir, conseguir que la Unión Europea rechazara la iniciativa española28. No es la primera vez que se plantean problemas lingüísticos entre España y la Unión Europea. Todas estas peripecias que acabamos de ver nos recuerdan otros casos y, más particularmente, el planteado por la denominación, usualmente utilizada, de la lengua oficial de España (español) y su denominación oficial (castellano) así como la denominación de las otras lenguas de España (demás lenguas españolas), según la Constitución de 197829. El origen de este problema, que se planteó a de la lengua valenciana […] y se acusó al congreso de haber traicionado al pueblo valenciano» («Varios miles de personas se manifiestan en Madrid contra la unidad del catalán», El Mundo, 21/5/1997). La posterior presentación de la propuesta, aprobada en comisión, en el pleno del Congreso (junio de 1997), rechazada esta vez por los socialistas, provocó también manifestaciones tanto en la Comunidad Valenciana, en la que hubo una asistencia masiva, como en la de las Islas Baleares. En esta última Comunidad, se formó una caravana de coches de cuatro kilómetros en protesta contra la unidad del catalán y en defensa de la lengua balear (véase A. Garrido, «El PSOE intenta dar marcha atrás en su defensa del catalán frente al valenciano»; y C. Infante, «Cientos de coches colapsaron ayer el centro de Palma de Mallorca contra la unidad del catalán», ABC, 15/6/1997). 27 EFE, «La Generalitat emprende acciones. La Comunidad Valenciana denuncia ante los miembros de la UE que el Gobierno ‘no respeta’ su lengua», elmundo.es, 1/12/2004 ; J. C. Ferriol, «El Consell se dirigirá a todos los países de la UE para informarles de que el Gobierno no cumple el Estatuto», lasprovincias.es, 2/12/2004. 28 Véase J. F., «El Supremo admite el recurso contra el memorándum sobre lenguas cooficiales. El Consell utilizará el auto para intentar que la UE rechace la iniciativa», elpais.es, 10/6/2005. 29 En efecto, en una publicación sobre cuestiones lingüísticas en las instituciones de la Unión Europea, Normand Labrie, después de recordar el artículo 3 de la Constitución

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mediados de los años 80, se encuentra en el artículo 3 de dicha Constitución, debido a las razones que prevalecieron en su redacción30. Una Española se formula una pregunta a la que él no encuentra una respuesta muy coherente: «En resumidas cuentas, lo que podemos deducir es que la lengua oficial de España es el castellano y que todas las lenguas habladas en España son ‘lenguas españolas’. Entonces ¿por qué no es la denominación ‘castellano’ la que prima en el texto de los tratados y del Reglamento nº 1?». La respuesta podemos encontrarla en el informe del Servicio Jurídico del Consejo de las Comunidades Europeas, citado por Labrie, según el cual, «Durante las negociaciones de 1985 referentes a la adhesión de España y Portugal a la Comunidad, el término que figuraba en los reglamentos que determinan el régimen lingüístico era inicialmente ‘español’. Hacia el final de las negociaciones, las autoridades españolas, probablemente para estar en conformidad con la Constitución Española, reemplazaron esa denominación por ‘castellano’. En las otras versiones lingüísticas — erróneamente— se dejó el equivalente de ‘español’. Y aparentemente los negociadores habrían insistido para que se mantuviera esta última apelación en las otras versiones lingüísticas. Se tratra de un argumento especioso, ya que los negociadores españoles no tenían evidentemente capacidad de decisión en lo referente a las transposiciones a las otras lenguas y, menos aún, para imponer la divergencia actual entre el texto español (que es el único que hace referencia al ‘castellano’) y los otros textos (que comportan todos el equivalente de ‘español’). En todo caso, no se les puede imputar a los traductores la falta de concordancia; los responsables son todos los negociadores en conjunto. Cierto es que, una vez resuelto el problema del régimen lingüístico en la version española de los reglamentos antes citados (que es el único lugar en el que aparece el término ‘castellano’ en los textos comunitarios), las autoridades españolas han empleado constantemente las expresiones clásicas ‘español’ y ‘lengua española’. De este modo, ya en el artículo final del tratado de adhesión, se puede leer: ‘El presente Tratado, redactado en un ejemplar único, en lengua alemana, lengua danesa, lengua española, etc.’. Más tarde, con el fin de disipar las dudas que pudieran subsistir, el representante permanente de España hizo saber al Secretario General del Consejo, por carta fechada el 4 de marzo de 1986, ‘el deseo general de las autoridades españolas de que, con carácter general en toda referencia a la lengua de España como Estado miembro, se utilizase la expresión lengua española». (N. Labrie, La construction linguistique de la Communauté européenne, Paris, Champion, 1993, págs. 83-84). 30 Razones más bien políticas, como apunta J. R. Lodares cuando escribe «Curioso poder el de las minorías lingüísticas en España: en la Constitución de 1978 hubo que disminuir el nombre de la lengua común porque español les molestaba, así que se quedó en castellano, variedad del español que sólo habla una parte de hispanohablantes y denominación que ha confundido a otros grandes grupos lingüísticos» (El paraíso políglota, Madrid, Taurus, 2000, pág. 48). Véase, además, G. Salvador, Lengua española y lenguas de España,

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de las formulaciones que podría haberlo evitado hubiera sido utilizar los dos términos conjuntamente —español o castellano, o viceversa—, como de hecho proponían algunas de las enmiendas al Anteproyecto de Constitución presentadas en el Senado31. Si es cierto que una buena parte de los problemas sobre la unidad del catalán han estado focalizados en la batalla catalán/valenciano32, el conflicto catalán/balear no ha estado tampoco ausente, como podemos constatar en el dominio cultural33, en los medios de comunicación34 e, incluso, en el terreno político. En este último, por ejemplo, dentro del marco del proyecto de reforma del Estatuto de Autonomía, se pide que figuren, en el artículo 14, los nombres de las modalidades lingüísticas insulares35.

Barcelona, Ariel, 1987, pág. 92; y J. C. Herreras, Lenguas y normalización en España, Madrid, Ed. Gredos, 2006, págs. 71-78. 31 Véase F. González Ollé, «El largo camino hacia la oficialidad del español en España», M. Seco y G. Salvador (coord.), La lengua española, hoy, Madrid, Fundación Juan March, 1995, págs. 58-60. 32 Véase M. B. Moneo, «Barón dice que la polémica entre catalán y valenciano ‘no es lingüística sino política’», Diario de Mallorca, 21/11/2004; X. Bru de Sala, «‘Català/Valencià’», La Vanguardia, 20/11/2004; L. M. Pomar y Pomar, «La lengua de las discordias políticas», Diario de Mallorca, 24/11/2004; I. Muñoz, «Lengua arrojadiza», El Periódico, 22/12/2004; J. Solà, R. Alemany, J. Palomero, M. Pérez Saldanya, «La lengua de los valencianos», El País, 3/12/2004; y J. Vanrell Nadal, «Lengua y sistema lingüístico», El Mundo, 22/6/2005. 33 Con ocasión de la fiesta del Estendard, por ejemplo, se reclama la promoción del catalán de Mallorca (véase J. R. R. «Carme Riera hace un llamamiento para que se promueva y defienda el ‘catalán de Mallorca’», El Mundo, 14/4/2005). 34 En los que se reclama una presencia más importante para las modalidades lingüísticas insulares y, en particular, en la televisión autonómica balear (IB3), de reciente creación (véase EFE, «Elaboran un manual de empleo del catalán de las islas en las emisiones de la TV autonómica», Diario de Mallorca, 5/11/2004 ; B. P./J. R., «La Universitat crearà la Câtédrè Pëp Gõnéllà per normalitzar el ‘maiorquí’», Diari de Balears, 28/12/2004; «¿Deben potenciar las instituciones el uso del mallorquín en lugar del catalán?», El Mundo, 6/1/2005; M. Cerdó/A. Rivera, «Los ciudadanos aprueban que el catalán tenga una presencia predominante en IB3», El Mundo, 1/3/2005; y Redacción, «La RTV autonómica balear comenzó ayer sus emisiones», La Razón, 2/3/2005). 35 Véase M. Nigorra Oliver, «Lengua: la polémica cobra altura», El Mundo, 1/12/2004; y R. L. «Los nombres de las modalidades lingüísticas se incluirán en el Estatut», Última Hora, 14/4/2005.

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Evidentemente, la lucha por la unidad del catalán no ha sido la única repercusión de la demanda de oficialización de las lenguas de España en la Unión Europea. Ello ha servido también para justificar una serie de reivindicaciones, entre las que cabe resaltar la posibilidad de utilizar dichas lenguas en el Parlamento español y en el Senado36. De hecho, los nacionalistas catalanes no se contentarían con la posibilidad de utilizar oficialmente su lengua en dichas instituciones y presionan para que el catalán sea oficial en toda España37. Sin embargo, conscientes de que la oficialización de la lengua catalana en exclusiva sería muy difícil de conseguir, se pide también la oficialización para el gallego y el euskera38. Por lo que se refiere a la utilización de las lenguas autonómicas en la Cámara de Diputados, se había llegado a un acuerdo, el 8 de febrero de 200539, para flexibilizar su reglamento y permitir así en ella, respetando una serie de condiciones, un uso moderado de las lenguas cooficiales. Sin embargo, el no respeto del acuerdo, por parte de algunos parlamentarios pertenecientes a grupos nacionalistas, obligó al Presidente del Parlamento, Manuel Marín a volver a la normativa oficial40. Decisión que ha provocado las protestas de los grupos nacionalistas que consideran, como subraya un diputado de CiU, que de nada sirve defender «la oficialidad de las lenguas

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Véase J. Rojo, «Por qué en el Senado», El País, 27/11/2004; R. Vallbona, «Lenguas propias y vernáculas», El Mundo, 6/2/2005; y A. Maestre, «Para entenderse con todos», El Mundo, 6/2/2005. 37 Véase J. Garriga, «Mas y Duran reclaman a Zapatero que el catalán sea lengua oficial en toda España», elpais.es, 11/9/2004; «CiU sólo apoyará cambios en la Constitución si se oficializa el catalán», El Mundo, 7/1/2005; EFE, «ERC presentará una proposición de ley para oficializar el catalán, el vasco y el gallego en toda España», elmundo.es, 21/8/2005; y Agencias, «ERC pide que catalán, gallego y vasco tengan carácter oficial en toda España», Expansión, 22/8/2005. 38 Véase M. Padilla, «Complejidades de lengua», El País, 12/11/2004; J. A. Argenter, «Falta de modelo lingüístico», El Periódico, 24/11/2004; y A. Bastardas, «Constituciones y lenguas», La Vanguardia, 10/1/2005. 39 Este acuerdo contemplaba al posibilidad de usar las lenguas cooficiales en intervenciones cortas, a condición de que se realizase a continuación la traducción correspondiente. 40 Véase Agencias, «ERC se enfrenta a Marín por no permitir el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso», elpais.es, 1/3/2005.

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cooficiales en el Parlamento europeo y, al mismo tiempo, prohibirlas en el Parlamento español»41. Efectivamente, el principal argumento utilizado para reivindicar el estatus de oficialidad de las lenguas autonómicas, tanto en el Parlamento español y en el Senado como en el conjunto de España, es que si el Gobierno español pide que la Unión Europea atribuya a las lenguas cooficiales españolas el estatus de oficialidad en el seno de la Unión, lo lógico sería que mostrara el ejemplo haciendo lo mismo en su propio territorio. Y el elogio de las lenguas cooficiales, hecho por Rodríguez Zapatero en marzo de 2005 en el Parlamento francés, donde declaró que «la España del castellano es grande pero lo es más sumada a la España del catalán, del gallego y del euskera»42, es otro argumento más al servicio de las reivindicaciones nacionalistas. Ahora bien, este argumento podría también utilizarse en sentido inverso para reivindicar el respeto a la plena oficialidad del español en instituciones de algunas Comunidades bilingües, ya que puede parecer también contradictorio reivindicar de puertas afuera de la Comunidad el reconocimiento de una lengua por respeto a los ciudadanos que la hablan y no respetar dentro de la Comunidad el estatus de oficialidad del castellano y, por consiguiente, a los ciudadanos que hablan esa lengua. Lo que sí está claro es que los que se oponen a la oficialización de las lenguas regionales en el Senado o en el Parlamento español, ponen de relieve que lo que

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EFE, «Los nacionalistas atacan la decisión de Marín de impedir el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso», estrelladigital.es, 2/3/2005. Véase además «Zapatero apuesta por ‘favorecer el uso’ de las lenguas cooficiales en el Congreso», elpais.es, 9/3/2005; EFE, «Los nacionalistas atacan la decisión de Marín de impedir el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso», estrelladigital.es, 15/3/2005; Agencias, «PSOE y PP rechazan que el futuro Reglamento parlamentario permita el uso de otras lenguas. CiU y ERC acusan a los socialistas, que apuestan por tolerar su uso limitado, de ‘marear la perdiz’», elpais.es, 21/4/2005; Editorials, «El català a Europa», El Periódico, 14/6/2005; S. García, «El Partit Popular frena l’accord sobre l’ús del català al Senat», El Periódico, 15/6/2005; E Ros, «La Generalitat vol dirigir-se a la UE en català sense passar per Madrid», El Periódico, 15/6/2005; y R. N., «El uso de las lenguas oficiales en el Senado divide a los nacionalistas», La Razón, 24/6/2005. 42 J. R. González Cabezas, «Zapatero exalta la diversidad como patrón de Europa y de España en la Asamblea francesa», La Vanguardia, 2/3/2005. Véase además F. Garea, «Marín se queda sin el apoyo del PSOE en el uso de las lenguas», El Mundo, 9/3/2005.

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pretenden los grupos nacionalistas no es facilitar la comunicación con los ciudadanos, sino marcar las diferencias existentes43. Si la cuestión de la unidad del catalán, que podía haber sido considerada como un asunto interno de España, ha desbordado también, como hemos podido constatar, los límites de sus fronteras para pasar a ser también indirectamente un asunto europeo, más importantes son las repercusiones directas que puede tener en el plano europeo la oficialización de las lenguas cooficiales españolas en la Unión Europea. En efecto, el hecho de que el Consejo haya decidido ampliar la oficialización a todas las lenguas con estatus de oficialidad en el territorio de algún país de la Unión, o en una parte del mismo, puede dar la impresión de que la Unión Europea no ha cedido a la presión de España y, más particularmente, de los nacionalismos peninsulares. Sin embargo, dicha oficialización podría tener consecuencias en otros países de la Unión, en los que las corrientes nacionalistas podrían reivindicar también medidas similares para las lenguas minoritarias que defienden. Es sin duda la razón por la cual Francia se opuso, durante la Presidencia irlandesa de la Unión, a la propuesta española de oficializar el catalán, el valenciano, el gallego y el euskera en el seno de la Unión, aunque la razón invocada por Michel Barnier, entonces Ministro de Asuntos Exteriores, fuera que no quería abrir nuevos frentes de dificil solución justo en el momento en que lo más importante era concluir con éxito las negociaciones de la Constitución Europea44. Es cierto que la oficialización eventual de las lenguas de España podría aportar nuevos argumentos a los que, del otro lado de la frontera, reivindican un espacio más importante para las lenguas regionales, empezando por los reclaman un cambio en la Constitución Francesa que permita inscribir en ella la diversidad lingüística existente en el territorio francés. Muy probablemente, para intentar evitar un nuevo rechazo de Francia e influir positivamente en la negociación entre los dos países, el Gobierno catalán, a través de su máximo representante, Pasqual Maragall, no dudó en 43

Véase E. Uriarte, «Lenguas nacionalistas», ABC, 15/3/2005; y A. Martín Ferrand, «Marín en la Torre de Babel», ABC, 17/3/2005. 44 Véase Europa Press, «Catalán, gallego y vasco en la UE. Francia se desmarca de la propuesta española para evitar que se reabran asuntos difíciles», elmundo.es, 10/5/2004.

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hacer alguna propuesta que podía despertar cierto interés del otro lado de la frontera. La primera, no muy realista, según la cual estaba dispuesto a pedir la inclusión de Cataluña en la Unión Internacional de Estados francófonos. Se puede considerar esta iniciativa como no muy realista y difícil de realizar, en la medida en que Cataluña no es un Estado independiente. Otra propuesta, mucho menos utópica, a cambio de que Francia apoyase el catalán en la Unión Europea, fue la promesa de potenciar el francés en Cataluña. Algo que es más factible y que está al alcance de la Generalidad de Cataluña, al menos en lo que respecta a la promoción de la lengua francesa en el sistema educativo, ya que es la encargada de la gestión de la educación en todos los niveles dentro de su ámbito territorial45. Otra consecuencia, por lo menos inesperada, es que la demanda de oficialización de las lenguas cooficiales españolas en el seno de la Unión sirvió también de argumento en España a algunos partidos nacionalistas para promocionar el voto positivo en la campaña del referéndum sobre la Constitución Europea, realizado en febrero de 200546. Para concluir, podemos señalar que es cierto que las modalidades prácticas de aplicación de la oficialización de las lenguas cooficiales no son simples y que no hay prácticamente ningún cambio en el procedimiento utilizado por la Unión Europea. Es el país interesado, es decir, en nuestro caso España, el que tiene que jugar el papel de intermediario, particularmente en lo que respecta a la posibilidad para los ciudadanos de dirigirse a la Unión Europea, y es España igualmente la que deberá hacerse cargo de los gastos ocasionados por el uso de esas lenguas en el seno de la Unión (1,5 millones de euros anuales). Ahora bien, el reconocimiento de las lenguas regionales en le marco europeo —por mínimo que pueda parecer—, además del valor simbólico que tiene, constituye un precedente que abre la puerta a reivindicaciones futuras, tanto para las lenguas cooficiales españolas como para otras lenguas minoritarias en Europa. Además, lo que también está claro es que si los nacionalismos periféricos peninsulares ganan la batalla de la oficialización de las lenguas regionales 45

Véase «Maragall pedirá la inclusión de Catalunya en la Unión Internacional de Estados francófonos», Expansión, 21/4/2005 ; y Agencias, «Maragall potenciará el francés en Cataluña a cambio de que Francia apoye el catalán en la UE», libertaddigital.es, 22/4/2005. 46 Véase Redacción, «Mas confirma que CDC votarà sí a Europa pels gestos de Zapatero a favor del català», Avui, 2/12/2004.

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españolas dentro de España, la Unión Europea podría verse obligada a hacer lo que ha podido evitar hasta el momento: modificar el Reglamento n° 1 que fija el régimen lingüístico de la Unión, introduciendo las lenguas de España con estatus de oficialidad plena en el seno de la Unión Europea.

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I (Comunicaciones)

CONSEJO

CONCLUSIONES DEL CONSEJO de 13 de junio de 2005 relativas al uso oficial de otras lenguas en el Consejo y, en su caso, en otras instituciones y órganos de la Unión Europea (2005/C 148/01): 1. Las presentes conclusiones se refieren a las lenguas, distintas de las lenguas indicadas en el Reglamento n° 1/1958 del Consejo, que cuentan con un estatuto reconocido por la Constitución de un Estado miembro en todo o en parte de su territorio y cuyo uso como lengua nacional está autorizado por ley. 2. El Consejo considera que, en el marco de los esfuerzos desplegados para acercar la Unión al conjunto de sus ciudadanos, tiene que hacerse más hincapié en la riqueza de su diversidad lingüística. 3. El Consejo estima que la posibilidad de que los ciudadanos utilicen otras lenguas en sus relaciones con las instituciones es un factor importante para reforzar su identificación con el proyecto político de la Unión Europea. 4. En el Consejo se autorizará el uso oficial de las lenguas indicadas en el punto 1 sobre la base de un acuerdo administrativo celebrado entre el Consejo y el Estado miembro que lo solicite y, en su caso, con otra institución u órgano de la Unión sobre la base de un acuerdo administrativo similar. 5. Estos acuerdos se celebrarán de conformidad con el Tratado y con las disposiciones adoptadas para su ejecución y deberán ajustarse a las condiciones que se exponen a continuación. Los costes directos o indirectos que se deriven de la aplicación por las instituciones y órganos de la Unión de estos acuerdos administrativos correrán a cargo del Estado miembro solicitante. a) Publicación de los actos adoptados mediante codecisión por el Parlamento Europeo y el Consejo El Gobierno de un Estado miembro podrá enviar al Parlamento Europeo y al Consejo una traducción certificada de los actos adoptados mediante codecisión en

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una de las lenguas indicadas en el punto 1. El Consejo conservará esta traducción en sus archivos y emitirá copia de ella a petición de un interesado. El Consejo se encargará de la publicación de estas traducciones en su sitio Internet. En ambos casos, se señalará que esas traducciones carecen de valor jurídico. b) Intervenciones orales en las sesiones del Consejo y, en su caso, de otras instituciones u órganos de la Unión El Gobierno de un Estado miembro podrá, si ha lugar, solicitar al Consejo, y en su caso a otras instituciones u órganos (Parlamento Europeo o Comité de las Regiones) la posibilidad de utilizar una de las lenguas indicadas en el punto 1 en las intervenciones orales (interpretación pasiva) que realice en una sesión uno de los miembros de la institución u órgano de que se trate. En el caso del Consejo, en principio se dará curso a dicha solicitud, siempre que se haya formulado con una antelación razonable con respecto a la sesión y que se cuente con los medios necesarios, por lo que se refiere a personal y equipo. c) Comunicaciones escritas con las instituciones y órganos de la Unión Los Estados miembros podrán adoptar un acto jurídico en el que se establezca que, cuando un ciudadano desee dirigir una comunicación a una institución u órgano de la Unión en una de las lenguas indicadas en el punto 1, remitirá esa comunicación a un órgano designado por el Gobierno de ese Estado miembro. Este órgano remitirá a la Institución u órgano de que se trate el texto de la comunicación con una traducción de la misma en la lengua del Estado miembro indicada en el Reglamento n° 1/1958 del Consejo. El mismo procedimiento se aplicará, mutatis mutandis, a la respuesta que dé la institución u órgano de que se trate. Cuando las instituciones u órganos de la Unión tengan que respetar un plazo de respuesta, dicho plazo empezará a contar a partir de la fecha en la que la institución u órgano haya recibido del Estado miembro la traducción en una de las lenguas indicadas en el Reglamento n° 1/1958 del Consejo. El plazo dejará de correr en la fecha en la que la institución u órgano de la Unión haya enviado su respuesta al órgano competente del Estado miembro en esa última lengua. El Consejo invita a las demás instituciones a que celebren acuerdos administrativos sobre esta base. Diario Oficial de la Unión Europea, 18.6.2005, C 148/1-2.

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LEÓN FELIPE Y LAS RAÍCES DEL SALMO JOSÉ MARÍA BALCELLS DOMÉNECH Departamento de Filología Hispánica y Clásica Facultad de Filosofía y Letras Universidad de León Campus Universitario de Vegazana 24071 León jmbald@unileon.es Según León Felipe, en las nanas castellanas se combinan los elementos del rezo, la queja, el grito y el salmo, despertando la mente del niño en lugar de contribuir a adormecerlo. Una de las consecuencias de escuchar este tipo de nanas puede ser la propensión a la blasfemia, una práctica avalada por la Biblia como estrategia para llamar la atención de Dios. Palabras clave: poesía, León Felipe, nanas castellanas. silencio de Dios, blasfemia.

According to Leon Felipe, in Castilian lullabies there is a combination of elements which consists in prayer, complaint, shout, and Psalm that awakens the mind of the child instead of putting them to sleep. One of the consequences of listening to these types of lullabies may be the propensity of it being blasphemy, a practice endorsed by the Bible as a strategy to attract the attention of God. Keywords: poetry, León Felipe, Castilian lullabies, God silence, blasphemy.

1. La nana de Castilla Tomando como pretexto argumentativo unas líneas del poema “¡Qué lástima!”, perteneciente a su libro Versos y oraciones de caminante, se diría que León Felipe no recordaba nada1, en efecto, del pueblo de Tábora, en el que nació un 11 de abril de 1884. Sin embargo, en ese enclave zamorano, y también tal vez en Salamanca, debió escuchar acaso sus primeras nanas, canciones cuya especial idiosincrasia imprimirían, a su juicio, en tierras castellanas, una impronta más acusada que la que dejaban en los niños las de otros lugares de la geografía española. Así lo dio a entender el poeta en

1

“y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada:/ pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,”. Cf. León Felipe. Poesías completas. Edición de José Paulino. Madrid: Visor, 2004, pág. 78. (Todas las citas poéticas de León Felipe se harán por esta edición).

Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 387-398) ISSN: 0212.6192

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la sexta de las composiciones preliminares de Ganarás la luz (1943), titulada “El salmo”. En imagen con la que se hubiese identificado Unamuno2, en ella se refería a dichas canciones domésticas de las madres de España asegurando que su tono era tributario “de las modulaciones más altas de los salmos”, y añadiendo que “Son monstruosos lullabies, más para despertar que para dormir. Las mujeres españolas arrullan y rezan al mismo tiempo, y el ritmo de cuna se les va continuamente al quejido y a la plegaria alta sin sentirlo.¡También gritan!”3. En estas apreciaciones se hacen converger, en suma, varios factores en las nanas castellanas: la modulación de salmo, el rezo, la queja y el grito, siendo factor secundario el arrullo, y en cambio muy principal la función de sacudir la mente, despertándola, en vez de propender al adormecimiento de la criatura. Estos cantos los coequipara a los lullabies, término inglés para referirse a canciones parecidas. Lullabies, sí, pero “monstruosos”. Ya se anticipó que estos rasgos de la nana se darían en Castilla de manera más cumplida y profunda que en otras latitudes españolas, y por ende los poetas de España, y sobre todo los castellanos, habrían de reflejar tales trazos consustancialmente, porque los llevarían arraigados desde su contexto primero, el familiar. De los elementos que acaban de señalarse, los más sustantivos serían la lamentación y el grito, susceptibles ambos de apuntar más directamente a su fin vertical que los versículos bíblicos, demorados en su horizontalidad. Por tanto, en un poeta español, y máxime en un poeta de Castilla, habría genéticamente más predisposición originaria, radical, a la línea directa con Dios que en los mismísimos autores de la Biblia, es decir que en los poetas hebraicos inspirados por Jehová, y que nacieron en el seno del llamado pueblo “escogido”. Y aquí permítaseme apostillar con algún énfasis la ostensible osadía mostrada por León Felipe al ofrecer a sus lectores esta idea tan particularísima. Pienso que le hubiera sido no poco embarazoso sustentar esa tesis en un contexto judío, como se desprende de un pasaje del “Discurso poemático” pronunciado, el 31 de julio de 1967, en el Salón de Actos de la Comunidad 2 Lo sugiere Emilio Miró en “España en León Felipe: de la tierra al mito”, en AAVV. El viejo pobre poeta prodigio León Felipe. Madrid: Los libros de Fausto, 1984, pág. 46. 3 Cf. Poesías completas, pág. 413.

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judía de México, discurso en el que dijo a sus oyentes, y creo que no sin cierta dosis de halago y de captatio benevolentiae, que “Con la misma historia, con los mismos cuentos, con las mismas escenas, con los mismos lugares y con los mismos nombres con que han arrullado y han dormido a los niños judíos, me han arrullado y me han dormido a mí.”4. Pero no nos desviemos del asunto principal, porque, merced al argumento expuesto previamente, trasladó a Castilla la primacía del acceso a Dios mediante la oración, y por encima de los propios salmistas testamentarios, en un propósito de validar su poética más identificadora, en cuya palabra confluyen los referidos caracteres de las nanas que escuchó en sus días más tempranos, como puede comprobarse leyendo sus libros de poesía, en los que el poema deviene oración, la oración deviene salmo, el salmo deviene grito y el grito deviene blasfemia. Su teoría no secunda precisamente un posible postulado concibiendo a Castilla como ámbito que emerge hacia la universalidad, sino al contrario, pues la noción de universal supone el intercambio homologable, y los líricos castellanos no tendrían equivalente en este punto a los de otras regiones españolas, y tampoco a los bíblicos. Y de lo antedicho se sigue también el corolario de que el zamorano justifica su mundo poético más característico, más profundamente íntimo, más singularizador, y por ende perdurable en el exilio5, no sólo como enraizado en Castilla, sino como auténtica y legítimamente ancestral de su tierra, acercándose desde este punto de vista a la dimensión “intrahistórica” de la nana que postulaba Unamuno6. 2. León Felipe y García Lorca: sobre las nanas Tras resumir estas apreciaciones acerca de las nanas españolas, subrayando la especificidad de las castellanas, no puede uno dejar de acordarse de que otro gran poeta, Federico García Lorca, también se interesó por esta clase de canciones, reflejando su interés más por extenso 4

Poesías completas, pág. 1074. Cf. la “Introducción” de José Paulino a León Felipe. Ganarás la luz. Madrid: Cátedra, 1999, pág. 31. 6 Véase Carlos Blanco Aguinaga. El Unamuno contemplativo. Barcelona: Laia, 1975, pág. 188. 5

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que el zamorano, a quien conoció y con quien mantuvo no pocas afinidades7. Referir aquí, aunque sea de manera muy sucinta, las opiniones lorquianas, será útil en la medida que nos permitirá un mejor aprecio del pensamiento diferencial de León Felipe en este punto. García Lorca no fue un opinante cualquiera en esta materia, pues el texto de su conferencia “Las nanas infantiles” acredita que llegó a ser un estudioso del tema, sobre el que había realizado incluso un trabajo de campo, recopilando y analizando nanas de diversos lugares de España. Su método tuvo, además, rango comparatista, puesto que contrastó entre sí nanas de diferentes regiones y provincias, no olvidándose de señalar semejanzas y diferencias con las de otros países europeos. Según el granadino, la canción de cuna europea pretende dormir al niño, no así la española, que se propone principalmente herir su sensibilidad, atentando contra su sueño, idea ésta en sintonía con la defendida por el León Felipe de Ganarás la luz, el cual diverge aquí un tanto del de Llamadme publicano (1950), porque en uno de los poemas de este conjunto denomina “cuentos”, obviando el término nanas, a las canciones de cuna, y no sin aseverar que en su infancia lo durmieron con ellos: Yo no sé muchas cosas, es verdad. Digo tan sólo lo que he visto. Y he visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, …………………………………………………………… Yo sé muy pocas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos… y sé todos los cuentos8.

Y ahora volvamos a Lorca, porque en su escrito, y en apoyo de su mencionada afirmación, reprodujo algunas nanas castellanas, como cuando 7

Véase Luis Rius. León Felipe. Poeta del barro (Biografía). México: Colección Málaga, 1968, pp. 158 y ss. 8 Poesías completas, pág. 626.

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aseguraba que “En Béjar se canta la nana más ardiente, más representativa de Castilla. Canción que sonaría como una moneda de oro si la arrojásemos contra las piedras del suelo: Duérmete, niño pequeño, duerme, que te velo yo; Dios te dé mucha ventura neste mundo engañador.

Morena de las morenas, la Virgen del Castañar; en la hora de la muerte ella nos amparará.”9

Pese a que Lorca y León Felipe coinciden en peraltar ese carácter contrario al sueño de las nanas de España y, para justificarlo, se sirven los dos, como no podía ser de otro modo, del comparatismo, los argumentos del zamorano se distinguen notablemente de los del andaluz, y no solo porque puso de relieve en esas canciones unos rasgos que no aprecia el de Fuentevaqueros, sino porque los hizo girar siempre en torno a la dimensión religiosa del ser humano, vertiente no destacada en la conferencia lorquiana, en la que el concepto plegaria no se suscita, y menos aún, puesto que pertenece al léxico más representativo del de Tábara, las palabras salmo y blasfemia. No alude Lorca a esas canciones como emitidas desde el grito, y tampoco a las supuestas señas identitarias de los líricos castellanos que les harían sobrepujar a los bíblicos en haber hallado la senda franca del atajo en su recorrido dialógico hacia Dios. 3. A Dios desde el salmo A tenor de cuanto antecede, y ligando ya estas disquisiciones sobre las nanas con la poesía de León Felipe, quisiera enfatizar que, desde mi punto 9

Cf. Federico García Lorca. Prosa. Madrid: Alianza Editorial, 1969, pp. 163-164.

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de vista, una de las claves más pertinentes para acercarnos a la comprensión de la poética del autor de Ganarás la luz radica en que la entendamos como una respuesta individual a la secular cuestión del diálogo entre el hombre y Dios, del diálogo “de la humanidad con Dios”10, un diálogo al que el autor ya propendería desde la infancia, inclinándole a ello las nanas que entonces escuchó. Sabemos bien que éste es un problema de ayer, de hoy, de mañana, un tema de siempre, en fin, un tema que a la vez conlleva un subtema conexo, el que suele formularse como silencio de Dios. Ha habido un debate secular acerca de ese silencio presunto, y numerosísimos teólogos, poetas y escritores en general nos han transmitido sus interpretaciones y su respectiva actitud ante, cuando no frente, el arduo dilema sobre si Dios habla o no, o sobre si Dios habla de un modo u otro, o valiéndose de un medio y de unas circunstancias u otras. A mi juicio es de ahí, del centro mismo de ese tupido dilema, de donde nace la palabra poética de León Felipe, a través de la cual se nos muestra una vía, la suya, para desarrollar el anhelo comunicativo con la divinidad. Interesa recalcar que esa vía es la que él eligió como hombre indesligable del poeta que llevaba dentro, pero sin pretender que esa elección se proponga para los demás, ya que toda elección resulta arriesgada, y el propio autor, en Versos y oraciones de caminante, ya nos participó sus vacilaciones al respecto, su inseguridad acerca de si el camino emprendido conducía verdaderamente a Dios: Así…vacío y a oscuras… Sin una luz en el cielo y roto mi corazón… ¡cómo saber si es el tuyo este camino, Señor!11

Empero, condujese o no a Él, la senda de León Felipe es la de ir a Dios desde la poesía, desde la poesía concebida como tal, y por antonomasia, una poesía que se crea y se transmite como oración, pero no como 10 11

En Benito del Pliego. León Felipe. Madrid: Envida, 2002, pág. 27. Poesías completas, pág. 107.

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cualquier rezo, sino como salmo, y no como cualquier salmo, porque de salmos hay de muchas clases, entre ellos los hímnicos, por ejemplo, sino como una especie determinada de salmos, la de aquellos que parecen arrancados de lo más interior del alma humana, y expresan sus emociones más dramáticas y desgarradoras. Siendo así, entender el poema como oración de tipo salmo querrá decir que en su contenido no se muestren reticencias ni titubeos al hablarle a Dios, sino contarle las cosas tal como se sienten, sin ocultarle nada, abiertamente, por duro, enorme e imprecatorio12 que pueda parecer lo que se diga. Visto el salmo desde este prisma, no puede extrañarnos que el hablante de los textos poéticos del zamorano lo relacione con el libro de Job, y acepte como atinada y oportuna la conducta de aquel personaje bíblico, el cual logró que Jehová rompiese su silencio. Lo leemos en el fragmento segundo de la extensa composición que integra El gran responsable (grito y salmo) (1940): Porque Job se quejó y cantó y lloró y blasfemó y pateó furioso en la boca cerrada de Dios, y habló Jehová desde el torbellino. 13

¡Que hable otra vez!

Los versos que se acaban de trasladar son de una fuerza extrema, e impactan a los lectores y a los oyentes por su tremenda contundencia, porque en ellos se proclama que Job lo que menos hizo fue dedicarle a Dios un plácido canto confortable y, en cambio, lo que más hizo fue quejarse, llorar y aun proferir blasfemias, o sea no contenerse ante la perspectiva de la ofensa de lo sagrado y hasta de Dios mismo. Y es el caso que a Job no iba a bastarle este modo inusitado de conducta, puesto que, según sigue contándonos el texto de León Felipe, el personaje llegó a emprenderla a 12

En la poesía española del siglo XX, el salmo puede emplearse en ocasiones como fórmula “de protesta e imprecación.” Véase María Wenceslada de Diego Lobejón. Los Salmos en la literatura española. Universidad de Valladolid, 1996, pág. 126. 13 Poesías completas, pág. 380.

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patadas contra un concepto tan venerando como la cara de Dios, y en concreto contra su boca, y no por otra causa que la de mantenerla “cerrada”. En su tan incontenible como furibunda ansiedad, Job no habría dudado en acudir a la violencia, al grado de violencia más definitivo que pueda imaginarse contra Dios por parte de un creyente, el de no reprimirse en patearle la boca, a ver si esta manera tan inédita como brutal era recurso efectivo y producía fruto, el de que Dios rompiese su silencio y hablase. Y ocurrió que la fórmula fue tan gravísima como eficaz, porque, como dice el verso de León Felipe, “y habló Jehová desde el torbellino.” Debemos aclarar, sin embargo, que la afirmación de que Jehová habló “desde el torbellino” sí está, y se reitera, en el Libro de Job. Lo que no está es la acción tremebunda de darle patadas a Dios en la boca. Mejor dicho: no está si atendemos a la estricta letra bíblica, pero sí está en sentido espiritual, según León Felipe, quien se considera autorizado a modificar el texto testamentario, pues “(En la crónica temporal lo esencial es la palabra que nadie debe trastornar; en la crónica poética o en el versículo sagrado lo esencial es el espíritu que yo no cambio nunca aunque modifique las palabras y quiebre la forma).”14 A partir de esta premisa que consta en Ganarás la luz, el poeta cree estar legitimado al cambio de los versículos bíblicos haciéndolos suyos libremente según la letra, aunque subordinándose a su sentido espiritual, y no por decisión suya, sino por la del Viento, palabra escrita en mayúscula y que, de acuerdo con su etimología, significa el Espíritu por antonomasia. Y ahora podríamos preguntarnos ya: ¿Qué consecuencias cabe extraer de este ejemplo propuesto desde la poesía? Acaso una sea que no hay que ser pacato precisamente en materia de comunicación con Dios, y que hay que estar determinado a explorar cualquier camino, por arriesgado que sea, acudiendo incluso a posibilidades nunca antes practicadas, sin detenerse ante nada, con tal de sacar a Dios de su silencio. Y vaya si Job consiguió que Jehová hablase, aunque fuera “desde el torbellino.”

14

Poesías completas, pág. 423.

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4. Poética y finalidad de la blasfemia El método tan expeditivo urdido y practicado por el santo varón bíblico para que Dios saliese de su silencio y entrase en diálogo con él, es el procedimiento que el hablante lírico de Ganarás la luz, como nuevo Job redivivo del siglo XX, confiesa que va a experimentar, sobrepasando muy a mayores el empleo de la canción y el salmo, porque no garantizan el objetivo pretendido de que Dios hable. El camino de la blasfemia, por el contrario, sí parece más efectivo, a vueltas del resultado que Job alcanzó, de ahí que leamos, en el fragmento decimotercero de ese libro cenital de León Felipe: “Y me he puesto a gritar y blasfemar porque pienso, como Job, que éste es un buen señuelo para cazar a Jehová”15. De acuerdo con esta propuesta, la blasfemia no constituye un fin en sí misma, ni debiera atribuírsele otra validez que la meramente estratégica, con lo que en realidad estaríamos hablando de una “pretendida blasfemia.”16 Sería tan sólo una manera, un reclamo17, de probada efectividad, para atraer la atención de Dios. También pudiera decirse que sería como un engaño, porque el vocablo “señuelo” así lo presupone, un medio falaz del que servirse, y justificado por su finalidad, la de inducir a Dios a que hable, y no sólo a que hable, sino a que reconozca, en virtud de su inconfundible timbre blasfematorio18, a León Felipe entre los demás mortales que poblaron, pueblan y poblarán la historia. Y saliendo al paso de cualquier reticencia frente a las supuestas bondades de una fórmula tan sorprendente como espectacular, en ese mismo texto cuya glosa nos ocupa, se concluye con convencida determinación: “Yo seguiré blasfemando. Y al final cuando hable Dios desde el torbellino veremos a quién le da la razón”19. La blasfemia deriva del hecho de que el hombre puede padecer como desesperante angustia, del silencio de Dios, un silencio que se produciría, 15

Poesías completas, pág. 426. Cf. Diego Martínez Torrón. “El viejo y roto violín de León Felipe”, en su libro Estudios de Literatura Española. Barcelona: Antrhopos, 1987, pág. 145. 17 Así lo calificaba María Pilar Palomo en “La fusión bíblica en León Felipe”, dentro de AAVV. León Felipe, poeta de la llama. Madrid: Universidad Complutense, 1987, pág. 153. 18 Véase Margarita Murillo González. León Felipe, sentido religioso de su poesía. México: Colección Málaga, 1968, pp. 221-222. 19 Poesías completas, pág.426. 16

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expresándolo en términos poéticos, “porque Dios está sordo y todos se han dormido allá arriba.” Como estamos hablando de quien estamos hablando, no cabe que el concepto de sordera aplicado a Dios se considere en sentido físico, sino espiritual, de modo que asegurar que Dios está sordo sería otro modo de decir que no atiende ni a la petición, ni a la súplica, ni al reclamo de diálogo. Pero es que Dios, además de sordo, está dormido, como acabamos de leer que están todos sin excepción en las alturas. Y puntualicemos que decir de Dios que está sordo o que está dormido no son ideas originales de León Felipe, sino que nos recuerdan versos de poetas cuyas obras conocía bien. Una de las causas del silencio divino radicaría en la sordera, según propone un poema de Unamuno en el que el autor se imaginó a Dios comenzando a despertar y emitiendo bostezos20. También lo representó dormido Antonio Machado en la siguiente cuarteta: Ayer soñé que oía a Dios gritándome: ¡Alerta! Luego era Dios quien dormía, y yo gritaba. ¡Despierta!

Repárese en cómo el escritor sevillano duplica el verbo “gritar” en la estrofa recién trasladada, a sabiendas de que, como no se levante mucho la voz, el que duerme seguirá haciéndolo. Hasta el propio Dios se diría que parece creerlo así en los versos machadianos, al menos si hay que hacer caso del sueño de un hablante despertado por Dios al grito de “¡Alerta!”, hablante que, a su vez, le dirige a Dios, a grito pelado, un vehemente “¡Despierta!” En estas líneas de Antonio Machado, en fin, se nos indica que el principio del camino del diálogo con Dios se produciría a través de gritos mutuos entre el ser humano y el ser supremo, porque el dormir va por turnos y, cuando uno duerme, el otro puede estar despierto, y viceversa.

20

Véase Francisco J. Peñas Bermejo. Poesía existencial española del siglo XX. Madrid: Editorial Pliegos, 1993, pág. 119.

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León Felipe coincide con Unamuno y Machado, y aun con otros poetas, en concebir un Dios sordo y dormido, pero el de Tábara no apuesta por el grito para conjurar su sordera ni para despertarlo. Y es que los gritos no le parecen suficientemente poderosos y productivos. Hay que ir a por todas convirtiendo el grito en aullido, entendido éste como un grito de dimensión más animal, un grito más fuerte, más insistente, más triste, más desesperado:

El que lo diga más alto es el que gana. No hay Dios, sí hay Dios, dónde está Dios… El que lo diga más alto es el que gana. Gritad…gritad…¡Aullad!21

El aullido vendría a situarse en el tramo en el que, más allá del grito, ya se divisa la blasfemia. León Felipe lo dio a entender así al colocar, en serie climática, esos tres puntos, precedidos por el llanto, que llevarían a hacerse escuchar por Dios y al diálogo con Él. Pero ocurre que la blasfemia también conduce al infierno, como se lee en un pasaje de Ganarás la luz: “Ahora todo se ha roto en el mundo. Todo. Hasta las herramientas del filósofo. Y el salmo ha enloquecido: se ha hecho llanto, grito, aullido, blasfemia…y se ha arrojado de cabeza en el infierno Aquí están ahora los poetas. Aquí estoy yo por lo menos.”22 La idea según la cual, para ir y encontrar a Dios, se requiere que el poeta pase primero por el infierno, es una de las más reiteradas y, por tanto, clave, en Ganarás la luz. La paradoja resulta tan llamativa como extrema, porque niega heréticamente los teológicos conceptos antagónicos de cielo e infierno, y los resitúa en solución escalonada y armónica de continuidad. De acuerdo con esta perspectiva, el fin último seguirá siendo el logro del cielo, pero el medio para lograrlo sería el paso previo por la etapa infernal, 21 22

Poesías completas, pág. 420. Ídem, pág. 511.

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un itinerario hacia Dios en el que se insiste igualmente en el libro de referencia, presuponiendo que no es el infierno el lugar definitivo de los condenados, sino un lugar de tránsito en el que se alcanza el perdón, y ese lugar transitorio no es sino la vida misma con todas sus vicisitudes, y aun otras vidas que acaso pudieran concebirse, como se expresa en el segundo de los fragmentos de la gavilla lírica Cuatro poemas, con epígrafe y colofón: Creo que tenemos muchas vidas, que todas son purgatorios sucesivos, y que esos purgatorios sucesivos, todos juntos, constituyen el infierno, el infierno purificador, al final del cual está la Luz, el Gran Dios, esperándonos23

Si entre blasfemia e infierno se percibe relación, entre blasfemia, infierno y cielo no se percibe, según las creencias más admitidas. Pero León Felipe salvaba tal obstáculo con el convencimiento poético de que los versos sagrados son a veces verdaderas blasfemias, y con el de que los ángeles son a veces autores de blasfemias. Y además, no sólo con el aserto de que Dios mismo gusta de la blasfemia, y tiene predilección por ella, sino con la de que Dios pudiera incluso hallarse, como se dice en un diálogo de Ganarás la luz: “-En el pico de la oración…/ o en el rabo de la blasfemia.”24 Llegados a este punto, recordemos que, en el sistema conceptual del poeta zamorano, la blasfemia está situada en el vértice último del grito, y el grito era acostumbrado entre las madres españolas, y singularmente las castellanas, para el arrullo de sus hijos con canciones cuya modulación estaba incardinada en los salmos. La blasfemia sería, así pues, no sólo una práctica avalada por la Biblia, y bienquista de Dios, sino la consecuencia terminante y más esperable de las canciones de cuna que lo desvelaron en una infancia en la que le fueron inculcadas las raíces del salmo.

23 24

Ibídem, pág. 718. Íd., pág. 554.

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NOTAS Y COMENTARIOS

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© José Polo

LOUIS HJELMSLEV EN EL ÁMBITO DE LA LENGUA ESPAÑOLA (con especial atención a una obra clásica de Emilio Alarcos Llorach) (9) JOSÉ POLO Departamento de Filología Española Universidad Autónoma, Cantoblanco, 28049 Madrid jose.polo@uam.es

II PANORAMA HISTORIOGRÁFICO (8)

14. Eugenio Coseriu (2) 0-1 La presente entrega se halla inserta, como la anterior y las dos siguientes, en el proyecto BFF2002-01827 (Ministerio de Ciencia y Tecnología, Dirección General de Investigación, Subdirección General de Proyectos de Investigación, Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica), La obra científica de Eugenio Coseriu: ordenación, estudio y edición.

0-2 En la primera parte del microsistema coseriano en torno al Hjelmslev fundamentalmente glosemático (con repercusión en Alarcos), presenté los aspectos externos: noticia de viejas conferencias, etc., del Dr. Coseriu en distintos lugares (América y Europa). Igualmente, transcribí el esquema general de su visión general glosemático-hjelmsleviana, salvo la última parte con la estructura del sistema de doctrina crítica, sección que, junto a otras de predominante línea igualmente axiológica, se harán visibles ya desde la entrega presente. Toda la estructura de partes, epígrafes y subepígrafes es creación mía para intentar meter en horma la suma de materiales que, parsimoniosamente, haré desfilar...

Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 401-417). ISSN: 0212.6192

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SEGUNDA PARTE (1) 1. Preliminares 1 Como se vio en el segmento anterior de esta parte de la serie y según he recordado líneas atrás, el interés de Coseriu por el Hjelmslev glosemático «viene de antaño». Coseriu era un investigador muy metódico —observación nada novedosa para quien se haya asomado a su obra múltiple— y también lo era «documentalmente», en sus materiales de control de proyectos de publicaciones, etcétera. En uno de esos memorandos (probablemente de su época uruguaya, quizá entre 1955 y 1956, no obstante hallarse la preposición italiana per ‘para’, seguida de la revista en la que se irían a publicar; casi todos, siete, estudios en español, dos en francés y uno en alemán), en uno de esos memorandos, decía, aparece, destinado a ZPh. Allg. Sp. [=Zeitschrift für Phonetik und Allgemeine Sprachwissenschaft, Berlín-Hannover, 1947; sustituida luego por ZPSK=Zeitschrift für Phonetik, Sprachwissenschaft und Kommunikationsforschung, Berlín, 1961], el trabajo «Die Grundfehler der Glossematik», vale decir, ‘Errores básicos/fundamentales de la glosemática’: de base, de fundamentación, de (los) fundamentos: tal es el carácter de las observaciones que, en efecto, veremos que muestra Coseriu con respecto a dicha doctrina. 2 El segundo hecho que traigo aquí es de tipo informativo. En efecto: a Coseriu se le invitó al congreso Louis Hjelmslev a cent’anni dalla nascita: lingüística, semiotica, epistemologia [Hjelmslev: 1899-1965], Padua (Università degli Studi di Padova, Facoltà di Lettere e Filosofia, Dipartimento di Lingüística), 4-6 de octubre de 1999; el «Circolo Glossematico» (Padua) nace el 18 de abril de 1995, Bien: me consta el mucho interés de Coseriu por participar en tales jornadas científicas; no pudo, sin embargo, asistir por un molesto problema de salud (ciática). Se publican las actas (al cuidado de Romeo Galassi y Margherita de Michiel) en la mencionada ciudad, 2001, 263 págs. 3 Lo ideal habría sido poder integrar, no meramente relacionar, los materiales que voy a presentar con las referencias a lo publicado por Coseriu en torno a la glosemática, pero esta delicada operación solo habría sido posible con la ayuda de Coseriu. Así, pues, lo de ahora —lo mismo que lo que ha antecedido y lo que

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seguirá en este espacio coseriano— aparece como un conjunto de unidades encuadrable en el género científico «materiales», vale decir, sin la elaboración ulterior del autor. Esto quiere decir que, una vez haya publicado en la última entrega del microsistema coseriano el inventario de todo lo hjelmsleviano de Coseriu ya en letra de molde (de lo cual hay algún anticipo, señalado en el número anterior), cabrá realizar un estudio comparativo de ambos frentes textuales para ver qué cosas han sido ya absorbidas en lo publicado, y de qué modo, y cuáles no; y si estas concuerdan plenamente con el pensamiento plasmado por Coseriu en sus publicaciones, a lo que, casi con seguridad absoluta —conociendo la« forma interior» de los escritos de Coseriu, su «perenne, pancrónica, seguridad» en cuanto lector crítico—, daré ya desde este preciso momento una respuesta afirmativa. No obstante, invito a quien desee internarse en tal universo comparativo a que, en su momento, realice tan necesaria —o, cuando menos, recomendable— operación de «metalingüística del discurso/del texto» (que yo, para poder atender otros asuntos de la inmensa obra de Coseriu, no haré).║ Al corregir pruebas, me place poder señalar que, en la obra póstuma (para el español) del maestro Lingüística del texto. Introducción a la hermenéutica del sentido (edición, anotación y estudio previo de Óscar Loureda Lamas; Arco-Libros, Madrid, 2007), dentro del capítulo II, en gran parte del epígrafe tercero («El sentido como combinación de todas las relaciones del signo», págs. 233-242) se habla de Louis Hjelmslev y de Svend Johansen 4 Para que se vea el alcance de mi afirmación en cuanto al hecho de que los textos —aislados, sin estructura continua— que voy a exhumar pertenecen más bien al género «materiales científicos», remito a otra serie mía en plena efervescencia, «Notas sobre la obra científica de Coseriu», en Estudios de Lingüística (Universidad de Alicante), desde el volumen 7/1991 en adelante, pues, justamente, desde el 16/2002, se halla, dentro de tal serie, la sección «Pistas bibliográficas en lecturas de Coseriu», donde voy rastreando, con fichas bibliográficas y citas, en trabajos leídos por Coseriu, el origen, la ampliación, la confirmación de algunas de sus ideas en torno a los ejes diastrático y diafásico y posibles contrastes con todo ello. Aquí —o sea, en esta y en la siguiente entrega— también podrá considerar el lector los materiales que aparecerán como señales de estudio, de atención crítica, de «pistas bibliográficas» de lo que, seguramente de otro modo y en distinta proporción y distribución conceptual, se halla en sus libros. Bastan los párrafos anterior y el de ahora para invitar a los estudiosos a que se acerquen a estos materiales como si se tratase de «entidades autónomas», vale decir, cuya existencia y presentación se justifican por sí mismas en cuanto materia prima de «formalización incipiente y discontinua» que acabará finalmente trabada, con la coherencia de un texto pleno (o de parte de sus segmentos), cuando estas discretas,

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pero seguras, criaturas se hayan cruzado, en la frontera hacia la letra impresa, con lo que ya se publicó en vida de Coseriu. 5 Debo añadir algo más. Por un lado, me voy a abstener de reproducir los segmentos textuales que en las hojas se hallan tachados, bien porque presumiblemente ya han sido utilizados en estudios que se han publicado, bien por alguna otra razón (porque se halle repetido en algún otro lugar, etc.); estos casos de texto suprimido son raros. Por otro lado, dado el carácter sucinto, de meros esquemas o concisas anotaciones, de esos textos coserianos, será normal encontrar reproducidos simples apellidos de estudiosos del lenguaje, de filósofos, etc., y telegráficas pistas de trabajos a los que se refiere. Desarrollar tales «abreviaciones» con un material tan denso —así en toda la obra de Coseriu— supondría apartarse peligrosamente del espacio del campamento en el que me he instalado, con unas consecuencias de extensión de mi aporte verdaderamente incontrolables y creadoras de inconveniente desequilibrio a mi favor entre esos materiales, que han nacido como apuntes, sin estructura textual plena, desarrollada, y mis voluntariosas prolongaciones informativas, que desenfocarían el alcance de las sabias, pero más bien «esquemáticas», reflexiones coserianas. Téngase en cuenta, de otra parte, que casi todos los nombres de estudiosos que aparecerán (Humboldt, Saussure, Vico, Marouzeau, etc.) se encuentran en sus libros (todos los cuales poseen índice onomástico) y, en algunos casos, hasta existen artículos de Coseriu (no siempre recogidos en volumen) sobre las doctrinas lingüísticas respectivas. 6 Por último, quisiera avisar de la extrema dificultad en la creación de un determinado orden al presentar dichos materiales. Como no se trata de «textos continuos», de «discursos plenos», sino de «instantáneas textuales», podrían haberse justificado distintas posibilidades de presentación: de los comentarios particulares a algunos pasajes hjelmslevianos o de los comentarios valorativos del Hjelmslev glosemático en conjunto, pasando por etapas intermedias de crítica a una serie de conceptos relacionados. Como había que hacer algo al respecto, una vez que en la entrega anterior apareció un esquema general, de tipo descriptivo, de la visión glosemática por parte de Coseriu (suprimiendo la sección final, de atención crítica), he optado por no apartarme demasiado de ese «inicio de ruta», vale decir, que, fundamentalmente, iré de lo particular a lo general, con determinados reajustes sobre la marcha a que me obligarán las diversas circunstancias o, como tal vez diría Coseriu, el entorno/los entornos de semejante operación.

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2. Antes de la glosemática 0 Vamos a situarnos en el estudio «La estratificación del lenguaje» (originalmente, en francés, 1954), págs. 47-89 en el volumen Ensayos lingüísticos (originalmente, en francés, 1959; versión española de Elena Bombín Izquierdo y Félix Piñero Torre: Gredos, Madrid, 1972; Biblioteca Románica Hispánica: II. Estudios y Ensayos, 177). Aquí, en pág. 48, nota 2, leemos: En nuestros Principes de grammaire générale, 1928, p. 5. Fue en 1931 [error o errata por 1936], al entregar nuestra contribución a la primera inauguración [así] de trabajos del Círculo Lingüístico de Copenhague, cuando presentamos la fórmula explícita de «método inmanente en lingüística» (cf. Bulletin du Cercle ling [Linguistique]. de Copenhague, II[1936, I=1935], p. 14

Aquí, en efecto, en colaboración con H. J. Uldall (véase, en la primera entrega de esta serie —Contextos, XI/21-22/1993—, §4, «Hans Jørgen Uldall (1907-1957)», páginas 352-355), había publicado «Études de linguistique structurale organisées au sein du Cercle Linguistique de Copenhague», págs. 13-15. Vale decir: que lo anterior a esta fecha debe ser considerado, al menos en cuanto convención historiográficamente aceptable (pues, en una realidad matizada en sus interpretaciones, las cosas casi nunca funcionan con tanta pureza), debe ser considerado, decía, como etapa «tradicional», o del «primer Hjelmslev», mejor que «preglosemática» (para no comprometerme, sin espacio para demostrarlo, con la idea de ‘umbral’ o ‘preludio’ de la plenitud glosemática; vuelvo a remitir a esa primera entrega de la serie). Así que voy a presentar en el epígrafe actual el contenido de una página, manuscrita como todo el material coseriano que ha aparecido y aparecerá en esta segunda parte, anunciada con el nombre /Hjelmslev/ presidiendo y enseguida, en el margen izquierdo y colocados verticalmente /PGG/ (o sea, Principes de grammaire générale) y /1928/. Como sabemos, la obra se tradujo al español: Principios de gramática general, Gredos, Madrid, 1976 (versión española de Félix Piñero Torre; Biblioteca Románica Hispánica, II. Estudios y Ensayos, 251; las referencias las haré solo por esta edición, no por la original). Trasladaré a la edición nuestra las páginas mencionadas por Coseriu de la edición original en francés, así como interpolaré en diversas ocasiones, aunque las más extensas irán en letra más pequeña, sin corchetes y formando párrafo aparte. Igualmente, me voy a permitir crear bloques con sus anotaciones para facilitar su lectura y su utilización como material de estudio. Separo mediante pleca doble lo que en el original del esquema se halla como punto y aparte, textos precedidos, cada uno de ellos, de una raya estructuradora de orden, o sea, distribuidora. Igualmente, llevo a cabo, como es de esperar en anotaciones no dispuestas para la imprenta, pequeños reajustes de puntuación y de disposición material de los textos, reajustes necesarios para el ensamblaje como estructura suficiente para su intelección y posible estudio, sin perder nunca la conciencia de que todavía —hasta que algún investigador los contraste con lo publicado por Coseriu sobre Hjelmslev— se trata de «materiales».

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1 Cree en la posibilidad de cat.[categorías] formales generales (c. [cf., cfr., confer, compárese, confróntese] Sapir).║«Il n’y a pas de “philosophie” du langage. Il n’y a que la linguistique». 1a La referencia a [Edward] SAPIR es a su obra Language. An Introduction to the Study of Speech (1921), recogida en la bibliografía de Hjelmslev (pág. 358 en la versión española) y, según cabe observar en el índice onomástico, pág. 377, muy tenido en cuenta (36 remites) por el estudioso danés. En nuestra lengua: El lenguaje. Introducción al estudio del habla, Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1954 (con multitud de reimpresiones; tr. de Margit [Frenk] y Antonio Alatorre).

2 Método empírico, inductivo.║Antimatematicista (acusa de matematicismo a los ginebrinos[Escuela de Ginebra].║Considera lo lingüístico como lo gramatical (cf. Saussure); lo fonético como lo «material».║Ya en Saussure idea de unidad de la l. [lengua] considerada sincrónicamente; el término justo sería, dice, idiosincrónico, sincr. [sincronía] en una lengua, y cont. [continúa] ‘la separación iría hasta los dialectos y subdialectos’. 3 Principios: 1) no separar la expresión de la signif. [significación]; 2) partir de la expresión para buscar la significación. La gr. [gramática] es teoría de la «forma»; la «forma»= las categorías gram. [gramaticales]; el significante, dividido en «imagen fónica» e «imagen gramatical» (p. 116 [cap. II, pág. 123]); la forma pertenece al significante. 4 Función: 1) la facultad de combinarse con ciertos morfemas sólo; 2) la facultad de combinarse con otros semantemas sólo por medio de ciertos morfemas.║A cada categoría [como hipótesis] [los corchetes anteriores, que he puesto en cursiva, son de Coseriu] un contenido significativo; p. 308 [cap. V, págs. 311-312]: adj [adjetivo]: semantema secundario susceptible de morf. [morfema] de caso; verbo: sem. [semantema] secundario no susceptible de morf. de caso.

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3. Umbral crítico 0 Inicio aquí la fundamentada ruta axiológica o de valoración, por parte de Coseriu, de las ideas del Hjelmslev glosemático. Los inmediatos epígrafes servirán para presentar comentarios a determinados aspectos particulares y los últimos (siguiente entrega) recogerán los diversos textos coserianos en los cuales valora el conjunto de esa doctrina «revolucionaria» del estudioso danés. Antes, sin embargo, de dar el primer paso en este «viaje monográfico», quisiera completar el esquema general introductorio, presentado en la entrega anterior en su parte descriptiva, con el final, síntesis o guía del espacio crítico. Esta última sección del esquema se halla escrita en portugués (recuérdese que habló de Hjelmslev, además de en algún país hispanohablante, en Brasil y en Portugal: véase el número anterior de la serie), pero la presento en español (simplifico la forma material: suprimo llaves y traslado el material a una «estructura lineal»). Es lo que sigue...

1 Críticas erróneas: 1) [basadas en criticar la] terminología; 2) [en lo de] álgebra ling. [lingüística]; 3) [en el hecho de que resulta] incomprensible. Crítica principal: 1) teoría no independiente (incluso la de Hjelmslev; l. [lenguaje, lengua] [,] objeto histórico [o sea, es un objeto histórico, antes que el rótulo más suave, diluido, ‘la lengua en cuanto objeto histórico’]; 2) el cambio lingüístico [mal planteado en el Hielmslev glosemático]; 3) [la necesaria distinción entre] lengua funcional y l. [lengua] histórica [una de las fundamentales «señas de identidad» en la doctrina de Coseriu]; 4) f. [forma] y sustancia (no es así [tal como lo plantea Hjelmslev]; la sustancia no es indif. [indiferente].

4. Miscelánea preliminar 0-1 Esta nota aparece en una ficha, tamaño mitad de cuartilla, en la que, por un lado, preside, subrayada, la voz Glosemática y, a su derecha y en un recuadro, sin subrayar, pero con letra mayor, /Lengua/. Incrustaré, por su relación temática, un comentario que se halla fuera de esa ficha, en otra hoja y, por la forma de escritura, perteneciente a otra época. Seguiré en la presentación el mismo procedimiento de separación, con pleca doble, de las varias instantáneas. 0-2 Con este apartado comienzo los varios desarrollos monográficos anunciados, secciones que no tomo mecánicamente de notas conjuntadas de Coseriu —que, en un cierto grado, existen—, sino que compongo creando microsistemas con materiales de procedencia varia (dentro, claro está, del carácter de meras anotaciones). Ello quiere decir que, lo mismo que he estructurado dicha materia prima en una determinada forma, habrían cabido, sin duda, otras; además, téngase en cuenta que no se trata de espacios de clausura plena: por mucho

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que predomine un tema en las estructuras que voy a crear, siempre quedan ideas integrables en otros espacios conceptuales o que los complementan (no voy a hacer al final ningún índice de materias, pero el lector que siga atentamente esta serie percibirá todo ello sin esfuerzo alguno, de modo natural). De otro lado, solo un investigador que intente realizar una investigación «consolidando» esta línea de apertura podrá crear una entidad más amplia y estable al integrar lo que publico ahora, lo del número anterior y lo de los dos que aún faltan en torno a Coseriu en el conjunto de la obra del maestro rumano-uruguayo. Así, pues, aunque sea en un estado de provisionalidad, creo que vale la pena hacer desfilar estos materiales y los subsiguientes. Como de costumbre, llevo a cabo diversos reajustes ortotipográficos para simplificar y hacer más legible la presentación de estas anotaciones

1 Hjelmslev, art. [artículo] en ruso [que Coseriu leía con normalidad], AL, VI, p. 57 y sigs.║Comparación entre valor ling. [lingüístico] y valor monetario, p. 58.║ [Ahora, en papel distinto y de otro momento de lectura]: El valor lingüístico no es de ningún modo el valor monetario; es este valor, esta moneda y no otra y no como quisiera Hjelmslev (art. en ruso, AL, VI, p. 57 y sigs., p. 58). Relac. [Relación] con [la] logística [o lógica matemática], p. 63 y sigs.║Es falso [habla ahora Coseriu] que los lógicos no entiendan que el signo tiene dos aspectos, p. 65 [aparece, en el margen izquierdo, con bolígrafo en rojo, un signo de cierre de interrogación, vale decir, dudosa aceptación o rechazo de una idea de Hjelmslev, como acaba de verse en el propio texto]; cf. Wittgenstein. 1a Se trata, en efecto, de un artículo en ruso cuyo título en español, siguiendo la bibliografía que aparece al final del volumen mencionado atrás, 2-0 ( pág. 350, ficha 145), es «Método de análisis estructural en lingüística»; publicado en Acta Linguistica, VI, 1950-1951 (aparecido en 1952), págs. 57-67. Se establece una relación con la ficha número 127, de 1948, resumen en danés de la 128 (de donde procede la traducción al ruso), que es como sigue: «Structural Analysis of Language», en Studia Linguistica, I, 1948, págs. 69-78. En la obra a la que he remitido líneas atrás, ese trabajo, «Análisis estructural del lenguaje», ocupa las páginas 35-46 (me abstengo de proporcionar los datos de una versión al español distinta de la del volumen de Gredos). La referencia a determinadas ideas en las páginas 58, 63 y 65 del texto en ruso tienen su equivalencia en la versión española, respectivamente, en págs. 36-37, 42-44 y 43-44. Como he señalado mediante interpolación, etc., lo que Hjelmslev dice de los lógicos, en cuanto a la incomprensión de la doble faceta del signo lingüístico, es contradicho por el apunte de Coseriu, que, entre otras muchas referencias posibles (dada su enorme cultura filosófica y lingüística), nos dirige a Wittgenstein (me abstengo de desarrollar semejante pista, que obligaría a ocupar un espacio desconsiderado para la intención de esta parte de la serie), autor este, Wittgenstein, que aparece en el índice onomástico en varios libros de Coseriu.

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5. Objetos naturales, objetos matemáticos, objetos culturales 1 El error de la glosemática Obj. [objetos] matemáticos y obj. formales; funciones e instrumentos; ver Leibniz; v. [ver] Homm. [Hommage] Marouzeau, Alarcos Llorach [1951], Vico [visible en la obra de Coseriu a través del índice onomástico de varios de sus libros, así como objeto de un trabajo específico presentado en congreso y publicado en el 2001]: radical div. [divergencia, división] entre obj. mat.-nat.-culturales.║[En otro lugar:] Los signos algébricos [variante de algebraicos] no son «formas», sino representantes convencionales de cantidades; no son ni cantidades ni valores; ni el álgebra se ocupa de formas. 1-a La palabra hommage ‘homenaje’, utilizada por Coseriu, creo que constituye —dado que se trata de meros apuntes para uso interno— una forma breve inteligible sobre la marcha y no necesariamente parte literal del título de un volumen tal. Además, el que Coseriu se valga de una voz francesa es un «reflejo coloquial», un automatismo asociado a que el estudioso objeto del homenaje es francés y «clásico», en doble sentido: por tratarse de un estudioso consagrado y por su atención al universo de las lenguas clásicas. También puede deberse tal forma ágil de designación a un uso particular, idiolectal, de Coseriu: solución fonéticamente breve, y reconocible internacionalmente, para nombrar familiarmente cualquier homenaje. En fin, sea lo que fuere, no señalándose nombre alguno de autor de trabajo al dar esa pista, Coseriu ha aludido, casi seguro, al más cercano contextualmente; o sea: a Hjelmslev. Por otra parte, si no estoy equivocado, de entre los varios homenajes al autor francés, se refiere, en consonancia con lo anterior, al único en que hay un artículo del estudioso danés, vale decir, a Mélanges de philologie, de littérature et d’histoire anciennes offerts à J. Marouzeau (Les Belles Lettres, París, 1948), donde se halla, págs. 253-281, el trabajo de Hjelmslev «Le verbe et la phrase nominale» (en Ensayos lingüísticos [I], «La frase nominal», págs. 218-252). Aunque remite en general a lo que yo, con esta explicación, he convertido en artículo de Hjelmslev, probablemente, para el espíritu de lo anunciado esquemáticamente en la anotación coseriana, las páginas más expresivas o marcadas al respecto serían las que van de la 238 a la 240.

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2 Hjelmslev Hay que distinguir entre la contrib. [contribución] de la «glosemática y la contrib. de Hjelmslev en cuanto lingüista. Hjelmslev es un gran conocedor de la historia de la lingüística y un finísimo analista, así como un gramático de excepción. Su teoría del verbo, su teoría de los morfemas implícitos, etc., toca puntos realmente fundamentales. También los problemas que toca son los mayores de la lingüística y son los de Humboldt: Form-stoff, f. [forma] interior (=esquema)-forma exterior, universalidad de las estructuras lingüísticas; aunque sus soluciones no sean aceptables debido a su matematicismo y antihistoricismo. 3 Glosemática La glosemática representa la modalidad extrema de la ingenuidad matematicista en las ciencias humanas ([matematicidad/matematicismo] que se cree ingeniosidad).║N.[Nota]. Acerca de la ingenuidad matematicista y la «superstición de la cifra[»] en las ciencias del hombre, cf. las anotaciones de G. Gusdorf, «Sobre la antigüedad de las ciencias humanas», Diógenes [Buenos Aires; versión española de Diogène, París], 26 (1959), pp. 72-73. 4 Hjelmslev/Sincronía/Estructura y cambio El pasar de los obj. naturales a los objetos matemáticos significa eludir tangencialmente la realidad de la lengua como obj. cultural. La realidad de la lengua es, justamente, lo que impide considerarla como pura estructura formal: [¿] por qué aquí se plantea el probl. [problema] de la sust. [sustancia], mientras que no se plantea en matem.[matemáticas]? El objeto matemático es un ente de razón al cual pueden seguir los entes reales: el obj. lengua es un ente de razón (la lengua como universal) precedido por los entes reales.║Los obj. matemáticos son intemporales porque no existen en el mundo. Existe el obj. ideal «cuadrado»; y un cuadrado dibujado es un ejemplo del cuadr. ideal. En el caso de las lenguas, éstas existen; no son ejemplos del obj. ideal «lengua», sino, al contrario, este objeto ideal representa a todos los obj. reales [luego viene un esquema con el movimiento entre las lenguas, un concepto y un objeto ideal, por una parte, y, por otra, el movimiento entre un concepto, un objeto ideal y los cuadrados empíricos].║ Atemporalidad.

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Atemporal es la idea de lengua y el obj. ideal (la l. en general), pero no son atemporales las lenguas. (Lo mismo en Malmberg [Systéme et méthod. Trois études de linguistique générale, Lund, 1945, págs. 25-26; véase, en la edición de Gredos, Madrid, 1973, de Sincronía, diacronía e historia. El problema del cambio lingüístico, el índice onomástico: Malmberg]: es una contradicción decir que cambia «la lengua», obj. ideal, pero cambian las lenguas. El ente de razón no cambia, en el sentido de que no puede dejar de ser lo que es. El problema es si el cambio hace que la l. [lengua] deje de ser lo que es; al contrario, hace que que sea lo que es, que sea siempre contemporánea).║[En otra anotación, esta formulación:] El ente de razón no puede cambiar en el sentido de que no puede dejar de ser lo que es, pero, naturalmente, cambia siguiendo [continuando] siendo lo que es. El problema es si el cambio lingüístico hace que la lengua deje de ser lo que es: al contrario, hace que la lengua sea lo que es (el no-cambio es un cambio esencial: la lengua se vuelve código) [véase SDH, atrás mencionado, así como, de Hjelmslev, Sistema lingüístico y cambio lingüístico, Gredos, Madrid, 1976; tr. de Berta Pallares de R. Arias; curso de 1934 editado en 1972].║Lo material no es principio, como lo vio Aristóteles (Física, II, 2), ciencias matem. y naturales frente a los objetos, pero ello no significa que sea indiferente.[OTRA VERSIÓN DE LO ANTERIOR:] La mate-ria (el material) no es principio, como lo vio Aristóteles. El principio es la forma, pero ello no significa que [la materia] sea indiferente. Aristóteles: ciencias matem. [matemáticas] y ciencias naturales frente a los objetos (forma+sust.[sustancia]): Física, II, 2. 5 [Apéndice. La historicidad consiguiente] a La historicidad del lenguaje, que entendieron bien los que veían la lingüística como historia, como, por ej., Paul, y mal los que piensan que lo sincrónico puede desprenderse [o sea, degajarse, no deducirse metalingüísticamente] de lo diacrónico (como Saussure y los ling. [lingüistas] americanos descriptivistas, que introducen lo sincr. [sincrónico], pero no lo diacr. en lo sincrónico: la idea de [Robert A.] Hall [, Jr.] no coincide con la de [Walther von] Wartburg). Historicidad absoluta: se produce en un momento hist. [histórico] por un indiv. [individuo] hist. Historicidad asemántica: se produce en un ambiente y un universo histórico determinado. Historicidad de la significación: el indiv. emplea signos de una tradición, se ayuda con ellos para verter en ellos su propia interioridad. Historicidad de la comunicación (el [frente al] discurso «la lengua se impone al hablante»): el habl. cambia la lengua («nada existe en la lengua...»).[En todo caso, remito, para el conjunto de este párrafo, a Sincronía, diacronía e historia, ya citado].

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b Las quejas acerca de la insuficiencia de una «lengua» no son, por lo tanto, estúpidas: no se trata de una imposibilidad de decir, de expresar (que como tal o no existe o pertenece a lo psicopatológico), sino de la dificultad de comunicar, de hacer coincidir dos conciencias históricas por medio de un instrumento histórico que se supone poseído por el otro en igual modo (de aquí la idea saussureana de «langue» perteneciente a todos los individuos de una comunidad).

6. Forma y sustancia 0 Recuerdo que nos hallamos con el género «materiales» y no con trabajos de Coseriu publicados en torno a esta zona de estudio. Remito por ello a la tercera entrega de esta serie (XIII/25-26/1995, §5, «Eugenio Coseriu», págs. 323-324, donde en la ficha número 2 se habla del estudio «Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje» (1954). Otra cosa será, como convendría que ocurriese con todo lo presentado en este microsistema coseriano, que algún investigador «contrastase lo que yo presento aquí con lo que ya aparece en letra de molde en los trabajos del maestro. Una vez más, tengamos presente que, salvo en la última sección, C (donde se trata de segmentos textuales sucesivos y homogéneos), en A y en B nos las habemos con otros, de procedencia varia, que yo he juntado, más que conjuntado (operación imposible sin la ayuda del Dr. Coseriu), para una visión modestamente panorámica de este decisivo planteamiento teórico y metodológico. Finalmente, no se pierda de vista que el actual epígrafe, sobre las relaciones entre forma y sustancia, es, en cierto modo, extensión del anterior (objetos naturales, matemáticos y culturales).

A 1 En los obj. [objetos] matem. [matemáticos] la forma (elem. [elemento] determinante) no tiene en cuenta la materia (elem. determinado). En el obj. lengua la forma tiene en cuenta lo determinado; el tener en cuenta se manifiesta como peculiaridad de la forma.║El silogismo pertenece a la demostración, no al pensar o al establecer la verdad: al manifestarlo para otros. 2 El error de Hjelmslev no es un error burdo; no es, simplemente, el error de ignorar la sustancia. Si así fuera, sería fácilmente remediable, pero se caería también fácilmente en el error de considerar la sust. [sustancia] más de lo debido (mientras que ella interesa sólo en cuanto formada). El error de Hjelmslev es mucho más sutil y, por ello, más grave. Es el de consid. [considerar] la l. [lengua] como obj. matemático (cf. Aristóteles [véase atrás 5-4]. Ahora, la lengua es

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ciertam. [ciertamente] forma, no sust., pero de aquí no se deduce que la sust. debe ser ignorada. Esta es la conclusión pedestre que, por evidente, es errónea. La l. es un obj. en que el formante tiene en cuenta la sustancia en la que volcará la forma; la sust. es una condición con la que el formante cuenta (cf. arquitectura, pintura). 3 En Hjelmslev hay dos errores fundamentales con respecto a la lengua: 1) el creer que, siendo la lengua forma, la sustancia no importa (mientras que en la l., como en la obra de arte, la sust. es algo con que se cuenta y la forma varía según la sustancia que puede utilizar; por lo tanto, no es indep. [independiente] de la sust., aun siendo forma; el ser forma no significa ser indep. de la sust.; 2) el creer que el obj. lengua se halla en el plano de los obj. matemáticos. 4 Dado que la lengua se compone de formas, es evidente que ella puede existir sólo en la mente humana que distingue estas formas en los actos lingüísticos concretos. Si, en cambio, se le reconoce una existencia independiente de los actos lingüísticos y de los individuos, existe el peligro de que se la considere, justamente, como un organismo, autónomo, como una sustancia (lo observaba Jesp. [Otto JESPERSEN] a prop. [propósito] de De Saussure; cf. Humanidad [Humanidad, nación, individuo desde el punto de vista lingüístico, Revista de Occidente Argentina, Buenos Aires, 1947, tr. de Fernando Vela; título original: Mankind, Nation, and Individual from a Linguistic Point of View, 1925, 1946...]). En cierto sentido, pues, la más formalista de las doctrinas lingüísticas arriesga caer, justamente, en la consideración de la lengua como «sustancia». B 5 Es cierto que la l. [lengua] no es una sust. [sustancia], pero ello no significa que sea una forma (Word, 163: no «organizada entre», sino «organizadora de»... ; además: no se trata de una definición, sino de una caracterización [o sea: lo que dirá inmediatamente, procedente de otro lugar de anotaciones, en el párrafo número 6]. 6 Según L. Hjelmslev, «La stratification du langage», Word, X, 1954, p. 163 [páginas 163-188 el conjunto del artículo; en Ensayos lingüísticos (I), «La estratificación del lenguaje», págs. 47-89; 48 para la idea que va a mencionarse, aunque conviene arrancar de la 47, comienzo del capítulo], la definición fundamental de la lengua es la que [la] define como ‘una forma específica organizada entre dos sustancias: la

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del contenido y la de la expresión’. No se trata de una «definición», sino de una caracterización. Y como caracterización es objetable, pues la lengua no es forma organizada entre, sino forma organizadora de sustancias. 7 Y, en efecto, tal parece ser la opinión de Hjelmslev: cf., por ej., «Langue et parole», p. 36, y «La stratification», p. 163 [el segundo ya ha sido nombrado atrás; el primero, de 1943, págs. 29-44, recogido en Ensayos, acabado de citar, págs. 90-106; lo aludido, §4, págs. 97-99]. Pero, en realidad, no hay ningún motivo no convencional para considerar la lengua como «esquema», es decir, como aquella parte de la forma lingüística que se mantiene idéntica en sustancias diversas. El «español» no es, ciertamente, aquella parte de la estructura del español fónico que puede trasladarse a la materia gráfica o a un sistema de señales. La unidad de la lengua se constituye [queda así, sin signo de puntuación y sin palabras sucesivas: frase trunca]. C 8 1) En primer lugar, que la sust. es indiferente significa que es indiferente que sea ésta o aquélla (que puede sustituirse), pero no que es indiferente la sust. esta (con resp. [respecto] a la forma): su indiferencia es con respecto a otra sustancia. 2) No es cierto que la sust. sea indiferente siquiera en el segundo sentido: es elegida por la forma (cf. Hjelmslev con resp. a la realidad). 3) Es indiferente sólo cuando decidimos que lo sea (cf. Hjelmslev). Pero entonces es indif. por convención, por definición de la sust. (indif.) con resp. a la materia (que no es indiferente). [4)] No es indif. ni que sea ésta o aquélla esté elegida por la forma (por ej.: bronce o mármol); ni que sea cuadrada o redonda, pues está determinada por la forma. De S. [Saussure] considera la sust. fónica como la natural, p. 74 [en la edición de Amado Alonso del Curso: capítulo VI, «Representación de la lengua por la escritura», de la Introducción; §2, «Prestigio de la escritura; causas de su ascendiente sobre la forma oral»]. 9 La indep. [independencia] de la forma se logra mediante dos reducción [reducciones]: de lo normal a lo convencional (Stratification, p. 174 [véase atrás 6; en el volumen en español, con amplitud, págs. 65-67] y luego con la definición de la sust. como «sust. formada». En este sentido, claro está que la misma f. [forma] puede manifestarse en dist. [distintas] sustancias, pero que la misma sust. no puede manif. diversas formas. Pero, si se dijera que además de la f. hay f. sust. [sustanciadas], entonces se puede decir que la misma sust. puede manifestar varias

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formas sustanciadas. Si la f. es f. sustanciada, no puede trasladarse a otras sustancias. Pero lo mismo sucede con la forma materializada, que no puede trasladarse a otras materias como la misma forma materializada [suprimo un esquema que, sin la ayuda de Coseriu, podría quedar mal representado]. 10 No hay una sustancia «significado» fuera de la organización significativa, así como no hay una sustancia fónica («sonido del lenguaje») fuera de la organización fonemática. Estas sustancias son abstracciones que se obtienen por la eliminación intelectual (no real) de la forma lingüística. Sólo entonces estas sustancias se piensan como «amorfas» y como «anteriores» a la formación. Pero, en realidad, no hay tal anterioridad.

7. El fonema y su entorno 1 Dos operaciones: la conmutación/la unificación de lo inconmutable (v. [véase] Hjelmslev, «La stratification du lang.» [atrás 6]; v. Haas; v. Diderichsen; v. Bloch y Tr. [Trager]. 1) ko/po/ro/so...; ki/pi/ri/si...; ku/pu/ru//su...; resultado: k1, k2, k3... NB: aquí todo lo que puede estar ante o, pero es conmutable con p, r, s..., se unifica como k1 (las varias variantes facultativas dan una invariante posicional). 2) k1, k2, k3=k: las invariantes posicionales se unifican en fonemas, que se oponen a otras clases de invariantes posicionales: a) k(1, 2, 3) no es p, r, s(1, 2, 3) porque funcionan de manera distinta; b) k1, k2, k3 son lo mismo. S. [Sobre] la distribución: v. Jones, v. FyS [«Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje»: véase atrás 6-0]-ident [identificación de las] [uni]dades [o sea, §4.3, págs. 183-184]. 1a He convertido en «estructura lineal», por más expedita para su informatización, lo que en el original de Coseriu se parecía más a un esquema de orientación vertical; no se ha perdido, sin embargo, con ello ni un ápice de información o de doctrina. He logrado identificar las referencias nominales, a saber: W. HAAS, «Relevance in Phonetic Analysis», en Word, 15-1/1959, págs. 1-18; P. DIDERICHSEN, «The Importance of Distribution versus Other Criteria in Linguistic Analysis», en Proceedings of the Eighth International Congress of Linguists (celebrado en 1957), Oslo, 1958, págs. 156-213; B. BLOCH y G. L. TRAGER, Outline of Linguistic Analysis, Baltimore, 1942; D. JONES, The Phoneme: its Nature and Use, Cambridge, 1950 [con ediciones posteriores] o bien «Concrete and Abstract Sounds» (referencias a este asunto, dentro del volumen citado, §20, 38, 625, 649 y 660), en Proceedings of the Third International Congress of Phonetic Sciences/Actes du Troisième Congrès International des Sciences Phonetiques (celebrado en 1938), edit. por Edgard

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Blancquaert y Willen Pee, Gante, 1939, págs. 4-6. Finalmente, añado, del propio COSERIU, «Acerca de la “distribución”» (1958), recogido (§1, págs. 159-166) dentro del capítulo V, «Quaestiones disputatae», de su libro El hombre y su lenguaje. Estudios de teoría y metodología lingüística, Gredos (Biblioteca Románica Hispánica; Estudios y ensayos, 272), Madrid, 1977. El hecho de que Coseriu no mencione las decisivas notas acabadas de nombrar me induce a pensar que, salvo olvido o distracción por su parte, el texto que he reproducido es anterior a 1958. Por otro lado, ese breve escrito recubre o arropa metodológicamente todo lo que voy a transcribir en esta sección alrededor del fonema (incluyendo la diferencia entre identidad e ipsidad, párrafo inmediato).

2 pṛthaktvam—ipsidad—alem. Getrenntheit Un fonema no es una «clase» de sonidos, sino que es una unidad funcional a la que corresponden varias realizaciones (fonemas concretos). Del mismo modo, la palabra no es una «clase» de palabras concretas, etc.║Una clase se define, pero no un fonema. La expresión de D. Jones [The Phoneme: its Nature and Use, Cambridge, 1950; véase Coseriu, Teoría del lenguaje y lingüística general, Madrid, 1962, 31973, pág. 123; §I-4 de «Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje», 1954], «familia[de sonidos»], es más apropiada (el f. [fonema] es un individuo, pero en otro plano). 2a La primera forma que aparece en el encabezamiento del párrafo acabado de reproducir es del sánscrito. Me he ayudado para su reconocimiento, aunque no haya podido ser directa o explícitamente, de Klaus MYLIUS, Wörterbuch Deutsch-Sanskrit (Langenscheidt.Verlag Enzyklopädie, Leipzig...,1988, 21992) y,de Bernfried SCHLERATH, Sanskrit Vocabulary. Arranged according to Word Families with Meanings in English, German and Spanish, E. J. BRILL, Leiden, 1980. A partir de lo observado por mí en tales obras y en algún otro lugar, y puesto que se trataba de una anotación para uso interno (no dispuesta para la imprenta), me he permitido colocar un punto infrascrito, un subpunto, en la r en dicha voz. Por otra parte, en «Determinación y entorno. Dos problemas de una lingüística del hablar» (1955-1956), recogido como último trabajo, págs. 282-323, en Teoría del lenguaje y lingüística general. Cinco estudios (Gredos, Madrid, 1962, 31973), nos interesa el apartado 2.2.1, págs. 293-294, donde se habla explícitamente de la identidad (ESENCIA) y de la ipsidad (EXISTENCIA) y se ilustra de un modo adecuado; véase también complementariamente el párrafo 4.1 del mencionado capítulo «Quaestiones disputatae» (de 1958 la publicación original del epígrafe 1, «Acerca de la “distribución”»), en el citado volumen El hombre y su lenguaje, págs. 163-165 lo correspondiente al párrafo consabido. Cual mínima ilustración, me permito transcribir, de la primera de las referencias, la nota 23 (pág. 294):

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En una predicación del tipo «A es hombre (animal, poeta, niño, etc.)», llamamos ipsidad el elemento A considerado independientemente de aquello que de él se predica (y que se halla implícito en el sujeto mismo) e identidad aquello que en cada caso se predica de A.

3 Un fonema no comprende sustancia, sino sustancialidad, puesto que es un esquema mental que concretamente se da como sonido. Un fonema no comprende los rasgos que lo diferencian de otros (no es un haz de rasgos distintivos), sino los rasgos comunes de sus variantes: cf. /b/ en español. 4 No existe ninguna dificultad con respecto a cuáles son las letras (puesto que ellas son primarias, son elementos de representación, de reproducción, como los signos de un mapa), mientras que puede haber dificultad con respecto a cuáles son los fonemas porque aquí se trata de la realidad y no de su representación convencional. 5 El fonema no es una abstracción, sino un eidos presente en el sonido concreto; el grafema no es una abstracción, sino un eidos presente en la letra concreta. En cambio, el cenema es una abstracción (fonema+grafema): [cambio la disposición vertical del esquema y la convierto en horizontal con algunos reajustes] cenema A: fonema A/grafema A, tipo de sonido/tipo de letra, sonido concreto/letra concreta. El fonema y el gr. [grafema] tienen un eidos común («elemento constitutivo y distintivo de signo»), pero éste se da en cuanto el fonema es f. [fonema] y el grafema grafema y no en cuanto es tal fonema (A) y tal grafema (A); en cambio, el fonema A se da en los sonidos correspondientes. (continuará)

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LA GRAMÁTICA ACADÉMICA (1994) DE EMILIO ALARCOS entorno, metodología, resultados (6)

JOSÉ POLO Departamento de Filología Española Universidad Autónoma, Cantoblanco, 28049 Madrid jose.polo@uam.es

II EL PENSAMIENTO GRAMATICAL NORMATIVO DE ALARCOS (6)

7. Ahora sí, últimas citas de Alarcos sobre la norma 0-1 Al comienzo de la entrega anterior anunciaba que con ella daba por conclusa la presentación de la doctrina normativa de Emilio Alarcos, proyectado, tal conjunto de textos mostrados, hacia la obra que ocupa nuestra atención. Como puede ocurrir cuando se trabaja con series de la amplitud de la presente —todavía en su fase introductoria—, se ve uno obligado a llevar a cabo determinados reajustes de los materiales, de modo que semejantes reestructuraciones sirvan para apretar las tuercas de los diversos microsistemas que van surgiendo y las de su conexión «mesoestructural» o «macroestructural». Pues bien: pensaba entonces instalarme directamente en la gramática objeto de estudio y comenzar a presentar, con orden y concierto, la suma de reseñas habidas y a continuación mis propias observaciones a todos y cada uno de los capítulos. Lo que ahora, con el reajuste anunciado, voy a hacer es, sencillamente, aislar los aspectos normativos de dicha obra para luego centrarme exclusivamente en los de carácter metodológico, teórico y descriptivo. Y voy a realizar dicha tarea en tres unidades: 1) la de ahora (textos normativos de Alarcos extraídos del prólogo de su gramática y de un breve artículo posterior ligado a ella); 2) visión, por parte de diversos estudiosos, de la doctrina normativa del maestro, explícita o no, en la obra objeto de estudio (siguiente entrega); 3) finalmente, para dejar acabada esta sección, II, «El pensamiento gramatical normativo de Alarcos», me ocuparé yo mismo de darle un repaso a los aspectos normativos (de redacción y entorno) de esta sobresaliente gramática. Con ello, Contextos XXI-XXII/41-44, 2003-2004, (págs. 419-424). ISSN: 0212.6192

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«redondeado» ya todo lo normativo —rasgo esencial, junto a otros, de una gramática que fue concebida y se desarrolló para ser la gramática oficial de las Academias de la Lengua—, podré entrar con mayor libertad de movimiento y de orden en la exposición de los otros aspectos de un análisis bastante completo —así lo espero— de una obra realmente emblemática (haya sido el que haya sido su «destino académico»). 1. En las citas que voy a hacer, como en todas las operaciones a lo largo de esta serie, me valdré de la edición original, 1994, de su gramática, tal como quedó anunciado en el título de mi trabajo. En ningún caso, pues, me valgo de reimpresiones posteriores (libro de bolsillo, etc.). Tal como he señalado líneas atrás, los textos citados proceden del Prólogo (págs. 19-22).

1 19 [...]Tardé años en aceptar el compromiso [invitación, por no decir ruego encarecido, de Dámaso Alonso para que Emilio Alarcos se hiciera cargo de la nueva gramática académica], solo después de haberme asegurado de tener libertad en mi cometido y de no estar obligado a la mera refundición del Esbozo[1973]. Convencido de que la gramática debía ajustarse a los conocimientos lingüísticos contemporáneos, me negaba, empero, a que el texto se convirtiera en tratado teórico en detrimento de las exigencias didácticas y normativas. Dámaso Alonso se mostró de acuerdo con estos puntos de vista. 2 19-20 Comencé a trabajar en el proyecto a principios de 1985. Mi propósito consistía en exponer los rasgos de la gramática del español que se descubren en los actos orales y escritos de los usuarios de la lengua en este siglo XX. Hoy día concurren normas cultas diversas en los vastos territorios donde se practica el español como lengua materna. Ya no es posible sostener, como un siglo atrás hacía Leopoldo Alas, que los peninsulares somos los amos del idioma; más bien, según propugnaba don Ramón Menéndez Pidal, debemos ser solo sus servidores. Se comprende y hasta se justifica que cada uno encuentre más eficaz y precisa la norma idiomática a cuya sombra ha nacido y se ha formado; pero ello no implica rechazo o condena de otras normas tan respetables como la propia. La Academia, con mutaciones varias a lo largo de sus casi tres siglos de vida, ha defendido criterios de corrección basados en el uso de los varones más doctos, según decía Nebrija. El redactor ha procurado la imparcialidad en los casos de conflictos normativos, si bien se reflejan a veces sus preferencias personales. La tendencia normativa, desde los mismos orígenes de la

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La gramática académica (1994) de Emilio Alarcos

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gramática, la hemos heredado todos, incluso los afectados de ligero latitudinarismo. Toda gramática termina, o empieza, por ser normativa. Y, al cumplir con el compromiso contraído, también esta gramática aconseja normas, siempre, eso sí, sin espíritu dogmático. 3 20 [...]Se ha procurado que la actitud normativa no borrara la rigurosa descripción de los hechos y que esta no ocultase, desarrollada en demasía, la claridad de la norma y el propósito didáctico. Por ello se evita al máximo la complicación terminológica. 4 20 Sin lugar a dudas[,] una gramática es un tratado en que se discuten y establecen ordenadamente ciertos hechos, para lo cual es requisito indispensable manejar una mínima nomenclatura. Pero los hechos (en nuestro caso, los datos gramaticales) son como son y no los afecta el nombre con que los reconozcamos. Que juzguemos, por ejemplo, incorrecto decir o escribir este área (en vez de esta área) no depende de que este y esta se designen como «pronombres» o «adjetivos», como «determinantes», «demostrativos» o «deícticos»: en todo caso, eso está mal dicho. Una gramática es, pues, normativa con independencia de que sus normas queden envueltas por fuerza en este o aquel excipiente metalingüístico. Ya no sería gramática el resultado de reducir la exposición de los hechos a un seco repertorio de usos correctos e incorrectos, sin dar ninguna explicación, como el viejísimo Appendix Probi. Y ya sabemos los hablantes neolatinos el brillante éxito práctico de los esfuerzos normativos del Pseudoprobo: casi todo lo que condenaba ha triunfado en los romances. Conviene así que el normativismo se forre de escéptica cautela. En el orden jerárquico interno de la gramática, primero viene la descripción de los hechos; de su peso y medida se desprenderá la norma, siempre provisional y a merced del uso [compárese «Sistema, norma y habla», 1952, de Coseriu; reseñado, por cierto, por Alarcos en 1956].

5 21 [...]De este modo, se deslindaban las áreas respectivas: la de la Academia y la del autor. De una parte, la Academia se abstiene de pronunciarse en cuestiones de método (actitud razonable, puesto que el fin de la Academia es fijar normas del uso, pero no las de la especulación teórica de la lingüística), y, de otra, el autor permanece en libertad para defender sus puntos de vista teóricos, sin por ello abandonar la intención normativa y didáctica con que concibió la obra.

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José Polo 6 21 [...]Se presentan las dos normas más comunes del sistema fonológico de hoy: la del sistema centronorteño peninsular y la del americano o atlántico, y se señalan las variantes más aceptadas.

2. ALARCOS LLORACH, Emilio, «Después de la gramática» (oralmente, en julio de 1995 en el curso «La Gramática de Alarcos»: Universidad de Salamanca), en Español Actual, 60/1993 (pero aparecido a comienzos de 1996), págs. 7-12. 1 9 Cuando, ya en el decenio de los ochenta, Dámaso Alonso, impulsado por el afán reformista, me indicó que me encargase de redactar una nueva gramática para la Academia, me mostré bastante renuente, porque yo pretendía independencia y libertad dentro de un orden. Pensaba en lo que habían sido las gramáticas de la Academia, desde la primera de 1771, y en los dos polos entre los que se han movido los gramáticos: atender al uso y acometer su descripción, y al mismo tiempo aconsejar una norma correcta según elección ponderada y razonable.║La norma resulta de la jerarquización juiciosa de los usos en concurrencia, pero[,] si se aplica con rigidez, se desarrolla el virus peligroso del dogmatismo intransigente, y puede producir una secuela funesta: la de inmovilizar y sujetar la lengua como si fuera una lengua muerta. Y no olvidemos que, casi como Coseriu [sobre todo en Sincronía, diacronía e historia. El problema del cambio lingüístico, 1957 y 1958 en Montevideo, y 1973 en Madrid], los antiguos académicos del siglo XVIII sabían muy bien la diferencia tajante entre lenguas vivas y lenguas muertas. Estas, escribían en el prólogo del diccionario, «permanécen en su inmutable sér, sin que el que las usa tenga libertad de inventar», mientras que una lengua viva «se nutre aumentandose con nuevas Voces, suavizando, ò perficionando las que posee, se purga olvidando algunas menos expressivas, y limpiando algunas durezas y barbaridades». 2 10 He repetido que en el terreno de la lengua es válido el dicho de que «cada maestrillo tiene su librillo». Y así, aunque en esta gramática se mantiene y recomienda, con el fuego que me caracteriza la norma académica [a falta de la materialidad prosódica en el momento de ser proferida esta frase, llamo la atención del lector no suficientemente atento o desconocedor de la personalidad del maestro Alarcos Llorach sobre el carácter irónico de tal aseveración o, si se prefiere, del sustantivo fuego; no parece errata por celo], no he podido, desdichadamente, ofrecer la doctrina

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La gramática académica (1994) de Emilio Alarcos

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gramatical de la Casa, por la sencilla razón de que la Academia como tal entidad carece de criterio gramatical o lingüístico definido, lo que no descarta que cada uno de los sapientes filólogos en ella asentados posea una teoría lingüística particular más o menos aceptada por los demás. 3 10 En la Gramática, según apreciará quien la leyere, se conserva el criterio normativo tradicional, si bien, dada la escasa fe del autor en la eficacia de las disposiciones autoritarias sobre el idioma, se apuntan, sin excesivo celo corrector, las divergencias tenidas por ilegítimas. Es cierto que existen usos bastantes [aunque este plural cabe perfectamente en construcción distinta, se trata de bastante, según corrección en fotocopia del original que me había enviado el propio Dr. Alarcos] generalizados que me soliviantan sin remedio. Pero contengo mis furias puristas, pensando en que quién sabe lo que triunfará el día de mañana. No puedo soportar, por ejemplo, tanto escuchar por oír como oímos habitualmente, aunque en este caso el delito atañe al léxico y no a la gramática. En resolución, mi gramática sigue siendo normativa como la de casi todos los gramáticos, aunque no maneje el látigo iracundo del purismo atenazador [compárese análogamente lo observado por Ambrosio Rabanales con respecto al Esbozo en el trabajo fichado en la primera entrega de esta serie]. Y, desde luego, acepto los usos trasatlánticos consagrados en la lengua escrita literaria y hasta menciono particularidades tenidas por vulgares. 4 11-12 Volviendo al origen, intención y destino de esta gramática, insistimos en que objetivamente es imposible la existencia de una gramática oficial de la Academia en que se unifiquen los pareceres teóricos de sus componentes. Porque no cabe duda alguna de que por votación mayoritaria no se puede defender ninguna teoría lingüística y declararla válida, y menos por decisión personal, tal como hizo Stalin en sus buenos tiempos. Lo único aceptable por votación mayoritaria es solo que se aconsejen unos usos y se condenen otros.║Por eso, a pesar del cómodo tanto por ciento que, sin comerlo ni beberlo, se lleva la Academia en las ventas de la Gramática, ahora, reduciéndose, supongo que tras humilde examen de conciencia, a sus posibilidades reales, pretende redactar una gramática exclusivamente normativa que defina sin ambages la postura oficial de la institución en cuanto a los usos gramaticales correctos, recomendables y desaconsejables.║Eso es lo único para lo que tiene competencia, y mucha, la Academia. Lo cual, sin embargo, no implica que los hablantes y los escritores la acepten sin más. Es decir, parece prepararse un Appendix Probi más amplio y apelmazado, que, según apunto en el prólogo, sin duda obtendrá el mismo éxito que logró su antiquísimo precedente. Para esos fines de enseñar al curioso que se debe decir esta aula y no este aula, que lo correcto es

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José Polo trastrueque, no trastoque, que es un error afirmar que han habido muchas dificultades en lugar de ha habido muchas dificultades, o si tendría tiempo por si tuviese tiempo, etc., etc., existen ya acreditadísimos diccionarios de dudas gramaticales de mucho más fácil manejo que unas ristras de ejemplos mareantes ordenados por temas. Es plausible el proyecto, pero no puede llamarse gramática [compárese ahora el Diccionario panhispánico de dudas, posiblemente en 2005, que, en la línea de lo propuesto por Emilio Alarcos, cabe esperar que no haga entrar en la gramática académica —al parecer, de publicación en el año 2009— esas mostrencas/mestencas cargas normativas de tipo más bien mecánico]1.

(continuará)

1

Redacto la presente nota al corregir pruebas. En efecto: esas son las fechas más que probables; y visto el conjunto gramatical académico (las tres modalidades de edición), escribiremos —para no entrar en las respectivas especificaciones, no del todo posibles en este momento— el trienio 2009-2011.

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HACIA UNA CONFIGURACIÓN CIENTÍFICO-EDITORIAL DE LA OBRA LINGÜÍSTICA DE EMILIO ALARCOS (4) JOSÉ POLO Departamento de Filología Española Universidad Autónoma de Madrid, Cantoblanco, 28049 Madrid jose.polo@uam.es

I LOS ALUDIDOS CUATRO MOMENTOS

3. Interludio: otro plan editorial 0-1 En la última entrega, reproducía yo en la segunda parte un esquema, con algunos comentarios, de un plan de nuevas ediciones de trabajos del Dr. Alarcos que sometía, en diciembre de 1977, a la consideración de una determinada editorial, allí mencionada (lo que viene a continuación ya es transcripción del texto grabado). Luego vendría otro informe a continuación; tampoco tiene fecha [probablemente, de mediados de 1986], pero se relaciona con una colección que yo creé en Paraninfo (Madrid); creé una colección titulada... justamente con la palabra mencionada, ¿no? : Colección Filológica Paraninfo. Invité a colaborar en ella a tres colegas: Gregorio Salvador, José Antonio Pascual y Ramón Santiago y logramos publicar unos cuantos volúmenes de gran interés científico. Diversas circunstancias (la editorial se estaba dedicando sobre todo a temas informáticos, etc.) hicieron que después de diez o doce volúmenes finiquitase esa colección. Pero, en fin, en ella estaba presente Alarcos como uno de los autores que iba a colaborar; e incluso antes de crear esa colección, unos seis meses antes, en fin, había estudiado un plan de configuración de la obra científica de nuestro autor. Lo titulo «Proyecto Alarcos Llorach» [en la fotocopia que conservo de dicho esquema aparecen algunos apuntes míos manuscritos, apenas insinuados, que integraré en esta versión impresa cara al público].

Contextos XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 425-439). ISSN: 0212.6192.

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PROYECTO ALARCOS LLORACH 0 Con el fin de realizar en forma ordenada, coherente, la publicación de sus numerosos trabajos dispersos y posteriormente, preparado con ello el terreno, abordar nuevas ediciones, «críticas», de su Fonología española, de sus Estudios de gramática funcional del español y de su Gramática estructural[...], convendrá ir parsimoniosamente, planificando muy analíticamente la cuestión para no caer en la confección de volúmenes demasiado heterogéneos. Propongo, en consonancia con lo anterior, que el primer volumen que se publique no sea Estudios sobre el plano de la expresión [título que probablemente me habría comentado él en alguna conversación telefónica o por carta] (dentro del cual hay mucho material: histórico y no histórico), sino, creando cimientos, buena base, con...

1 Títulos posibles para la primera obra: a) Estudios de lingüística; b) Estudios de lingüística general [más bien de teoría del lenguaje]; c) Estudios lingüísticos generales; d) La lingüística: estudios, ensayos, notas (1951-1985); e) Vieja y nueva lingüística (1951-1985); f) Lingüística externa, lingüística interna: estudios, ensayos, notas, reseñas (1951-1985) (o cambiando el orden de título y subtítulo). 1a La estructuración que viene a continuación no se presenta como definitiva, sino como una de las varias posibles. El mismo hecho de ver juntos esos trabajos sugerirá, sin duda, otras combinaciones (descartado el orden meramente cronológico, aquí no el más expresivo). Se entiende, a partir de la forma interior de este primer tomo, que entrarían igualmente otros materiales en esta línea, general, que yo no conociese. Veamos, pues, el contenido de este volumen inicial... primera parte LINGÜÍSTICA EXTERNA

(podría ser, igualmente, la parte final del volumen) I. «La adquisición del lenguaje». II. «Representaciones gráficas del lenguaje». Va mejor aquí, en este volumen, que en el del plano de la expresión; posee interés lingüístico general y, además, descargamos al otro de kilos.

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segunda parte HISTORIA DE LA LINGÜÍSTICA/LINGÜÍSTICA HISTÓRICA

(posible primera parte; reajustarlos si existieran segmentos textuales comunes) III. La lingüística hoy. IV. «Metodología estructural y funcional en lingüística» [compárese, en 1997, Cádiz, oralmente «El enfoque estructural en lingüística»]. V. «Factores estructurales y factores históricos en la evolución lingüística» (conferencia, 17-V-1972, en la Sociedad de Estudios y Publicaciones, Madrid). tercera parte TEORÍA Y DESCRIPCIÓN LINGÚÍSTICAS

(posible segunda parte) VI. «Unidades distintivas, unidades distinguidas» [en francés]. VII. «Sobre la neutralización en morfología». VIII. «Poesía y estratos de la lengua». No lo he visto [ahora sí lo conozco bien, claro está], pero supongo que posee interés general, que encaja aquí. cuarta parte VARIA

(posible tercera parte) IX. Notas/reseñas/comentarios bibliográficos (podría ser también el último capítulo de la tercera parte y, en tal caso, se suprimiría esta cuarta parte, con lo que el capítulo siguiente, X, se constituiría en apéndice si no va, si se lleva a cabo lo sugerido al principio de este esquema, a manera de introducción): a) al sexto congreso de lingüistas (RFE/1951); b) a F. Lázaro/Diccionario...; c) a Coseriu: SNH/1952 y «Forma y sustancia»/1954 (por no romper este dúo recensionístico, deben ir aquí las dos y no llevar la segunda a un posible volumen «fonético»); d) a Mattoso Câmara/1962; e) a alguna otra cosa [que luego he visto]. X. A manera de epílogo: «Entrevista a Emilio Alarcos» (publicada en Módulo Tres, Universidad Autónoma de Madrid, II-5/1974, págs. 3-14). Me figuro que

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tendrá este «misterioso» texto; si no, puedo añadirlo yo al volumen. Podría ir también... a) como apertura del volumen o b) como cierre, tras la última parte. NORMAS PRÁCTICAS [más bien «fuera de combate» hoy día...] 1) Mejor que enviar separatas o pasarlo todo a máquina —que no está mal, pero, como sabemos, no hay cuerpo que lo resista— es a) desguazar separatas, etc., cuando quedan por lo menos dos ejemplares, y pegar las hojas en folios o b) si no hay separatas, fotocopiar los textos en forma nítida y pegar esas fotocopias en folios (no cuartillas ni holandesas): así resisten mejor el trasiego editorial. 2) Las notas se recortan de los pies de página y se ponen todas juntas al final del texto, numeradas sucesivamente para todo el volumen (no por capítulos y, menos, por página). Una vez dispuestas materialmente, no es tarea difícil numerarlas así y reajustar los remites: en un par de horas o poco más queda resuelto. 3) Toda segmentación (creación de epígrafes, numeración sin excesivas filigranas o estratos incontrolables, espaciados, etc.) será bienvenida en la presentación del texto para ayudar a su «legibilidad estructural», etc., pero sin que el autor se sienta obligado a seguir un sistema determinado, como tampoco en la forma de citar y operaciones varias de técnica del trabajo científico. Prefiero esto a las malas normas por un concepto mal entendido de la uniformidad. 4) Ya en segundas pruebas, deberán hacerse los índices auxiliares. Lo ideal sería que fuesen abundantes: de autores, de temas, de terminología y de cualesquiera otros que ayuden a un aprovechamiento óptimo del volumen, que lo conviertan en muy instrumental. 5) Nota final: prohibido terminantemente... a) no comenzar a prepararlo, b) parar demasiado y c) dormir. ¡Adelante, pues!

4. Cuarto asedio 0 En este último epígrafe desarrollo lo relativo a lo que en el esquema presentado en la primera entrega va desde el apartado número 4, «Su teoría lingüística española», hasta el que lleva el número 7, «Transición entre lo gramatical genérico y su aplicación a la lengua española», y concluyendo con lo que, estructurado bajo 0-3, se titula «Lo futuro...». Agradezco una primera transcripción, desde el magnetófono, de parte de esta sección a Francisca Mora Sánchez, otra de las alumnas de uno de mis cursos en aquel momento.

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1 Bien: paso ya ahora al último testimonio, al último recuerdo, que es del año 90. Yo ya había hablado con don Emilio de la posibilidad no ya meramente de reimprimir —porque eso ya había ocurrido en Gredos— su Gramática estructural, la adaptación de algunos de los principios de la glosemática de Hjelmslev a hechos, digamos, de nuestra lengua española. Bien: él , ya en letra de molde, en esa entrevista del 74, y en conversaciones varias y en algún otro lugar, había dicho que dejaba esa obra prácticamente abandonada porque, en fin, meterse con ella habría supuesto realizar bastantes cambios... y, sin duda, pensaba en alguna..., en alguna que otra objeción en alguna de las reseñas habidas y también por propia evolución de su pensamiento gramatical, aunque él nunca ha dejado de lado la glosemática; al contrario: en todas sus publicaciones está presente Hjelmslev. En trabajos que luego comentaré, en su concepción del lenguaje poético no suelta a Hjelmslev de la mano; Hjelmslev es uno de los clásicos y él mismo lo dice, como Martinet [también lo es], ¿verdad?, dentro de su concepción general del lenguaje. El hecho cierto es que en algún momento le propuse ya de manera..., digamos, minuciosa lo de la nueva edición, de la que me encargaría yo, edición que también cuenta con todas las reseñas..., en fin, y se corregirán erratas y demás. Él, en principio no me había dado luz verde, ¿no? Ahora leeré el segmento textual de una carta en el que se refiere a este asunto: «[...]Agradezco tu ofrecimiento sobre la gramática estructural. Hablaremos más adelante[...]». Es decir: nunca dijo que de tal modo que, al mismo tiempo que hablo de Hjelmslev, hablo de todas las referencias que se han hecho a la Gramática estructural de Alarcos. ¿Qué quiere decir esto?:que necesito, para mi propio orden interno de trabajo científico, preparar el terreno, larga, generosamente, con todas las referencias para luego poder situar historiográficamente... la Gramática estructural de Alarcos: ver qué ha significado, teniendo en cuenta todas las reseñas, de manera tal que, al final de este ciclo de repaso historiográfico de la glosemática en el mundo hispánico, me encontraré preparado, es decir, existirá ya un contexto que me permita justificar una auténtica nueva edición de esa gramática estructural. Será un libro elegantísimo, como fue en la primera, enriquecido, en fin, con cosas que el propio Alarcos ha dicho en otros lugares, pero que nunca ha integrado en esa obra (de la que solo se han hecho meras reimpresiones, a pesar de que en una de ellas se dice «segunda edición»: no existe tal segunda edición; esa obra solo ha tenido una primera edición; todo lo demás ha sido meras reimpresiones).

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1-a otra versión de lo anterior (de unos apuntes) Sí cabría decir algo en este espacio de su Gramática estructural (1951). Yo había hablado con él, e incluso algo le había dicho en carta, de la conveniencia de reeditar (nueva edición, no mera reimpresión) esta obra. ¿Qué pasó después de esta sugerencia repetida? Que poco después inicié la serie que en esta revista dedico a Hjelmslev con su glosemática y la proyección de tal enfoque en el mundo hispánico a través básicamente de este libro adelantado, como otras investigaciones del maestro Alarcos Llorach. Si más adelante no me encargara yo mismo de preparar la verdadera segunda edición de esta «gramática» de orientación glosemática, cuando menos en alguna de las entregas de la serie mencionada aparecerían las reseñas que la obra tuvo junto con otros materiales «intrahistóricos» de valor historiográfico. Quiero aprovechar esta oportunidad para decirles que se halla en mi poder, en calidad de generoso préstamo por parte de don Emilio, un cuaderno con la traducción, resumida, manuscrita de lo que luego se tradujo como Prolegómenos, ello con letra muy cuidada. De tan hermoso cuaderno podría hacerse una edición facsimilar, con una escueta presentación y en edición no venal (para conmemorar alguna fecha importante en el historial de Emilio Alarcos Llorach). Me consta que existe alguno más (con Roman Jakobson como centro) y quizá otros, cuadernos con los que cabría operar en una línea parecida a la acabada de sugerir. Bien: hasta aquí..., eh, he acabado el cuarto recuerdo. Ahora someramente dedicaré diez minutos a hablar de mi propuesta...

5. Las entrevistas (polifacéticas e instructivas) 0 Traslado ahora al papel una unidad más de mi conferencia. Agradezco la transcripción de esta parte a Cristina de Lera López, alumna entonces de una de mis clases. Como en ocasiones anteriores, sobre la base del texto presentado tras la audición en el magnetófono, llevo a cabo los reajustes necesarios de palabras, por una razón u otra, mal interpretadas, de puntuación, etc., de manera que su lectura resulte expedita. El texto conserva, sin embargo, todos sus rasgos de lengua hablada («repeticiones incesantes», etc., muy presionado por el afán didáctico ante un público mayoritariamente de estudiantes —así me pareció— y por intentar «incrustar» en un tiempo no abusivo «todo un largo recorrido de planificación

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científico-editorial»), rasgos de lengua hablada, decía, a partir de un esquema o guía (no de algo redactado previamente y leído).

1 Luego, ya a manera de apéndice, proponía una entrevista poco conocida, realizada en 1974 y publicada muy modestamente en la Universidad Autónoma de Madrid, estilo ciclostilo o mimeógrafo... Bien: fue en el año 74, como digo, y en ella hay ideas interesantísimas de Alarcos no solo sobre cosas de historia de la lingüística, sino sobre la gramática académica y, en fin, otros temas. En efecto: la primera estructuración que yo propondría, «fabricaría», dentro de la obra lingüística de Alarcos, sería... lo de las entrevistas. Yo conozco muy bien la entrevista de la Autónoma del 74 [véase atrás 3-X ]; es una entrevista preciosa, desgraciadamente plagada de erratas, pero son erratas, digamos, que no perjudican el contenido; son erratas de descuido superficial, pero no hay ningún síntoma de que Alarcos diga [en dicha entrevista] algo que no pensara. Es decir: conceptualmente creo que es muy fiel, pero muy descuidada en higiene del lenguaje (que diría Ortega y que diría también [siguiendo a Ortega] Fernández Ramírez). 2 Bien: hay que tener mucho cuidado con las entrevistas, porque las entrevistas casi siempre son textos no controlados por los autores. Entonces, este primer volumen, de entrevistas (hay material para todo un volumen...), sería un volumen muy necesario. El orden, en general, que yo seguiría en..., en la parte lingüística de Alarcos, para desembocar en lo que llamo yo el núcleo explosivo (que es la gramática-gramática-gramática española-española-española), es un orden de..., de menor tecnicismo a mayor, de lo más ligero a lo más denso. Entonces, podríamos comenzar con un volumen de entrevistas (tipo «texto inteligible para todo ciudadano semiculto»), pero, naturalmente, preparándolo con un rigor filológico extremo, porque la gran facilidad, digamos, que proyecta la entrevista, dando la impresión de que, en fin, es todo facilísimo, es una facilidad... que engaña. Hay que ser más filólogo preparando un volumen de entrevistas que preparando la nueva edición de la Fonología de Alarcos, porque hay más peligros. Los peligros no se ven; en cambio, se ven técnicamente mejor en los libros más técnicos porque ya entra uno a ellos con unas lentes distintas. En cambio, cualquier persona parece que se sentiría preparada para editar un volumen de «meras entrevistas de Alarcos»: peligrosísimo volumen. Hay que trabajarlo con gafas dobles o triples porque habrá cosas que no haya dicho Alarcos (o que no las haya dicho literalmente de ese modo). Hay que conocer bien la tipografía y sus aledaños para

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saber si ese tipo de error, en buena lógica, es un desliz tipográfico o de otra naturaleza; hay que saber «sicología de los periodistas» para saber cómo suelen ellos transformar las cosas que oyen, bien por economía o bien porque no conocen bien el tema y dicen cosas... a veces contradictorias con el pensamiento real de un autor. Pero lo creo un volumen necesario (desde luego, no se le puede encomendar a cualquier persona; nunca a un principiante; sí a un filólogo avezado). Es un volumen no menos importante que el más técnico de los volúmenes posibles en la obra de Alarcos; y lo creo realmente necesario. Sobre todo porque, si Alarcos era una persona muy sencilla que se comunicaba con todos los ciudadanos, ¿verdad?, fuesen analfabetos o no lo fuesen, este volumen, que se dirige al gran público, no puede desdecir de los otros; es decir: no puede ser un volumen barato (ni científica ni editorialmente); tiene que ser un volumen preparado con gran dignidad para que todos los ciudadanos, filólogos o no, disfruten desde la propia belleza tipográfica del libro, desde la legibilidad del texto hasta la claridad y transparencia de las ideas; y, por supuesto, magníficos y, a ser posible, exhaustivos índices auxiliares (onomástico, materias, términos) para que el volumen en sí rinda el máximo provecho.

6. Panorama «historiográfico» de la lingüística 1 La segunda unidad que yo crearía, dentro de esta estructuración, vendría dada por lo que he llamado «el número tres»: panorama historiográfico de la lingüística. Aviso de que... en este punto, al preparar en los últimos tres meses esta comunicación, he ido cambiando de criterio. Al principio, viendo los textos «historiográficos» de Alarcos que luego mencionaré [los suprimo aquí, pues los trataré con detenimiento en alguna de las próximas entregas], creía que era conveniente un volumen netamente historiográfico; hoy pienso que no. Alarcos era, entre otras cosas importantes, era historiador de la lengua, pero no de la lingüística. Lo único que ocurre es que su magnífica formación cultural general y su gran cabeza estructuradora de ideas hacían que en cualquier tema, incluso en historia de la lingüística, brillase su dignidad textual. Es decir: que nunca, digamos..., apareciese un texto... de Alarcos sobre historiografía lingüística del que pudiéramos decir: «¡Caramba, este no es Alarcos (no es tan bueno..., no)!». Escribía muy bien; marcaba la ruta del posible o necesario diálogo de modo estricto y eficaz; las ideas las tenía muy claras; lo único que ocurre es que, como no era historiador de la lingüística ni era su centro de interés el acumular datos, digamos, a veces son trabajos muy parcos que podrían, ciertamente..., completarse

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con... aditamentos varios. Pero lo importante es que las cosas que dice son cosas certeras. Mas no hay que pedir que Alarcos diga muchas cosas que otros podrían decir, sino simplemente exigir lo que él cumple: las cosas que dice las dice muy bien, son certeras y las dice con dignidad textual. 2 Así, pues, ya no pienso que sea necesario un volumen de historiografía lingüística, sino que considero que esos textos historiografiables pueden ser parte de un volumen «misceláneo» donde estén sus ideas generales sobre... el lenguaje, teoría del lenguaje, teoría de la lingüística, etc., etc. Pero no un volumen exclusivamente historiográfico..., porque sería hacerle un flaco favor: si yo publico un libro de Alarcos que diga, más o menos, Ensayos (menos comprometedor que estudios) sobre historia de la lingüística, ya predispongo al lector a que vaya buscando una carga historiográfica que probablemente no va a encontrar. En cambio, si yo en un volumen de Alarcos de estudios generales sobre su concepción del lenguaje hago que aparezcan cosas que también poseen interés historiográfico, no dejo a Alarcos en mal lugar. Entonces, son ideas que van a quedar ahí, son ideas enriquecedoras, pero no meto a Alarcos en una camisa de fuerza, por mucho que a mí me guste [ese campo] y por mucho que exista hoy día la corriente de historiografía lingüística. [No obstante todo lo dicho en el presente epígrafe, hoy día, con mejor y más amplio conocimiento de los trabajos del Dr. Alarcos, veo que sí se justifica tal volumen historiográfico, que en su momento dispondré para la imprenta]. 3 Bien: así que entonces meteríamos en primer lugar lo que llamo yo... «visión continua», es decir, más o menos algunos panoramas, qué sé yo, desde este librito [que muestro al público], Lingüística hoy, de Santander, hasta , por ejemplo, un breve párrafo de... Lecciones del I y II curso de lingüística funcional, ¿verdad?, de hace ya unos cuantos años, del 85 [oralmente, 1983 y 1984]. Fijémonos en este párrafo [pág. 5]: «El análisis funcional del español, tal como fragmentariamente se ofrece en este volumen, es ya bastante añejo. Comenzó a gestarse en 1960, cuando tuve que explicar en la Universidad de Tejas un curso de Sintaxis española. Desde entonces, por acuerdos o rechazos con otras interpretaciones, los puntos de vista se han ido aclarando y —cómo no— modificando. Se trata de un funcionalismo emparentado con el de Martinet, pero que mantiene importantes vínculos con las doctrinas de Hjelmslev y que —enfocado como está a la lengua española— no pierde nunca el contacto con la vieja, aunque tan moderna, Gramática de Bello». Es decir: junto a su visión de la historia de la lingüística haríamos entrar párrafos de otros trabajos donde él mismo quedase incrustado como..., como una pieza más

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de esa cadena del panorama de la lingüística. Cabría poner aquí también el breve texto de presentación de la conferencia de Chomsky «Año 501: vino viejo en botellas nuevas», cuando en el año 92..., eh, estuvo Chomsky en la Universidad de Oviedo; [texto] que tiene un interés, más que historiográfico, humano, ¿no? Él, muy elegantemente, dijo unas palabras en la línea de la convivencia de las distintas corrientes; y aquí se va hacia el Chomsky humano, que, en fin, para algunos, [es] menos conflictivo, en un cierto modo, que el Chomsky técnico lingüista, sobre todo para los que no..., no seguimos muy de cerca tales aceleradas doctrinas u orientaciones ni comulgamos, básica o fidelísimamente, con ellas. 4 Bien: entraríamos luego en lo que llamo yo aquí «Algo de lingüística española», que comprendería... No: estamos en..., en b, «Obras y autores», y aquí podríamos incluir... pues todas las reseñas que hay desde el año 59 al año 73, sexto congreso de lingüistas, el diccionario de Lázaro, de términos filológicos, lo de Coseriu, Sistema/norma/habla y Forma/sustancia, lo de Martinet, la descripción fonológica, lo de Mattoso Câmara, sobre principios de lingüística general y lo de Martinet/ Walter, diccionario de la pronunciación francesa.... Aunque sea una obra sobre la pronunciación francesa en una determinada época, Alarcos le da un enfoque general, de tal modo que entraría perfectamente en esta visión de..., digamos, generalizadora que intento darle a la parte contextual previa a lo de la gramática española. Luego vendría lo de lingüística española, eh, con trabajos como el informe que hizo en francés... (supongo que existe texto en español; si alguien puede alguna vez facilitarme fotocopia del texto en español, de lo que él publicó), «Derniers travaux récents dans le domaine de la phonétique espagnole»; lo publicó en el año 59: sí en el año 59; tiene mucho interés... En los libros de Alarcos, aunque tengan títulos más o menos historiográficos, domina siempre la teoría y la descripción; su cabeza estructuradora, una cabeza densa y tensamente pensante, podríamos decir, incrusta sustancia, incluso cuando analiza la obra más ligera posible; él coge los hechos y, más que fijarse en la sucesión de acontecimientos, coge los hechos como... si fuese al toro por los cuernos e intenta, digamos, hacer teoría o presentar problemas metodológicos en la resolución de tales hechos; y, más que fijarse en la sucesión de acontecimientos, capta magistralmente las líneas maestras y las expone con la contundencia de un preciso redondo lenguaje.

5 Vendría luego el panorama que presentó de la filología española actual hace unos años y luego el último texto, el año 95, un texto muy bonito, «El cofre de todas las palabras», que es ... un comentario a la nueva..., al acabamiento de la...,

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del Diccionario de construcción y régimen [de la lengua castellana] de Cuervo; por cierto un mal acabamiento, un acabamiento desastroso, porque, frente a los dos primeros tomos, ¿verdad?, hechos, digamos, en la época de Cuervo, estos últimos, sobre todo... —son ocho en total, ¿no?— cuarto, quinto, sexto, séptimo y octavo se han hecho con una precipitación increíble; a veces, las circunstancias económicas muy precarias obligan a que no se desaproveche una oportunidad... material de dinero que surge y, sin duda, esto los habrá llevado a tener que acabar la obra en un plazo imposible; y comienzan ya a aparecer reseñas... críticas donde se muestran fallos... clamorosos, ¿no?, fallos fantásticos, terribles, de ausencia de palabras sintácticamente imprescindibles, en fin, en este diccionario. Esperemos que..., no sé, dentro de treinta o cuarenta años se enmiende esta edición precipitada de los últimos volúmenes y podamos contar con una obra fiable

6 Bien: luego tendríamos... una última sección , «Colegas y amigos», donde aparecen textos de Alarcos relacionados con la presentación de Gregorio Salvador, por un lado, qué sé yo, también con la presentación de..., vamos a ver, este texto... —bueno, el «Adiós a Eugenio» (de Bustos Tovar); y luego un texto periodístico, «Esto no es un diccionario: es un hombre», referido a Corominas, también recientemente fallecido [por supuesto, existen más textos en esta línea]. 7 Entraríamos entonces, ya, en la parte más cercana del núcleo lingüístico [en este panorama], a saber: 4. Su teoría lingüística de la lengua literaria, esto es, sus trabajos «Fonología expresiva y poesía» y «Poesía y estratos de la lengua». Para mí, todo esto es lingüística, porque el enfoque que le da Alarcos no es..., digamos, meramente literario, o superficialmente literario, sino que todo entronca con la realidad del signo lingüístico: significante y significado, motivación o no motivación— tiene un especialísimo interés. Pienso, por ejemplo, en el primero, «Fonología expresiva y poesía», de 1950, porque es que... en este trabajo disiente de alguna de las tesis de Dámaso Alonso en Poesía española. Ensayo de métodos y límites estilísticos (también de 1950). Hay una parte visible en el libro de Dámaso y el texto de Alarcos, pero hay una parte desconocida, que son las anotaciones manuscritas de Dámaso Alonso en la propia separata de..., de Alarcos; son anotaciones en las que... casi discrepa, aquí y allá, de Alarcos en forma respetuosa, pero es un disentimiento.., como digo, no ocasional. Realmente Alarcos muy finamente había disentido, en algunos puntos,de él. Esto tiene un extraordinario interés. Naturalmente que editar esos dos trabajos más alguna reseña relacionada con Vicente Aleixandre (porque indirectamente se halla Dámaso Alonso presente)

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supondría contar con un volumen muy sugestivo. Esta edición, con aparato crítico que tuviese en cuenta los comentarios de Dámaso Alonso, creo que sería la más difícil de las obras de Alarcos; por el lado humano: ninguno de ellos se encuentra entre nosotros y entonces el filólogo tiene que ser un filólogo muy experto para no herir la memoria de ninguno de ellos, para no ayudar a dejar una imagen equivocada, y, al mismo tiempo, ser fiel a la verdad, a la objetividad de la ciencia. Técnicamente es posible hacer una edición impecable, pero les digo que es muy difícil y que semejante tarea no puede encomendarse a cualquiera. Y, naturalmente, no creo en el tabú de que, porque Alarcos y Dámaso fueran muy amigos y disintiesen en alguna determinada «tesis poética», no deba hacerse tal edición: eso es ridículo, es infantil... Una cosa es la amistad y otra cosa la ciencia. Si algo debe hacerse científicamente, ¡debe hacerse! Se lleva a cabo con un método técnicamente adecuado, que nunca pueda ser torpe, ¿verdad?, pero con esas precauciones, que digo yo, humanas y filológicas, sería una edición ya bien, bien acabada. 8 Entraríamos luego en lo que yo llamo Introducción a lo gramatical, zona que tendría en principio dos textos: uno es el que está en una obra dirigida por César Hernández; el trabajo de Alarcos se titula «Bases para un comentario diacrónico (fonético y fonológico)»; el otro sería «Condicionamientos gráficos en la fonética del español». El primero es un estudio de interés general; o sea: todo lo que dice Alarcos ahí tiene aplicación para cualquier lengua, es decir, cómo se supera la dicotomía sincronía/diacronía (compárese el magistral volumen de Coseriu Sincronía, diacronía e historia. El problema del cambio lingüístico, así como algún otro estudio de él en esta línea); qué función o qué naturaleza posee el texto lingüístico y cómo debe ser abordado. Es decir: que son cuestiones de interés general; previas a cualquier hecho en una lengua determinada (en este caso, la española). 9 Bien. Yo llamaría... Bien: luego pasaríamos al número 6: Núcleo de teoría/metodología gramatical: cinco estudios, que tendría los siguientes estudios. Podríamos meter en primer lugar quizá, el más genérico: «Metodología estructural y funcional en lingüística»; luego podríamos incluir «Los rasgos prosódicos», del año 67, salvo que se haga un volumen de tema fonético y fonológico y vaya todo a este lugar; pero, si no, interesa aquí porque todo el problema de la tercera articulación del lenguaje, muy trabajada en los últimos años, ya arranca..., ya está en el trabajo de ahora; es decir: que está en el 67 y está incluso en trabajos anteriores de Alarcos, en el...de la neutralización en morfología. Así que podríamos

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seguir una gradación, lo de la segunda articulación, lo de los rasgos prosódicos, donde habla de ello, y ya ir subiendo de nivel: la..., sobre neutralización en morfología, etc. Luego vendría el trabajo que publicó en francés sobre unidades distintivas/unidades distinguidas; y luego podríamos apuntar el trabajo que publicó en español en el homenaje a Michelena, sobre las unidades del contenido. Este sería el núcleo de teoría gramatical, donde están los principios teóricos gramaticales de Alarcos. 10 Hay gente que piensa que la teoría gramatical de Alarcos es rala: gravísimo error. Es que a cada autor hay que saber leerlo según su estilo. Cuando uno se acerca a un determinado autor, debe uno sumergirse en la «forma interior» de la producción científica de ese autor. A un autor no se acerca uno en abstracto; uno puede tener determinados hábitos. Si se va con los propios hábitos hacia un autor, cabe que la primera impresión sea..., bueno: no encuentro la teoría gramatical en Alarcos; pero es que, para comprender a Alarcos, hay que hacer un esfuerzo de inmersión —en el mundo textual de Alarcos— y, una vez que se sumerge uno, aunque no sea a gran profundidad, es claro que hay una teoría sistemática y muy vieja y muy sostenida, digamos..., en el conjunto de la obra de Alarcos. Hay que tener en cuenta un rasgo estilístico muy suyo: la sobriedad; la sobriedad, la concisión, la moderación textual. Entonces, al leer a Alarcos, hay que darles a las palabras una carga de densidad semántica superior a la que damos a otros textos. ¿Por qué?: porque no tiene casi carga... redundante; así que son textos muy podados, muy medidos, casi poéticos, casi métricos, en el sentido... conceptual. 11 Bien: podríamos, finalmente, ir a lo que llamo yo 7, que es «Transición entre lo gramatical genérico y su aplicación a la lengua española», y podríamos meter dos trabajos, varios trabajos: podríamos meter lo de los cursos, eh..., de..., Lecciones del I y II curso; en este trabajo que él titula «Generalidades en torno a la gramática funcional»[1985], lo mismo que lo del comentario de texto de... un congreso de catedrá..., de profesores de enseñanza media, ¿verdad?, publicado hace unos años: «La práctica del análisis sintáctico» [1980]. Pero pienso que habría meter, habría que incluir, igualmente, los dos textos que aparecen en estos números [que enseño: 60 y 61] de Español Actual, estos dos «números de materiales del simposio que tuvo lugar hace unos años (creo recordar que en Salamanca, ¿verdad?) y aquí los textos de Alarcos, que aclaran cuestiones varias, desde cuestiones mal entendidas, en el volumen de Montevideo en torno a la gramática académica, hasta cuestiones que él había oído, escuchado; y aparte de eso hay trabajos interesantísimos, hermenéuticos en torno a la obra de Alarcos [su gramática de 1994] y muchas otras

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cuestiones. Pienso que, al igual que defiende Fernández Ramírez que no se creen dos frentes, el frente de teoría gramatical de su obra del 51 y el frente de su teoría gramatical de su colaboración en el Esbozo, porque su teoría gramatical es única en su cerebro, independientemente de que lo que hoy dije aquí se refiera, en... última instancia, digamos, a su [de Alarcos] gramática académica de 1994, debe integrarse con sus otros trabajos, decía, de transición entre teoría gramatical y aplicación al español. De otro modo, ya hablamos en términos editoriales: saldría un volumen, breve, que podría titularse Introducción a la gramática española, volumen que sería posterior a estas cosas generales y que sería, supondría, la transición entre estas cosas generales y, por un lado, nueva edición de la gramática acedémica, que algún día se hará, y luego, naturalmente, nueva edición de sus Estudios... de gramática funcional del español: ha crecido, digamos, con..., con..., con otras aportaciones (no es el momento de hablar de ello). 12 Finalmente, 0-3, Lo futuro. Lo futuro es que todos, en la medida de lo posible, por un lado, colaboremos a mantener viva la..., la memoria humana del profesor Alarcos y, por otro lado, que, como discípulos de él, continuemos leyendo y aprendiendo de sus libros. Y luego, finalmente, que, en la medida en que nuestra colaboración sea... solicitada, ayudemos a que la obra de Alarcos sea planificada editorialmente de un modo completoo y, a ser posible, que en algún momento podamos contar, realizando las etapas intermedias necesarias, con unas obras completas del eximio doctor Emilio Alarcos Llorach. Gracias por la atención. Si hay alguna pregunta, alguna cosa... 13 nota última En el párrafo anterior acaba lo expuesto en esa conferencia. No se extrañe el lector de que no aparezcan siempre los títulos literales de determinados trabajos ni los datos bibliográficos completos. Lo he dejado todo tal cual, porque allí se trataba de una presentación panorámica introductoria, casi de comunicación fática o de mero contacto/un primer contacto y ahora, justamente, acabada esta sección «coloquialista», que actúa de preliminares, vendrá el desarrollo de todas y cada una de las partes, de los microsistemas en los que he dividido, con carácter provisional, este conjunto. En la andadura que se avecina ya quedará estructurada en forma definitiva la suma de los materiales presentados junto con otros de esas épocas y posteriores; vale decir: que en los volúmenes que voy a estructurar (que no son todos los posibles en unas Obras Completas, sino aquellos más cercanos a mis centros de interés y competencia científica), pensando en un proceso editorial que

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urge, voy a procurar que se trate de volúmenes exhaustivos para la perspectiva monográfica abarcada. Si acaso faltase alguna de las zonas aquí presentadas, será porque se ha dado el paso siguiente (que el volumen «ha entrado en prensa») y ya se hallan explícitos los efectos de la información y estructuración que habría proporcionado. (continuará)

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LE PROJET DE RECHERCEHE FLENET: FRANÇAIS LANGUE ÉTRANGERE ET INTERNET MARIO TOME Departamento de Filología Moderna. Facultad de Filosofía y Letras Campus Universitario de Vegazana Universidad de León. 24071 León

1. Introduction FLENET: Français langue étrangère et Internet est un projet de recherche sur les applications pédagogiques des nouvelles technologies de l'information et de la communication (NTIC) dans le domaine du français langue étrangère (FLE). Ce projet créé en octobre 1999 constitue en même temps une base de données, un centre de ressources et un laboratoire d'expériences pédagogiques en relation avec l'enseignement/apprentissage du français langue étrangère. Les espaces web de FLENET se situent à l' Université de León (Espagne): adresse internet: http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/, ainsi que dans RedIRIS (Réseau académique et de recherche espagnol): adresse internet: http://flenet.rediris.es/ Actuellement FLENET est un Proyecto (I + D) de investigación científica y desarrollo tecnológico del Ministerio de Ciencia y Tecnología en Espagne (Projet de recherche scientifique et de développement technologique) qui fait partie du Programa nacional de promoción general del conocimiento dans l'aire de Philologie et Philosophie. Le but du projet FLENET est de fournir aux étudiants, aux enseignants et aux chercheurs de français langue étrangère les ressources, les méthodes et les outils nécessaires pour les applications d'Internet dans le terrain de l'enseignement / apprentissage du FLE. Ses orientations sont les suivantes: 1. Elaborer des ressources et une base de données pour la recherche et l'enseignement du français langue étrangère dans le cadre d'internet. 2. Proposer des méthodes et des outils pour l'évaluation des ressources FLE sur Internet. Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 441-452). ISSN: 0212.6192

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3. Créer des matériels didactiques (ressources et tâches pédagogiques) pour la formation des étudiants et des enseignants de FLE. 4. Développement et expérimentation avec les CMS (Systèmes de gestion de contenu) pour l’enseignement des langues: plates-formes et weblogs éducatifs. 5. Mise en place d’espace d’espaces de échange et communication pour les étudiants (projets de collaboration interuniversitaire), les enseignants et les chercheurs. Pour la description du projet FLENET nous aborderons les éléments suivants afin de comprendre ses composantes principales: 1. Des ressources pédagogiques et une base de données pour le français langue étrangère. 2. Un dispositif d’enseignement: le Campus Virtuel FLE. 3. Un laboratoire d’expérimentation dans les applications des TICE pour l’enseignement du FLE.

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2. Des ressources pédagogiques et une base de données pour le français langue étrangère Afin d'aborder de manière critique les nombreuses et complexes ressources qui caractérisent le monde d'internet, nous avons établi des critères d'analyse et de sélection qui s'insèrent d'abord sur une classification générale: - L' information - La communication - La recherche Dans cette première approche d'une typologie des ressources Internet nous avons pris en considération le Rapport PAREA (programme d'aide à la recherche sur l'enseignement et l'apprentissage, Ministère de l'éducation du Québec), réalisé par Pierre Seguin (site internet: INTERNET une technologie pour l' apprentissage: http://www.colvir.net/pedagogie/parea/index.html), les travaux de François Mangenot (1998) comme la Classification des apports d'Internet à l' apprentissage des langues, ainsi que notre Classification des ressources Internet en relation avec le Français langue étrangère (1999): http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/classification.htm#classthot Pour l'analyse des ressources précises (portails et sites pédagogiques, cours de FLE en ligne, activités et scénarios pédagogiques, espaces de communication: forums, listes de discussion et chat) nous avons élabore les critères et grilles d'analyse suivantes: Grille d'analyse d'un site FLE pédagogique (Université de León, 2003): http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/grilles2.html#grilleuniLeon Critères de sélection et d'analyse des ressources Internet pour le F.L.E. (M.Tomé, Thot 2000): http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/grilles.html#criteresselectionMT Critères de sélection et d'analyse des cours de français sur Internet (M.Tomé, Thot 2000): http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/grilles.html#criteresCoursMT Critères de sélection et d'analyse des cours de français sur Internet (M.Tomé, Thot 2001): http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/analysecomm2000.htm#Listes/Forums

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Nous avons tenu compte aussi des différentes grilles d'analyse et des études sur l'évaluation des ressources internet proposées par différents auteurs que nous avons recueilli dans les sections du projet: Typologie et classification des ressources internet: http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/classification.htm Grilles d'analyse des ressources FLE: http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/grilles.html Nous signalons ainsi quelques unes des rubriques les plus importantes du projet FLENET en relation avec les ressources et la base de données: INFORMATION Sites - Cours: http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/analyseinformation.htm Cette section constitue une sélection des portails, sites pédagogiques et cours en ligne pour le FLE qui ont été soumis aux critères et grilles d'analyse signalés précedemment. COMMUNICATION Forums - Chats – Projets http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/analysecomm2000.htm Dans cette partie du projet on aborde les espaces de communication: forums et listes de discussions, carnets web ou weblogs, projets pédagogiques, chats, IRC et les systèmes de videoconférence, en proposant en même temps des pistes pédagogiques, des réflexions et des références théoriques pour les contextes d'application de ces espaces de communication à l'enseignement / apprentissage d'une langue étrangère. RESSOURCES Prononciation – Audio http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/phonactivites.html On propose dans ce chapitre une sélection des ressources audio qui ont un intérêt pédagogique pour l'enseignement et la pratique de la prononciation du français langue étrangère (écoute de séquences orales, exploitation en classe, matériels audio, exercices et dictées autocorrectives), ainsi nous avons organise les rubriques suivantes: 1. Ecouter: phonèmes et phrases, 2. Ecouter: dialogues et leçons, 3. Exercices audio et Dictées, 4. Ecouter des chansons, 5. Documents sonores: Littérature – Culture, 6. Ecouter la radio / Extraits sonores, 7. Documents audio/vidéo.

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Site web du Cours Phonétique Française FLE Cours et matériels pédagogiques pour le FLE Le projet FLENET élabore différents matériels pédagogique pour les étudiants de l'Université de Léon, pour les formateurs de FLE et pour la communauté scientifique du français langue étrangère. Ainsi nous distinguons les suivants: Cours de prononciation PHONÉTIQUE FLE http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/phon/indexphon.html. Ce cours rassemble des unités didactiques théoriques (Phonétique articulatoire, Les voyelles, Les semi-voyelles, Les consonnes, Méthodes de correction, Bibliographies) et pratiques (Correction des voyelles, Correction consonnes, Activités/Audio, Dictées) pour la connaissance et l'apprentissage de la prononciation du français langue étrangère. Cours de FLE pour internautes TOURDUMONDE http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/courstourdumonde/indextour.htm Il s'agit d'un cours de français en ligne pour débutants qui est composé d'unités didactiques (1. BONJOUR, 2. LA FAMILLE, 3. LES MÉTIERS, 4. LA MAISON, 5. LE REPAS, 6. LES ANIMAUX ) ainsi que de différents exercices et activités pratiques qui peuvent être autocorrectives et audio.

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WEBPRATIQUE FLE - Université de León http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/webpratique/indexWP.htm est un cours d' initiation à Internet comme outil pédagogique pour la classe de FLE, composé par dix unités didactiques (Notions de base; naviguer; Le courrier électronique; Les forums de discussion; publier des pages web; les weblogs; tâches, activités et scénarios pédagogiques) qui est conçu pour les enseignants et les étudiants qui veulent se servir des potentiels pédagogiques d'Internet. 2. Un dispositif d’enseignement: Le Campus Virtuel FLE. Le Campus Virtuel FLE - Universidad de León (adresse Internet: http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/BSCWprojet/index.html) est un espace d'enseignement qui conjuge les ressources et matériels pédagigues du Projet FLENET grâce à la plate-forme BSCW (Basic Support for Cooperative Work) située dans le serveur de RedIRIS (Réseau espagnol d'enseignement et de recherche) dans le cadre de Flenet RedIRIS (adresse internet: http://flenet.rediris.es/). Dans l' actualité le Campus Virtuel FLE est un projet de recherche de la Junta de Castilla y León. Nous distinguons les parties suivantes: Information: Pour s' inscrire; les programmes de français; le plan de travail; pour utiliser l' espace de travail) Bibliothèque: Centre de ressources en ligne en relation avec la langue, la littérature et la culture françaises Le Café (Forum/Chat): Espace de communication entre étudiants ou pour le tutorat. La classe de français: Unités didactiques, matériels pédagogiques, tâches et activités pour les différents cours et programmes de FLE. Espace de travail: Pour réaliser et déposer les différents travaux proposés aux étudiants par le professeur. Carnets Web: Ce sont les pages web des différents cours qui constituent des projets pédagogiques accompagnés par l'enseignant Espace public: Ensemble de réalisations des étudiants (tâches, collaborations, journal de classe, weblogs) Outils: Sélection de logiciels et produits informatiques pour appuyer les différentes activités du Campus Virtuel Le Campus Virtuel FLE est un dispositif hybride (en présentiel et à distance) qui utilise les matériels du site web et la plate-forme de travail collaboratif (BSCW) et qui actualise le tutorat et modèle didactique suivants:

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a. L'accès et navigation est par voie web; b. Les unités didactiques et tâches pédagogiques sont situées dans la rubrique: La classe de français c. Chaque unité didactique est conçue pour mettre en action les différents éléments du dispositif (ressources, tâches, espaces de communication, accompagnement et tutorat). d. L'étudiant réalise et dépose ses travaux dans L'espace de travail dans les dossiers organisés par l'enseignant. e. Le professeur révise les travaux en pouvant ajouter une qualification, des commentaires ou les corrections pertinentes; en même temps il décide de leur publication sur l'espace public. f. Les étudiants consultent les commentaires et l'évaluation réalisés par l'enseignant, en pouvant envoyer leurs commentaires ou questions. Pour les travaux en équipe, plusieurs étudiants pourront envoyer leurs messages dans le contexte d' un débat / dialogue modéré par le professeur.

Site web du Campus Virtuel FLE

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3. Un laboratoire d’expérimentation dans les applications des TICE pour l’enseignement du FLE Le projet de recherche FLENET constitue en même temps un laboratoire pour analyser, évaluer et essayer des ressources et des matériels pédagogiques pour la classe de FLE ainsi qu'espace de réflexion et publication autour des applications d' Internet à l'enseignement du français langue étrangère. Nous remarquons les aspects suivants: Méthodologies. Internet et didactique du FLE http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/methodologies.htm On aborde le rôle des nouvelles technologies (critique et utopie sur internet) ainsi que des aspects théoriques et méthodologiques en relation avec les orientations suivantes: - Typologie et classification des contenus / documents / matériels d' Internet - Réflexions, théories, analyses sur Internet et le FLE - Pratiques / applications / créations pédagogiques en relation avec Internet et le FLE La liste de discussion Flenet RedIRIS (http://listserv.rediris.es/ archives/flenet.html) est un espace de communication et débat autour du Français Langue Étrangère et Internet. Les chercheurs, enseignants et étudiants qui font partie de cette liste modérée proposent et échangent des informations, des documents et des idées sur les enjeux des nouvelles technologies de l'information et de la communication dans l'enseignement (TICE) et le monde du Français Langue Étrangère (FLE). Publications et analyses de FLENET http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/actividades.htm#publications Différents travaux et études ont été publiés jusqu'à présent dans le cadre de revues électroniques, colloques, séminaires ou maisons d´édition. Nous relevons les suivants: Les ressources Internet pour l'apprentissage du FLE: Cours et produits apprentissage (Revue THOT, 2000) http://thot.cursus.edu/rubrique.asp?no=10997 Ressources en FLE: Listes, correspondance et coopérations (Revue THOT, 2001) http://thot.cursus.edu/rubrique.asp?no=16393

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Les ressources internet pour la phonétique du français langue étrangère (VI Congrès International de linguistique française, Granada 2003) http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/activi4.htm#ressourcesPhonetique Enseignement du FLE et nouvelles technologies. (Table ronde du VI Congrès International de Linguistique Française. Granada 2003) http://flenet.rediris.es/tourdetoile/7.html#enseignement Tomé, M. (2003), WEBPRATIQUE - FLE. Apprendre le français, découvrir Internet, créer des pages web, Universidad de León. Secretariado de Publicaciones y Medios Audiovisuales, León, 110 pages. La revue électronique TOURDETOILE (http://flenet.rediris.es/tourdetoile/) a déjà publié sept numéros sur différents aspects de la langue et la culture française en relation avec les nouvelles technologies.

REFERENCES ELECTRONIQUES ET BIBLIOGRAPHIES AUTOUR DU PROJET FLENET

Electronic Communications strategies that work.FL Tech Strategy Resources. University of Richmond. Consulté en mai 2004: http://www.richmond.edu/~jpaulsen/FLtech/FLtechseminar2.html Portails dédiés à l'éducation et au FLE.Vifax francophone. niversité Victor Ségalen. Bordeaux - 2. Consulté en mai 2004: http://www.vifaxfrancophone.net/liens/portailsfle.html Portails pédagogiques. On y va. Universidad Carlos III. Consulté en mai 2004: http://www.uc3m.es/uc3m/gral/ES/ESID/FRA/ONYVA.html Lenguas extranjeras. CNICE. Ministerio de Educación y Ciencia.Consulté en mai 2004: http://www.cnice.mecd.es/enlaces/len_ex.htm Ressources pédagogiques. Agence universitaire de la Francophonie.Bureau Afrique de l'Ouest. Consulté en mai 2004: http://www.refer.sn/rubrique94.html Ressources Web.Français des Affaires. Universiteit Antwerpen. Consulté en mai 2004: http://www.ua.ac.be/main.asp?c=*TEWFRANS Didactique du FLE. Liens francophones.Universidade do Minho Consulté en mai 2004: http://www.ilch.uminho.pt/SDEF/2.5.htm Sites portails. Textes de Référence. ALSIC (Apprentissage des Langues et Systèmes d'Information et de Communication). Consulté en mai 2004: http://alsic.u-strasbg.fr/Info/mediat.htm

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Collège - FLE. WebLettres. Consulté en mai 2004: http://www.weblettres.net/sommaire.php?entree=1&rubrique=42 ClicNet: Education. Consulté en mai 2004: http://www.swarthmore.edu/Humanities/clicnet/education.html Supports en ligne. EDU.fin etusivu. Consulté en mai 2004: http://www.edu.fi/page.asp?path=498,1329,1513,10882,12649 Langues étrangères. Momes.net. Consulté en mai 2004: http://www.momes.net/education/languesetrangeres/langues.html Parcours. Franc-Parler. Consulté en mai 2004: http://www.francparler.org/html/parcours/hispano2.htm "Methodologis", le portail des sites pour les étudiants et les professeurs. Consulté en mai 2004: http://perso.wanadoo.fr/methodologis/ Le cartable connecté. Fle.fr. Consulté en mai 2004: http://www.fle.fr/ressources/sites-spe.html Langue française. Lien utiles. Consulté en mai 2004: http://www.liensutiles.org/languefranc.htm Edu.FLE.net. Les indispensables. Consulté en mai 2004: http://www.edufle.net/rubrique16.html Portails FLE sur la Toile. Sitographie. Consulté en mai 2004: http://perso.wanadoo.fr/fle-sitographie/toile.htm Ressources et exploitations pédagogiques pour la classe de FLE. Pages de l'APFC (Assoc. Prof. de français de Catalogne). Consulté en mai 2004: http://www.xtec.es/~sgirona/fle/links8lf.htm Sites FLE d' intérêt. Au coin du FLE. Consulté en mai 2004: http://3w.mundivia.es/jcnieto/Index_fr.html Ressources didactiques pour le FLE. Consulté en mai 2004: http://platea.pntic.mec.es/~cvera/recursosfrances.htm Français langue étrangère. Cansnav / Carep. Académie de Nancy-Metz. Consulté en mai 2004: http://www.ac-nancy-metz.fr/cefisem/pagesdoc/sitographies/fle.htm Français langue étrangère.Guide Internet et Education 2003. Vitrine APO (Applications Pédagogiques de l'Ordinateur). Consulté en mai 2004: http://ntic.org/prospecter/guidentic.pdf Répertoire des sites en Français langue étrangère. Le Français dans le Monde.Consulté en mai 2004: http://www.fdlm.org/fle/liens/ Pédagogie et didactique du FLE. FrancoFiL. Consulté en mai 2004: http://www.francofil.net/fr/fle/resfle_fr.html Les ressources Internet pour l' apprentissage du FLE. Académie de Strasbourg.Consulté en mai 2004: http://cravie.ac-trasbourg.fr/primo/Les%20ressources%20Internet%20FLE.htm

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Liens. APFUE (Asociación de Profesores de Francés de la Universidad Española) Consulté en mai 2004: http://webpages.ull.es/users/joliver/APFFUE/ Résultats dans le Moteur Recherche "Google" NTIC et FLE: Page 1: Résultats: 3ème et 5ème . Consulté en mai 2004. FLE et Internet: Page 1: Résultats: 1, 2, 3, 5, 8 .Consulté en mai 2004 français langue étrangère: Page 1: Résultats: 5ème. Consulté en mai 2004 Campus Virtuel, FLE: Page 1: Résultats: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9.Consulté en mai 2004 Université, FLE: Page 1: Résultats: 2, 3. Consulté en mai 2004 phonétique, FLE : Page 1:Résultats: 1, 2, 7. Consulté en mai 2004 grammaire, FLE: Page 1: Résultats: 2. Consulté en mai 2004 lexique, FLE: Page 1:Résultats: 3. Consulté en mai 2004 culture, FLE: Page 1: Résultats: 4, 7.Consulté en mai 2004 Audio, FLE: Page 1: Résultats: 1, 2, 3, 4. Consulté en mai 2004 Cours, FLE: Page 1:Résultats: 10. Consulté en mai 2004 Ressources, FLE: Page 1: Résultats: 1.Consulté en mai 2004 Bibliographie, FLE: Page 1: Résultats: 2.Consulté en mai 2004 Méthodologies, FLE: Page 1: 4, 5.Consulté en mai 2004 Théories, FLE: Page 1: Résultats: 4, 5.Consulté en mai 2004 Exercices, FLE: Page 1:Résultats: 5, 6, 10.Consulté en mai 2004 Dictées, FLE: Page 1: Résultats: 1, 2, 3, 7, 8.Consulté en mai 2004 Forum, chat, FLE: Page 1: Résultats: 1, 2, 3, 5.Consulté en mai 2004 Tomé, M. (2000), "La communication et la recherche sur Internet dans l' enseignement du français langue étrangère", Estudios humanísticos. Filología, nº 22, Universidad de León, León, pp.175-194. Tomé, M. (2001), "Etude sur les ressources et les cours d' apprentissage de Français langue étrangère sur Internet", Estudios humanísticos. Filología, nº 23, Universidad de León, León, pp.173-198. Tomé, M. (2001), "Les ressources en FLE: La communication (II): Activités pédagogiques en communication". Thot, 28.11.2001. Consulté en avril 2004: http://thot.cursus.edu/rubrique.asp?no=16394 Tomé, M. (2002), "Analyse de la communication sur Internet en relation avec la didactique du Français langue étrangère sur Internet", Estudios humanísticos. Filología, nº 24, Universidad de León, León, pp.341-360. Tomé, M. (2003), "Sites / Portails spécifiques pour le Français Langue Étrangère (FLE)". Thot, Consulté en janvier 2004: http://thot.cursus.edu/rubrique.asp?no=18339

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Tomé, M. (2003), WEBPRATIQUE - FLE. Apprendre le français, découvrir Internet, créer des pages web, Universidad de León. Secretariado de Publicaciones y Medios Audiovisuales, León, 110 pages. Tomé, M. (2003), "Les ressources internet pour la phonétique du Français Langue Etrangère", VI CONGRÈS INTERNATIONAL DE LINGUISTIQUE FRANÇAISE, Universidad de Granada, 2003. Consulté en avril 2004: http://www3.unileon.es/dp/dfm/flenet/activi4.htm#ressourcesPhonetique

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RESEÑAS E INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA

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J. M. ISASI SANCHOYERTO, X. M. DOMÍNGUEZ PRIETO Y J. L. VÁZQUEZ BORAU (2003): Blondel, Zubiri, Nédoncelle. Ed. Mounier, Colección Persona, Salamanca. 160 págs. El presente libro consiste en un trabajo de síntesis de la obra de tres destacados filósofos, Blondel, Zubiri y Nédoncelle. Se encuentra dividido en tres partes, cada una correspondiente a cada autor. En todas ellas, inicialmente, se contextualiza al autor para posteriormente introducirnos en su obra. La primera parte, la correspondiente a Maurice Blondel, consiste fundamentalmente en el desarrollo de la teoría de la acción de dicho autor. En esta teoría “se trata de descubrir el significado que se encierra en la dialéctica de la acción humana, y que queda expresada en la permanente inadecuación entre lo que Blondel llama «la voluntad que quiere» y la «voluntad querida»” (p.31). La voluntad querida consiste en todo lo que forma parte de la voluntad humana. En cambio, la voluntad que quiere es la posibilidad que presenta el propio querer, teniendo presente que el querer es parte innata de la persona. Es por ello que la voluntad se enlaza con la libertad, pero hay que destacar que “la libertad de la persona implica dimensiones filosóficas, éticas, políticas, sociales y religiosas” (p.37). Posteriormente, desde la permanente insatisfacción que muestra ese permanente querer, se llega a la satisfacción plena, Dios. Se quiere exponer el intento de Blondel de realizar “una filosofía integral que implique además un verdadero realismo integral” (p.53). En la segunda parte, la relacionada con el filósofo español Xavier Zubiri, se comienza con la exposición del análisis que hace dicho filósofo acerca de la aprehensión de la realidad. Desarrollándose, brevemente, los tres modos de intelección (aprehensión primordial, logos y razón) para, a continuación, hablar de la realidad. Posteriormente se desarrolla quien es la persona. Uno de los aspectos fundamentales, el de la sustantividad, nos permite entender todo lo que se expone posteriormente, la referencia a la persona como ser moral y por último la relación entre persona y Dios. La tercera parte, Maurice Nédoncelle, es la que más incide en la trascendencia de las tres. Nédoncelle considera que ser persona es estar relacionado y esta relación “indica tendencia, apertura y trascendencia, fundamentalmente, entre las personas entre sí o entre la persona humana y Dios” (p.121). Por ello, en esta parte nos situaremos más en el ámbito metafísico-teológico, que en el filosófico. Se expone, detalladamente, en que consiste la filosofía de este autor y lo quiere realizar con ella. “Frente a las filosofías teoréticas y racionales, que ponen la razón de la razón en la evidencia; frente a las filosofías de la práxis y de la acción dialéctica, que Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (págs. 455-458). ISSN: 0212.6192

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ÍNDICE DE LOS VOLÚMENES I-XXII (1983-2004) ARTÍCULOS ACINAS, J.C.: Maquiavelo y la racionalidad política AKAMATSU, T.: A critique of the IPA chart (revised to 1951, 1979 and 1989) AKAMATSU, T.: The commutation test and minimal pairs AKAMATSU, T.:A critique of the IPA chart (revised to 1993) AKAMATSU, T.: Trubetzkoy’s bilateral opposition and multilateral opposition AKAMATSU, T.: On the occasion of the publication pf EPD15 AKAMATSU, T.: On the occasion of the publication of An Introduction to Japanese Linguistics AKAMATSU, T.: A critique of the IPA chart (revised to 1996) ALCINA CAUDET, M.A.: Modalidad y tipos de inespecificidad ALCOBA, S.: Significado y puntuación: España y la OTAN ALONSO MEGIDO, G.: El concepto de transposición en la Gramática funcional ALONSO-CORTÉS FRADEJAS, Mª D.: La voz y los cuentos en el aula ÁLVAREZ, J.R.: El valor de las definiciones

VIII/15-16,7 X/19-20,7 XIII/25-26,13 XIV/27-28,9 XV/29-30,7 XVI/31-32,13 XIX/XX/37-40,13 XXI-XXII/41-44, 135 XIII/25-26,57 V/9,35 VIII/15-16,201 XVI/31-32,157 I/1,129 II/4,139

ÁLVAREZ, J.R.: Metodología, ontología y realismo cuánticos ÁLVAREZ, J.R.: Fenomenologías, ontologías y metodologías biológicas ÁLVAREZ, J.R.: El método científico: su concepto, su realidad y algunos problemas de su teoría ÁLVAREZ, J.R.: Recientes contribuciones latinoamericanas a la Filosofía de la ciencia ÁLVAREZ, J.R.: Dos modelos de explicación científica: inferencias y reconstrucciones ÁLVAREZ, J.R.: Thom, Gould y la tradición morfológica en la ciencia ÁLVAREZ GÓMEZ, A.: Razón y ciencia en Descartes ÁLVAREZ GÓMEZ, A.: Descartes: Lingüística y Teoría del conocimiento

III/6,115 V/9,107 VI/11,109 XII/23-24,287 XIX-XX/3740,227 II/3,131

Contextos, XXI-XXII/41-44, 2003-2004 (Índice Contextos 1983-2004). ISSN: 0212.6192

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Índice Contextos 1983-2004

ÁLVAREZ GÓMEZ, A.: Voltaire: los caminos de la razón ÁLVAREZ MAURÍN, M.J. y BRONCANO RODRÍGUEZ, M: En torno al relato policial: Poe y Daly. Dos padres del género ÁLVAREZ MAURÍN, M.J. y BRONCANO RODRÍGUEZ, M: Aproximación narratológica a los conceptos de personaje, acontecimiento y acontecimiento marco ÁLVAREZ ORDÓÑEZ, G. y GUTIÉRREZ VIÑAYO, F. C.: A la recherche d'un nouveau genre? dans Les antimemoires ÁLVAREZ RODRÍGUEZ, F.J. y SILVA DIOS, C.M.: Análisis biográfico y literario de san Juan de la Cruz a la luz de su psicopatología (I y II) ÁLVAREZ TURIENZO, S.: Moral de convicción y moral cívica: de mi peregrinación a la "Cueva del Minotauro" ANDRÉS, R. de: Funciones, categorías y transposicones en vasco ANDRÉS, R. De: Lingüística y sociolingüística en el concepto de dialecto (I y II) ARIAS ÁLVAREZ, B.: Motivación de la alternancia le(s)/lo(s) en documentos del siglo XVI ARRIETA URTIZBEREA; A.: Cuatro discusiones en torno al tiempo AYALA, F.J.: Relaciones ontológicas, metodológicas y epistemológicas entre la biología y la física AZPIAZU TORRES, S.: Los adverbios en –mente en español y la formación adverbial en alemán: estudio morfológicocomparativo de esp. –mente y al. –weise BAHM, A.J.: Wholes and parts of things BALCELLS, J. Mª: Perspectivas hagiográficas en García Lorca: Santa Lucía y San Lázaro BALCELLS, J.Mª: León Felipe y las raíces del salmo BARREIRO BILBAO, S.C.: Análisis acústico comparado de las fricativas castellanas no sibilantes [f] y [T] en realizaciones aisladas BEJARANO FERNÁNDEZ, T.: Sobre la articulación remática: su necesario replanteamiento y sus posibilidades en algunos problemas lógico-lingüísticos BEJARANO FERNÁNDEZ, T.: Algunas consideraciones sobre los pares del tipo 'Hace tres días'/'Tres días antes'

VIII/15-16,28 VI/12,145

VIII/15-16,153 VIII/15-16,173

XIV/27-28,127 II/3,21 III/6,73

XV/29-30,67 XIV/27-28,49 XIII/25-26,251 II/3,7 XVII-XVIII/3336,262 II/4,7 XVI/31-32,189 XXI-XXII/41-44, 387 XVII-XVIII/3336,243

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V/9,19 VI/11,63


Índice Contextos 1983-2002

BEJARANO FERNÁNDEZ, T.: La condición primariamente comunicativa de los deícticos BENÍTEZ, L.: En torno al problemas de la determinación de la voluntad BERMEJO BARRERA, J.C.: ¿Qué es un filósofo? BEUCHOT, M.: Sobre la distinción entre 'esencia' y 'accidente' BITBOL, M.: The Missing Now BLANCO, A.I.: El método biográfico en sociología BLAS ARROYO, J.L.: Perspectiva sociofuncional del cambio de código. Estado de la cuestión y aplicaciones a diversos casos de bilingüismo peninsular BRIZ, A.: Los conectores pragmáticos en español coloquial (I): su papel argumentativo BRONCANO, F.: ¿Admite el realismo una fundamentación transcendental? BRONCANO, F.: ¿Quién teme al ingeniero social? El objeto y el sujeto de la acción social BRONCANO RODRÍGUEZ, M. y ÁLVAREZ MAURÍN, M.J.: En torno al relato policial: Poe y Daly. Dos padres del género. BRONCANO RODRÍGUEZ, M. y ÁLVAREZ MAURÍN, M.J.: Aproximación narratológica a los conceptos de personaje, acontecimiento y acontecimiento marco BRUZOS MORO, A.: ¿Un mundo en la cabeza? Historia y alcance del relativismo lingüístico BUSTOS, E.: La dimensión pragmática de las expresiones cuantificacionales clásicas del castellano CALVO PÉREZ, J.: La doble asimetría del signo y su caracterización lingüística CARAMÉS LAGE, J.L.: La semiótica: campo de unión para la antropología y la poética CATALÁ, N.: Diátesis y perspectiva CERVANTES, F.; FRANCO, A.; HERRERA, A.; y LARA, N.: Doctrinas filosóficas, procesos mentales y observaciones empíricas CORDERO DEL CAMPO, M.A.: Influencias modernas en el Traité de l’âme de J.O. de la Mettrie COZAR ESCALANTE, J.M. de: Lenguaje y ecología DARIAS MARTÍN, M.I. Y OTROS: Aspectos internos y externos de la racionalidad

461

IX/17-18,175 IV/7,55 XI/21-22,77 IV/8,7 VI/11,7 VII/15-16,77

XI/21-22,221 XI/21-22,145 IV/7,27 VII/14,7 VI/12,145

VIII/15-16,153 XIX-XX/3740,143 II/4,73 V/10,7 II/3,53 IX/17-18,189 XVII-XVIII/3336,31 XIX-XX/3740,263 XI/21-22,133 XV/29-30,153

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Índice Contextos 1983-2004

DELGADO-MARTINS, M.R., HARMEGNIES, B. y POCHOLIVÉ, D.: Fenómenos de reestructuración silábica en el portugués de Lisboa DEVÍS MÁRQUEZ, P.P.: El concepto de subordinación. Criterios para la clasificiación de las denominadas oraciones subordinadas en español DEVÍS MÁRQUEZ, P.P.: Caregorías y funciones en el ámbito de la Lingüística Hispánica DÍAZ HORMIGO, M.T.: Las estructuras paradigmáticas secundarias por desarrollo predicativo y la teoría de los esquemas sintáctico-semánticos DÍEZ-ITZA, E.: Hacia una definición de las variables pragmáticas en Psicología del Lenguaje. I. Algunos determinantes situacionales de la actividad lingüística DÍEZ-ITZA, E.: Hacia una definición de las variables pragmáticas en Psicología del Lenguaje. II. El mundo de referencia DÍAZ ROJO, J. A.: La belleza es salud. La medicalización lingüística de la publicidad de los cosméticos DOMINGO. M.: ¿Es posible una superación al hombre –ser humano— con los avances genéticos? DOMINGO, M.: El problema de “las crisis de ansiedad” en el profesorado DUQUE, F.: Kant: la expresión del mundo como terapia del espíritu DUQUE, F.: El espacio de la muerte en Schopenhauer EGIDO FERNÁNDEZ, Mª C.: Infinitivos conjugados en documentos leoneses del S. XIII EGIDO FERNÁNDEZ, Mª C.: Contacto de lenguas indígenas y español en América: aspectos diacrónicos y sincrónicos ELENA, A.: Física y filosofía en el siglo XVII: La Royal Society de Londres y el programa baconiano ESPINOSA GARCÍA, J.: El objeto indirecto como función sintáctica oracional. Criterios para su delimitación y definición (I y II) FALGUERA, J.L.: Unidad de noción bajo los usos del término ‘modelo’ en las ciencias matemáticas y factuales

XII/23-24,71

XII/23-24,71 XVI/31-32, 55

XIV/27-28,65

VI/11,91

IX/17-18,149

XIX-XX/3740,109 XVII-XVIII/3336,189

XIX-XX/3740,283 III/6,7 IX/17-18,7 X/19-20,167 XXI-XXII/41-44, 279 I/2,105

XVI/31-32,87 XII/23-24,221

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FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, O.: Orientaciones metodológicas en Antropología social y cultural FERNÁNDEZ CABRERA, N. y OTROS: Aspectos internos y externos de la racionalidad FERNÁNDEZ CORRAL, C.: Diversidad Léxica en la Documentación Leonesa de la Alta Edad Media FERNÁNDEZ DÍEZ, G.: The strong completeness of the tableau methhod FERNÁNDEZ MORENO, L.: Neutralidad temática y la delimitación de las constantes lógicas en Carnap, Tarski y Quine FLÓREZ MIGUEL, C.: Racionalidad y acción: Paul Ricoeur FORGAS BERDET, E.: Un esbozo de tipologización: la fábula FRANCISCO VILLA, M. de: El cuasi-empirismo de Imre Lakatos o cómo intentar construir una concepción empírica de la matemática FRANCO, A.; HERRERA, A.; LARA, N. ; y CERVANTES, F.: Doctrinas filosóficas, procesos mentales y observaciones empíricas GABILONDO, A.: El árbol de la libertad y la guillotina: Hegel y la Revolución Francesa GALATY, D.: La polémica sobre la objetividad de la ciencia GALLARDO PAÚLS, B.: La transición entre turnos conversacionales: silencios, solapamientos e interrupciones GARCÍA CABERO, M.: Una teoría de la cultura GARCÍA ELSKAMP, R: La teoría purposive-causal de R. Tuomela. Un tipo de explicación causal de las acciones sociales GARCÍA PAGE, M.: Fraseologismos oracionales GARRIDO RODRÍGUEZ, Mª DEL C.: Análisis del Discurso: ¿problemas sin resolver? GÓMEZ ESTEBAN, C.: Alteridad y producción intelectual: Nietzsche, un ideal de Freud GÓMEZ MOLINA, J.R.: Transferencia y cambio de código en una comunidad bilingüe: área metropolitana de Valencia (I y II)

463

XV/29-30,219 XV/29-30,153

XIX-XX/3740,89 XVI/31-32,297

XI/21-22,59 I/1,21 X/19-20,187

XI/21-22,39 XVII-XVIII/3336,31 XIV/27-28,253 XVII-XVIII/3336,13 XI/21-22,189 V/9,69

VIII/15-16,223 XIII/25-26,79

XIX-XX/3740,123 XII/23-24,337 XVII-XVIII/3336,309

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Índice Contextos 1983-2004

GOMILA BENEJAM, A.: ¿Qué filosofía? El debate entre Habermas y Rorty GOMILA BENEJAM, A.: El materialismo eliminativo de los Churchland GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Mª J.: El espacio urbano y su contenido social GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Mª J.: El pluralismo científico de la geografía humana GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Mª J.: La región en el pensamiento geográfico GRANDE ALIJA, F.J.: Los imperativos condicionales GRANDE ALIJA, F.J.: La gramática de la emoción: los enunciados exclamativos GRANDE ALIJA, F.J.: Del orden del universo al orden de las lenguas: lenguas artificiales ‘a priori’, diccionarios y clasificación del léxico GUIJARRO FERNÁNDEZ, A.: De la epistemología a la sociología. La cara oculta de la pedagogía tecnológica GUTIÉRREZ MARTÍNEZ, A. y ORTEGA MIRANDA, R.: La selección natural: ¿competencia o cooperación? GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ, S.: La determinación inmanente de las funciones en sintaxis GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ, S.: Sobre las categorías, las clases y la transposición GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ, S: Más de-más que GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ, S. e IGLESIAS BANGO, M.: Sobre el principio de articulación en lingüística GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ, S., IGLESIAS BANGO, M. y RODRÍGUEZ DÍEZ, B.: Más sobre el sujeto ¿con? preposición GUTIÉRREZ POZO, A.: La teoría fenomenológica del Logos en la filosofía de la Razón Vital de Ortega GUTIÉRREZ VIÑAYO, F.C. y ÁLVAREZ ORDÓÑEZ, G.: A la recherche d'un nouveau genre? dans Les antimemoires HARMEGNIES, B. y POCH-OLIVÉ, D.: Dinámica de los sitemas vocálicos y bilingüismo

V/10,117 VIII/15-16,241 V/9,127 IX/17-18,257 XIII/25-26,171 XV/29-30,49 XVII-XVIII/3336,279 XXI-XXII/41-44, 233 X/19-20,321 IX/17-18,215 I/2,41 III/5,75 X/19-20,47 II/3,67

II/4,87 XVI/31-32,235 VIII/15-16,173 XII/23-24,7

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HARMEGNIES, B., POCH-OLIVÉ, D. y DELGADOMARTINS, M.R.: Fenómenos de reestructuración silábica en el portugués de Lisboa HERNÁNDEZ BORGES, M. del R.: Sobre la irracionalidad en Donald Davidson HERRÁIZ MARTÍNEZ, P.J.: La aportación de Locke en el origen del análisis contemporáneo de la conciencia (La conciencia y la identidad personal en J. Locke) HERRERA, A.; LARA, N.; CERVANTES, F.; y FRANCO, A.: Doctrinas filosóficas, procesos mentales y observaciones empíricas HERRERA GONZÁLEZ, J.R.: Lógica epistémica y acción colectiva HERRERAS, J.C.: Lenguas y autonomías en España HERRERAS, J.C.: De la oficialización de las lenguas de España en la Unión Europea IGLESIAS BANGO, M.: El artículo en español: aportaciones a un viejo debate IGLESIAS BANGO, M.: Sobre perífrasis verbales IGLESIAS BANGO, M.: Acerca del supuesto estatuto perifrástico de la construcción causativa hacer + infinitivo y otras cuestiones conexas IGLESIAS BANGO, M.: Construcciones independientes introducidas por como si en español IGLESIAS BANGO, M. y GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ, S.: Sobre el principio de articulación en lingüística IGLESIAS BANGO, M., RODRÍGUEZ DÍEZ, B. y GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ, S.: Más sobre el sujeto ¿con? preposición IGLESIAS CASAL, I.: Sobre los relativos con unidades pronominales ¿redundantes? IRANZO GARCÍA, V.: Una valoración del evidencialismo JIMÉNEZ GARCÍA, J. C.: El principio de razón suficiente: Leibniz versus Schelling (I, II y III) KEPA KORTA, K.: Conflictos territoriales entra la Semántica y la Pragmática LAFUENTE, Mª I.: Unidad y rupturas de la razón

465

XIV/27-28,23 XII/23-24,245

XIV/27-28,227 XVII-XVIII/3336,31 XIX-XX/3740,209 XII/23-24,135 XXI-XXII/41-44, 367 IV/7,103 VI/12,75

X/19-20,87 XXI-XXII/41-44, 151 II/3,67

II/4,87 VII/14,111 XIV/27-28,269 XVII-XVIII/3336,85

XIX-XX/3740,185

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I/1,59


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Índice Contextos 1983-2004

LAFUENTE, Mª I.: Progreso y contratiempo: la reconstrucción hegeliana de la Historia de la Filosofía LAFUENTE, Mª I.: La idea de vida en Dilthey y Ortega LAMBERT, J.: Un modèle descriptif pour l'étude de la littérature. La littérature comme polysystème LANERO RODRÍGUEZ, Mª del C.: En torno a frases y construcciones LARA, N. CERVANTES, F., FRANCO, A. y HERRERA, A.: Doctrinas filosóficas, procesos mentales y observaciones empíricas LARRAZABAL, J.M. y MIGURA, F.: Conocimiento e información: algunas cuestiones representacionales LARRAZABAL, J.M. y PÉREZ MIRANDA, L.A.: Razonamiento ordinario: modelos mentales y modelos formales LE MEN, J.: Algunas palabras características de la montaña leonesa LIZ, M.: El caso del realismo interno de Hilary Putnam: trascendentalismo y desarrollo teórico LIZ, M.: Guia de bolsillo (con notas y comentarios del libro de Lorenzo Peña: El ente y su ser. Un estudio lógico-metafisico (I y II) LIZ, M. Y OTROS: Aspectos internos y externos de la racionalidad LÓPEZ FLORIDO, G. Y OTROS: Aspectos internos y externos de la racionalidad LÓPEZ SÁENZ, M. C.: La alienación en Freud y Marx LÓPEZ SÁENZ, M. C.: La precaria unidad de la razón (J. Habermas) LUGO, E.: Cultura científico-técnica, libertad y una teoría de la ley natural posiblemente revisada MAQUIEIRA, M.: Las gramáticas castellanas para extranjeros a lo largo del siglo XVI MARCOS, A.: Información y evolución MARÍN-CASANOVA, J.A.: El final de la Filosofía desde la Nueva Retórica MARTÍ PERELLÓ, S. y VALLHONRAT BODAS, S.: Lo verbal y lo no verbal en el mensaje publicitario televisivo

I/2,83 III/5,25 V/9,47 XII/23-24,107 XVII-XVIII/3336,31 XIII/25-26,273

X/19-20,263 XXI-XXII/41-44, 315 V/10,87

IX/17-18,67 XV/29-30,153 XV/29-30,153 VII/14,79 IX/17-18,31 VII/14,31 XI/21-22,265 IX/17-18,197 XIV27-28,197 XVII-XVIII/3336,223

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MARTÍ SÁNCHEZ, M.: Consideraciones sobre el suplemento desde la Historia de la Gramática MARTÍNEZ, J.A.: Para (re)leer a Hjelmslev MARTÍNEZ GAVILÁN, Mª D.: Normativismo y antinormativismo en la tradición gramátical española del siglo XVII MARTÍNEZ LIÉBANA, I.: El ciego de Molyneux: un problema metafísico sobre interconexión sensorial MARTÍNEZ VELASCO, J.: Feyerabend y los límites de la ciencia MARTÍNEZ VELASCO, J.: La unidad del método científico: explicar y comprender MARTÍNEZ VELASCO, J.: El problema de la conciencia MARTÍNEZ VELASCO; J. La ciencia cognitiva, una investigación interdisciplinar. Etapas de su construcción MATAS CABALLERO, J.: Federico García Lorca frente a la tradición literaria: voz y eco de San Juan de la Cruz en los Sonetos del amor oscuro MATAS CABALLERO, J. y RUIZ PÉREZ, P.: De literatura y seducción MEDINA LÓPEZ, J.: El español de Canarias y el ALEICan: 1975-1995 MERINO, L.: Lao Tse y Abdelkébir Khatibi, articulación intertextual de un antisistema para crear un ‘ser’ nuevo MIGURA, F. y LARRAZABAL, J.M.: Conocimiento e información: algunas cuestiones representacionales MIRANDA PÉREZ-SEOANE, J.: De toponimia: Uerruga y Brugos MIRANDA PÉREZ-SEOANE, J.: Aquavergium > Uvierzo MONTERO MOLINER, F.: Lenguaje y experiencia en la fenomenología de Husserl MONTERO MOLINER, F. La semántica de la subjetividad MONTESINOS, J.J.: Fractal y dimensión MONTESINOS, J.J.: Fractal y dimensión (2ª Parte) MORALA RODRÍGUEZ, J.R.: El nombre propio ¿objeto de estudio interdisciplinar?

467

X/19-20,149 I/1,39

VIII/15-16,129 XVII-XVIII,3336,153 VII/13,45 VIII/15-16,43 X/19-20,233 XV/29-30,179 XVII-XVIII/3336,361 XI/21-22,317 XIII/25-26,151 XIII/25-26,207 XIII/25-26,273 XVI/31-32,135 XXI-XXII/41-44, 119 I/2,7 IV/7,7 III/6,163 VI/11,125

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IV/8,49


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Índice Contextos 1983-2004

MORENO BERGARECHE, A.: La formación del fenómeno representacional: construcción y cognición MOUNIN, G.: Algunas reflexiones a propósito de la lingüística de Leibniz MOURE, T.: La teoría de prototipos y su aplicación en gramática MOYA, A.: Clásicos y nuevos enfoques en la filosofía de la biología ORDIZ VÁZQUEZ, J.: Funciones del mito en la novela hispanoamericana contemporánea ORTEGA MIRANDA, R. y GUTIÉRREZ MARTÍNEZ, A.: La selección natural: ¿competencia o cooperación? PADILLA GÁLVEZ, J.: Niveles de lenguaje, autorreferencia y las paradojas PALACIOS TORRES, J.C.: Propiedad privada y compensación en Nozick (Cómo llegar al estado redistributivo sin proponérselo) PARDO GARCÍA, P.J.: Consideraciones sobre la teoría del desplazamiento en Northrop Frye PASCUAL-SÁNCHEZ, J. F.: El modelo del espacio-tiempo PEGENAUTE, L.: La traducción como herramienta didáctica PEÑA, L.: Tres enfoques en lógica paraconsistente (I) PEÑA, L.: Tres enfoques en lógica paraconsistente (II) PEÑA, L.: Relaciones, modos de combinación y signos sincategoremáticos en el Tractatus PEÑA, L.: Consideraciones filosóficas sobre la Teoría de Conjuntos (I) PEÑA, L.: Consideraciones filosóficas sobre la Teoría de Conjuntos (II) PEÑA, V.: Algunos problemas metafísicos de Aristóteles y "Metafísica" de la Ode on a Grecian Urn de John Keats: un ensayo ucrónico PEÑA, V.: Espinosa: orden geométrico y alegría PEREZ CHICO, D. Y OTROS: Aspectos internos y externos de la racionalidad PÉREZ DE LA VEGA, M.: El origen de la genética

V/10,71 IX/17-18,113 XII/23-24,167 III/5,65 IV/8,63 IX/17-18,215 IX/17-18,121

XIV/27-28,295 XI/21-22,293 IX/17-18,231 XIV/27-28,107 II/3,81 II/4,49 IV/8,21 VI/11,33 VI/12,7

I/2,57 III/5,7 XV/29-30,153 III/4,129

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PÉREZ FERNÁNDEZ, S.: Presente de indicativo con referencia significativa orientada hacia el pasado PÉREZ GONZÁLEZ, M.: Galleguismos y/o leonesismos en el tumbo de San Pedro de Montes PÉREZ MIRANDA, L.A. y LARRAZABAL, J.M.: Razonamiento ordinario: modelos mentales y modelos formales PÉREZ OTERO, M.: La concepción ramificacionista de la modalidad PÉREZ SEDEÑO, E.: Las observaciones de Hiparco referentes a los calendarios en "El Almagesto" PÉREZ TORAL, M.: Usos impersonales del verbo "hacer" PÉREZ TORAL, M.: Sobre algunas construcciones atributivas PÉREZ TORRES, L. Y OTROS: Aspectos internos y externos de la racionalidad POCH-OLIVÉ, D y HARMEGNIES, B.: Dinámica de los sitemas vocálicos y bilingüismo POCH-OLIVÉ, D., DELGADO-MARTINS, M.R. y HARMEGNIES, B.: Fenómenos de reestructuración silábica en el portugués de Lisboa PRADO IBÁN, E.: Los demostrativos como elementos referenciales REGUERA RODRÍGUEZ, A.T.: Instrumentos conceptuales para la elaboración de un teoría demográfica basada en el materialismo histórico REGUERA RODRÍGUEZ, A.T.: Newton y Feijoo. Un episodio en la historia de la difusión de las ideas científicas (I y II) ROBLES, J.A.: Génesis de la sustancia espiritual en la filosofía de Berkeley (II) RÓDENAS, P.: De nuevo sobre la categoría de alienación RODRÍGUEZ DE LERA, J.R.: El problema de la identidad en cinco Latino Writers RODRÍGUEZ DE LERA, J.R.: Notas sobre una definición de Género picaresco para estudios de Literatura comparada RODRÍGUEZ DÍEZ, B.: Sobre las lagunas del enunciado: elipsis y catálisis RODRÍGUEZ DÍEZ, B.: Neutralización y sincretismo

469

XXI-XXII/41-44, 181 XIII/25-26,135

X/19-20,263 XV/29-30,135 III/6,151 III/6,97 VII/13,119 XV/29-30,153 XII/23-24,7

XIV/27-28,23 XV/29-30,33

II/3,175 XIX-XX/3740,283 IV/7,43 III/6,29 XVI/31-32,213

XIX-XX/3740,297

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I/1,93 VI/11,79


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Índice Contextos 1983-2004

RODRÍGUEZ DÍEZ, B.: La neutralización en fonología: Neutralización y archifonema (I) RODRÍGUEZ DÍEZ, B.: La neutralización en fonología: Neutralización y archifonema (II) RODRÍGUEZ DÍEZ, B., GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ, S. e IGLESIAS BANGO, M.: Más sobre el sujeto ¿con? preposición RODRÍGUEZ DÍEZ, B.: Del latín al romance en español: la evolución del género en los pronombres ROMERALES ESPINOSA, E.: Sobre la fundamentación lógica de la moral en la religión RUEDA RUEDA, M.: Los refuerzos de la negación en la literatura medieval española: análisis lingüístico RUEDA RUEDA, M.: El tratamiento de la negación en las gramáticas latinas RUIZ GURILLO, L.: Relaciones categoriales de las locuciones adverbiales RUIZ PÉREZ, P.: Teoría e historia literarias. Acercamiento a una síntesis metodológica RUIZ PÉREZ, P. y MATAS CABALLERO, J.: De literatura y seducción SAGÜILLO FERNÁNDEZ-VEGA, J.M.: Una revisión del problema de la identidad transmundana SÁNCHEZ, M.E.: Sobre ética y biología SÁNCHEZ, M.E.: Sobre el análisis filogenético del ritual humano SÁNCHEZ, M.E.: De los monstruos o la ingeniería genética de la imaginación SALTO ALEMANY, F.: Minima intellegibila traicio. La estructura de la distinción y las aporías humeanas sobre la mismidad SALTO ALEMANY, F.: Hacia la lógica plástica: emergencia de la lógica del razonamiento visual SERNA ARANGO, J.: Mutaciones alrededor del concepto de mundo SERNA ARANGO, J.: Lógica y literatura

VIII/15-16,111 XIII/25-26,41

II/4,87 XXI-XXII/41-44, 19 XIII/25-26,223 XIII/25-26,93 XV/29-30,109 XV/29-30,19 VI/12,113 XI/21-22,317 VII/13,105 IV/8,71 VII/14,83 XII/23-24,313

VII/14,49 XVI/31-32,281 XVI/31.32,267 XVII-XVIII/3336,175

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SERRANO SERRANO, J.: Léxico agrícola leonés de hace medio siglo entre La Cepeda y el Órbigo SILVA DE CHOUDENS, J. R.: A criticism of two articles on Aristotle's imagination SILVA DIOS, C.M y ÁLVAREZ RODRÍGUEZ, F.J.: Análisis biográfico y literario de san Juan de la Cruz a la luz de su psicopatología (I y II) SOBRINO, A.: Algunas observaciones sobre narcisismo humano e inteligencia artificial SOTO, C.H.: Borges y el álgebra booleana: acercamiento a "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" SOTO, C.H.: La fenomenología lingüística del Wittgenstein de 1930 TESO MARTÍN, E. del: Del campo de la Lingüística General y el de las Gramáticas Particulares TESO MARTÍN, E. del: En torno a la definición lexicográfica TESO MARTÍN, E.: Mensajes, entornos y anomalías TESO MARTÍN, E.: La indeterminación de los nombres propios TOBAR-ARBULU, J.F.: Technological truth and modern empiricism TOBAR-ARBULU, J.F.: Economics and systems: The institutionalist approach TOBAR-ARBULU, J.F.: Conditional or Relative Probability TOMÉ, M.: La interdisciplinariedad del símbolo TORNEL SALA, J. L.: Perífrasis verbales y consideraciones metodológicas (I y II) TORIBIO MATEAS, L.: Los problemas del eclecticismo en teoria del significado: digresión sobre el programa antirrealista de M. Dummett TRAPERO, M.: Un nuevo método de estudio del léxico toponímico: las estructuras semánticas VALDIVIA DOUNCE, L.: La inasibilidad del sentido VALLHONRAT BODAS, S y MARTÍ PERELLÓ, S: Lo verbal y lo no verbal en el mensaje publicitario televisivo VASCÓNEZ CARRASCO, M.: Algunos aspectos de la teoría de la significación en Quine

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XXI-XXII/41-44, 337 VII/13,7

XIV/27-28,127 X/19-20,295 I/1,9 I/2,27 III/5,113 V/10,29 VI/12,45 VII/14,123 III/5,49 IV/7,147 V/10,57 III/5,141

XIX-XX/3740,39

X/19-20,215 XII/23-24,41 X/19-20,201 XVII-XVIII/3336,223

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V/9,7


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VEGA, L.: El incierto sentido de la teoría aristotélica de la ciencia VEGA, L.: Inferencia, argumentación y lógica VEGA, L.: Wittgenstein, un outsider en lógica VEGA ENCABO, J.: De la (in-)coherencia del realismo y las teorías de la verdad VICEDO, M.: El problema de la referencia de los conceptos teóricos VILANOVA ARIAS, J.: Tractatus 5.54-5.5423: una lectura VILLANUEVA, E.: La postura intencional VILLANUEVA, E.: Ciencia cognitiva y conciencia VILLAYANDRE LLAMAZARES, M.: Internet como corpus: el caso de bibidí VULPE, N.: Ideology, epistemology and work: A new evaluation of Karl Mannheim’s third way WILK-RACIESKA, J.: Semántica del humor. Condiciones semánticas de crear y disimular la trampa en los chistes lingüísticos

II/4,27 III/6,47 VII/13,79 XII/23-24,265 VIII/15-16,95 XVII-XVIII/3336,59 V/10,107 XI/21-22,13 XXI-XXII/41-44, 205 XI/21-22,111 XVII-XVIII/3336,209

NOTAS Y COMENTARIOS ÁLVAREZ, J.R.: La filosofía de los geógrafos ÁLVAREZ, J.R.: Sobre dientes imposibles y dedos improbables ÁLVAREZ, J.R.: Kant: filósofo de la Física (I) ÁLVAREZ, J.R.: Varia gouldiana ÁLVAREZ GÓMEZ, A.: De la tradición a la razón ÁLVAREZ ORDÓÑEZ, G. y GUTIÉRREZ VIÑAYO, F.C.: La lutte avec l’ange: la lutte avec le mal ARRANZ, M.: Crónica del Second International Colloquium on Cognitive Science (ICCS-1991) BAHM, A.J.: Organicism: A "More Holistic" Explanation

I/2,135 II/3,227 IV/7,161 V/10,145 I/1,155 XI/21-22,371 IX/17-18,305 V/10,157

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BAHM, A.J.: Universals as Wholes and Wholes as Universals BAHM, A.J.: How did Niels Bohr understand complementarity? BARRIO, E.A.: ¿Tendremos verdaderamente creencias? BURGES, L.: Hemos heredado un mundo BURGOS DÍAZ, E.: El historiador de la filosofía ante Dioniso y el El nacimiento de la tragedia de Nietzsche CARANTOÑA ÁLVAREZ, F.: Fernand Braudel: In memoriam CENCILLO, M.: Convenciones pictóricas. Geometrización del espacio en Arte y Ciencia CELA CONDE; C.J.: Nuevos derechos para viejos humanos CEREZO, M.: La crítica humanista a la dialéctica escolástica en la carta de Moro a Dorp CHAMOSA GONZÁLEZ, J.L.: A propósito de una traducción de la obra poética de Joyce CHAMOSA GONZÁLEZ, J.L.: Reflexiones en torno a un clásico de H. G. Wells: The Time Machine CHAMOSA GONZÁLEZ, J.L. & GUZMÁN GONZÁLEZ, T.: Margaret Oliphant: An Open Door to the Unknown CORTIZO, J.: A propósito del II Coloquio de Geografía Cuantitativa CUADROS MUÑOZ, R.: Últimos desarrollos de la Teoría de los esquemas sintáctico-semánticos FERNÁNDEZ BENITO, A: Sujetos plurales y hecho social FERNÁNDEZ-CORUGEDO, S.G.: "La Regenta" de L. Alas y "La Regenta" de J. Rutherford FERNÁNDEZ-CORUGEDO, S.G.: "La nueva frontera" de Dwight Bolinger FERNÁNDEZ-CORUGEDO, S.G.: Tres notas bibliográficas sobre fonética y fonología españolas FERNÁNDEZ MORENO, L.: El fisicalismo y la reducción de la noción de verdad a conceptos no semánticos FUENTE GARCÍA, M. de la: El Análisis Crítico del discurso: una nueva perspectiva GARCÍA BENÍTEZ, V. y RODRÍGUEZ PADRÓN, M.: Los congresos "Lenguajes naturales y lenguajes formales" y sus actas: diez años de historia (1984-1994)

473 VI/12,167 IX/17-18,283 XIII/25-26,297 XV/29-30,263 IX/17-18,287 III/6,223 X/19-20, 349 XII/23-24,359 XIV/27-28,317 III/5,173 IV/7,197 IV/10,161 III/6,219

XIX-XX/37-40,353 XIX-XX/37-40,371 II/4,175 III/8,115 VI/11,163 VII/14,153

XIX-XX/37-40,345

XIII/25-26,317

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Índice Contextos 1983-2004

GIL MARTÍN, F.J.: Etica comunicativa: entre la fundamentación y el compromiso GONZÁLEZ ALTABLE, Mª P.: Una aproximación a las nociones de "justicia" y "cooperación" en David Gauthier GONZÁLEZ GARCÍA, J.L.: A propósito de la crisis de la economía GONZÁLEZ POLLEDO, L.A.: La revista Geo-Crítica o la renovación de la geografía española GONZÁLEZ POLLEDO, L.A.: Sobre una introducción al análisis histórico de la Geografía Española del ocio GRANDE ALIJA, F.J.: Un ejemplo de análisis del discurso GRANDE ALIJA, F.J.: Transfrástica y pragmática objetiva GRANDE ALIJA, F.J.: Aspectos de la modalidad lingüística GUTIÉRREZ VIÑAYO, F.C. y ÁLVAREZ ORDÓÑEZ, G.: La lutte avec l’ange: la lutte avec le mal GUZMÁN GONZÁLEZ, T.: A propósito del "Drácula" de Abraham Stoker GUZMÁN GONZÁLEZ, T. & CHAMOSA GONZÁLEZ, J.L.: Margaret Oliphant: An Open Door to the Unknown HERNÁNDEZ-REY, J.: Esquemas de filosofía de la tecnología IGLESIAS BANGO, M.: Observaciones sobre el funcionamiento del artículo LAFUENTE, Mª I.: Problematicidad o sistematicidad de la razón histórica LAFUENTE, Mª I.: La informática como ciencia auxiliar de la Historia de la filosofía LANERO, J.J.: Translation, interpretation and congeniality: Ralph Waldo Emerson in the works of Miguel de Unamuno LANERO RODRÍGUEZ, Mª C.: Nota sobre "Sintaxis Oracional" LARRAZABAL, J.M.: Los orígenes de la economía matemática: A. Cournot LE MEN, J.: Gramática liminar y cláusulas relativas LE MEN, J.: Algunos problemas sintácticos en las oraciones relativas LIZ, M. y VÁZQUEZ, M.: Crónica. Quinta conferencia de la Sociedad Filosófica Ibero-Americana (SOFIA)

XII/23-24,363 XI/21-22,387 I/2,129 II/4,164 VII/14,161 VII/14,173 VIII/15-16,269 X/19-20,385 XI/21-22,371 III/6,209 V/10,161 IX/17-18,295 IV/8,123 III/6,179 VIII/15-16,273 VII/13,143 IV/8,141 VI/11,153 VIII/15-16,285 X/19-20,371 X/19-20,343

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MAQUIEIRA RODRÍGUEZ, M.: Panorama gramatical entre 1771-1847 MAQUIEIRA RODRÍGUEZ, M.: Revisión del sistema fonológico del español en el siglo XVI MARCOS, A.: Darwinismo holista MARCOS, A.: Sustancias y universales en Arstóteles MARTÍN GONZÁLEZ, Mª J.: Del lugar al tiempo en adverbios de la documentación notarial leonesa MARTÍNEZ GAVILÁN, Mª D.: Las ideas lingüísticas de la Gramática de la Real Academia Española (1771) MARTÍNEZ GAVILÁN, Mª D.: La gramática española de Bello a Lenz MAYA FRADES, A.: La integración de la pequeña producción campesina en el capitalismo MEDINA GARCÍA, C.: Aproximación al lenguaje notarial de mediados del siglo XIV: caracterización morfosintáctica de un mandato MORALA RODRÍGUEZ, J.R.: De toponimia leonesa (El alto Esla) POLO, J.: Louis Hjelmslev en el ámbito de la Lengua Española (con especiual atención a una obra clásica de Emilio Alarcos Llorach) [1] POLO, J.: Louis Hjelmslev en el ámbito de la Lengua Española (con especiual atención a una obra clásica de Emilio Alarcos Llorach) [2] POLO, J.: Louis Hjelmslev en el ámbito de la Lengua Española (con especial atención a una obra clásica de Emilio Alarcos Llorach) [3] POLO, J.: Louis Hjelmslev en el ámbito de la Lengua Española (con especial atención a una obra clásica de Emilio Alarcos Llorach) [4] POLO, J.: Louis Hjelmslev en el ámbito de la Lengua Española (con especial atención a una obra clásica de Emilio Alarcos Llorach) [5] POLO, J.: Louis Hjelmslev en el ámbito de la Lengua Española (con especial atención a una obra clásica de Emilio Alarcos Llorach) [6]

475

II/4,181 IV/8,151 VIII/15-16,295 XIII/25-26,307 XVI/31-32,343 II/4,191 IV/8,157 III/6,189

XII/23-24,407 V/9,163

XI/21-22,347

XII/23-24,395

XIII/25-26,323

XIV/27-28,329

XV/29-30,245

XVI/31-32,309

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Índice Contextos 1983-2004

POLO, J.: Louis Hjelmslev en el ámbito de la Lengua Española (con especial atención a una obra clásica de Emilio Alarcos Llorach) [7] POLO, J.: Louis Hjelmslev en el ámbito de la Lengua Española (con especial atención a una obra clásica de Emilio Alarcos Llorach) [8] POLO, J.: Louis Hjelmslev en el ámbito de la Lengua Española (con especial atención a una obra clásica de Emilio Alarcos Llorach) [9] POLO, J.: La gramática académica (1994) de Emilio Alarcos: entorno, metogología, resultados [1] POLO, J.: La gramática académica (1994) de Emilio Alarcos: entorno, metogología, resultados [2] POLO, J.: La gramática académica (1994) de Emilio Alarcos: entorno, metogología, resultados [3] POLO, J.: La gramática académica (1994) de Emilio Alarcos: entorno, metogología, resultados [4] POLO, J.: La gramática académica (1994) de Emilio Alarcos: entorno, metogología, resultados [5] POLO, J.: La gramática académica (1994) de Emilio Alarcos: entorno, metogología, resultados [6] POLO, J.: Hacia la configuración científico-editorial de la obra lingüística de Emilio Alarcos [1] POLO, J.: Hacia la configuración científico-editorial de la obra lingüística de Emilio Alarcos [2] POLO, J.: Hacia la configuración científico-editorial de la obra lingüística de Emilio Alarcos [3] POLO, J.: Hacia la configuración científico-editorial de la obra lingüística de Emilio Alarcos [4] PONS BORDERÍA, S.: Sobre conectores, expletivos y muletillas PUENTE FELIZ, G.: Medir la historia REGUERA RODRÍGUEZ, A.T.: Notas sobre un debate: guerra, estrategias espaciales y urbanismo en Nicaragua RODRÍGUEZ DE LERA, J.R.: Oro y hambre: una lectura moderna de la novela picaresca

XVII-XVIII/33-36,387

XIX-XX/37-40,323

XXI-XXII/41-44, 401 XIV/27-28,343 XV/29-30,255 XVI/31-32,321 XVII-XVIII/33-36,393 XIX-XX/37-40,331 XXI-XXII/41-44, 419

XVI/31-32,335 XVII-XVIII/33-36,401 XIX-XX/37-40,337 XXI-XXII/41-44, 425

X/19-20,363 V/9,155 IV/8,101 XVII-XVIII/33-36,409

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RODRÍGUEZ PADRÓN, M. y GARCÍA BENÍTEZ, V.: Los congresos "Lenguajes naturales y lenguajes formales" y sus actas: diez años de historia (1984-1994) RUEDA RUEDA, M.: Una aproximación a la pragmática RUEDA RUEDA, M.: Breve apunte sobre el topónimo huerga RUEDA RUEDA, M.: Reflexiones sobre el comportamiento de la negación en catalán SAGÜILLO FERNÁNDEZ-VEGA, J.M.: La relevancia de un enfoque filosófico de la lógica SÁNCHEZ, M.E.: Usos y abusos de la biología SÁNCHEZ, M.E.: Evolución y problema religioso SÁNCHEZ, M.E.: La música, "un espacio ausente" SOBRINO CERDEIRIÑA, A.: El signo en arquitectura TOBAR-ARBULU, J.F.: Recuperación económica: Hacia una economía democrática TOMASINI BASSOLS, A.: Wittgenstein: Historia y mito TOMÉ, M.: Georges Perec y J.M.G. Le Clézio: la creación literaria ante el sistema socio-ideológico de los objetos de consumo TOMÉ, M.: La enseñanza y aprendizaje del francés lengua extranjera en internet TOMÉ, M.: Le projet de recherche FLENET: Français Langue Étrangere et internet VALCÁRCEL, A.: Vicios y virtudes de la ética analítica VÁZQUEZ, M. y LIZ, M.: Crónica. Quinta conferencia de la Sociedad Filosófica Ibero-Americana (SOFIA) VIEJA DE LA TORRE, Mª T. de la: E. Tugendhat: fundamentación de normas y reglas

477

XIII/25-26,317 VII/13,153 XI/21-22,359 XII/23-24,375 IV/7,175 I/1,163 II/3,211 III/5,179 III/5,159 VI/12,171 VII/13,135

IV/7,187 XVI/31-32,349 XXI-XXII/41-44, 441 II/3,201 X/19-20,343

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V/9,14


INFORMACIÓN PARA AUTORES INFORMACIÓN GENERAL 1. Contextos es una revista, que publica un volumen al año de dos números, promovida por los Departamentos de Filología Hispánica y Clásica (áreas de Lengua Española y Lingüística), y Psicología, Sociología y Filosofía (áreas de Filosofía y Lógica y Filosofía de la Ciencia) de la Universidad de León, con un Consejo de Redacción integrado por miembros de esos departamentos. 2. Contextos publica estudios en español sobre los diferentes aspectos metodológicos e interdisciplinares de diversos campos de conocimiento. También acepta originales en inglés o francés cuando cualquiera de ellas sea la lengua del autor o su especialidad, o los trabajos hayan sido preparados en estancias académicas en países de dichas lenguas. 3. Los trabajos propuestos serán originales, inéditos y no enviados a otras revistas para su publicación. 4. Los originales recibidos serán sometidos a revisión previa por evaluadores externos. 5. Los trabajos deben dirigirse en formato electrónico a través de un archivo adjunto a las direcciones de correo electrónico de la revista (contextos@unileon.es, manuel.iglesias@unileon.es), en formato con extensión DOC (Word) o RTF. Si el trabajo incluye gráficos, esquemas o imágenes deberán ir en archivo aparte indicando en qué lugar del texto han de insertarse. 6. Cada trabajo ha de ir acompañado del título en inglés, así como un resumen en inglés y en español de unas 10 líneas, y de cinco palabras clave en cada una de esas lenguas. 7. La extensión de los artículos será de entre 15 y 30 páginas; las notas de 5 a 15; y las reseñas, de un máximo de 5. No obstante lo anterior, el Consejo de Redacción puede decidir publicar artículos, notas o reseñas e información bibliográfica que superen los límites anteriores en caso de que el interés del trabajo así lo aconseje. 8. El autor conserva sus derechos sobre los trabajos publicados y no necesita autorización para volver a publicarlos, con la única restricción de que en cualquier reimpresión de los mismos debe indicarse expresamente que Contextos fue el lugar de publicación original. 9. No se devolverán los originales enviados. Contextos. ISSN: 0212.6192

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Información para autores

FORMATO DE LOS ORIGINALES 1.Tamaño y tipo de letra: 11 Times New Roman para los artículos; 10 Times New Roman para las notas y las reseñas; 9 Times New Roman para las citas exentas y las notas a pie de página. Interlineado de 1,5, y sencillo para las citas textuales exentas y las notas a pie de página. 2. Título: centrado versal negrita, irá seguido del nombre y apellidos del autor y su dirección institucional o personal (incluido, en su caso, el correo electrónico). 3. Resumen y palabras clave: a continuación del nombre y la dirección, deberá ir un resumen (de hasta 10 líneas) y palabras clave (cinco) en español e inglés. 4. Jerarquización de epígrafes: Los epígrafes de primer rango irán con números árabes, en minúscula y negrita. Los epígrafes de segundo rango irán con números árabes, seguido de punto de la forma n.1 y sucesivos, en minúsculas y negrita. Los epígrafes de tercer rango irán con números árabes, seguido de punto de la forma n.n.1 y sucesivos, en minúsculas y negrita. Ejemplo: 1. Epígrafe de primer rango 1.1. Epígrafe de segundo rango 1.1.1. Epígrafe de tercer rango 5. Las referencias bibliográficas se incluirán en el texto entre paréntesis de la manera siguiente: (Apellido: año, página). Ejemplo: (Alarcos: 1998, 52). 6. Las notas a pie de página se reducirán al mínimo indispensable, entendidas como notas aclaratorias. 7. La bibliografía (solamente la citada en el texto) irá al final del trabajo, del siguiente modo: Libros: Apellido, Nombre (ambos en versales) (año): Título del libro. Lugar, editorial. Artículos: Apellido, Nombre (ambos en versales) (año): “Título del artículo”, Nombre de la Revista, número, página de inicio-página final. Capítulos de libro: Apellido, Nombre (ambos en versales) (año): “Título del capítulo”, en (AUTOR DEL LIBRO O EDITOR/COORDINADOR): Título del libro. Lugar, editorial, página de inicio-página final.

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8. Tanto en las citas como en la bibliografía, en el caso de citar más de un trabajo del mismo autor y año, se añadirá una letra al año (1999a; 1999b; ...) 9. Los originales llevarán adjunta la dirección postal, el teléfono de contacto, el correo electrónico y la fecha de remisión del original. Dirección de contacto: Contextos Facultad de Filosofía y Letras Universidad de León 24071 León (España) Correo electrónico: contextos@unileon.es manuel.iglesias@unileon.es

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