Establecidas por sus propios estatutos, las cofradías celebran determinadas comidas rituales en las fiestas religiosas de sus santos patronos. De tales comidas —vigiladas y, a veces, prohibidas por la autoridad eclesiástica— contamos con datos significativos. La presencia en ellas del vino y el pan las conecta, de algún modo, con alimentos emblemáticos de la última cena, como banquete fundacional del cristianismo.